En total existen cuatro tipos de apego. Un único apego seguro y tres clases o estilos de apegos inseguros (evitativo, ansioso-ambivalente y desorganizado). Los adultos (fundamentalmente padres y profesores) son las figuras de apego de quienes depende la estabilidad emocional del niño/a. En función de las respuestas que estas figuras de referencia den al menor, este desarrollará un tipo de apego u otro.

El estilo de apego que tenga un niño tendrá una gran importancia y repercusión para su futuro como adulto. En función de que se desarrolle un apego u otro, se adaptará mejor a los distintos entornos y dificultades que le depare la vida. De ahí que la labor y responsabilidad que en este aspecto tienen los padres, el resto de familiares, los profesores y la sociedad en general es muy grande.

Los cuatro tipos de apego

Los cuatro tipos de apego.

El hecho de que tengamos un tipo de apego u otro va a depender de la relación afectiva que tenga el adulto ante las necesidades del niño/a. Por tanto, el estilo de apego que desarrollará un bebé dependerá de la disponibilidad y la receptividad del cuidador/a de dicho bebé.

Los cuatro tipos de apego

Decir que en torno a un 40% de nuestros niños y niñas tienen un apego inseguro, o lo que es lo mismo cuatro de cada diez menores tiene alguno de los tres tipos de apego inseguro. Es algo que tiene repercusiones no sólo para el niño, sino para el futuro adolescente y adulto, y las personas que le rodean (familiares, amigos, pareja, etc.).

Se trata de un porcentaje tremendamente elevado, por lo que algo deberíamos hacer para favorecer estilos de apego más seguros. En ningún momento John Bowlby, considerado el padre de la idea del apego, dijo que el apego inseguro, en cualquiera de sus tres variantes, fuera una causa irrevocable de psicopatología en el niño o en el adulto, sino más bien un factor de riesgo.

Es por ello que debemos tomar los apegos inseguros como una mayor probabilidad de dificultades o trastornos en el niño/a, mientras que el apego seguro será un factor de protección frente a determinadas patologías o situaciones estresantes.

Los cuatro tipos de apego

Las consecuencias de un apego inseguro.

Las consecuencias de los tipos de apego inseguro pueden ser muy dramáticas para quienes las sufren en primera persona y para quienes conviven con ellos.

Como las personas con apego inseguro no obtienen de sus padres como primera opción lo que necesitan, tienen que recurrir a otras personas o estímulos que cubran o «rellenen» dichas necesidades.

Por consiguiente, las personas con apego inseguro tienen más probabilidad de regular sus emociones con conductas de tipo externalizantes como es el consumo de drogas, el juego patológico, el sexo compulsivo, trabajo excesivo, conducir de manera temeraria, etc. Compensan sus carencias emocionales con determinadas conductas que tienden a ser adictivas y peligrosas, viene a ser su forma de autorregularse emocionalmente.

Las consecuencias que pueda tener el apego inseguro dependerán de una serie de variables, entre las que se pueden destacar las siguientes:

La edad del niño/a en el momento en que se produce la alteración del vínculo con la figura de referencia (habitualmente padres o cuidadores).

La existencia o no de figuras reparadoras del vínculo. A veces un menor con apego inseguro tiene algún adulto cercano con quien puede intimar y contarle sus problemas, alguien que cree en él. En ocasiones ese papel reparador lo cumple un tío, una abuela, un amigo de los padres, etc.

La resiliencia del niño. La capacidad del menor de adaptarse a las diferentes circunstancias que le rodean.

El motivo de la alteración del vínculo. Evidentemente no es lo mismo que el padre esté ausente del entorno familiar por motivos laborales que el padre abuse sexualmente de su hijo/a. Las consecuencias son muy diferentes.

La duración de dicha situación. De si estamos en presencia de una única situación traumática o es algo repetido a lo largo de varios meses o años.

¿A qué se debe que desarrollemos un estilo de apego u otro?

Según estudios es posible predecir, en un 75% de los casos, cómo será el apego del niño cuando este tenga un año de edad en función de dos variables fundamentales:

  • La forma en que la madre se relaciona con el feto en el periodo prenatal. ¿Lo hace con amor y aceptación, o todo lo contrario, con indiferencia o rechazo?

Los cuatro tipos de apego

  • El estilo de apego que la madre ha tenido con sus padres. El cómo la madre vivió su relación infantil con sus propios padres es muy importante. ¿Incentivaron con su hija un apego seguro o más bien inseguro?

Los cuatro tipos de apego

Podemos decir que el estilo de apego es algo transgeneracional ya que existe una importante transmisión de padres a hijos, aunque no esté codificado genéticamente. Si unos padres tienen un estilo de apego seguro, hay bastantes probabilidades de que sus hijos e hijas también tengan ese tipo de vinculación afectiva. Y lo mismo ocurriría con los distintos tipos de apego inseguros.

¿Se mantiene el estilo de apego que un niño tiene al llegar a la edad adulta?

En la situación extraña de Mary Ainsworth, investigación llevada a cabo por esta profesora de Psicología Evolutiva en la Universidad de Virginia, se evaluó el estilo de apego que tenían un total de 60 niños.

Pasados veinte años se volvió a evaluar el estilo de apego adulto que tenían. Los resultados revelaron que en un 72% de los casos el estilo de apego se mantenía.

Al igual que en la infancia hablamos de los apegos inseguros: evitativo, ansioso-ambivalente y desorganizado, en la etapa adulta se denominan: estilo de apego distante, preocupado y no resuelto, respectivamente. Aunque cambien los nombres en la etapa infantil y adulta, las características son, en esencia, las mismas.

John Bowlby decía que el apego no es un resultado, sino más bien un proceso. Esto implica que el estilo de apego y la manera de relacionarnos con las personas se puede ver modificada de la infancia a la etapa adulta por según qué circunstancias.

Los estudios nos indican que, en un porcentaje importante, los niños y niñas que presentan un determinado tipo de apego lo mantendrán cuando sean adolescentes y adultos. Pero eso no implica que no sea posible modificar el estilo de apego de una persona, sea niño o adulto, aunque para ello será necesario un gran trabajo y esfuerzo.

Sí que es posible modificar la manera en que las personas se relacionan y la forma que tienen de adaptarse a determinadas situaciones, independientemente de la edad.