El gateo es vital para los bebés
Hay razones de peso para no impedirlo
Las da la fisioterapeuta María Barrientos. Explica que es frecuente ver como padres o abuelos bienintencionados, pero equivocados, sin ser conscientes de la importancia del gateó para los bebés, intentan hacer andar al niño precozmente (agarrándolo en alto de las manos) cuando sus piernas aún no están preparadas. Dice también que, en general, no se tiene consciencia de lo fundamental que es el gateo en el DESARROLLO FÍSICO e INTELECTUAL del ser humano.
Es ahora, viendo los inconvenientes que a posteriori tiene el no gatear, cuando los pediatras empiezan a darse cuenta de que es una etapa que no hay que saltar.
¿Por qué es tan importante que el bebé gatee?
Llegamos a la posición bípeda tras una evolución, pasando por una serie de fases. El hecho de aprender a caminar es como hacer una micro evolución en 13-15 meses. Es importantísimo que el bebé repte, que se arrastre, que gatee y que, por su propia evolución, consiga ponerse de pie. No forzarlo. A veces se considera que el niño es más listo, que ha crecido más porque empieza a caminar antes, y NO ES ASÍ.
Si acotamos ese gatear, esa forma de desarrollarse del bebé ¿qué problemas puede tener en un futuro?
Para desenvolvernos en el espacio hay que controlar los tres planos:
■ El plano de delante a atrás, que se controla desde los primeros meses de vida con el control de la cabeza.
■ El plano de derecha a izquierda, la capacidad de lateralidad. El hacia donde nos tenemos que dirigir para conseguir algo que nos gusta. Ese controlar la parte derecha y la parte izquierda es algo que proporciona precisamente el gateo.
■ Las rotaciones, que se consiguen ya cuando nos ponemos de pie.
El control de esos tres planos es lo que nos da el dominio de nuestro espacio vital.
El no controlar el plano intermedio, el de derecha/izquierda, nos puede dar muchos problemas.
Lo típico de alguien que va conduciendo y le dicen: “gira a la derecha”, y ha de pensar un instante para saber cuál es la derecha y cuál la izquierda, es uno de los inconvenientes que puede tener el no haber gateado lo suficiente. Cruzar siempre las piernas hacia un lado es también una de las consecuencias.
Algo que a priori no relacionaríamos con el hecho de haber o no haber gateado y que sin embargo sí que tiene relación:
el que cada vez se den más casos de estrabismo. El gateo permite el enfoque de los ojos. Al mirar al suelo para colocar la mano o la rodilla convenientemente, el niño enfoca los dos ojos en un mismo punto a corta distancia. Éste es un estupendo ejercicio muscular para los ojos y es tal su importancia que, según estudios de optómetras, el 98% de los niños con estrabismo no gatearon lo suficiente de pequeños.
Que un bebé no gatee también puede provocarle problemas a la hora de escribir
Mediante el gateo se va desarrollando la coordinación cerebral ojo-mano, se establece entre ambos una distancia similar a la que más adelante habrá entre ojo y mano a la hora de leer y practicar la escritura.
Ayuda al bebé a medir el mundo que le rodea y a adaptarse al medio, a controlar los límites. De ahí la importancia del gateo
La distancia que hay entre los ojos y la palma de la mano al gatear es una medida fundamental en todas las civilizaciones: la BRAZA. Con esa nueva medida corporal el niño mide el mundo circundante. Es la explicación de porqué cuando de mayores volvemos a un lugar de la infancia lo percibimos más pequeño de lo que era: porque entonces la propia medida de la braza era menor.
Hay un vídeo, de un estudio que hizo una universidad americana, en el que se ve la diferencia en el control de los límites entre los bebés que han gateado y los que no. A los bebés que han gateado los dejan en una mesa, a una cierta altura del suelo, y cuando llegan al borde saben que es el borde y no se caen. Se las apañan para bajar de la mesa sin hacerse daño. Sin embargo los bebés que no habían gateado llegan al borde y, como no saben cuál es el límite, se caen (en un porcentaje de más del 75%).
El gateo desarrolla el patrón cruzado que es la función neurológica que hace posible el desplazamiento corporal en equilibrio de nuestro cuerpo. Cuando caminamos, sin darnos cuenta ni percibirlo, tenemos que hacer un patrón cruzado: si adelantamos la pierna derecha tenemos que adelantar el brazo izquierdo, y ese vaivén de brazo/pierna le da estabilidad a nuestra columna.
Ese patrón cruzado se empieza a desarrollar con el gateo. Al gatear es cuando el bebé se acostumbra a hacer ese cambio de lateralidad. Se manda información al cerebro, se comunican los dos hemisferios cerebrales y se crean rutas de información cruciales para la maduración de las diferentes funciones cognitivas.
Además cuando el bebé gatea está desarrollando su musculatura, está haciendo ejercicio con los brazos y con las piernas. En la posición de gateo es en la única en la que están en equilibrio la musculatura posterior (la que recubre toda la espalda) y la musculatura abdominal. Eso le da una estabilidad al bebé que, a la hora de ponerse de pie, le va a dar estabilidad en el tronco aparte de fuerza en las piernas.
Por todo ello es crucial estimular el gateo en los bebés, no frenarlo.
Hay que adecuar el espacio donde el bebé se va a mover para que pueda gatear a sus anchas, Y no hay que tener miedo a que se pueda resfriar si el suelo está frio, ni a que se pueda hacer daño en las rodillas o en las manos. El bebé se tiene que ir endureciendo.
Algunos de los problemas que tenemos hoy en día son porque no dejamos al bebé en contacto con el medio. Protegemos demasiado el sistema inmune del niño y no se desarrolla. Por lo tanto, quitando cosas peligrosas de su camino, y procurando que el suelo no esté mojado para que no resbale, por lo demás no hay ningún problema.
Es importante también que el bebé pruebe diferentes tipos de superficie:
la baldosa, la madera, la alfombra… para que reciba diferentes estímulos. El niño cuando gatea siente la tactilidad de la palma que está viendo, ésta envía información al cerebro de las diferentes sensaciones y texturas que siente. Eso tiene una serie de ventajas de manualidad fina que luego influirán en la escritura
En la antigüedad se envolvía a los bebés con vendas, como si fueran momias, precisamente para evitar el gateo.
Se pensaba que si los niños andaban a cuatro patas era algo propio de animales, y para evitarlo se les protegía demasiado. Hay países en los que esto aún se sigue haciendo y las mamás llevan a los bebés portándolos en pañuelos y enfajados completamente.
El pequeño pasa directamente de la fase de estar enfajado al tacatá, perdiendo una parte de evolución crucial. Sobre todo el periodo que va desde los 3-4 meses hasta el año, en el que el bebé tiene que explorar su entorno. Mientras está enfajado todo eso se lo pierde.
Aprenden a caminar por imitación, de una manera intelectual. Se le pone a andar con tacatá o con la ayuda de los brazos por parte de los padres o los abuelos.
¿Qué efectos se ha visto que tiene eso a largo plazo?
Mayor incidencia en la población que sufrió ese “trato” de escoliosis, por ejemplo. Una mayor incidencia de estrabismo y de miopía, y dificultades en la lateralidad, en saber cuál es su derecha y cuál es su izquierda de manera inconsciente. A posteriori se ve lo contraproducente que es el seguir esa técnica.
¿Cuándo empieza a gatear un bebé?
No hay directrices exactas, pero sobre los ocho/nueve meses el bebé puede ser capaz de gatear.
¿Es preocupante que tarde demasiado en ponerse de pie?
En principio si no se ve que el pequeño tenga ningún dolor al gatear, o que no haga bien ese patrón cruzado, hasta los dieciocho meses se considera normal el que gatee.
Imagen de portada: Gateando en el agua. Flickr José Vicente Baeza González / Imagen interior: pixabay