■ Son más mujeres que niñas…
Excepto cuando se comportan como tal
Ser madre de una adolescente es toda una aventura. La clave es saber quién ha tomado el control de su cuerpo en cada momento: la mujer que se acostó tarde pidiendo un vestido por internet o la que ahora está viendo Bob Esponja. La hija que ayuda a limpiar la cocina sin que se lo pidan te puede poner los ojos en blanco por la ropa que llevas. Los cambios de humor son impresionantes, y a menudo ocurren dentro de la misma conversación. De unas lágrimas amargas a un enfado asesino contra un miembro de la familia… Así de simple. Si lo piensas bien, se parece bastante a la menopausia.
■ Definitivamente, hay una ley física que dice que si la puerta de su dormitorio está cerrada debe permanecer cerrada
Puede que durante años la familia se reuniese cada tarde para hacer los deberes y ver la tele
■ Las madres no pueden arreglarlo todo y a sus hijas les gustaría que dejaran de intentarlo
La esencia del amor de una madre consiste en proteger a sus hijos
Pero sabemos que hasta los mejores coaches intervienen en los ensayos, pero mantienen la boca cerrada durante el juego. La idea es enseñar a tus hijos a tomar decisiones correctas por sí mismos, no a pasarse la vida preguntándote al oído qué deben hacer. Sin duda, cometerán errores por el camino. Lo mejor que se puede esperar es que cometan sus propios errores, no los tuyos.
■ No todas las hijas son iguales, no deberías darlo por hecho
Algunas adolescentes odian ponerse vestidos e ir de compras, así que piden sus mallas online con tal de no ir al centro comercial. A otras, en cambio, no hay nada que les guste más que pasar una tarde de tiendas. Pero hay algo seguro: los adolescentes no soportan que los etiqueten. Igual que nos pasa al resto.
■ Una adolescente seguirá siendo la niña de papá
Que no te sorprenda que tu marido llegue a casa del trabajo y pregunte ¿cómo está mi chica?, refiriéndose a tu hija, no a ti. Los padres siempre piensan que pueden arreglar lo que les suceda a sus hijas. La relación de un padre con su hija siempre será el eje de su vida familiar. Eso nunca cambiará.
■ Cuando no esté durmiendo, estará hablando con sus amigos. Y cuando no esté hablando con sus amigos, estará durmiendo
■ El síndrome premenstrual es el verdadero problema
Ay, y está ahí siempre
Aunque es importante recordar que pedirá perdón por todos los portazos y enfados. Es hormonal. Una fuerza mayor se apodera de ellas y se convierten en la escena de El exorcista en la que a la niña le da vueltas la cabeza. Es horrible… Lo mejor es alejarse.
■ Es mejor dejar que papá les enseñe a conducir
Enseñar a una joven a conducir es algo que los padres suelen empezar y las madres terminar
No es que los padres sean más pacientes o inteligentes o que conduzcan mejor. Es sólo que, como madres, somos nerviosas por naturaleza y eso no casa demasiado bien con la enseñanza de la conducción.
■ Una hija adolescente puede pasar de quererte a odiarte (y al revés),
antes de que puedas decir Taylor Swift tres veces
No es fácil ver que la misma niña que te llama mami de repente se vuelve contra ti con la agresividad de un lobo sólo porque no.entiendes. NADA. Sí, hay muchos cambios de humor… Adáptate a ellos.
Al final, las madres entienden que la relación con sus hijas no es estática, pero que, si la comunicación fluye, siempre hay potencial para un vínculo extraordinario.
Las hijas adolescentes pueden ser exasperantes e irritantes, y también la mayor fuente de alegría, amor y felicidad
Por Ann Brenoff (@AnnBrenoff) y Shelley Emling.
Publicado originalmente en la edición estadounidense de ‘The Huffington Post’.
Traducido por Marina Velasco Serrano para el El Huffington Post.