El estilo de apego ansioso ambivalente se da aproximadamente en un 10% de la población. Lo que caracteriza este tipo de apego es que los padres se muestran muy impredecibles ante la conducta y necesidades que tienen sus hijos, respondiendo en ocasiones de forma muy exagerada ante esas necesidades, otras veces siendo responsivos, y otras no haciendo caso al niño o la niña.
Los cuidados por parte de estos padres son impredecibles, soliendo depender del estado anímico que tengan y de si sus necesidades básicas las tienen cubiertas. ¿Cómo van a ser capaces de tranquilizar a su hijo o hija si no son capaces de tranquilizarse ellos mismos?
No se trata sólo de que no puedan ver las necesidades de sus hijos, si están pendientes antes de las suyas propias, sino que le van a dar a su hijo o hija lo que ellos necesitan.
Esto se refleja a la perfección en una frase del genial Miguel Gila: «Cuando mi madre tenía frío, me ponía una chaqueta por encima.» (Voy a abrigar a mi hijo porque yo tengo frío, no porque él lo tenga).
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Cómo se sienten los niños y niñas con apego ansioso ambivalente
Para el bebé o niño con apego ansioso ambivalente no hay una conexión entre lo que necesita y la respuesta que obtiene de su padre o madre. Prima el cambio y la inconsistencia, y en la gran mayoría de ocasiones todo es muy cambiante y no hay un patrón que seguir.
El niño es cuidado con pautas muy imprevisibles. Sus padres pueden:
- responder de manera correcta a lo que él necesita
- o verse superados por el miedo
- o ni siquiera hacerle caso.
Son padres que a veces satisfacen la necesidad que su hijo tiene a la primera, pero en otras ocasiones hasta la quinta no lo hacen o se da el caso de que esa necesidad nunca será atendida.
En el tipo de apego ansioso ambivalente las figuras de apego suelen estar más pendientes de sus necesidades y de sus deseos que de los de sus hijos e hijas. Se muestran hiperactivados e intranquilos por sus propios problemas y necesidades y en consecuencia no van a poder atender ni calmar las necesidades de los pequeños. Suelen utilizar a sus hijos para su propia satisfacción y tranquilidad.
A modo de ejemplo, muchas parejas adolescentes o inmaduras, que han sido padres muy pronto, lo que esperan es que sea el pequeño quien «solucione» o «salve» la pareja. Es un tremendo error el que tengan la expectativa de que el niño sea su figura de apego.
El niño no sabe qué le espera ni cómo responderán sus padres a sus necesidades emocionales. Lo que eso provoca en él es una gran ansiedad e inseguridad, ya que no sabe nunca si obtendrá lo que necesita, no favoreciéndose su curiosidad, su exploración y su autonomía. Esto se compensa teniendo una relación con las figuras de apego excesivamente íntima, tan íntima que llega a ser invasiva, a cambio de seguridad y protección. A pesar de esa imprevisibilidad el pequeño ha aprendido que si insiste en su necesidad, tarde o temprano, se la cubrirán.
En la mayoría de ocasiones la forma exagerada y sobreprotectora con la que responden estos padres se debe al miedo que ellos mismos tienen. De hecho, un porcentaje elevado de los padres y madres que ejercen sobreprotección con sus hijos tienen un apego ansioso ambivalente, y lo que en realidad los mueve a la acción es su propio miedo. Dado que son adultos que sienten angustia y temor por los diferentes elementos del ambiente, no dejan que sus hijos e hijas entren en contacto con ellos. Son padres que se muestran sobreprotectores e hipervigilantes.
Las veces en que estos padres no responden ante las necesidades de sus hijos no es porque no quieran hacerlo, sino que no saben qué hacer o decir ante esas demandas. No tienen mala intención, lo que ocurre es que no saben hacerlo mejor y hacen lo que pueden. Sería cuestión de darles pautas, para que sean conscientes de su situación, y herramientas, para que puedan revertirla.
Son padres y madres que están sobrecargados con muchas emociones y sentimientos que no son capaces de gestionar de manera adecuada. También presentan dificultades para contener dichas emociones, por lo que en ocasiones tienen estallidos de miedo, rabia, tristeza, etc. Estallan cuando llega un momento en el que no pueden más.
Dado que son personas que están muy invadidas y dominadas por sus emociones, pueden necesitar ayuda psicológica para aprender a manejarlas y alcanzar cierta distancia respecto a ellas. De esa forma sabrán equilibrar pensamientos y emociones, y entenderán que las emociones se pueden gestionar a través del pensamiento.
En niño con apego ansioso ambivalente en el colegio
El objetivo del niño o la niña con apego ansioso ambivalente es llamar la atención de las personas de las que depende, principalmente de sus padres.
Pero, dado que los profesores son figuras de apego de segundas oportunidades para los niños, los niños con estilos de apego ansioso ambivalente reclaman en clase la atención de sus profesores. Lo hacen mediante conductas disruptivas, siendo agresivos, mostrándose dependientes de sus maestros, aunque, a su vez, de una forma déspota.
¿Qué es lo que por encima de todo quiere conseguir un niño o niña con apego ansioso ambivalente? Intimidad. El niño o niña busca esa intimidad como sea, llamando la atención de su padre o de su maestro, pero no sabe cómo hacerlo de manera correcta.
Los niños con apego ansioso ambivalente son niños a los que en el colegio les suele costar bastante concentrarse y que acostumbran a mostrarse dependientes de sus maestros.
A veces se les confunde con niños con dificultades de aprendizaje porque suelen tener un bajo rendimiento académico. En ocasiones muestran mucha ansiedad, lo que se transforma en impulsividad, problemas para concentrarse en las tareas escolares, hiperactividad, se olvidan de anotar y hacer los deberes, etc. En ocasiones se les puede llegar a confundir con niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
El niño con apego ansioso ambivalente en el ámbito social
El estilo de apego ansioso ambivalente acostumbra a ir asociado a trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo (depresión), etc. Los niños y niñas acostumbran a sentir miedo a ser rechazados por los demás, en parte porque en un elevado porcentaje de los casos sus padres no se muestran responsivos ante sus necesidades, cosa que les genera miedo a que los demás los rechacen y no les den lo que necesitan.
Nos podemos encontrar con dos tipos de niños con apego ansioso ambivalente en lo que respecta al ámbito social:
- Por un lado están los que constantemente buscan la aprobación de su figura de apego: «Te quiero mucho, mamá», «¿Verdad que me estoy portando bien?».
- Y por otro lado están los que muestran rivalidad y celos: «Fulanito me está molestando», «Mi hermano no me deja en paz».
Son niños que se muestran temerosos, hipervigilantes, hiperactivados y que constantemente manifiestan su dependencia y deseo de aprobación. Suelen tener muchas contradicciones e inseguridades. El desarrollo de una nula o escasa autonomía es una de las muchas repercusiones que tiene el apego ansioso ambivalente de los padres sobre sus hijos.
Cómo es el comportamiento en la situación extraña
En la situación extraña de Mary Ainsworth se observa que el niño con apego ansioso ambivalente no puede explorar todo lo que le rodea, ya que lo que se ve comprometido con este tipo de apego es la autonomía y la curiosidad.
El niño, en esa situación desconocida, está más pendiente de que su madre no se aleje de la habitación que de explorar lo que hay en el ambiente:
- El niño no se separa de su madre cuando ella está.
- Cuando la madre sale de la habitación el pequeño llora de manera desconsolada y no hay nada ni nadie que pueda tranquilizarlo.
- Cuando regresa la madre el niño se le acerca, aunque no es calmado. Cierto es que su madre no siempre se muestra responsiva ni le da lo que él necesita, pero mejor es quedarse con su madre que en una situación en la que desconoce los peligros que tiene.
Qué diferencias hay entre el apego evitativo y el ansioso ambivalente
Lo que caracteriza al niño con apego inseguro evitativo es el no tener relaciones íntimas y afectivas tanto con sus iguales como con los adultos. En el apego ansioso ambivalente lo que se ve comprometido es la exploración, la curiosidad y la autonomía del niño.
Mientras que los padres de niños con apego evitativo sacrifican la intimidad para dar paso a una forma exagerada de autonomía, los padres de niños con apego ansioso ambivalente abandonan la posibilidad de autonomía a favor de una forma dependiente de intimidad y seguridad.
Mientras que los niños que han tenido figuras de apego evitativas han recibido poca atención a sus necesidades afectivas o emocionales, los niños con figuras de apego ansiosa ambivalente pueden, o bien haber recibido un exceso de atención (padres sobreprotectores), o bien un déficit en dichas atenciones afectivas (padres negligentes).
Mientras que los padres que tienen un estilo de apego inseguro evitativo tienden a recibir todos los estímulos pero no llegan a ser conscientes de ellos, los padres que tienen un estilo de apego ansioso ambivalente están sobrecargados con tantas emociones que son incapaces de gestionarlas de manera correcta.
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