Las niñas y niños necesitan aprender a leer y a escribir por una cuestión funcional: descifrar mejor el mundo. Los mecanismos de la lectoescritura se establecen entre los 4 y los 8 años, y se debería respetar el ritmo de cada uno. En la práctica, sin embargo, existe presión sobre los profesores (y de rebote sobre los alumnos) para que nuestros hijos aprendan la lectoescritura cuanto antes mejor.
Hay familias que se angustian si su hijo o hija no lee cuando acaba la educación infantil, pero, ¿cuándo está preparado un niño para aprender a leer y a escribir? ¿Cómo se pueden respetar las necesidades de cada niño y que este proceso no sea un sufrimiento? ¿Qué métodos hay para aprender a leer y a escribir?
Cómo aprenden los niños a leer y a escribir
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Qué es la lectoescritura
La lectoescritura es el proceso a través del cual un niño o una niña aprenden a leer y a tener la competencia de interpretar un texto y a escribir usando un alfabeto. Leer y escribir son dos actividades de las cuales dependerá el hecho de que la persona continúe aprendiendo el resto de su vida.
Muchos padres y madres valoran, cuando llega el momento de escoger una escuela para su hijo o hija, cual es el método de aprendizaje de la lectoescritura que ofrece cada centro.
Aprender a leer y a escribir es un proceso que tiene su curso natural. Ese camino, así como el ritmo de cada uno, se debería respetar. Para aprender a leer los niños y niñas necesitan que los acompañemos en el proceso sin presionar y sin tener unas expectativas concretas que cumplir; y también que les motivemos pero de manera intrínseca, con muchos cuentos en lugar de con libros de texto o fichas y mostrando la utilidad real de esta habilidad.
No se ha de olvidar que hay otras habilidades previas, referidas tanto a la psicomotricidad como a la propia cognición (la fuerza, el control de las articulaciones, las nociones espaciales, la concentración, etc.) que son vitales para que el proceso de aprendizaje no sea una tortura. Lo más importante es que los niños disfruten del camino.
Vanesa Amat es profesora en la UVic-UCC (Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya) y enseña a futuros profesores de infantil y primaria a acompañar este proceso de la lectoescritura.
Ella explica que las bases del mecanismo de la lectoescritura se establecen entre los 4 y los 8 años y que cada niño tiene su ritmo. Es un tiempo para familiarizarse con el lenguaje escrito y los sonidos; hacer hipótesis e inferencias sobre qué quiere decir el texto; dominar el lenguaje oral y también desarrollar el trabajo motor de dominio del cuerpo y la coordinación entre el ojo y la mano.
Pero hay cierta polémica entre correr poco o demasiado en el aprendizaje de la lectoescritura. Por ejemplo en Finlandia, país en el cual a menudo nos fijamos, no empiezan hasta los 6 ó 7 años, pero se hace una previa de lenguaje oral y hay un entorno cultural muy rico (bibliotecas, familias…).
¿Qué nos dice la neurociencia sobre el proceso de la lectoescritura?
«Lo que la neurociencia nos dice es que es necesario un desarrollo madurativo del niño, que el pequeño tiene que estar preparado para poder efectuar este aprendizaje que es complejo y que es abstracto, y que no todos los niños y niñas están preparados en el mismo momento. Es necesario por ello tener muy en cuenta los ritmos en este sentido.»
En tus alumnos (futuros profesores) tú pones el acento no tanto en el cuándo y en el qué sino en cómo se enseña. ¿Cómo se prepara al niño o la niña para la lectoescritura?
«Hay un proceso entre los 4 y los 8 años, que es la franja de edad en que acostumbran a estar preparados los niños y niñas. Pero de los 4 a los 8 años es un periodo lo suficientemente amplio, y eso no quiere decir que antes de los 4 años no tenga que haber un acompañamiento.
Hay muchas cosas que influyen en esta madurez que es necesaria. Todo el tema de lenguaje oral, todo el tema de motricidad, de coordinación ojo-mano, de desarrollo del cuerpo… Todo eso es básico y por tanto serán cuestiones muy importantes a la hora de aprender a leer y a escribir.
Después de los 8 años continúa habiendo mucho aprendizaje: tipos de texto, comprensión lectora, etc. Pero es básico el cómo acompañamos el proceso de aprendizaje de la lectoescritura.
Se trata de dejar tiempo (lo suficientemente amplio) y de observar mucho a los niños, de ver qué materiales les damos, de qué manera les acompañamos, cómo los escuchamos, cuál es nuestro papel.»
Para el niño leer es entrar en el mundo de los adultos, y por tanto es muy importante ese acompañamiento y la complicidad de los adultos.
Cada centro educativo escoge un método diferente. ¿En qué se basa esa elección?
«Aquí hay cuestiones diferentes, de entrada de conocimiento. Es muy bueno conocer métodos y entender que dan respuesta a diferentes necesidades que tienen los niños y niñas. Es necesario un planteamiento importante por parte de la escuela de cómo se acompaña a los alumnos.
El currículum da unas directrices generales, pero se trata de entender que el planteamiento que ofrece la escuela ha de ser lo suficientemente amplio para responder a las necesidades de todos los niños y niñas, y hay que tener en cuenta lo que nos han aportado las diferentes metodologías. En ocasiones se han cogido cosas de métodos y no se han acabado de aplicar de la mejor manera posible, y eso lo que hace es desvirtuar el método.
Lo que conviene es que haya opciones para que se pueda trabajar de manera respetuosa con los niños, es la clave y también el gran reto de los docentes. Conviene tener opciones diferentes.
Se tienen que ofrecer opciones de actividades en las que el maestro es un modelo de lectura y un modelo de escritura:
- Nos planteamos por ejemplo escribir todos juntos una nota, y por tanto el profesor verbaliza todos los procesos mentales que intervienen en la escritura, los hace explícitos.
- Y también a la hora de ser modelo de lectura, cuando nos paramos y recapitulamos sobre qué ha ocurrido hasta ese momento, etc.
Por tanto estos momentos es bueno que se hagan conjuntamente. Pero tiene que haber también trabajo simultáneo, y con esto me refiero a que se puedan atender las velocidades diferentes y el punto en qué se encuentra cada niño.
Cuando hablo de trabajo simultáneo quiero decir que los niños pueden estar haciendo propuestas diferentes en el mismo momento y por tanto adaptadas a sus necesidades (individualmente, en pareja, con material manipulativo…).
Se pueden tener rincones con propuestas y materiales, por ejemplo de asociación de texto e imágenes (para ordenar una secuencia de imágenes y después asociar los textos pertinentes), y esa misma propuesta la pueden hacer diferentes niños pero adaptada a su nivel (más larga, más corta, con frases diferentes) y no en el mismo momento.
Un problema importante, a veces, es que queremos hacer lo mismo con todos los niños de la misma edad y en el mismo momento, y eso está condenado al fracaso.»
¿Cuáles son los principales errores a la hora de enseñar a leer y a escribir? ¿Nos hemos sacado ya de encima aquello de que «la letra con sangre entra» o esa idea aún perdura?
«Yo diría que en líneas generales hemos superado esa frase. Creo que todos estaríamos de acuerdo en que no es esa la manera de trabajar y de aprender a leer y a escribir. Pero sí que es verdad que, a veces, algunas prácticas no están tan alejadas de eso, aunque no seamos muy conscientes.
La repetición, el esfuerzo en el vacío de no encontrar el sentido a lo que estamos haciendo, hacerlo desde la necesidad del adulto y no tanto desde las necesidades o desde la vida del niño y lo que él quiere hacer… Y todo esto es algo que a veces genera frustración.
Hacen falta materiales manipulativos que no penalicen el error. Que el niño pueda hacer, y deshacer, y probar. Y que si el pequeño tiene una tendencia hacia algo que le interesa mucho en ese momento, por lo que sea, por su vivencia, por lo que le está pasando en ese momento, dejarle tiempo para que pueda hacer eso y que no sea el adulto el que marque tanto los tiempos.
Pensar mucho en que la lectura es comprensión, eso es una idea básica. Todo lo que haremos ha de ir en función de que los niños comprendan lo que lean, y por tanto a veces esas prácticas de repetición, de palabras que no tienen sentido, que están tan alejadas de la vivencia del niño… no nos ayudan nada. Hemos de valorar que la lectura es comprensión, y por tanto no estar tan pendientes de la rapidez lectora (que es una práctica que aún se hace).
La lectoescritura es un proceso que dura tiempo, y se ha de dejar tiempo para que los niños y niñas aprendan a leer y a escribir y que vean que es algo que tiene funcionalidad y sentido.
Los niños acostumbran a comenzar a aprender a leer y a escribir con muchas ganas, es entrar al mundo de los adultos. Normalmente los adultos que estamos a su alrededor les leemos en voz alta y los niños van viendo cómo funciona eso. Nuestros hijos empiezan a leer y a escribir mirando y escuchando, eso es fundamental, y poco a poco, a partir de ahí, pueden ir haciendo.
Las prisas no son buenas. Para los niños el aprendizaje de la lectoescritura debe ser una actividad lúdica que se ha de hacer de manera placentera, porque los niños pueden descubrir mucho, hay muchos juegos y muchas propuestas que son muy atractivas.
También es cierto que es una actividad que requiere una cierta abstracción y un cierto esfuerzo, no es algo tan natural como lo es el hablar siempre que se tenga un contexto que tienda a hablar y que escuche al niño.
Leer y escribir requiere de una abstracción importante, pero eso no quiere decir que se tenga que hacer con frustración (a veces los adultos generamos esa frustración en los niños haciéndoles sentir que no son capaces, que deberían estar haciendo algo que sus compañeros ya hacen y que ellos aún no…). Entrar en esas dinámicas es muy perjudicial.»
Método Montessori de lectoescritura
El método Montessori, que tiene una base científica, investiga la capacidad y necesidad de hacer de los niños. María Montessori daba mucha importancia al desarrollo mental y físico. Ella observó que los niños tenían la necesidad de escribir pero no tenían la mano desarrollada para hacerlo, y diseño una serie de materiales para facilitarlo.
El método parte de la idea de que a las áreas cognitivas hay que enseñarles en un proceso de abstracción pero tocando primero. Y la parte sensorial y próxima del lenguaje es la oral. Los niños y niñas deben estar rodeados de lenguaje real, para nada infantilizar. Por ejemplo, no decir «guau, guau» sino decir «perro».
La función del adulto es acompañar este proceso, ser un referente y dar un sentido al hecho de leer y escribir. Una invitación que empieza con tan sólo dos años y medio.
María Montessori detecto, a través de la observación, que los niños durante la etapa 3-6 tenían una especial sensibilidad para el lenguaje, lo que se llama el periodo sensitivo del lenguaje. Fue a partir de esta observación que empezó a diseñar unos materiales y unas ayudas para que los niños pudiesen satisfacer esta necesidad.
Este proceso se inicia no por una prisa del adulto, sino porque ella misma observó una predisposición, una necesidad, y por tanto muchas facilidades por parte de los niños de comenzar este proceso en estas edades. Es un proceso que viene muy marcado por el niño o la niña, y son él o ella quienes nos indican en qué momento exacto hay que empezar a trabajar la lectoescritura. Evidentemente es muy importante que el ambiente acompañe esta motivación.
El espacio físico tiene que estar formado por materiales específicos que generen en el niño estas ganas y la necesidad de aprender a leer y a escribir. Estos materiales podrían ser, o bien materiales más concretos de lectoescritura, o también libros, tarjetas de vocabulario. En este espacio también debe haber unos adultos preparados para acompañar, observar y motivar este aprendizaje siguiendo al niño.
Una de las estrellas de este aprendizaje es el alfabeto móvil. ¿Qué es y qué facilita el alfabeto móvil del método Montessori?
El alfabeto móvil es quizás uno de los materiales más relevantes de la metodología Montessori. Se trata de un alfabeto que está formado por unas letras de madera, y se presenta una vez que el niño ya ha empezado a reconocer diversas letras a partir de lo que se llama el juego de los sonidos y también las letras de papel (que serían materiales previos al alfabeto móvil).
Se trabaja paralelamente con otros materiales mientras los niños se van como entrenando para el análisis de los sonidos y van reforzando esta asociación del sonido con la grafía.
Con el alfabeto móvil los niños pueden empezar a escribir sus primeras palabras, juntando grafías aprendidas previamente.
Es importante recalcar que en Montessori durante este proceso no se utiliza el nombre de las letras sino su fonema. Es decir, «mama» no empieza por la letra «m» sino que empieza por el sonido de la letra. Esto, que es algo tan simple, agiliza mucho el proceso de la lectoescritura y también el de la lectura, ya que sale de manera totalmente espontánea. Se comienza siempre con palabra cortas, y al final los niños acaban escribiendo palabras más largas.
Cuando los niños ya tienen las manos desarrolladas y el adulto ve que ya han desarrollado la motricidad fina para poder escribir con el dedo, con una tiza o con un lápiz se introducen las pizarras individuales, y luego ya lápiz y papel. Es el niño o la niña quien guía el proceso.
La pizarras individuales son unas pizarras pequeñitas que caben en una mesa pequeña. Primero se trabaja en ellas sin pauta, porque el trazo suele ser más grande ya que venimos de una psicomotricidad mucho más gruesa. Poco a poco se va añadiendo una pauta hasta acabar utilizando el lápiz y el papel.
Se utilizan también muchos otros recursos que cada guía o cada espacio se ingenia, como por ejemplo las bandejas con arena, haciendo trazos en el suelo o experimentando con otros materiales.
Las pizarras individuales se utilizan básicamente para que el niño pueda borrar aquello que ha escrito, porque en Montessori se pone siempre la atención en el proceso y no tanto en el resultado. El niño, en esta edad, escribe para jugar y no para producir.
Recalcar también que la manera de aprender a través de los fonemas se hace si el niño se siente cómodo con ese proceso. Evidentemente, si se observa que hay un niño al que le funciona mucho mejor la lectura global, se tiene que tener el espacio habilitado con materiales para poder satisfacer esa necesidad. Por tanto, no es tan importante el material Montessori como la filosofía de seguir al niño que tanto defendía la doctora Montessori.
A medida que los niños van escribiendo ya van leyendo. Una vez que los niños han experimentado y jugado muchísimo con la escritura (a través del alfabeto móvil y de las pizarras) se empiezan a introducir materiales más concretos: materiales de estudio de la palabra. Se presentan aproximadamente entre los 4 y 5 años y se introducen aspectos como por ejemplo el singular y el plural o el masculino y el femenino.
Se introducen también unos materiales que se denominan materiales de función de las palabras, que vendría a ser un preliminar (muy preliminar) de la sintaxis. Estos aprendizajes no se hacen por la prisa del adulto para que el niño aprenda conceptos cognitivos muy difíciles, sino que se hace porque se considera que los niños tienen la voluntad, la motivación y la facilidad para entender cómo funciona el lenguaje que oyen y para poder saber cómo utilizarlo mejor.
No es un trabajo pesado y de mucho esfuerzo para los niños sino que son juegos muy dinámicos, materiales atractivos totalmente experimentales con lo que ellos juegan experimentando con elementos reales de su entorno.
Todos estos elementos se trabajan de manera sensorial en la etapa de infantil, y aparte de proporcionar herramientas a los niños para entender el mundo y darles el placer, nos sirve evidentemente también para más adelante, en primaria, poder tratar aspectos más abstractos del lenguaje teniendo una base mucho más sólida.
A veces se ha malinterpretado el método Montessori porque parece que se quiere ir demasiado deprisa con los aprendizajes cognitivos, pero todos ellos son transmitidos de manera muy lúdica y muy respetuosa y nacen siempre del niño.
Los niños en los centros Montessori juegan con todo aquello que perciben del mundo, y por tanto juegan con todos los lenguajes que tienen a su alcance. Eso les ayuda a adaptarse al entorno y a entenderlo. Los niños no trabajan para tener un resultado sino para satisfacerse ellos mismos.
La doctora Montessori detectó esa facilidad y esa motivación por parte de los niños para poder jugar y experimentar con elementos que, quizás a ojos adultos nos pueden parecer muy pesados o demasiado teóricos incluso pero que a ojos de los niños, y transmitidos con materiales adecuados, son totalmente atractivos y son la mejor herramienta para su adaptación al mundo y para su bienestar.
Método Waldorf para lectoescritura
Con la pedagogía Waldorf se espera a que el niño pase a primaria, en torno a los 6-7 años, cuando ha dejado de formar su cuerpo y pasa a las partes más cognitivas y de pensamiento. Es entonces cuando se le introduce en el mundo de los cuentos y la naturaleza, y aparecen las letras del abecedario.
En cada letra se hace una propuesta de un cuento o de una narración para que al niño se le despierte la fuerza creativa que asocia con la imagen de la letra. Se hace un dibujo y se resigue la grafía, y de esta forma el niño se impregna del abecedario (no lo memoriza).
Se intenta siempre respetar al niño o la niña y tener en cuenta su momento, es por eso que se espera a que esté en primaria que es cuando se piensa que el niño tiene ya fuerzas para empezar ese aprendizaje. Para el niño el aprendizaje de la lectoescritura es importante y es un momento al que llega muy motivado, sabe que otros niños de su entorno social ya han empezado y él por tanto llega con mucho interés y muchas ganas de aprender.
Lo que se hace es aprovechar esa fuerza y energía que los niños tienen para trabajar con ellos con esa ilusión. Se empieza sobre todo con lo que es la creación de imágenes (haciendo que los niños creen imágenes mentales).
Eso se hace a partir de la narración oral (no leída aún, porque para el niño el lenguaje del adulto estructurado y ordenado a nivel escrito todavía es difícil) como en tiempos pasados hacían las abuelas o la gente del pueblo, que explicaban las historias (no las leían). Con esto el niño lo que hace es construir unas imágenes.
En esta construcción (a la que a veces no le damos la suficiente importancia o recurrimos mucho a libros con ilustraciones) lo que conseguimos es que cada niño construya su propia imagen. De esta creación lo que se hace después es crear una imagen que cada niño plasma, y sobre esa imagen se van descubriendo las grafías.
Poco a poco se van presentando todas las letras. Se tarda todo un primer curso de primaria en presentar el abecedario en letra de palo (las letras mayúsculas), y se van explicando historias para cada letra. Entonces el niño tiene una relación y una asociación para cada letra con una vivencia, con un recuerdo importante y normalmente con felicidad.
En esta construcción de las letras poco a poco los niños y niñas van construyendo sonidos porque van asociando, y van viendo la importancia de las vocales y como éstas juegan con las otras letras.
Se empieza escribiendo para luego pasar a la lectura que va entrando poco a poco:
- En primero son cuentos de hadas,
- en segundo fábulas,
- en tercero la historia del pueblo hebreo,
- en cuarto la mitología nórdica,
- en quinto Grecia
- y en sexto curso Roma.
Todos los temas tienen un vínculo con el momento que tiene el niño. No hay libros de texto y cada niño construye su propio cuaderno (con lo que se le da importancia a la parte artística).
La parte artística es una parte creativa que hoy en día en muchos métodos pedagógicos se deja de lado, y es algo muy importante el que podamos expresarla las personas. Se ha de intentar que los niños desde pequeños a nivel artístico puedan expresar y sacar eso que tienen dentro, a nivel visual o a nivel verbal, y que de esa forma puedan hacer aflorar sus emociones. Se pueden ver muchas cosas en los dibujos de los niños y niñas, y de ahí la importancia de esa parte artística y de hacer.
En cuanto a las narraciones, con el hecho de que haya una temática determinada en cada curso lo que se busca es un vínculo con el niño o la niña en cada etapa. Está muy justificado el tema que se toca en cada momento, son diferentes etapas evolutivas del niño y en cada edad se le da lo que se cree que es pertinente.
En la parte de las grafías también hay una evolución. Se comienza con unos bloques de cera gruesos, en que la grafía tiene que ser lenta, pausada… y poco a poco se va afinando. Hasta que se llega a una pluma estilográfica que se puede dar a finales de cuarto o quinto curso.
En este proceso de aprendizaje de la lectoescritura el salto de la escritura a la lectura es algo automático. Los niños y niñas, con la escritura, entienden la lectura.
Se empieza con letras de palo en primero, y aquí muchos niños ya van ligando las letras y ellos solos van probando cuando algo tiene sentido y cuando no, porque se van quedando con los sonidos.
Cuando se descubre una letra se pregunta: ¿Cómo suena? ¿Cómo la llamamos? Aparte de hacer el dibujo se pone la letra en práctica y se va haciendo un juego. A final de curso todos los niños ya construyen, ven las palabras. Sí que es cierto que sólo lo tienen de momento en mayúsculas.
En segundo se pasa ya a la letra de imprenta. Cuando se pasa a la letra de imprenta y se ha hecho la asociación del abecedario (que los niños tienen muy claro en la cabeza) con la letra mayúscula y la letra de imprenta, automáticamente se ponen a leer.
Un punto muy fuerte de este método es que la capacidad que han adquirido los niños para construir imágenes hace que la lectura no necesite siempre de una ilustración, y eso es algo que les enriquece mucho.
Aquí el profesor o profesora ya empieza a introducir lectura suya, para que los niños y niñas vean cómo leer y cómo hacer las pausas, y que en definitiva vayan cogiendo un buen hábito de lectura.
Lo que la pedagogía Waldorf aporta a la lectoescritura es básicamente mucho respeto al momento del niño o la niña. Esperar, y que él o ella no tengan después consecuencias y estrés por haberles apretado demasiado. Y por otro lado se desarrolla la capacidad creativa, el niño construye desde su interior.
Con el método Waldorf de lectoescritura el nivel de los niños, aún empezando más tarde, es igual al de otras escuelas. Es algo que corroboran las pruebas de primaria que sobre todo les dan un muy buen nivel en comprensión oral. Por tanto, empezar más tarde no quiere decir acabar más tarde.
Qué es el método Decroly de lectoescritura
El método Decroly se tiene que enmarcar en un aprendizaje globalizado, en la transversalidad de asignaturas. A partir de un tema, por ejemplo una naranja, se puede desarrollar y trabajar todo el conocimiento en infantil.
Es un método científico basado en la neuropsiquiatría y el pedagogo belga Ovide Decroly, que observó como aprenden los niños: observación, asociación y expresión. Tres acciones simultáneas. Un método basado en la psicogénesis.
Lo que propone el método Decroly es un aprendizaje globalizado de entrada, en el cual el niño está muy habituado a observar, a analizar todo el mundo que le rodea. Decía Decroly que el niño para poder escribir necesita poder decir cosas.
El método se basa en la idea de que se respetan todos los procesos madurativos hasta que no llega el momento en que el niño realmente está preparado para abordar este aprendizaje. Cuando se habla de desarrollo madurativo se hace referencia a la psicomotricidad, a la coordinación óculo-manual, al lenguaje oral (es imprescindible haber hecho un trabajo previo y muy grande de lenguaje oral), y se respeta también el interés y los ritmos individuales de aprendizaje.
El punto de partida del lenguaje escrito es una frase, y se empieza el proceso a partir del último curso de educación infantil. Hasta entonces se ha hecho ese trabajo previo de coordinación ojo-mano, de lenguaje oral, de habituarlos a descubrir, deducir, observar y manipular muchísimo.
Por ejemplo, para hacer este trabajo de psicomotricidad y coordinación óculo-manual los niños cosen en cada una de las edades. Y al llegar a P5 se presenta el telar, que es un trabajo individual de cada uno de los alumnos en el que se requieren muchas habilidades que son previas al aprendizaje de la lectoescritura, y que permite tener una guía de en qué momento se encuentra cada niño a nivel madurativo.
El telar despliega habilidades como la atención, la motivación, el esfuerzo, el esquema corporal, la situación espacial, y también nos indica cómo se presenta el niño delante del aprendizaje y cómo vive la frustración. Todas ellas habilidades que son necesarias para abordar el aprendizaje de la lectoescritura.
Y entonces llega un momento en P5 donde lo que aprenden es a través un material. Ese material es la frase (se trata de un material que, a diferencia del método Montessori, no se presenta sino que se crea con los niños).
Los niños aprenden que el lenguaje escrito expresa una idea. A partir de aquí se van construyendo frases, y ese será el material previo a partir del cual el niño empezará a hacer todo ese tipo de progreso deductivo en el que se entra en un juego. Esa es la clave, que se les propone como un juego a partir del cual comienzan a ponerle nombre a las letras, y a partir de ahí construyen la frase.
Se empieza con letra ligada. A los niños y niñas se les presenta una frase escrita, por ejemplo «Luis se ha caído de la silla», y se les pregunta: «¿Qué os recuerda este dibujo de la grafía, de la ‘e’ por ejemplo? ¿En qué os hace pensar?».
Por eso Decroly también lo llamaba el método ideovisual, porque el lenguaje escrito no sólo expresa una idea, una emoción o una experiencia vivida por ellos, sino que además es un juego en el que se pone nombre a cada una de las letras.
Cuando empiezan los niños y niñas a escribir (porque están preparados y tienen interés por comenzar) hacen el recorrido y van diciendo en voz alta visualmente el recorrido que hace cada una de las letras. Por ejemplo la letra ‘l’ puede ser la oreja de conejo, decide toda la clase que nombre tiene cada una de las letras describiéndolas.
Una vez se ha puesto nombre a todas las letras del abecedario (el adulto va guiando dando frases para que vayan saliendo todas) ya se empieza a abordar el aprendizaje de la escritura.
Llega un momento en que los niños son capaces de crear frases nuevas. Con todas las experiencias que se viven en la clase van generando material, generando frases. Al final del año pueden tener por ejemplo (en un curso de P5) 10 frases.
Con estas frases el trabajo que se hace es memorizarlas visualmente. Hay algunos niños que sí que están preparados y que las pueden llegar a descodificar, pero si no tienen estrategias memorísticas. También se educa el ojo, la mirada izquierda-derecha (porque muchos aún no están en ese punto madurativamente), se les acompaña en este aprendizaje.
Y llega un momento en el que ellos mismos, de manera oral sobre todo al principio, comienzan a hacer frases nuevas, que se combinan con las frases que ya se tenían. Con ese material los niños y niñas pasan a primero.
Y ese será el proceso que se continúa en primero, ya no sólo de manera oral sino de manera física con las frases que se tienen. Van cortándolas y tienen una cajita de frases.
Cuando en verano los niños y niñas acaban P5 se van a su casa con las frases del curso, y cuando vuelven y empiezan primero tienen la cajita de frases. Evidentemente la motivación es brutal, tienen muchas ganas de seguir y continuar haciendo. Hay niños que son muy capaces ya de descodificar poco a poco. Se van recortando las frases y se va generando ese material. Al final del proceso llegan, por propio descubrimiento, a relacionar las grafías con sus sonidos.
A grandes rasgos las ventajas del método Decroly de lectoescritura son:
- Que permite acompañar los ritmos individuales.
- Que es respetuoso con la manera natural de aprender porque se parte de la globalidad, no de la parte más pequeña sino de la parte más grande a nivel de lenguaje.
- Que la satisfacción personal al ser un aprendizaje por propio descubrimiento genera mucha autoestima, aparte de que los niños están supermotivados para aprender.
- Y finalmente que el niño es un agente activo en este proceso.
Qué es el método Glifing para leer
El método Glifing fue creado hace 10 años por Montserrat García, con la Universidad de Barcelona, para ayudar a superar las dificultades de lectura que tenía su hijo a causa de su dislexia.
El método se vio muy beneficioso y desde entonces miles de niños lo han utilizado. Pero además han visto que no sólo es necesario para los niños y niñas que tienen una dificultad con la lectura, sino que todos los niños que están en edad de aprender a leer pueden mejorar de una manera muy fácil personalizando el método y adaptándolo a las necesidades de cada uno.
Es por ello que también se ha desarrollado una App (ReadUp by Glifing) que permite jugar con la lectura a través de una aplicación móvil.
Método pictoescritura y escritura creativa
Roser Ballesteros es creadora del método pictoescritura que utilizan más de 1.800 profesores y 15.000 alumnos en España.
«La plataforma de pictoescritura permite trabajar todo el currículum de lengua en primaria estimulando la creatividad y la imaginación de los niños. La metodología incorpora estrategias de pensamiento visual en el proceso de aprendizaje de la lengua. Siempre se trabaja conectando lenguaje visual, lenguaje oral y lenguaje escrito.»
El equipo de pictoescritura forma y acompaña a los profesores durante todo el curso, y son los maestros y maestras quienes aplican de forma autónoma la metodología en el aula.
Los profesores y profesoras disfrutan enseñando lengua, y lo que más destacan de la metodología es su carácter inclusivo y el cambio en la motivación de los alumnos por el aprendizaje.
Qué podemos hacer los padres para ayudar en el aprendizaje de la lectoescritura
En general los padres y madres debemos:
Ofrecer un entorno rico. Muchos cuentos, muchas narraciones, mucho hablar con nuestros hijos e hijas. En definitiva estimular lo que es el lenguaje oral, para poder construir bien y poder utilizar un lenguaje correcto.
Respetar el ritmo del niño o niña y no proyectar en nuestros hijos expectativas que no son reales («es que el niño ya tendría que estar haciendo…», pues quizás no. Quizás no tendría que estar haciendo eso aún).
Y dejarse asesorar, buscar e ideas y propuestas para generar en el niño el interés por aprender a leer y a escribir. Por ejemplo, proponerle enviar una carta a un amigo durante el verano. Hacer cosas que puedan generar el aprendizaje de la lectura y la escritura como una cosa divertida y como una necesidad que los niños y niñas necesiten conseguir.
Una reflexión
El que sea importante aprender a leer y a escribir no quiere decir que cuanto antes lo hagamos el niño vaya a progresar más. ¿A qué se debe que exista aún esta presión social para que los niños y niñas aprendan a leer y a escribir cuanto antes mejor? ¿Por qué nos angustiamos los padres si nuestro hijo o hija tiene alguna dificultad?
Aunque las cosas están cambiando continuamos siendo una sociedad en la que nos es más fácil evaluar los resultados, y nos cuesta mucho fijarnos en los procesos.
Tendemos a basarnos en parámetros: a tal edad toca hacer tal cosa… y vamos quemando las etapas. Es algo de lo que generalmente pecamos y es importante en la labor de las escuelas preservar los ritmos, ser más respetuosos con las etapas madurativas.
Es algo que se arrastra ya de hace tiempo, es el respeto al ser humano. Quizás ya viene desde la revolución industrial. Cuando se tiene al ser humano como un objeto, como una máquina de producir, es algo que afecta a la parte educativa. Se valora más a quien aprende más rápido y a quien sabe más, respetando poco la individualidad de cada uno.
Y cada persona ha venido a hacer cosas diferentes, e intentando hacer que todos seamos válidos en lo mismo estamos capando muchas aptitudes que probablemente la sociedad necesita.
Fuente: «Els millors mètodes per aprendre a llegir i a escriure«. Programa «L’ofici d’educar» a Catalunya Ràdio (11/07/2021)
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