‘El principito’ ―en francés: ‘Le Petit Prince’― es una novela corta del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry.
Esta obra maestra de la literatura se ha convertido en uno de los libros más vendidos en el mundo en cualquier idioma. Es también una de las obras literarias más traducidas, por no decir la más traducida del mundo.
¿Es ‘El principito’ un libro infantil? | La forma en la que su autor lo escribió hizo que se encuadrara como literatura infantil; sin embargo, la novela está plagada de temas con gran transcendencia como la pérdida, el sentido de la vida, la amistad, el amor o la soledad; se trata de un auténtico escrito sobre la naturaleza del ser humano.
Si deseas dar a conocer este clásico a tus hijos, no dejes de dar un vistazo a esta preciosa edición infantil y personalizada adaptada para niños a partir de 6 años.
Teatro infantil | ‘El pequeño Príncipe’
‘El principito’, desde su publicación, ha tenido multitud de adaptaciones a lo largo del tiempo: obras de teatro, películas, óperas, ballets, una serie animada o un anime.
Esta es una adaptación de Justo Merino Belmonte, ofrecida por TVE en la emisión del 16 de junio de 1969 de ‘Teatro infantil y juvenil’, con presentación de José Luis Barcelona.
Sinopsis | Un recorrido por los viajes realizados por un niño llamado ‘el principito’, a través de varios planetas, incluyendo la tierra, en busca de amigos.
Este niño viene del asteroide B612, un lugar muy pequeño en los confines del espacio, donde existen tres volcanes y una rosa. Él, simplemente, pide más sensibilidad para la humanidad, y evoca constantemente la solidaridad, bondad, entereza, tenacidad, compañerismo y entusiasmo por el conocimiento… Todos valores esenciales del humanismo.
El protagonista es un piloto aviador que conoce al principito en medio de un desierto, después de verse forzado a aterrizar por un fallo mecánico.
Basado en la obra de Antoine de Saint Exupery, realizado por Jaime Jaimes e interpretado por Carlos Juliá, Jordi Serrat, Ana María Barbany y Emiliano Redondo, entre otros.
‘El principito’ | Libros para niños (y adultos)
El álbum del bebé de ‘El Principito’ | A partir de 0 años | 32 páginas | Un precioso álbum, inspirado en ‘El Principito’, la gran obra de Antoine de Saint-Exupéry, para conservar los recuerdos más divertidos, entrañables y felices del bebé: la primera sonrisa, sus juguetes favoritos, las primeras vacaciones, sus mejores amigos…
Con las famosas ilustraciones del inolvidable autor francés y espacio para poner fotografías y escribir dedicatorias, anécdotas y mensajes de cariño de todos los familiares y amigos que comparten las primeras experiencias del niño.
¡Soy yo, el Principito! | A partir de 1 año | 12 páginas | ¡Un precioso libro interactivo para prelectores que dará mucho juego! Al final incluye un espejo para jugar con los más pequeños.
¿Dónde se esconde el cordero de El Principito? (Un libro con solapas) | A partir de 1 año | 14 páginas | ¡El Principito ha perdido a su amigo! Es un cordero pequeño y suave, con una mancha en la frente y bastante travieso. ¿Dónde se habrá escondido? ¡Ayúdalo a encontrarlo! ¡Y que tengas felices sueños!
Aprende los colores con El Principito | A partir de 1 año | 14 páginas | Gracias al Principito, los más pequeños empezarán a descubrir los colores y el mundo que los rodea. Un libro precioso, con el estilo y los tonos característicos de la obra de Saint-Exupéry, muy resistente y manejable.
Aprende los números con El Principito | A partir de 1 año | 14 páginas | Gracias al Principito, los más pequeños empezarán a descubrir los números y el mundo que los rodea. Un libro precioso, con el estilo y los tonos característicos de la obra de Saint-Exupéry, muy resistente y manejable.
Aprende tus primeras palabras con El Principito | A partir de 1 año | 14 páginas | Gracias al Principito, los más pequeños empezarán a descubrir sus primeras palabras y el mundo que los rodea. Un libro precioso, con el estilo y los tonos característicos de la obra de Saint-Exupéry, muy resistente y manejable.
El Principito para los más pequeños | A partir de 1 año | 16 páginas | Los niños de hasta 3 años descubrirán la historia del Principito y toda su esencia gracias a una preciosa adaptación pensada especialmente para ellos.
Un libro sencillo y tierno, todo cartón, que respeta el espíritu y el mensaje universal e intemporal del famoso personaje de Antoine de Saint-Exupéry.
Aprende a escribir con El Principito | A partir de 3 años | 48 páginas | Aprende a reconocer y escribir las letras y diviértete haciendo un montón de actividades con El Principito. ¡Un cuaderno para que los niños descubran el alfabeto y refuercen el pensamiento lógico, la creatividad y la imaginación!
Descubre las emociones y los valores con El Principito | A partir de 3 años | 32 páginas | El Principito, la conmovedora y poética obra de Antoine de Saint-Exupéry, es perfecto para que los niños descubran una amplia gama de emociones y valores necesarios para alcanzar una vida plena y positiva.
El Principito para colorear | A partir de 3 años | 48 páginas | Un precioso libro para colorear que recorre la poética y conmovedora historia de ‘El Principito’ y las maravillosas ilustraciones originales de Antoine de Saint-Exupéry. ¡Saca tus lápices favoritos, sigue el viaje del principito y da vida a todos sus personajes!
El Principito. Libro interactivo con imanes | A partir de 3 años | 12 páginas | Un libro con imanes para recrear escenas de ‘El Principito’.
El Principito. Un libro interactivo para los más pequeños | A partir de 3 años | 22 páginas | En cada página, las icónicas ilustraciones de Saint-Exupéry con movimiento: ruedas, solapas, lengüetas… ¡Para descubrir este clásico de una manera más cercana!
Mi libro para colorear de El Principito | A partir de 3 años | 64 páginas | Revive una y otra vez la maravillosa historia de ‘El Principito’ gracias a sus magníficas y poéticas ilustraciones. Llenas de detalles, serán una fuente inagotable de relajación y concentración y llegarán al corazón tanto de los niños como de los adultos. ¡Da rienda suelta a tu creatividad e imaginación!
Mi primer Principito con pictogramas | A partir de 3 años | 32 páginas | En este libro, los más pequeños practicarán la lectura de la mano de ‘El Principito’, el famoso personaje creado por Saint-Exupéry.
Con el inconfundible estilo del autor francés se presenta la historia de una forma sencilla y punteada por pictogramas, para que los niños aprendan y afiancen sus primeras palabras de la forma más lúdica y eficaz. En las páginas finales, además, se incluye un vocabulario.
El Principito. Libro con puzles | A partir de 4 años | 10 páginas | Un libro con puzles de escenas escogidas de ‘El principito’.
El mundo del principito | A partir de 6 años | 32 páginas | Un libro para conocer la historia del Principito, desde su escritura hasta el éxito mundial que conocemos hoy, a través de fotografías y documentos originales.
El Principito. Mis láminas mágicas | A partir de 6 años | 32 páginas | Este estuche de ‘El Principito’ contiene lo necesario para realizar cinco preciosos cuadros que se van desvelando poco a poco, mientras se rasca las láminas con el lápiz.
Gracias a esta actividad que promueve la concentración y la calma y mejora la psicomotricidad fina, los niños descubrirán el tierno y poético mundo de Saint-Exupéry.
Los mandalas de El Principito | A partir de 6 años | 64 páginas | Da vida a los famosos personajes de ‘El Principito’ gracias a un libro de mandalas que favorecen la concentración y la calma. Incluye treinta láminas.
Colorear mandalas es una actividad beneficiosa para niños y adultos, pues favorece la concentración y la relajación, potencia la creatividad y la intuición y mejora la lógica y la representación espacial.
Estos treinta mandalas inspirados en las delicadas ilustraciones de Antoine de Saint-Exupéry presentan un modelo que se puede seguir, aunque todos, mayores y pequeños, pueden dejarse llevar por su imaginación y su propia sensibilidad. ¡Saca los lápices o los rotuladores y disfruta!
Mi primer Principito | A partir de 6 años | 32 páginas | La poética y conmovedora historia de ‘El Principito’, cuidadosamente adaptada para los más pequeños, en este precioso álbum regalo con los dibujos originales del autor.
El Principito (edición bilingüe con el texto original en francés) | A partir de 7 años | 128 páginas | Edición oficial bilingüe español-francés de la fábula mítica y relato filosófico de Saint-Éxupery, que interroga acerca de la relación del ser humano con su prójimo y con el mundo.
El Principito (edición de lujo) | A partir de 7 años | 96 páginas | Una edición preciosa ideal para regalar.
El Principito (Edición oficial con las acuarelas originales del autor) | A partir de 7 años | 96 páginas | Fábula mítica y relato filosófico que interroga acerca de la relación del ser humano con su prójimo y con el mundo, ‘El Principito’ concentra, con maravillosa simplicidad, la constante reflexión de Saint-Exupéry sobre la amistad, el amor, la responsabilidad y el sentido de la vida.
El principito (edición oficial del cincuenta aniversario) | A partir de 7 años | 160 páginas |
El Principito. Dibújame un cordero. Libro para colorear | A partir de 7 años | 96 páginas | El libro de colorear de ‘El Principito’.
El principito. Un libro carrusel | A partir de 7 años | El carrusel de ‘El Principito’ se despliega como un teatro de papel y contiene seis imágenes en relieve que, atravesadas por la luz y sombras delicadas, dan vida a escenas famosas.
Un libro ideal para todos los amantes de la joya literaria, la meditación en forma de fábula y el cuento de hadas que nos legó el poeta y aviador Antoine de Saint-Exupéry.
El Principito (Cómic basado en la obra de Antoine de Saint-Exupéry) | A partir de 9 años | 110 páginas | Adaptación del clásico ‘El Principito’ a novela gráfica.
Vivir y sentir como El principito. Lo esencial es invisible a los ojos | Juvenil | 256 páginas | Un libro precioso para revivir la primera vez que descubrimos la magia a través de uno de los personajes más queridos de la literatura: ‘El Principito’.
Saber ver lo esencial, discernir lo urgente de lo importante, saber proteger nuestros sueños e ir a por ellos, y cuidar los pilares de nuestra vida: amor, libertad y amistad. Un libro que nos enseña a volver a la lectura de este clásico para afrontar las dificultades de nuestro día a día.
¡Ánimo! Las citas más bellas de Antoine de Saint-Exupéry | Adultos | 48 páginas | Precioso miniálbum con las citas más hermosas de Antoine de Saint-Exupéry para llenar de ¡ÁNIMO! al lector: «¡Lo que han logrado otros, también lo conseguirás tú!». Con ilustraciones originales del autor.
Deseos de felicidad. Las citas más bellas de Antoine de Saint-Exupéry | Adultos | 48 páginas | Precioso miniálbum con las citas más hermosas de Antoine de Saint-Exupéry sobre los deseos de felicidad. Con ilustraciones originales del autor.
No se ve bien sino con el corazón. Pensamientos románticos de Antoine de Saint-Exupéry | Adultos | 48 páginas | Precioso álbum con las los pensamientos más románticos de Antoine de Saint-Exupéry: «La experiencia nos enseña que el amor no consiste en mirarse el uno al otro, sino en mirar juntos en la misma dirección». Con ilustraciones originales del autor.
Pensamientos. Las citas más bellas de Antoine de Saint-Exupéry | Adultos | 48 páginas | Precioso miniálbum con los PENSAMIENTOS más hermosos de Antoine de Saint-Exupéry: «Nunca hay que escuchar a las flores. Hay que mirarlas y aspirar su aroma», EL PRINCIPITO. Con ilustraciones originales del autor.
Sueños. Las citas más bellas de Antoine de Saint-Exupéry | Adultos | 48 páginas | Precioso miniálbum con las citas más hermosas de Antoine de Saint-Exupéry sobre los SUEÑOS: «Te deseo permanente y firme. Te deseo fiel. Porque la fidelidad es ser fiel a uno mismo». Con ilustraciones originales del autor.
Tendrás estrellas que saben reír. Pensamientos reconfortantes de Antoine de Saint-Exupéry | Adultos | 48 páginas | Precioso álbum con las los pensamientos más reconfortantes de Antoine de Saint-Exupéry: «Los brazos del amor te sujetan bien: sujetan tu presente, tu pasado, tu futuro… Los brazos del amor te abrazan por entero». Con ilustraciones originales del autor.
Los personajes y lugares del cuento del principito.
El principito | El principito es el personaje principal del libro, toda la historia está basada en él. Se trata de un niño que va viajando de planeta en planeta, haciendo preguntas que se dan por hechas y que no interesan a nadie.
Vive en un pequeño planeta que podríamos identificar no como un planeta sino como su propia vida, así el resto de planetas que visita son en realidad las vidas de otras personas que va conociendo. El hecho de que su planeta sea tan pequeño nos viene a decir que tiene mucho por vivir y aprender.
El principito en una estatua callejera basada en los dibujos del autor
El aviador | El aviador es el coprotagonista del libro. Es un adulto que intenta razonar y actuar como un niño pero que sabe que en realidad no lo es, que ha perdido su condición pero intenta recuperarla. Viene a ser nuestra propia imagen, nuestro reflejo en la historia, el personaje que nos identifica dentro de la novela y que nos hace ver cómo en realidad vemos las cosas y cómo deberíamos verlas cuando nos critica con frases como: «Si les decimos a las personas mayores: “He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado”, jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: “He visto una casa que vale cien mil francos”. Entonces exclaman entusiasmados: “¡Oh, qué preciosa es!”».
- Las personas mayores siempre necesitan explicaciones. (El Aviador)
La rosa | La rosa es el ego, y nos pone de manifiesto el amor del principito. La Rosa no es una flor cualquiera, es su amor. Es espléndida, magnífica entre otras muchas, y única en su «planeta». Otras ha habido, pero es esta la que ha «florecido» y la que perdura. Es la metáfora de la mujer que ama y que se ha quedado para siempre en su corazón. Es bonita, huele bien, es perfecta y, al mismo tiempo, está llena de imperfecciones. Es frágil y hay que cuidarla, hay que mimarla, estar siempre atento; además es orgullosa, vanidosa, egoísta y mentirosa. Aun así es su flor, única entre otras. Nos pone de manifiesto la inocencia del principito, su inexperiencia. Es responsable de la huida del principito por crearle una gran confusión con su forma de hacer o decir las cosas.
- Mi Rosa perfumaba mi planeta, pero yo no sabía disfrutarlo… ¡No supe comprender nada entonces! Debí haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras. Me perfumaba y me iluminaba. Jamás debí haber huido… ¡Las flores son tan contradictorias! Pero yo era muy joven para saber amarla. (El Principito)
- He sido una tonta… Tú has sido tan tonto como yo… Te pido perdón. Procura ser feliz. (La Rosa)
Rosa del principito en el museo del principito en Hakone
Los Asteroides (o Planetas) | Representan la vida de cada uno, sus circunstancias. Los habitantes de los Asteroides son adultos que están absortos por alguna ambición u obsesión, por el poder o el rango social, por el dinero, la vanidad o algún mal hábito.
El rey | El rey es el habitante del primer planeta, y representa a los jefes y reyes que quieren ser obedecidos. Se refiere a los gobernantes y a las autoridades en general. El Poder.
- Es necesario exigir a cada uno lo que pueda dar. Si ordenas a tu pueblo tirarse al mar, hará una revolución.
El Rey nombró “Ministro de Justicia” al Principito para que se juzgara a sí mismo, y le dijo: Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo, es porque eres un verdadero sabio.
El bebedor | El Bebedor representa a las personas que no afrontan los problemas, que tratan de evadirlos recurriendo al consumo de alcohol u otras “sustancias”. Este personaje afirma que bebe para olvidar que está avergonzado de beber. Círculo vicioso. Falta de fuerza de voluntad.
El hombre de negocios | El hombre de negocios es el pragmatismo extremo, el materialismo. Dijo de las estrellas que eran pequeñas cosas doradas que hacen soñar a los holgazanes. Es la avaricia, la ambición desmedida: decía “poseer las estrellas” y no tener tiempo para soñar. No disfruta, no vive, no tiene tiempo para sí ni para nadie. El Principito termina diciéndole: Es útil para mis volcanes y para mi flor que yo los posea (porque cuidaba de ellos), pero tú no eres útil a las estrellas.
El farolero | El farolero, en el libro ‘El principito’, representa a los trabajadores que incansablemente se dedican a servir. Estar apegado a la rutina. Hacer algo que –en realidad– no se ama o no se quiere hacer, es decir, él cumple con su deber, pero no hace lo que realmente le gustaría.
Es un personaje que se dedica a hacer lo que debe, encender un farol al empezar la noche y apagarlo al comenzar el día. El principito siente respeto por él debido a su compromiso y lealtad. Sin embargo, aunque encarna valores más positivos, se encuentra en una situación claramente absurda en la que enciende y apaga el farol cada minuto. Lo que le lleva a ser otro esclavo más, al igual que los otros personajes.
El geógrafo | El geógrafo representa a los teóricos, a las personas que tienen muchos conocimientos y poca práctica. Este personaje explicó al Principito el significado de la palabra “efímera” y le aconsejó visitar el planeta Tierra.
El geógrafo dedica su vida al estudio de la geografía. Su planeta es más grande pero no sabe cómo es porque nunca abandona su escritorio para explorarlo. Aunque su vida parece ser más interesante que la de los demás es fácil ver que ha caído en el error de no permitirse experimentar por sí mismo, viviendo de las experiencias que los exploradores le proveen. Representa la desmedida ambición profesional e intelectual.
La Tierra | La Tierra es un compendio de todo lo visto. En ella hay reyes, vanidosos, bebedores, hombres de negocios, faroleros y geógrafos, además de otros personajes y elementos muy importantes.
El Principito –observando las estrellas desde la Tierra– dijo: Me pregunto si las estrellas brillan para que algún día cada uno pueda reencontrar la suya.
La Serpiente | Este personaje recibe al Principito y le dice que está en la Tierra; al final del cuento lo muerde y lo hace regresar “a su planeta”. Representa el lado misterioso de la vida, todo aquello que no comprendemos. El Principito le pregunta: ¿Por qué siempre hablas con enigmas? Y ella responde: Yo los resuelvo todos. Será un personaje decisivo en la resolución de la historia del principito.
- Soy más poderosa que el dedo de un rey… Puedo llevarte más lejos que un barco… Lo que toco lo vuelvo a la tierra de donde salió, pero tú eres puro y vienes de una estrella… Son algunas frases enigmáticas de la Serpiente.
El zorro | El zorro es un personaje fundamental de la historia. Es quien hace ver al Principito la esencia, pero también las dificultades y costos de la amistad. Es la filosofía y la poesía.
Es un zorro salvaje pero le pide al principito que lo domestique. Enseña que la amistad es un tipo de domesticación, que necesita tiempo, acercamiento y paciencia pero que una vez establecida se convierte en un nexo de unión que transforma el sentido de la vida. Así el principito acaba domesticando al zorro y gracias a la relación que surge entre ambos aprende el verdadero sentido de la amistad y la esencia de las relaciones. Transmite al Principito las enseñanzas más importantes acerca de la vida, la amistad y los seres humanos.
Por ejemplo:
- Si me domesticas, nos necesitaremos mutuamente.
- Los hombres compran las cosas hechas en los mercados y, como no hay mercados de amigos, los hombres no tienen amigos.
- Es el tiempo que has “perdido por” (empleado en) tu rosa lo que la hace importante.
- Eres responsable de tu rosa.
Además, el “secreto” –o la gran enseñanza– que transmite el Zorro al Principito es:
- Solamente se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos. Queriendo decir con esto que no debemos prestar tanta atención a las apariencias, que debemos dar más importancia a lo que cada quien es en esencia.
La flor | Lo que el encuentro con la flor nos viene a decir es lo difícil que es encontrar a las personas cuando verdaderamente las necesitamos. Plantea la vida como algo incierto, cambiante e inestable; los hombres no echan raíces porque nunca saben cuando un hecho va a cambiar su destino. Esto ocurre a diario; no sabemos dónde vamos a ir estas vacaciones, a quién vamos a conocer ni qué amigos vamos a tener en el nuevo instituto.
Los baobabs | Los baobabs representan a los malos hábitos, pensamientos y problemas. La moraleja que el autor nos deja es que hay que solucionarlos antes que sean demasiado complicados cuando nos alerta: «¡Niños, atención a los baobabs!». Nosotros somos los niños. Hay que tener disciplina, cuidado, estar siempre atento para diferenciar lo bueno de lo malo y actuar en consecuencia.
Los baobabs son una gran amenaza, ya que si crecieran en el pequeño planeta del principito las enormes raíces harían que explotara. Es por eso por lo que cada día se afana en buscar los nuevos brotes para eliminarlos.
Los volcanes | Los volcanes representan las emociones y tareas comunes del día a día. No son un problema como los baobabs, son simplemente cosas que hay que ir haciendo para que todo vaya bien. Y hay que hacerlo aunque no nos guste, de esa forma nos vuelve a hacer hincapié en la disciplina.
El Pozo y el Desierto | El Desierto se podría interpretar como la soledad que a veces necesitamos para ordenar las cosas internamente. También como las dificultades y los fracasos que hacen uno se sienta solo o perdido.
El Pozo, o encontrar agua en el Desierto, se puede referir a lo positivo que podemos extraer de lo negativo, a la enseñanza o la oportunidad que cada dificultad contiene. Como dijo el Principito: Lo que embellece al desierto es que esconde un pozo en cualquier parte.
El jardín de rosas | Se concibe la mentira como algo que forma parte del ser humano. Cuando habla con las rosas, el protagonista se siente muy desdichado porque su rosa le ha mentido al decirle que era la única de su especie en el universo. Esto nos pasa a nosotros cuando nos sentimos engañados por las personas a las que queremos.
El cordero | El cordero es un personaje aparentemente irrelevante pero de gran significado. Es un amigo que ayudará al principito a librarse de los problemas que pueda tener o le puedan surgir, pero, como todos los amigos, sin querer, algún día pueden volverse en nuestra contra y hacernos daño.
El cordero no llega materializarse como personaje sino que se trata de una proyección de la imaginación del principito en un dibujo del aviador. Representa a un amigo que el principito pueda llevarse de vuelta a su asteroide para que le ayude a limpiar los arbustos de baobabs. El cordero supondrá un punto de conflicto para él, al darse cuenta de que los corderos comen flores, y por tanto su rosa puede estar en peligro. Debido a esto decide pedirle al aviador que le dibuje un bozal para el cordero y así poder controlarlo mejor.
El avaricioso o vanidoso | El vanidoso representa el ego, que siempre reclama atención. La vanidad y el egoísmo de los hombres, el deseo de reconocimiento y admiración social. El personaje del avaricioso nos recuerda que la apariencia no es lo importante, que no sirve para nada, que no es realmente importante si estás solo y que la vanidad es un defecto que todos tenemos. Todos queremos ser más y sentir que somos mejores. El principito entiende enseguida que se trata de algo que no tiene sentido.
El guardagujas y el mercader de píldoras | El guardagujas y el mercader de píldoras representan la vida marcada por horarios, por tiempos establecidos, por acciones repetidas una y otra vez. Muestran que la gente sigue su ritmo obsesionada por el trabajo, las obligaciones o las aspiraciones banales llegando a perder la noción de su propia existencia. Se trata de un par de encuentros que en cierta forma ponen punto y final al conjunto de errores en lo que el ser humano adulto acaba cayendo.
La caja | En un golpe de ira por no saber dibujar el cordero, el autor dibuja una caja y dice: «Esta es la caja. El cordero que quieres está dentro». Para ver lo que hay dentro lo que se necesita es imaginación. De esta forma la caja es una alusión a la imaginación que los adultos ya no suelen usar.
El fanal o globo | El fanal o globo simboliza la protección, los celos o los mimos y cuidados que hay que tener para que la «Rosa» se sienta protegida y querida, aunque en realidad no los necesita.
‘El principito’, ilustraciones de Antoine de Saint-Exupéry.
La editorial estadounidense Reynal & Hitchcock publicó en inglés el libro ‘El principito’, en Nueva york, el 6 de abril de 1943. La publicación iba acompañada de ilustraciones hechas con acuarelas por el propio Antoine de Saint-Exupéry.
Un árbol de estrellas dibujado en uno de los manuscritos de Saint Exupéry. Lunwerg. Enciclopedia ilustrada
Con quemaduras de cigarrillo y manchas de café, la Biblioteca Morgan de Nueva York conserva el manuscrito original y las ilustraciones de 1943. Saint-Exupéry no sólo escribió esta obra que ha cautivado a millones de personas alrededor del mundo sino que también la ilustró. El resultado: preciosas ilustraciones que muestran tanto la personalidad de su autor como la sencillez, abrumadora y entrañable, del universo en donde se desarrolla la historia del habitante del asteroide B612.
La dedicatoria de ‘Le petit prince’. ¿Quién era Léon Werth?
La dedicatoria en el prefacio de ‘El principito’ está considerada una de las mejores dedicatorias jamás escritas.
A León Werth:
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una muy seria disculpa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra disculpa: Esta persona mayor es capaz de comprender todo, hasta los libros para niños. Y tengo aún una tercera disculpa: Esta persona mayor vive en Francia donde siente hambre, frío y tiene gran necesidad de ser consolada. Más si todas estas disculpas no fueran suficientes, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue, en otro tiempo, esta persona mayor. Todas las personas mayores han comenzado por ser niños (aunque pocas lo recuerden).
Corrijo, entonces, mi dedicatoria:
A León Werth
cuando era niño
Léon Werth fue un novelista, ensayista, crítico de arte y periodista francés. Pero, para comprender mejor su vida y su obra, nos pueden servir otros calificativos: libertario, antimilitarista, poeta y observador, amigo del pintor Maurice de Vlaminck, de Octave Mirbeau y de Antoine de Saint-Exupéry.
Léon Werth (Remiremont, 17 de febrero de 1878; París, 13 de diciembre de 1955)
El autor de ‘El principito’ conoció a Werth en 1931, y pronto se convertiría en su mejor amigo. Léon Werth no tenía mucho en común con Saint-Exupéry, ya que era anarquista, y su padre era judío. Era mayor que él, tenía veintidós años más que Saint-Exupery, y un estilo de escritura surrealista.
Saint-Exupéry le dedicaría dos de sus libros: ‘Carta a un rehén‘ y ‘El principito‘, y se refirió a él en tres libros más.
Mientras Saint-Exupery escribía ‘El principito’, durante el principio de la Segunda Guerra Mundial, vivió en un departamento en el centro de Nueva York, pensando en Francia y en sus amigos. Su amigo Léon Werth pasó la guerra en Saint-Amour, una región montañosa cerca de Suiza, donde estaba «solo, frío y hambriento«. Saint-Exupéry regresó a Europa a principios de 1943.
En el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Saint-Exupéry ya había fallecido, su gran amigo Léon Werth dijo: «la paz, sin Tonio (Saint-Exupéry) no es enteramente la paz.»
Biografía de Antoine de Saint-Exupéry, autor de ‘El principito’.
No sé lo que me ocurre. Esta gravedad me ata al suelo, a pesar de la fuerza magnética de tantas estrellas. Otra gravedad me atrae hacia mí mismo. ¡Siento que mi peso me arrastra hacia tantas cosas! Mis sueños son más reales que estas dunas, que esta luna, que estas presencias. ¡Ah!, lo maravilloso de una casa no estriba en que nos abrigue o en que nos proporciones calor, ni en poseer sus paredes, sino en que ella, lentamente, ha ido depositando en nosotros tales provisiones de amor, ha ido formando en el fondo de nuestro corazón ese macizo oscuro del que brotan, como el agua de una fuente, los sueños… De la novela ‘Tierra de los hombres’ de Antoine de Saint-Exupéry.
Antoine Marie Jean-Baptiste Roger Conde de Saint-Exupéry1 (Lyon, 29 de junio de 1900 -Isla de Riou, 31 de julio de 1944) fue un escritor y aviador francés, autor de la famosa obra ‘El principito’.
Montse Morata, escritora y biógrafa: “Antoine de Saint-Exupéry nace con el siglo, nace en 1900, con el siglo XX, y nace en una familia aristocrática, de hecho el recibe de su padre el título de conde que nunca utilizó. Pero estamos en un tiempo en el que la aristocracia está ya en decadencia, y él vive precisamente esto. Se queda huérfano siendo niño, con sólo 4 años. Su padre muere de un derrame cerebral, y su madre se queda viuda con 28 años y cinco niños a su cargo (tres niñas y dos niños). Antoine de Saint-Exupéry tenía un hermano, François, que luego también morirá muy pronto con sólo 14 años.”
Montserrat Morata Santos es doctora en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, donde imparte clases de redacción periodística. Es autora de ‘Aviones de papel’, la primera biografía escrita en castellano sobre Saint-Exupéry, el autor de ‘El Principito’, con la que ha sido finalista del II Premio de Biografía y Memorias Stella Maris. (Foto de Israel Sánchez)
Julia Escobar, escritora y traductora: “Cuando muere su hermano, para él es algo de lo que no acaba de resarcirse del todo. Es ese hermano que en realidad es su primer amigo, François, y es con quien va a estar siempre hablando. Como esos amigos imaginarios que tienen algunos niños. Con quien siempre va a estar es con su hermano, y todos van a ser su hermano en realidad.”
Julia Escobar Moreno es narradora, poeta y una de las mejores traductoras de lengua francesa de nuestro país. Ha publicado diversos poemarios, entre los que destacan ‘Fluyen permanentes’ y ‘Tiempo a través’, además de las novelas ‘Nadie dijo que fuera fácil’ y ‘La Asamblea de los Muertos’. Asimismo, ha realizado numerosas traducciones del francés y del portugués, sobre autores de la talla de Michaux, Rimbaud, Colette, Max Gallo, Françoise Sagan, Amin Maalouf, Saint-Exupéry, Becket, Tanizaki o Pessoa. Es autora, además, de numerosos artículos de teoría de la traducción, de opinión y de crítica literaria en diarios y revistas, y colaboradora asidua de programas de radio y televisión, además de haber sido Directora de Programación de la Casa de América de Madrid. Ha recibido numerosos premios, como el Premio de poesía Francisco de Quevedo, el Premio Stendhal de traducción y el Premio Internacional Juan Rulfo. En 1999 fue condecorada con la medalla de Caballero de las Artes y las Letras de la República Francesa.
Antonio Iturbe, escritor y periodista: “Hablamos de un niño que a la vez era muy imaginativo (lo describen sus primos como el que siempre tenía las ideas para subir a la buhardilla, revolver en el baúl de los disfraces y de las ropas viejas, y armar grandes obras de teatro y grandes risotadas) y también era el mismo que en otro momento podía quedarse callado, mustio, melancólico, pegado a un cristal mirando la lluvia durante horas. Tenía esos altibajos emocionales que le caracterizarían durante el resto de su vida.”
Antonio González Iturbe es profesor, escritor y periodista cultural. Es autor de ‘A cielo abierto’, Premio Biblioteca Breve 2017. El jurado destacó “la cuidada recreación de la figura de Antoine de Saint-Exupéry y el tratamiento de la épica de los primeros años de la aviación civil francesa en una novela de arriesgadas aventuras con un fiel trasfondo histórico”.
El escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, piloto pionero de la aviación, legó a la humanidad la obra ‘El principito‘. Un escrito en apariencia infantil que es, a día de hoy, el libro no religioso más traducido de la historia y cuyas ediciones se pueden encontrar en 300 idiomas diferentes. Pero es también el autor de auténticos éxitos editoriales como ‘Piloto de guerra‘, ‘Vuelo de noche‘ o ‘Tierra de los hombres‘, obra que, a juicio de los investigadores, goza de una gran categoría literaria.
Antoine de Saint Exupéry, el aviador
Volar y escribir son para él esenciales e iguales, y nada hay que le separe de aquello que ama. Así queda dicho en la despedida entre el principito y uno de sus amigos, el zorro:
—Adiós —le dijo.
—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.
—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
—Es el tiempo que yo he perdido con ella… —repitió el principito para recordarlo.
—Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa…
—Yo soy responsable de mi rosa… —repitió el principito a fin de recordarlo.
Antonio Iturbe: “Para él, el subirse al avión era un hecho literario, era un acto poético. Él se subía al avión y lo que estaba haciendo es ver que las estrellas eran ristras de diamantes, y las luces en la oscuridad eran esa reflexión filosófica, esa luz que es la hoguera del maestro, la hoguera del agricultor… Y alrededor todo es oscuridad. Y él decía: hay gente despierta, pero cuanta gente dormida… Despertémoslos. Él estaba volando y estaba elucubrando, estaba escribiendo en el aire de alguna manera. Y a la vez cuando escribía estaba pilotando, porque realmente todos sus libros, todos, están directamente relacionados con el pilotaje. Quizás ‘El principito’ el que menos de todos, pero aún así el protagonista es un aviador que tiene una avería y cae en el desierto. Siempre está el pilotaje en la escritura y siempre está la escritura en el pilotaje, por tanto él no establece una diferencia clara.”
Volar, escribir, o la infancia son siempre referentes válidos a la vez que sus más determinantes anclajes: “Soy de mi infancia como se es de un país”, dejó escrito. Y nunca perderá la estrecha relación epistolar con su madre (Marie) y con sus hermanas (Marie-Madelaine, Simone y Gabrielle) con las que, junto a François, irá a vivir al Castillo de Saint-Maurice, cerca de Lyon. Allí fueron acogidos tras la muerte del padre por la tía de la madre. Aquellos jardines y los espacios abiertos serán el primer lugar donde broten sus sueños, y entre ellos Antoine (Tonio, que así le llaman en casa) siempre soñó con alzar el vuelo.
El autor y sus hermanos: Marie-Madelaine, Gabrielle, François, Antoine y Simone. Enciclopedia ilustrada. Lunwerg.
Montse Morata: “Crece en un mundo esencialmente femenino, esto es muy importante decirlo. Su madre es una mujer que desde muy pronto ve en él a un niño muy inteligente, muy inquieto, y ella es también una mujer muy inteligente, que se conmueve por las manifestaciones del arte, de la cultura, de la inteligencia, y también de la religión.”
Marie, madre de Antoine de Saint-Exupéry: “Un antiguo profesor le pidió fabricar una vela con una sábana, y fijó aquella tela a una bicicleta y se lanzó hasta el mismo límite del parque. Y parece que al final la bicicleta remontó el vuelo. Aquella fue su primera experiencia de aviación.”
Montse Morata: “A principios del siglo XX empiezan a desarrollarse los aviones, muy primitivos entonces, y Saint-Exupéry participa de esta pasión de su tiempo por volar. Además, cerca del Castillo de Saint-Maurice hay un aeródromo, y él va muchas veces allí. A veces solo, a veces con sus hermanos… pero muchas tardes se va él solo. Fruto de aquella pasión él, ya de niño, efectivamente se construye una bicicleta aeroplano. Coge una bicicleta que le habían regalado, le pone un mástil, una vela, y corre, corre, corre… los vecinos con los años lo recordaban pedaleando a toda velocidad, pensando que con el impulso y el viento esa bicicleta acabaría elevándose.”
Antonio Iturbe: “La verdad es que es un momento hermoso; peligroso, duro… pero también bonito. Estamos hablando de los años 1920 cuando la aviación tiene apenas 20 años de existencia, del primer vuelo de los hermanos Wright. Todo es muy precario. En 1914 los aviones habían demostrado ser unas máquinas de guerra interesantes, útiles… ya incluso con los primeros ases de la aviación, ese Barón Rojo (Manfred von Richthofen). Pero cuando termina la Primera Guerra Mundial, en 1918, realmente nadie sabe qué hacer con esos cacharros que vuelan. Son unos aparatos muy frágiles, muy inseguros, con muchos errores, pueden llevar muy poca carga (apenas 200 kg), no pueden llevar pasajeros… y por tanto nadie sabe muy bien qué hacer con esos trastos que vuelan, hasta el punto de que hay veteranos de guerra, pilotos, que se dedican a actuaciones circenses, a hacer acrobacias aéreas cobrando una entrada porque no saben muy bien qué hacer con sus aparatos que vuelan.”
Manfred von Richthofen (1892 – 1918), más conocido como el «Barón Rojo», fue un piloto de cazas alemán durante la Primera Guerra Mundial. Es considerado el as de ases de la guerra porque consiguió derribar ochenta aeroplanos enemigos. En este retrato de 1917 luce la prestigiosa cruz azul Pour le Mérite, máxima condecoración militar alemana.
Montse Morata: “Esa pasión por volar lo lleva a ese aeródromo que hay muy cerca del Castillo de Saint-Maurice, y con sólo 12 años acaba convenciendo a uno de aquellos pilotos para que lo lleve a hacer un bautismo de aire, para que lo lleve a dar una vuelta. El piloto le pregunta si tiene autorización de su madre y él le dice que por supuesto. Era mentira, a su madre le hubiera horrorizado aquello, y consigue que lo lleve. El piloto luego contaba sorprendido como aquel niño no mostró ningún miedo, sino una gran excitación y entusiasmo al hacer su primer vuelo con sólo 12 años.”
Ya con 17, Antoine de Saint-Exupéry va a cursar el bachillerato de filosofía y letras en el mismo centro de los jesuitas donde había estudiado su padre. Sus notas dejan mucho que desear, salvo en aquello que le gusta. La búsqueda de una profesión le llevará a matricularse en la Escuela naval y también en Bellas Artes, en la rama de Arquitectura. Seguirá dando tumbos por París hasta que, al hacer el servicio militar, y gracias a su desmesurada pasión por la mecánica y los inventos (no en vano dejará registradas trece patentes para mejorar la aviación), sentirá que volar es imprescindible para él. Es, definitivamente, pasión y vocación.
Tras su paso por el ejército aprende a pilotar e ingresa en el trigésimo cuarto regimiento de aviación en Le Bourget, cerca de París.
Montse Morata: “Él era muy bueno en la mecánica del avión y en los talleres. El de hecho hace metáforas, hace analogías entre la escritura y la mecánica de los aviones. Su escritura está tan milimetrada como puede ser la mecánica de un avión, que para que se eleve y no se caiga no puede llevar demasiado peso. De hecho una de sus máximas de escritura, él dice, la perfección no se consigue cuando no hay nada más que sumar sino cuando no hay nada más que restar. Todo esto tiene mucho que ver con la mecánica, con la precisión. Por ejemplo con 14 años se compró una máquina de fotos, y no era tanto por el gusto de tomar fotos como para desmontarla y montarla una y otra vez para intentar encontrarle el secreto.”
Parece que se necesite toda la experiencia de varias generaciones para perfilar lentamente la curva de una columna, de un casco de barco, de un fuselaje de avión, para lograr la pureza primigenia de un seno o de un hombro. Parece que el trabajo de los ingenieros, de los delineantes, de los analistas del centro de estudios, consiste, aparentemente, en borrar y pulir, en aligerar aquel empalme, equilibrar esta ala hasta que ya no se la note, hasta que ya no sea un ala incrustada en un fuselaje, sino una sola forma que, perfectamente lograda, se ha desprendido de su ganga; una forma que sea como un conjunto misteriosamente ensamblado, espontáneo como un poema. Parece que la perfección se alcanza no ya cuando no queda nada por añadir, sino cuando no queda nada por suprimir. Al término de su evolución, la máquina se disimula. De la novela ‘Tierra de los hombres’ de Antoine de Saint-Exupéry.
Pedro Sorela (Bogotá, 1951 – Madrid, 18 de abril de 2018). Escritor. Doctor en Periodismo y profesor titular de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Estuvo vinculado a medios como El Correo, El País o Europa Press, además de ser autor de varias novelas y ensayos.
A juicio de Pedro Sorela, escritor y periodista ya desaparecido, y uno de los mayores expertos en la figura de Saint-Exupéry, ‘Tierra de los hombres‘, que no ‘Tierra de hombres’, será su obra maestra al modo de ‘The Mirror of the Sea‘ de Joseph Conrad. Su escritura vendrá sugerida y apoyada por André Gide quien, desde la primera estancia del joven Saint-Exupéry en París, se convertirá en su valedor y mentor.
Joseph Conrad (3 de diciembre de 1857 – 3 de agosto de 1924), fue un novelista polaco que adoptó el inglés como lengua literaria. Conrad, cuya obra explora la vulnerabilidad y la inestabilidad moral del ser humano, está considerado como uno de los más grandes novelistas de la literatura inglesa. El retrato es del año 1904.
André Gide (22 de noviembre de 1869 – 19 de febrero de 1951) fue un escritor francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1947. En la imagen André Gide fotografiado en 1920.
Será en este tiempo cuando se enamore profundamente de la novelista Louise de Vilmorin, su primer y nunca olvidado amor. Pero, tras sufrir un grave accidente de vuelo que le ocasionó una fractura de cráneo, promete a su novia dejar la aviación. Renunciará por amor pero ella no mantendrá su compromiso matrimonial, por lo que Antoine de Saint-Exupéry se hundirá en un negro periodo personal y profesional. Dejará incluso de escribir poemas, su secreta válvula de escape para unas emociones siempre desatadas. Pero si regresará al mundo de la aviación y consigue, con 26 años, su licencia de piloto comercial.
Louise de Vilmorin es una escritora francesa nacida el 4 de abril de 1902 en Verrières-le-Buisson (Essonne), donde murió el 26 de diciembre de 1969. Se comprometió en 1923 con Antoine de Saint-Exupéry, pero finalmente se casó en 1925 con un estadounidense, Henry Leigh Hunt, y se mudó a Las Vegas, Nevada. Imagen © AFP
Antonio Iturbe: “Después de una etapa laboral nefasta en la que deja la aviación encuentra un trabajo de administrativo en una fábrica, donde es un administrativo absolutamente pésimo. Después encuentra trabajo como vendedor de camiones por toda Francia, y en dos años vende un camión… Finalmente encuentra ese trabajo que será crucial en su vida que es el trabajo en las líneas aéreas Latécoère, que son unas líneas aéreas que establecen una línea de correo aéreo entre Toulouse y San Luis de Senegal. En ese momento él llega a Toulouse y va a ser el arranque de su vida de piloto civil.”
Montse Morata: “Hay muchos accidentes y son muchos los pilotos que se dejan la vida en el intento de ampliar las líneas aéreas y tender una red. En ese momento la compañía Latécoère está ampliando nuevas líneas aéreas. Este empresario, Latécoère, establece la primera línea en 1918 entre Toulouse y Barcelona. Es en Toulouse donde tiene los talleres, y es justo por Navidad, el 25 de diciembre de 1918, cuando establece esa primera conexión con Barcelona que después se irá extendiendo hasta África, hasta las colonias francesas en África. Los pilotos hacían escala en España, hacían escala en Barcelona, en Alicante y en Málaga, y se dirigían a las colonias francesas en África, llegando hasta Dakar. En ese momento es cuando Antoine de Saint-Exupéry es contratado.”
El piloto se inclina hacia adelante: “Adiós, amigos míos…” Por este adiós al alba ellos arrastran inmensas sombras; pero en el umbral de este salto de más de tres mil kilómetros, él ya se encuentra lejos de ellos… Observa el negro morro recortado en el cielo, como un cañón a contraluz. Detrás de la hélice tiembla un paisaje de gasa.
Ahora el motor gira a ralentí. Nos liberamos de los apretones de manos como si fuesen amarras, las últimas. El silencio se hace extraño cuando nos abrochamos el cinturón de seguridad y las dos correas del paracaídas; y cuando, con un movimiento de los hombros, desde el torso nos ajustamos la carlinga al cuerpo. Ya es el momento de partir; de ahora en adelante somos de otro mundo. De ‘El Aviador’ de Antoine de Saint-Exupéry.
Esos años en París, y una estrecha relación con el mundo de las letras y de las grandes tertulias literarias, le permitirán publicar en 1926 su primer relato, ‘El Aviador‘, en la Navire d’argent, una revista literaria. La buena acogida no significó ningún cambio en sus pretensiones, y el 15 de diciembre de ese mismo año Didier Daurat, gran empresario francés del correo aéreo, le dará la orden de volar.
Didier Daurat (2 de enero de 1891 – 2 de diciembre de 1969) fue un pionero de la aviación francesa. Fue piloto de combate durante la Primera Guerra Mundial. Después de la guerra, se unió a una compañía aérea, que luego se convirtió en Compagnie générale aéropostale – Aéropostale, después Air France, donde fue piloto y más tarde director de operaciones. Antoine de Saint-Exupéry se inspiró en él para el personaje de Rivière en ‘Vuelo nocturno’ (‘Vol de nuit’, 1931).
Además de a Didier, en la compañía conocerá a los que se convertirán en sus dos grandes amigos, Jean Mermoz y Henri Guillaumet. Todos están hoy en un lugar de honor en la historia de la aviación.
Jean Mermoz (9 de diciembre de 1901– desaparecido en el océano Atlántico el 7 de diciembre de 1936) fue un pionero de la aviación francesa, conocido por sus heroicos raids y travesías como piloto de la «Aéropostale», donde fue compañero y amigo de otros singulares pilotos como Henry Guillaumet, Vicente Almandos Almonacid y Antoine de Saint-Exupéry.
Henri Guillaumet fue un aviador francés. Nació en 1902 y falleció en 1940. Está considerado uno de los pilotos más importantes de la época inicial de la aviación francesa. En 1929 se embarcó rumbo a Río de Janeiro, para unirse al piloto Jean Mermoz, en la apertura de rutas aéreas en Sudamérica, volando para la nueva Compañía Aeroposta Argentina, filial de la Compagnie Génerale Aeropostale de Francia. La compañía estableció su sede en Buenos Aires, donde compartió tareas con Antoine de Saint-Exupéry, de quien se hizo amigo. En la imagen su licencia de piloto.
En el libro ‘Tierra de los hombres’, Saint-Exupéry recordaba como Guillaumet, la víspera de su primer vuelo a España, le ofreció una singular lección de geografía:
¡Más que extraña lección de geografía recibí! Guillaumet no me mostraba España. Por el contrario, la convertía en una amiga. No me hablaba ni de hidrografía ni de poblaciones. No me hablaba de Guadix, pero sí de tres naranjos que, cerca de Guadix, bordean un campo: «No te fíes de ellos, señálalos en tu mapa…». Y los tres naranjos ocupaban ahora más lugar que Sierra Nevada. No me hablaba de Lorca, sino de una sencilla granja cerca de Lorca. De una granja viva.
Y de su granjero. Y de su granjera. Y aquella pareja, perdida en el espacio a mil quinientos kilómetros de nosotros, adquiría de súbito una importancia desmesurada. Porque bien instalados en la pendiente de su montaña, semejantes a guardianes de faros, siempre se hallaban dispuestos, bajo sus estrellas, a socorrer a los hombres. De la novela ‘Tierra de los hombres’ de Antoine de Saint-Exupéry.
Montse Morata: “Hay que recordar que los pilotos entonces hacían la navegación a la vista, no tenían navegadores. Reconocían ese paisaje esencial y único. Y Saint-Exupéry jamás olvidará ese vuelo, que además se hizo en tormenta y con lluvia, esa iniciación.”
Antonio Iturbe: “Ahora nos puede parecer un poco extravagante que la gente se jugara la vida por llevar el correo, pero es que tenemos que pensar en la importancia de las cartas en 1920. La forma que tenía la gente de comunicarse en esos momentos, cuando un padre se iba a buscar trabajo a otro sitio, cuando alguien se trasladaba… la única forma de comunicarse con su casa, de contar lo que sucedía, de hacer una compra-venta, de hacer un negocio en la lejanía, o una declaración de amor o una defunción, eran las cartas. Las cartas eran la ADSL de la época, eran la única manera de comunicarse en la distancia. Y claro, estos carteros que logran llevarlas a sitios inaccesibles, acortar los tiempos, llevarlas a gentes que las están esperando como agua que cae del cielo… había ahí un servicio a la sociedad civil muy importante. Para ellos su trabajo, el trabajo de llevar el correo, era algo que reverenciaban casi como una religión.”
Montse Morata: “Volar como una forma de comunicar a los hombres. Él tenía un especial afán por comunicarse y entendía el avión como un instrumento, no se trataba de una aventura temeraria. Es la gesta de su tiempo pero él entiende la aviación como una forma de comunicar a los hombres, de poner en contacto a las personas. Es algo en sí mismo ya muy poético, y que tiene mucho que ver también con el pensamiento humanista que después desarrollará en torno a ese crear lazos, que es su domestícame del zorro. Él encuentra todo eso en la aviación. La aviación es la materialización de ese pensamiento humanista de crear lazos.”
Julia Escobar: “Es un personaje muy complejo porque ha hecho muchas cosas y de mucho valor, eso es fundamental. Yo creo que así como a Marcel Proust lo relacionamos con la memoria, Saint-Exupéry con el avión. El avión con todo lo que significa. No el avión de ahora sino la invención del avión, es Ícaro. Lo que es la aportación a la ampliación del territorio literario que tiene el transporte lo empezó Proust con el coche. En su novela ‘En busca del tiempo perdido‘, Marcel Proust tiene muchísimas disquisiciones sobre el punto de vista de la percepción del paisaje cuando vas caminando, cuando vas de paseo, a cuando vas a una velocidad de vértigo, como él decía, en el coche. El tren era otro tanto. Y el avión… aún más (multiplicado por ochenta mil). El avión supone una perspectiva muchísimo más amplia y, además, un empequeñecimiento de las cosas, que forzosamente tiene que hacerte sentirte a ti distinto.”
Marcel Proust (10 de julio de 1871 – 18 de noviembre de 1922) fue un novelista, ensayista y crítico francés cuya obra maestra, la novela ‘En busca del tiempo perdido’ (título original en francés: ‘À la recherche du temps perdu’), compuesta de siete partes publicadas entre 1913 y 1927, constituye una de las cimas de la literatura del siglo XX, enormemente influyente tanto en el campo de la literatura como en el de la filosofía y la teoría del arte. En la imagen Marcel Proust en 1900.
Montse Morata: “Después de pasar un tiempo como piloto de las líneas aéreas entre Toulouse y Dakar, es destinado a la base aérea de Cabo Juby, como comandante jefe de la base aérea. En ese momento su función es básicamente tanto diplomática como aérea, tiene que encargarse por un lado de lidiar con las relaciones diplomáticas con los españoles que estaban en Villa Cisneros, porque era el Sáhara español. Hay que decir que él en seguida hizo muy buena relación con los españoles de Villa Cisneros, y de hecho serán muy recordadas y legendarias las noches y veladas que pasó con ellos. Cuentan que era un acontecimiento pasar una velada con Saint-Exupéry, porque hacía juegos de hipnosis, era un mago con las cartas… era imposible aburrirse con él.”
Antonio Iturbe: “Y en ese lugar, donde nadie aguantaba como jefe de aeroplaza más de dos o tres meses, destinaron a Saint-Exupéry, con la orden de que no sólo tenía que estar con los aviones que tenían allí de refresco y mantenerlos (las labores propias de un aeroplaza) sino también hacer una labor diplomática con los jefes de las cabilas beduinas de los alrededores para establecer las mejores relaciones posibles. Porque los pilotos durante sus trayectos, cuando tenían una avería y tenían que aterrizar en mitad del desierto, a veces eran asesinados por tribus hostiles, o secuestrados para luego pedir un rescate, y muchos de ellos no sobrevivían. Había una situación de hostilidad muy grande de esas tribus contrarias a españoles y franceses que estaban allí, en su territorio.”
Montse Morata: “Rescató a varios pilotos. Llegó a protagonizar un rescate legendario de un avión caído en mitad del desierto, para lo que organizó una caravana de camellos. Fue tremendo porque nadie quería ir con él, nadie quería acompañarlo a aquella expedición, y él lo hizo. Con una caravana de camellos consiguió rescatar un avión, sacar el aparato de la arena y rescatar al piloto después de tres días de negociaciones en las jaimas. El desierto fue una experiencia esencial para Saint-Exupéry. Ese año y medio que pasará en el desierto, al que después también querrá regresar, lo llevará a decir «el desierto soy yo». El vive en Cabo Juby en unas condiciones muy austeras en una barraca, en un jergón. Sus únicos juguetes, como él les llama, son una máquina de escribir y unos folios, y vivirá en una gran soledad. Conocerá la soledad. Conocerá esas noches del desierto repletas de estrellas, con el mar al lado. Y será ahí donde escribirá su primer libro publicado que será ‘Correo del Sur‘, inspirado en una de las sacas postales y todavía con la melancolía de ese desamor que se lleva al desierto tras la ruptura de Louise de Vilmorin.”
Antonio Iturbe: “Incluso, muchos años después, él dice que el lugar donde fue más feliz fue allí, en el desierto. Porque se encontró consigo mismo y escribió ‘Correo del Sur’, que además es una obra en la que él es como si se quisiera dar una segunda oportunidad. Lo que cuenta en ‘Correo del Sur’ precisamente es la peripecia de un aviador, llamado Jacques Bernis, que es un trasunto suyo (un poquito mejorado, más aguerrido). Ese Bernis está enamorado de una muchacha que en la novela se llama Genoveva (que es un trasunto de Louise de Vilmorin), una muchacha encantadora, romántica… Saint-Exupéry hace realidad su sueño, lo que el querría, que de repente en esa cabaña en mitad del desierto, en el norte de África, llamaran a la puerta y quien estuviera allí fuera Louise de Vilmorin y le dijera llévame contigo.”
Montse Morata: “El desierto para él fue esencial como revelación también. En ese pensamiento místico y metafísico que encontramos en Saint-Exupéry y que es esencialmente ‘El principito’, un tratado de misticismo y metafísica, tendrá mucho que ver el desierto. Él jamás olvidará la primera noche que pasa en el desierto, cuando tiene una avería en un avión, y su compañero y amigo Guillaumet lo dejó solo, con un revolver que le dio por si acaso. Pero Saint-Exupéry pasó esa primera noche en el desierto como una noche de epifanía, de revelación. Él descubrirá en el desierto como las ciudades, como él dice en ‘Carta a un rehén‘, pueden vaciarse. Y las ciudades masificadas como París pueden ser ciudades realmente solitarias, repletas de soledades, mientras que en el desierto uno se siente imantado por polos, por estrellas que parecen marcar puntos cardinales, destinos.”
Cualquiera que haya conocido la vida en el Sáhara, donde aparentemente todo es mera soledad y desamparo, llora aquellos años, a pesar de todo, como los más hermosos que ha vivido. Las palabras “nostalgia de la arena, nostalgia de la soledad, nostalgia del espacio” sólo son fórmulas literarias y no explican nada. Pero ahora, a bordo de un paquebote hormigueante de pasajeros hacinados unos contra otros, me pareció que por primera vez comprendía el desierto.
Ciertamente, el Sáhara sólo ofrece, hasta donde se pierde la vista, una arena uniforme, o más exactamente ―puesto que allí las dunas son raras― una grava guijarrosa. Allí uno se sumerge en las condiciones mismas del tedio. Y sin embargo invisibles divinidades nos construyen una red de direcciones, de pendientes y de signos, una musculatura secreta y palpitante de vida. Ya no es uniformidad. Todo se orienta. Ni siquiera un silencio se parece a otro silencio. De ‘Carta a un rehén’ de Antoine de Saint-Exupéry.
Llegarán entonces los vuelos nocturnos, y la ampliación de la empresa ya con el nombre de Compañía Aeropostal a Tierras de Sudamérica. Junto al gran empresario Didier Daurat, y a los pilotos Mermoz y Guillaumet, entre otros muchos, formarán un sólido equipo. Sobrevolar la noche y la travesía de los Andes se convertirán en los nuevos grandes hitos de la historia de la aviación.
Antonio Iturbe: “Allá que se van. El primero que se va es Mermoz porque es una persona hambrienta de retos, nunca es suficiente. Consigue el récord en Europa con más horas de pilotaje al año pero nunca es suficiente. Y, naturalmente, cuando le ofrecen ir a América a abrir líneas es el primero que se va para allá. Son líneas que se abren desde Natal, en Brasil, el punto de tierra más cercano a África. Los aviones llevaban hasta Senegal las cartas, allí un barco cruzaba esa franja de Océano Atlántico hasta Brasil, y en Brasil los aviones estaban esperando el correo para trasladarlo de ahí hasta Buenos Aires, Santiago de Chile y luego a la línea de la Patagonia que sería donde iría destinado Saint-Exupéry.”
Con veintiocho años, el que todos ya conocen como Saint-Ex, se instala en la capital argentina. Allí conocerá a la escritora y artista Consuelo Suncín, de origen salvadoreño, con la que contraerá matrimonio y a la que veremos reflejada en la rosa de el pequeño príncipe.
Consuelo Suncín-Sandoval Zeceña (Armenia, 10 de abril de 1901 – Grasse, 28 de mayo de 1979) fue una escritora y artista salvadoreña-francesa. En 1931, estando en Buenos Aires, su amigo Benjamin Crémieux le presentó a Antoine de Saint-Exupéry, que por ese entonces estaba afincado en esa ciudad. El flechazo fue inmediato. Consuelo y Antoine estuvieron a punto de casarse en Buenos Aires, pero la ceremonia finalmente tuvo lugar en Francia, donde se trasladaron a vivir.
Antonio Iturbe: “Consuelo Suncín va a ser la esposa de Saint-Exupéry. Ella es viuda. Ya había sido viuda dos veces anteriormente. Era viuda de Enrique Gómez Carrillo, el escritor y diplomático guatemalteco, y es un poco como Saint-Exupéry pero en mujer.”
Consuelo Suncín, esposa de Antoine de Saint-Exupéry: “Amaba la vida. Había pasado tanto tiempo en el aire que cuando estaba en tierra le encantaba comer, reír. Llevaba siempre en el bolsillo una baraja de cartas, y cuando te dirigías a él para hablarle te decía que por qué eras una ladrona, que le habías quitado el as de bastos y que estaba en tu chaqueta… Y lo encontrabas allí. A él no le gustaba hablar de él mismo, le daba cuarenta vueltas a cual mejor que la anterior… y al final te hipnotizaba.”
Montse Morata: “Tendrán un matrimonio absolutamente tormentoso. Será un matrimonio apasionado pero a la vez una montaña rusa repleta de constantes rupturas, separaciones, infidelidades por ambas partes, reconciliaciones. Ya ocurrió desde el principio cuando se conocen en la Alianza francesa y él, pensando que ella no sabía francés, ante el amigo que los presentó comenta lo pequeñita y bajita que era. Ella lo entendió perfectamente y le respondió, y él, a modo de intentar reparar aquello, la lleva a volar, a hacer un vuelo por el Rio de la Plata. En aquel vuelo él le pide un beso que ella en principio no le quiso dar, y él amenaza con estrellar el avión, una escena muy pintoresca. Después comenzarán un matrimonio absolutamente legendario precisamente por tormentoso. Nunca llegarán a estar en paz, tranquilos, y nunca llegarán a separarse.”
Consuelo Suncín, esposa de Antoine de Saint-Exupéry: “Cuando escribió ‘Vuelo nocturno‘ lo había conocido en Buenos Aires. Me escribió una larguísima carta en la que me contaba ‘Vuelo nocturno’, y en la que me decía: «Querida señora, si acepta ser mí novia le prometo dedicarle el libro». Entonces yo le dije: «Su carta es ya realmente un libro. ¿Por qué no lo escribe?». A lo que él me contestó: «Si se casa conmigo, lo escribiré».”
Escrito durante su estancia en Argentina, ‘Vol de nuit‘ se publicará en 1931. El prólogo lo firma André Gide, y la superación personal, así como el sentido del deber, son las claves de este himno a la noche. Conseguirá ser reconocido con el Premio Femina, y en 1932 es publicado tanto en Estados Unidos como en Inglaterra. Un año después la Metro-Goldwyn-Mayer lo llevará al cine con Clark Gable como protagonista. No será la última vez que Saint-Exupéry haga incursiones en el mundo de la cinematografía. Pero, al igual que sus escritos, serán siempre un complemento necesario a una profesión, la de piloto, que da sentido a su vida en permanente servicio a la sociedad.
Night Flight (1933) Cuenta la historia de un grupo de esforzados pilotos del servicio de correos a las órdenes de Riviere.
Montse Morata: “Vivirá una experiencia que le marcará profundamente, la caída del avión de su amigo Henri Guillaumet en los Andes. Lo llegarán a dar por desaparecido. Saint-Exupéry lo buscará sin descanso día y noche, mientras Guillaumet atraviesa los Andes helados. En aquellos días los lugareños le dicen a Saint-Exupéry, que lo busca desesperadamente, que no se afanase. Le dicen una frase muy reveladora: «Los Andes en invierno no devuelven a los hombres». Y realmente Guillaumet protagonizará una marcha heroica por los Andes helados, que atravesará. Y es lo que hace que finalmente pueda ser rescatado, pueda ser encontrado por un lugareño cerca de un pueblecito al que finalmente llega.”
«Muchos signos me presagiaban el fin. Por ejemplo, me veía obligado a detenerme cada dos horas, más o menos, para ensanchar un poco mi zapato, friccionar con nieve mis pies que se hinchaban o, sencillamente, para proporcionar un descanso a mi corazón. Hacia los últimos días, perdía a ratos la memoria. Cuando llevaba ya mucho rato andando, me daba cuenta de que había olvidado algo. La primera vez fue un guante y, con aquel frío, la cosa resultaba grave… Lo había colocado frente a mí y me marché sin recogerlo. Después fue el reloj. Luego la navaja. Más tarde, la brújula. A cada parada, me iba empobreciendo… Lo que salva es dar un paso. Y todavía un paso. Siempre es el mismo paso el que se recomienza».
«Te juro que ninguna bestia habría sido capaz de hacer lo que yo he hecho». De la novela ‘Tierra de los hombres’ de Antoine de Saint-Exupéry.
Julia Escobar: “Yo la verdad que le agradezco mucho a Saint-Exupéry que tuviese esa deferencia de contar algo que en otra persona… no eran los únicos, él no era el único, pero él fue el único que lo contó y lo transmitió. No nos habríamos enterado, tendríamos que suponerlo, tendríamos que aventurarlo… pero no, está Saint-Exupéry que nos lo ha contado. Y eso es una cosa que realmente hay que agradecerlo, por todo lo que se pone en juego, todas las constantes de tipo no solamente afectivo, que eso es evidente, pero viene él, que es en definitiva el individuo, que se fija en ello y que dice esto es importante.”
Tal vez Saint-Exupéry encuentre en sus escritos, claramente existencialistas, la estabilidad que se le niega en lo cotidiano. Si en lo personal sus relaciones son complicadas, no lo son menos en el territorio de lo profesional. Publica artículos en revistas y periódicos de importante tirada, pero él no considera que la literatura o el periodismo puedan ser un trabajo formal. Él echa de menos la adrenalina que le hace sentirse absolutamente vivo cuando vuela. Realiza grandes rutas ofreciendo conferencias y se apunta, como otros muchos pilotos, a protagonizar raids para batir récords mundiales de resistencia o de velocidad en el aire.
Será el 29 de diciembre de 1935 cuando despegue, junto a su mecánico y compañero André Prévot, rumbo a Saigón. Sufren un gravísimo accidente en el desierto de Libia.
Montse Morata: “Cuando ya estaban a punto de morir, con la lengua hinchada por la sed, con alucinaciones, con delirios… Cuando sabían que ya esa mañana a la salida del Sol no podrían seguir viviendo, se encontraron a lo lejos con un beduino que iba conduciendo una caravana de camellos y los rescató. Aquella experiencia también tendrá una gran influencia después en su pensamiento, en ‘Le Petit Prince‘, y la relatará también en una serie de reportajes periodísticos. Y también recuperará después en ‘Tierra de los hombres’ esta supervivencia, esta marcha absolutamente heroica de cinco días por el desierto de Libia.”
Antoine de Saint-Exupéry: “Partí solo y sin agua para una nueva exploración. Tenía en mente a Guillaumet, que se había salvado después de un accidente en los Andes. Fue el ejemplo que seguí. Aquella noche habíamos esperado recoger algo de agua del rocío de la noche sobre el paracaídas que extendimos sobre el suelo. Desgraciadamente, fuera por el material del paracaídas o por la filtración del combustible del depósito que se había derramado en el suelo, pagamos con media hora de violentos vómitos el único sorbo que llegamos a probar. Al día siguiente, por la mañana, estábamos tan cansados que sólo conseguíamos avanzar en trechos de doscientos metros. Al final alcanzamos una pista donde nos recogió una caravana. Los beduinos nos llevaron en camellos hasta su campamento, desde donde alertaron a la dirección de la fábrica Sultán Sabda que vino a recogernos con un coche. Nos encontrábamos en un punto intermedio entre Bengasi y El Cairo, a unos doscientos kilómetros de El Cairo, donde en vez de tener el viento de cola lo teníamos de frente. Durante el último día pudimos ver algunos aviones en el cielo, pero nuestras señales no fueron advertidas por ellos.”
‘Tierra de los hombres‘ apareció publicado en 1939, y fue un éxito rotundo e internacional. Será premiado con los más grandes galardones tanto en Francia como en Estados Unidos. Con anterioridad, en la prensa francesa dejaba publicados un buen número de reportajes que le hacen acreedor de especial reconocimiento. Acude a Moscú a la celebración de un primero de mayo, pero, lejos de relatar hechos, él puso su pluma en la mirada de los ciudadanos de la calle y en sus inquietudes.
Después, y en dos ocasiones diferentes, vendría a España como corresponsal de guerra. Su primera visita fue a Barcelona, ciudad a la que llegó en avión en 1936. Un año después acudiría a Madrid.
Antonio Iturbe: “Muy conmovedores esos artículos que él hace de la Guerra Civil española. Además se arriesga mucho. Él va hasta la primera línea del frente, con los tiros sobrevolándole la cabeza. Además son unos artículos muy personales, me gusta mucho la capacidad que tiene para fijarse en los detalles aparentemente nimios o poco importantes, pero que son un poco los que te dan la temperatura de los lugares.
Él no se fija tanto en las grandes batallas, ni en los grandes movimientos estratégicos, como sí en ese miliciano que, en el frente de Madrid, durante una de esas agónicas esperas de la guerra, esos paréntesis que se producen, vacíos que minan los nervios, se dedica a dar clases de botánica, a gente con más o con menos estudios, gente ruda, gente que ha visto morir a su mejor amigo… Y ese miliciano que se dedica a dar esas clases de jardinería en medio del desastre. Ese intento que él valora mucho, como en medio del desastre, como en medio de la oscuridad, siempre alguien intenta encender una luz.”
Montse Morata: “Vivirá episodios que el relatará magistralmente en estos reportajes, donde además es esencial su mirada poética. Él busca la frontera invisible de la guerra y dirá que la guerra no es una guerra, que es una enfermedad. Dirá que se fusila como se tala, en Barcelona. Y sin embargo también, luego en Madrid, él será crítico con Franco y con las tropas franquistas por los bombardeos que él presencia en Madrid.
Él presencia en Madrid las masacres en la Gran Vía, de niños, de mujeres… Él pasa primero por el hotel Florida donde están todos los grandes reporteros de la época, está Ernest Hemingway, está John Dos Passos… donde una noche caerá un obús y se producirá un episodio pintoresco. Pero a él eso no le interesa demasiado, lo que él quiere es vivir con el hombre de la guerra. Así que se irá a las trincheras de Carabanchel y allí convivirá con los milicianos.
Cuenta como una noche lo llevan alrededor de las trincheras a hacer la guardia, y allí, en una pequeña fortificación, se esconden. Un grupo de milicianos le intentan mostrar, le dicen: «Ya verás, ya verás, les vas a oír… A veces hablan del otro lado, del otro bando». Y empiezan a llamar al otro lado: «¡Antonio, Antonio!», y, finalmente, esas voces contestan. Antonio contesta. Saint-Exupéry se quedará impresionado, como se llaman y se responden por el nombre incluso. El miliciano republicano preguntará: «¡Antonio! ¿Vosotros por qué lucháis?», y él dice: «¡Por España! ¿Y vosotros?», y le responde: «¡Por el pan de nuestros hermanos!». Saint-Exupéry se queda pensando después de aquello, después de aquel diálogo. Y ahí encontramos ese pensamiento humanista, esa comunicación tan elevada. Él encuentra ahí la contradicción, realmente piensa que son contradictorias las palabras, los lenguajes, no los espíritus.”
Julia Escobar: “Su trabajo periodístico es el trabajo de una persona que de lo que habla es de lo que ve él como persona con todo su bagaje. No es lo que se piensa que él tiene que contar. No intenta ser objetivo, él es él, que está metiéndose ahí y está viendo todo eso, y los sentimientos que le está suscitando todo eso. Y las preguntas que se hace sobre la humanidad de esas personas a las que está en ese momento relatando sus avatares. Eso es lo que le hace distinto.
Yo no he visto nunca un relato como este de una persona a la que están intentando matar y como lo cuenta… los detalles. Como cuenta los ojos, el cigarrillo que le ofrece, esa sonrisa… Dice «no me miran, no me miran», y, en ese momento, al pedirle el cigarrillo, le mira y le da el cigarrillo. Y, cuando lo enciende, al malvado terrorista se le abre una sonrisa, y todos se relajan, todos empiezan a reír y a relajarse… y eso le salva. Eso no creo que se le ocurriera a otra persona.”
Antonio Iturbe: “Es una época compleja para él, difícil. Él es una persona que está completamente en contra de la guerra por sí misma. La guerra le parece el fracaso de los fracasos, lo más terrible que puede suceder. Pero bueno, en ese momento, en que esa bota del Tercer Reich empieza a pisotear Europa, él quiere defender su país y, sobre todo, la libertad. Él se alista en ese primer momento (Saint-Exupéry nació en 1900, y cuando estalla la guerra él ya tiene 40 años). No lo quieren como piloto activo y lo ponen a dar clases, pero él se rebela contra eso porque él quiere pilotar y estar en el frente y luchar. Finalmente consigue que lo destinen a una unidad de reconocimiento aéreo que está cerca de la frontera con Alemania. Y en esa unidad se va viendo día a día el avance alemán imparable, imparable.”
Montse Morata: “Participará haciendo vuelos de reconocimiento aéreo fotográfico en aparatos que no iban armados. Él vivirá varias misiones, una de ellas es sobre la ciudad de Arrás, que relatará en ‘Piloto de guerra‘, de la que se salvó milagrosamente. Después él quedará profundamente decepcionado por la firma del armisticio.”
He visto trilladoras abandonadas, segadoras abandonadas; en las cunetas, abandonados, vehículos descompuestos. Pueblos abandonados. He visto cómo dejaba correr el agua la fuente de un pueblo deshabitado. El agua pura, que tantos cuidados había costado a los hombres, se transformaba en charca. De pronto se me ocurrió una imagen absurda, la de relojes descompuestos, la de todos los relojes descompuestos: relojes de las iglesias de pueblo, relojes de las estaciones, relojes de chimenea de las casas vacías, y en aquel escaparate de relojero en fuga, un verdadero osario de relojes muertos. La guerra… ya no se da cuerda a los relojes, no se recogen las remolachas, no se reparan ya los vagones. Y el agua, que era necesaria para apagar la sed o para lavar los encajes domingueros de las aldeanas, se expande ahora como una charca frente a la iglesia. Y la gente muere en verano… De ‘Piloto de guerra’ de Antoine de Saint-Exupéry.
Montse Morata: “Él, absolutamente decepcionado, se marchará, se exiliará a Nueva York. El no comparte las posturas del gobierno de Vichy, ni tampoco las del general Charles de Gaulle que dirige el movimiento de la Francia libre desde Londres. Charles de Gaulle le pedirá apoyo para su causa y Saint-Exupéry parte al exilio, lo hace por esa decepción y también porque él lo que quiere es irse a Nueva York para intentar desde ahí hacer campaña.
No hemos de olvidar que en ese momento Saint-Exupéry es un héroe de la aviación y un escritor de best seller. ‘Tierra de los hombres‘, su obra anterior, había sido un best seller.
En Manhattan él es parado por la Gran Manzana, le piden autógrafos, sus obras están en los grandes escaparates de las librerías de la Gran Manzana. O sea que es el exiliado con mayor reconocimiento, y se dedica a hacer campaña a favor de la intervención de Estados Unidos en la guerra, porque él cree que sólo desde la participación de Estados Unidos podrá liberarse al mundo del nazismo.”
Antonio Iturbe: “De alguna forma le queda como una especie de sombra que le echan encima. Lo que hace Saint-Exupéry es luego querer volver a reengancharse, cuando Estados Unidos entra en la guerra y se forma ya un frente de combate potente contra el Tercer Reich. Él quiere combatir en primera línea y no lo dejan, porque tiene ya 44 años, muchos accidentes… y quieren que esté en el departamento de propaganda. Él no quiere, quiere luchar, y dice «¿Cómo voy a decir que alguien vaya a la guerra si yo no voy? ¿Cómo voy a decir a alguien que dé su vida por Francia si yo no la doy?», y consigue que lo manden a Córcega.
Él seguirá luchando hasta el último día. De hecho, al final, morirá luchando por la libertad de Francia y contra el Tercer Reich, y, aún y así, incluso después de la guerra, todavía hay gente que le acusa de haber sido tibio contra la Alemania nazi, un poco por esas ideas pacifistas, pese a que diera su propia vida luchando en la guerra.”
Antoine de Saint-Exupéry en Canadá, en mayo de 1942
Montse Morata: “En ese tiempo en Nueva York, en que él está triste, además todos sus amigos pilotos ya han desaparecido, es donde escribe ‘Le Petit Prince‘, que se publicó el 6 de abril de 1943. ‘Le Petit Prince’, la mal traducida ‘El principito’, y digo mal traducida porque esta traducción fue una primera traducción argentina que después se quedó. La traducción más correcta y exacta sería ‘El pequeño príncipe‘. Será allí en Nueva York donde Antoine de Saint-Exupéry desde esa melancolía, desde esa tristeza, desde ese no creer en el mundo que se avecinaba… volviendo de nuevo la mirada a su añorada infancia y a todas sus vivencias, en clave poética y simbólica escribirá su famoso ‘Le Petit Prince’.”
Primera edición en inglés de ‘El principito’, de Antoine de Saint-Exupéry, publicada en 1943.
Antonio Iturbe: “’El principito‘ yo creo que es un compendio de muchas cosas, de muchas ideas filosóficas, situaciones, anhelos. Yo creo que ahí hay mucho de él mismo. No podríamos decir efectivamente que ‘El principito’ es fruto de una idea de un día sino que es un poco el zumo exprimido de la vida entera.”
Se publica en Nueva York, en 1943, en inglés, y llevará por fortuna los dibujos realizados por el propio autor. Antoine de Saint-Exupéry morirá sin saber que después verá la luz en Francia, convirtiéndose en un fenómeno editorial mundial.
En los archivos oficiales sobre el escritor y ‘Le Petit Prince’ leemos: “Saint-Exupéry aborda los principales temas según una dualidad, visible e invisible, adulto y niño, amor y amistad, viaje y sedentarismo, espacio y tiempo, peligro y destrucción, signos y síntomas, preguntas y respuestas, felicidad y tristeza.”
Julia Escobar: “Él murió muy poco después de que se publicara ‘Le Petit Prince‘, al año siguiente, en 1944. El libro se publicó en 1943, y en 1944 tuvo el accidente. Pero en 1946 ya se publicó en Francia, en cierto modo no pudieron con él, no pudieron contra la fama que él llegó a tener.”
Brazalete de identificación que Saint-Exupéry utilizaba cuando se cayó su avión en 1944. Fue recuperado en 1998 cerca de Marsella y tiene inscrito su nombre y la dirección de su editorial en Estados Unidos.
Montse Morata: “No se sabe bien por qué él realizó aquella última misión que ya no le correspondía. Él desaparece el 31 de julio de 1944 a bordo de un Lightning P-38, realizando una misión de reconocimiento aéreo y fotográfico sobre La Provenza, y se ha resuelto recientemente el misterio de su desaparición. Él, antes de despegar de la base aérea aquella mañana, deja dos notas sobre su escritorio. En una de aquellas notas él dice: ‘Si soy derribado no lo lamentaré. La termita futura me espanta y odio su virtud de robot. Yo estaba hecho para ser jardinero‘. Eso ha llevado a pensar incluso que pudo suicidarse, porque realmente estaba muy triste y no creía nada en el tiempo que se avecinaba. Se especula con que hubiera sufrido un accidente, un fallo en el inhalador de oxígeno…
Finalmente en 2017 se resuelve el misterio y se descubre que fue abatido por un piloto alemán que ya en 2008 había confesado que había derribado el avión de Saint-Exupéry, pero no se pudo confirmar. Después se ha podido comprobar que el piloto alemán que le disparó, Horst Rippert, pensó que le había disparado a las alas. Y realmente no, le había dado en la cola y ese resto no se encontró. Este piloto alemán había guardado silencio con gran pesadumbre durante 64 años, porque la historia realmente de cómo lo derribó no deja de ser una historia muy Exuperyana. Realmente este piloto admiraba a Saint-Exupéry, y se había hecho piloto leyendo los libros de Saint-Exupéry, y acabaría derribando al que había sido su propio héroe.”
Saint-Exupéry no vivió para ver su obra publicada en Francia, su país natal, donde apareció tras la guerra. Él dejó Nueva York justo cuando se estaba imprimiendo su libro y regresó a Europa, no sin antes dejarles algunas copias de ‘El principito’ a sus amigos. Murió cuando pilotaba un avión de reconocimiento en 1944, poco antes de la liberación de París.
Fuente: Documentos RNE Reportaje de Julia Murga (3/11/2018)