Nuestros hijos reciben estímulos constantemente: en las aulas, en el parque, en casa, a través de la televisión… Estímulos que son absorbidos y que los niños reflejan en las relaciones que traban entre ellos y con los adultos, pudiendo propiciar una conducta violenta en la infancia.
¿Cómo podemos prevenir la conducta violenta?
La conducta violenta en la infancia es aprendida. Los niños expuestos a modelos violentos son más propensos a tener este tipo de conductas en sus entornos cercanos: en el colegio, en el parque o en casa.
Lo demostró el psicólogo canadiense Albert Bandura, en la década de los 60, con el experimento del muñeco Bobo.
¿Qué es el muñeco Bobo? Se trata de un juguete hinchable de aproximadamente 150 cm de alto, que por lo general está hecho de un vinilo resistente o plástico blando y que a menudo se pinta para que parezca un payaso. Una de sus características es que al ser golpeado se levanta fácilmente. Salió al mercado en 1960.
¿En qué consistió el experimento? Se hizo con un grupo de niños en edad preescolar, a los que se dividió en tres subgrupos:
- El primer grupo vio un vídeo en el que un adulto golpeaba al muñeco con un mazo, lo tiraba al aire, le daba patadas y lo abofeteaba;
- el segundo grupo vio en el vídeo al adulto sin agredir al muñeco y jugando con otras cosas;
- y el tercer grupo de niños no vio nada, sirviendo de grupo de control.
Después se dejó a cada niño jugando solo en una habitación con juguetes, entre los que estaba el muñeco Bobo, para comprobar la reacción.
Fotografías del experimento del muñeco Bobo de Albert Bandura
Las hipótesis que planteó Bandura fueron:
- Los niños que hubieran visto las agresiones actuarían de manera violenta atacando al muñeco.
- Los niños que vieron juegos pacíficos no mostrarían conducta violenta, e incluso serían más pacíficos que el grupo de control (en esto se equivocó, ambos grupos fueron igualmente pacíficos).
- Bandura también pensó que los niños serían más violentos que las niñas, y que el sexo del adulto influiría en que fueran los niños de su mismo sexo los que copiasen su conducta.
Y el resultado:
Acertó en casi todo. Muchos de los pequeños que habían visto la actitud agresiva imitaron el comportamiento del adulto, e incluso idearon nuevas formas de golpear al muñeco
Los niños que no habían visto el vídeo no mostraron ninguna de las conductas agresivas del adulto. También se evidenció que los niños copiaban a los adultos de su mismo sexo en mayor proporción y que, en general, las conductas agresivas y violentas eran más comunes en los varones.
¿Cómo podemos prevenir la conducta violenta en la infancia? Es básico en primer lugar actuar desde el entorno familiar. Los modelos paternos deben rehuir la violencia verbal o física como medio para resolver problemas.
Por otro lado, igual de importante resulta que se controle y dosifique el acceso de los niños a experiencias de alto contenido violento, como videojuegos, series o películas con una calificación inadecuada para su edad.
El objetivo es propiciar en los niños el equilibrio emocional adecuado para actuar de manera equilibrada y no violenta ante un desafío o una frustración. Por ello la empatía, el autocontrol y la expresión de emociones son habilidades fundamentales que debemos enseñar para prevenir conductas violentas en la infancia.
Fuente: Onda Universitas de Radio 5 (02/06/2016)