Aunque se trate de cuadros clínicos poco frecuentes, se calcula que en el mundo hay unos 400 millones de personas afectadas por alguna enfermedad rara.
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Hay muchísimas personas que por alguna mutación genética aleatoria tienen estas enfermedades raras o muy poco frecuentes que solían estar olvidadas, sin tratamiento, sin interés por los pocos pacientes que generaban, hasta hace poco que la biomedicina ha creado una nueva serie de herramientas que hacen sentir esperanza.

Las familias como la de Carmen pueden pasar años de médico en médico hasta conseguir un diagnóstico y descubrir que comparten dolencia con poquísimos pacientes.

No es raro tener una enfermedad rara

Sally Massagee era una mujer que, sin motivo aparente, sin hacer ejercicio, a los cuarenta y pico años empezó a desarrollar musculatura. Los médicos estaban desconcertados. Nadie sabía qué le ocurría ni si era grave hasta que vieron que el propio tejido cardiaco estaba creciendo peligrosamente.

Entonces la derivaron a la unidad de enfermedades raras de los Institutos Nacionales Salud de EEUU (NIH), que tenía un departamento de enfermedades no diagnosticadas donde recibían centenares de casos nuevos para la medicina, sin diagnóstico, únicos, con la intención de resolverlos. En el caso de Sally lo lograron.

En España también tenemos plataformas como la del NIH donde con un trabajo médico detectivesco y las mejores herramientas genéticas revisan casos extrañísimos.

Luis Alberto Pérez Jurado, genetista, es un investigador que coordina este tipo de plataformas y equipos clínicos multidisciplinares. Es Jefe del Servicio de Genética del Hospital del Mar y Profesor de Genética en la Universidad Pompeu Fabra. Es como un doctor House en búsqueda de diagnóstico.

¿Qué son las enfermedades raras?

«Una enfermedad rara o infrecuente es un concepto que se acuñó en los años 90 o inicio de los 2000, y es una enfermedad que tiene una prevalencia poblacional menor de una de cada 2.000 personas.

Se hizo así porque son enfermedades que están mal descritas y que se conoce muy poco, y que precisan, precisamente, de una mayor atención de los sistemas sanitarios y para concienciar a la población.

Cada una de estas enfermedades raras tiene esta prevalencia mencionada, afecta a menos de una persona de cada 2.000, pero la suma de todas ellas es aproximadamente un 7 o un 8 por ciento de la población durante algún momento de su vida.

Muchas de estas enfermedades se manifiestan durante el desarrollo, algunas incluso prenatalmente, pero otras aparecen en cualquier momento de la vida y muchas en edades tardías. En muchos casos las personas pasan tiempo sin tener conocimiento de que tienen la enfermedad.»

¿Cómo aparece esa enfermedad rara en alguien?

«El 80% de las enfermedades raras son de causa genética, que implica que hay un error en la información para cómo hacer un ser que ocurre en el momento en el que la persona es concebida o lo ha heredado de ambos padres.

En algunos casos la enfermedad es adquirida y es por cuestiones infecciosas o cuestiones autoinmunes que tienen que ver con la exposición que ha ocurrido durante su vida.

Un porcentaje importante de las enfermedades raras son las que se denominan autosómicas recesivas, el patrón de herencia. Se estima que todas las personas somos portadoras de al menos cinco enfermedades raras. Si da la casualidad de que nuestra pareja es portadora de alguna de las mismas podemos tener hijos afectados.»

Todo empieza con síntomas extraños que los médicos no logran explicar. El paciente puede pasar de especialista a especialista sin encontrar diagnóstico ni mejora, y entonces se deriva a los programas de enfermedades no diagnosticadas. Ahí es donde empieza lo diferente.

¿Cómo se procede con ese paciente que nadie sabe lo que tiene?

«El programa está establecido con la participación de muchísimos especialistas que evalúan los síntomas y los datos que hay y se decide qué tipo de pruebas se puede hacer.

Lo que se ofrece sobre todo son pruebas de genética para intentar buscar si existe una causa conocida o si existe incluso alguna causa que todavía es desconocida y que puede ser una enfermedad nueva.

De los pacientes que se analizan, aproximadamente uno de cada 28 a 30 tienen una enfermedad nueva que no ha sido descrita.»

¿Cuántas enfermedades raras hay?

Ahora mismo en el mundo hay registradas unas 7.000 enfermedades raras, que juntas afectan a entre un seis y un ocho por ciento de la población. De todas estas conocemos la causa molecular de unas 5.000.

Falta mucho porque además cada año se descubren nuevas, pero el progreso es enorme. Hace una década se conocía la causa molecular de solo 1.000.

Secuenciación de genomas, bioinformática, fibroblastos y organoides

Diagnosticar una enfermedad rara puede ser como buscar una aguja en un pajar genético, pero ¿qué pasa una vez lo encontramos? El siguiente paso del rompecabezas es entender las características de la enfermedad e intentar curarla.

Para todo ello se utilizan los avances científicos más punteros como secuenciación de genomas, bioinformática, modelos experimentales con fibroblastos o organoides ―órganos en miniatura donde investigar fármacos nuevos o probar aquellos que se están utilizando en otras enfermedades―.

Además, tras décadas superando obstáculos, la terapia génica abre un abanico inmenso de posibilidades y ensayos clínicos que permiten aspirar a curas definitivas.

En España hay investigadores potentísimos a nivel mundial recorriendo todo el camino desde la ciencia básica hasta los nuevos tratamientos. Desde bioinformática, organoides, terapias génicas…

En el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), en Hospitalet de Llobregat, Aurora Pujol Onofre, médica genetista, es una de estas investigadoras que recorre todo el proceso. Ella es profesora de investigación ICREA, y Jefa del Laboratorio de Enfermedades Neurometabólicas (IDIBELL-CIBERER).

En su equipo descubren nuevas mutaciones, averiguan como estos cambios genéticos dan lugar a la enfermedad y acaban desarrollando modelos para encontrar nuevos tratamientos más efectivos:

La técnica de los organoides es realmente útil para la investigación | Eso es así porque utilizando fármacos cuya seguridad ya se ha demostrado, en ensayos para otras enfermedades, permiten saltar la fase de experimentación animal y ver que si funcionan estos fármacos en organoides ya se puede pasar directamente al ensayo con humanos.

Qué es la terapia génica

Todas las técnicas vistas consiguen que algunos pacientes con enfermedades graves o incluso letales puedan tener mucha mejor calidad de vida. Pero hay un paso más allá. Coger el gen causante de la enfermedad y repararlo: la terapia génica.

Fátima Bosch, experta en terapia génica, es una de las investigadoras más reconocidas y pionera en este campo. Lleva décadas estudiando cómo tratar enfermedades de alta prevalencia ―como la diabetes― y otras muchísimo menos frecuentes ―como las mucopolisacaridosis― con terapia génica.

Ella es directora del Centro de Biotecnología Animal y Terapia Génica (CBATEG) y Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la UAB. Su pasión e ilusión son contagiosas.

La terapia génica tiene un coste muy elevado | Cierto es que hace unos años el interés de la empresa era prácticamente ninguno, porque había muy pocos pacientes y porque en realidad no había esperanza de que estas terapias salieran adelante.

Pero ahora es diferente, ahora sí que hay bastantes terapias génicas aprobadas y, aunque son carísimas,

  • Para la empresa aprender la tecnología para tratar una la posiciona bien para desarrollar otras.
  • Y, para los sistemas de salud públicos, pagar mucho por un tratamiento que corrija y evite muchos otros gastos posteriores de hospitalización tiene sentido.

Perspectivas de futuro

Este campo de la investigación ha avanzado mucho en los últimos diez años, y las herramientas científicas no son solo de investigación sino también de terapia. Es algo que nos puede hacer estar más esperanzados.

Luis Alberto Pérez Jurado |  «Es una realidad, y es muy gratificante para mí como profesional porque es un área de un gran desafío en el que el porcentaje de pacientes que se quedaban sin diagnósticos era enorme y no teníamos otras herramientas. Gracias a esta actitud y actividad colaboradora y al desarrollo tecnológico ahora sí que tenemos herramientas para poder diagnosticar muchas.

El consorcio internacional cree que probablemente se podrán diagnosticar la casi totalidad de enfermedades raras en menos de un año desde que empiezan con esta odisea diagnóstica. Eso es un objetivo racional. Es menos racional, o es más difícil, pensar en que va a haber una oferta de tratamiento adecuada para todas ellas.»

Aurora Pujol Onofre | «Todo lo que aprendemos de esas enfermedades raras, que son un grandísimo y maravilloso modelo para entender el funcionamiento del cerebro, luego, en muchos casos, lo podemos aplicar o a alzhéimer o a párkinson o a otras enfermedades neurodegenerativas, que vienen por otras vías pero que beben de la misma fuente porque son los mismos genes.»

Fátima Bosch | «Soy optimista. Veo que desde que empezamos nosotros a trabajar en terapia génica en el año 90 ha avanzado muchísimo.»

Seguro que dentro de unos años habrá todavía enfermedades que llamaremos raras o infrecuentes, pero ya no olvidadas ni sin diagnóstico ni tratamiento. Es lento, pero constante y exitoso y esperanzador el progreso de la ciencia.

Fuente: Episodio ‘No es raro tener una enfermedad rara’ del programa ‘El cazador de cerebros’, dirigido y presentado por Pere Estupinyà.