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Niños refugiados sirios

Niños refugiados sirios

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Cada corto es una historia real.

Los niños son niños, no importa de dónde vienen. Todos los niños tienen derechos y merecen una oportunidad justa, y los niños refugiados no son una excepción. La trilogía, Unfairy Tales (Cuentos Unfairy, de refugiados y migrantes) no es lo que parece. La primera impresión es que son clásicos cuentos para niños pero,  a medida que se desarrollan, cada uno explica una historia de terror acerca de un niño refugiado sirio y por qué él/ella abandonó el país. Al niño o la niña protagonista en que se basa cada historia nos lo presentan al final de cada corto.

«Estas películas destacan el lado humano y las experiencias de los jóvenes refugiados y los migrantes, No son historias anónimas  a las que no podemos poner una cara«, señala Eduardo Marques, director creativo ejecutivo de 180LA, la agencia de publicidad que ha producido esta serie. «Se habla de Malak. De  Ivine. De Mustafa”.

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Los cortos son  parte de una iniciativa de UNICEF, #actofhumanity, para ayudar a encuadrar las percepciones positivas hacia las decenas de millones de jóvenes y niños refugiados y migrantes que hay en todo el mundo.

«Las historias de los tres niños no son inusuales. Al menos 65 millones de niños y jóvenes en todo el mundo están en movimiento  (escapando  de los conflictos, la pobreza y las condiciones meteorológicas extremas)  en busca de una vida más estable y un lugar al que  llamar CASA«, explica Paloma Escudero, responsable de comunicación de UNICEF.

«Ninguna de estas historias tiene un final«, comentó Rafael Rizuto, director creativo ejecutivo de 180LA,  «Incluso después de sobrevivir a estas espantosas huidas los niños se enfrentan a nuevos desafíos. Vivir en comunidades extranjeras que pueden albergar sentimientos hostiles hacia ellos«.

Los cortometrajes marcan el debut de la iniciativa mundial #actofhumanity de UNICEF, diseñada para promover la percepción positiva de las decenas de millones de niños refugiados en todo el mundo.

“Malak and the Boat”

(Malak y el barco) nos cuenta el peligroso viaje en barco a Grecia a través de los ojos de una niña refugiada siria de 7 años. Echa de menos a sus amigos y perdió todas sus pertenencias durante el peligroso viaje a Europa con su madre. Después de llegar a Grecia, ella dice: «ESPERO QUE LAS COSAS VUELVAN A SER COMO ERAN”.niños refugiados. Malak

En este clip se puede ver como la niña explica su historia:

“Ivine and the Pillow”

(Ivine y la almohada)  es la historia de una niña de 14 años de edad, que sobrevive atentados en su ciudad natal. Después de una peligrosa huida se asienta en un campo de refugiados de Alemania, donde SUS LUCHAS CONTINÚAN CAUSANDO QUE LLORE EN SUEÑOS.niños refugiados. Ivine

“Mustafa Goes for a Walk”  

(Mustafa va a dar un paseo), un niño tiene que hacer un largo y doloroso viaje, en busca de un hogar más seguro. En el proceso, tiene que decir adiós a esas cosas que le suponen comodidad: SUS AMIGOS y SUS JUGUETES.niños refugiados. Mustafa

Los niños refugiados en situación de emergencia. (actualizado 9/10/2018)

Los jefes de estado de la Unión europea se reunieron los días 19 y 20 del pasado mes de septiembre  en Salzburgo con dos asuntos cruciales sobre la mesa, el Brexit y la política de migración.

No hubo acuerdos definitivos porque se trataba de una cumbre informal y las reuniones se centraban en tratar de superar diferencias. Pero mientras en los despachos se discute y se teoriza, y se pospone la toma de decisiones, Medicos Sin Fronteras (MSF) ha lanzado una llamada urgente porque dice hay cosas que no pueden esperar.

Por ejemplo el hecho de que en el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, uno de cada cuatro niños y adolescentes refugiados haya intentado suicidarse o se haya autolesionado movido por la desesperación. En un campo donde se hacinan más de 9.000 personas, un tercio de ellas menores, la situación se ha vuelto insostenible. El propio gobierno griego ha reconocido que Moria está en una situación límite.

Refugiados sirios en Europa. La desesperación de un refugiado sirio en Lesbos:

Idoia Moreno es enfermera y coordinadora de la clínica pediátrica que Médicos Sin Fronteras estableció fuera del campamento de Moria. Recordemos que MSF se retiró de su interior hace ya dos años porque dijo que no quería ser cómplice de las políticas europeas hacia los refugiados.

Antes de analizar esa realidad impactante, la de esos niños y adolescentes que intentan quitarse la vida, Idoia describe como es el día a día en esos campamentos, algo que quizás explica muchas cosas: “Yo llevo aquí desde febrero, y sólo tengo una palabra para definir lo que supone el campo de refugiados de Moria: inhumano. Es un infierno y hay una total falta de dignidad humana en todos los sentidos. Actualmente tenemos 9.000 personas hacinadas en un espacio para 3.000”.

Desde esa clínica pediátrica Médicos Sin Fronteras realiza con los menores, y también con los adultos, actividades de grupo sobre salud mental. ¿Sorprende el dato de cuantos adolescentes y niños han intentado quitarse la vida y cuantos se autolesionan? “A mí no me sorprende. Las condiciones de vida son totalmente horribles, lo estamos viendo diariamente. No hay ningún tipo de asistencia médica. La única asistencia que hay para las 9.000 personas, aparte de nosotros para los niños, es un médico del gobierno griego y dos médicos voluntarios de una ONG. El proceso de asilo está roto, no tienen ningún tipo de esperanza en optar a otro tipo de futuro porque actualmente están dando la primera entrevista de asilo en noviembre del 2019. Tenemos gente actualmente viviendo en Moria más de dos años y medio, lo que supone que todas estas condiciones de vida inhumanas provoquen en la población, tanto en niños y adolescentes como adultos, una total falta de esperanza en el futuro.”

El campo de Moria tiene 3.100 plazas. En él hay más de 9.000 inmigrantes y refugiados a la espera de que se resuelva su situación legal. Parece que se ven atrapados indefinidamente y en un ambiente inseguro e insalubre. Las infraestructuras están desbordadas y las condiciones higiénico-sanitarias no existen prácticamente. MSF ha tenido incluso que hacerse cargo de colocar unos baños en un olivar. “Efectivamente. Hoy en día barajamos datos que tienen un  baño cada 72 personas, y una ducha cada 85. Se puede imaginar el estado de estas instalaciones. La mayoría de ellos son los baños portátiles de plástico que podemos ver en fiestas y festivales. Nosotros, cuando llegamos en enero o febrero, tuvimos que construir baños, porque en un área donde había más de 1.000 personas no había ni siquiera un baño ni una ducha.”

¿Qué cuentan esos niños a los sanitarios de Médicos Sin Fronteras en esos talleres de salud mental? “Historias absolutamente horribles. El que menos, el niño que vemos en Moria, ha visto matar a su madre o a su padre, violar a su madre, que una bomba haya destruido el edificio donde vivían matando a sus hermanos o a todos sus vecinos o al resto de la familia. Esos son los traumas de base que las personas desplazadas traen. Tenemos que tener presente en todo momento que son familias que huyen de una guerra, no es que vengan a Europa para encontrar un futuro mejor; la gente no quería haber dejado su país, el problema es que venir aquí es la única opción que tienen para seguir con vida. Y desgraciadamente lo que se encuentran y lo que ellos pensaban… creían que en Europa iban a encontrar seguridad y la paz, y se encuentran con una situación totalmente inhumana”.

Hablamos del dato que hizo público Médicos Sin Fronteras: uno de cada cuatro niños y adolescentes refugiados en el campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, ha intentado suicidarse o se ha autolesionado. Idoia atendió recientemente a un par de niños que se cortaron las venas. “Sí. No diría que es el día a día pero es algo que vemos todas las semanas. La semana pasada tuve que coser la muñeca a un menor no acompañado de 16 años y a una chica de 17 que junto con su madre se había intentado cortar las venas, las dos juntas. Insisto en que lo que está llevando a la gente, tanto a los adolescentes como a los adultos, a autolesionarse, a intentar suicidarse, es precisamente las condiciones de vida que encuentran aquí. Muchos tienen traumas previos, pero lo que les da el paso a querer acabar con su vida y a la total desesperación que tienen es la situación en la que viven aquí durante años.”

¿Cómo lleva una persona como Idoia ese trabajo, ese día a día con este colectivo tan vulnerable? “Es muy duro, muy duro. Yo he pasado los últimos cinco años de mi vida en la República Centroafricana, en el Congo, en las zonas más extremadamente pobres y violentas del mundo. Y esta, sin duda, está siendo la misión más dura de todas, por las condiciones de vida horribles que estamos viendo día a día, por la desesperación de la gente, por saber que estamos en Europa y que esto no es aceptable en Europa. No es aceptable en ninguna parte del mundo, pero menos aquí con los recursos que tenemos.”

Médicos Sin Fronteras ha denunciado en reiteradas ocasiones el acuerdo suscrito entre la Unión Europea y Turquía. Ahora lo que hace MSF es un llamamiento, dicen que no puede esperar, un llamamiento urgente para que se traslade ya a todas las personas vulnerables que están en campamentos como ese, sobre todo a los menores. Asimismo pide que se adecue el número de habitantes a la capacidad del campo.

¿Tendrá esta vez eco ese llamamiento? “Esperamos que sí porque realmente esto no es aceptable. La situación del campo de refugiados de Moria es consecuencia total del acuerdo que se firmó entre Europa y Turquía, lo que supuso que la gente cuando llega a Lesbos no puede abandonar la isla. Estamos viendo que en dos semanas hemos recibido 1.765 personas desde el uno de septiembre. Esto va a seguir pasando porque como decíamos no es una opción, es la única opción que la gente tiene para salir con vida. Está claro, tenemos la evidencia de que el tratado entre Turquía y Europa no está funcionando.”

Fuentes: The Stable y  Unicef / Entre paréntesis de Radio 5 (19/09/2018) /Imagen portada: Unicef

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