La euforia, una emoción intensa que aparece cuando la alegría se desborda
Se produce cuando hay un acontecimiento que nos produce tanta satisfacción, tanta alegría,… que lo vivimos con muchísima intensidad. Aparece la euforia. Expresamos al mundo nuestro estado eufórico mediante gestos, gritos, saltos y sonrisas que no dejan lugar a dudas del estado anímico que se está atravesando.
La euforia puede ser individual o colectiva
Cuando es colectiva adquiere mayor grado. Un ejemplo muy común de este fenómeno se da en recitales y campeonatos deportivos, dado que cientos o miles de personas se reúnen en un teatro o estadio para admirar a sus ídolos, abriéndose completamente al espectáculo.
Las emociones se contagian y se acaban teniendo conductas que en otra situación no se darían, como remojarse para celebrar que se ha ganado un campeonato.
Cómo toda emoción intensa se ha de poder canalizar
Una emoción tan explosiva es de corta duración. Nuestro sistema corporal sube y hemos de poder retornarlo a parámetros mucho más asequibles para nosotros, canalizando esta emoción tan intensa hacia un estado mucho más calmado: la alegría.
En un estado eufórico, ¿qué estamos transmitiendo a nivel conductual?
Quizás estamos en casa y, ante una noticia que nos alegra de manera muy intensa, nos ponemos como locos a dar saltos sobre el sofá. Los niños mirando y pensando: “Uy, pero si a mí no me dejan”.
Hemos de ser capaces de pasar de ese estado eufórico a parámetros más tranquilos. Porque pasar de una alegría tan intensa a la nada nos provocaría una gran sensación de vacío.
“He aprobado el final de carrera”, “Hemos tenido un hijo”, “Por fin he conseguido el carnet de conducir”… Es genial, fantástico. Y ahora puedo celebrarlo con alegría, con una cierta tranquilidad. En un estado que sea asequible para mí y para los que están a mi alrededor.
Podríamos decir que la euforia la disfrutamos un ratito y, luego, la guardamos en el armario
Fuente: L’ofici d’educar de Catalunya Ràdio (16/08/14) / Imagen de portada: Eurocopa 2012. Tymur Shamanov, un niño ucraniano de seis años celebrando el gol de Shevchenko en el partido Ucrania-Suecia