¿Por qué suben las tarifas eléctricas?
No hemos encendido todavía la calefacción ni hemos hecho el cambio de hora estacional, y ya tuvimos ayer un pico en el precio de la electricidad. El precio de la luz alcanzó su precio más alto de todo el año, superando incluso el del mes de enero en plena ola de frío. En concreto ayer, entre las siete y las ocho de la tarde, los clientes de la tarifa regulada ―unos doce millones en toda España― pagaron 18 céntimos por kilovatio/hora, que son unos seis céntimos más de lo que valía el kilovatio apenas dos horas antes.
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¿Por qué ese pico en el precio de la luz?
Hay una doble razón. La primera tiene que ver con la sequía. Es verdad que todavía hay poca demanda de electricidad, y por tanto lo que está por venir va a ser mucho peor si no diluvia. La sequía influye mucho en el precio de la luz en la medida que en vez de producirse electricidad con agua, con las centrales hidroeléctricas, esto se está sustituyendo por carbón o por gas ―y eso naturalmente es mucho más caro―. Eso hace que el nivel medio del precio ya esté siendo muy elevado para lo que es esta época del año.
Aparte ayer lo que ocurrió es algo verdaderamente excepcional, que veremos que ocurre y que es lo que hace la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) sobre ello, en un servicio que normalmente es marginal, un servicio muy técnico que se llama “reserva de potencia adicional a subir” ―que está pensado para cubrir el backup de las renovables. Esto de que cuando hace mucho viento tiene que haber alguna central ahí caliente esperando, por si acaso cae el viento súbitamente y alguien la tiene que reemplazar―. Se trata de un servicio que normalmente influye muy poco en el precio de la luz y ayer se disparó. Es algo muy excepcional que de momento no ha ocurrido nunca. Es un servicio que habitualmente tiene un precio en torno a los 8 euros megavatio/hora, de hecho para hoy mismo se ha cerrado a ese nivel, hoy se ha vuelto a cerrar el servicio y ha sido precio de los que habitualmente estábamos viendo, y el precio de ayer fue de 250 euros el megavatio/hora.
Es un precio tan estratosférico, tan enormemente alto, que lo que hizo fue disparar el ya de por sí alto precio de la luz que tenemos debido básicamente a la sequía.
¿Qué pasará en noviembre o diciembre cuando haga realmente frío?
El Ministerio de Energía o las compañías deberían explicar la causa de este aumento repentino, deberían dar explicaciones a los consumidores. Estamos viendo ya mucha tensión en los precios para la escasísima demanda de electricidad que estamos teniendo todavía.
¿Qué va a pasar cuando tengamos realmente tensión porque haya mucha demanda en noviembre o en diciembre cuando haga realmente frío? Es una situación que a todos nos debería preocupar.
Y por otro lado ¿cómo es posible que en un mercado tan marginal de repente se puedan aplicar precios que se pueden calificar como abusivos? Si es un mercado donde no hay competencia, donde prácticamente ninguna central puede prestar ese servicio, lo que habrá que hacer es regularlo de otra forma. No dejar que las propias empresas eléctricas pongan el precio que quieran, de lo contrario esto puede volver a ocurrir bastantes veces.
¿Y si la sequía se prolonga?
Ante la posibilidad de que la sequía se prolongue ¿qué soluciones hay para que esta tendencia al alza cambie? La solución pasa por cambiar las reglas de juego. Porque respecto a la sequía, poco podemos hacer sobre ella.
Actuar sobre el cambio climático sin duda, porque desgraciadamente las sequías son más probables en España debido al cambio climático y eso es algo que tiene mucho que ver también con la energía: cuantos más combustibles fósiles quemamos, más agravamos la situación. Pero esto no deja de ser una solución a largo plazo.
A corto plazo lo que se puede hacer es cambiar las reglas, para que cuando haya sequía suba el precio pero no tanto como está subiendo. El agua, que aproximadamente cubre el 20% de energía eléctrica del país en un año normal, este año está en la mitad, en el 10%. Eso ha producido que el precio del mercado eléctrico se dispare un 30% en lo que va de año.
Y eso es consecuencia de las reglas de juego. No puede ser que algo que también es pequeño relativamente ―en lo que es la aportación general de electricidad del país― como es el agua, de repente un pequeño cambio en el agua suponga un enorme incremento en el precio de mercado eléctrico como está ocurriendo este año. Es responsabilidad del Gobierno el cambiar esas reglas de juego.
Consejos para que no se dispare la factura de la luz
Ajustar la potencia
La potencia es esa parte fija en el recibo que depende de los aparatos que pongamos a la vez en funcionamiento: la llamada simultaneidad. Lo típico de que “nos saltan los plomos” cuando hemos conectado demasiados aparatos eléctricos.
Hay muchísima gente a la que no le saltan los plomos nunca, y eso significa que tienen contratado un exceso de potencia. A la potencia antes se le daba poca importancia, pero poco a poco, en los últimos cinco años, se ha ido multiplicando su precio. El coste de esa potencia es ahora más del doble de lo que lo era hace cinco años. Cada kilovatio que consigamos bajar son del orden de 50 euros menos al año, un ahorro apreciable.
Cuando contratamos la electricidad, por norma, las compañías tienden a ponernos más potencia de la que necesitaríamos porque para ellos evidentemente es más dinero. Históricamente se ha observado que la mayoría tenemos contratada una potencia eléctrica mayor de la que necesitamos (normalmente un par de kilovatios más de los que se precisan).
Lo ideal sería ajustar la potencia de forma que “los plomos” nos saltasen en casa dos veces al año, tampoco es algo que deba pasar todos los días porque es muy incómodo.
La discriminación horaria
La discriminación horaria es lo que era la antigua tarifa nocturna. Es algo que se ha modificado varias veces pero lleva años funcionando de tal forma que tiene 14 horas muy baratas. Durante 14 horas diarias se paga del orden de la mitad que en la tarifa normal, a cambio de pagar un 20% más en las 10 horas restantes.
Ocurre que 14 horas son muchas horas y, aunque concentremos algún consumo en las horas caras, por ejemplo la cocina que suele estar en horas caras―las horas baratas empiezan a las 10 de la noche y acaban a las 12 de la mañana en invierno y una hora más en verano―, si es verdad que estamos haciendo la comida o la cena en horas caras, pero es que hay muchos otros aparatos que están funcionando siempre ―como puede ser el caso del frigorífico― y consumen mucha energía durante esas 14 horas.
En general a la mayor parte de la población le interesa la discriminación horaria. Y sin embargo lo que ocurre es lo contrario: la mayor parte de los hogares no la tienen contratada. Se trata de llamar a la compañía y contratarla, el ahorro de tenerla a no tenerla está en torno al 20 o 30% de la factura. Es un ahorro significativo.
Huir de las grandes ofertas
Huir de los milagros, de esas grandes ofertas de comerciales que o vienen a casa o nos llaman por teléfono diciéndonos que vamos a tener un descuento del 30% en el recibo de la luz. Eso es mentira.
El margen que hay en las compañías eléctricas en España, entre unas y otras, es muy pequeño. Está en torno al 3%. Por tanto nadie nos puede ofertar un descuento del 30%.
Cuando esto ocurre ¿por qué es? Pues porque el precio de referencia lo han elevado artificialmente, de forma que sobre ese precio tan alto parece que nos hacen un descuento muy alto también. Pero en realidad el precio final, a pesar de ese descuento, es superior al precio oficial: a la llamada tarifa PVPC (Precio voluntario para el pequeño consumidor).
Es preferible quedarse en la tarifa oficial o similar, puesto que el resto de ofertas milagro lo que hacen es que acabemos pagando más por lo mismo. Nada de tarifas planas ni historias raras.
Es algo que viene diciendo la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que todos los años publica un informe de seguimiento de las ofertas en su comparador de ofertas. Y lo que le sale todos los años es que la oferta más barata sistemáticamente es el precio oficial, y que esas otras grandes ofertas son entre un 20 y un 30% más caras de lo que viene siendo ese precio oficial.
Este consejo de huir de grandes ofertas es también aplicable al gas natural. En el gas no hay tanta facilidad para tocar la potencia, pero sí que debemos evitar las ofertas milagro. Al igual que en la electricidad en el gas hay una tarifa oficial, que es la que sin duda sale más económica.
Además en muchas ocasiones van juntas las ofertas de electricidad y de gas, y se acaba pagando más en la electricidad y más en el gas.
Fuente: Hoy por hoy de Cadena Ser (24/10/2017) / Imagen: pixabay