La respuesta se encuentra en el libro titulado «¿Demasiado inteligente para ser feliz?».
Esta es la cita:
”«Menudas cebras»… Yo, por tanto, seguiré prefiriendo «cebra», como el término que he escogido para referirme a estas personas, para desvincularlo así de denominaciones cargantes. La cebra, ese animal diferente, ese équido que el humano no ha sido capaz de domesticar, que en la sabana se distingue claramente de los demás gracias a sus rayas que le permiten camuflarse, que necesita a los demás para vivir y cuida muy celosamente de sus crías, que es a la vez tan diferente y tan parecida a sus congéneres…
Además, al igual que ocurre con nuestras huellas dactilares, las rayas de las cebras son únicas y les permiten reconocerse entre sí. Cada cebra es diferente de las demás. Yo seguiré diciendo y repitiendo que estas «extrañas cebras» necesitan toda nuestra atención para vivir en armonía en este mundo tan exigente. Seguiré defendiendo a todas esas personas «rayadas» como si sus rayas evocasen también los zarpazos que puede depararles la vida. Seguiré explicándoles que sus rayas son también formidables particularidades que pueden salvarlas de numerosas trampas y peligros. Que son magníficas y que pueden estar orgullosas de ello. Serenamente.”
¡Me ha parecido una comparación FANTÁSTICA! Creo que la usaré más de una vez de ahora en adelante. Realmente es cierto… no las hemos podido domesticar, necesitan de los otros, se camuflan entre los otros, parecen todas iguales pero cuando te acercas todas son diferentes y necesitan nuestro acompañamiento y nuestra atención… Hoy he estado con una cebra fantástica que cuando se siente a gusto se muestra como es, y como los pavos reales despliega la cola y nos muestra todo su esplendor, todos sus colores.
(Traducción de una entrada del blog Atenció Altes Capacitats)