‘El color de las cosas‘ es una obra rompedora, de esas que se salen de los moldes establecidos y que, además de ser una nueva forma de narrar, es una historia trepidante y adictiva.
Martin Panchaud es el autor de ‘El color de las cosas‘, cómic publicado en España por Reservoir Books que rompe todos los esquemas y nos presenta una forma diferente de explicar un relato.
Los personajes se convierten en círculos para contarnos una historia de los barrios periféricos de Inglaterra. Es una obra con mucho trasfondo social, divertida y dura a partes iguales.
‘El color de las cosas’ | Martin Panchaud
¿Por qué decidiste convertir a los personajes de un cómic en círculos de colores?
«Fue después de mis estudios. Yo en mi recorrido personal primero estudie cómic y después grafismo. Con los estudios de grafismo aprendes a hacer un logo o un cartel y, sobre todo, intentas ser lo más minimalista posible. Se intenta hacer una imagen muy depurada, muy limpia.
Yo pensé en cómo contar una historia (con sus diálogos) pero reduciéndolo todo a lo más mínimo, y llegué a estas formas circulares que hice dialogar entre ellas. ¡Y vi que realmente funcionaba!, que podíamos leer una historia interpretando estos personajes. A partir de ahí empecé a jugar con ello y descubrí que realmente iba a utilizar esta herramienta.»
Cada personaje principal tiene un color, cada círculo que dibujas tiene un color determinado. ¿Cómo ha sido la selección de esos colores?
«Yo quería, en primer lugar, que el personaje principal destacara, por eso es de un tono anaranjado. Después fui un poco por sensaciones.
El grupo de amigos tenía tonos parecidos color tierra que combinan bien. Luego hay por ejemplo un color muy parecido con el padre biológico, pero por lo demás fue realmente por intuición. Precisamente esto juega con el título: ‘El color de las cosas‘. Hay una interpretación en función de los colores que cada uno siente el suyo.»
Los personajes son círculos simples de colores, pero el resto del cómic sí que tiene un dibujo muy trabajado y exhaustivo. ¿Por qué ese contraste y por qué decidiste hacerlo así?
«Yo, cuando «deduzco» los personajes y decido que son círculos tengo que ver cómo cuento una historia con ellos, y me autorizo a representar todos los objetos que considero que cuentan la vida de los personajes: dónde viven, por dónde se mueven, incluso la textura del suelo por ejemplo (en la ciudad es distinto del pueblo, o en cada zona). Todo ello crea una identidad. Y es de esa forma, con estas pequeñas herramientas, que pienso que la habitación de Simon es así, y esto expresa un poco su infancia pero también su paso a la edad adulta y el dibujo de su barrio.
Por tanto todo esto me interesaba mucho. Además utilizo el diseño vectorial, que se usa sobre todo en arquitectura para representar objetos. Y, habida cuenta que estamos rodeados de objetos que han sido fabricados, y por tanto primero dibujados, yo vuelvo un poco a ese mundo urbano en el que primero todo ha sido dibujado: la mesa o cualquier otro objeto.»
En ‘El color de las cosas‘ la composición de todo el dibujo es desde un plano cenital que recuerda mucho a algunos videojuegos, a algunos shooters como ‘Grand Theft Auto‘ que se ven desde arriba.
«Sí, absolutamente. Yo también he descubierto que efectivamente es así. Para representar un espacio necesitas un plano, y el que para ti sea más natural. Pero para encontrar algo, si quieres representar un país o un plan de evacuación por ejemplo de un hotel o de un museo, o para representar un parque o cualquier otro espacio, utilizamos planos o mapas, como el GPS. Estos planos nos rodean y rápidamente se entienden, es decir, se pueden interpretar con cierta facilidad, y eso es lo interesante.
Yo ahora estoy trabajando en un videojuego y ese paso es muy natural, porque efectivamente sí, se juega mucho con ese enfoque cenital.»
Al ver al principio el diseño de los personajes como círculos nos podría parecer algo muy estático, pero el cómic tiene muchísimo movimiento.
«Así es. Era uno de los temas que más me preocupaba. Yo quería que la historia fuera sorprendente, que fuera muy viva, muy vital. Y precisamente como retiro muchas cosas (no hay rostros y no hay cuerpos) pues tenía que añadir algo, tenía que introducir el movimiento de otra manera, y tenía ganas de explicar también este road trip (este viaje) con un paso también por el mundo animal creando en todo ello una cierta tensión.
Uno de los desafíos era que si no dibujo cuerpos ¿cómo voy a ilustrar que la gente se está pegando? He ido buscando y elaborando diversas soluciones.»
Desde luego las peleas y la violencia es una de las cosas que más llama la atención en el cómic, cuando vemos de repente aparecer esas gotas, esas manchas de sangre en los círculos… es algo que atrae poderosamente la atención.
«Sí. Es curioso porque uno puede ver hasta qué punto esto es así. En un momento dado la madre tiene vendas, y cubro un círculo de vendas. Entendemos que es la madre pero lo que se ve es un círculo vendado.
Y eso es lo divertido, buscar la frontera entre lo que funciona y te puedes permitir y lo que realmente se convierte en algo incomprensible. En algunos casos realmente he tirado de la cuerda tensionándola al máximo. Yo quería buscar ese punto, esa frontera delicada, esa zona de interpretación entre el límite pero interpretable.»
La composición de la página es totalmente fantasiosa, distinto a lo que estamos acostumbrados a ver. ¿Cómo fue diseñarlo?
«Digamos que he seguido el concepto del grafismo. A nosotros nos dicen que el blanco es tan importante como la imagen y que hay que encontrar un equilibrio, y que el camino del ojo para leer una página tiene que ser guiado.
Yo he intentado explotar esa herramienta, he intentado permitirme espacios en blanco, páginas más sobrias… Todo ello para guiar la historia.
Tiempo atrás, por ejemplo en las revistas que se publicaban, la composición iba marcada porque había que rentabilizar todo el espacio, y había unas opciones tomadas por unas cuestiones determinadas. En cambio creo que ahora uno se puede regalar más tiempo para contar una historia. Puedes por ejemplo tener una infografía en una página que explica un momento, y con eso basta.»
En ‘El color de las cosas‘ lo vemos mucho por ejemplo en el caso de la ballena, que es un personaje que va apareciendo poco a poco en el cómic y que al final es protagonista, y ahí sí que vemos esas páginas que recuerdan casi más a ‘National Geographic‘, la revista de divulgación científica.
«Efectivamente así es. A mí lo que me parecía interesante, y lo que me gustaba al introducir a esta ballena de esta manera, era como que estuviéramos leyendo un relato social (dramático, trágico) y al mismo tiempo cambias de canal y te encuentras allí una ballena azul y piensas: ¿qué pinta aquí esta ballena?
En una página como si fuera un documental vuelves a ese mundo. Son códigos, lenguajes distintos que yo voy utilizando. Como con las páginas de anatomía o con elementos puramente científicos.»
Al margen del dibujo y del diseño, ¿de qué va la historia? ¿Quién es Simon Hope y qué le pasa?
«Simon es un adolescente de catorce años al que le pasa algo fantástico en realidad: apuesta y le toca la lotería. ¡Gana 16 millones de libras!
A partir de ese momento hay una desgracia. El padre se ha ido y la madre está en coma, y para cobrar el dinero necesita la firma de sus padres. Entonces tiene ese boleto sin nadie de confianza. Seguimos a Simon en su aventura buscando a alguien de confianza que realmente pueda cobrar ese dinero, y con ese dinero en última instancia curar a su madre que está en coma.»
Simon es un personaje que nos da en algunos momentos del cómic mucha pena y en otros le cogemos mucha manía. ¿Cómo ha sido crear este tipo de protagonista?
«Lo que me interesaba era crear un personaje sobre el que uno se pregunta si es una víctima o si es un cabroncete, si es un estúpido o si él está jugando con la suerte. Quería un personaje ambiguo, que pensemos que está haciendo cosas que uno mismo no haría pero que eso va dando resultados.
El hecho de robar a su padre, de ir a ver a una vidente… son cosas que uno en principio no hace, pero precisamente esto es lo que lleva a Simon a construir su propia suerte y su propia desgracia.
Es como si te preguntases si quieres ser amigo suyo o no. Me gusta esta dualidad, la ambivalencia de este personaje. Simon tiene una voluntad porque lo que le motiva, lo que le guía, es conseguir su objetivo cueste lo que cueste… Pero no sabría decir más concretamente, no sé si es alguien de bien o no.»
Los que resultan divertidísimos son la pandilla de amigos de los suburbios británicos, que tienen unas ideas totalmente locas…
«Sí. Yo cuando pienso en mi adolescencia recuerdo que teníamos muchas ideas… Primero no teníamos dinero, no podíamos ir al cine ni podíamos hacer nada, fumábamos algo también.
¿Cómo puedes ganar dinero cuando tienes catorce o dieciséis años? No había muchas opciones. Recuerdo que nosotros mismos teníamos ideas un tanto peculiares. Por ejemplo ir a buscar botellas de cristal vacías para llevarlas a la consigna a reciclar. No sé, te buscabas soluciones para conseguir dinero.
Estaba esa idea de ganar y de droga, pero me parecía como demasiado clásica y poco graciosa. Así que me parecía mejor tener ese pequeño grupo como si estuvieran montando una startup, ahí, buscando su pequeño mercado. Y aunque son bastante malotes… tienen su punto de gracia.»
Esta es una de las partes graciosas de ‘El color de las cosas‘, pero también tiene partes muy dramáticas. Tratas la violencia de género de una forma desgarradora.
«Sí. Se puede hablar de asesinatos sórdidos o se puede hablar de cosas muy violentas por arma de fuego, pero hubo una estadística que me marcó mucho, y es la cantidad de mujeres que mueren a manos de sus parejas. Es una estadística verdaderamente impactante. Son muchas veces asesinatos a manos desnudas… y nos parece casi algo banal.
Lo trivializamos, lo banalizamos, y yo quería hablar de eso. Quería hablar del hecho de que dentro de las casas hay dramas atroces que se producen que ni se perciben como intento de asesinato, o como asesinato puro y duro. Yo quería un elemento dramático en esta historia.
Como yo era disléxico me habían puesto en clases con chavales que venían de todos los entornos. Eran chicos que venían de entornos desfavorecidos, de familias problemáticas con padres toxicómanos, que huían de la guerra, que se encontraban en situación de exilio… Y yo también quería contar qué sucede cuando formas parte de una familia disfuncional. Este entorno en el ámbito familiar me interesaba también mucho.»
De hecho en una de las escenas Simon aparece en casa después de ese evento de violencia de género. Es un plano cenital de la casa toda revuelta, con la madre en la cocina… es una de las viñetas más impactantes del cómic.
«Sí. Es la rotura total, a través del entorno. Un entorno que en un momento dado está ordenado, con la madre que hace pasteles y que mantiene todo limpio y el orden de la casa. Y todo esto explota, de pronto todo está como desestructurado y patas arriba.
Lo que me parece interesante es que de repente aparecen en su casa esos seres con uniforme que marcan también esa rotura. Es en ese momento en el que la historia realmente empieza, cuando se produce esta rotura.»
Volviendo un poco al estilo del dibujo, del diseño, irremediablemente se nos viene a la cabeza Chris Ware.
«Cuando yo hacía estudios de cómic, en los años 2000, llegaba como una ola de cómic distinta y yo descubrí distintos estilos. Es cierto que Chris Ware fue muy potente a la hora de presentar algo nuevo. Conocíamos Astérix, Tintín… el cómic clásico, y llega Frank Miller, Chris Ware y otras personas que presentaban algo nuevo.
Chris Ware destacaba por ese aspecto más depurado y más limpio de sus viñetas, y por esa desestructuración de las páginas. Él se permite jugar con todos los elementos del cómic.
Es cierto que hay elementos de temática, de historia, en los que podemos tener puntos en común, pero son muy distintos porque él dibuja a sus personajes. Él dibuja los rostros, las emociones… Pero entiendo el vínculo, si bien insisto son dos cosas distintas. A mí me honra muchísimo. Para mí es un honor porque me parece que hoy en día Chris Ware es un personaje clave en el cómic.»
Por ‘El color de las cosas‘ te han llegado muchos premios. ¿Cómo los has vivido?
«Yo he trabajado mucho para que ‘El color de las cosas’ llegara a las manos de los lectores. Que llegara a un número amplio de lectores era mi objetivo. Yo pensé que, si el lector se veía recompensado por esta experiencia, mi misión habría sido alcanzada. Pero no pensé nunca que el libro funcionara tan bien.
Los libreros en Francia hablan de él, lo defienden, lo recomiendan. No es un libro fácil de vender. En los festivales yo lo veo, la gente abre el libro y se pregunta que qué es esto. Por tanto hay una labor importante por parte de los libreros. Y la recompensa ahora es increíble.
Yo he sido espectador de todo esto, porque en esta fase ya no hacía nada. Era mi editor que me llamaba para decirme que iba muy bien y que había muy buena reacción. Yo estaba realmente alucinado.»
¿Recomiendas algún cómic que te hayas leído hace poco y que te haya gustado?
«El último que he leído: ‘El cielo en la cabeza’, es de autores españoles (Antonio Altarriba, Sergio García y Lola Moral), y ha ganado el premio ACBD 2024. ¡Es quien ha ganado el galardón del año anterior el que elabora el galardón de los que ganan al año siguiente! (1)
Realmente a nivel visual es fantástico. La historia es muy potente y creo que mucha gente debería leer este libro. Es una novela gráfica muy conmovedora.»
(1) En el Gran Premio de la Crítica ACBD (otorgado por la asociación francesa de críticos y periodistas de cómic), es tradición que el ganador del año anterior sea el encargado de crear y entregar el premio del año siguiente.
Por ‘El color de las cosas‘ Martin Panchaud obtuvo el Grand Prix de la Critique ACBD 2023. En el acto de entrega recibió de Elene Usdin un magnífico pasamontañas tejido a mano por ella, que había sido la galardonada en el Grand Prix ACBD 2022.
En esta ocasión él ha sido el encargado de crear y entregar el premio a los ganadores del Grand Prix de la Critique ACBD 2024: Antonio Altarriba, Sergio García y Lola Moral por su novela gráfica ‘El cielo en la cabeza‘.
Martin ha creado tres dioramas que representan el viaje de Nivek, el protagonista de la historia.
Entrevista a Martin Panchaud, a propósito de su cómic ‘El color de las cosas‘, emitida en el programa ‘Territorio 9‘ de ‘Radio 3‘ (28/01/2024)