Según Save the Children el acoso escolar afecta a uno de cada diez niños. Y no sólo eso, la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) alerta de que los casos se dispararon un 75% en 2016. Si nuestro hijo fuese la víctima, tenemos pleno convencimiento de que seriamos capaces de detectar el acoso escolar. Pero no siempre es fácil.
¿Qué es el bullying? ¿Cómo se produce?
El acoso escolar es un maltrato clarísimo (verbal, psicológico o físico) que se produce en las aulas y entre escolares. Son actitudes agresivas reiteradas, intencionadas, y que no tienen normalmente un tipo de motivación que sea clave.
Se puede producir por un estudiante, o más, hacia otro estudiante, o más. El fin que se tiene es el de acosar, ejercer un poder sobre otra persona sin que tenga que haber una motivación evidente. Lo que sí está claro es que, lo que se pretende mediante este tipo de comportamientos (burlas, coacciones, agresiones, intimidaciones…) es ejercer el control sobre esa persona para dominarla.
Por regla general el acosado lo vive en silencio, con un grado de ansiedad altísimo y con unas consecuencias que son totalmente destructivas, no sólo en el presente, sino incluso a nivel de futuro puede llevarle al suicidio, como ha ocurrido en más de un ocasión. Solo hemos de pensar que si a nosotros, como adultos, son situaciones que nos pueden producir sensación de malestar, impotencia e indefensión… imaginemos en el caso de los niños, que no saben el porqué a ellos, ni tienen desarrollada toda su estructura cognitiva y emocional.
Existen diferentes tipos de acoso
- El acoso físico. Que no es el más agresivo, pero sí el más evidente. Son empujones, patadas, puñetazos, peleas…
- El acoso verbal. Son todo tipo de palabras ofensivas, motes ofensivos… disminuye la autoestima y machaca muchísimo a la víctima.
- El acoso psicológico. Tiene una clara intención de asustar e intimidar a la persona, normalmente con un fin: conseguir dinero, o el bocadillo… pero puede no haber un fin concreto.
- El acoso social. Lo que busca es la exclusión del niño haciéndole el vacío, no invitándole a distintas actividades que se puedan hacer o bien dejándolo de lado.
El perfil del agredido
Sufrir acoso escolar le puede ocurrir a cualquier niño, pero hay un perfil más frecuente. Sería una persona que se ve más indefensa, quizás a nivel físico no está tan desarrollada, o tiene alguna característica física que sea más llamativa, quizás son niños más solitarios (es más fácil ejercer el acoso sobre ellos), o tal vez el niño forma parte de una minoría (social, étnica o por su orientación sexual), también puede ser por la ropa que lleve… En general son niños que se sienten por todo muy culpables, que son muy callados, introvertidos. Este perfil pasivo es el más normal.
Pero podemos encontrar otro perfil: el agresor. Un perfil totalmente distinto al anterior. No vive la situación con pasividad sino con muchísima agresividad. De hecho puede ser incluso el que agrede inicialmente, lo que ocurre es que se esconde. Son niños muy impopulares.
El perfil del agresor
Son niños que no tienen límites, inseguros y agresivos. Que han tratado de manejar su inseguridad y su malestar a costa de imponer su voluntad y ponerse sobre los demás. Si estos niños tienen este tipo de comportamiento es porque se les está permitiendo.
¿Existen más niñas o más niños acosados?
El periodo en que se produce el mayor acoso es de los 7 a los 16 años, aproximadamente, y suelen ser más las niñas las que son acosadas. Aunque no se da una gran diferencia, porcentualmente son unos puntos más.
Sobre los 7 años son más los niños acosados. A partir de los 10-11 años ya son las niñas las que sufren más bullying. El periodo entre los 11 y los 15 años son las edades en las que se produce un mayor acoso.
¿Quiénes acosan más, los chicos o las chicas?
Está bastante igualado. Normalmente quien se mete con los niños suelen ser otros niños, y quien se mete con las niñas son otras niñas. Las niñas, a partir de los 10-11 años, es quizás cuando empiezan a pavonear un pelín más, surgen las envidias… y, si destruyes a tu enemigo… Insistiendo en que no tiene que haber motivos reales para poder malmeter y acosar a la otra persona.
Lo que está claro es que la persona acosada lo vive con muchísima angustia. Y si esto se produce es porque el exterior lo vive o bien con ignorancia o bien con pasividad. Con una falta de solidaridad alucinante y sin ninguna empatía
Para los padres no es fácil detectar el acoso escolar. A veces descubren que su hijo está siendo acosado después de meses o años. Un niño puede mostrar una actitud agresiva en casa, cosa que desconcierta a sus progenitores si en el entorno familiar el niño no ha presenciado ese tipo de conducta para poder imitarla. Esa actitud agresiva puede ser un indicio de que el pequeño está siendo acosado, y puede hacer falta la intervención de un psicólogo para llegar a descubrirlo.
Actuar contra el bullying debe ser una acción conjunta, entre familia y colegio
Los niños que sufren acoso no entienden por qué a ellos. Es algo que se les queda muy dentro y que va a necesitar años de tratamiento. La labor del psicólogo es la de fortalecer la autoestima y la seguridad de ese menor, para que crezca en unos valores de respeto. Le ha de dar recursos para que pueda afrontar la situación.
El profesorado ha de inhibir e impedir este tipo de conductas. No dejar pasar ni media, y nada de excusarlo diciendo eso de que “son cosas de niños”. El colegio debería ser muy tajante y severo, y establecer unos castigos muy justos: a un niño que está haciendo bullying y creando este tipo de situaciones… a la primera hay que escucharle, a la segunda hay que expulsarle un día, y a la tercera hay que expulsarle como mínimo una semana. Y si el comportamiento continúa, habría que plantearse el expulsarle del colegio.
El bullying no es cosa de niños, es algo muy serio. Y el apoyo de los centros educativos ha de ser total para poder acabar con él. Las consecuencias de sufrir acoso escolar son totalmente devastadoras.
Aparecen emociones de miedo, inseguridad, la autoestima se deteriora tremendamente. A nivel social disminuyen o se anulan todo tipo de recursos sociales. Por supuesto se somatiza, porque todo tema emocional se somatiza y causa muchísimos problemas físicos. El acoso continuado va provocando cada vez más aislamiento, depresión, episodios depresivos mayores que si no se solucionan pueden continuar a lo largo de la vida.
El acoso es un trauma. Ante los traumas lo que las personas hacemos es intentar anularlos, porque nos desequilibran emocionalmente. Para poder sobrevivir los olvidamos, pero es algo que está actuando ahí y nos afecta durante toda la vida. Las técnicas tienen que ser muy sutiles pero muy profundas, para poder eliminarlo a lo largo de la vida. Y en los casos más extremos, lamentablemente, el trauma por acoso escolar llega hasta el suicidio.
Fuente: El canto del grillo – ‘La Terapia’ de Radio 5 (10/03/17)