La angustia aparece cuando nos sobrepasa un sufrimiento o una situación que estamos viviendo
Las personas tenemos una gran suerte, aunque no seamos conscientes: nuestro cuerpo nos dice en todo momento las cosas que nos van bien y las que no. Ocurre a veces que separamos mucho nuestro cuerpo de nuestro pensamiento y de nuestras emociones, y no hacemos caso de esas señales, dejando que la angustia haga acto de presencia.
Cuando entramos en una fase de nerviosismo
Una etapa en la que las cosas no nos salen bien… ya vamos notando síntomas: dejamos de dormir bien por la noche, estamos a la que salta por cualquier cosa… vamos todo el día con desazón, sin saber bien por qué.
Es en ese momento cuando deberíamos parar y pensar
“Algo no va bien, algo me está pasando”. Pero no paramos, no hacemos caso a esas señales y seguimos adelante. En un momento determinado surge la última gota que colma el vaso y es ahí cuando aparece la crisis de ansiedad.
Una crisis de ansiedad es una manifestación física terrible
Quien la ha sufrido sabe que tiene una sensación de muerte inminente. Sensación de opresión en el pecho, de ahogo… y cómo no sabe de dónde vienen esas sensaciones es algo que asusta muchísimo. Lo ideal sería no llegar a ese extremo, ser conscientes de lo que se siente en cada momento.
¿Cómo puede ser consciente un niño de que siente angustia?
Muchas veces la angustia a los niños les viene por situaciones externas. La primera angustia que siente el niño es la angustia por separación. La teoría de l’attachment, o crianza con apego, sostiene que el niño no se puede separar de su madre o de su progenitor hasta los dos años y medio o tres años, cuando realmente está preparado para afrontar esa separación.
En la actualidad, por circunstancias de la vida, dejamos a nuestros hijos mucho antes en la guardería, con otros cuidadores que no somos los progenitores.
Es esencial que al dejar al niño no lo hagamos con ansiedad
(Se dan casos de madres que lloran al comenzar a dejar a su bebé en la guardería). ¿Cómo se puede sentir ese niño si la persona que lo deja muestra esa sensación?: “no debe confiar mucho en con quien me deja”. En estos casos la angustia del niño aumenta muchísimo.
Se le ha de transmitir al pequeño tranquilidad y confianza
La familia ha de saber ir reconduciendo todas esas emociones o síntomas de alarma que los niños nos van mostrando en cada momento: aumentar mucho la escucha y la observación de nuestro hijo.
Cuando llegue el momento de dejar al niño con otros cuidadores hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:
■ Adaptación paulatina para que vaya conociendo el nuevo espacio y siempre con una persona de referencia que le aporte la seguridad que necesita en ese momento.
■ Poco a poco ir retirándose para que sea la profesora la que, de manera progresiva, se convierta en la figura de referencia que le transmitirá la seguridad que necesita para sentirse cómodo y bien.
■ Es positivo despedirse siempre del niño, aunque lo vaya a pasar mal durante un tiempo, es fundamental para que entienda que nos vamos pero luego volveremos a por él, su figura de apego se va y luego regresa. Si desaparecemos sin avisar podemos generarle mucha ansiedad y el niño intentará por todos los medios no separarse de nosotros.
Fuente: L’ofici d’educar de Catalunya Ràdio (27/07/14) / Imagen de portada: Preocupaciones de niño… Flickr Emilio Orantes