Nuestro cuerpo está perfectamente sincronizado con el día y la noche. Es lo que se conoce como ritmo circadiano. Se desarrolla de forma cíclica para que las funciones fisiológicas se repitan aproximadamente cada 24 horas.
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Uno de los ritmos circadianos más conocidos es el del sueño, donde la transición entre el sueño y la vigilia se asocia fundamentalmente a estímulos de luz. Pero no es el único. Estos patrones también están relacionados con la alimentación, la actividad hormonal, la regeneración celular, la actividad cerebral o el latido cardíaco.
Qué función tienen los ritmos circadianos
¿Todos los seres vivos estamos sujetos a ritmos circadianos? | Lo cierto es que es algo bastante universal en los seres vivos. Tiene que ver con que la vida se ha desarrollado en un entorno cíclico que ha supuesto la alternancia de luz-oscuridad.
Era algo para lo que los organismos se han seleccionado. Para prepararse, para anticiparse a ese evento y actuar desde el punto de vista funcional de la forma adecuada.
Cuál es la misión o misiones de los ritmos circadianos | Fundamentalmente anticipar los eventos cíclicos. Si pensamos en los animales que se reproducen en una época del año, se preparan con antelación a ella; los animales que hibernan también tienen que saber que va a llegar ese periodo para poder acumular reservas para afrontarlo, etc. Es una forma de poder anticipar esto que sabemos que va a ocurrir de forma recurrente.
En los seres humanos ¿dónde se encuentra ese reloj? | Está bastante profundo en el cerebro. No son muchas neuronas, solo unas 20.000, y se localiza en concreto en los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo.
Se habla de reloj, pero es algo mucho más complejo. Hablamos de todo un sistema circadiano que incluye no solo este reloj principal en el cerebro sino también relojes en prácticamente todos los órganos y tejidos, además de un reloj a nivel molecular que incluye la expresión cíclica de determinados genes que también influye en nuestra fisiología.
Como consecuencia de ese funcionamiento, prácticamente cualquier variable fisiológica en la que pensemos tiene ritmos cercanos a las veinticuatro horas.
El reloj del sueño es el más conocido, pero no es el único | Más que hablar del reloj del sueño digamos que el sueño es un ritmo, es el ciclo sueño-vigilia que precisamente se mantiene en estas veinticuatro horas.
Pero por ejemplo la presión arterial también está sujeta a ritmicidad. De hecho la presión arterial debe bajar por la noche, y eso es mejor para nuestra salud que si la presión arterial no baja ―lo que se conoce como un patrón no reductor―.
Hormonas como la melatonina se elevan por la noche. La hormona del crecimiento está asociada al sueño de ondas lentas… Podríamos hablar de muchas variables fisiológicas que presentan esta conducta cíclica.
Prácticamente en todos los órganos y tejidos vamos a encontrar relojes moleculares y variables que se expresan de forma cíclica | Esto influye desde a la hora que tomamos un medicamento, que tenga por ejemplo diferente efecto y se limpie de la sangre de diferente manera, hasta por ejemplo más recientemente que según a la hora a la que nos hagamos una prueba de antígenos (la prueba del COVID) pues hay más probabilidades de dar positivo. Según se ha descrito si se hace el test de antígenos por la tarde la probabilidad de dar positivo es más alta.
El motivo de que esto sea así tiene que ver con los ritmos circadianos. En medicina se habla siempre de las constantes vitales, y SÍ son vitales pero NO son tan constantes puesto que van oscilando a lo largo del día, y nuestro sistema inmune también tiene diferente capacidad según la hora del día.
Quien sufra asma, por ejemplo, es más probable que tenga un ataque de asma por la mañana. Así se podría hablar de muchas patologías.
Los ritmos circadianos se deberían tener en cuenta siempre a la hora de prescribir medicamentos | Es una variable que se estudia, lo que ocurre es que se aplica con más o menos éxito.
Por ejemplo, algo que sí se utiliza y está bastante extendido, al menos en España, es la cronoterapia de la hipertensión. El considerar cuándo se toma la medicación para la hipertensión de tal forma que se consiga ese patrón reductor por la noche que antes se ha mencionado.
En otros países están más avanzados en la cronoterapia del cáncer. Porque dependiendo la hora a la que se apliquen determinados tratamientos, la probabilidad de aguantar dosis mayores se eleva y eso es algo que tiene un mejor pronóstico en la cura de la enfermedad.
Hay algunas facultades de medicina, no todas, en las que existe una asignatura que es cronobiología básica y clínica, para que los médicos aprendan la importancia del momento del día a la hora de aplicarla en su día a día.
Hay personas que prefieren madrugar y hay otras que encuentran en la noche su mejor momento del día | ¿Son estos últimos ritmos alterados o son adaptaciones del cuerpo a determinados estímulos?
En humanos hablamos de cronotipos. Hay personas que son más matutinas ―más lo que se suele decir alondras― y personas a las que les cuesta mucho levantarse per luego están muy activas hacia el final del día ―son más búho―.
Los ritmos circadianos también explicarían el efecto del jet lag cuando viajamos a otros husos horarios, sobre todo si están muy alejados del nuestro | Los ritmos de nuestro cuerpo cuando hacemos un cambio brusco de exposición al ciclo de luz-oscuridad ―que es la principal señal para poner en hora nuestro sistema circadiano― se afectan y tienen que reajustarse a ese nuevo horario.
El problema es que no todas las variables fisiológicas lo hacen a la misma velocidad. Por ejemplo el cortisol es especialmente lento. Se desajustan estos ritmos entre sí y eso es en parte el malestar que sentimos cuando viajamos y cruzamos varios husos horarios.
La luz y la oscuridad son los principales estímulos que regulan este sistema circadiano | Pero lo cierto es que desde hace un par de siglos tenemos luz eléctrica, cada vez disponemos de más aparatos electrónicos, pantallas que emiten luz… ¿Se traduce esto en problemas y enfermedades?
Lo cierto es que es algo que sí que afecta sobre todo a los jóvenes que son los más usuarios de pantallas y de dispositivos electrónicos hasta tarde. Esa luz prolongada hasta tarde da una señal de día y de alguna forma retrasa nuestros ritmos. Por eso, en una población que ya tiene tendencia a ser bastante vespertina, exponerse a luz al final de la noche, incluyendo la de las pantallas, tiende a retrasar más su hora de acostarse.
Fuente: María de los Ángeles Rol de Lama, profesora y Codirectora del Laboratorio de Cronobiología en la Universidad de Murcia, en el programa ‘A hombros de gigantes’ de RNE.