“Has de ser el mejor”, una frase que todos hemos oído

Nos la decimos a nosotros mismos y se la decimos a menudo a nuestros hijos, consciente o inconscientemente “No importa lo que seas hijo. Puedes elegir lo que tu quieras: locutor de radio, carpintero, bombero, astronauta… pero, sea lo que sea lo que escojas, hazlo tan bien que seas el número uno“. “Has de ser el mejor

Hay familias que educan a sus hijos así. Qué peso, ¿no?

Qué peso y qué castigo. Cada uno de nosotros tiene unas habilidades y unas capacidades. No es verdad que todos, por el hecho de haber ido al conservatorio porque nos guste la música, podamos ser Beethoven. Beethoven existió y tenía unas capacidades. Quizás yo tengo otras.

Además es imposible ser el número uno

En el mundo hay siete mil millones de personas,  y sólo una puede ser el número uno.

Bolt, en la recta de meta por delante de Edward, Gemili y Hortelano. John Sibley REUTERS

Bolt, en la recta de meta por delante de Edward, Gemili y Hortelano / John Sibley REUTERS

¿Es malo no ser el mejor? Rotundamente NO

Lo que importa, lo que hemos de transmitir a nuestros niños no es la necesidad de que sean los mejores, sino que den su máximo. Que den su máximo como hacen cuando juegan. Cuando los niños juegan, se están entregando al juego. A veces pierden y a veces ganan. Pero lo importante no es ganar o perder, sino como se juega.

Es algo también a recuperar como padres

Hay adultos que dan a sus hijos ese mensaje de “has de ser el mejor” porque ellos viven la vida como una lucha. Hasta que esos padres no se den cuenta de que la vida no es una lucha, sino un espacio para expresarse, un espacio para jugar. Que a veces se gana y a veces se pierde, pero eso no quiere decir que cada uno no tenga sentido por si mismo, no se lo podrán transmitir a su hijos.

Disfruta mientras das el máximo

Eso es lo que hemos de transmitir. Pero para que esto sea creíble, nosotros como padres nos lo hemos de creer. Nuestros hijos, hasta llegar a la adolescencia, confían plenamente en sus progenitores. Como padres hemos de conocer las tres etapas vitales para educar. Al entrar en la adolescencia la cosa cambia. Empiezan a poner en duda todo lo que los padres les hemos ido transmitiendo.

Si  les hemos ido diciendo cosas muy inexactas, la adolescencia será MUUUY DURAser EL MEJOR

Fuente: L’ofici d’educar de Catalunya Ràdio (29/03/16) / Imagen de portada: Claudio Lobos