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Regalar experiencias inolvidables

Regalar experiencias inolvidables

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Hace ya años que regalar experiencias se ha convertido en tendencia. Aunque a corto plazo lo material parece más duradero, lo experiencial permanece en la memoria y, curiosamente, lo hace casi siempre en clave positiva.

Según los psicólogos este tipo de regalos nos acercan a la felicidad; nos generan mayor bienestar las experiencias vividas que aquello que compramos o nos regalan.

Regalar experiencias inolvidables y originales

El psicólogo Richard Wiseman lo decía en su libro ’59 segundos’: «nuestra memoria de las experiencias se distorsiona con el tiempo: borras el viaje horrible en avión y solo recuerdas los momentos de felicidad relajándote en la playa«.

En cambio, los objetos rápidamente «se vuelven viejos, raídos y desfasados«. El bolso pasa de moda, el smartphone se convierte en un ladrillo inútil y el jersey en un trapo de cocina. Mientras las experiencias siguen ahí dentro de nosotros para ser recordadas y explicadas. regalar experiencias

¿Por qué DISFRUTAMOS haciendo regalos en Navidad?

Compartir y regalar refuerza los lazos. Los seres humanos necesitamos compartir experiencias con los demás para sobrevivir, es una de las claves de la evolución.

La Navidad se convierte en la perfecta ocasión del año para recuperar rituales de celebración que son ancestrales. Uno de ellos es el hecho de regalar.

Hace casi dos millones de años nuestros antepasados de la especie Homo erectus, o de alguna otra anterior, comenzaron a emplear el fuego para cocinar. Pero fue su antecesor africano, el Homo ergaster, el que, probablemente coincidiendo con el desarrollo rudimentario del habla, comenzó a establecer relaciones sociales complejas.

El cerebro descubrió entonces que compartir con el resto de la tribu la comida, especialmente la más valiosa ―la carne―, reforzaba los lazos de afecto y cooperación, y que cooperar, a su vez, facilita la supervivencia. Reunirnos en torno a los alimentos e intercambiar regalos es evolutivamente una apuesta biológica que forma parte de nuestro instinto de supervivencia.

En nuestro orden de prioridades tratamos de satisfacer a los más cercanos, a aquellos que pueden ayudarnos ahora o en el futuro.

Los mejores regalos se eligen para los hijos, que son los que nuestro cerebro entiende que tendrán que ayudarnos cuando seamos mayores y ya no podamos valernos por nosotros mismos.

También escogemos regalos valiosos para la pareja romántica, sobre todo la que aún estamos cortejando y con la que deseamos unirnos para perpetuar la especie.

Inconscientemente buscamos protección. Estudios hechos en las redes sociales prueban que, además de a la familia y a los amigos, enviamos felicitaciones a aquellos que pensamos que tienen una posición económica mayor que la nuestra. A los que consciente o inconscientemente creemos que pueden protegernos.

Sin embargo, el puro y viejo instinto que nos lleva cada año a compartir con la familia la cena de Navidad, para reforzar el vínculo con nuestra primera tribu, choca muchas veces con nuestro cerebro del siglo XXI, que en muchos casos entiende que puede valerse sin la necesidad biológica de los apoyos familiares. En estos casos, las reuniones con los padres, hermanos, cuñados y tíos se convierten en una verdadera fuente de estrés y de conflictos.

Cuando sufras estos síntomas culpa a tu cerebro, en algún lugar profundo y antiguo de su anatomía él sigue estando convencido de que hay que celebrar la Navidad.

¿Por qué es PREFERIBLE regalar experiencias que regalar objetos?

Los seres humanos estamos sujetos a un fenómeno que es el de la habituación, concretamente la habituación hedónica.

¿Qué es la habituación hedónica? | La habituación hedónica quiere decir que las cosas, con el paso del tiempo, dejan de producirnos la respuesta positiva ―la respuesta apetitiva― que para nosotros tenían.

Es lógico, tú te compras cualquier aparato y al principio estás súper ilusionado con el aparato en cuestión. Conforme le vas dando más uso y deja de ser una novedad vas perdiendo ese placer.

Del mismo modo la primera cucharada de un plato de comida suele ser percibida como más placentera que la última; el primer bocado suele ser el mejor, etc.

¿Cómo esto influye en el tema de los regalos? | Pues sucede que una de las consecuencias que tiene el fenómeno de la habituación hedónica es que hace que sea mucho mejor regalar experiencias que regalar objetos.

¿Por qué? | Pues porque las experiencias, por su naturaleza efímera, porque no duran, NO producen habituación hedónica.

Un ejemplo | Imagina que tu pareja te regala una entrada y vais a ver un concierto de un cantante del que eres muy fan. El concierto dura dos horas, se acaba y te queda el recuerdo. Y ese recuerdo nunca va a perder su valor positivo, nunca va a perder su valía… pero no puedes aburrirte de él, porque no te vas a llevar a ese cantante a casa y tenerlo ahí dando la turra todo el santo día.

Es por eso que, si es posible, es mejor regalar experiencias que regalar objetos. ¡Aunque no significa esto que no se puedan regalar cosas!

Ahora ya conoces también la razón por la que cuando a tu hijo le compras regalos, igual se tira dos semanas jugando con esos regalos y a la segunda o tercera semana ya están tirados por ahí y vuelve a recuperar sus peluches roñosos. Eso es porque la habituación hedónica en los niños también actúa.

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¿Cómo ACERTAR con un regalo?

A veces es difícil acertar y, aunque pueda parecer una cosa muy comercial, hay que decir que las listas de deseos tienen un valor muy claro.

Reducir la incertidumbre es una muy buena estrategia siempre. Que la gente tengas listas de deseos públicas y conocidas facilita que los demás puedan escoger su regalo de ahí, de esa lista, sabiendo que van a acertar. ¡Son una gran idea!

También es una buena opción hablar abiertamente y preguntar al destinatario del regalo sobre qué cosas le podrían gustar. Si te da unas cuantas opciones, entre ellas tú puedes elegir. La sorpresa no se va a ver significativamente disminuida.

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Si un regalo NO nos gusta ¿está bien decirlo abiertamente?

Es una cuestión comprometida. En general es una situación muy compleja porque es inevitable que la otra persona se sienta frustrada. ¡No hay una forma buena de salir de eso!

Si vas a ser plenamente asertivo, lo que tendrías que hacer es intentar transmitir que a lo mejor ese obsequio no ha sido lo más acertado.

Si se trata de una cosa que no es muy importante puedes agradecerlo, porque a fin de cuentas lo primordial es que quien te da el regalo lo hace con una intención positiva. Agradeces el detalle y la intención y luego lo dejas correr.

Si es algo que pueda ser problemático, porque por ejemplo se ha gastado un dinero excesivo, debes tratar de plantear que no es acertado razonándolo. Puedes decir que te ha gustado muchísimo la intención y que crees que podríais intentar cambiarlo por otra cosa porque no es lo que tú estabas buscando.

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