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El cortisol y su funcionamiento

El cortisol y su funcionamiento

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El cortisol es una hormona muy importante para nuestro organismo; lo perjudicial es el exceso de la misma. Su utilidad reside en que nos ayuda a hacer frente a los desafíos, a los retos y a las amenazas con mecanismos de lucha o huida.

Fundamentalmente se activa y se segrega en los momentos de amenaza y alerta: te atracan por la calle, estás en el cine y de repente hay una señal de incendio, te comunican de sopetón que te echan del trabajo, tu pareja te dice que está con otra persona… El cortisol es la hormona que hace que todo tu cuerpo se ponga en tensión. Te provoca taquicardias, sudoración, temblor  y toda una serie de cambios en el organismo.

Lo que se descubrió hace unos años es que el cortisol se activa tanto cuando eso te pasa realmente como cuando te lo imaginas: «¿Y si me echan del trabajo?», «¿Y si me quedo sin dinero?», «¿Qué pasa si esa persona me hace daño?», «¿Y si…?»… El 90% de lo que nos preocupa nunca jamás sucede, pero la mente y el cuerpo lo viven como si fuera real.

Cómo funciona el cortisol

El cortisol es una hormona cíclica, cuya liberación sigue habitualmente un patrón acorde con el ritmo de la luz:

  • Por las noches es baja, para que yo pueda dormir.
  • A lo largo de la noche sube, hasta las 8 de la mañana que es cuando tiene su pico más alto (lo que resulta en cierto modo beneficioso para activarnos por las mañanas).
  • Y va bajando a lo largo del día.

El cortisol se conoce también como la hormona del estrés. Cuando se segrega produce diversas alteraciones físicas en nuestro cuerpo preparándolo para la acción: taquicardia, respiración acelerada, sudoración y/o temblor.

Otros signos típicos de un pico de cortisol debido a una situación de miedo o amenaza son los problemas digestivos (estreñimiento o diarrea), el bloqueo mental, la boca seca o la sensación de ahogo.

Vemos por tanto que el cortisol y esos cambios en nuestro organismo están presentes en situaciones de amenaza como pueden ser que alguien te persiga por la calle, que viajes en un avión y haya turbulencias o que veas un coche acercarse rápidamente.

Fisiología del estrés. Programa ‘Redes’ en TVE2:

Junto con esos casos más evidentes, en el día a día, en nuestra vida más sedentaria y rutinaria, nuestro cuerpo se enfrenta a varios micro o macromomentos en los que nuestro estado de alerta también se activa, aunque quizá no con tanta intensidad: cuando te encuentras cada mañana con tu jefe tóxico, cuando estás viviendo una mala relación con tu pareja, cuando estás preocupado por un hijo, cuando un tema de salud te enturbia la mente…

Cómo afecta a nuestro organismo

Con una activación súbita del cortisol se ven afectados múltiples sistemas de nuestro organismo. Nuestro cuerpo se prepara para salir corriendo.

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Para ello la sangre viaja desde los intestinos hasta nuestros músculos tractores, para así ayudarnos y potenciar la acción evasiva o defensiva; es por eso que perdemos el apetito en los momentos de angustia.

Con el objeto de que nos preparemos, para evadirnos del peligro o para la lucha, nuestra musculatura recibe las señales necesarias (tanto nerviosas como bioquímicas).

El cortisol ayuda a que el oxígeno, la glucosa y los ácidos grasos cumplan sus funciones musculares respectivas. El ritmo más acelerado de nuestro corazón hace que éste bombee más rápidamente, se facilita así el transporte de sangre y nutrientes a los músculos para que respondan a la eventual amenaza. También inhibe la secreción de insulina, provocando la liberación de glucosa y proteínas a la sangre.

El cortisol tiene asimismo relación con el sistema inmunológico, inhibiendo la inflamación. Ante una situación de estrés nuestro organismo dosifica sus recursos de energía. Nuestro sistema inmune precisa de una gran cantidad de energía, por eso habrás notado que cuando enfermas te sientes agotado. Esa energía en gran medida está siendo canalizada y utilizada por tu sistema defensivo.

El problema con el cortisol es su liberación constante. Ya hemos visto como reacciona nuestro organismo cuando aumenta el cortisol ante una situación puntual, pero ¿qué ocurre cuando vivo constantemente preocupado por algo, real o imaginario?

Pues lo que sucede es que me intoxico de cortisol, hay demasiados niveles de esta sustancia circulando por mi sangre.

Lo que va a hacer ese cuadro de intoxicación es modificar la respuesta del sistema inmunológico e inflamatorio. Si una persona tiene permanentemente niveles altos de cortisol, por un estado de alerta o de estrés mantenido en el tiempo, se frena la capacidad de su organismo para regular la inflamación. Su cuerpo tendrá más dificultad para hacer frente a las amenazas y, por ese motivo, en esas situaciones será más vulnerable a contraer infecciones.

Quizá te ha ocurrido en alguna ocasión que, tras semanas de mucho trabajo, comienzas las vacaciones y justo en ese momento enfermas. Tu cuerpo se encontraba más predispuesto para desarrollar por ejemplo un resfriado, una infección de orina o una gastroenteritis.

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Qué ocurre cuando me intoxico de cortisol

Cuando nos intoxicamos de cortisol nuestro organismo permanece alterado, y la mente y el cuerpo se ven afectados. Son varias las cosas que nos pueden suceder:

Afectaciones a nivel físico | Se pueden producir caída del pelo (alopecia), temblor de párpados, excesiva sudoración, parestesia (entumecimiento, hormigueo…), trastornos gastrointestinales (cambia la tripa porque se modifica la microbiota y la permeabilidad intestinal), problemas inflamatorios (gastritis, gastroenteritis, amigdalitis, dermatitis… todo lo que termina en –itis), fibromialgias, cambios en la piel (manchas, dermatitis…), problemas de tiroides…

Incluso pueden aparecer trastornos en la fertilidad, ya que el cortisol está vinculado al sistema reproductivo, razón por la que el estrés puede alterar en la mujer su ciclo normal o su fertilidad.

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Afectaciones a nivel psicológico | Son frecuentes los problemas para conciliar y mantener el sueño. Si llega la noche y no tenemos el cortisol bajo estamos en estado de alerta. Puede ocurrir entonces que o bien cueste conciliar el sueño o bien se consiga dormir porque la persona está agotada pero, a las 2 ó a las 3 de la madrugada, se despierte con sensación de susto. O que duerma de un tirón pero que no descanse, porque no ha pasado por la fase profunda del sueño. Se pueden producir múltiples despertares a lo largo de la noche o sensación de agotamiento por la mañana.

Anímicamente se producen trastornos como ansiedad (incluso ataques de pánico) e irritabilidad. Esa persona que en general me caía bien ahora no la soporto, el tic de mi marido ahora lo veo todo el rato, esto que mi madre hacía constantemente ahora no lo puedo soportar… y tú te das cuenta que eso que te pone nervioso de la otra persona lo lleva teniendo siempre,  pero ahora es como si estuviese iluminado con luces de neón.

Y finalmente la tristeza. Muchos cuadros de tristeza, muchas depresiones, provienen de estados de alerta permanentes. Hoy en día se sabe que muchas depresiones vienen derivadas de haber vivido en un estado de alerta, de ansiedad y tensión mantenido en el tiempo. El organismo a nivel bioquímico es como que se agota y entra en un estado de apatía.

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Afectaciones a nivel cognitivo | La intoxicación de cortisol conlleva también cambios cognitivos. Pueden ir desde fallos de atención hasta problemas de concentración o de memoria.

El cerebro tiene un área que es la zona del miedo: la amígdala cerebral. Esa amígdala cuando estoy en estado de tensión se activa a lo bestia, y desactiva automáticamente la corteza prefrontal que es la que me ayuda a pensar (el razonamiento y la atención).

A quien no le ha pasado que está en estado de tensión por algo que le preocupa y de repente está leyendo su texto de trabajo por la mañana y no logra concentrarse. O que alguien le hace un encargo: «¡No te olvides de recoger hoy…!» y es como si se lo hubiesen dicho al vecino, porque no se entera.

El hipocampo, que es la zona que memoriza (la zona de los recuerdos), es muy sensible a las subidas de cortisol, y esa es la razón por la que en los momentos de más angustia notamos que la memoria nos juega malas pasadas.

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