¿Es positivo que los niños crean en los tres reyes magos de Oriente y en Santa Claus?

Descubre los motivos por los que merece la pena seguir con la mágica tradición. Es posible que muchos padres se pregunten si es positivo fomentar entre los más pequeños la creencia en los seres extraordinarios que trae consigo la Navidad: los Reyes Magos, Papá Noel, el Tió, etc. Una parte importante de la infancia se basa en los mundos de fantasía, ya que puede suponer un bálsamo frente a una realidad que a menudo los niños no comprenden. Durante la Navidad realidad y fantasía se mezclan, y la historia de los Reyes Magos para los niños es parte de esa magia.

“La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento se limita a todo lo que ahora conocemos y comprendemos, mientras que la imaginación abarca el mundo entero, todo lo que en el futuro se conocerá y entenderá”. 
Albert Einstein

Historia de los Reyes Magos para los niños

¿Podemos sacar provecho de estas creencias?

Sí, si tenemos en cuenta que se basan en la ✨ ILUSIÓN.  Al fin y al cabo los pequeños de la casa no son los únicos que viven la magia, los padres pueden vivirla, y mucho. Cada hogar acaba instaurando sus propias tradiciones: si se deja la luz del árbol encendida, qué hay que dar de comer a los camellos, etc. La inocencia y la ilusión de los niños resultan muy gratificantes para los padres.

Pensemos por ejemplo en cómo juegan los niños; cuando lo hacen crean historias y seres imaginarios que, para ellos, tienen vises de realidad. Por lo tanto los padres no deben tener reservas para hablarles de los Reyes Magos.

¿Cómo y cuándo desvelar el secreto? 

En cada etapa de la infancia los niños adquieren un grado de comprensión de la realidad:

Entre 1 y 4 años, perciben los camellos, e incluso a los Reyes Magos, como una realidad. Todavía no están preparados para comprender conceptos abstractos.
 De los 4 a los 6 años, los niños pueden comenzar a preguntarse si los Reyes Magos son reales.
 Entre los 6 y los 8 años, están preparados para comprender que los Reyes Magos no son reales, o al menos no en sentido estricto.
La capacidad para pensar de forma abstracta se desarrolla normalmente entre los 7 y los 14 años.

Hay muchos niños que lo descubren con 7 años. No obstante, la franja de edad más habitual se sitúa entre los 8 y los 11 años. Hoy en día no es habitual encontrar niños con 11 años que no sepan quiénes son los Reyes Magos, pero si se da el caso es conveniente decírselo.

Lo más aconsejable es tener prevista la situación.

Aunque siempre es difícil predecir cuál va a ser la reacción del niño la Navidad no es quizá el momento ideal, aunque a veces es inevitable porque es la época en la que oyen el rumor entre sus compañeros.

Si se elige otro momento, se podrá explicar al niño la importancia que tienen las tradiciones culturales antes de que lleguen estas fechas tan cargadas de significado. Además, una vez revelado el secreto, podemos aprovechar para hacer al niño responsable de lo que acaba de saber. Es un GUARDIÁN más del secreto, y cabe la posibilidad de hacerle sentir como un rey mago más, especialmente si hay miembros de la familia más pequeños.

Los padres no deben sentirse preocupados por temor a que el pequeño tenga un desengaño.

Es importante no dramatizar y recordarle a nuestro hijo que, al fin y al cabo, tiene en la cabeza muchos seres imaginarios que descubre que no existen, y no le dan mayor importancia. Hasta ahora ningún estudio psicológico ha indicado que los niños padezcan secuelas o guarden rencor a los padres por haberles ocultado la verdad tanto tiempo.

En el siguiente vídeo nos aconsejan sobre como contar la verdad de los Reyes Magos a los peques:

Historia de los Reyes Magos para los niños.

Estas son dos cartas que circulan por la red. Son textos que podéis imprimir y leer a vuestros hijos para explicarles delicadamente y con dulzura la verdad sobre los Reyes Magos. Espero que os sean útiles y os deseo un muy feliz día de Reyes.

▷ Primera opción.

– Mamá, mamá..mis amigas del cole dicen que los Reyes Magos son los padres, ¿es verdaaaad?
La madre de María sonríe, le da un beso y le dice:
– Mira María… Tengo que enseñarte algo que guardo en este cajón desde hace 7 años.
Su madre saca del cajón un sobre blanco. Lo abre y le dice a María:
– Esta carta la recibimos en casa el día en que naciste. Es una carta escrita por los Reyes Magos y nos piden que les hagamos tres favores. ¿Quieres que te la lea?
– ¡Sí mamá, por faaaavor!

Apreciado papá y apreciada mamá de María,

Somos los Reyes Magos. Sabemos que acaba de nacer María. Es una niña preciosa que os va a hacer muy felices a los dos. Ya sabéis que cada 6 de enero nosotros vamos en silencio a casa de todos los niños y les dejamos unos regalitos para celebrar el nacimiento del niño Jesús y para decirles lo orgullosos que estamos de ellos.

Pero a partir de ahora no podremos hacerlo porque estamos muy viejecitos y cada vez hay más y más niños en este mundo. No podemos ir a casa de todos. Además, ayer me caí del camello y me rompí el brazo (soy Melchor, un poquito torpe); Gaspar es muy lento porque camina con la ayuda de un viejo bastón y Baltasar, ¡nuestro viejecito Baltasar!, se olvida siempre de dónde tiene la lista de los regalos.

Como ves, ya estamos muy mayores y necesitamos pediros tres favores muy importantes:

Primer favor: Que nos ayudéis a poner los regalos a los niños. Cada padre y madre harán nuestro trabajo el día de Reyes: leerán las cartas de sus hijos y, con la misma ilusión que la nuestra, les pondrán los regalos como si fuéramos nosotros. Así todos los niños del mundo tendrán sus regalos y nosotros podremos descansar y ver, desde lo lejos, sus caritas de alegría.

Segundo favor: Como esto es un gran secreto, no se lo podréis decir a Maria hasta que cumpla los 7 años. Cuando tenga esta edad ya será mayor y sabrá guardar este secreto. Los niños pequeños no deben saber que nosotros ya no podemos poner los regalos y que son los padres los que nos ayudan porque… ¿qué pensarán de nosotros? ¿dónde estará la mágia? El secreto se ha de decir solo a los niños responsables, a los que ya pueden entender que nosotros les queremos mucho y que por eso pedimos ayuda a sus padres, las personas que más los quieren a ellos.

Tercer favor: Algunos padres que nos ayudan están enfermos o no tienen dinero para comprar regalos a sus hijos. Y también hay niños que no tienen la suerte de tener dos papás. Por eso, necesitamos que vuestros hijos se conviertan “un poquito” en Reyes Magos y compartan algunos regalos con los niños que no tienen tanta suerte como ellos.

Nada más. ¿No es demasiado, verdad? Cuando María te pregunte por primera vez quiénes son los Reyes Magos léele esta carta. Entenderá por qué nosotros hemos confiado en vosotros para hacer nuestro trabajo: porque sois las personas que más la queréis en el mundo y que mejor pueden ver su enorme y bondadoso corazón de perla.

Melchor, Gaspar y Baltasar

▷ Segunda opción.

Una vez un hijo preguntó a sus padres:

– Papás, ¿existen los Reyes Magos?

Los padres de Juan se quedaron mudos, mirándose, intentando descubrir el origen de aquella pregunta.

 -¿Y tú qué crees, hijo?

 -Yo no lo sé: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque vosotros no me engañáis; pero, como los niños del colegio dicen eso…

 -Mira, hijo, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero…

 -¿Entonces es verdad?- cortó el niño con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!

 -No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen, respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Juan.

 -Entonces no lo entiendo, papá.

 -Siéntate, cariño y escucha esta historia que te vamos a contar:

 -Cuando el niño Dios nació, tres reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto y el niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los reyes, Melchor, dijo:

 -¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.

 -¡Oh, sí! Exclamo Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil hacer esto. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.

 -Baltasar, el tercero de los reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó: Es verdad, sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito… Y el niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el portal:

 -Sois muy buenos, queridos reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿Qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?

 -¡Oh, señor!-dijeron los tres reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño, que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos… pero no podemos tener tantos pajes, no existen tantos.

 -No os preocupéis por eso – dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.

 -Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños?-preguntó Dios.

-Sí, claro, eso es fundamental, asintieron los tres reyes.

 -Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?

 -Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje, respondieron cada vez más entusiasmados los tres.

 -Pues decidme, queridos reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres? Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los tres reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, yo ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, se haga como si lo hicieran los propios Reyes Magos. Y cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto los padres les contaran esta historia, y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños también harán regalos a sus padres en prueba de su cariño.

Cuando acabaron con su explicación Juan se levantó y dando un beso a sus padres les dijo: Ahora sí que lo he entendido todo, papás. Y estoy muy contento de saber que me queréis y que no me habéis engañado.

 Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.