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Nativos digitales

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¿Nuestros niños y adolescentes son nativos digitales? Pues va a ser que no

Llevamos cerca de una década hablando de nativos digitales,  y de cómo las personas que crecieron con Internet y los smartphones dominan la tecnología mejor que las generaciones anteriores. Pero crecer con una herramienta no significa dominarla.

Nuestros jóvenes deben recibir educación sobre el buen uso de Internet y de las redes sociales

Para muestra los resultados  del estudio llevado a cabo por Ofcom, el regulador del mercado de telecomunicaciones británico. Dice que sólo uno de cada tres adolescentes (de 12 a 15 años) y uno de cada seis niños (de 8 a 11 años) sabe distinguir entre anuncios de Google y resultados orgánicos en una búsqueda; a pesar de que Adwords, la plataforma de publicidad de Google, remarque en amarillo anaranjado que se trata de un “Anuncio”. Además, un 53% de los adolescentes desconoce que sus ídolos de YouTube pueden recibir dinero por recomendar productos y marcas.

El estudio es muy revelador

Por un lado, demuestra a los padres que sus hijos solo saben usar las nuevas herramientas, no entenderlas. Y por otro, hace que uno se plantee si es necesario regular la publicidad en canales como YouTube, Instagram e incluso Twitter, donde perfiles con miles de seguidores adolescentes cuelan publicidad sin notificarlo.
En el siguiente vídeo Júlia Cutillas, responsable de redes sociales del Hospital Sant Joan de Déu, nos recuerda que está en nuestras manos ofrecer a los niños las pautas para que hagan un buen uso de Internet y de las redes sociales, ya que lo contrario puede tener consecuencias no deseadas.

Existen 4 grandes carencias en el uso de Internet por parte de los chavales en relación a:

1. Seguridad informática
2. Aspectos legales
3. Reputación digital
4. Selección de fuentes digitales

En el vídeo se profundiza en la descripción de estas carencias. Se proponen consejos prácticos para dotar de herramientas a padres y educadores para que los menores hagan un buen uso. En definitiva, se aconseja a padres y educadores tomar un papel activo, no prohibirles su uso (puede ser mucho peor) y utilizar el sentido común.


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