¿Te has planteado alguna vez dejar de quejarte? ¿Serías capaz de estar 21 días sin hacerlo? ¿Podrías no estar diciendo constantemente lo mal que está todo? ¿Es complicado dejar de quejarse?
¿Qué indica la queja?
Normalmente la queja indica personas con falta de autoestima y muy victimizadas. Por otro lado está el profesional de la queja, un gran manipulador que se queja para intentar que tú hagas por él aquello que él debería hacer por sí mismo. Dejar de quejarse, y dejar de focalizar en aquello que no funciona, supone un montón de beneficios a todos los niveles.
«Quejarse es inútil y una pérdida de tiempo. No lo pienso hacer nunca.» Stephen Hawking
Queja viene del latín, de quassiare, de quassare, que significa golpear violentamente, quebrantar, y expresa un dolor, una pena, el resentimiento, la desazón… Un amplio espectro de sensaciones que tienen un nexo común: su carácter negativo.
¿Por qué lo de 21 días sin quejas?
Está estudiado que el cerebro, en lo que se refiere a conductas, produce los primeros cambios más estables, por la dinámica y por la plasticidad cerebral, después de 21 días.
Tras 21 días el cerebro ha cogido ya el nuevo código, el nuevo patrón, y entiende que aquello que se está haciendo no es un acontecimiento o algo que está pasando, sino que empieza a generar las primeras estructuras de cambio a nivel de conductas. Luego, para cambiar un hábito, posiblemente necesitaremos alrededor de 60 días.
Dejar de quejarse supone un montón de beneficios
El primero es que no nos intoxicamos la mente. Es una manera de empezar a limpiar nuestros armarios interiores dejando de decir la cantidad de cosas a nuestro alrededor que están mal.
La queja nos focaliza completamente en aquello de nuestra vida que no funciona. Y eso equivaldría internamente a tener unos muebles viejos en medio del salón con los cuales nos golpeamos todo el tiempo. Dejar de quejarse es quitar todos esos muebles viejos, quitar toda esa focalización en lo que no funciona, y dejar un poco de aire para que puedan entrar aquellas cosas de nuestra vida que si funcionan, aquellos aspectos más positivos. Empezar a pedir, en lugar de quejarse. Utilizar el lenguaje personal…
“Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas? Si no lo tiene ¿por qué te quejas?» Proverbio oriental
Al dejar de quejarnos nos volvemos más atractivos para los demás
Nos volvemos menos antipáticos. Una persona quejándose más de diez minutos resulta realmente poco entretenida y poco atractiva. Menos quejarse y más ponerse a cambiar las cosas que no nos gustan. Esa ha de ser la actitud si uno quiere actuar.
La queja es la antítesis de la acción. Una persona que se queja mucho, al final es una persona que quiere actuar poco.
Tan simple como complicado: 21 días sin quejarte
El reto de dejar de quejarse durante 21 días lo planteó por primera vez un pastor llamado Will Bowen. Para lograrlo propone utilizar unas pulseras de color morado que sirven como herramienta de autocontrol. En caso de queja se cambia la pulsera de mano, y el contador se pone a cero. Además estas pulseras, que él mismo comercializa en su web, apoyan la causa e identifican a todos aquellos que tratan de mejorar su vida de esta forma. De momento llevan más de diez millones de pulseras vendidas.
La iniciativa de Bowen tuvo tanto éxito que el libro que le da nombre, Un mundo libre de quejas, se convirtió en un superventas a nivel mundial. Además la iniciativa es ya un movimiento global con miles de seguidores que tratan de transformar sus vidas. Empezó animando a sus feligreses a que superaran dicho periodo, y ha acabado montando un emporio en torno a ese concepto. En su web da las claves para llevarlo a cabo con éxito.
¿Hacen falta más razones para huir de las quejas compulsivas?
La ciencia ha demostrado cuánto daño hace estar expuesto a las quejas, incluso si es de manera pasiva. Hasta el punto de que hay estudios que demuestran que nos afecta a nivel cerebral y nos hace menos inteligentes. Más allá de la credibilidad que ofrecen estas investigaciones, lo cierto es que son muchos los psicólogos que explican que quejarnos, o estar expuestos a las quejas de otros, hace que inevitablemente afrontemos el día a día de una forma mucho más pesimista.
«Una vez llegada la desgracia, de nada sirve quejarse.» Esopo (S. VII a. C.-S. VII a. C.) Fabulista griego.
Fuente: Mañana empiezo (Episodio 03). PODIUM Podcast de Cadena Ser (19/09/16)