La campaña #MeToo (#YoTambién), que se está llevando a cabo a través de las redes sociales, está sirviendo para que mujeres de todo el mundo denuncien públicamente el acoso sexual y las agresiones sexuales que han sufrido o que sufren. El eco de la campaña evidencia la magnitud de este problema endémico. Es una iniciativa surgida a partir del escándalo de los presuntos abusos sexuales y violaciones del productor de Hollywood Harvey Weinstein, responsable de películas como “Pulp fiction” o “Shakespeare in love”. Casi 50 mujeres de la industria del cine ―algunas muy conocidas, como Angelina Jolie o Gwyneth Paltrow― han denunciado el acoso de Weinstein cuando comenzaban sus carreras.

Harvey Weinstein, el productor acusado de un historial de acoso sexual en Hollywood

Harvey Weinstein, el productor acusado de un historial de acoso sexual en Hollywood

¿Qué impacto tienen campañas como #MeToo?

Este tipo de campañas sirven para romper el silencio. Ponen en el espacio público un problema que muchas mujeres a lo largo de la historia han sufrido y que siguen sufriendo. No son casos puntuales, no son casos aislados sino que estamos hablando de una pandemia.

La última encuesta europea reflejaba que el 50% de las mujeres, sólo en el ámbito laboral, habían sufrido una situación de acoso sexual. Y si hablamos de mujeres que están en puestos directivos, en cargos de decisión, este porcentaje aumenta al 75%. Estos datos son sólo del ámbito laboral, si ya hablamos del espacio público o de las relaciones de pareja… Por ejemplo datos de las Naciones Unidas dicen que una de cada tres mujeres ha sufrido violencia físico-sexual a lo largo de su vida.

Los datos son preocupantes, y campañas como  #MeToo ayudan a romper el silencio y a poner sobre la mesa una problemática que golpea a todas las mujeres.

El acoso sexual se da en todos los sectores.

Esta campaña en concreto, #MeToo, viene impulsada desde el mundo del cine. Las cifras lo que nos dicen es que el problema del acoso sexual afecta a todas las mujeres. Lo único que todas tienen en común es la desgracia de haberse encontrado a un acosador a lo largo de sus vidas.

Es importante acabar con la idea de que hay unos perfiles concretos. Cualquier mujer puede sufrir una situación de acoso sexual, porque aún forma parte de una mentalidad y de una estructura patriarcal que está representando los roles de género de manera diferente. Todavía se están cosificando los cuerpos de las mujeres, y aún muchos hombres piensan que tienen acceso a disponer de estos cuerpos cuando quieren y donde quieran.

Por eso es importante que haya esta denuncia social. Esta campaña es fantástica y está muy bien, pero no únicamente nos tenemos que quedar con lo que denunciamos y con romper el silencio sino con la complicidad también de los hombres, que ellos empiecen a rechazar estos comportamientos.

Marcha contra el acoso en Nueva York "Aún sí me vistiera para tu atención, no significa que me visto para tú agresión".

Marcha contra el acoso en Nueva York “Aún sí me vistiera para tu atención, no significa que me visto para tu agresión”.

Para una mujer no es fácil confesar que ha sufrido acoso sexual.

Es sorprendente que, con los porcentajes de mujeres que han sufrido algún tipo de acoso, sea algo de lo que no se habla. Por una cuestión estadística cualquiera puede tener a una mujer cerca que ha sufrido acoso o que lo está sufriendo, pero para una mujer no es fácil confesar que ha sido acosada o violentada sexualmente.

Aún está muy presente la losa de la culpa, de la responsabilidad, de la duda. ¿Qué habrá hecho esta mujer para que se haya producido esta situación? Lo cual hace que muchas mujeres se sientan muy solas, y les produzca incluso vergüenza explicar la situación.

Estas campañas lo que intentan es empoderar a todas estas mujeres que se han podido sentir así. Porque ser víctima de una situación de violencia sexual no te hace débil, al contrario, te hace superviviente de una situación muy complicada.

A veces no nos lo han explicado, pero podemos estar en entornos en los que podemos ver comentarios o situaciones que “no nos huelen bien”. Aunque la mujer no lo explique, identificar situaciones que pueden ser acoso y estar ahí para decir “Oye, ¿estás bien? ¿Necesitas algo?”. Quizás así abres la puerta para que alguien te explique algo.

¿En el acoso sexual hay grados? ¿Todo es igual de denunciable?

A raíz de esta campaña han salido casos de violaciones, de tocamientos, de acoso sexual, de agresiones verbales…

Estamos en un momento en que todo es denunciable, porque es importante acabar ya con esta situación de desigualdad. Porque si dejamos pasar por ejemplo las insinuaciones o los comentarios ―a veces hay gente que les resta importancia― lo único que estamos haciendo es seguir alimentando una cultura de desigualdad y machista, pero diciendo que lo más importante es grave y lo tenemos que erradicar pero lo otro no. Es ir en contra de la igualdad de género. Y todo al final forma parte de la misma linealidad, es una situación de desigualdad en la que las mujeres tenemos que estar dispuestas a asumir determinadas situaciones por el sólo hecho de ser mujeres.

Este tipo de campañas favorecen el que las mujeres tomen conciencia del problema. Oyendo testimonios algunas pueden pensar “Quizás sí que me ha pasado alguna vez algo similar a eso que están explicando.”

No se trata sólo de conseguir con la campaña que los hombres que tienen este tipo de conductas tengan la conciencia de cómo se sienten las mujeres y de que eso pueden ser conductas de acoso sexual. Sino que también se trata de cómo las mujeres hemos aprendido o como nos han socializado para aceptar determinadas situaciones como si fuesen normales. A lo que ayudan estas campañas es a desnaturalizar ciertas cosas que… “bueno, es que es normal que nos ocurra a las mujeres”.

Lo que los testimonios transmiten es que, no únicamente lo que te ocurre a ti como mujer es esta experiencia de violencia sexual, sino que reflejan el miedo femenino. La sensación de inseguridad femenina triplica la sensación de inseguridad de los hombres.

Las mujeres nos sentimos mucho más inseguras que los hombres ―cuando en realidad sufrimos menos hechos delictivos― y es porque nos han socializado de manera muy diferente. Siempre se nos ha dicho que somos más vulnerables. Que a determinadas horas no deberíamos ir solas por la calle, porque si te ocurre algo a determinadas horas por la calle “¡hombre, es que ya te habíamos avisado!”. Todo esto lo que hace es seguir aumentando y criminalizando de alguna manera determinadas actitudes de las mujeres.

En todas las edades se puede dar el acoso sexual.

En edades tempranas las niñas tienen tres veces más probabilidades que los niños de sufrir abusos sexuales, ya existe el sesgo de género. A medida que vamos creciendo esta diferencia de tres pasa a ser de diez. Las mujeres tenemos 10 veces más probabilidades que los hombres de sufrir una situación de violencia sexual. La violencia sexual transversaliza toda nuestra historia, toda nuestra vida desde que somos pequeñas.

Es algo a lo que vamos haciendo frente a lo largo de nuestra vida, y vamos acumulando episodios de victimización ―en un determinado momento se vive la experiencia pero al cabo del tiempo el trauma aparece, quizás en el momento de comenzar a tener relaciones de pareja y relaciones sexuales―. Es importante buscar ayuda y romper el silencio. La  gente que está alrededor debe construir espacios en los que la persona pueda confiar, y sobre todo no juzgar nunca a esa persona. Es un tremendo error hacer comentarios del tipo “a mí esto no me habría pasado nunca”, porque eso, para la persona que ha sufrido acoso, es una losa brutal y la sitúa de nuevo en un espacio de vulnerabilidad.

Qué no se hace bien para que este problema no desaparezca.

Es evidente que hay grados, no es lo mismo una mujer asesinada por su pareja que alguien que recuerde que un día le tocaron el culo cuando subía las escaleras. Pero en cualquier caso, y pensando sobre todo en la gente más joven, en ocasiones estas conductas ―asociadas al ocio y a algunos mensajes de la música de la cultura juvenil― no parece que vayan en la línea de equilibrar algo las cosas y acabar de una vez por todas con estas desigualdades.

Por un lado la gente joven cada vez está denunciando más. Siguen sufriendo violencia pero podemos hacer un análisis positivo y decir que los jóvenes son más conscientes y que se está rompiendo con la normalización de determinados comportamientos.

Pero por otro lado nos encontramos con que muchos medios de reproducción de estereotipos, como series o figuras que son referentes, siguen perpetuando esta diferencia o desigualdad de género.

Sin ir más lejos, en las pasadas fiestas de La Mercè en Barcelona había un dispositivo específico por si se daba algún caso de acoso sexual que se pudiera denunciar. Y al mismo tiempo, en el escenario, veíamos unos conciertos en los que la letra de las canciones eran totalmente sexistas. Quizás el dispositivo debería ser decirle a ese señor que bajase del escenario y acabar con el concierto. Hay letras que han sido grandes hits, sin ir más lejos el famoso “Despacito”, el gran hit del pasado verano, una canción que es de todo menos tolerante e igualitaria entre los dos sexos.

En esta campaña, como en todas, es importante el testimonio de gente conocida.

Es clave para acabar con el estigma. Para que no tengamos la idea de que una mujer que sufre violencia o acoso sexual es una mujer de un sector determinado o de una determinada clase social o de una determinada vulnerabilidad. Sino que son mujeres empoderadas, mujeres de éxito, que cualquiera de nosotras hemos podido sufrir algo así. Por eso es indispensable que todo el mundo se pueda sumar y que se rompa de una vez por todas la idea de la vergüenza.

Para romper la normalización de actitudes de acoso se han de denunciar y explicar. Ocurre que hay mujeres que deciden no denunciar porque por un lado no creen en la justicia ―porque no se han sentido apoyadas o conocen otros casos que han acabado en nada― y por otro temen que les cuelguen ese estigma y que sea algo que las acompañe de por vida.

Si juzgas formas de vestir.

Un pronunciado escote, una minifalda o un tacón interminable resultan, en más de una ocasión, suficientes para juzgar a una mujer. En 2015 la organización feminista Terre des Femmes y Miami Ad School Europe colaboraron para lanzar una brillante campaña que se hizo viral.

«No midas el valor de una mujer por su ropa» era el mensaje detrás de tres curiosas imágenes en las que se mostraba un escote, una minifalda y unos pies de puntillas, segmentados en diferentes niveles: puritana, anticuada, aburrida, provocadora, descarada, lo va pidiendo, zorra, puta.

Acoso sexual. ¿Qué no se hace bien?

Acoso sexual. ¿Qué no se hace bien?

Acoso sexual. ¿Qué no se hace bien?

Datos de acoso sexual en España.

Las cifras.

Según una encuesta realizada en 2014, por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, alrededor de 27 millones de mujeres sufrieron acoso sexual en el trabajo ―una de cada tres―. En España no hay estudios muy recientes, uno de los últimos es del Instituto de la Mujer, del año 2006 y con datos de 2004.

Según ese estudio el 15% de las encuestadas habían sufrido acoso sexual en el trabajo y, esto es importante, independientemente de si ellas lo habían percibido como tal o no. Es decir, que los comportamientos de los que habían sido víctimas entran dentro de la definición de acoso sexual aunque ellas no sean conscientes de haber sido víctimas. Este 15% equivalía a 1.300.000 mujeres sobre la población activa de 2004.

Como en todo, en este tema también hay grados. La mayoría de ese 1.300.000 mujeres, 1.200.000, experimentaron acoso sexual leve ―que incluye chistes de contenido sexual sobre la mujer, piropos y comentarios sexuales sobre las trabajadoras o el hecho de que se les pida reiteradamente citas―. Además 340.000 mujeres fueron víctimas de acoso sexual grave ―se les preguntó por su vida sexual o se les pidieron abiertamente relaciones sexuales entre otras cosas― y 185.000 sufrieron acoso sexual muy grave ―entrando ya en el contacto físico como abrazos o besos no deseados, acorralamientos o la realización de actos sexuales bajo presión de despido―. Para quienes hagan cuentas y no le salgan las cifras hay que decir que una mujer puede recibir diferentes grados de acoso al mismo tiempo.

El perfil de las víctimas.

Como ocurre en otros tipos de acoso, como puede ser el acoso escolar, las víctimas suelen ser las mujeres que están en una situación más vulnerable. En el caso de este informe del Instituto de la Mujer se habla de un perfil que sería una mujer menor de 34 años, soltera y de un país no comunitario. Pero es importante recordar que el hecho de que una mujer no encaje en este perfil no quiere decir que no pueda ser víctima.

Suelen ser mujeres que trabajan en sectores con presencia masculina muy mayoritaria, como son la construcción y la industria. Y, frente a lo que podría pensarse, no ocurre este tipo de acoso dentro de empresas pequeñas sino dentro de las medianas y las grandes. Pero insistir en que este no es un perfil excluyente, hay mujeres trabajadoras que pueden no encajar en ese perfil y sin embargo ser víctimas.

El perfil del acosador.

Según este mismo estudio en el 60% de los casos el acosador es un compañero varón, y sólo en el 20% de los casos es un jefe. En la gran mayoría de los casos no hay una relación de superioridad jerárquica del hombre que ejerce el acoso respecto de la mujer de la que está abusando.

Lo que sí que hay, eso lo dice un estudio realizado en Reino Unido el pasado año por el Congreso de sindicatos, es una necesidad del acosador de humillar a la víctima para sentir reforzada su posición dentro de la empresa. Esto ocurre especialmente en compañías o en sectores donde hay una segregación de género muy clara en función de las tareas. Es decir, que las mujeres desempeñan un tipo de trabajo y los hombres otros, y además los de ellas suelen ser siempre de un carácter auxiliar.

La reacción de las mujeres ante el acoso sexual.

Según el estudio del Instituto de la mujer, la reacción de las mujeres aumenta a medida que lo hace el grado de violencia del acoso sexual. Pero, ante el acoso sexual muy grave ―que es el que decíamos que incluía tocamientos, acorralamientos, etc. ―, sólo entre el 10 y el 20% de las acosadas denuncian ante sus superiores la situación, y sin embargo esto es lo más eficaz porque en el 60% de los casos se consigue detener el acoso.

La reacción del entorno.

El 41% de quienes conocen de un caso de acoso sexual en el trabajo ofrecen apoyo incondicional a la víctima. Sin embargo el 31% minimizan el problema. El 12,5% le dan la espalda a la víctima y un 11,5% la culpabilizan. Vemos que el 55% de las respuestas no son de apoyo dentro del trabajo.

Acoso sexual. ¿Qué no se hace bien?

Fuente: Els matins de TV3 (24/10/2017) / La Script de Cadena Ser (28/10/2017)/ Imagen portada: pixabay