Aburrimiento. Todos sus beneficios

Dicen que estar muy ocupado y vivir a un ritmo muy intenso es signo de poder, mientras que estar ocioso y no saber qué hacer y aburrirse no lo es ¿Por qué? En un principio la gente detesta aburrirse. Al aburrimiento se le asocian una serie de adjetivos que parece que nos descalifican.

Los jóvenes que están aburridos parece que no tengan motivación, están rodeados de un mundo con muchísimos estímulos y con todo a su alcance y es como si no lo supiesen aprovechar. En cambio cuando alguien, un profesional, dice que está ocupadísimo, que tiene un alto nivel de estrés, que tiene tantísimos clientes… hay personas que deducen o interpretan que debe ser bueno cuando tiene tanto trabajo y está tan ocupado, que debe ser un buen profesional.

Aburrimiento, todos sus beneficios

El aburrimiento, el estar aburrido, tiene sus ventajas

Lo cierto es que aquella gente que está excesivamente ocupada y con tantos clientes termina por cometer más errores. El exceso de ocupación genera ansiedad y estrés, y eso hace que se cometan más errores, que se pasen los plazos, que no pueda llegar a todo… no es oro todo lo que reluce con la actividad. La eterna diferencia entre preocupación y ocupación.

¡Me aburro! ¿Por qué es bueno que los niños se aburran?

La expresión ¡Mamá, me aburro! acostumbra a poner a los padres en un aprieto. La mayoría nos sentimos responsables cuando escuchamos esta frase en boca de nuestros hijos y queremos solucionar su «problema» de forma inmediata. Respondemos a su aburrimiento ofreciéndoles entretenimientos tecnológicos o actividades estructuradas. Craso error. Es algo que hay que tomar con naturalidad.

Muchas veces es como si a los padres les sentase mal el que los niños estén desocupados, y no se dan cuenta de los beneficios que esto puede tener.

Los beneficios del juego no estructurado 

El juego no estructurado da a los niños la oportunidad de explorar su mundo interno y externo, lo cual es el comienzo de la creatividad. Esta es la manera en la que aprenden a comprometerse con ellos mismos y con el entorno, a imaginar, inventar y crear. Es una herramienta para entender el mundo.

Aburrimiento, todos sus beneficios

Estoy aburrido ¿Qué hago? Contra el aburrimiento las personas reaccionamos de formas diferentes

La indiferencia es la forma más saludable de reaccionar | Es aquella gente que ante el aburrimiento se mantiene indiferente y lo toma como un estado normal, con paz y con calma, y consigue sacar todos los beneficios que tiene el hecho de estar aburrido.

La reactividad es la forma más dañina de reaccionar | La reactividad significa querer huir del aburrimiento. Y cuando queremos huir y evitarlo… al final las personas pueden terminar consumiendo sustancias para alterar el estado de ánimo, para estar ocupadas y sentirse bien, cruzando los límites para buscar esa estimulación y salir del aburrimiento.

Hay que tener cuidado y diferenciar por ejemplo en el caso de los jóvenes y los niños. Distinguir entre lo que es un joven que un día está aburrido o un joven que está pobre de estímulos, para así poder ayudarle a encontrar el sentido a la vida o a aquello que le estimula y que no caiga en querer tapar o cubrir ese tiempo libre con conductas poco saludables que puedan perjudicar su salud.

¿Qué ventajas tiene el aburrimiento para nuestro cerebro?

Sabemos que el cerebro se estimula con nuevos aprendizajes, con la curiosidad, con el ejercicio físico, cuando estamos realizando tareas cognitivas de cualquier tipo… pero también se han hecho estudios de qué pasa en el cerebro de una persona aburrida .

En una investigación se hizo un encefalograma a personas a las que se les pedía que en ese momento no hicieran nada, que simplemente se aburrieran y no hicieran nada. Los resultados fueron asombrosos: se dieron cuenta de que el cerebro seguía en actividad y seguía estimulándose, produciendo un tipo de actividad que no se consigue cuando uno está focalizado en una tarea. A partir de ahí las siguientes investigaciones dieron con los mismos resultados.

El aburrimiento tiene una funcionalidad. Cuando una persona está sanamente aburrida despierta su curiosidad por salir de esa apatía o de esa situación. Y cuando tenemos esa curiosidad es cuando surge la creatividad. Aparecen esas ideas creativas para hacer las cosas de manera distinta. Así que podemos decir que el aburrimiento tiene un sentido evolutivo: ¿qué hago ahora? Ese no saber qué hacer motiva que el cerebro piense en otra dirección para buscar juegos y entretenimiento.

¿Qué hacer para no huir del aburrimiento?

Deja y permite que tus hijos y tus trabajadores se aburran

¿Por qué? Porque si cada vez que un hijo dice ¡Mamá, papá, me aburro! satisfacemos ese aburrimiento, el niño pierde su capacidad creativa, se la estamos anulando. Estamos haciendo por él lo que él tendría que hacer. Podemos proponerle que trate de jugar, o de pintar, que busque algo, que piense, o simplemente que se aburra, que no pasa nada.

También se debería fomentar, para aquellos que son jefes y líderes, en el tema de los trabajadores. No pasa nada por ver a un trabajador en una silla simplemente pensando. Porque en ese momento en que uno está pensando y se deja algo de libertad al cerebro para que se expanda, en lugar de tenerlo focalizado con resolver un problema, al final terminan apareciendo ideas creativas.

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Una práctica saludable es dedicar 10 minutos a no hacer nada

Igual que es saludable una alimentación sana, descansar, otras pautas de higiene, hacer ejercicio… busquemos 10 minutos al día para sentarnos en un sillón y no hacer nada. Pero no hacer nada es NADA… no vale meditar, que dicen algunas personas.

Meditar es otra forma de trabajar la calma, pero no hacer nada es quedarse ahí. Al principio puede resultar incluso incómodo, porque la sensación es ¡estoy perdiendo el tiempo! Pero lo cierto es que el cerebro se va a relajar y va a activar esa otra zona que no se activa mientras la mente está entretenida.

Aléjate de la sobreestimulación

Estamos todo el día entre las noticias, las cosas que suceden en el trabajo, los recados que tenemos pendientes… siempre con varias tareas a la vez. El cerebro multitarea nos genera estrés, y no nos permite realizar según qué actividades de forma relajada y tranquila. O sea que es conveniente intentar alejarse de la sobreestimulación y hacer una cosa a la vez. Si ahora mismo tienes 10 cosas que resolver: un correo, una llamada, un trabajo… ¿cuántas puedes hacer en este momento? La respuesta es una, pues focaliza en esa una.

Medita, visualiza, pasea… sin más

Practiquemos actividades que de alguna forma nos permitan también relajar el cerebro y que sean similares al aburrimiento. Meditar, visualizar o pasear sin más. Salgamos a pasear, pero sin tener siquiera la intención de decir ¡es que esto es saludable y tengo que hacer ejercicio! Pasear por placer, meditar por placer, hacer cosas simplemente por buscar ese estado de tranquilidad.

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Dale descanso a la tecnología

Algo que nos sobreestimula es la tecnología: tablet, teléfono, televisor… todo aquello que nos da tanta información. En un teléfono tenemos veinte mil aplicaciones: ver los resultados de fútbol, WhatsApp, Twitter, todas las redes sociales, incluso las llamadas que parece que son ya algo secundario. Estar con tantas aplicaciones a la vez sobreestimula el cerebro y nos impide tener esa parte de aburrimiento.

Rodéate de calma

Nos quejamos constantemente de la falta de tiempo. Vivimos en un mundo con un ritmo que a veces es frenético, y que no concibe que una persona pueda estar relajada y tranquila y que eso sea positivo. Porque, como se ha dicho al principio, asociamos la sobreactividad y la prisa a la gente eficiente, pero no es así. La calma nos produce un estado saludable, emociones positivas que nos permiten resolver de forma eficaz nuestro día a día

Por último destacar la importancia de la lectura

Un niño al que le gusta leer es difícil que se aburra. Cuando llegue el aburrimiento, siempre podrá coger un libro y sumergirse en el placer de la lectura. Fomentar en los niños el gusto por leer es proveerlos de una herramienta infalible para combatir el tedio. Este decálogo puede ser útil.

Que haya muchos libros en casa (novelas, cuentos, cómics…) y de temáticas diferentes. La mejor manera de despertar la pasión por la lectura es que el niño pueda elegir los libros que más le interesen, leer un poco cada día. Y que los padres lean con él.

Aburrimiento, todos sus beneficios

Fuente: Patricia Ramírez en A punto con la 2 de RTVE (27/06/16)

Depresión infantil

Niño triste, adolescente enfadado

¿Por qué se puede deprimir un niño? ¿Cómo lo detectamos? ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo se trata una depresión infantil? ¿Y en la adolescencia?
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En el  Blog de pares de Catalunya Ràdio han hablado con la doctora Montse Pàmias sobre la depresión infantil. Ella es presidenta de la Sociedad Catalana de Psiquiatría Infantil y jefe del Departamento de Psiquiatría Infantil del Hospital Parc Taulí de Sabadell.

La depresión infantil es una situación vital de cambio

Un niño o un adolescente que hasta el momento tenía un estado de vida normal y estable, y de pronto hay una ruptura. Empiezan a aparecer unos síntomas, y esos síntomas son síntomas depresivos. Es algo que puede pasar en cualquier edad.

Antes se creía que no existía la depresión infantil

A mediados del siglo pasado había algunas voces, algunos autores, que dudaban de la existencia de la depresión en los niños, alegando que la depresión no se podía dar en un sujeto cuya  personalidad no estaba del todo estructurada. Es cierto que la personalidad de los niños no está totalmente estructurada, pero lo que ahora sí sabemos es que los niños pueden tener depresión, cómo los adolescentes y cómo los adultos.

Las características de esta depresión serán diferentes en la infancia y en la adolescencia, y también algo diferentes que en la edad adulta.

¿Por qué sospechamos que un niño puede estar deprimido?

El síntoma principal en los niños suele ser la TRISTEZA, igual que en la edad adulta. En los adolescentes, en cambio, muchas veces el síntoma  principal es la IRRITABILIDAD: un niño ENFADADO permanentemente, durante un período de tiempo mantenido.

Otros síntomas que encontramos en los niños más pequeños están relacionados con el pensamiento que tienen. Cuando una persona sufre una depresión tiene una distorsión de su entorno y ve las cosas de una forma claramente más negativa.

Es en el colegio donde detectan a menudo que algo no va bien. A veces son los profesores los que detectan la sintomatología depresiva y avisan a la familia: un niño que tiene un buen rendimiento habitual y de repente, un trimestre, éste comienza a bajar de golpe, y además al pequeño se le ve más apagado.

De entrada decir a los padres que, si son los profesores los que han dado la voz de alerta, la actitud no ha de ser de culpabilidad. Nadie está culpando a los padres, se trata de encontrar una solución para la posible depresión que tiene el niño.

El niño deprimido lo pasa muy mal

Se siente culpable | “Por mi culpa mis padres se han separado”,  “por mi culpa han regañado a mi hermano”, “por mi culpa no iremos de excursión los de la clase”… el niño tiene sentimientos de culpa.

Tiene sentimiento de incapacidad | “Seré incapaz de pasar a segundo de primaria”, “seré incapaz de ir al partido de baloncesto y jugar”,… un sentimiento de incapacidad en cosas que son habituales en los niños y que a él le cuesta hacerlas.

También siente miedo | Miedo a que papá o mamá se olviden y no vayan a recogerlo a la salida del cole, o miedo a que sus padres tengan un accidente… Decir que cuando se dan estos miedos no siempre quiere decir que haya una depresión. Hay niños estresados, que viven con ansiedad, que los tienen. Pero cuando estos miedos están en el contexto de ánimo bajo y ese pensamiento más negativo, entonces son más síntomas depresivos.

Depresión infantil

Continúa con sus rutinas, pero arrastrándose | Es como si el niño fuese a cámara lenta. Las actividades que antes tenía ganas de hacer, le apetece menos  hacerlas, han de tirar de él.

Sí que es verdad que en la edad adulta, cuando se sufre una depresión, se dejan de hacer actividades que antes se realizaban. Los niños lo tienen más difícil: sus padres les llevan a los sitios, tanto si quieren cómo si no. Por lo que no es que dejen de hacer las actividades, pero no disfrutan como lo hacían antes. Están cómo más apagados.

En el comer y el dormir también puede haber cambios | Habitualmente se da una reducción del apetito en los niños. En los adolescentes puede ser lo contrario, un incremento del apetito.

Normalmente también hay una alteración del sueño. Esta alteración en los niños con depresión es más inespecífica, no es tanto cómo en los adultos que es un despertar muy temprano, a las tres de la mañana o a las dos. En los niños, a veces es este despertar precoz, a veces es que les cuesta coger el sueño, a veces el sueño es fraccionado.

¿Por qué se deprimen los niños?

Sabemos que hay una parte que es biológica, genética, hereditaria. Hay una predisposición de nuestro cerebro que heredamos. Los mecanismos de esta herencia no están aún muy claros, se están estudiando, pero están.

Por otro lado hay factores externos que nos influencian y pueden precipitar una depresión: pérdidas, separaciones… o pueden ser hechos que tengan poco peso pero que a ese niño, y en esa situación, le hayan podido provocar una situación depresiva.

Es una interacción entre los genes y el ambiente que se puede producir en cualquier edad de la vida. Sí que es verdad que en el caso de los niños el hecho de tener un cerebro más plástico, y por ser más dependientes de su entorno que una persona adulta, el entorno del niño tendrá una importancia claramente superior a la que tiene en la edad adulta. Es algo que vemos especialmente en casos de acoso escolar.

Los adolescentes son muy dependientes de su entorno

Sentirse rechazado, maltratado y menospreciado por tus iguales y por tu entorno es un desencadenante muy potente. Si el chico tiene una vulnerabilidad puede acabar sufriendo una depresión. Y puede acabar con un intento de suicidio o con un suicidio.

Una situación de bullying se hace sobre un niño que evidentemente tiene unas características de personalidad, de situación, de relación con los otros… unas características que han hecho que ante una determinada situación no sea capaz de pedir ayuda, que el mismo no haya sido capaz de resolver la situación o su entorno no le haya protegido lo suficiente.

No es que el niño sea culpable, pero tenemos un niño con una vulnerabilidad y con una situación personal que lo hace vulnerable al bullying. Puede ser que esta vulnerabilidad, en una situación de bullying, baje más el ánimo y provoque una depresión.

¿Y en chicos y chicas mayores?

En los adolescentes una de las cosas que se han de diagnosticar es el consumo de cannabis.

El consumo de cannabis en régimen de dependencia, consumido de una manera mantenida, puede crear una sintomatología de desmotivación que puede parecer una sintomatología depresiva. Por lo que es una de las cosas que se han de investigar y, si es necesario, tratar con los adolescentes.

Qué hacemos ante la sospecha de una depresión infantil

A veces lo que primero detectan los padres es que su hijo está más apagado, que tiene menos apetito, que hay una alteración del sueño… Estos síntomas físicos son los primeros que llaman la atención. Es lógico entonces pasar por el primer agente de salud que es el pediatra.

De hecho va muy bien que sea así, porque se ha de hacer un diagnóstico diferencial con la enfermedad médica. Algunas enfermedades, cómo la mononucleosis infecciosa, algunas anemias, incluso algunos tipos de leucemia, pueden comenzar con síntomas físicos que se parecen a la depresión.

Por tanto este primer cribado del pediatra, que valore al niño orgánicamente y descarte la patología médica es esencial.

¿Cómo se diagnostica la depresión?

Para que se pueda diagnosticar una depresión infantil los síntomas han de ser de una determinada gravedad y han de durar un tiempo determinado. Aunque haya una separación de los padres, puede haber una depresión detrás. El hecho de que el desencadenante sea externo, no quiere decir que el menor no pueda tener una depresión.

Se diagnostica una depresión evidentemente primero descartando la patología orgánica y, a partir de aquí, hablando e identificando los síntomas en el niño. Explorando clínicamente al menor, hablando con los padres y muchas veces también con la escuela.

Son los dos entornos más importantes del niño. Con esto se identifican los síntomas, la intensidad y la duración, necesarios para confirmar un diagnóstico de depresión.

¿Y en este caso deberemos ser menos exigentes? A veces se ha de recomendar a los padres que reduzcan la presión exterior, sobre todo cuando está comenzando una depresión.

En ese momento, la sensación de incapacidad que siente el niño, añadida a la presión qué él cree que tiene por parte de sus padres (porque a veces es la percepción que tiene el niño de la presión que están ejerciendo sus padres) hace que el pequeño sienta que no puede con lo que le están pidiendo. Y eso empeora la sintomatología.

El tratamiento

Cuando la depresión es leve, o leve-moderada, se hace un tratamiento psicológico. La terapia psicológica que funciona en los niños es la terapia cognitiva conductual. Se analiza su conducta y sus pensamientos, se le dan estrategias para identificar esos pensamientos distorsionados, qué puede hacer para modificarlos, qué puede hacer para que su conducta no sea de aislamiento. Siempre en este trabajo se incluirá también a la familia.

En los casos más complicados se plantea el dar tratamiento farmacológico. Cuando se utiliza un tratamiento farmacológico en la depresión infantil, que se ha de utilizar cuando la sintomatología es moderada o grave y sobre todo cuando hay ideas de suicidio, siempre es conjuntamente con la terapia psicológica.

A los padres les cuesta aceptar la medicación | En general hay cierta reticencia a la hora de medicar a un niño por depresión. Se trata de explicar a los padres los estudios que hay detrás, la evidencia de la mejora.

Es un miedo inicial. Cuando los padres ven que, entre la terapia psicológica y el tratamiento farmacológico, su hijo va mejorando, vuelve a reír, a jugar, y vuelve a ser el niño de antes, los padres son los que primero defienden el utilizar todas las estrategias que tengamos a nuestro alcance para ayudar al niño.

¿Qué ocurre si no se trata la depresión infantil?

Imaginemos que no tratamos una depresión en seis meses, por ejemplo ¿qué pasaría?, pues que se cronificaría y duraría unos meses más. Seguramente al final acabaría resolviéndose, pero se ha perdido un tiempo que es vital. Seis meses en un niño de seis años, equivale casi a un 10% de su vida.

No ofrecer ayuda puede comportar problemas en un futuro. Se acaba resolviendo, pero durante unos meses ese niño ha dejado de poder estudiar con normalidad, porque hace falta concentración. Baja el rendimiento escolar, está más triste, más aislado.

Es una ruptura vital que hace que el niño no siga el desarrollo normal. Por tanto hay un parón en el desarrollo de la personalidad debido a esta depresión. Además el problema se puede acabar cronificando, cuando la depresión es una situación que no tiene por qué ser crónica si se detecta y se trata adecuadamente.

Hay que estar alerta si el niño habla de la muerte

Siempre se han de valorar las ideas de muerte en la depresión infantil. SIEMPRE. Sea cual sea la edad del niño.

Es cierto que los niños más pequeños no tienen el concepto de la muerte bien establecido: no la perciben como un hecho irreversible. Cuando son muy pequeños piensan que la muerte es un acto transitorio. Más adelante piensan que la muerte está personificada en alguien que se lleva a una persona y la traslada a otro lugar. Es alrededor de los nueve años cuando ya el niño tiene una idea más concreta y más clara de la irreversibilidad de la muerte.

Por tanto siempre se ha de preguntar por las ideas de muerte a un niño con depresión, porque es un síntoma.

Finalmente decir que la depresión infantil es un trastorno que se puede identificar y se puede tratar. Que con el tratamiento adecuado se resuelve y no tiene por qué haber una recaída más adelante.

Paracetamol, aspirina o ibuprofeno

Paracetamol, aspirina o ibuprofeno

¿Qué tenemos que elegir contra el dolor, la fiebre y la inflamación? Ibuprofeno, paracetamol o aspirina? ¿Qué es mejor o peor, sentir dolor o no sentir? ¿Hay personas más sensibles al dolor que otras? Los fármacos más conocidos y utilizados habitualmente contra el dolor son la aspirina ―o ácido acetilsalicílico―, el ibuprofeno y el paracetamol, pero, ¿qué sabemos de ellos? Son medicamentos analgésicos, antiinflamatorios y antipiréticos ―reducen el dolor, la inflamación y la fiebre― pero lo hacen en proporciones diferentes. Además pueden afectar al estómago, a la coagulación y al riñón. Se tendría pues que adaptar el fármaco y la dosis a cada caso.

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Medicamentos calmantes para el dolor.

A tres grandes males ―dolor, inflamación y fiebre― tres grandes medicamentos ―aspirina, ibuprofeno y paracetamol―. ¿Qué criterio deberíamos usar para utilizar uno u otro?

Lo primero que tenemos que saber que en nuestro organismo hay unas enzimas que se llaman Ciclooxigenasa 1 (COX-1) y Ciclooxigenasa 2 (COX-2), e intervienen sobre muchos factores de nuestra fisiología. Por ejemplo el COX-1 tiene una relación directa con la función plaquetaria, también en la protección antiácida de nuestro estómago y con los riñones.

¿Qué ocurre cuando tenemos una enfermedad? Ocurre que suben los niveles de COX, pero sobre todo los de COX-2. Y esta subida de COX-2 comporta un aumento del dolor, también de la fiebre y de la inflamación y esto llega a crear un efecto de retroalimentación. Y como nos queremos librar de esos síntomas tomamos los medicamentos y conseguimos que baje el nivel de COX, con lo cual disminuirá la inflamación, disminuirá la fiebre y disminuirá el dolor.

Pero al tomar la medicación hemos hecho bajar los dos COX ―por tanto también baja el COX-1―, con lo cual disminuye la función plaquetaria, disminuye también la protección contra la acidez y se perjudica de alguna manera a los riñones. Es decir que tenemos unos efectos secundarios evidentes. Por eso es importante la opinión del médico, que nos dirá si los podemos tomar o no y cuál de ellos hemos de tomar.

Aspirina, ibuprofeno y paracetamol, efectos secundarios y eficacia.

Los tres medicamentos se utilizan para quitar el dolor, son analgésicos muy efectivos y son uno de los grandes inventos de la farmacología. También los tres quitan la fiebre.

Una pregunta que se acostumbra a hacer mucha gente es si el paracetamol es antiinflamatorio, la respuesta es que no lo es. Si tenemos inflamación la Aspirina o el ibuprofeno bajarán la inflamación, pero el paracetamol no. El paracetamol nos quitará el dolor pero no bajará la inflamación.

En función del tipo de patología y del tipo de dolor que tengamos escogeremos uno u otro.

Si comparamos la eficacia de estos tres medicamentos:

Como analgésico: el número uno es la aspirina, en segundo lugar el paracetamol y en última posición el ibuprofeno.
Como antitérmico, para hacer bajar la fiebre: en el número uno está la aspirina, y a continuación en una situación a la par quedarían el ibuprofeno y el paracetamol.
Como antiinflamatorio: la posición número uno vuelve a ser para la aspirina, quedando en segundo lugar el ibuprofeno y en tercer lugar el paracetamol.

Vemos que la aspirina gana en los tres casos, pero ¿qué ocurre cuando analizamos los efectos secundarios de cada uno de ellos?

El que tiene menos efectos secundarios ―que no quiere decir que no tenga― es el paracetamol, la segunda posición es para el ibuprofeno, y por último está la aspirina, que no es que sea la campeona sino que es la supercampeona en efectos secundarios.

¿Cuál es la dosis de paracetamol en adultos? ¿Y para niños? ¿Y para bebés?

Paracetamol sí, pero con cuidado. Es uno de los fármacos más utilizados en todo el mundo para cualquier tipo de dolores y la fiebre, y suele tenerse por inocuo. Uno de los problemas habituales es que se consume en dosis demasiado altas ―en torno a un gramo cada 8 horas― y a veces durante demasiado tiempo seguido.

De paracetamol la dosis correcta para un adulto debe estar entre 500 y 650 mg cada 8 horas. La dosis máxima es de 1 gramo cada 6 horas (4 gramos al día). El paracetamol es tóxico por encima de 6 gramos al día.

Deben tener precaución aquellos pacientes con alguna enfermedad de hígado, ya que puede producir alteraciones si se toma una dosis excesiva. Según un estudio realizado en siete países europeos la sobredosis de paracetamol es la quinta causa de fallo hepático agudo. Las dosis de un gramo aumentan el riesgo de intoxicarse de manera intencionada o no, porque se encuentra muy cerca de la dosis letal. Los efectos del paracetamol pueden condicionar el fallo agudo e irreversible del hígado y hacer necesario en algunos casos el trasplante hepático.

En el caso de los niños, es un error el no darles nada hasta que aparece la fiebre; si hay dolor también se debe dar analgésico según las indicaciones del pediatra y siempre en función del peso de los niños. Los niños y los bebés son especialmente vulnerables al consumo de medicamentos y necesitan dosis especiales.

En el caso de mujeres embarazadas y madres en periodo de lactancia, el paracetamol es el único medicamento que pueden tomar por su cuenta (en dosis no elevadas).

En el caso de los ancianos, el problema de este colectivo es que normalmente tienen patologías y tratamientos previos (hipertensión, problemas renales…) estando más limitado el  uso de antiinflamatorios que pueden producir aumentos de tensión y daño renal. La tendencia es recomendar cada día menos antiinflamatorios y en dosis mínimas, y solo de forma puntual. Mejor optar por el paracetamol.

¿Por qué tiene mala fama la Aspirina? ¿Qué es el Adiro?

La Aspirina es un clásico. Tiene un pequeño problema respecto al paracetamol y al ibuprofeno que es que no está financiada por la Seguridad Social. En realidad el ácido acetilsalicílico sí que está financiado pero como antiagregante plaquetario. De hecho es el cuarto medicamento más prescrito pero con la función de antiagregante, no con la función de antiinflamatorio.

Según datos de 2016, Adiro fue el medicamento más vendido en España con 18,5 millones de unidades dispensadas. Por encima del analgésico Nolotil del que se vendieron 18 millones de unidades y del Enantyum del que se vendieron 11,3 millones.

Paracetamol, aspirina o ibuprofeno

Adiro, a pesar de su nombre, es un medicamento del laboratorio Bayer que tiene la categoría EFG (es un medicamento genérico). Por tanto, si en la receta viene prescrito acido acetilsalicílico, en la farmacia nos pueden dispensar indistintamente Adiro o por ejemplo acido acetilsalicílico Cinfa o acido acetilsalicílico Kern.

Paracetamol, aspirina o ibuprofeno

El Adiro lleva acido acetil salicílico en una cantidad menor que la Aspirina. En vez de ser como una aspirina normal de las que podemos comprar ―de 500 miligramos― para por ejemplo el dolor de cabeza o muscular, el adiro es de 100 o de 300 mg. Son unas dosis más bajitas que se utilizan para evitar los coágulos en la sangre. El Adiro se les receta a las personas que han tenido episodios de accidentes cardiovasculares o cerebrovasculares previos.

Las propiedades vasodilatadoras de la aspirina pueden ser una ventaja o un inconveniente. Por ejemplo chicas que tienen la regla la Aspirina es lo que no han de elegir porque entonces la hemorragia podría ser algo mayor, y para que complicarse la vida teniendo otras alternativas. En cambio en gente que ha tenido un infarto, que tiene problemas de trombosis, dosis bajas de Aspirina son útiles para mantener el sistema circulatorio más fluido y disminuir la posibilidad de infartos. En menores en cambio no se da hoy día la Aspirina porque se ha visto que tiene problemas en niños hasta los 10 años pudiendo provocar algún síndrome grave, y los pediatras prefieren dar paracetamol y evitarse riesgos.

La Aspirina al ser de venta libre es más cara y por eso la gente ha dejado de comprarla, cuando vamos al médico lo habitual es que nos receten paracetamol o ibuprofeno. La Aspirina se ha dejado de comprar en parte por su precio y en parte también por esa mala fama que tiene de que hace daño al estómago, mientras que el paracetamol no es agresivo para el estómago.  La Aspirina era la reina hasta que llegó el paracetamol y la desbancó.

El paracetamol en su momento hizo una campaña muy fuerte cuando salió, diciendo que atacaba a la cabeza sin atacar al estómago, y convenció a la gente de que había que utilizar el paracetamol. Pero el paracetamol realmente no es antiinflamatorio como la aspirina y no se sustituye uno con otro, si tenemos un dolor por inflamación o un dolor muscular el paracetamol no va a ser tan efectivo como lo es la aspirina. Ocurre que luego apareció otra alternativa que es el ibuprofeno, y ahí sí la aspirina y el ibuprofeno compiten bien porque los dos son analgésicos, los dos bajan la fiebre y los dos son antiinflamatorios.

Había una leyenda negra que tiene que ver con la Aspirina que se vendía en las farmacias militares. Según se cuenta tenía más miligramos, e incluso había un pequeño tráfico si alguien tenía un familiar en un cuartel que las pudiese sacar. La Aspirina que hoy en día se comercializa es de 500 mg y realmente no es necesario utilizar más dosis en ningún caso, con 500 mg es suficiente para el dolor normal.

Ocurre como con el paracetamol, que una dosis de 500 o 650 mg es efectiva y en cambio la gente está habituada a pedir el paracetamol 1000 mg, ¿por qué el paracetamol 1 gramo si con el de 500 mg es suficiente?

Otro tanto pasa con el ibuprofeno del que todos queremos el de 600 mg, y hay que saber que en Europa realmente no se vende el ibuprofeno de 600 mg sino que se vende el de 200 o el de 300 mg. Mejor quedarnos con una dosis normalita.

En caso de que optemos por tomar aspirina, la dosis razonable sería cada 8 horas igual que cualquier otro antiinflamatorio.

El ibuprofeno.

El ibuprofeno es uno de los analgésicos más utilizados hoy (antes lo era la Aspirina), y como todo hay que saber cómo utilizarlo: determinadas dosis quitan el dolor, si necesitamos que sea antiinflamatorio deberemos tomar dosis más elevadas.

Mucha gente lo toma habitualmente ante un dolor de cabeza, o es también muy frecuente en chicas que tienen molestias durante la menstruación el tomar mucho ibuprofeno para quitar mucho el dolor. Es un error, porque con determinadas dosis ya quita el dolor y por mucho más que nos tomemos no lo va a quitar más. Si tuviésemos una inflamación sí se tendría que tomar más.

Depende de si una persona es pequeña o grande que necesitará más o menos dosis, y dependerá así mismo del metabolismo de cada uno que también es diferente. Pero siempre es bueno tomar la mínima cantidad posible de cualquier medicamento. Cuanto menos mejor, por principio. Por tanto está bien buscar cuál es la dosis mínima que nos es efectiva, y si no necesitamos acción antiinflamatoria quizá con poco ibuprofeno ya tendríamos suficiente.

La toxicidad de estos tres medicamentos.

Tenemos que tener también en cuenta la toxicidad que pueden tener los medicamentos. Porque todos los medicamentos aunque son muy seguros ―y no solo los medicamentos sino todos los productos, incluso los medicamentos naturales― tienen efectos secundarios que son potencialmente malos.

A veces conviene pensar en que problemas o inconvenientes tienen. Aunque todos quitan el dolor con mucha efectividad, sabemos que la aspirina y el ibuprofeno dañan ―a dosis altas― el tracto gastrointestinal. La Aspirina por ejemplo no la podía tomar la gente que tenía úlcera de estómago porque dañaba más el estómago.

El paracetamol en cambio afecta al hígado, de forma que tienen que ir con cuidado las personas que tienen patologías hepáticas porque seguramente no les conviene.

¿Podemos combinar dos analgésicos diferentes? ¿Se suman sus efectos?

Hay quien opta por tomar dos analgésicos diferentes pensando que de esa forma se le irá antes el dolor. No se suman los efectos buenos y sí en cambio se suman muchas veces los efectos malos. De forma que automedicarse y hacer estos razonamientos que a veces hacemos… Los medicamentos tienen su metabolismo y hay que ir con cuidado.

Los nociceptores, una triple alarma.

¿Qué es el dolor? El dolor es un sistema de alarma que comienza con la excitación de los sensores. Estos sensores no son unas células aparte, sino que son simples terminales adaptadas de las neuronas. Hay tres grandes clases de nociceptores: térmicos, mecánicos y polimodales. Todos ellos tienen en común la existencia de umbrales de excitación elevados, si los comparamos con los receptores del tacto y de la temperatura normales. Esto implica que normalmente no se activan en ausencia de estimulaciones nocivas.

Por tanto tenemos tres tipos de nociceptores:

Sensores de temperatura.
Sensores de presión.
Sensores polimodales. Que detectan temperatura y presión pero también sustancias químicas, como por ejemplo la que nosotros mismos generamos en una inflamación dolorosa.

Cuando se excitan estos nociceptores ―se llaman así porque nos dan a conocer aquello que es nocivo para nosotros― envían la señal, a través de la propia neurona, hacia la columna vertebral. Para enviar esa señal tenemos dos tipos de fibras:

Fibras gruesas y superrápidas (fibras a delta). A través de ellas envían la señal tanto los sensores de presión como los de temperatura.
Fibras delgadas y lentas. Son las que están conectadas con los sensores polimodales.

Cuando a través de esa neurona ―que puede ser larguísima― se llega al centro integrador, ésta se conecta con otra neurona que va hasta el cerebro donde se interpreta el dolor.

Si en un momento determinado yo me quemo, habré retirado el brazo sin que mi cerebro sea consciente de qué es lo que está pasando, es el arco reflejo y funciona de la siguiente manera: la señal que ha ido a través de la fibra rápida llega al centro integrador, y ahí se produce una excitación simultánea de la fibra muscular que ordena huir y secundariamente se informa al cerebro. El cerebro, un poco más tarde, recibirá también la señal desde la neurona polimodal.

Las neuronas de fibra fina son las que están asociadas al dolor persistente y sordo, mientras que las de fibra gruesa y rápida se asocian con el dolor agudo e intenso. Pero la percepción del dolor se puede modular, y eso depende en gran medida de las sustancias que haya generado el cerebro que son sobre todo hormonas y neurotransmisores. Si nosotros solamente al ver una aguja ya nos asustamos probablemente sentiremos bastante dolor. En cambio si estamos en plena lucha estaremos generando endorfinas ―un opiáceo o analgésico natural― que nos vuelve temporalmente insensibles al dolor.

El dolor, ni poco ni mucho.

Si modelásemos una figura humana en proporción directa a la cantidad de corteza cerebral que dedica a cada parte de su cuerpo, nos resultaría una figura similar a esta:

Paracetamol, aspirina o ibuprofeno

Parece desproporcionada, ¿verdad?, pero destaca algunas de las cosas que nos hacen únicos como humanos. Por ejemplo las manos, que son herramientas de extremada precisión. También destaca la boca y la lengua, porque tanto comer como hablar son ejercicios de muchísima complejidad. Destaca la mirada, somos animales muy visuales. En cambio, otras partes del cuerpo de movimiento muy simple requieren poca dedicación por parte del córtex.

Paracetamol, aspirina o ibuprofeno

Tenemos una gran cantidad de sensores que nos permiten saber cómo son las cosas que tocamos, nos permiten saber cómo nos movemos, dónde estamos e incluso qué gusto tienen las cosas. Y con todo eso es posible hacer una cierta topografía de la sensibilidad, sobre todo de la sensibilidad motora ―lo que se conoce como propiocepción―. En cambio es imposible hacer un mapa estándar de la sensibilidad al dolor, porque el dolor es una sensación muy subjetiva

El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable, propia de todos los seres vivos con sistema nervioso central. Funciona como una señal de alarma que avisa y protege ante el daño físico. Para sobrevivir se tiene que percibir el dolor, y hay que reaccionar a él  a tiempo huyendo o combatiendo.

El dolor básico es el llamado dolor agudo, de corta duración y mucha intensidad. El sistema sensorial recibe un estímulo nocivo ―como una descarga eléctrica― y genera una reacción instantánea de huida incluso antes de que seamos conscientes.

La percepción dolorosa es completamente subjetiva, hay muchos factores físicos y psicológicos que la modifican. El sexo, la edad, el nivel cognitivo, el nivel cultural, la personalidad, el estado de ánimo, el ambiente o las experiencias previas amplían o reducen la percepción del dolor. Pero a pesar de las diferencias individuales hay dolores que todos consideramos insoportables.

Insensibilidad al dolor físico.

Como tantas cosas en la vida el dolor es una cuestión de término medio, ni poco ni demasiado. Una cosa es resistir temporalmente el dolor y otra muy diferente no notarlo en absoluto. Una diabetes, al cabo de los años, puede causar una degeneración de los nervios periféricos y la pérdida de sensibilidad por ejemplo en uno de los pies. Y un pie insensible se puede llagar con facilidad y puede llegar a requerir incluso una amputación.

Si la neuropatía que se padece hace que ese pie sea insensible lo deja totalmente desprotegido frente a agresiones externas. La persona afectada se podría clavar algo y no notarlo, o que le entrase una piedrecita en el zapato y le provocase una llaga y no percibirlo. Se daría cuenta al ver el calcetín manchado o al manchar la cama pero no por dolor, y eso es un gran problema. En estos casos tener dolor es bueno.

Otro problema que puede originar esta insensibilidad en el pie, en el caso de que se haya tenido que amputar algún dedo, es que el apoyo del peso del cuerpo se redistribuye tanto en la marcha como en una posición estática. El podólogo ha de estudiar ese apoyo para corregirlo y evitar la aparición de nuevas llagas. Si a un pie le falta un dedo tendrá un exceso de apoyo, y para corregir eso la persona deberá utilizar siempre unas plantillas ortopédicas hechas estrictamente a medida, para que aguanten el pie y para descargar la zona de presión. Todo ello con un calzado de ancho especial y bien forrado por dentro. Es muy importante para estos enfermos no bajar la guardia porque tienen todos los números para hacerse una nueva lesión, y el día a día de cuidarse los pies es fundamental.

Estudiando el cerebro para entender el dolor.

Como el dolor está estrechamente vinculado al sistema nervioso la mejor manera de estudiarlo es observando el cerebro. Desde el año 2006 en el Hospital del Mar de Barcelona estudian el cerebro con la técnica de la resonancia magnética, y con ello tienen otra percepción del dolor.

Con el aparato de resonancia magnética se van midiendo los cambios de concentración de oxígeno en el cerebro, y por tanto es posible conocer la actividad de las neuronas ―a más consumo de oxígeno más actividad―. La prueba realizada en el Hospital del Mar consiste en ir aplicando a la persona que se somete al experimento estimulaciones dolorosas. Antes de cada estimulación dolorosa suena un aviso auditivo para preparar al paciente.

Se observa como la activación cerebral de respuesta al dolor aparece de manera anticipatoria cuando suena el aviso. Durante la estimulación dolorosa la actividad cerebral se mantiene. Finalmente, cuando la estimulación dolorosa se acaba, la actividad cerebral persiste unos segundos más. El dolor se inicia de golpe pero desaparece lentamente.

La resonancia magnética también permite comparar el patrón de activación cerebral del dolor agudo con el dolor crónico. El dolor crónico ―aquel que persiste en el tiempo― puede ser regional como la artrosis o general como la fibromialgia.

En la fibromialgia ocurre un fenómeno muy curioso, hay un problema de conexión entre determinadas áreas del cerebro y unas áreas muy concretas: áreas auditivas, áreas visuales y áreas táctiles. Una forma fácil de entenderlo es si cualquiera de nosotros pensamos por ejemplo en cuando se hace de noche. Todo se vuelve oscuro y dejamos de percibir estímulos de fuera ―podríamos decir que estamos mal conectados con el mundo externo― y pasamos a experimentar el mundo interno, sentimos los latidos del corazón y sentimos cualquier tipo de dolor y de sensación. Esto, de alguna forma, es lo que le pasaría a las fibromialgias durante todo el día. Además estas enfermedades crónicas con el tiempo pueden empeorar y llegar a producirse un fenómeno llamado sensibilización central al dolor.

¿Qué es la sensibilización central al dolor? Ocurre que cuando uno experimenta mucho dolor durante mucho tiempo, determinados circuitos en su médula y en su cerebro se activan. Es como si se activase un interruptor que ya no se apagará más, aun cuando el estímulo inicial haya acabado. Es decir que el dolor cobra vida propia, sigue y sigue y sigue aunque ya no esté el estímulo inicial.

Analgésicos para tratar el dolor.

Hay dos tipos básicos de analgésicos para combatir el dolor y los dos actúan sobre el sistema nervioso: los analgesicos no opiáceos  y los analgesicos opioide.

Cuando se produce una lesión, si por ejemplo nos quemamos en la punta de los dedos, se activan los sensores periféricos. Si estamos ante un dolor moderado, ese dolor leve se tiene que tratar con un grupo de fármacos que son los analgésicos no opiáceos ―como el paracetamol o el ibuprofeno―. Estos fármacos van a actuar a nivel de los sensores periféricos sobre todo, y lo que van a hacer una vez nos los tomamos es disminuir la captación de señales dolorosas por parte de estos sensores periféricos pudiendo incluso apagar alguno de ellos. Pero van a seguir entrando señales dolorosas porque son estímulos extremadamente necesarios para nuestra supervivencia.

Si en vez de ser un dolor leve se trata de un dolor mucho más fuerte, provocado por una lesión más importante, se va a activar una gran cantidad de sensores ―y no sólo una gran cantidad, sino que la activación de cada uno de estos sensores va a ser de mucha mayor intensidad―, con lo cual la información dolorosa que se va a transmitir va a ser también de una gran intensidad nada comparable con el dolor leve de antes. Los fármacos que antes servían para frenar ese dolor leve evidentemente a este dolor mucho más fuerte van a ser incapaces de frenarlo.

Entonces, ¿cómo podemos combatir este dolor mucho más intenso? Aquí el médico puede decidir un tratamiento con un analgésico opiáceo, y en ese caso ya cambia totalmente el mecanismo por el cual actúa el medicamento.

Fármacos opiáceos hay muchos, el más conocido es la morfina. ¿Qué es lo que va a hacer en nuestro organismo un fármaco estilo morfina? Lo primero que va a hacer es actuar a nivel periférico ―aunque por un mecanismo diferente al ibuprofeno― disminuyendo la entrada de esos estímulos dolorosos y en algunos casos incluso pudiéndolos frenar. Pero los estímulos dolorosos siguen entrando, y esos estímulos dolorosos que siguen entrando se siguen transmitiendo a través de los nervios periféricos.

A nivel de la médula espinal es el sitio principal de acción del opiáceo, porque ahí es donde va a cortar la entrada de esos estímulos dolorosos haciendo que la información que nos llegue al cerebro se disminuya de una manera muy significativa. Se frena el dolor a nivel de la periferia y se frena a nivel de la médula espinal, nos llega muy poca información pero algo de dolor todavía nos sigue llegando.

Y ahí está el tercer lugar donde va a actuar la morfina, el opiáceo nos va a modificar la interpretación que el cerebro hace del dolor ―se va a seguir sintiendo dolor, pero ese dolor nos va a hacer menos daño― y lo vamos a ver como algo no tan negativo.

Por tanto el de la morfina es un mecanismo tremendamente eficaz al que tenemos que sumarle un cuarto mecanismo adicional, y es que en nuestro cerebro tenemos un sistema de analgesia endógeno. A nadie nos gusta que algo nos duela, en cuanto algo nos duele activamos unas sustancias ―unos opiáceos endógenos― que nos frenas el dolor. La morfina, cualquier opiáceo, también va a activar este sistema de analgesia endógeno ―este sistema de inhibición del dolor― que finalmente lo que va a hacer es frenar la entrada del dolor justo a nivel de la médula espinal.

En resumen, los analgésicos no opiáceos actúan inhibiendo los sensores periféricos del dolor, mientras que los analgésicos opiáceos además de inhibir los sensores periféricos, inhiben la médula espinal, modifican la interpretación cerebral y estimulan la secreción de analgésicos del propio organismo.

El inconveniente que tienen los analgésicos opiáceos es que pueden causar adicción, por eso sólo se administran bajo estricta supervisión médica. Por el contrario, los analgésicos no opiáceos se pueden obtener en cualquier farmacia sin receta médica. Desgraciadamente la automedicación a menudo es inadecuada.

Automedicación prudente y segura.

¿Sabes qué tomar cuando algo te duele?

No es una pregunta baladí, si tenemos en cuenta que hay varios tipos de analgésicos que están al alcance de cualquiera en la farmacia sin necesidad de receta. Nos encontramos ante un montón de presentaciones al ir a comprar.

Al final son sólo tres o cuatro compuestos farmacéuticos pero nos presentan veinte marcas y cincuenta presentaciones diferentes: soluble, que se disuelve rápido, que se disuelve lento, que se toma en líquido, que se toma en jarabe… y eso a veces también afecta al efecto protector: si se absorbe más deprisa quita el dolor más deprisa, o si prefieres que se absorba lentamente y te dure más el efecto.

Paracetamol, aspirina o ibuprofeno

Si ante una dolencia leve queremos tomar un analgésico por cuenta propia será mejor tener a mano algunas claves, porque no todos los analgésicos sirven para cualquier dolor. Los más habituales son paracetamol, ibuprofeno y Nolotil. Sigue estos consejos para una correcta y prudente automedicación en caso de padecer alguno de los dolores leves más habituales:

Tengo fiebre.

Cualquier analgésico nos puede ir bien, y sobre todo el que uno ya tenga experiencia. A cada persona le va mejor el que tolera mejor, el que está acostumbrado a tomar y sabe que no le va a producir ningún efecto secundario.

Me duele la cabeza.

Ocurre lo mismo, el mejor analgésico para dolor el de cabeza es el que uno ya conoce. En general el más seguro es el paracetamol, y es el que se debe tomar en primer lugar cuando uno no tiene experiencia de tomar otro.

Tengo dolor de muelas.

El metamizol (Nolotil) va bastante bien, pero cualquier antiinflamatorio o el propio paracetamol para quitar el dolor pueden funcionar.

Tengo dolor de garganta.

Paracetamol o ibuprofeno, o cualquier otro antiinflamatorio están indicados y funcionan bien.

Tengo dolor muscular.

¿Qué tomar para el dolor muscular? En los dolores musculares, que suelen asociarse a traumatismos o esfuerzos, suelen ir bastante bien los antiinflamatorios, cualquiera de ellos: ibuprofeno, naproxenodexketoprofeno o toda la farmacopea que tenemos.

Me he caído y me he dado un golpe en un codo.

Lo mismo, un antiinflamatorio va a ser siempre lo más indicado. Después de poner hielo y reposo del miembro afectado.

Tengo dolor de estómago. Tengo dolor de barriga o de tripa.

Ante dolores abdominales en general hay que tener mucho cuidado. En el caso de dolor estomacal está muy poco indicada la autoadministración de medicamentos, puesto que puede enmascarar patologías graves. En un dolor de estomago las causas pueden ser diversas: puede haber una perforación, puede haber una apendicitis, puede haber toda una serie de problemas por lo que se recomienda en general no usar analgésicos por cuenta propia. Como mucho en el contexto de una gastroenteritis, o si se toma un analgésico se recomienda tomarlo de forma puntual ―un solo analgésico― y en el caso de que no funcione no seguir tomando analgésicos para enmascarar el dolor.

Tengo dolor menstrual, dolor de ovarios.

En los dolores de regla lo que se usa tradicionalmente sobre todo son los antiinflamatorios. ¿Cuál es para este caso el mejor antiinflamatorio? Naproxeno e ibuprofeno son los más utilizados y los que mejor funcionan. Y funcionan además especialmente bien si se usan desde el principio del dolor, más como para evitar el dolor que una vez que ya se ha producido de forma intensa. Como es algo cíclico, como es algo que se usa de manera regular, es especialmente recomendable que las mujeres que tienen dolor menstrual tengan su medicamento a mano y lo tomen enseguida cuando empiezan los primeros síntomas.

Tengo agujetas.

Cualquier analgésico nos puede ir bien. Es daño muscular y por tanto los antiinflamatorios están indicados.

¿Sólo con la mente podríamos controlar el dolor?

Aparte de los analgésicos hay otras maneras más agudas e incómodas de dominar el dolor como  el faquirismo. La palabra faquir procede de la lengua persa y quiere decir pobre, pero en realidad los faquires tienen una capacidad muy valiosa: autocontrol, concentración, dominio de la mente sobre el cuerpo. Es algo que no se aprende con facilidad y requiere muchos años de aprendizaje. Las personas, aunque no seamos faquires, podemos leer libros de autosugestión de la mente y dominar el cuerpo, es positivo para dominarse uno mismo y quizás evitar el tomar tantos medicamentos.

Vademécum médico. El libro de los medicamentos.

Tanto si el dolor es crónico como si es agudo la estrategia principal para combatirlo son los medicamentos. Vademecum es un manual muy famoso en el mundo de la medicina y de la farmacología.

Su título en latín es una contracción de dos vocablos: vade y mecum y quiere decir “ven conmigo”, porque en realidad es tan importante que seguramente todos lo deberíamos llevar encima. Contiene todos los medicamentos que tenemos disponibles a día de hoy con sus aplicaciones. Miles y miles de medicamentos.

Cuando vamos al médico la inmensa mayoría de las veces lo hacemos porque tenemos dolor, sin embargo ese hecho no se refleja en el vademécum. Menos de un 10% de las entradas―seguramente alrededor de un 5%― se dedican a medicamentos para tratar el dolor. La única cosa que esto evidencia es que en realidad el dolor es fundamental para la supervivencia, y por tanto para combatirlo farmacológicamente sólo lo podemos hacer con vías metabólicas muy determinadas.

¿Qué son los medicamentos genéricos? Principio activo y excipientes.

Un medicamento genérico se fabrica cuando ha vencido la patente de una marca. Su precio de venta es más barato porque no incluye los costes de investigación.

Cuando tomamos un medicamento, en realidad la cantidad de principio activo ―la sustancia farmacológica que tiene efecto― es tan pequeña que en realidad no sería práctico fabricar pastillas. Lo que se hace es añadir lo que se denominan excipientes: almidón y sacarosa sobre todo. Esas tres sustancias se mezclan y pasando a través de una máquina se comprime a presión y se acaban fabricando los comprimidos, de ahí su nombre. El ibuprofeno, por su mal gusto, se ha de recubrir de una pequeña película para que sea más fácil de deglutir; en cambio el paracetamol no necesita esa sustancia.

Automedicación.

Programa Tres 14 de RTVE.

Contraindicaciones, efectos secundarios… el prospecto de un medicamento está plagado de una información que muchas veces pasamos por alto, no siempre nos medicamos bien. Un gran número de los ingresos en urgencias se debe al mal uso de un fármaco. Los jarabes para la tos seca contienen codeína, un compuesto que en dosis elevadas tiene un efecto alucinógeno y puede ser adictivo. El cloruro de etileno es un analgésico similar al Reflex que esnifado se convierte en un poderoso estimulante. Son medicamentos que en dosis terapéuticas son seguros pero que en exceso pueden causar estados alterados. Gracias a las recetas falsas cada día se abusa más de ellos. De hecho en Estados Unidos el abuso de fármacos legales ya supera el de las drogas ilegales.

No sólo el mal uso de los antibióticos puede tener efectos graves en nuestra salud. La población en general ha perdido un poco el respeto a ciertos medicamentos, en primer lugar a los antibióticos, y todos deberíamos reflexionar sobre el tema: prescriptores, dispensadores y el propio paciente.

Muchas veces hablamos de que no hay una receta médica detrás pero sí hay una prescripción, y el paciente en general tiene que ser consciente de que el medicamento se ha de tomar en el momento adecuado y de la forma adecuada. Ha aumentado mucho el consumo de psicofármacos, y un inmenso número de personas en España mal usan o abusan de benzodiacepinas ―ansiolíticos y somníferos―.  A partir de aquí se tiene que diferenciar lo que es mal uso de un medicamento del abuso.

¿Qué es mal uso de medicamentos?

El mal uso de un medicamento sería aquella circunstancia en que hay una prescripción detrás pero el paciente no sigue bien las indicaciones.

¿Qué es abuso de medicamentos?

El abuso de un medicamento sería cuando no hay una prescripción y el paciente se automedica con el fármaco según los síntomas que percibe.

¿Qué es el uso lúdico de los medicamentos?

El uso lúdico de los medicamentos es un mal uso de los medicamentos. Es aquella situación en que la persona que los consume lo que busca son efectos psicoactivos, efectos estimulantes o efectos alucinógenos de la propia sustancia.

En el caso de los tranquilizantes hay gente que los toma durante un periodo más largo del que los tendría que tomar. Por otro lado, también en el caso de los tranquilizantes, se pueden consumir en situaciones para contrarrestar el efecto de drogas ilegales como podría ser por ejemplo la cocaína. Una persona que tiene una estimulación importante con un consumo prolongado de cocaína toma benzodiacepinas y ansiolíticos para disminuir esta ansiedad.

Realmente en farmacia se pueden encontrar medicamentos que pueden ser realmente peligrosos si se hace un mal uso, hay muchos principios activos que se pueden usar a nivel lúdico y recreativo con el peligro que eso comporta.

Un ejemplo es la Ketamina, un anestésico veterinario. Hay gente que en él busca efectos alucinógenos y disociativos. A la persona que experimenta con ketamina le parece que el cuerpo se le separa de la mente, siente una serie de sensaciones que no son reales… y estamos hablando de una sustancia extremadamente peligrosa porque por un lado la gente cuando lo toma necesita tomar cada vez más dosis para tener los mismos efectos, y luego a nivel orgánico puede provocar efectos potencialmente peligrosos como puede ser la muerte por fallo cardiaco.

Otro ejemplo puede ser el Misoprostol. Es un protector gástrico pero consumido en alta dosis puede provocar abortos ―abortos incompletos― y problemas importantes para la madre. Se tienen referencias de que en Sudamérica es un tipo de fármaco bastante usado con esta finalidad.

No se ha inventado todavía una droga que genere placer sin causar perjuicios en la persona que la consume. La mayoría de sustancias que están actualmente a nivel ilegal su principal aspiración inicial era ser medicamentos, pero se vio que producían muchos más perjuicios que beneficios. A partir de aquí se desecharon, pero hubo alguien que los recuperó y ahora se encuentran en el mercado ilegal.

Los medicamentos que se compran a través de internet.

Un muy alto porcentaje de los medicamentos que se obtienen a través de internet son falsos. Aparte del problema que podemos tener de consumir un medicamento sin calidad terapéutica, también se añade el peligro de la falsificación de estos fármacos. Las farmacias online no nos aseguran que detrás haya una farmacia real y que detrás haya un farmacéutico que avale la compra o la obtención de ese medicamento.

Las anfetaminas, las ilegales y las que se pueden obtener con receta.

La MDMA, usualmente conocido como éxtasis, se inventó en 1914 como un “quitahambre”. Pero los laboratorios se asustaron al comprobar sus peligrosos efectos secundarios. De hecho, muchas sustancias experimentales de laboratorio acaban como droga recreativa. Hay estudiantes o personas de negocios que usan Ritalina (metilfenidato) para aumentar la concentración en exámenes o negociaciones, aunque en realidad se trate de una anfetamina para tratar la hiperactividad y la falta de atención.

Y es que la diferencia entre droga legal e ilegal es a veces más cultural que química. El famoso inhalador de Vicks tiene 50 miligramos de metanfetamina, no es psicoactiva pero un inocente usuario con resfriado podría dar positivo en un test de control antidrogas.

Otro caso es el del medicamento diseñado para tratar la narcolepsia, el modafinilo. Además, se ha comprobado que puede llegar a mantener despierta a una persona 90 horas, sin los efectos secundarios que tendrían las anfetaminas o el café.

¿Podemos generar adicción a un medicamento sin nosotros saberlo?

Es una situación que se podría producir sobre todo en aquellos casos donde se toma mayor dosis y mayor tiempo de duración del estipulado. A partir de aquí podríamos tener ejemplos claros de fármacos que son muy seguros en una dosis normal y un tiempo normal como podría ser la codeína o los tranquilizantes, pero que si lo prolongamos en el tiempo podríamos tener problemas.

Fuente: Quèquicom TV3 (7/03/2018) / Vademécum en Radio 5 (14/07/2015) / Ciencia y tecnología en Cadena Ser (29/12/2016) / El canto del grillo de RNE (4/05/2017) / Cinco días de El País economía (2/12/2016) / Para todos la 2 de RTVE (26/04/2013) / tres14 – Automedicación de RTVE (30/03/2008) / Imágenes: pixabay  y flickr Teresa Avellanosa.

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