Dos opiniones formadas, fundadas, sobre el debate en relación con la conveniencia o no de poner deberes a los niños.
Jorge García Marín es profesor de sociología de la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Santiago de Compostela, es CONTRARIO a los deberes. Antonio Valle es catedrático de psicología evolutiva de la Universidad de la Coruña, es PARTIDARIO de las tareas de refuerzo.
El inicio del curso escolar llega marcado por el debate sobre los deberes. Hay quién los defiende como un instrumento necesario para reforzar las enseñanzas en las aulas, y hay quién considera que son excesivos.
Ilustración de Leire Salaberria
¿Es conveniente o no que los chavales se lleven trabajo a casa?
Jorge García Marín: Tal y como se entienden actualmente los deberes, para mí son algo inútil.
Antonio Valle: Si se hace una buena prescripción de tareas, de calidad, bien adaptadas a las necesidades de los alumnos, creo que es una buena práctica. Si se hace una mala utilización de ellas, evidentemente pueden tener consecuencias negativas.
¿Qué inconvenientes pueden tener?
Jorge García Marín: Como dice mi compañero, bien entendidos los deberes darían resultado. Sin embargo, si nos fijamos en los países de nuestro entorno vemos que, con menos cargas lectivas y con menos horas de trabajo, están consiguiendo mejores resultados en informes de rendimiento académico como el informe PISA.
Los inconvenientes que presentan fundamentalmente, y comprendo a las familias, es que son excesivos. No puede ser que, después de cinco horas de trabajo, los niños tengan que estar una media de seis o siete horas semanales haciendo más tareas, y además en ciertos niveles educativos como segundo, tercero o cuarto de primaria.
Los deberes no fomentan el trabajo autónomo, porque acaban siendo las familias las que terminan cargando con el estrés y por lo tanto se crea un mal clima familiar. Por otro lado terminan provocando en los niños una sensación de cansancio.
Y es lógico. Hay que diferenciar trabajo de ocio. Es muy importante la faceta de sociabilidad, de relación, de juego… y no se puede hipotecar con una carga excesiva de tareas para casa.
También es una forma de cuestionar la labor que hacen los propios docentes…
Antonio Valle: El carácter excesivo o no es algo que hay que demostrar con algún tipo de evidencia. Está claro que si planteamos el simple debate de deberes sí o deberes no, eso es algo que no tiene una respuesta.
Deberes SÍ: depende como / Deberes NO: sí se hace un mal uso.
La práctica de los deberes, bien utilizados, bien adaptados, bien prescritos para los alumnos, es una herramienta para el aprendizaje. Llevamos muchos años trabajando en este tema y tenemos evidencias demostrables con muestras amplias de alumnos, y en diferentes etapas educativas, de que en general es mejor hacer deberes que no hacerlos.
Otra cosa distinta es que, si la práctica que se hace con los deberes es mala, habrá que cambiar. Habrá que modificarla y hacerla mejor. Conseguir que sea una herramienta útil para los propios alumnos.
Creo que es un debate estéril. No conduce absolutamente a nada el ponernos a confrontar si deberes sí o deberes no. El camino adecuado es sobre todo mostrar evidencias empíricas de que eso es así o de que eso no es así.
¿Pueden servir de refuerzo del trabajo que se hace en el aula?
Antonio Valle: Está demostrado empíricamente que el tiempo que dedican los alumnos a los deberes no es una variable determinante en los resultados obtenidos. No más tiempo dedicado implica unos mejores resultados. Lo más determinante es el aprovechamiento que hacen de ese tiempo.
¿Deberes en su justa medida?
Jorge García Marín: Sí, deberes en su justa medida.
Y además también coincido en que depende del tipo de deberes. Por mi propia experiencia, que no es empírica como los estudios de otros colegas, si los deberes son monótonos, repetitivos y aburridos… es lógico que provoquen cansancio.
Otra cosa es si los deberes fomentan la creatividad. En lo que coinciden la mayoría de padres y madres es en que, los deberes que se acostumbran a mandar en los centros, no son ese segundo tipo que a todos nos gustaría, y además son excesivos.
Habría que revisar el modelo.
Antonio Valle: Seguramente habría que analizarlo y ajustarlo. Para tomar decisiones y posicionarse al respecto hay que tener un diagnóstico claro de cual es la situación. Si la situación es que hay una sobrecarga de deberes, o se prescriben deberes que no promueven el aprendizaje de los alumnos, hay que tomar medidas al respecto.
Lo que es indudable es que, desde el punto de vista de los que estudiamos el campo de cómo aprende el ser humano, hay un aspecto fundamental dentro de lo que son los aprendizajes académicos: es el tema de en que medida ciertos tipos de aprendizaje promueven la autonomía del alumno. Los deberes escolares si una ventaja tienen, bien prescritos y bien utilizados, y no en exceso cómo mencionaba Jorge, es que promueven la autonomía en el proceso de aprendizaje.
El propio estudiante va adquiriendo una serie de habilidades y estrategias para ser autónomo: ser capaz de gestionar el tiempo, ser capaz de gestionar a que tareas, actividades o materias, dedica un poco más de tiempo o menos.
Ese es un aspecto que sólo es posible a través del trabajo independiente que realiza el alumno. Dentro del aula está con otros compañeros, con los profesores… y se está produciendo un aprendizaje más interactivo.
Ilustración de Delphine Durand
Una parte del aprendizaje consiste en reflexionar sobre lo que se ha aprendido. Por eso creo que esas tareas para casa son útiles. No se le pueden atribuir males que las propias tareas para casa no tienen en sí mismas.
Sin duda un debate que suscita gran interés entre la comunidad educativa. Cada vez son más los profesores y las familias que defienden la idea de que los deberes son algo del pasado. Frente a ellos, hay quién entiende que como todo en la vida, los deberes en su justa medida, sí son necesarios como refuerzo al trabajo en el colegio.
Fuente: Radio Galicia de Cadena Ser (4/10/16)