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Qué es el apego seguro

Qué es el apego seguro

Qué es el apego seguro

Tabla de contenidos

Un niño/a que tiene un apego seguro es porque sus padres y cuidadores principales han respondido de forma empática y con responsabilidad a las expresiones emocionales de su hijo o hija, fuesen estas de tipo positivo o negativas.

Los progenitores han respondido de manera cercana y con empatía, independientemente de que su hijo o hija experimentara emociones agradables o desagradables. Han ayudado al menor a identificar las emociones y a ponerles nombre, de ese modo han hecho que se sienta aceptado de manera incondicional.

Los niños y niñas que desarrollen un apego seguro tendrán mayor probabilidad en un futuro, cuando sean adolescentes y luego adultos, de tolerar el estrés y la frustración, sabrán tomar mejores decisiones en sus estudios y su trabajo, aprenderán a autorregularse emocionalmente y serán adultos mejor adaptados a sus diferentes ámbitos (académico, laboral, social, familiar, emocional, etc.).

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Padres y madres que generan un apego seguro

Son madres y padres que se muestran sensibles a las necesidades de sus hijos, sintonizan fácilmente con sus emociones y sensaciones y son responsivos. Muestran preocupación e interés de manera sincera por el cuidado y la expresión de las emociones de sus hijos e hijas.

Son madres y padres cálidos, afectuosos y que se muestran disponibles y receptivos ante las necesidades de sus pequeños. Son empáticos.

Los padres que presentan estas características ofrecen a sus hijos la posibilidad de explorar el ambiente y ser autónomos. Y no sólo es que les permitan ser autónomos sino que les animan a que lo sean, sintiéndose orgullosos con sus pequeños o grandes logros.

Uno de los rasgos que más sobresalen de los padres de niños con apego seguro es la capacidad de reflexión que tienen (su función reflexiva).

La función reflexiva es la capacidad para poder empatizar con sus hijos y verlos como diferentes a ellos, con maneras de pensar y emociones distintas a las suyas. Aunque es algo que puede parecer evidente, no todos los padres ven con buenos ojos que sus hijos piensen de manera diferente o tengan emociones y sentimientos opuestos a ellos.

Qué es el apego seguro

Hijos e hijas con un apego seguro

Es sinónimo de apego seguro y salud mental en los  niños y niñas la actitud positiva hacia la exploración y la curiosidad. También las interacciones sanas y recíprocas, protestar de manera adecuada cuando la figura de apego se marcha o no está presente y la capacidad de reflexión.

Los niños y niñas que han desarrollado un apego seguro se adaptan mejor que los niños con un apego inseguro a las situaciones estresantes y desagradables de la vida.

El niño, en los primeros meses y años de vida, establece una base segura con un cuidador comprensivo y protector gracias a su presencia física (generalmente con la madre).

A medida que pasan los años, el niño o el adulto no necesitan esa proximidad física para sentir esa seguridad o saber cómo actuar ante una determinada situación, ya que le es suficiente con la proximidad emocional.

Piensa en alguna persona que fuese significativa para ti pero que, desgraciadamente, ya no esté. No es necesario que tu abuelo o tu madre esté contigo hoy aquí  para saber cómo actuar en determinada situación porque no han dejado de ser figuras de apego seguro.

Cada vez que nos vinculamos emocionalmente con nuestras figuras de apego, a nivel cerebral se liberan opiáceos endógenos que produce nuestro cerebro de forma natural. La liberación cerebral de estos opiáceos provoca en el niño una sensación de relajación, protección y seguridad.

El apego seguro es por tanto un factor de protección para el niño o el adulto que lo tiene. Imagina que caes de una silla. Si en el suelo hay algo que amortigüe el golpe, este será menos doloroso, ¿no crees?

Pues con el apego ocurre tres cuartos de lo mismo. No podemos evitar que la vida tenga situaciones que son estresantes y dolorosas, pero sí podemos conseguir que esos «golpes» o «caídas» sean más leves gracias al poder de amortiguación del apego seguro.

Como observó Mary Ainsworth, cuando desarrolló la situación extraña para poder estudiar el tipo de apego que manifestaban los niños de aproximadamente un año de edad, los niños con apego seguro solían llorar cuando su madre abandonaba la sala de investigación, ya que era su figura de protección ante una situación que era novedosa y desconocida para ellos.

Pasados unos minutos, cuando la madre regresaba a la sala, los niños acudían a recibirla y eran calmados por su madre de una manera efectiva. Enseguida se calmaban, y volvían otra vez a recobrar el equilibrio y a retomar la exploración y el juego.

Para Mary Ainsworth esa era una de las características básicas de las relaciones de apego seguro: la respuesta sensible por parte de la madre hacia su hijo o hija.

Qué es el apego seguro

Qué características tiene la figura de apego seguro

¿Cómo es un padre o una madre que tienen un estilo de apego seguro con sus hijos e hijas? ¿Cómo debe actuar un maestro para establecer un buen clima con sus alumnos en clase?

Para aquellos niños y niñas que no tienen en casa un ambiente óptimo, los profesores son las figuras de apego de segunda oportunidad. Estas serían las características más sobresalientes de una persona que establece relaciones vinculares seguras, sea madre, padre, maestra o maestro:

Qué es el apego seguro

Protección, cuidado y seguridad

Esta es sin duda la principal característica del apego seguro.

Piensa por un momento en cómo vienen los bebés al mundo. Llegan muy desprotegidos, dependientes y con poca o nula capacidad de decisión. Su supervivencia depende de sus cuidadores principales, que en la mayoría de casos son sus padres.

Cuando un bebé o un niño tienen una necesidad (puede ser hambre o que alguien les calme su miedo) es momento de ponerse en marcha. Un bebé no es consciente de las necesidades que tiene (hambre, sed, sueño, frío, calor…) pero las manifiesta a través del llanto o de sus expresiones faciales.

Sin la protección, el resto de las características del apego seguro no tienen ningún sentido. Cuando a un bebé o a un niño se le proporciona protección conseguimos en él que se sienta seguro, cuidado y especial.

Qué es el apego seguro

Autonomía

La autonomía consiste en dejar a la niña o al niño que haga las cosas por sí solo. No solamente consiste en permitírselo, sino en fomentarlo y en confiar en ella o en él. Con ello estaremos estimulando y reforzando la curiosidad de nuestros hijos y alumnos.

La autonomía de los niños la podemos ir favoreciendo desde bien pequeños. Cuando dejas a tu hijo de 9 meses que gatee por el salón de la casa de una amiga le estás permitiendo y motivando a que sea autónomo. Entiendes que es una necesidad cognitiva para él poder recorrer todo el salón observando y manipulando todo lo que encuentra.

Pero fomentar la autonomía en tus hijos no es lo mismo que dejarles hacer todo lo que ellos quieran. Si tu hijo de 9 meses, en la exploración del salón, quiere meter los dedos en el enchufe, evidentemente no se lo vas a permitir, como tampoco le vas a dejar jugar con una figura a la que tu amiga le tenga mucho cariño.

Qué es el apego seguro

Se trata de fomentar su autonomía pero con sentido común, poniendo límites y alertando de los diferentes peligros potenciales.

De la misma manera los padres demuestran que entienden la autonomía cuando su hija adolescente les dice que le gustaría ir a cursar sus estudios de ESO o Bachillerato a Estados Unidos, y entienden que, al igual que un bebé se siente atraído por conocer las diferentes cosas que tiene un salón novedoso para él, la adolescente tiene deseos de conocer a gente nueva, mejorar su inglés y probarse en un nuevo contexto.

Qué es el apego seguro

Protección y autonomía son las dos caras de una misma moneda, no se entiende la una sin la otra. Ambas se dan en un apego seguro. Cuando alguna de las dos falta, probablemente estemos en presencia de algún tipo de apego inseguro.

¿Cuántas veces les dices a tus hijos o hijas «no hagas esto» a lo largo del día? Es necesario poner límites firmes, pero sin llegar al extremo de no dejarles hacer nada.

Con frases como «no hagas esto» o «cuidado con aquello» sólo consigues limitar su autonomía, su curiosidad y su espíritu investigador.

Decodificación

La decodificación es explicarle a tu hijo o hija, con un lenguaje adecuado a su edad, lo que le pasa o siente, lo que ocurre a su alrededor o lo que ocurre en el mundo.

A todas y cada una de las dudas o confusiones que tienen los niños es imprescindible que les demos respuesta y se las expliquemos.

Los niños están muy atentos a todo lo que ven, oyen y perciben, pero no suelen interpretar nada bien la realidad. Son grandes captadores de información pero muy malos intérpretes. Por eso hay que ayudarles.

A veces nos preguntan el porqué de un suceso, qué ha pasado en algún sitio o cómo ha ocurrido aquello. Preguntas como «¿Por qué la abuela está triste?» o «¿Por qué esos dos chicos se están peleando?» tienen que ser resueltas por las figuras vinculares de manera satisfactoria.

Qué es el apego seguro

Si nuestra respuesta a preguntas comprometidas o que no sabemos es «eso ya lo sabrás cuando seas mayor», «eso son cosas de mayores» o, peor aún, «no, no ha pasado nada», lo que conseguimos es que el niño no confíe en nosotros. Le transmitimos que esos son temas que no debe hablar con sus padres (son un tabú).

La decodificación se puede hacer por hechos referidos al presente, pasado o al futuro. Además, se puede referir tanto al propio niño o niña como a los demás.

Los niños y niñas necesitan respuestas concretas y coherentes para entender el mundo. Los prejuicios y los tabús son del mundo de los adultos, no de nuestros hijos.

Qué es el apego seguro

Ser visto

El hecho de que nuestros hijos e hijas sean vistos implica varias cosas.

Nuestros hijos e hijas son vistos cuando les dedicamos el cien por cien del tiempo a estar con ellos, es una dedicación plena. Necesitan periodos de dedicación exclusiva por nuestra parte, para ello tenemos que dejar de hacer lo que estamos haciendo en ese momento.

Podemos destacar tres aspectos relevantes. Si cumplimos con estas tres características es que nuestros hijos o alumnos están siendo vistos por nosotros:

  • Atención: se trata de dedicarle tiempo de calidad al niño para interesarse por sus juegos, por sus estudios, por quiénes son sus amigos, por las dificultades y problemas que pueda presentar en algunos ámbitos, etc. Y en ese momento nuestro hijo es lo más importante para nosotros y le estamos prestando atención con todos nuestros sentidos. Es tiempo de calidad.

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  • Afecto: debemos tratar a nuestros hijos de manera cariñosa, con mucho afecto y tacto. No es sólo lo que les decimos y lo que hacemos sino, sobre todo, cómo lo decimos y cómo lo hacemos. Debemos abrazar a nuestros hijos, tocarlos, ser cariñosos y divertidos con ellos, reírnos juntos, jugar, usar el sentido del humor, etc.

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  • Normas y límites claros: a los niños y niñas debemos ofrecerles contextos seguros y positivos, y, en caso de que no sea así, debemos ser claros con nuestras normas. Cada vez que les decimos no a nuestros hijos les estamos diciendo implícitamente: «Te quiero. No vas a ir a este parque porque me parece un lugar peligroso.»

Qué es el apego seguro

Responsividad

Hablamos de ser responsivos (que no es lo mismo que ser responsables).

La responsividad es un elemento muy importante para tener una base segura, y consiste en dar respuesta a cada una de las necesidades de nuestros hijos o alumnos (dar respuesta a las necesidades de los niños no es lo mismo que dar respuesta a sus deseos y caprichos).

Una madre o una maestra responsiva es aquella que da respuestas certeras y coherentes a las necesidades de sus hijos y alumnos.

Por ejemplo, un padre está siendo responsivo cuando su bebé llora porque está incómodo al llevar el pañal llenos de pis y él se lo cambia por uno nuevo.

Qué es el apego seguro

Cabe recordar que la relación de apego es unidireccional, son los padres o los profesores los que satisfacen las necesidades de sus hijos o alumnos y no al revés.

El hecho de que unos padres decidan tener un hijo para que este les satisfaga sus necesidades es un factor de riesgo. El apego siempre es a favor del dependiente y del necesitado, o sea,  el niño.

No es que los adultos no tengamos necesidades, por supuesto que las tenemos. Somos humanos. Pero no les podemos pedir a nuestros hijos o alumnos que nos las satisfagan porque no depende de ellos y no es su función.

Los adultos tenemos parejas, amigos, actividades, terapeutas, etc., que cumplen esa función de satisfacer las necesidades que tenemos y que no podemos obtener por nosotros mismos. Si nuestros hijos son quienes cubren nuestras necesidades, se están invirtiendo los roles, y aumentan considerablemente las probabilidades de psicopatología tanto en el menor como en el adulto.

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