Cuando acudes a la consulta de un psicólogo éste puede usar terapias basadas en la evidencia. Esto sucede no solo en consulta sino que también ocurre en otras ramas como en la psicología de las organizaciones, la psicología del deporte, la psicología forense o en educación, por nombrar unas pocas.
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En general los psicólogos trabajan desde el modelo conductual, y la herramienta más importante que tienen para abordar cada caso es el análisis funcional.

Análisis funcional de la conducta

Qué es el análisis funcional y cómo se realiza

El análisis funcional es una metodología que ayuda a comprender por qué la gente hace las cosas que hace. Se utiliza para identificar cuál es la función de una conducta.

¿Para qué hacemos una determinada cosa? | Cada cosa que hacemos, tanto las que se pueden ver ―hablar de una forma o coger una cosa― como las que vemos solamente nosotros ―nuestros pensamientos y lo que sentimos― la hacemos por algo y con una función.

El análisis funcional permite estudiar de forma objetiva, sin hacer inferencias ni adivinaciones, para qué hacemos las cosas.

Análisis funcional de la conducta

¿En qué tipo de problemas de comportamiento se puede utilizar el análisis funcional? | En realidad el análisis funcional se puede usar para cualquier conducta, no únicamente para una conducta problemática.

Se puede usar por ejemplo para modificar conductas de compra o para modificar el comportamiento de la gente en el trabajo. Pero también lo podemos utilizar para conductas cotidianas como la de mirar el móvil compulsivamente o para manejar la rabieta de un niño, y por supuesto también para problemas de ansiedad o de cualquier otra índole que se pueden presentar en consulta.

Cualquier conducta se puede analizar y se puede entender si somos capaces de analizar para qué se hace.

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Un comportamiento compulsivo, por ejemplo, ¿es una respuesta a algo que ocurrió en el pasado? | Sí y no. A menudo el origen de muchos comportamientos está en nuestra historia de aprendizaje, o sea que sí se daría en parte como respuesta a algo que sucedió en el pasado porque aprendimos a comportarnos como lo hacemos. Ocurre incluso con los problemas psicológicos: aprendemos a desarrollar ansiedad, aprendemos a estar deprimidos…

Pero la clave que nos da el análisis funcional es qué es lo que desencadena y qué es lo que mantiene la conducta en el presente, aquí y ahora, en el momento del análisis. Y eso es lo que es esencial de cara a modificarlo, porque lo que lo provocó en el pasado puede no ser lo que lo mantiene en el presente.

Un ejemplo | Imaginemos que tú miras el móvil compulsivamente (algo que a nadie le pasa) y que quieres dejar de hacerlo. Vas a la consulta del psicólogo para que te ayude. ¿Por dónde empezaría?

Análisis funcional de la conducta

Lo primero en el análisis funcional ―que es lo que lo diferencia de otras aproximaciones menos rigurosas― es que se empieza por registrar tu conducta de mirar el móvil:

  • ¿Con cuánta frecuencia lo miras?
  • ¿En qué lugares y momentos lo miras más?
  • ¿Para qué miras concretamente el móvil?
  • ¿Qué aplicaciones son las que más tiempo te consumen?

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Con esto se traza lo que se llama la línea base de tu conducta, de mirar el móvil en este caso. Tal vez se podrá ver que eres más propenso a usar el móvil como alivio de la ansiedad ―por ejemplo cuando estás preocupado por algo― o del aburrimiento ―cuando estás en un entorno poco estimulante―.

Se podría ver que es una conducta que se ve reforzada precisamente por un alivio del aburrimiento o por un alivio de la ansiedad o la preocupación, y se diseñaría un programa para ir implantando conductas alternativas a mirar el móvil que te permitan afrontar esas situaciones de otra manera.

Podría ser por ejemplo que, en vez de utilizar el móvil para aliviar el aburrimiento, llevases siempre un libro encima, de forma que cuando estuvieses aburrido pudieses leer el libro en vez de mirar el móvil. Se podrían usar también aplicaciones que restringieran el uso de móvil para que tengas que desarrollar otras conductas alternativas cuando estás ansioso o aburrido.

Análisis funcional de la conducta

Un  libro

Análisis funcional de la conducta humana: Concepto, metodología y aplicaciones | 344 páginas | Fecha de edición: 01/10/2020 | En esta obra se hace un recorrido completo por el análisis funcional de la conducta humana, desde su nacimiento en el seno del análisis experimental de la conducta hasta sus aplicaciones en el campo clínico.

Se abordan en profundidad las controvertidas cuestiones filosóficas que apoyan las distintas conceptualizaciones de la conducta y de lo mental y se defiende un modelo esencialmente psicológico que aborda todos y cada uno de los aspectos de la conducta humana en su complejidad.

Asimismo, se explica extensamente y en detalle el proceso para analizar funcionalmente cualquier conducta, incluyendo los conceptos de aprendizaje indispensables para llevarlo a cabo. Así, se dedican dos capítulos al análisis funcional del lenguaje y el control que ejerce sobre la conducta humana.

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¿Cómo se conforman nuestras conductas?

La mayoría de nuestras conductas se conforman por dos caminos: el condicionamiento clásico o el operante. ¿Qué son y qué diferencia hay entre uno y otro?

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¿Qué es el condicionamiento clásico? | Hay conductas que se establecen por asociación, y a esto es a lo que normalmente nos referimos por condicionamiento clásico ―simplificándolo mucho―.

Por ejemplo, que te guste cierto tipo de música porque esa música ha sonado en momentos que para ti han sido felices y positivos, de forma que, cuando escuchas esa música, vuelves a evocar esas sensaciones y por eso desarrollas una preferencia por ella.

De hecho muchas veces nuestras preferencias musicales se conforman simplemente por exposición. Nos vamos exponiendo a diferentes músicas y aquellas que están asociadas con cosas más positivas son las que nos acaban gustando más.

¿Qué es el condicionamiento operante? | Otras conductas, en cambio, las aprendemos a hacer, o a evitar hacerlas, por sus consecuencias. Eso es el condicionamiento operante.

Por ejemplo, mirar el móvil compulsivamente te permite aliviar la ansiedad. Por tanto decimos que esa conducta se ve reforzada, negativamente en este caso, porque se elimina la ansiedad o el aburrimiento. También por muchas otras cosas: puedes contactar con gente que te gusta, acceder a información útil… Hay muchos incentivos que explican por qué miramos tanto el móvil.

Esa es la diferencia:

  • El condicionamiento clásico es una asociación más pasiva.
  • En el condicionamiento operante tú tienes que hacer algo.

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¿Qué importancia tiene el momento presente?

¿Qué importancia tiene eso que sentimos cuando contamos nuestro problema una vez hemos decidido por fin ir a terapia para que nos ayuden? | El momento presente es clave. Nos puede dar la solución a qué es lo que está manteniendo esa conducta: no solo qué la desencadena sino qué la mantiene.

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Si el terapeuta entiende bien cómo te sientes cuando le estás describiendo esa conducta y cómo te sientes cuando la realizas, entonces esa emoción es parte de lo que hay que analizar. Porque puede ser que esas sensaciones emocionales estén ayudándote a mantener la conducta aunque la misma sea indeseable para ti. Por ejemplo cuando alivias el miedo, o alivias la ansiedad o la preocupación.

¿Qué papel juega el entorno?

La gente que te rodea juega un papel importantísimo | Piensa que el entorno recompensa o castiga las conductas que nosotros realizamos.

Muchas veces modificar un comportamiento es cuestión de modificar un entorno. Hay veces que para que la gente haga o deje de hacer cosas lo único que basta es con modificar el contexto.

Un ejemplo | La medida más eficaz para luchar contra el tabaco ha sido prohibir fumar en lugares públicos. Ha sido una medida mucho más eficaz que las campañas de información y que las prohibiciones y los mensajes negativos. ¿Por qué? Pues porque si la gente en esa situación no puede fumar le resulta muy fácil reducir esa conducta de fumar y generalizarlo a otros contextos.

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Cuando alguien acude a consulta de psicología con el objetivo de modificar una conducta, si es posible comunicar lo que ocurre a las personas que rodean al paciente se puede hacer con ellos una alianza. Se les puede hacer ver de qué forma quizá algunas conductas de la persona que acude a tratamiento están en parte mantenidas involuntariamente por cómo ellos responden a ese comportamiento.

En segundo lugar es mucho más sencillo establecer metas con el paciente cuando entiende el por qué de esa meta y cómo las nuevas conductas que se le proponen ayudan a acercarse a ese objetivo; es entonces más fácil negociarlas y acordarlas.

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Además, al entender con precisión por qué una conducta se produce, también se pueden dar guías muy claras sobre lo que se debe y no se debe hacer, y sobre cómo hacerlo para evitar reforzar conductas indeseables y para ayudar a extinguirlas y, al mismo tiempo, reforzar las conductas que sí queremos ver.

Hecho el análisis funcional ¿cuál es el siguiente paso?

El psicólogo ya ha hecho el análisis funcional. Ahora ¿cómo te ayuda? | En primer lugar te puede explicar el porqué se produce tu conducta, y esto ya en sí tiene un valor terapéutico importantísimo.

Es lo que los psicólogos llaman psicoeducación. El contarte por ejemplo por qué estás deprimido, o por qué te da tantísimo miedo hablar en público, o por qué te cuesta tanto tener intimidad con tu pareja o por qué es difícil para ti concentrarte en algo.

Además, en base a eso, el terapeuta podrá desarrollar contigo un procedimiento para ir modificando esta conducta, ya sea recompensando conductas alternativas ya sea eliminando las recompensas que mantenían la conducta que queremos eliminar, de forma que tú puedas llevar a cabo este procedimiento entre sesiones.

Porque el trabajo terapéutico se hace entre sesiones, y, a lo largo de las mismas, es cuando se va siguiendo y modificando lo que sea necesario. Se trata de un procedimiento experimental: se va probando y se va viendo la realidad.

La clave del análisis funcional es que describe de manera científica y concreta, usando unas leyes del aprendizaje que están demostradas, para qué hacemos las cosas. De este modo no tenemos que especular ni inventarnos historias sobre el inconsciente ni nada de eso, simplemente ceñirnos a lo que ocurre.

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Dos ejemplos

Ahora que hemos visto qué es el análisis funcional, vamos a ver cómo se trabaja con él con un par de ejemplos muy interesantes y clarificadores.

El primer ejemplo es un análisis funcional de un entorno muy grande. El segundo ejemplo se centra en un contexto más pequeño.

Primer ejemplo | Este caso nos lleva hasta un hospital de San Francisco. El desafío es ver cómo se puede modificar la conducta de los centenares de personas que hay en un hospital para que ayuden a las enfermeras.

El problema aquí era que las enfermeras en ocasiones, aunque en general lo hacían muy bien, cometían errores a la hora de por ejemplo administrar medicamentos, al equivocarse en la dosis o en el medicamento.

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Esto ocurre porque las enfermeras están muy sujetas a distracciones. Todo el mundo les pide cosas: los pacientes, los familiares de los pacientes, los médicos… Y la tendencia natural de las enfermeras muchas veces es, mientras están haciendo esto ―mientras preparan las medicaciones―, atender esas peticiones.

Aunque no sea un porcentaje de error muy elevado, son errores potencialmente peligrosos. Era esencial atajarlos y para ello había que analizar precisamente la conducta de la gente cuando llamaba la atención de las enfermeras para ver cómo podía modificarse.

El problema en este caso no era de las enfermeras sino de toda esa gente del hospital que las necesita y que las requiere. Efectivamente se trata de, en primer lugar, identificar cuál es la conducta problema.

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Las personas interrumpían a las enfermeras porque no tenían una manera de discriminar cuándo la enfermera necesita estar concentrada y cuándo no necesita estarlo y se la puede llamar (discriminar en psicología es entender qué conducta es la más deseable en un momento dado).

Además, al analizar la conducta de las personas que reclaman a las enfermeras su atención, se encuentra que las enfermeras refuerzan, recompensan e incentivan esta conducta porque tienden a hacer caso.

Lo que hace falta aquí es crear lo que los psicólogos llaman un estímulo delta, que es un estímulo que anuncia cuando por ejemplo esa conducta no va a ser recompensada, del mismo modo que ocurre con un cartel de “CERRADO” en una tienda. Tú ves ese cartel y ya sabes que entrar en la tienda no va a funcionar.

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Tuvieron la idea de comprar unos chalecos reflectantes, de esos típicos que nos ponemos cuando se nos estropea el coche. Si una enfermera llevaba puesto ese chaleco significaba que estaba administrando medicación y que no se le podía hablar. Por su parte a las enfermeras se las instruyó para no contestar e ignorar completamente a cualquiera que se dirigiera a ellas cuando llevaban puesto el chaleco.

Se establecía una regla verbal clara y fácil de seguir, aunque al principio hubiese resistencias porque básicamente todo el mundo odiaba esta regla: las enfermeras, los médicos… Para las enfermeras era como sentirse señaladas. A los médicos no les gusta no poder consultar con la enfermera. Y a los pacientes y familiares al principio también les costaba.

Esto se probó en ese hospital en una unidad y, en seis meses, bajaron los errores un 50%. Se implantó entonces en todas las demás unidades, donde se produjo una bajada similar.

Es más, una unidad del hospital se negó a aplicar esta medida y sirvió de ese modo de grupo control. En esa unidad, en que la medida no se implantó, el número de errores siguió siendo el mismo.

Segundo ejemplo | En este caso se trata del mal comportamiento de un niño en un colegio. Es el caso de Miguel, un chaval de tercer ciclo de primaria que va al despacho de Manolo, el orientador del centro, porque su profesora se lo ha propuesto.

Miguel lleva comportándose mal varios días. Dice montones de palabrotas y le han tenido que poner un parte disciplinario.

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Cuando el orientador le pregunta el por qué dice tantas palabrotas, el niño responde que no sabe el motivo por el que las dice, le dice también que no tiene muchos amigos.

Manolo hace un análisis de esto. Lo primero que podemos pensar es que la atención que los otros compañeros le prestan a Miguel cuando dice palabrotas es un reforzador, y eso es verdad.

Pero es que, además, cuando Miguel intenta interactuar de otro modo con los niños ―cuando intenta tener la atención de ellos― pasan totalmente de él.

El problema y la solución no es solo tratar de modificar la conducta de Miguel, sino también del grupo. La intervención siempre tiene que ir destinada a ambas partes.

Manolo, el orientador, explica al grupo este análisis funcional:

  • ¿Qué pasa cuando Miguel dice palabrotas? Pues que avisáis a la profesora y se monta un jaleo en torno a Miguel.
  • ¿Qué pasa cuando Miguel quiere jugar o quiere hablar con vosotros? Pues que pasáis de él o le llamáis pesado.
  • Todos necesitamos atención. Todos necesitamos jugar. Todos necesitamos relacionarnos. Como Miguel lo intenta de una forma y no lo consigue, pues prueba de otra.

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¡Ojo! Eso no quiere decir que la conducta de Miguel esté bien. Esto es solo la explicación de lo que pasa. Es lo que se hace en consulta con un paciente cuando se le explica el análisis funcional, pero en esta ocasión aplicado en una clase de niños.

Cuando Manolo pregunta a los niños que quién es el responsable de que Miguel diga palabrotas ellos lo tienen claro, son todos responsables de la situación. Al mismo tiempo se le da a Miguel una regla verbal muy clara como ocurría en el ejemplo anterior, en el hospital.

Ahora Miguel ya sabe por qué dice palabrotas. Así que paralelamente se le está ayudando a relacionarse de otro modo que ahora va a ser exitoso, porque los otros niños tienen instrucciones de cómo recibir a Miguel cuando no diga palabrotas.

Se le están dando a Miguel instrucciones claras para que pueda probar una conducta alternativa que se va a ver recompensada. Al cabo de una semana Miguel ya no decía palabrotas.