Las células T reguladoras son un tipo especial de linfocitos del sistema inmunitario que actúan como guardianes del equilibrio interno del cuerpo. Se aseguran de que nuestras defensas no ataquen por error nuestros propios tejidos. Este mecanismo clave —la tolerancia inmunológica periférica— ha sido reconocido con el Premio Nobel de Medicina 2025.

¿Qué son las células T reguladoras?
Linfocitos, sistema inmunitario y tolerancia
Las células T reguladoras son parte de la familia de linfocitos T, un tipo de glóbulo blanco esencial para nuestra defensa frente a infecciones. Sin embargo, su misión no es atacar, sino controlar. Se encargan de que el sistema inmunitario distinga entre invasores externos y nuestras propias células.
Tolerancia inmunológica periférica
Este término se refiere a los mecanismos que actúan fuera del timo, en los tejidos del cuerpo, regulando las respuestas inmunitarias para evitar que ataquen células propias. Es un complemento esencial a lo que ocurre durante el desarrollo de linfocitos T en el timo (la llamada tolerancia central).
Este mecanismo periférico explica cómo el cuerpo mantiene un equilibrio sofisticado más allá de la eliminación de células autorreactivas en fase de desarrollo, y es precisamente el foco de las investigaciones que este año han merecido el Premio Nobel de Medicina.

¿Cómo funcionan? Mecanismos de acción
Las células T reguladoras utilizan diversas estrategias para “frenar” respuestas inmunes excesivas. Algunas de las más estudiadas son las siguientes:
Supresión mediante citocinas
Producen moléculas reguladoras como la IL-10, el TGF-β o la IL-35, que inhiben la activación de otras células inmunitarias y limitan la inflamación.
Citólisis, competencia metabólica y modulación de células presentadoras
- Pueden inducir muerte celular dirigida (citólisis) de células inmunitarias que se activan en exceso.
- Consumen recursos como la interleucina-2 (IL-2), privando a otras células de los nutrientes necesarios para proliferar.
- Influyen en el comportamiento de las células presentadoras de antígenos, modulando su función y reduciendo la intensidad de la respuesta inmune.
Estas múltiples vías hacen que las células T reguladoras sean auténticos “gestores” del sistema inmunitario, capaces de mantener la calma biológica en situaciones de estrés o amenaza.

Historia del descubrimiento y Premio Nobel 2025
Las células T reguladoras son las guardias de seguridad del sistema inmunitario. El Premio Nobel de Medicina 2025 ha sido para los investigadores que descubrieron estas células.
Pero, ¿qué son exactamente y cómo funcionan? Simplificando un poco, las células T reguladoras son las encargadas de algo llamado tolerancia inmunológica periférica. Es decir, el principal propósito de estas células es identificar y matar patógenos invasores o células infectadas. Además, garantizan que nuestro sistema inmunitario tolere nuestros propios tejidos, evitando así que ataque a nuestro propio organismo. Y han permitido desarrollar nuevos tratamientos médicos.

Todo empezó en 1995, cuando el investigador Shimon Sakaguchi demostró que el sistema inmunitario es más complejo de lo que se creía. Descubrió una clase de linfocitos capaces de proteger al organismo de las enfermedades autoinmunes. Exacto, las mismas células que hoy conocemos como células T reguladoras.
En 2001, Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell añadieron otra pieza esencial al rompecabezas. Lograron explicar por qué ciertas cepas de ratones eran más propensas a sufrir enfermedades autoinmunes: tenían una mutación en un gen llamado FOXP3. Curiosamente, esa misma mutación aparece en personas con una enfermedad autoinmune grave llamada IPEX.

Dos años después, en 2003, Shimon Sakaguchi logró relacionar estos dos descubrimientos, lo que nos lleva de vuelta a las células T y el Premio Nobel de Medicina de este año.
Y es que este hallazgo no solo ha sido decisivo para comprender cómo funciona el sistema inmunológico y por qué no todo el mundo desarrolla enfermedades autoinmunes severas. Sino que también ha impulsado el desarrollo de tratamientos médicos para el cáncer y las enfermedades autoinmunes que están actualmente en fase de ensayos clínicos.

Aplicaciones médicas y desafíos actuales
El descubrimiento de las células T reguladoras ha abierto caminos prometedores en biomedicina. Estas son algunas de sus aplicaciones más relevantes:
Enfermedades autoinmunes y terapia Treg
Gracias a su capacidad para moderar respuestas inmunes, las células T reguladoras se están investigando como base para terapias que ayuden a tratar enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1, el lupus o la esclerosis múltiple. En estos casos, el objetivo es aumentar su número o funcionalidad para reducir la inflamación sin suprimir totalmente el sistema inmunitario.

Implicaciones en cáncer y trasplantes
En oncología, las T reguladoras representan un arma de doble filo. Por un lado, suprimen respuestas inflamatorias que podrían dañar tejidos; por otro, en ciertos tumores, pueden proteger al cáncer de la respuesta inmunitaria del cuerpo. Por eso los científicos buscan un equilibrio: modular su actividad sin bloquear por completo la respuesta antitumoral.
En los trasplantes, en cambio, las T reguladoras son aliadas potenciales. Su uso podría ayudar a evitar el rechazo del órgano trasplantado, al modular la respuesta inmunitaria sin necesidad de recurrir a inmunosupresores tan agresivos.

Evidencia científica clave que respalda el descubrimiento
Un estudio publicado en Nature Reviews Immunology explica en detalle los mecanismos mediante los cuales las células T reguladoras mantienen la tolerancia periférica, previniendo enfermedades autoinmunes y moderando inflamaciones crónicas.
Además, la revisión Regulatory T Cells: Regulation of Identity and Function, publicada en Frontiers in Immunology, describe cómo la expresión del gen FOXP3 es indispensable para la identidad de estas células. Sin él, los individuos desarrollan graves patologías autoinmunes.
Esta evidencia, respaldada por décadas de investigación, consolida el valor del hallazgo que ha merecido el Nobel 2025 y demuestra que estas células son pilares del equilibrio inmunitario.

Reflexión final: ciencia, humanidad y futuro
El reconocimiento del Premio Nobel 2025 no solo celebra un hallazgo científico, sino un paso crucial en nuestra comprensión de la armonía interna del cuerpo humano. Estas células —las guardianas silenciosas del sistema inmunitario— nos recuerdan que la ciencia no solo descubre mecanismos, sino que revela historias de equilibrio y cooperación dentro de nosotros.
Este descubrimiento conecta con una mirada más amplia: la de fomentar la curiosidad, la empatía y la educación científica desde edades tempranas. Si quieres seguir aprendiendo sobre inmunidad y enfermedades autoinmunes, te invito a leer el artículo sobre qué son las enfermedades raras autoinmunes. Y, si te interesa despertar vocaciones científicas en los más pequeños, te pueden agradar estos vídeos de ciencia para niños.

Preguntas frecuentes sobre las células T reguladoras
Actúan como moderadoras del sistema inmunitario: evitan que las defensas ataquen células propias y regulan respuestas excesivas frente a amenazas.
Lo hacen mediante mecanismos como la liberación de citocinas reguladoras, la competencia por recursos y la modulación de otras células inmunitarias.
FOXP3 es un gen esencial para el desarrollo y función de las células T reguladoras. Su alteración provoca graves fallos autoinmunes.
Se estudian en enfermedades autoinmunes, rechazo en trasplantes y algunos tipos de cáncer.
Actualmente existen ensayos clínicos que usan Tregs o moléculas que las modulan, pero aún no forman parte de la práctica médica estándar.
Se analizan sus niveles y funcionalidad mediante estudios inmunológicos especializados que miden la presencia del gen FOXP3 y marcadores asociados.



