Que los adultos sintamos PEREZA en algún momento es normal
A veces la pereza surge porque estamos muy cansados, y es una forma de desconectar. Hemos de ser benévolos con nosotros mismos. Seguir el ritmo del día a día es complicado. Sentarse un rato en el sofá, sin hacer absolutamente nada, es una forma de volver a recargar la energía.
Pero si un niño muestra pereza… algo pasa
Un chaval, por naturaleza, no es perezoso. O está enfermo, o tiene algún problema. Un niño tiene tantísima energía que nos da diez mil vueltas a los adultos. Podemos estar reventados, después de un completo día de excursión, y ellos aún seguirán corriendo por toda la casa. Y si pudiesen bajar al parque, aún continuarían.
La pereza en un niño nos ha de llamar la atención
¿Tiene algún problema en el cole? ¿Hay algún problema en casa? ¿Hay algo que no está funcionando como a él le gustaría? ¿Hay alguna expectativa que no ha cumplido?
Por ejemplo:
Si apuntamos al niño a fútbol, y resulta que nuestro hijo no juega bien a fútbol, sus compañeros le hacen el vacío… Si el pequeño empieza a decir que le da mucha pereza ir a entrenar… Hay que averiguar qué es lo que está pasando. No es que no quiera ir a fútbol, es que hay un problema dentro del equipo y a él lo han excluido. Muchas veces los niños se excusan con la pereza.
Hemos de saber leer la pereza en los niños
Hay cosas que para los padres son prioritarias. Si creemos que nuestro hijo ha de hacer una actividad determinada porque para él es beneficiosa, se le tendrá que acompañar para ayudarle a sacarse esa pereza de encima, y hacer que la actividad sea más divertida (por ejemplo si el niño ha de ir a natación por un problema de salud y al pequeño no le acaba de gustar).
En otras ocasiones la pereza si que nos ha de servir como una señal de alerta
Fuente: L’ofici d’educar de Catalunya Ràdio (1/12/15) / Imagen portada: Flickr Mikel Garcia Idiakez