La infección por herpes zóster, lo que popularmente conocemos como culebrilla, es una enfermedad que se estima van a padecer una de cada tres personas de entre 50 y 90 años a lo largo de su vida. Se trata de una enfermedad que no suele complicarse y que no reviste gravedad pero que es molesta y muy dolorosa.
En esto como en todo es importante la prevención, el diagnóstico, el tratamiento precoz y la información. En esta publicación encontrarás respuesta a las dudas más frecuentes en torno a esta enfermedad y también podrás escuchar el testimonio de pacientes que la han sufrido.
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Qué es el herpes zóster
El herpes es una familia de virus que comprende un montón de variedades clínicas. Podemos identificar por ejemplo:
El virus de herpes simple tipo 1 (VHS-1), como el típico herpes simple labial que nos aparece cuando estamos estresados o en situaciones con inmunidad un poco comprometida.
También el virus de herpes simple tipo 2 (VHS-2), que es de transmisión sexual y que suele aparecer en zonas genitales.
Y el herpes simple tipo 3 (VHS-3), el virus varicela-zóster, ese virus que nos afecta en la edad infantil ―cuando somos niños― y que nos da la clásica erupción de la varicela con fiebre, manchas costrosas de un color rojo vinoso, dolor de garganta y de cabeza y que al cabo de un tiempo se autolimita, pero que puede quedar adormecido en nuestro organismo y al cabo de unos años producirnos una exantema ―una erupción en diferentes partes del cuerpo― cuando ya tenemos una edad bastante más avanzada.
El virus que provoca la varicela y el que provoca el herpes zóster es el mismo virus. Ese virus que nosotros podemos coger durante nuestra infancia se queda como adormecido en nódulos nerviosos después de haber pasado la varicela de niños.
Puede ocurrir que al cabo de 40, 50 o 60 años este virus, que ha quedado atrapado en esos nódulos nerviosos, se activa aprovechando que con la edad nuestra inmunidad rebaja su efervescencia. Puede aprovechar momentos de debilidad postquirúrgicos o en que tengamos un poco más bajo nuestro sistema inmunitario para aparecer en forma de la enfermedad que conocemos como herpes zóster.
Momentos de estrés y agotamiento físico pueden ser situaciones propicias para que el virus se active | Es seguramente lo que le ha ocurrido a Justin Bieber que ha cancelado su gira por una recaída del síndrome de Ramsay Hunt, que le provoca parálisis facial y por lo tanto dificultades obvias al hablar y sobre todo al cantar. Este síndrome es una variante poco habitual de la infección por herpes zóster.
Seguramente el cantante, en el momento en que estaba haciendo su gira, se encontraba sometido a bastante presión, estrés, los conciertos, agotamiento físico… y esa es una situación que fácilmente puede ser predisponente para que se active el virus varicela-zóster y aproveche esa bajada de inmunidad, que puede ser debida al estrés, para empezar a afectar en forma de vesícula ―de granitos― con contenido de líquido en zonas muy localizadas pertenecientes a una zona única de un nervio concreto.
Normalmente la infección por herpes zóster no suele complicarse | El caso de Justin Bieber, esa complicación derivada que le dificulta hablar y cantar correctamente, es un caso extremo y poco frecuente.
El síndrome de Ramsay Hunt que sufre el cantante es una complicación del propio zóster, que consiste en que este virus de varicela-zóster se ha quedado adormecido en el nervio facial. Se ha quedado ahí durante muchos años hasta que ha aprovechado, en este caso, un momento de estrés del joven y es cuando ha aparecido toda la reacción inflamatoria con las vesículas correspondientes en la zona del nervio facial.
Este nervio facial puede afectar en su rama de la cuerda del tímpano en lo que es la parte de audición y en la parte de la mímica facial con la apertura del párpado. Hemos visto algunas imágenes en las que el pobre no podría abrir ni la mitad de los párpados afectados.
Qué síntomas produce el herpes zóster
Lo primero que notaremos es dolor en la zona. Miraremos nuestra piel y aparentemente no veremos nada, simplemente tendremos dolor. Ese dolor continúa luego con picazón en esa zona.
Puede haber adormecimiento y también sensación de hormigueo. A medida que va pasando todo esto puede haber un dolor severo, muy concreto y punzante. Se produce como una especie de cinturón y puede aparecer en el pecho, en la espalda, alrededor de la nariz e incluso en los ojos.
El dolor y el ardor pueden ser intensísimos antes de que aparezca la erupción. Posteriormente, cuando ya aparezca la erupción, se van a ver como unos puntitos rojos y luego esos granitos se van a convertir en ampollas que pican y duelen. Dentro de esas ampollas ―dentro del líquido de esas ampollas― es donde están los virus.
En pocos días esta evolución aparece en la piel. Se produce una inflamación del nervio ―en el que el virus estaba dormido y se ha despertado― y empiezan a aparecer esas vesículas llenas de líquido. Luego esas ampollas se rompen formando pequeñas ulceritas que hay que cuidar muy bien con el fin de que no se infecten, porque si eso ocurre se debería tomar antibiótico para curar la infección. Por supuesto es malo rascarse las ampollas, ya que con eso tendremos infección segura.
En la mayoría de los casos el sarpullido suele desaparecer en pocas semanas. A veces el dolor severo puede durar entre meses e incluso años. Es una enfermedad que hay que tomar con paciencia porque las personas que padecen un herpes zóster y están con molestias durante dos o tres meses, o incluso seis, es algo normal, van bien. Pero a veces pueden pasar con esas molestias uno, dos y tres años, o incluso alguno más.
Otro síntoma puede ser que aparezca dolor abdominal, con fiebre y escalofríos. Puede notarse una sensación de malestar, dolor de cabeza, dolores articulares e inflamación de los ganglios linfáticos por esa infección.
En algunos casos el herpes puede infectar los nervios de la cara y el oído, siendo este un síntoma algo más grave y hay que tener un tratamiento muy afinado e inmediato. Cuando el virus ataca de esa forma podemos tener alguna dificultad para mover algunos músculos de la cara. Si nos afecta a los ojos tendremos problemas en la caída del párpado, y notaremos pérdida del movimiento de los ojos. Notaremos también falta de audición en alguno de los oídos donde nos afecte, en un lado o en otro, y problemas del sentido del gusto.
Este es el testimonio de tres pacientes que han tenido herpes zóster:
Cómo se diagnostica el herpes zóster
Las pruebas son bastante sencillas. En un principio el médico, en cuanto lo vea, se va a inclinar por diagnosticar un herpes zóster porque es muy característico. Aunque también se dan casos en los que cuesta más llegar al diagnóstico.
Se puede hacer también un análisis de sangre, para ver cómo estamos en líneas generales y si han aumentado los leucocitos e incluso si tenemos anticuerpos al virus de la varicela. Eso no certifica que vayamos a detectar que es herpes zóster en este caso, pero si va a haber unos anticuerpos de varicela que van a estar elevados.
Un caso bastante habitual, en mujeres, es que justamente por debajo del sujetador, donde roza un aro o alguna parte del sostén, no se sabe por qué ―la causa de la enfermedad del herpes zóster se sabe pero no se sabe el por qué se despierta el virus, si puede ser por el roce, por el calor o por lo que sea― aparece como una rozadura que en un primer momento podemos pensar que está producida por el sujetador o por el sudor, y al final es un herpes.
No pensemos simplemente que es un roce y una eczema, sino que puede ser un herpes zóster y más vale consultar a tiempo y estar dentro de las primeras 72 horas para poner un tratamiento correcto.
Qué tratamiento requiere
Se tendrá que tomar antibiótico si hay infección por las úlceras, pero los virus en sí no se combaten con antibióticos sino que se tratan con antivirales.
El más conocido que se receta es el llamado Aciclovir, aunque últimamente se están utilizando otros que son más efectivos como es el Famciclovir y el Valaciclovir. Son medicamentos que deben tomarse tres veces al día durante unos siete días.
Lo que va a hacer esta medicina es ayudar a disminuir el dolor y prevenir complicaciones, y va a cortar el curso de la enfermedad.
Es interesantísimo que estos medicamentos se pudieran empezar a tomar dentro de las primeras 72 horas en que apareció el primer síntoma del dolor o del picazón, porque de esa forma van a ser mucho más efectivos. Y, sobre todo, es muchísimo mejor empezar a tomarlos antes de que empiecen a aparecer las ampollas, porque si no luego van a tener menos efectividad.
También se pueden recetar antiinflamatorios para mitigar el dolor. Asimismo se pueden emplear analgésicos y antihistamínicos ―que van a reducir la picazón― bien sea tomados por vía oral o simplemente aplicándolos en la piel.
En cuanto a los tratamientos para la piel, se siguen estudiando cremas, geles o aerosoles a ver cuál puede venir mejor, pero hay una crema que tiene una sustancia que es la capsaicina ―que es la sustancia química que contiene el picante de los pimientos― que resulta fenomenal para el herpes zóster. Lo que va a hacer esta crema es atenuar el dolor producido por este herpes.
También, dentro de los medicamentos utilizados para el herpes zóster, nos podemos encontrar con antidepresivos, con anticonvulsivos ―que son tratamientos para la epilepsia― y con medicamentos para tratamiento de dolor severo de otras causas.
Dentro de los antidepresivos el más conocido que se utiliza es la Nortriptilina, que es un antidepresivo muy común y muy usado en el tratamiento del dolor del herpes.
¿Se puede contagiar?
El herpes zóster está provocado por un virus que es el que provoca la varicela. Una persona que está teniendo herpes zóster tiene este virus y nos puede contagiar una varicela, pero no el herpes zóster.
El herpes zóster es lo que provoca el virus al cabo de los años, cuando ya tenemos una edad. Un paciente adulto con un herpes zóster activo podría llegar a contagiar a una persona que no haya pasado anteriormente la varicela y provocarle una varicela, pero directamente otro herpes zóster sería muy improbable.
Por lo tanto, como prevención se debe evitar el contacto con las ampollas y los sarpullidos de las personas, porque es en ese líquido donde están los virus. Si nunca se ha sufrido la varicela o no se ha recibido la vacuna en su día, lógicamente nos podemos contaminar y tener una varicela en ese momento, independientemente de que se esté en la edad infantil o adulta. Hay que ir con cuidado porque la varicela en adultos es mucho peor que en niños.
¿Se puede repetir la enfermedad en la misma persona?
El virus varicela-zóster tiene una fase de infección ―que es cuando produce la varicela― que luego es seguida de una fase durmiente. Vive latente en el tejido nervioso después de que se contrae con la varicela y, más adelante, va y se despierta sin que sepamos aún por qué ocurre.
Normalmente, después de una primera infección de herpes zóster la enfermedad no se suele repetir. Son raros los casos en los que se repite una segunda vez, pero puede ocurrir.
¿Puede el herpes zóster tener complicaciones?
El síndrome de Ramsay Hunt es una de las posibles complicaciones que puede tener la infección por herpes zóster y es de las más serias. Se puede producir cuando el virus afecta a los nervios de la cara o de los oídos. En este caso puede producir un dolor severo en el oído, puede darse incluso una irrupción dolorosa en el tímpano, en el conducto auditivo externo, provocar la hipoacusia. También, si afecta el nervio trigémino o el nervio facial va a producir parálisis y parestesias.
La complicación más frecuente que se produce es la neuralgia postherpética, un dolor de origen neuropático localizado en el lugar donde surge la erupción y que puede persistir más de tres meses una vez que se ha curado el herpes. Se estima que a los 50 años el 18% de los pacientes la desarrollan, y a la edad de 80 años hasta el 33%.
La vacuna como prevención
En septiembre de 2022 se ha aprobado en España la recomendación de la vacunación contra el herpes zóster en personas de riesgo y en la población general a partir de los 65 años, aunque no todas las comunidades han incluido aún esta vacuna en su calendario.
Son dos las vacunas autorizadas: Zostavax y Shingrix.
Este hecho ha supuesto un importante paso sanitario en lo que a vacunas se refiere. También con respecto al cuidado de las personas mayores, ya que este grupo es uno de los más afectados, tanto por su prevalencia como por sus complicaciones.
Existen razones que respaldan la importancia de la vacunación en los mayores, por ejemplo las hospitalizaciones. Alrededor de un 60% de las hospitalizaciones por herpes zóster y alrededor del 80% de las hospitalizaciones por la neuralgia que queda después ocurren en personas mayores de 60 años.
Zostavax es una vacuna de virus vivos atenuados. Se administra en una sola dosis y no presenta importantes reacciones. Su inconveniente es que su eficacia disminuye a partir de los doce meses.
Shingrix es una vacuna inactivada de una subunidad del virus. Se administra en dos dosis separadas entre dos y seis meses. Su ventaja es que ofrece inmunidad que persiste más tiempo en todos los grupos de edad.
Y algunos remedios caseros
Compresas de té | Se pueden utilizar compresas de té ―da igual que sea té verde o té negro―, para ello hacemos una infusión de té y nos ponemos la bolsita encima de la zona donde justamente tenemos el herpes.
Aceite de árbol de té | El aceite de árbol de té dentro de sus propiedades, aparte de ser bactericida, es antiviral y de los más potentes que hay. Con unas gotitas de aceite de árbol de té mojado en un algodón y dándonos toques sobre la zona del herpes zóster… el efecto es prácticamente mágico.
Baños | Se pueden hacer también baños con agua tibia, pero luego vamos a secar con un secador de aire frío. El agua tibia lo que hará en un principio va a ser reactivarlo un poco, pero luego el aire frío lo va a calmar perfectamente.
Evitar los cambios bruscos de temperatura | Si hacemos un cambio brusco de temperatura se pueden activar las ramificaciones de los nervios y activarse de esa forma mucho más el dolor.
Aplicar miel | Aplicar directamente miel sobre la zona afectada es uno de los remedios más poderosos porque tiene acción antiinflamatoria y antiviral, y poco a poco va disminuyendo los síntomas. Además tiene la ventaja de que la miel se puede aplicar directamente en cualquier zona del cuerpo, sin necesidad de ninguna preparación.
Por último decir que es recomendable:
- Consumir alimentos ricos en vitamina C y del complejo B.
- Evitar cualquier cosa que esté muy caliente para la piel, con el fin de que las ampollas no se reaviven.
- No reventar las ampollas, por supuesto, para evitar infecciones.
- E intentar tener nuestro sistema inmunológico bien activado.
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