Como consecuencia de la pandemia por coronavirus hay algo que tenemos que aprender cada vez más y mejor: a convivir con la pareja, con la familia, con los hijos e hijas. Cada vez son más las personas que tienen que vivir y teletrabajar en espacios reducidos. Se da por hecho que la convivencia es fácil, que viene de serie, que amar es fácil. Pero eso no es verdad, amar requiere un esfuerzo.

¿Cómo podemos mejorar la convivencia familiar? ¿Cómo podemos tener nuestro espacio físico pero también mental? ¿Cómo podemos afrontar las discrepancias y las discusiones? ¿Cómo podemos tratarnos con más asertividad?

Cómo mejorar la convivencia familiar

La convivencia no es sencilla

De entrada decir que, aunque pueda parecer chocante, no es necesario que todos los miembros de la familia nos “caigan bien”: nos tiene que caer bien nuestra pareja, pero no es necesario que los hijos nos caigan bien.

Nos tiene que caer bien la pareja, y también los amigos, porque es con quienes vamos a compartir ratos de felicidad… y si no te caen bien será una birria de relación. Pero, ¿cómo podemos decir que nuestros hijos, a quienes queremos con locura y por los que daríamos la vida, no es necesario que nos caigan bien?

Pues es sencillo. Tú no has tenido hijos para que ellos te caigan bien. Tú no has tenido hijos para compartir felicidad, aunque mucha gente lo pueda pensar. Tú has tenido un hijo o una hija para que a esa persona que acaba de nacer le des el soporte que necesita para que llegue a ser, sin importar la persona que tenga que llegar a ser.

Cómo mejorar la convivencia familiar

Hay algo que no se dice, pero la realidad es que a muchos progenitores, a un 20% o un 30% de los padres y madres, sus hijos no les caen bien (porque pueden tener ideas o maneras de hacer diferentes a las que ellos tienen, por ejemplo sobre el machismo o sobre cualquier otro tema). ¿Qué puede hacer en ese caso un padre o una madre?

Piensa por ejemplo en dos plantas. En un cactus (que casi no necesita agua) y en un alga (que necesita muchísima). Pues hazte a la idea de que hay hijos/as cactus e hijos/as algas. Lo que tú necesites como padre o madre no tiene ninguna importancia. Para querer a tu hijo o hija lo que has de hacer es darle lo que él o ella necesita. En unos casos será mucha agua y en otros será muy poquita. Lo que tú quieras como padre o madre no importa. Eso es AMOR.

Es inevitable que en las relaciones lleguemos a frustraciones y a problemas, y si no somos capaces de trabajarlo son cosas que nos quedarán marcadas.

Los padres y las madres perfectas no existen, o sea que lo que es seguro es que en uno u otro momento la vas a pifiar. Reconoce que no siempre vas a acertar, y cuando eso ocurra perdónate y no te culpes porque culparse a uno mismo no sirve absolutamente de nada.

Las grandes dificultades que tienen las personas no vienen motivadas por el ministro de economía de turno ni por el presidente de la Unión Europea. Los problemas gordos en tu vida los tendrás con tu abuela, con tu padre, con tu madre, con tus hermanos… con las personas que más has querido y más has convivido. Porque la convivencia es difícil. Porque querer no es fácil. Porque se ha de aprender a querer.

Cómo mejorar la convivencia familiar

Aprender a teletrabajar desde casa

Según los datos, como consecuencia de la pandemia y del confinamiento ha habido más divorcios. Con todo lo que pasó se noto un aumento en las consultas de los psicólogos, sobre todo por temas generados de las dificultades en las relaciones de pareja. Las relaciones que ya no funcionaban se pusieron aún más de manifiesto con esa convivencia más intensa.

La convivencia parece más fácil si durante el día cada uno está en sus cosas. Una consecuencia del teletrabajo es que dejamos de tener esa válvula de escape (o reguladora) que nos proporciona el salir de casa unas horas determinadas al día para ir a trabajar.

Cuando vamos a trabajar se propicia un momento que es para nosotros, en el que pasan cosas nuevas y nos encontramos con otras personas, y eso es algo positivo. Es positivo para todo el mundo pero lo es sobre todo cuando se tiene una relación que no acaba de funcionar, en ese caso es más necesario si cabe.

Cómo mejorar la convivencia familiar

Es muy importante, cuando estamos en casa y estamos en familia, y tenemos que trabajar desde ahí, tener en cuenta una serie de aspectos:

  • Tener claro de qué hora a qué hora nos ponemos a trabajar.
  • Respetar también el espacio en el que trabajaremos, porque necesitaremos silencio y paz.
  • Es importante que aunque trabajemos en casa nos levantemos a una hora razonable, temprano, igual que si fuésemos a trabajar a la empresa.
  • También lo es que nos vistamos como si fuésemos a salir a la calle. El arreglarnos es algo que ya tenemos incorporado si salimos fuera a trabajar, no salimos de cualquier manera, en cambio hay gente que se enorgullece de teletrabajar en pijama. Eso es algo que un día o dos puede estar bien, pero cuando llevas unos cuantos días así… es negativo.

Cómo mejorar la convivencia familiar

Cómo organizar las tareas domésticas

¿Hasta qué punto una familia, una pareja, a la hora de convivir, debería ser como una empresa? Hay psicólogos que utilizan esa imagen, la de la empresa, diciendo que se deberían aplicar los parámetros de una organización en la gestión familiar.

A priori puede parecer algo frío y poco humano, pero en cambio parece que es útil. Por ejemplo en lo que respecta a las tareas domésticas, es un aspecto de nuestra convivencia que si lo llevásemos a cabo como lo hacen las empresas seguro que nos funcionaría mucho mejor.

Cómo mejorar la convivencia familiar

Es típico escuchar el comentario de un miembro de la familia diciendo: «¡Es que todo lo tengo que hacer yo!», «¡Es que nadie me ayuda a nada!»…

En estos casos organizarnos y distribuir las tareas aporta beneficios. Porque hay labores que se tienen que hacer a diario. Cuando somos tres, cuatro, cinco o seis personas en la familia (porque hay familias numerosas), el distribuir esas tareas de casa permite que cada miembro de la familia siga teniendo un espacio para sí mismo. Porque las personas que sienten que todo recae sobre ellas tienen el problema de que tarde o temprano acaban cayendo.

Cómo afrontar las discusiones, los rifirrafes dialécticos

¿Cómo debería ser una buena discusión, si es que una discusión buena es posible?

En primer lugar la persona que comienza a discutir, a expresar aquello que le molesta, debería empezar por sí misma. En vez de decir: «Porque tú siempre me acabas llevando la contraria y siempre haces…», es preferible empezar diciendo: «Mira. Quiero que sepas que me siento mal cuando intento expresarme y pasa esto».

Sólo por el hecho de decir «Yo me siento así cuando ocurre esta situación», se consigue que la otra persona no se sienta igual de atacada. No sirve de nada empezar diciendo «¡Es que siempre haces lo mismo!», «¡Te lo he dicho mil veces y sigues igual!»… Son comentarios que sobran.

Y es también necesario que la persona que está expresando su malestar note que, cuando está explicando al otro eso que siente, a ese otro le importa lo que está diciendo. Que no vea que el otro responde con un «¡Deja ya de decir tonterías! ¡Ya vuelves a estar con lo mismo otra vez!»… Porque en ese caso la persona que está empezando la discusión acabará sintiendo que aquello de lo que se está quejando es una tontería, y seguramente la próxima vez callará para evitar el enfrentamiento.

Cómo mejorar la convivencia familiar

Hay parejas que en su convivencia discuten y que pueden estar uno, dos o tres días, en que uno de los miembros opta por no hablar. ¿Cómo se gestiona eso en un espacio reducido?

Dejar de hablar a la pareja o a otra persona con la que se convive es maltrato psicológico. Pregúntale a una persona que convive con alguien que deja de hablarle si se siente bien tratada mientras se encuentra con esa persona por casa y no le dirige la palabra.

Por lo tanto, bienvenidas sean las discusiones si son civilizadas. Las discusiones son importantes y son muy necesarias en una relación de convivencia de pareja. Lo que ocurre es que asociamos la discusión a gritos, a faltarnos al respeto, a tirar cosas por el suelo… y ahí ya estamos hablando de algo diferente.

Lo que normalmente hacemos es discutir enfadados, y una discusión es algo muy diferente a estar enfadados. Si la otra persona está alterada y tú mantienes un tono de voz bajito, automáticamente el contraste es tan grande que la pones en una situación difícil y baja el tono de voz.

Antes de hablar piensa siempre si, cuando acabes esa conversación, eso que le quieres decir a la otra persona habrá generado futuro u os habrá distanciado más. Si sólo quieres tener la conversación para continuar controlando. Si sólo quieres tener la conversación para decirle que no te importa… Entonces tener esa conversación no es necesario.

Herramientas para mejorar la convivencia familiar

Hay tres aspectos que nos pueden ayudar a mejorar la convivencia en pareja y en familia:

  • En primer lugar poder hacer comidas juntos, porque comer nos unifica, y hacerlo desconectados de cualquier aparato tecnológico.
  • En segundo lugar poder tener un ritual familiar, que puede pasar por el juego, por el deporte o por alguna otra actividad en la que se muevan emociones.
  • Por último es fundamental respetar los tiempos y espacios de cada uno. Que sepamos pedir cuando necesitamos soledad o necesitamos un espacio para nosotros. No es que yo cierre la puerta de la habitación porque no quiera hablar con los otros, sino que necesito estar conmigo mismo.

Cómo mejorar la convivencia familiar

Por otro lado siempre hay cuatro cosas, cuatro factores a tener en cuenta en la manera de dar y recibir:

  • la forma en que pedimos,
  • la forma en que ofrecemos,
  • la forma en que reconocemos al otro
  • y la forma en que acordamos las cosas.

Si estos cuatro factores no funcionan adecuadamente, las relaciones no funcionan. Eso requiere evidentemente mucha más comunicación y también una comunicación que no sea manipuladora, es decir, que no pretendamos que el otro satisfaga nuestras necesidades sino que de nuevo buscamos una comunicación que nos lleve a los acuerdos.

Qué podemos aprender las familias de los equipos deportivos

El líder

En un equipo deportivo bueno a los líderes los nombra el entrenador, los designa quien manda. En un equipo deportivo muy bueno, en un gran equipo, hay ciertos liderazgos que surgen de una forma natural y espontánea. Son tan claros…

Cómo mejorar la convivencia familiar

¿Y en la familia? ¿Tiene que haber un líder? La respuesta es que no tiene que haber un líder sino que tiene que haber más de un líder. Y eso es así porque en una familia hay varias necesidades psicológicas, y se necesitan uno o dos líderes para cubrir cada una de esas necesidades.

Lo lógico sería pensar en que el liderazgo en el ámbito familiar fuese algo natural, que los líderes fuesen los padres. Pero a veces puede ocurrir que un hijo o una hija acaben siendo líderes.

Cambiemos el concepto de “el líder”, un superhéroe… No, superhéroes en los cómics, el líder no es un superhéroe. El líder en todo caso hace sentir superhéroes a las personas que lidera, y eso es otra cosa.

Cambiemos la figura omnipotente de un líder por diversos líderes, en función de la situación, en función de la necesidad que queremos cubrir en ese momento.

¿El líder o la líder tienen que cuidar, por decirlo de alguna forma, del estado de ánimo colectivo? Por supuesto que sí, ese es uno de los liderazgos. Porque un equipo es, sobre todo, un estado de ánimo.

Hay miembros del equipo, hay personas dentro de la familia, que son capaces de regular el estado de ánimo no de él o ella, sino de todos los miembros. Yo entro de buen rollo, todo el mundo está de buen rollo. Yo entro de mal rollo y todos están negativos. Por eso el líder puede ser una abuela o una hija, no tienen por qué ser los padres necesariamente.

¿Puede llegar a cansarse ese miembro de la familia de tener la responsabilidad de, al llegar a casa, ser el que tiene que elevar el ánimo colectivo?

No. Ocurre que la persona que ejerce ese liderazgo tiene un talento natural para hacerlo, y es por eso que no le supone ningún esfuerzo. Es más, seguramente es algo que hace sin querer, pauta su estado de ánimo sin hacer un esfuerzo deliberado.

Esas personas son un tesoro. Si tienes una persona de ese tipo dentro del equipo, la has de aprovechar como líder. Normalmente en los equipos deportivos, a la persona que tiene esa facultad para influir sobre el estado de ánimo de todo el equipo, el resto de compañeros le insisten en que sea el capitán o capitana. Son también las personas más carismáticas.

La disciplina

¿El líder anímico ha de contagiar disciplina? La respuesta es no. El mismo liderazgo que, sin quererlo o queriéndolo, se hace cargo del estado de ánimo colectivo, quizás no es necesario que se haga cargo de la disciplina. Contagiar disciplina parece más bien una labor de los padres.

Aquí nos podríamos sacar de la manga otro liderazgo que es, como dicen los deportistas, el ejemplo de compromiso, liderar con el ejemplo. Aquel que hace todo lo que le piden los entrenadores. «Ahora tienes que dar cinco vueltas al campo», y las da. Es alguien que demuestra que se puede hacer lo que nos piden. Este sería el que se debería ocupar de la disciplina, con su ejemplo personal, a través del ejemplo.

¿Cómo generar disciplina en una familia? A través de la cohesión. Cuanto mejor nos llevemos entre nosotros, más lo haremos por el equipo, más lo haremos por el grupo. Pero por otro lado, educar necesariamente es marcar límites.

Por eso hemos de encontrar el equilibrio entre la disciplina que genera el llevarnos bien, la cohesión, y el mal rollo que genera el marcar límites. Porque cuando todo vale, perdemos la identidad y perdemos el funcionamiento.

La importancia de celebrar los éxitos

¿Qué importancia tiene celebrar los éxitos con abrazos, con besos, con encajada de manos… como sea? ¿Qué importancia tiene que haya una buena celebración entre los equipos y por tanto también en las familias?

Cómo mejorar la convivencia familiar

La manera de celebrar los goles es posiblemente uno de los mejores termómetros para evaluar el grado de cohesión de un equipo deportivo:

  • Si la celebración del gol es individual, si sólo celebra el gol el que lo ha marcado y además lo hace de una manera… reproduciendo un ritual que se ha preparado para lucir el ego ahí, en ese momento, haciendo una tontería, porque normalmente suele ser una tontería… se evidencia mala salud psicológica, el equipo no está cohesionado y los individuos predominan por encima del colectivo.
  • En cambio, si la forma de celebrar el gol es con esos abrazos, es una forma que incluye a todo el equipo. Todo el equipo se reúne, se abraza, se toca de una forma natural y espontánea, sin un cliché, sin que sea nada ensayado previamente… eso evidencia que en el grupo hay salud psicológica.

Y eso lo podemos traspasar a la convivencia de las familias. ¿La familia celebra cada éxito de cada miembro de la familia? (Celebrar el gol sería celebrar el éxito de cada miembro de la familia).

Hoy el padre ha cerrado un contrato importante en la empresa. Hoy la hija ha presentado un trabajo y la presentación le ha salido muy bien… Esos éxitos individuales, ¿la familia los celebra como suyos?

Si tú vas por libre, de manera egoísta, sólo puedes celebrar tus éxitos, y no hay demasiados. En cambio, si tú trabajas en equipo puedes celebrar los éxitos de todos los miembros de la familia, porque los sientes tuyos.

Una familia que celebra los éxitos con abrazos o de la manera que pueda, con un ritual familiar, como sea… una familia que celebra los éxitos de cualquiera de sus miembros es una familia cohesionada.

Fuente: ‘L’ofici de conviure‘, emitido el 11/08/2021 en TV3