La capacidad de mantener la atención es fundamental para desarrollar con éxito muchas tareas cotidianas. También lo es el mantener cierto interés por los estímulos espontáneos que surgen en nuestro entorno.
Que exista un equilibrio entre la capacidad de mantener la atención y la posibilidad de distraerse es necesario para la supervivencia humana. La explicación evolutiva es que nuestros ancestros necesitaban concentrarse en tareas técnicas como fabricar armas con piedras y huesos, pero no tanto como para obnubilarse en su trabajo y no darse cuenta de si había un depredador al acecho.
Hay que mantener la atención sin llegar a distraerse con el vuelo de una mosca (porque entonces nunca se acabará la fabricación del arma).
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¿Cómo funciona la atención? ¿Qué es la concentración?
Imagina que sólo dispones de un foco para ir iluminando todo aquello que te interesa. A tu alrededor hay muchos estímulos, cosas y personas. A veces serás tú quien vaya buscando un determinado estímulo con el foco, pero en otras ocasiones será el estímulo el que te capte a ti.
El problema del foco de luz es que es un recurso limitado, que no puede alumbrar todo a la vez. Es por ello que la luz que emite el foco te permitirá atender aquello que esté alumbrando, pero lo que esté en penumbra no podrá ser atendido al menos en ese momento.
Con este ejemplo puedes ver que los recursos atencionales son limitados, ya que no puedes atender simultáneamente a todos los estímulos. Debes hacer una selección de cuál es el estímulo o tarea que más te interesa, motiva o recompensa.
Por su parte la concentración es una de las principales funciones ejecutivas, mediante la cual somos capaces de focalizar nuestros recursos en un estímulo, persona, actividad o tarea concreta.
No es lo mismo estar atento que estar concentrado
Es habitual utilizar los conceptos de atención y concentración como sinónimos, pero existen diferencias entre ambos.
Diferencias en cuanto a la localización del proceso en el cerebro. La gran mayoría de los procesos de atención activan zonas posteriores del cerebro (lo que se llama el cerebro reptiliano). En cambio, la concentración (o atención ejecutiva) se localiza en zonas frontales del cerebro (en la corteza prefrontal).
Otra diferencia es que la atención es pasiva y la concentración tiene un papel más activo. La atención es pasiva porque es el estímulo o la situación quien nos capta, mientras que la concentración tiene un papel más activo ya que somos nosotros quienes buscamos de manera consciente y perseverante el estímulo. Lo verás claro con el siguiente ejemplo.
Imagina que un día, mientras estás paseando por la calle, te encuentras con un chico disfrazado de sándwich que está publicitando una cadena de comida rápida. Independientemente de tu voluntad de fijarte o no en él, el personaje te va a llamar la atención.
En cambio, si cualquier otro día decides salir a la calle en busca de alguna persona disfrazada de sándwich, estarás haciendo un ejercicio de concentración, puesto que serás tú quien va en busca del estímulo. En este segundo caso eres consciente de lo que buscas y eres perseverante, además de decidir voluntariamente realizar esa conducta.
La concentración requiere voluntariedad, constancia y perseverancia. Está muy relacionada con la motivación, la curiosidad y las expectativas que tenemos. Es fácil atender tareas que nos motivan, pero ante actividades que para nosotros sean aburridas y monótonas nos resultará mucho más difícil mantener la concentración.
Los problemas de atención en niños y niñas
Las consecuencias de la falta de atención en los niños son serias. Es uno de los problemas que más preocupa a padres, madres y docentes, y el que lleva en mayor número a niños a consultas de psicólogos porque es algo que altera todo el comportamiento del menor.
Cuando hablamos de atención estamos hablando de la capacidad que tienen que aprender los niños de controlar su propia conducta. Cuando no lo hacen, se distraen mucho:
- No pueden dirigir su mirada y su comprensión hacia un objeto, sino que cambian mucho.
- Son niños que se mueven mucho, porque tampoco pueden controlar sus movimientos. Son niños inquietos.
- Son niños que pueden tener dificultades en controlar sus impulsos. Son niños impulsivos.
A veces esas tres cosas (la dificultad de atención y de concentración, la inquietud y la impulsividad) se unen con una cierta gravedad y aparece lo que llamamos síntomas por déficit de atención e hiperactividad.
Tenemos recursos para evitarlo, para controlarlo, y conviene hacerlo cuanto antes. Los niños que tienen TDAH necesitan unos cuidados especiales en la escuela y en casa. Los docentes tienen que saber qué hacer con estos niños y niñas, tienen una gran responsabilidad en cómo hacerlo.
No es que los niños que sufren TDAH no tengan foco (como se ejemplificaba en el primer punto de esta publicación), claro que lo tienen. Su dificultad principal es que están constantemente cambiando el foco atencional de su linterna, cosa que les dificulta terriblemente su concentración. Se trata más de un problema de inhibición de impulsos que de concentración.
Son niños que con muchísima facilidad en el aula son discriminados y castigados, porque muchas veces se piensa que son vagos o que son perezosos. Los niños se sienten muy humillados y se sienten muchas veces descorazonados porque no pueden controlar lo que están haciendo. Los profesores deben comprender que no es culpa suya.
Son niños que por ejemplo tienen mucha dificultad en recordar las tareas, no sólo en hacerlas sino en recordarlas. Hay que hacerles a estos niños una especie de programa muy detallado de qué es lo que tienen que hacer todos los días.
Son niños que no responden al castigo, porque consideran que no pueden hacer nada para evitarlo, y caen en una especie de impotencia aprendida: «si no puedo hacer nada ¿para qué me voy a esforzar?».
Son niños que en el aula no deben ser discriminados, al contrario, hay que intentar cuidar el que se vayan sintiendo capaces de enfrentarse con las cosas.
Qué tipos de atención existen
Veamos las diferentes maneras de utilizar ese foco, o sea, los tipos de atención que existen:
Atención selectiva
La atención selectiva la ponemos en marcha cuando la tarea o actividad nos exige seleccionar del ambiente un determinado estímulo. Seleccionamos la información que es relevante e inhibimos aquellos estímulos que no lo son.
Es cuando por ejemplo buscas vocales en una sopa de letras o cuando quieres identificar a tu hijo entre todos los niños al recogerle a la salida del cole.
Atención focalizada
Ponemos en marcha la atención focalizada cuando nos centramos o focalizamos en una actividad concreta. Nuestra atención la podemos enfocar a estímulos visuales, auditivos o táctiles. Por ejemplo, calcular una expresión matemática requiere focalizar nuestra atención: 3 + 2 – 1 + 6
Atención sostenida
A la atención sostenida se la conoce también como atención mantenida o atención ejecutiva (concentración). Consiste en la capacidad de mantener una actividad durante un tiempo prolongado de forma consciente, y es la continuación de la atención focalizada.
Lo que diferencia la atención focalizada de la atención sostenida no es el tipo de tarea sino la duración de la misma. Siguiendo con el ejemplo anterior, si en lugar de hacer un solo cálculo matemático tuviésemos que hacer una hoja completa, dejaría de ser atención focalizada para ser una actividad de atención sostenida, porque requeriría una atención persistente en el tiempo.
Actividades que requieren una atención sostenida son, por ejemplo, leer durante media hora, ver una película, resolver un crucigrama, o estudiar para un examen. Cuando se tiene activo este tipo de atención decimos que estamos concentrados.
Para el niño la atención sostenida es más elaborada y trabajada cuando la tarea que tiene que llevar a cabo no le motiva y es monótona, puesto que le requiere un mayor esfuerzo.
Atención dividida
Es cuando estamos realizando simultáneamente dos o más tareas. Por ejemplo, a la vez que estás planchando estás tomándote un café y hablando con una amiga. La atención dividida, para ponerse en marcha, requiere que alguna de las tareas esté automatizada. Es imposible hacer dos tareas novedosas al mismo tiempo.
Atención alternante
En este caso cambiamos el foco atencional ante la emisión de una señal de cambio. La atención alternante es la capacidad que nos permite cambiar el foco de atención entre dos o más actividades que requieren respuestas cognitivas diferentes por nuestra parte.
Por ejemplo, estar haciendo en un folio ejercicios de multiplicaciones pero, al escuchar un silbato, tienes que pasar a la hoja de sumas. Requiere dos o más tareas, pero no a la vez.
Atención excluyente o atención inhibitoria
En este caso la persona requiere controlar (no decir o no hacer) una determinada conducta que está automatizada. Este tipo de atención está muy relacionada con el control de impulsos o inhibición, y se refleja muy bien en el llamado efecto stroop.
El efecto stroop es una demostración de la interferencia en el tiempo de reacción de una tarea. Debe su nombre al psicólogo estadounidense John Ridley Stroop (1897-1973) quien lo publicó en inglés en 1935 en un artículo en el Journal of Experimental Psychology titulado «Studies of Interference in serial verbal experiments«.
Seguro que te suena ti te explico en qué consiste:
Cuando el nombre de un color («azul», «verde», o «rojo») está escrito en un color que no es el correspondiente al nombre (por ejemplo la palabra «rojo» escrita en tinta azul, en lugar de con tinta roja), nombrar el color de la palabra requiere más tiempo y es más propenso a errores que cuando el color de la tinta corresponde al nombre del color.
El desarrollo evolutivo de la atención
Los niños y niñas muy pequeños son inquietos y necesitan moverse, es lo normal. A esas edades no controlan todavía su atención. Cuando tu hijo/a es muy pequeño que nadie te hable de hiperactividad, porque eso es algo que no se puede detectar hasta los 6 años.
La atención es un proceso psicológico que a lo largo de nuestro desarrollo evolutivo se va entrenando y mejorando. El bebé, en su primer año de vida, va aprendiendo a controlar su atención gracias a sus figuras de apego (madre, padre y profesores). Cada vez que tu hijo/a vea algo que le resulte novedoso e interesante tratará de centrarse en ello.
La atención del bebé es involuntaria, inconsciente y con escaso control, siendo los estímulos quienes la captan y no al revés. Eso ocurre porque a esas edades son las zonas cerebrales posteriores las que se activan (el cerebro reptiliano o cerebro de supervivencia).
Poco a poco esa atención reactiva de los niños más pequeños se irá transformando en una atención controlada o ejecutiva (lo que llamamos concentración), y se activarán las regiones frontales del cerebro.
Para que esto ocurra se debe producir una buena estimulación y potenciación por parte de los padres y maestros, ya que sólo llegamos a la atención controlada (concentración) mediante la práctica y el entrenamiento.
Puedes ir, poco a poco, ayudando a tu hijo/a a que dirija la atención:
- Puedes hacerlo, por ejemplo, empezando a señalarle cosas para que el niño o la niña aprendan a seguir con su mirada la dirección de tu dedo.
- También mediante juegos compartidos, porque con un juego compartido tú estás dirigiendo la atención de tu hijo/a.
Déjale que vaya poco a poco adueñándose de su cerebro porque aún es muy pronto. En torno a los 6 meses de edad, los bebés son capaces de manera anticipada de atender a una situación, es decir, sostienen la atención porque saben que algo va a ocurrir. Ocurre por ejemplo cuando juegas con tú bebé de 6 meses al cucú-tras.
Cuando el niño ya tiene entre 3 y 6 años aprende a controlar su atención y su comportamiento. Esto es debido a la proliferación de neuronas inhibitorias en el cerebro, cosa que permite que se desarrolle su capacidad de control e inhibición de impulsos. El neurotransmisor que está relacionado con los procesos de atención y concentración es la dopamina.
Consejos para ayudar a los niños a mantener la atención y la concentración
¿A tu hijo/a le cuesta concentrarse? ¿No logra mantener la atención por mucho tiempo? ¿A menudo le sueles decir que está en las nubes? No es extraño y es muy común que los niños se dispersen y no hagan las tareas que les encomendamos. Esto les suele plantear a nuestros hijos dos tipos de problemas:
- Por un lado en el colegio, porque no prestan atención a la explicación de los profesores y su aprendizaje es más lento.
- Y en casa también es un inconveniente para ellos, porque los padres y madres tendemos a regañarles más porque no hacen esas tareas que les hemos mandado hacer.
Los siguientes consejos te ayudarán a que puedas fomentar la atención y la concentración en tus hijos e hijas. Se trata de consejos fáciles de llevar a la práctica y muy efectivos:
Define sus objetivos de forma periódica. Es importante que le digas a tu hijo/a cuáles son sus tareas y sus obligaciones. Y, hasta que él o ella las interiorice, las aprenda y sepa que objetivos tiene, puedes ayudarle haciendo listas de metas. Si las dejas escritas funcionarán mucho mejor.
Detecta sus momentos de más concentración. Si tú crees que tu hijo está más concentrado por las mañanas, ponle las tareas que sean más pesadas y más dificultosas en esa franja horaria. Deja para después las que sean menos tediosas.
Respeta sus descansos. Dicen los expertos que el cerebro humano no suele mantener la atención durante un periodo largo sostenido. Después de quince minutos a los adultos nos cuesta mantener esa concentración, y lo mismo les ocurre a los niños. Por eso el niño debe realizar breves descansos, basta con cinco minutos para que el pequeño retome la tarea más fresco.
Evita cualquier distracción. Si tu hijo tiene que hacer los deberes en casa, no dejes que la televisión esté de fondo, que haya un móvil encima de la mesa o incluso juguetes alrededor. El niño debe trabajar en una atmósfera lo más aséptica posible y libre de toda distracción.
Dieta equilibrada. Es muy importante que los niños tengan una buena alimentación para que afronten su día a día con energía. ¿Sabías que hay alimentos que fomentan y potencian la concentración y la atención en los niños? Todos los alimentos que sean ricos en fósforo, ácidos grasos Omega 3, calcio y otros minerales fomentan la atención y bajan el nivel de estrés.
Asegúrate de que duerme lo necesario. Cuando por la noche dormimos poco y dormimos mal, al día siguiente nos cuesta mucho rendir. A los niños les ocurre exactamente lo mismo. Por lo tanto es muy importante que los padres instauremos una buena rutina de sueño, para que cerebro y cuerpo descansen lo necesario.
Motívale e incentívale. Si tu hijo ha conseguido estar atento y concentrarse, y por ello ha hecho sus tareas correctamente, no es necesario que le premies comprándole un regalo, pero sí puedes darle pequeños incentivos como una tarde en el cine o una escapada al parque de atracciones en familia.
Además es muy importante que le motives en positivo. En vez de regañarle y decirle frases como: «¡no te enteras de nada!» o «¡no estás a lo que tienes que estar!», debes decirle frases como: «¡confío en ti!» o «¡tú puedes hacerlo! ¡Estoy segura de que lo vas a lograr!»
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