Las pensiones son la garantía del futuro de todos. Una conquista relativamente reciente que le dio dignidad al tramo final de la vida, un tramo de edad por fortuna cada vez más amplio. Aquí en España las alarmas sobre el futuro de las pensiones empezaron a sonar en 2011. En lo más agudo de la gran crisis el sistema público de pensiones empezó a gastar más de lo que ingresaba, pero era sólo la punta del iceberg de un problema mucho más profundo sobre si el sistema era o no era sostenible. ¿Cuándo me podré jubilar y cuánto voy a cobrar de pensión al final?, la gran pregunta. ¿Qué hay que hacer para que el sistema público de pensiones sea sostenible? ¿De qué depende? ¿Es una cuestión de gasto, de ingresos, de voluntad política o sólo de demografía? La realidad es que es una cuestión de todo, y el problema es que la solución tiene que ser una solución global donde la política es la que tiene que implementarla: si no hay un gran pacto por las pensiones, la solución no va a llegar.

¿Qué encontrarás en este artículo?

Jubilaciones y pensiones. Qué pasa y qué pasara con las pensiones en España. Calcula tu pensión.    

¿Cómo que no hay dinero para las pensiones?

No está escrito en ningún sitio que las pensiones sólo se puedan pagar con las cotizaciones, y en cualquier caso si estuviese escrito es algo que se podría cambiar. Por tanto las pensiones se pueden pagar de los impuestos y no sirve el discurso de que no hay dinero: “mirad esta caja, es que no hay dinero” ―porque en otras cajas sí que lo hay―. En el momento de máxima liquidez de la hucha de las pensiones el fondo estaba entre sesenta mil y setenta mil millones de euros, es exactamente la cantidad que el Estado ha renunciado a recuperar del rescate bancario. Cuando los bancos nos dejan dinero a los ciudadanos, los ciudadanos lo tenemos que devolver. ¿Por qué cuando los ciudadanos hemos dejado dinero a los bancos, los bancos no nos lo devuelven?

Nos dicen que la crisis se ha producido porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Algunos sí que lo han hecho, los asalariados en general no lo hemos hecho.

Nos da la sensación de que se está creando un clima de opinión para comenzar la privatización de las pensiones. Que se empezará diciendo algo así como que  “a partir de un determinado nivel de renta hacia arriba usted ya no se tiene derecho a pensión. Búsquese un plan de pensiones privado porque usted puede.” Y que poco a poco irán bajando ese umbral de renta hasta dejar las pensiones, al cabo de unos años, como una especie de PIRMI de la gente mayor al que sólo tendrán acceso realmente las personas que no tengan absolutamente ninguna otra posibilidad. Esta maniobra es algo que no se puede demostrar… pero lo han hecho tantas veces.  Han creado tantas veces climas de opinión sobre el gasto público para acabar beneficiando a un negocio privado… que no sería extraño que esto volviese a ocurrir.

La pregunta es ¿cuál es el umbral de dolor soportable para una sociedad? Al igual que a una langosta para cocinarla la ponen en agua fría y van subiendo la temperatura poco a poco, da la sensación que con el coste social hacen un poco lo mismo. Nos van subiendo la temperatura y cuando no nos damos cuenta ya nos han quemado.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

Qué supone un cambio en la edad de jubilación.

Actualmente, con una esperanza de vida de 83 años, cuando uno se jubila ―ahora es con 65,5 años― quiere decir que redondeando le quedan por vivir 18 años. Si la edad para jubilarse se retrasa dos años, quiere decir que no cobraremos 18 años de pensión sino sólo 16, es una reducción de un 15% de la pensión. Además cotizamos dos años más ―sobre una carrera de 35 o 40 años― que es otro 3 ó 4% más. En total sólo este cambio implica una reducción efectiva de los derechos de pensión de entre un 10 y un 15%, que es mucho. Con este tipo de medidas ¿se puede corregir el sistema? Y tanto, estamos recortando los derechos de pensión por todos lados.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

Sistema de pensiones y jubilaciones de la Seguridad Social en España.

El sistema de pensiones español está diseñado desde hace muchos años, se diseñó en su forma moderna en los años 60. En aquel momento las condiciones demográficas eran claramente diferentes. La economía española crecía en unas tasas altísimas ―del orden del cinco por ciento de media anual― y el nivel de ocupación era completo, prácticamente plena ocupación. Por tanto la Seguridad Social generaba unos excedentes tremendos. Era una población joven en aquel momento y por tanto era un sistema perfectamente diseñado, no para estar equilibrado sino para generar unos superávits muy grandes que se fundieron en aquel momento para financiar el INI y otros temas de la época.

Todo eso ha ido cambiando. En aquel momento la esperanza de vida apenas llegaba a los 70 años y ahora la esperanza de vida está en ochenta y tres años ya pasados, y probablemente seguirá aumentando en el futuro. Seguirá aumentando si entremedio no hay medidas de austeridad, porque la austeridad mata y es algo que se ha de tener en cuenta. Se demostró en los años duros de la crisis en muchos países del mundo. Cuando cayó la Unión Soviética, al cabo de poco tiempo, la esperanza de vida había bajado en diez años. No es que los recortes maten, el capitalismo mata y además entristece.

Lo dicho, al ir aumentando la esperanza de vida las condiciones demográficas han cambiado. Y las condiciones que generan los ingresos son básicamente los salarios porque nosotros históricamente lo hemos hecho así, pero habría otros sistemas para financiar las pensiones.

Entonces, si estamos en un sistema en el que los salarios crecen lentamente ―crecen lentamente porque la legislación laboral hace que los sindicatos tengan menos poder, crecen lentamente porque la clase empresarial española no es una clase dinámica y productiva sino que está más acostumbrada a otro tipo de comportamiento en parte herencia del franquismo―, esto lleva a que los ingresos del sistema de pensiones vayan aumentando lentamente. Y lo hacen a un ritmo más lento que el envejecimiento progresivo de la población.

Es algo que se resuelve con un modelo económico competitivo. La persistencia del Estado español de no modernizar su economía en un sentido industrial y competitivo, sino terciarizarla y derivarla al turismo ―que quiere decir sistemáticamente salarios bajos que cotizan poco―. La persistencia en el error en lo que respecta al modelo económico del Estado español es grande, y no ha habido una voluntad de rectificación. ¿Qué gobierno de los últimos treinta años realmente ha dicho: “vamos a convertir la economía española en una economía industrial potente en Europa?

La viabilidad del sistema de pensiones depende de que nosotros podamos garantizar a la gente que ya por edad no trabajará algún tipo de ingreso. Eso se puede hacer a través de muchos sistemas: públicos y privados. Con sistemas públicos se puede hacer con cotizaciones sobre los salarios, pero se puede hacer también evidentemente vía impuestos ―de la recaudación total de impuestos se dedica una parte a pagar las pensiones, la sociedad considera que una parte de la riqueza que genera se tiene que transferir a los pensionistas―. El Estado por un lado recauda recursos y por otro lado los da a las finalidades que socialmente se cree que son las más adecuadas.

El tema de las pensiones es un problema político ―pero no un problema político pequeño sino un problema político en profundidad, básico― de cómo una sociedad reparte la riqueza que genera y como garantiza que a aquellos que no pueden vivir de sus propios recursos ―por una cuestión de edad― la sociedad les proporcione los medios. El sistema fiscal, el Estado, está justamente para eso: para tener sistemas para recaudar recursos y transferirlos. Eso quiere decir que se requieren acuerdos políticos en profundidad, estructurales y a largo plazo.

El Pacto de Toledo se debería haber profundizado mucho más. Lo que el Pacto de Toledo nos está diciendo es que sólo se pueden tocar las cotizaciones, y podemos tocar la edad de jubilación en España y los derechos de pensión. Pero eso, en un mundo en donde está cambiando completamente el papel del trabajo… Y si además tenemos en cuenta el coste de la vida que no aumenta sólo un 0,25 por ciento…

Pero va muy bien que las pensiones aumenten sólo ese 0,25 por ciento cuando los precios están subiendo un 1 o un 2 por ciento, porque esto quiere decir que automáticamente el peso de las pensiones en el PIB está bajando. Está dando oxígeno a las finanzas del Estado y a las finanzas privadas también, a las grandes empresas.

Cuestiones fundamentales para entender el porqué este tema de las pensiones va a peor son por un lado las tasas de paro que hemos tenido ―altísimas, de una auténtica depresión―. Y la segunda razón es que los salarios en vez de mantener su participación en la renta nacional ―como históricamente había pasado― esa participación ha ido cayendo, y desde la reforma laboral del PP aún ha caído más. Si a los salarios no se les remunera toda la riqueza que generan, automáticamente el sistema de pensiones tendrá muchos menos recursos.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

¿Por qué la protesta en las calles con esta intensidad y en este momento?

Es como ese que iba vaciando poco a poco la pecera y decía que el pez ya se quejaría cuando no le quedase agua. Se ha ido reformando el sistema de forma que las pensiones ahora no crecen y la gente empieza a tener problemas ―ya había problemas hace cinco años para llegar a final de mes, pero ahora esos problemas se han agravado― y por eso se están movilizando los jubilados.

Porque la gente está escandalizada cuando ve que el recibo de la luz le sube de un mes a otro 15 o 20 euros más y la pensión sólo sube medio euro. Es muy claro, la pensión media en este país supera de poco los 1.000 euros. Con eso se puede hacer muy poco y cualquier desequilibrio de los gastos deja a la gente contra las cuerdas.

Durante los años de crisis los precios han subido muy poco, ¡Ojo! en promedio han subido poco, porque algunos precios se han disparado. Sabemos lo que ha pasado por ejemplo con la electricidad y es un escándalo, o con las telecomunicaciones que son carísimas, y esto ha traído por ejemplo la aparición de problemas de pobreza energética. ¿Qué quiere esto decir? Quiere decir que el Índice de Precios al Consumo (IPC) no nos está reflejando adecuadamente cómo pesa la energía en un hogar pobre. En un hogar pobre la electricidad es un gasto mucho más importante que en un hogar normal. El IPC mide los precios de un hogar normal, no de los hogares en situación de pobreza. Al contrario, los hogares más pobres quedan excluidos del cálculo del IPC ―igual que los hogares más ricos―. Entonces nos estamos rigiendo por un índice cuando la realidad  de los hogares pobres es que sus precios han crecido mucho más.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

Pensión máxima y pensión mínima de jubilación en España.

Cuando hay tanta diferencia entre las pensiones, como es el caso, si se hace una subida justamente proporcional el pensionista que está en la parte inferior prácticamente no la nota, es muy poca cosa. Porque la estructura de gasto es diferente de alguien que tiene una pensión de 2.500 euros a alguien que tiene una pensión de 600 euros. Y como la estructura de gasto es diferente, un mismo incremento en los ingresos tiene poco efecto en la pensión baja ―porque su gasto se le va en tres o cuatro cosas básicas― y en cambio en la persona que tiene la pensión alta el mismo porcentaje de subida le es más cómodo. El que tiene unos ingresos elevados puede sustituir una cosa por otra, tiene margen de actuación, el que está con mínimos no lo tiene.

Por otro lado la gente que tiene esta pensión máxima se entiende que ha cotizado mucho durante su vida laboral, y por tanto en muchos de estos casos tiene otras fuentes de ingresos. La gente que ha cotizado mucho acostumbra a tener una renta u otro tipo de plan de jubilación privado, y eso hace que aun se incremente más esa desigualdad.

Si queremos dar viabilidad al sistema es la ocasión para rediseñarlo totalmente. Por eso se requiere una discusión política en profundidad vinculada al sistema fiscal. Las pensiones no son algo que este aparte de todo lo demás sino que forman parte del conjunto de ingresos y gastos del Estado, y por tanto discutir sobre pensiones se ha de tener en cuenta en el global. Porque tanto a la persona que tiene 2.500 euros de pensión como a la que tiene 600, su atención sanitaria le cuesta lo mismo.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

La pensión de jubilación de los autónomos.

El tema de los autónomos es un caso aparte. La pensión media de los autónomos es muy baja, es mucho más baja que la pensión media de un asalariado. ¿Por qué? Básicamente porque el autónomo puede escoger cuánto cotiza. Si tú escoges cuánto cotizas prefieres ganar el dinero ahora en vez de cotizar ahora para cobrarlo en el futuro como una pensión. El autónomo ve la Seguridad Social como un coste y por tanto trata de cotizar siempre lo mínimo posible, y en consecuencia las pensiones que acabarán cobrando son mínimas.

Por otro lado las pensiones mínimas han crecido siempre más rápidamente en los últimos veinte años ―aunque en los últimos años de gobierno del Partido Popular con el 0,25 esto ha cambiado, en los años anteriores las pensiones máximas no se movían y se quedaban igual año tras año― y en cambio las pensiones mínimas iban subiendo un 3, un 4 o un 5%. O sea que no era un mal negocio el haber cotizado por una pensión mínima porque cada año la subían bastante. Pero esto se ha paralizado con los últimos cambios del gobierno del PP.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

Cómo funciona el sistema público de pensiones y qué problemas tiene.

El sistema público de pensiones actualmente se financia a través de las cotizaciones sociales de los que trabajan ahora mismo. Con esas cotizaciones de hoy se pagan las catorce pagas de los ocho millones setecientos mil pensionistas que hay a día de hoy en España. Esas cotizaciones se desplomaron en la gran crisis mientras en paralelo aumentó notablemente el número de pensionistas, por la llegada a la edad de jubilación de los primeros baby boomers y también por las políticas de prejubilaciones de muchas empresas que facilitaban que muchos trabajadores se acogiesen a una jubilación anticipada. Fue una tormenta perfecta para el sistema.

En 2011 el sistema público de pensiones empezó a gastar más de lo que ingresaba, pero los problemas comenzaron antes. El siguiente dato explica muy gráficamente lo que ha pasado: entre 2008 y 2013, los años duros de la crisis según el propio Gobierno, la recaudación por cotizaciones sociales cayó en más de diez mil millones de euros por la destrucción de casi cuatro millones de empleos. En ese mismo periodo el número de pensiones que había que pagar aumentó en setecientas mil ―pasó de casi 8,5 millones a cerca de 9,2 millones―. Dicho de otra forma, mientras la recaudación de las cotizaciones sociales caían más de diez mil millones el gasto en pensiones aumentaba en veintidós mil. Diez mil millones menos de ingresos y veintidós mil millones más de gasto, y esto en sólo cinco años. Eso, evidentemente, no hay sistema que lo aguante.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

La hucha de las pensiones.

¿Cómo ha podido aguantar el sistema? Lo ha hecho gracias al Fondo de Reserva de las pensiones que tenemos en España―la conocida como hucha de las pensiones―. Una hucha que se creó en 1995 y que en 2011 llegó a tener sesenta y seis mil millones de euros, que nos parecía mucho pero que en realidad no era tanto, como explicó en el Congreso a finales de 2016 uno de los mayores expertos en pensiones que hay en España, el profesor Ignacio Zubiri: “nunca tuvo una gran cantidad. Su máximo estuvo en el año 2011 donde alcanzó el 6,2% del PIB que fueron sesenta y seis mil millones. ¿Esto es mucho? Esto es como ocho meses de pensiones, o sea que tampoco era una gran cantidad. Dicho esto también es cierto que si este fondo se hubiera dotado adecuadamente, si este fondo se hubiera cuidado, podríamos haber llegado a 2030 con un fondo que tuviera una cantidad razonable en torno al 30% del PIB, que ese sí que hubiera servido.

El Gobierno de Mariano Rajoy se ha gastado desde 2011 casi toda la hucha. Ahora quedan ocho mil millones de euros que no dan ni para un mes de pensiones. A día de hoy el sistema sigue ingresando menos de lo que gasta, está en déficit. De hecho para este 2018 se prevé un gasto de unos ciento veinticinco mil millones de euros en pensiones y unos ingresos, a través de las cotizaciones de los trabajadores, de ciento diez mil. Es decir que faltan quince mil millones de euros.

La pregunta del millón: si hay un agujero de quince mil millones de euros y en la hucha quedan apenas ocho mil ¿qué va a pasar? Que nadie se alarme porque el pago de las pensiones está garantizado porque el Gobierno va a pedir un crédito para compensar ese agujero. En realidad es una cuestión de prioridades. Como pronosticó el profesor Zubiri en 2016, si la hucha de las pensiones se acaba habrá que sacar el dinero de otra parte: “si el fondo se acabara, o bien se reducían las pensiones en un 15% o se sacaba ese dinero de otro sitio. Endeudándose o con impuestos o con una combinación.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

Si baja la tasa de desempleo ¿es la solución?

Un problema de fondo que en realidad debería ser una alegría: cada vez vivimos más. Y cada vez se tienen menos hijos, cada vez hay menos jóvenes y cada vez hay más población jubilada en relación al número de población que está trabajando. La combinación es diabólica para el sistema público de pensiones si no se hace nada.

De hecho actualmente hay 2,24 trabajadores cotizando por cada jubilado, frente a los 2,7 que llegó a haber hace una década. El profesor Ignacio Zubiri dibujó en el Congreso el escenario al que vamos, explicó cómo vamos a pasar de los cerca de nueve millones de pensionistas que hay en la actualidad a quince millones en 2050 mientras el sistema prevé que se destine el mismo porcentaje de PIB a pensiones, ¿cómo se come eso? Pues sí, como estás pensando, con pensiones más bajas: “El número de pensionistas en España va a pasar de nueve millones a quince millones, va a aumentar un 70%. El porcentaje de población pensionista, el 19% de la población, va a pasar a un 32%. ¿Cómo habiendo más en términos absolutos, cómo habiendo más en términos relativos, resulta que el coste permanece constante? ¿El milagro de los panes y los peces, o que simplemente las pensiones van a bajar? Pues va a ser lo segundo. El sistema es sostenible porque los trabajadores van a absorber todo el coste del envejecimiento vía pensiones más bajas.

O sea que con el sistema actual vamos a pensiones más bajas, pero ¿cuánto más bajas?: “la reducción de la pensión va a estar entre el 35 y el 45 por ciento en relación al sistema actual, y va a haber incluso reducciones de las pensiones reales.

Una bajada de entre el 35 y el 45 por ciento ¿qué significa? “Que la gran mayoría de los trabajadores van a ir directos a la línea de la pobreza.” Y esto va a acabar con uno de los grandes logros del sistema de pensiones español que ha sido mantener una de las tasas de pobreza más bajas de Europa. No hay más que ver como los jubilados con sus pensiones han sido el gran sostén de muchas familias durante la crisis, y lo siguen siendo.

Es evidente que esa crisis ha sido un torpedo en el sistema público de pensiones, pero ahora que estamos creciendo por encima del 3 por ciento y creando empleo a buen ritmo ¿no basta para revertir la situación? Es algo que depende de a quien se le pregunte, aunque los datos la verdad son tercos. El Gobernador del Banco de España por ejemplo, Luis María Linde, decía hace poco que el empleo lo puede arreglar todo: “si el empleo sigue creciendo en España como ha crecido en los últimos tres años pues eso es una vía de solución, una vía de estabilidad y sostenibilidad para el sistema de pensiones. Nuestro sistema de pensiones tiene problemas serios y hay que enfrentarlos, y desde luego como el factor demográfico no se puede modificar es evidente que es el empleo la cuestión fundamental.”

El problema viene con el tipo de empleo que se está creando. Algunos expertos como el profesor Santos Ruesga ya han señalado que la reforma laboral del PP, que en su opinión ha precarizado el empleo y por ende también las cotizaciones, es una complicación añadida. Entonces a corto plazo, ¿qué necesitaríamos para salvar el sistema a través del empleo?, responde el profesor Zubiri: “habría que crear un millón y medio de empleos antes de que se acabe el Fondo de Reserva. Y no me vale cualquier empleo, tienen que ser empleos que tengan una cotización igual al promedio de las existentes. No valen empleos de poca cotización, tienen que ser empleos de cierta calidad ―definiendo de cierta calidad como que la cotización que da sea igual a la promedio actual―. ¿Eso es posible? hombre, posibles son muchas cosas. ¿Es probable? NO.

Esto a corto plazo, ¿y a largo plazo? ¿Cuántos empleos habría que crear según el profesor Zubiri?: “en el largo plazo habría que crear en torno a doce millones de empleos adicionales, que sumados a los de corto plazo serían trece millones de empleos adicionales de aquí a 2050. ¿Es posible? NO, esto es imposible. ¿Por qué? Porque en realidad en estos momentos hay como dieciocho millones de trabajadores, si se crearan trece millones de empleos habría treinta y un millones de trabajadores. Según el INE en el año 2050 va a haber cuarenta y cinco millones de personas viviendo en el país. Es decir que de cuarenta y cinco millones de personas tendrían que trabajar treinta y un millones. Esto incluiría a ancianos, niños y alguno más… imposible.

En resumen, que el empleo por sí solo no va a salvar el sistema público de pensiones al menos no tal y como están las cosas ahora.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

Las reformas en el sistema de pensiones.

Con estos mimbres el sistema público de pensiones ha sufrido dos modificaciones en los últimos años. Una en el 2011, con José Luis Rodríguez Zapatero aun en el Gobierno, y otra en 2013 ya con M.Rajoy en la Moncloa.

En 2011 el Gobierno de Zapatero congeló las pensiones. Incumplió el compromiso de subir el IPC aunque elevó las mínimas, un uno por ciento. Y reformó el sistema para aumentar la edad de jubilación de sesenta y cinco a sesenta y siete años. Algo que según los expertos tiene lógica a tenor de la esperanza de vida, de hecho buena parte de los países de nuestro entorno han hecho lo mismo.

Y en 2013 llegó el cambio impulsado por el Gobierno del PP, que básicamente introdujo dos novedades. Primero cambió la forma de revalorizar las pensiones ―se pasó de subir anualmente el IPC a subir un 0,25 por ciento mientras el sistema esté en déficit, que visto lo visto es algo que va para años―. El Gobierno presume que gracias a esta reforma los pensionistas han mantenido el poder adquisitivo, como dijo hace poco la ministra Fátima Báñez: “las moderadas subidas de pensiones de los últimos años han hecho posible que los pensionistas hayan mantenido durante este tiempo el poder adquisitivo. Y los datos son tozudos y están ahí.”

Pues como los datos son tozudos y están ahí no se trata de aburrir con metodologías, pero por resumir el Gobierno hizo el cálculo del IPC que le venía bien y decía que como mucho, desde el inicio de la crisis, los pensionistas han perdido una décima de poder adquisitivo. El sindicato Comisiones Obreras reveló que con el cálculo del IPC que se había hecho toda la vida, los pensionistas han perdido desde 2012 entre el 0,9 y el 1,8 por ciento. Varía porque las pensiones mínimas, tanto el Gobierno de Zapatero como el de M.Rajoy, las subieron por encima del resto, de ahí la diferencia.

Volviendo a la reforma de las pensiones del 2013, la segunda gran novedad fue la introducción del conocido como factor de sostenibilidad. Se aplicará a partir del año que viene, 2019, e implica tener en cuenta la esperanza de vida de los nuevos jubilados. Los futuros pensionistas vivirán más años, teóricamente, y sus derechos cotizados durante la etapa activa deberán repartirse durante más tiempo. Por tanto, aunque de manera global recibirán una cantidad equivalente a los jubilados actuales, la cuantía mensual será más reducida ―se cobrará menos al mes pero durante más tiempo―. Por poner un ejemplo un trabajador que se jubilara este año y cobrara una pensión de 1.000 euros, si lo hiciera el año que viene cobraría 995 euros.

La única solución real que ha aportado el Gobierno es esta, bajar las pensiones para garantizar que el sistema sea viable. El profesor Ignacio Zubiri, ya en 2016, dijo en el Congreso que no sería justo que esa fuera la única solución. Y si seguimos con el sistema actual, sin cambiar nada, la bajada va a ser de aupa: “el Gobierno no puede llegar y decir: ‘mira, yo te obligué a estar en este sistema, has nacido en una generación con mucha gente, es que vivís demasiado… mala suerte, te bajo la pensión’. ¿Por qué? Porque si lo hiciera se estaría comportando igual que se han comportado con las preferentes las cajas de ahorro, exactamente igual, pero con el agravante de que los de las preferentes han podido ir a los tribunales y han ganado y aquí no ganarían. Por tanto yo creo que sí, que los trabajadores tienen un derecho moral a recibir pensiones similares a las que ellos han llegado a pagar con sus cotizaciones. No significa que no se puedan tomar medidas, pero lo que no se puede es bajar un treinta o un cuarenta por ciento. Poder se puede, pero yo creo que éticamente no es aceptable.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

Qué son las cuentas nocionales y cómo afectarían a las pensiones españolas.

¿Qué recetas se proponen para garantizar que el sistema de pensiones sea viable? Para ello nos podemos fijar en el ámbito internacional, en qué hacen otros países. ¿Qué herramientas se pueden utilizar en España que no se hayan probado todavía?

De las que se han utilizado en los países de nuestro entorno, en España la verdad es que se han utilizado casi todas. Varios países de la OCDE, la mitad de ellos en los últimos años, han optado por elevar la edad de referencia de jubilación. Aquí se hizo de alguna forma con esa reforma del 2011 que hace que la edad de jubilación pase de los sesenta y cinco de referencia a una horquilla que va de los sesenta y cinco a los sesenta y siete años. Ese proceso se completará en 2027 y ahí habrá que decidir de nuevo si se vuelve a mover esa edad de referencia.

Otra estrategia es el uso de mecanismos automáticos de actualización, que es lo que se ha hecho también en los últimos años en España y lo que está ahora puesto en cuestión. Ese índice de revalorización de las pensiones que sustituye al IPC como guía para la revalorización puesto en cuestión ahora en las calles.

Y luego está el factor de sostenibilidad que entrará en vigor en 2019, que hará que a medida que aumenta la esperanza de vida baje la pensión inicial de los nuevos pensionistas que entran en el sistema. Son mecanismos automáticos que en teoría sacan del debate político la cuestión de las pensiones, pero vemos que esto no ha sucedido.

Otra medida que se ha tomado en el ámbito internacional es fomentar la extensión de la vida laboral, para conseguir que la longevidad no se traslade directamente a las pensiones que hay que pagar. Aquí se ha intentado hacer eliminando de alguna forma las posibilidades de jubilación anticipada que había antes, y también extendiendo la posibilidad de compatibilizar salario y pensión. Pero esto último es algo que depende del trabajo, hay trabajos que no permiten prolongarse mucho más allá de los sesenta y cinco o los sesenta y siete años.

¿Qué es lo que queda? Lo que ahora está sonando más son las cuentas nocionales. Un sistema que lleva ya tiempo sobre la mesa y que últimamente se escucha más. Es un sistema que han adoptado ya en Italia, en Noruega, en Polonia y en Suecia entre otros. De alguna forma mantiene lo que ahora conocemos en España ―ese carácter de reparto del sistema, puesto que las pensiones de los pensionistas actuales se pagarían con las cotizaciones de los trabajadores actuales― pero es bastante distinto en el sentido que para cada trabajador se abre una cuenta individual en la que se mide con precisión cuánto aporta para luego dárselo en forma de renta vitalicia relacionada con la esperanza de vida en el momento de la jubilación. Es decir que el sistema consta de cuentas individuales en las cuales se registra ―no en forma de bases de cotización sino precisamente cuánto ha aportado cada uno― y luego al llegar al final de la vida laboral, aplicándose un coeficiente correspondiente, se le redistribuye eso en forma de renta vitalicia en función de la esperanza de vida. Se llama nocional porque no se aporta dinero ―no se mete dinero, no está invertido en ningún activo― sino que es virtual. Sobre esto dicen los partidarios que es más transparente y más justo que lo que tenemos ahora, si por justo se entiende dar a cada cual según ha aportado. Para los que son detractores pues no.

Dice por ejemplo el gobernador del Banco de España que no solucionaría el problema actual de las pensiones: “sirve para mejorar la transparencia, para mejorar la gestión del sistema, pero por sí mismo insisto no resuelve nada. El problema de la sostenibilidad es el mismo con nocionales o sin nocionales.” Los detractores dicen también que no recoge el carácter de solidaridad que tiene el actual sistema.

Y alguna experiencia más en este caso de los gastos. Fuera de nuestro sistema se han adoptado fundamentalmente dos medidas para conseguir que se aumenten los gastos en el sistema, se han adoptado en Francia y en Alemania. Francia, con la contribución social generalizada, está financiando cerca del 20 por ciento el año pasado del gasto de las pensiones en su sistema. Y Alemania, a través de los impuestos, está financiando el 21,4 del gasto el año pasado del sistema público de pensiones a través de la vía presupuestos.

Aquí en España se ha debatido en la comisión del Pacto de Toledo si es conveniente subir o no las cotizaciones sociales, algunos dicen que afecta al empleo, otros dicen que no sería suficientemente rápido una subida de cotizaciones para apuntalar el sistema en el momento en el que se está ahora. Y luego está la cuestión del empleo, cómo, cuánto y de qué calidad es necesario para sostener este sistema. Quizás lo mejor para afrontar que hay que hacer con el sistema de pensiones sería preguntarse qué clase de pensiones queremos pagar antes que ver cómo se puede parchear y apuntalar el sistema, pensar en cómo las pensiones han de ser suficientes para hacer un sistema también sostenible.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

¿Peligran las pensiones? Un contrato entre generaciones.

Fijémonos en dos características del sistema de pensiones que a veces olvidamos y que al final son los que van a determinar de donde tienen que venir las soluciones. El sistema de pensiones es de reparto, es un contrato implícito entre generaciones. Los que estamos ahora cotizando estamos pagando las pensiones a los que ya están jubilados, a cambio de que los que vengan en el futuro ―niños que ya han nacido, que van a nacer o inmigrantes que van entrando― nos las paguen a nosotros. Es un contrato.

Además, otra cosa importante es que todos los países están sufriendo los mismos problemas que España, que es un problema de la longevidad que ha aumentado de forma espectacular. Esta longevidad viene acompañada también de otros temas como las tasas bajas de fecundidad, pero es sobre todo la longevidad la que ha hecho que un sistema que estaba diseñado para jubilarse a una determinada edad y luego sobrevivir unos cuantos años, haya quedado desajustado al vivir las personas más tiempo. ¿Qué ocurre? Que todos los países, cuando hacen una reforma, lo que están haciendo es reescribir este contrato para que las futuras generaciones lo puedan pagar. Porque de nada sirve que hoy en el Parlamento se vote lo que se quiera si cuando nos vayamos a jubilar dentro de 20 o 25 años los que están allí no van a cumplir este contrato.

Y otra cosa, sabemos que en tres décadas va a haber siete millones más de jubilados pero va a haber siete millones menos de personas en edad de trabajar. Si uno hace las cuentas y piensa en el futuro con la proyección demográfica, y le pone una tasa de empleo de pleno empleo ―ponemos la tasa de empleo más alta de cualquier país que jamás hayamos observado― lo que vamos a ver es que prácticamente va a haber un jubilado por cada trabajador. Estamos exigiendo, sin hacer reformas, que en el futuro una persona se levante y pague una pensión. ¿Qué ocurre? Que al final para que este contrato se pueda cumplir todos los países introducen reformas, y las reformas no son ni más ni menos que adaptar el contrato para que las futuras generaciones puedan pagar los derechos a pensiones que fijemos hoy.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

Suficiencia y sostenibilidad. Las protestas de los jubilados.

Las protestas de los jubilados ponen el acento en las dos cosas. Quieren pensiones que sirvan para vivir con dignidad y a la vez quieren un sistema que les garantice que van a tener esa pensión hasta el final de su vida, ¿es posible casar ambas aspiraciones ahora mismo?

Claro que es posible y además se estaba previendo. España no se ha visto sorprendida por la evolución del sistema de pensiones, se ha visto sorprendida por la crisis y por la destrucción masiva de empleo y por la intensidad de la misma. Pero ya en 1995 preveíamos que el sistema de pensiones había que financiarlo de una manera mixta, creciente, durante una serie de décadas. Esto está en el Pacto de Toledo, en 1995 cuando se dice: las pensiones se financiaran preferentemente con cotizaciones sociales.

Hoy ya el sistema se financia en un diez por ciento con impuestos. Todas las pensiones mínimas, todos los complementos a mínimos se financian con impuestos. De hecho se financia casi en un veinte por ciento con impuestos, porque este préstamo que se ha inventado el Gobierno ―que no puede hacer un préstamo, lo que tiene que hacer son aportaciones― es una aportación del Estado, porque la Ley General de Seguridad Social dice con claridad que las pensiones se financian con cotizaciones sociales y aportaciones del Estado. Y lo que no se puede es decirle a las generaciones que están financiando las pensiones actuales que, por el hecho de ser más numerosas, no van a poder tener pensiones comparables a las que están contribuyendo a financiar. Y hay que dejar muy clara una cosa, cuando alguien paga una cotización a la Seguridad Social no sólo está pagando la pensión de sus mayores, está construyendo su derecho futuro a pensión; y lo que no podemos decirle es que no se va a respetar su derecho futuro. Por tanto, las generaciones más numerosas tienen que ser tratadas de manera razonablemente similar a la que están contribuyendo a financiar. Esto es posible aportando diferentes soluciones.

La primera de esas soluciones es más empleo y de mayor calidad. La segunda es una aportación creciente del Estado. Sólo hay un dato fijo conocido, inapelable: el número de pensionistas a mediados de siglo. Están todos aquí en España, están todos empadronados y empadronadas y los podemos contar uno a uno. Todas las demás variables requieren y permiten políticas públicas. ¿Cuánta gente va a trabajar en España? ¿Qué modelo laboral tenemos en este país? ¿Qué tasa de natalidad tenemos? ¿Qué impuestos pagamos? ¿Qué política migratoria hay?… son aspectos que  requieren políticas públicas y mecanismos de actuación. Sólo hay un dato fijo; no demos como datos fijos ningún otro porque todos los demás pueden ser trabajados, pueden ser tratados desde la política.

Si se miran los estudios que se hicieron en 2006-2007 antes de la crisis económica, se anticipaba que el sistema entraría en déficit en 2025. Es decir que lo que ha ocurrido es que estos déficits nos han sorprendido por la crisis económica, pero si se miran los informes que se escribían en 2006 ya se decía que el sistema necesitaba reformas. Las necesita igual, se sabía que en el 2025 es cuando se empezarán a jubilar los baby boomers, pero ha ocurrido que ha llegado esta crisis económica que ha destrozado las cuentas y que se ha comido el Fondo de Reserva que nos servía como fondo de maniobra para el futuro. Pero tan pronto como superemos esta crisis económica, tan pronto como alcancemos ese millón y medio de trabajadores, igual tenemos un espejismo de uno o dos años de superávit pero esto al final sabemos que la solución no viene por ahí.

¿Qué ocurre? Es verdad que no es justo que a la gente a la que se ha firmado un contrato se le tenga que cambiar. Lo que pasa es que esto ocurre muchas veces tan pronto como cambian las condiciones. En los años 80 se hizo una reforma con huelga general, donde prácticamente tu pensión era igual al salario de los dos últimos años. Nos podemos imaginar lo que ocurría en esa época, la gente se ponía salarios muy altos durante dos años y a cobrar la pensión el resto de su vida. Eso estaba ahí y se cambió. Siempre que se introducen reformas se introducen un poco para que el contrato se pueda cumplir.

Imaginemos que ahora decimos que no hacemos nada. Yo estoy trabajando y estoy cotizando, a mí que me paguen lo mismo que me han prometido y me lo actualicen con el IPC, etc. Si yo miro los datos, y es verdad que algunas variables se podrían corregir, ¿yo realmente pienso que en el año 2040 una persona en España, un joven, se va a levantar por la mañana y lo primero que va a hacer con su sueldo es pagar una pensión igual a las que se pagan hoy? ¿Alguien cree que esto se va a mantener? Todo el mundo sabe que no, y por lo tanto se va a introducir la reforma. Todos los países lo hacen, no es una cuestión de sí o no.

Ha habido cinco reformas de pensiones desde 1995. Cuatro tienen una lógica de actuación equilibrada ―con más intensidad, con menos― sobre los gastos del sistema, sobre los ingresos del sistema y sobre los comportamientos de cotización. Todas ellas lo que hacen es reforzar la contributividad y actúan reforzando el ingreso del sistema, y la actuación sobre los gastos es siempre sobre la contributividad, es decir sobre la mayor relación entre lo que las personas cotizan y reciben.

La reforma del 2013 rompe eso y va a otra forma, a otro modelo. Nos lleva a un modelo distinto de pensiones, un modelo distinto que lo que dice es lo que se ha descrito antes: con un porcentaje del PIB similar al actual vamos a pagar pensiones a siete millones más de pensionistas. Por tanto la única manera de hacer eso es bajando la pensión de manera generalizada. Esto es una reforma sistémica que nos lleva a un modelo de pensiones más parecido al anglosajón, que es donde se establece una pensión zócalo ―una pensión mínima― y que la gente se aventure a construirse lo que pueda; y eso la mayoría de la gente no lo puede hacer, no tiene capacidad de ahorro disponible para hacerlo.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

La restricción presupuestaria vinculada a las pensiones.

En la reforma de 2013 hay una parte que mejora la contributividad. Porque básicamente el factor de sostenibilidad lo que hace es que si una madre y una hija entran a trabajar con la misma edad, se jubilan con la misma edad y trabajan por el mismo sueldo ―una cosa ficticia―, resulta que si la hija va a vivir por más tiempo entonces va a percibir un poco menos cada año para poder percibir lo mismo. Por lo tanto a partir del 2019 lo que pretende justo es garantizar un poco la contributividad del sistema.

El factor de revalorización de las pensiones tiene una parte en la que se basa todo que es una especie de restricción presupuestaria que dice que, a lo largo de un ciclo económico los ingresos tienen que ser suficientes para financiar los gastos. El Gobierno ha optado por no tocar nada, ni los ingresos ni los gastos, y entonces ha llevado al sistema a garantizar la sostenibilidad a través de una cuasi congelación de pensiones que es lo que es injusto y lo que hay que evitar.

Las pensiones se financian con dos fuentes: cotizaciones  e imposición general en los presupuestos. Si partimos de la base de que no se puede actuar sobre los ingresos en materia de cotizaciones ni sobre la aportación del presupuesto del Estado, sólo queda bajar las pensiones. Pero es que se puede actuar en las dos vías, se puede actuar mejorando los ingresos por cotizaciones ―actuando sobre las bases máximas de cotización, sobre las mínimas, sobre que todo el mundo cotice por ingresos reales porque hay mucha gente que no cotiza por ingresos reales sino que elige libremente su base de cotización, sobre que se dejen de financiar políticas distintas de pensiones con cotizaciones―. Eso del lado de las cotizaciones, pero del lado de la imposición general es que hay capacidad para hacerlo. Es que España, comparada con los países de la Eurozona, tiene un resultado de su presión fiscal que está entre cinco y seis puntos por debajo. Por tanto jugamos este partido ―el de la protección social, el de la inversión pública, el del I+D, todos― con una mano atada a la espalda, y eso es lo que la política tiene que resolver.

Pensiones y pensionistas. Ilustración de Sophia Touliatou.

¿Cómo calcular mi pensión de jubilación?  Preguntas clave (actualizado 13/09/2018)

¿Qué pago yo por mi pensión?

Nada, tú pagas la pensión de tus padres. El sistema español está basado en la solidaridad entre generaciones; el dinero que te descuentan de tu salario sirve para pagar la pensión de los jubilados de hoy. En el futuro, alguien más joven trabajará (y cotizará) para cubrir tu pensión.

¿Qué parte de mi sueldo va al sistema de pensiones?

  • Si eres autónomo: De cada 100 € de ingresos brutos, un autónomo cotiza como mínimo 26,40.
  • Si no eres autónomo: De cada 100 € de nuestro sueldo bruto, cotizamos 4,70 € directamente. La empresa paga 23,60 € adicionales por cada 100 € del sueldo bruto del trabajador.

¿Por qué se dice que el sistema es insostenible?

Porque el sistema de la Seguridad Social está en números rojos. Ingresa por cotizaciones menos de lo que necesita para pagar las pensiones. Este es un desajuste que se agravará en 2022 cuando la generación del “baby boom” comience a jubilarse; su pensión la tendrán que pagar las generaciones que vienen detrás, no tan numerosas.

Sólo hay que fijarse en la evolución de la demografía. Ahora, por cada cien personas en edad de trabajar y cotizar, hay unos 25 o 30 pensionistas, aproximadamente. Pero poco a poco, la población se irá envejeciendo. En unas décadas, por cada cien personas potencialmente activas, habrá más de sesenta cobrando una pensión.

El sistema de pensiones depende del ratio de dependencia, el número de personas en edad de jubilarse y el número de personas en edad de trabajar. Este ratio, en este momento, está alrededor del 25% (tenemos un jubilado por cada cuatro personas activas). En el futuro pasaremos a tener sólo tres trabajadores activos por cada dos jubilados.

Si los parámetros con los que se diseñó el sistema cambian, y el sistema y la promesa no cambian… alguien tiene que pagarlo. Y el problema es que si es un sistema de reparto se tiene que pagar con los presupuestos generales del estado o subiendo las contribuciones a los individuos. Se deberían ajustar los parámetros legales (las cotizaciones o las pensiones) o el mercado de trabajo debería funcionar muchísimo mejor (eso ayudaría pero no sería toda la solución).

Se hace un análisis estrictamente económico partiendo de un concepto que es erróneo: que sólo se pueden pagar las pensiones con las cotizaciones de los trabajadores en activo. Si esto fuese así, necesitaríamos que todas las generaciones fuesen iguales, y eso no es así ni ha sido nunca ni va a ser nunca así.

Las cotizaciones sociales tienen que ser mayores y mejores, tiene que haber más gente trabajando y con empleo de mejor calidad. Pero, aún así, habrá momentos en los que es necesaria una mayor aportación del Estado, que ya existe ahora.

Pero, ¿no había una hucha?

Sí, pero ya está casi vacía. Los 8.000 millones de euros que quedan no llegan para hacer frente ni a las pagas extras. De hecho, el año pasado, y para no dejarla a cero, el gobierno español ya tuvo que pedir un crédito a cuenta de los presupuestos. La hucha se ha vaciado por la crisis, pero incluso en el mejor de los casos no habría servido para garantizar las pensiones.

¿Por qué se ha vaciado tanto la hucha? El fondo de reserva, o la también conocida como “hucha de las pensiones”, se creó en 1995. El objetivo era aprovechar los años de vacas gordas -de superávit de la Seguridad Social- para cuando vinieran las vacas flacas y el sistema no lograra cuadrar los números. De todos modos, no fue hasta 2000 cuando el gobierno de Aznar hizo su primera aportación. Desde entonces y hasta la llegada de la crisis, los diferentes gobiernos fueron poniendo dinero; la Seguridad Social invierte estas aportaciones en deuda pública española, y las ganancias sirven para engordar aún más la hucha.

En 2011 alcanzó el nivel más alto, con más de 66.800 millones de euros, pero entonces el sistema de la Seguridad Social entró en déficit y fue el momento de empezar a acudir a estos fondos de reserva. Desde entonces, año tras año se ha sacado dinero, hasta un total de 74.400 millones. Hoy por hoy sólo quedan 8.000 millones de euros. De hecho, estaría vacía si no fuera porque el gobierno español ha concedido varios préstamos a la Seguridad Social para pagar las extras de Navidad y de verano de los últimos años.

Pero… ¿Cobraré? ¿Y cuánto?

Sí que cobrarás. Hay consenso social y político sobre la necesidad de garantizar un sistema público de pensiones. La duda es saber cuánto, y si lo que acabarás cobrando será suficiente para mantener el mismo nivel de vida. Ahora, en España, un pensionista cobra de media el 82% de su último salario neto. Es la llamada tasa de sustitución.

En el entorno europeo, esta cifra es más baja; si las reformas en España van en la misma línea, tenderán a reducir la pensión para asegurar la viabilidad de todo el sistema. En países como Francia, esta tasa de sustitución es del 75%, mientras que en Alemania, de media, la pensión equivale al 50% del último salario.

¿Tengo que empezar a ahorrar?

Sí, si te lo puedes permitir. Ahorrar para el futuro parece una opción sensata, pero también es cierto que no todo el mundo puede poner dinero en la hucha regularmente. El sistema público debe ser una “red de seguridad”, sobre todo para las rentas más bajas.

Ahora mismo, en promedio, las familias sólo pueden ahorrar el 6% de su renta disponible. Para la mayoría de la población, el sistema público de pensiones es y será básico para garantizarse unos ingresos durante la jubilación.

Las opciones más convencionales para ahorrar son los productos que ofrecen las entidades financieras, como los depósitos o los fondos de inversión. También se puede considerar la opción de comprar, directamente, acciones o títulos de deuda pública.

Otra alternativa es la inversión en inmuebles. Como cualquier activo financiero, todo es susceptible de sufrir las sacudidas de los mercados, como se vio durante la crisis financiera. España da muchos incentivos para canalizar el ahorro para la jubilación a través de los fondos de pensiones.

¿Cómo lo hacen en otros países?

El abanico es amplísimo. Desde sistemas públicos como el español o el francés, hasta otros donde pesa mucho la vía privada, como es el caso de Suecia o, más aún, Chile.

  • España: Sistema de reparto clásico. Prácticamente la totalidad de las prestaciones dependen del sector público, aunque también existe la posibilidad de acudir a planes privados. Países como Portugal, Italia y Grecia tienen sistemas similares.
  • Francia: Sistema de pensiones de “reparto”. Los trabajadores en activo pagan la pensión de los jubilados. Además de la pensión mínima garantizada por la Seguridad Social, hay una pensión complementaria que gestionan empresas y sindicatos. Las aportaciones a estos fondos sirven para “puntuar” a los trabajadores; cuanto más puntos y años de cotización puedan acreditar, mejor será la pensión cuando se retiren. Alemania y Bélgica tienen sistemas similares.
  • Reino Unido: Sistema mixto público-privado. La parte pública sólo representa cerca de un 30% de la pensión final. Se incentivan los planes privados a través de las empresas, que están obligadas a inscribir a sus trabajadores en fondos de pensiones privados. Ahí aportan el 5% de su salario, el 8% a partir del 2019. Los Países Bajos, Suiza o Irlanda tienen un sistema similar.
  • Suecia: Sistema mixto público-privado. Las cotizaciones sociales son el 18,5% del salario. Una parte, el 16%, son para pagar las pensiones del sistema. La otra, el 2,5%, se guarda en una cuenta individual de cada cotizante, que recuperará cuando se jubile. Un gestor privado elegido libremente por el trabajador se encargará de invertir ese dinero. Cada año, el gobierno envía información detallada de las aportaciones y el cálculo de la posible pensión futura.
  • Estados Unidos: Sistema público de reparto, que garantiza pensiones públicas. Pero lo más habitual es complementarlas a través de planes privados; de empresa (los llamados 401K), o bien voluntarios.
  • Chile: En el año 1981 -en plena dictadura del general Pinochet- adoptó un nuevo sistema totalmente privado, de capitalización total. El 10% del salario de cada trabajador a una cuenta personal que se invierte en un fondo de pensiones. A lo largo de los años, sistemas similares implantaron en varios estados de América del Sur. En 2008, Chile introdujo una pensión mínima financiada con cargo a los presupuestos generales del Estado.

Seguridad Social, simulador para el calculo de mi pensión por jubilación.   

El Sistema español de Seguridad Social concibe la jubilación como una decisión personal y voluntaria del trabajador. Por esta razón, es necesario que toda persona que se acerca a la edad ordinaria de jubilación disponga de los suficientes elementos de juicio que le permitan adoptar la decisión más acertada en su tránsito hacia la jubilación.

A esta finalidad responde el «Simulador de jubilación», con el que el usuario podrá hacerse un cálculo aproximado de la pensión que, en su caso, pueda corresponderle. Este servicio permite simular la edad con la que se puede jubilar y la cuantía aproximada.

La simulación se realiza teniendo en cuenta la información real del solicitante, a fecha de la simulación, que consta en las bases de datos de la Seguridad Social. Más allá de dicha fecha, el sistema proyecta la situación actual hasta la fecha de jubilación o bien permite que el usuario contemple distintos escenarios (alta en otro Régimen, desempleo, cambio de base de cotización…).

 

Lo que has de saber sobre los planes de pensiones. (actualizado 13/09/2018)

¿Qué es un plan de pensiones?

Es un producto de ahorro a largo plazo basado en aportaciones periódicas o puntuales, con el objetivo de generar unas rentas que ayuden a complementar la pensión pública una vez llegado el momento de la jubilación. A la hora de rescatar el plan, el ahorrador recuperará una parte o todo el capital invertido (dependiendo del tipo de producto contratado), más los posibles beneficios que haya generado el fondo, invertido según unos criterios fijados previamente.

¿A quién le interesa?

Según organizaciones como la OCU, es un tipo de ahorro que se ajusta sobre todo a los mayores de 45 años, con unos 20 años para jubilarse y perfil inversor conservador.

Organizaciones como Inverco, la patronal que representa las instituciones de inversión colectiva y fondos de pensiones, cree que son una buena opción ante la incertidumbre sobre la evolución futura de las pensiones públicas, y señala ventajas como la flexibilidad a la hora de mover el dinero entre diferentes fondos, o bien la fiscalidad.

De hecho, desde el punto de vista fiscal, la inversión en fondos de pensiones puede interesar como opción de desgravación en el impuesto de la renta.

¿Cuál es la ventaja fiscal?

Uno de los alicientes de estos productos son sus beneficios fiscales. Pero son de ida y vuelta. Las aportaciones realizadas sirven para rebajar la factura fiscal, porque pueden reducirse de la base imponible general del IRPF, con un límite de 8.000 euros anuales.

Ahora bien, las ventajas fiscales desaparecen cuando se recupera el dinero del fondo, que pasa a tributar como renta del trabajo e incrementan la base imponible del IRPF. Hablamos, pues, de un pago de impuestos “en diferido”.

¿Qué rentabilidad tienen los fondos de pensiones?

A finales de 2017, la rentabilidad acumulada de los fondos de pensiones era del 2,68% anual, en promedio, según el balance que hace el Ministerio de Economía a finales del 2017.

La patronal del sector, Inverco, publica también sus estadísticas, con el detalle de cada fondo y rentabilidades según los años acumulados. Este 2018, los únicos que tienen rentabilidades positivas son los fondos garantizados (+ 2,51%) y los de renta fija a largo plazo (+ 0,38%).

Muchas voces apuntan a que la rentabilidad de estos fondos es menor que otros productos financieros y de inversión, con estudios como este del profesor del IESE Pablo Fernández.

¿Puedo perder dinero?

Sí. Un fondo de pensiones se invierte en una cartera de activos financieros que pueden obtener beneficios o pérdidas. Hablar de renta “fija” no significa, por ejemplo, que la ganancia esté asegurada. Dentro del abanico de fondos comercializados, los hay más o menos conservadores. Cada uno debe elegir muy bien de acuerdo con sus expectativas, teniendo en cuenta siempre que la evolución del mercado es imprevisible.

¿Y las comisiones?

Son un punto importante, que hay que tener muy en cuenta a la hora de contratar un plan de pensiones. Hay comisiones de gestión de este plan, y también de depósito de la entidad donde tenemos el fondo. A principios de este año, el gobierno español estableció los nuevos topes.

  • La comisión de gestión no puede superar el 1,5% anual, y varía según el tipo de producto: con la renta fija será de un máximo del 0,85%, en mixta del 1,30% y renta variable, del 1,50%.
  • La comisión máxima por el depósito del fondo es del 0,25%.

Por ejemplo, si tenemos un fondo de pensiones con 50.000 € invertidos en renta variable y una comisión de gestión del 1,5% anual, tendremos que pagar 750 €, independientemente de la rentabilidad de ese año. Si la comisión de depósito es del 0,20%, tendremos que añadir 100 € más. Es dinero que se descuenta del capital invertido, año tras año.

¿Se tiene que rescatar de golpe o mensualmente?

La forma en que se rescatan los planes de pensiones condiciona la tributación. Si se opta por pedir todo el dinero de golpe para disponer inmediatamente, se incrementará la factura fiscal, porque todo el capital engrosa la base imponible del IRPF en un mismo ejercicio. La otra opción es recuperar el fondo en forma de renta, cobrando mensualmente una cantidad. También tributa como rendimientos del trabajo y se debe declarar el impuesto de la renta, pero el impacto se distribuye en los años gradualmente.

¿Puedo recuperar el dinero antes de jubilarme?

Sí, con determinadas condiciones, como por ejemplo enfermedad de larga duración, paro también de larga duración o desahucio de la vivienda habitual. También se desbloquea el dinero en caso de muerte del partícipe. A principios de este año, el gobierno español amplió las posibilidades de rescate, con un único condicionante temporal. A partir del 2025, los propietarios de fondos de pensiones pueden rescatar todo el dinero que lleve al menos diez años invertido. El 1 de enero de 2025 podrán empezar a recuperar aportaciones realizadas antes del 2015. Si alguien, por ejemplo, aporta dinero a su fondo de pensiones este 2018, si quiere podrá disponer del dinero a partir del 2028.

¿Qué tipos de fondos hay?

  • Renta fija a corto y largo plazo (no se incluye renta variable-bolsa).
  • Renta fija mixta (menos del 30% de la cartera en renta variable).
  • Renta variable mixta (entre el 30% y el 75% de la cartera en renta variable).
  • Garantizados (se garantiza un mínimo rendimiento y, según el fondo, también el capital).

Según los últimos datos, el 60% de los partícipes en estos fondos optan por la renta fija mixta.

¿Cuánta gente tiene un fondo de pensiones en España?

Según datos del Ministerio de Economía, a finales del 2017 había 9,6 millones de partícipes en fondos de pensiones en España, con un patrimonio acumulado de 110.000 M €.

Fuente: Hoy por hoy de Cadena ser (13/03/2018) / Més 324 de TV3 (14/03/2018) / Imagen de portada: flickr Sergio Pani / Ilustraciones de profesiones de Sophia Touliatou.