Ajustar la hipoteca, tener ajustada la tarifa de la luz o el teléfono puede marcar la diferencia entre estar mejor o peor. Sobre todo en épocas como septiembre, cuando volvemos de vacaciones, o en la temida cuesta de enero nos vemos obligados a hacer malabarismos con la economía doméstica. ¿En qué pequeñas cosas podemos conseguir ahorrar? Con la luz, las tarjetas, la telefonía, los bancos… Hay estudios que cifran hasta en 900 euros al año lo que podemos ahorrar simplemente tocando o negociando algunos de los típicos productos que tenemos contratados con la entidad bancaria. Una paga extra al año que nos puede venir muy bien. Conoce las claves para conseguir esa porción de alegría ahorrando.

¿Cómo ahorrar en nuestra economía doméstica?

¿Se puede realmente rebajar nuestra factura de electricidad? Entras en internet y parece que hay 20.000 soluciones para hacerlo. ¿Podemos realmente disminuir nuestra factura de la luz? ¿Y la del gas? ¿Cómo podemos negociar con el banco?¿Cómo saber que tarifa de telefonía se ajusta mejor a nuestras necesidades?

Economía doméstica. ¿Cómo ahorrar?

Ahorrar en la factura de la luz. 3 medidas básicas:

Ajustar la potencia

La potencia es esa parte fija en el recibo que depende de los aparatos que pongamos a la vez en funcionamiento: la llamada simultaneidad. Lo típico de que “nos saltan los plomos” cuando hemos conectado demasiados aparatos eléctricos.

Hay muchísima gente a la que no le saltan los plomos nunca, y eso significa que tienen contratado un exceso de potencia. A la potencia antes se le daba poca importancia, pero poco a poco, en los últimos cinco años, se ha ido multiplicando su precio. El coste de esa potencia es ahora más del doble de lo que lo era hace cinco años. Cada kilovatio que consigamos bajar son del orden de 50 euros menos al año, un ahorro apreciable.

Cuando contratamos la electricidad, por norma, las compañías tienden a ponernos más potencia de la que necesitaríamos porque para ellos evidentemente es más dinero. Históricamente se ha observado que la mayoría tenemos contratada una potencia eléctrica mayor de la que necesitamos (normalmente un par de kilovatios más de los que se precisan).

Lo ideal sería ajustar la potencia de forma que “los plomos” nos saltasen en casa dos veces al año, tampoco es algo que deba pasar todos los días porque es muy incómodo.

Economía doméstica. ¿Cómo ahorrar?

La discriminación horaria

La discriminación horaria es lo que era la antigua tarifa nocturna. Es algo que se ha modificado varias veces pero lleva años funcionando de tal forma que tiene 14 horas muy baratas. Durante 14 horas diarias se paga del orden de la mitad que en la tarifa normal, a cambio de pagar un 20% más en las 10 horas restantes.

Ocurre que 14 horas son muchas horas y, aunque concentremos algún consumo en las horas caras, por ejemplo la cocina que suele estar en horas caras―las horas baratas empiezan a las 10 de la noche y acaban a las 12 de la mañana en invierno y una hora más en verano―, si es verdad que estamos haciendo la comida o la cena en horas caras, pero es que hay muchos otros aparatos que están funcionando siempre ―como puede ser el caso del frigorífico― y consumen mucha energía durante esas 14 horas.

En general a la mayor parte de la población le interesa la discriminación horaria. Y sin embargo lo que ocurre es lo contrario: la mayor parte de los hogares no la tienen contratada. Se trata de llamar a la compañía y contratarla, el ahorro de tenerla a no tenerla está en torno al 20 o 30% de la factura. Es un ahorro significativo.

Huir de las grandes ofertas

Huir de los milagros, de esas grandes ofertas de comerciales que o vienen a casa o nos llaman por teléfono diciéndonos que vamos a tener un descuento del 30% en el recibo de la luz. Eso es mentira.

El margen que hay en las compañías eléctricas en España, entre unas y otras, es muy pequeño. Está en torno al 3%. Por tanto nadie nos puede ofertar un descuento del 30%.

Cuando esto ocurre ¿por qué es? Pues porque el precio de referencia lo han elevado artificialmente, de forma que sobre ese precio tan alto parece que nos hacen un descuento muy alto también. Pero en realidad el precio final, a pesar de ese descuento, es superior al precio oficial: a la llamada tarifa PVPC (Precio voluntario para el pequeño consumidor).

Es preferible quedarse en la tarifa oficial o similar, puesto que el resto de ofertas milagro lo que hacen es que acabemos pagando más por lo mismo. Nada de tarifas planas ni historias raras.

Es algo que viene diciendo la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que todos los años publica un informe de seguimiento de las ofertas en su comparador de ofertas. Y lo que le sale todos los años es que la oferta más barata sistemáticamente es el precio oficial, y que esas otras grandes ofertas son entre un 20 y un 30% más caras de lo que viene siendo ese precio oficial.

Este consejo de huir de grandes ofertas es también aplicable al gas natural. En el gas no hay tanta facilidad para tocar la potencia, pero sí que debemos evitar las ofertas milagro. Al igual que en la electricidad en el gas hay una tarifa oficial, que es la que sin duda sale más económica.

Además en muchas ocasiones van juntas las ofertas de electricidad y de gas, y se acaba pagando más en la electricidad y más en el gas.

Ahorrar en productos y gastos bancarios:

Las tarjetas bancarias

Las tarjetas financieras pueden ser de débito y de crédito, y tienen en muchas ocasiones una comisión anual. Si nos cobran esa comisión tenemos que ir al banco y protestar, ya que muchas veces se consigue que la quiten. Y en el caso de que no nos quieran quitar esa comisión, hay entidades de crédito que dan tarjetas que no tienen coste sin necesidad de abrir una cuenta bancaria.

A veces ocurre también que tenemos demasiadas tarjetas, en ocasiones tarjetas que se han quedado de cuentas antiguas y que nos han ido renovando sin que nosotros nos demos cuenta. Hacer una limpieza de tarjetas es una muy buena forma de ahorro. Otro tanto ocurre con las cuentas bancarias, ya que en ocasiones tenemos en una misma entidad dos cuentas y realmente en una nos cobran comisión, la podríamos eliminar y centralizarlo todo.

No va a ser el banco quien nos avise motu propio para decirnos que tenemos muchas tarjetas que no utilizamos y que las podríamos anular para que no nos cobren la comisión. Más bien ocurre lo contrario, que recibimos tarjetas por correo para que las activemos y las usemos.

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Las transferencias bancarias

Aquí también hay posibilidad de negociar para que nos quiten el cobro por hacer transferencias, al menos las transferencias nacionales.

Dinero dispuesto en tarjetas de crédito

Muchas veces ocurre que nos hemos descontrolado, y tenemos 2.000 o 3.000 euros en una tarjeta de crédito que nos está cobrando un 20% de interés. Es recomendable ir al banco y, si no podemos devolver esos 2.000 o 3.000 euros en unos pocos meses, negociar un préstamo personal, porque los préstamos personales son mucho más baratos. Es preferible pagar un 6, 7 u 11% que un 20%. Es un ahorro mes a mes que vale la pena que negociemos.

Revisar siempre la hipoteca

La subrogación hipotecaria ―el poder cambiar la hipoteca a otro banco que nos ofrezca mejores condiciones― es una buena costumbre. Tanto porque nos podemos ahorrar dinero cambiando la hipoteca como porque muchas veces nuestro banco, cuando ve que nos queremos cambiar, nos baja un poco el interés y es otra fuente de ahorro importante.

Seguros

No tendríamos que hablar de seguros cuando hablamos de productos financieros porque en realidad no los tendrían que ofrecer los bancos, pero es que para ellos es un muy buen negocio del que se llevan una suculenta comisión.

Los costes de los seguros que tan amablemente nos ofrece la entidad bancaria ―de hogar, de vida, de decesos, de vehículos― normalmente tienen sobreprimas. A lo mejor pagamos un 30 o un 40% más que por el mismo seguro si lo contratamos directamente con la aseguradora o a través de un mediador de seguros.

Hay estudios que cifran hasta en 900 euros al año lo que podemos ahorrar simplemente tocando o negociando algunos de los productos típicos que tenemos con el banco (sin incluir el apartado seguros). Un ahorro considerable que supone una paga extra al año que nos puede venir muy bien. Vale la pena dedicarle unas cuantas horas de nuestro tiempo porque al final es un esfuerzo que resulta muy rentable.

Ahorrar en telefonía:

Buscar otras alternativas a la teleoperadora de siempre

Buscar otras alternativas a la teleoperadora que hemos tenido siempre puede suponer un ahorro de unos 200 euros al año. Hoy ya no es tan difícil cambiar de compañía de telefonía, y sin embargo sólo un 15% de los usuarios realiza este cambio. También existe la posibilidad de, sin cambiar de compañía, contratar una tarifa que se ajuste más a las necesidades de cada uno, y es algo que raramente se realiza.

Economía doméstica. ¿Cómo ahorrar?

Cambiar de operadora es más fácil de lo que lo era antes y ya no implica cortes en el suministro, acostumbra a ser cosa de un día y podemos ahorrar bastante si llegamos a conseguir esa tarifa que más se adapta a nuestro consumo.

Además teniendo en cuenta que España es un país bastante caro en lo que respecta a telefonía, pagamos de media un 42% más que en otros países de nuestro entorno. Según un estudio, si nos comparamos con países como Reino Unido, Alemania, Francia o Italia, nosotros acabamos pagando de media 52,96 euros al mes por nuestra tarifa de telefonía, que es muchísimo. Hay países como Reino Unido donde pagan muchísimo menos. Nosotros pagamos hasta un 152% más que en Reino Unido.

Tenemos que ver qué es lo que nosotros necesitamos de nuestra tarifa de telefonía: si necesitamos más datos ―porque lo que queremos es navegar por internet con el móvil― o si necesitamos más llamadas. Lo que tenemos que hacer es conocer bien la tarifa que tenemos contratada y, a partir de ahí, buscar aquella que se ajuste más a nuestras necesidades.

A veces, sin necesidad de cambiar de compañía, podemos conseguir más por menos. Suele ocurrir que tenemos una tarifa que igual contratamos hace cinco años: con llamadas ilimitadas el fin de semana, o con SMS gratuitos ilimitados ―cuando ya nadie necesita SMS teniendo los programas de mensajería instantánea―. Se trata de adaptar nuestra tarifa al consumo que vayamos a realizar.

Esta revisión de tarifas ―si no tenemos permanencia con la operadora― la deberíamos realizar con bastante frecuencia, porque las compañías de telefonía cambian de tarifas todos los meses. Y es que el que haya mucha competencia es bueno para el usuario, pero para el usuario despierto que realiza la comparación y decide cambiar.

Fuente: SER Consumidor (03/09/2017) / Imagen de portada: flickr Apionid y Paul Bischoff, y Pixabay.