Educar no es fácil, es una tarea diaria y constante que requiere paciencia. Padres y maestros saben bien que se consigue más de los pequeños con ternura que con amenazas… pero, ¿cómo hacemos para no gritar a los niños en esos momentos en que nos desesperan? ¡Que levante la mano quien en alguna ocasión no haya gritado a sus hijos!
¿Te resulta familiar esta escena?: niño jugando a la pelota en el pasillo de casa. Padre o madre diciéndole que pare de darle patadas antes de que se rompa algo, y recordándole que la pelota es un juego para el parque. Madre o padre repitiendo lo mismo cuatro, cinco, seis veces. Llega un momento en que padre o madre se hartan y le dan un grito al niño o la niña. ¿Te suena?
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Por qué no se les debe gritar a los niños
En la mayoría de ocasiones gritamos porque ya no sabemos qué más hacer, hemos perdido los nervios, o estamos cansados, estresados o desesperados. Es necesario que sepamos cómo los gritos afectan a los niños y que encontremos la manera de evitarlos.
Es cierto que a veces los adultos agotamos la paciencia, y explotamos con un grito… pero no es lo más conveniente.
Un grito SÍ cuando es una señal de alarma, por ejemplo cuando decimos “¡Cuidado! ¡Un coche!”. En este caso se trata de un grito en un momento de impulso, y es un aviso para que la persona a la que va dirigido se percate de que hay un peligro. En este caso vemos claro que el grito no daña a nadie, sino al contrario: se ejerce para buscar más bienestar, confort o supervivencia.
Y es que la agresividad en general no es algo bueno o malo en sí, sino algo necesario para nuestra vida. Sin ella estaríamos totalmente a merced de las circunstancias; no seríamos capaces de avisar a nuestra hija de que pare porque se acerca un coche por la calle que la niña quiere cruzar corriendo, o de gritar un «¡socorro!» cuando se prende un fuego en casa. Visto así el grito no es algo negativo, es un recurso imprescindible para nuestra supervivencia.
Pero el grito NO cuando es una forma de intimidar para conseguir que el niño haga lo que nosotros queremos, en este caso gritar a los niños es totalmente inadecuado. Aunque sea el mismo acto el que ejercemos, cabe diferenciar la emoción vinculada a la acción. Se trata aquí de una comunicación violenta y agresiva, y forma parte del maltrato psicológico. Además, puede tener repercusiones importantes en el crecimiento de ese niño, en su estado emocional en el momento y también en el futuro, en el resto de su vida.
Investigaciones sugieren que gritar a los niños no sólo no sirve de nada, ya que a largo plazo les enseña a temernos y no a comprender las consecuencias que tienen sus acciones, sino que, además, puede ser tan dañino para ellos como el castigo físico. Un estudio publicado en la revista Child Development concluye que gritar a los niños aumenta los problemas de comportamiento y los síntomas depresivos en la adolescencia.
Los padres cuando gritan lo hacen a menudo porque han perdido el control, y pueden como resultado realizar comentarios insultantes o hablar de manera agresiva. Esto puede tener consecuencias en la imagen que los niños se construyen de sí mismos en los primeros años, según analizó esta investigación.
El estudio de la revista Child Development, que se realizó durante dos años, llegó a la conclusión de que los efectos de los gritos y el abuso verbal son comparables a los del castigo físico. También concluyó que los adolescentes que sufrían este trato tenían muchas más probabilidades de presentar a su vez comportamientos violentos y agresivos.
Pero es que… si no le grito no me escucha
Habrá quien diga que, si no les grita, sus hijos no escuchan… Y nada más lejos de la realidad.
Y es que en cuanto levantamos la voz se activa el sistema límbico del cerebro de nuestro hijo, ese que le propone una respuesta de huida o de lucha, con lo cual en ese momento empezará a escucharnos menos ya que su organismo sentirá amenazada su supervivencia.
Por si este no te parece suficiente motivo para no gritarle a tu hijo o hija, otro estudio ha demostrado que el cerebro resulta alterado por la temprana exposición a conductas abusivas, en concreto al uso de lenguaje agresivo.
Cómo afectan los gritos a los niños
Por supuesto los gritos son igual de nocivos en el colegio que en casa, con el agravante de que en la escuela se está dejando al niño en evidencia delante del resto de compañeros y esto se convierte en una humillación. Además, el modelo de persona adulta, que es el profesor, acaba siendo un mal modelo.
Algunos motivos a tener en cuenta para controlar estos impulsos a la hora de gritar a los niños en casa, o a los alumnos en el colegio, serían que:
- Gritar no es educar. Para educar hay que razonar, transmitir con ternura o con estímulos positivos. Al gritar solo conseguimos que alguien haga algo bajo la intimidación y la amenaza.
- Al gritar a un niño estamos dañando su autoestima.
- Al gritar a los niños estamos dando un modelo como padres o educadores de comunicación violenta. Si los niños se acostumbran a que les griten acaban reproduciendo ese comportamiento.
- Al gritar a alguien demostramos que no tenemos autocontrol sobre nosotros mismos.
- Cuando gritamos demostramos no tener una habilidad de comunicación más razonada y persuasiva.
- Gritar crea una barrera en la comunicación con el niño. Un niño se acerca de forma natural a aquel adulto que le proporciona cariño, comprensión, apoyo y que demuestra tener el control de la situación. Por el contrario, pierde el interés de explicarnos sus cosas o buscar consejo si se le habla a gritos de forma habitual.
- Si los gritos son reiterados el niño se acostumbra a obedecer sólo a ellos, y no a otras formas de educación.
- Los gritos nunca dan tranquilidad emocional, son maltrato psicológico y una forma de agresión. Y los niños necesitan, para poder rendir en sus estudios y realizar bien sus actividades, calma emocional.
Seguro que te resulta interesante el siguiente fragmento del programa Para todos la 2. En el vídeo la experta en comunicación personal Teresa Baró nos habla de los gritos y de la comunicación no verbal que los acompañan: ⭐▷Ver vídeo◁⭐
Cómo educar a los niños sin gritar
Estas son algunas claves que te pueden servir para evitar los gritos en casa:
- Identifica los momentos en los que te resulta más fácil caer en este tipo de comportamientos. Conocer tus altibajos emocionales, tus niveles de energía a lo largo de las horas, así como los de tus hijos, tal vez te permita trazar un mapa con el que atravesar de forma más ligera el territorio de la crianza.
- Comprende que el grito reiterado es nocivo para la salud de la familia y, en especial, para los más pequeños. Asumirlo puede abrirte la puerta a otras posibilidades: conversar y aclarar las demandas que se planteen, poner límites a tiempo, identificar tu mal humor y poderlo canalizar (para no estallar con los niños), buscar ayuda especializada si es necesario, etcétera.
- Establece consecuencias firmes y claras para cuando se traspase un límite (no castigos ni amenazas). Por ejemplo en el caso antes mencionado de la pelota en el pasillo de casa: si ya habíamos explicado que en casa no se puede jugar a pelota y aun así el niño o la niña lo hacen, podría ser una consecuencia razonable coger la pelota y guardarla hasta que volváis a ir al parque, volviendo a explicar si es necesario que es importante para nosotros el sentirnos seguros y tranquilos dentro de casa.
- Trabaja el autocontrol. Una buena idea cuando veas que estás a punto de perder el control puede ser mandarte un rato al “rincón de pensar” (mandarte a ti mismo o a ti misma, no a los niños). No se trata de hacerlo con la idea de castigarte, sino de permitirte una pausa necesaria para respirar, tranquilizarte y volver a la situación estresante con el ánimo más calmado.
El cuento de hablar sin gritar | Cómo enseñar a los niños a no gritar
El cuento de hablar sin gritar pertenece a la colección “Los cuentos de Marcos y María”. Se trata de cuentos para niños de 3 a 6 años pensados para ayudar a padres y profesores a establecer conductas de socialización y hábitos de autonomía en los niños. Esta colección también está editada en catalán: “Els contes d’en Marc i la Maria”.
El hilo conductor de los cuentos son Marcos y María, hermanos de tres y un años y medio respectivamente, que nos presentan y desarrollan las historias, siempre positivas y relajantes. En cada cuento hay actividades, una canción y vocabulario en inglés. Estos son los títulos publicados de esta interesante colección:
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