Es importante ser emprendedor. Para darnos cuenta de ello podemos pensar justo en lo contrario: ¿Cómo es un niño, un alumno, que no es nada emprendedor? La idea que nos viene a la cabeza es la de un niño pasivo, apático, que se deja manejar, que no tiene iniciativa. Que va un poco al son de la rutina. Aprender a emprender es necesario.
El emprendimiento es una actitud vital. No es solamente una capacitación para el trabajo profesional. Es la idea de la persona proactiva, protagonista de sus propias decisiones.
¿En qué se diferencian un emprendedor y un empresario?
¿Es diferente preparar a un niño para que sea empresario o para que sea emprendedor?
Son cosas distintas. La escuela tiene como función preparar a la persona para la vida. Luego, la educación no obligatoria, la prepara para una profesión. En muchos aspectos va ligado, pero el emprender es una actitud vital. Uno emprende su proyecto de ocio, su pareja… uno adopta una actitud ante la vida.
El empresario, o la vocación profesional, llevan a abrir un abanico diferente de posibilidades a la hora de elegir tu trabajo. Lo que ocurre es que, para vivir la profesión de una determinada manera, uno ha tenido que aprender a desarrollar ese talento de emprendedor.
¿Se puede aprender a EMPRENDER, o es algo que ya va con el carácter?
Se puede entrenar, cómo el carácter. El carácter emprendedor tiene 4 grandes características:
1. Responsabilidad y autonomía.
Un joven emprendedor es alguien que tiene un grado importante de responsabilidad y autonomía a la hora de plantearse sus decisiones.
2. Capacidad de trabajar en equipo.
Hoy un emprendedor es alguien que sabe trabajar en equipo. Y dentro del trabajo en equipo es capaz de liderar. Es capaz de ser líder, protagonista, tomar decisiones, arrastrar, conmover, convencer… tener habilidades de comunicación.
3. Creatividad.
También hoy, un rasgo importante de una persona emprendedora es que tenga creatividad. Quizás porque el mundo cambia muy deprisa. Se necesita a alguien que sepa asumir riesgos, que sepa innovar, que sea capaz de distinguir posibilidades, que sea capaz de atreverse.
4. Eficacia.
La cuarta pata del emprendimiento es una cierta eficacia. Uno ha de ser eficaz, saber gestionar los recursos –tanto económicos como humanos-, saber gestionar los proyectos, saber empezar y terminar, saber planificar.
Toda esa parte de gestión de habilidades un poco más empresariales, es también parte de la competencia emprendedora.
El imaginario colectivo en España no tiene mucho que ver con esto de ser emprendedor
El concepto de competencia emprendedora aparece en Europa a finales de los 90. En el año 2000 se hace un estudio muy interesante, en el cual se pregunta a los alumnos que han terminado el equivalente a nuestro selectivo qué quieren ser de mayores.
En Europa, el 54% de los jóvenes contestan que quieren ser funcionarios. En España, en aquel momento, esa respuesta la dan un 74%. Hay una preocupación grande en Europa, en las instituciones educativas, del peligro de la fuerte estatalización de las economías europeas.
Que es algo que luego se ha demostrado en la crisis que hemos vivido. Eso de que el trabajo ideal de tu vida es el que esté al lado de casa, con un horario fijo… esa idea acomodada del trabajo como concepto de supervivencia, y no de creación.
Ahí comienza a configurarse la necesidad de que en las escuelas se entrene el carácter emprendedor, aparte de lo que es la educación económica o financiera, que no se ha de dejar de lado. También es una necesidad el aprender a manejar el dinero, pero son cosas diferentes.
Hay una historia al respecto
A finales del siglo XIX en Inglaterra, con la crisis (ya había crisis de mercados), las fábricas de calzado deciden enviar dos expediciones a África, para estudiar si era posible abrir allí nuevos mercados.
Al cabo de pocas semanas llega un telegrama de la primera expedición:
«Estudio terminado. STOP. Situación desesperada. STOP. Aquí nadie usa zapatos»
Dos días más tarde llega el telegrama de la segunda expedición:
«Estudio terminado. Oportunidad única. Aquí nadie usa zapatos»
El talento emprendedor es la capacidad de afrontar las circunstancias como una oportunidad de crecimiento, y no solamente como un riesgo de fracaso.
También se han de tener en cuenta las leyes, que no ayudan a equivocarse. Cuando hablamos del emprendimiento como actitud, a la hora de perfilar la vida profesional, es cierto que hay culturas y políticas que ayudan a que el emprendimiento desemboque en tener un proyecto empresarial propio. Que ayudan a ser autónomo, a iniciar aventuras laborales por cuenta propia. Hay culturas, como la nuestra, que han empujado siempre al trabajo dependiente. Otras, como la americana, promocionan más el prototipo emprendedor.
Garaje de los padres de Steve Jobs, en Crist Drive en Los Altos, California
¿Cómo se implementa en el colegio el espíritu emprendedor?
Para que un alumno sea capaz de tener iniciativa, ser creativo, ser innovador… la escuela tiene que cambiar en el enfoque que da. La metodología por excelencia es el trabajo por proyectos. Un proyecto, en el fondo, es lo que requiere un emprendedor. Un proyecto es un sueño, que tienes que convertir en un itinerario.
Por ejemplo hacer un huerto escolar. Eso conlleva que haya que formar equipos, ir a ver otros huertos, comprar las semillas… Genera autonomía, genera la toma de decisiones, genera muchas oportunidades para que los alumnos interaccionen en equipo, para que salga el que es líder, para que se entrenen en cada una de estas habilidades. Se crean ocasiones de aprendizaje rico, muy vinculado a la realidad.
Entrenar la competencia emprendedora supone que el alumno aborde situaciones reales, que lo que hago sirva realmente para mejorar algo. Y luego, hay un componente importante en la educación del emprendimiento en la escuela: ha de ser emprendimiento social.
El niño, durante su escolarización, tiene que descubrir que su actividad, lo que hace, puede mejorar la vida de los demás. Eso es algo que hay que aprender en la escuela. Que el sentido profundo del trabajo es crear bien social, no solamente subsistir.
Esa vinculación, entre la actividad que se realiza y la finalidad ética, eso se enseña en la escuela.
Fuente: Carmen Pellicer, directora de la Fundación Trilema, teóloga, pedagoga y escritora. En La aventura del saber de RTVE (24/05/16)