Los primeros miedos aparecen en nuestra vida cuando apenas tenemos 6 meses. Son miedos a las alturas, a los extraños… y, hasta cierto punto, demuestran una madurez del bebé. A medida que nos hacemos mayores crecen en nuestro interior otros temores.
En esta publicación descubrirás por qué es importante que conozcas los miedos que puede tener tu hijo, y también que sepas cómo debes reaccionar ante esos miedos naturales que se pueden ir presentando a lo largo de la infancia.
Cuando tu hijo exprese un miedo nunca lo ridiculices ni lo ignores, porque eso podría hacer que se sienta inseguro e incomprendido.
¿Qué encontrarás en este artículo?
¿Qué es el miedo?
Seguro que recuerdas momentos de tu infancia en los que te has sentido asustado. Eso se produce porque a lo largo del desarrollo los niños pasan por diferentes temores que les permiten adaptarse de manera adecuada a su entorno.
El miedo es uno de los recursos más interesantes que tenemos los seres humanos para poder hacer frente al desafío adaptativo. Es una emoción maravillosa que nos ayuda a adaptarnos al medio en que vivimos y que hay que legitimar.
Es la calidad de las relaciones interpersonales la que permite que ese miedo se module y que sea lo más operacional y beneficioso posible, que no nos desborde y se transforme en lo que conocemos como miedos irracionales, obsesivos y absurdos.
Para la supervivencia el miedo es fundamental. Forma parte de un conjunto de emociones que todos experimentamos (independientemente de cuál sea nuestra cultura, nuestra raza, nuestro sexo o nuestra edad). Son emociones innatas que tienen expresiones faciales características y que apenas después de nacer ya comenzamos a expresar: las llamadas emociones básicas.
¿Qué función tiene el miedo?
Así como por ejemplo el dolor nos da una señal de que en nuestro cuerpo algo no funciona bien, el miedo es una alarma psicológica que nos pone en alerta de aquellas situaciones que pueden dañarnos.
Sentir miedo facilita una respuesta de escape, de evitación o enfrentamiento a una situación peligrosa. En ese momento nuestro organismo se prepara para prestar atención casi de manera exclusiva al estímulo temido.
¿Por qué es importante que conozcáis los miedos de vuestro hijo?
Como padres es importante que conozcáis la función de esa emoción a la que llamamos miedo, las etapas en las que aparecen los miedos más habituales y también que sepáis diferenciar el miedo normal y el patológico.
Asimismo es fundamental que gestionéis vuestros propios miedos, ya que los niños aprenden por observación: lo que ven es lo que aprenden.
Debéis tratar de evitar caer en la sobreprotección o, por el contrario, en una actitud exigente sobre el pequeño pidiéndole que afronte situaciones que por edad, sin vuestra ayuda, no está preparado para asumir.
Poner nombre a cómo se está sintiendo vuestro hijo y relacionarlo con el contexto es una de las formas que tenéis de ayudarle en su regulación emocional. Tened en cuenta que la corteza prefrontal ―la parte del cerebro encargada de regular nuestros estados emocionales― no es hasta pasada la adolescencia cuando termina de formarse. Es por ello necesario que un adulto (desde su propia autorregulación, o sea, calmado y con seguridad) ayude al niño a entender qué le pasa y por qué le sucede.
Por ejemplo, si vuestro hijo está jugando en el parque y se ha asustado al ver a un perro… Pregúntale: «Ese perro tan grande te ha dado miedo ¿verdad?». Luego tranquilízale. Cuando el niño ya esté calmado distráele y lo animas a que siga explorando bajo tu supervisión por si te vuelve a necesitar. Que actúes así le será de gran ayuda.
Si veis que el miedo de vuestro hijo resulta de gran intensidad, no desaparece en el tiempo y comienza a influir en el funcionamiento familiar de forma significativa, será importante consultar con un psicólogo infantil que os ayude a vosotros y al pequeño a superar la situación.
Los miedos en los niños por edades
Miedos en niños de 0 a 3 años | En esta etapa se puede visibilizar el miedo a la separación de los padres y el miedo a los adultos extraños. Hasta los dos años a vuestro hijo también le pueden asustar los ruidos fuertes o los sobresaltos inesperados.
El miedo a la separación que los pequeños sienten en esta etapa es evolutivo y saludable. Si ese miedo no existiera en los niños, estos no permanecerían junto a sus padres para recibir los cuidados básicos y su vida correría peligro.
Miedos en la etapa preescolar (de 3 a 6 años) | En este periodo se producen cambios importantes. Es una fase en la que se incrementa notablemente el desarrollo cognitivo y vuestro hijo es capaz de experimentar miedo ante estímulos imaginarios como monstruos o fantasmas.
En esta etapa es cuando se desarrollan la mayoría de miedos a los animales. También el miedo a la oscuridad o a dormir solo. El miedo a la oscuridad, tan propio de la infancia, suele iniciarse en torno a los dos años y disminuir sobre los 9.
Miedos en niños de 6 a 9 años | En esta etapa desaparecen los temores a seres imaginarios y los miedos son más realistas y específicos.
Los miedos más representativos en este periodo son los relacionados con la muerte (propia o de un familiar) y miedos médicos (sangre, heridas, inyecciones…). También en esta etapa empiezan a tener importancia los miedos relacionados con el fracaso y la crítica.
El miedo a la muerte, normalmente de sus padres o de personas cercanas, puede aparecer en algunos niños de esta edad. Puede tratarse de un miedo relacionado con el temor a la separación.
Como padres deberéis ayudar a vuestro hijo a canalizar esa angustia, sin asustaros antes esas preocupaciones sino manteniendo una actitud serena y de escucha. Si intentáis por todos los medios aliviarle el sufrimiento no aprenderá nunca que la muerte forma parte de la vida. Negar la realidad no dará buen resultado. Lo que podéis hacer es decirle «mamá y papá morirán algún día, pero cuando sean muy muy viejos, tienen que pasar muchos muchos años».
El miedo a la muerte puede aparecer de forma espontanea o tras la pérdida de un ser querido, formando en ocasiones parte del propio proceso de duelo.
Miedos en el final de la infancia, preadolescencia (de 9 a 12 años) | En esta etapa los miedos son más realistas y específicos. El temor a los ladrones y asesinos, a que entre alguien en casa, a lo que los demás vayan a pensar de mí y de mi imagen, a fracasar en los exámenes… son miedos habituales.
Miedos en la adolescencia (de 13 a 18 años) | En este periodo adquieren importancia los miedos relacionados con la sexualidad, las relaciones interpersonales y el rendimiento personal. Los miedos relacionados con la muerte y el peligro decrecen ligeramente.
Actividades y juegos para ayudar a los niños a superar sus miedos
A través del juego y generando un espacio seguro podemos acercar a nuestros hijos a lo que temen con más facilidad, pues lo estaremos haciendo a través de una actividad divertida para ellos.
Miedo a la separación | Jugad al escondite | Se recomienda este juego a partir de los 3 o 4 años, ya que el niño debe tener la certeza de que encontrará a la persona que busca.
A través de este juego se puede ayudar a los más pequeños a comprender y respetar las reglas, a socializar y a que aprendan que pueden separarse de los cuidadores unos momentos y no pasa nada porque van a volver. Tener esa experiencia de separación en un entorno de juego es más fácil para ellos.
Jugar al escondite en casa puede ser lo ideal, ya que es preferible jugar en entornos que el niño conozca. En cuanto a la forma de jugar sería la típica:
- Elegir a la persona que ha de buscar y encontrar a los demás.
- Que esa persona cuente hasta 10 con los ojos cerrados.
- Que cuando acabe de contar diga «voy» y salga a buscar al resto.
- Cuando lo encuentre quedará «eliminado». Si solo jugáis dos personas, se acabaría el juego.
- Al finalizar podéis intercambiar los roles.
Miedo a la separación | ¡Vamos con los abuelos! | Dejar a vuestro hijo en algunos momentos con otras personas de confianza, como pueden ser los abuelos, favorece la separación para que vuestro pequeño vea que siempre volvéis.
Para ello le diréis a vuestro hijo, adaptándoos a su edad, que vais a ir a casa de los abuelos a pasar un buen rato.
Cuando llegue el momento en que os debéis marchar os despedís dándole un beso. La actitud debe ser tranquila, porque si os ponéis tristes o nerviosos de manera visible no estáis ayudando a que vuestro hijo entienda que no ocurre nada malo y qué vais a volver.
Si llega el momento clave y vuestro hijo está muy activado no se calmará con una explicación verbal. No intentéis explicarle nada para tranquilizarle y despedíos de manera firme y cariñosa.
Es algo que podéis poner en práctica siempre que la organización familiar lo permita. Tened presente que si el pequeño está cansado, enfermo o con hambre, se puede acrecentar la reacción negativa.
Que los niños sientan ansiedad al separarse de sus padres es natural, especialmente hasta los 6 años, y sobre todo a los dos y a los tres. Tened paciencia. Que os lo toméis con naturalidad ayudará a vuestro hijo a superar antes la situación.
Miedo a la oscuridad | Tinieblas | Con este juego, convirtiendo la oscuridad en un medio de diversión, conseguiréis que vuestro hijo aprenda a tolerarla.
Escoged la habitación en la que vais a jugar y retirad los objetos con los que os podríais hacer daño. Una vez hecho esto bajáis las persianas para dejar la habitación a oscuras. Una persona participante en el juego (mamá, papa, el pequeño…) se queda fuera. El resto de participantes se esconden en la habitación.
La persona que se ha quedado fuera entra en la habitación y debe utilizar todos los sentidos para encontrar a las personas escondidas. A media que las vaya encontrando dirá sus nombres. Cuando se haya encontrado a todas las personas, el juego habrá terminado.
Podéis aprovechar el fin de semana para realizar esta actividad e introducir en ella también a algún amigo de vuestro hijo. Que haya siempre un adulto que participe o supervise el juego.
Miedo a la oscuridad | La gallinita ciega | Este juego permite que los niños interactúen con sus amigos, al tiempo que se divierten, y les ayuda a mejorar su agilidad y su percepción del espacio.
Se decide el espacio donde jugar (si se sale de ese espacio se queda descalificado). Se le pone la venda o el pañuelo en los ojos a la persona elegida.
En ese momento el resto de niños le preguntan: «gallinita ciega, ¿qué se te ha perdido?» «Una aguja y un dedal». «Pues da tres vueltas y lo encontrarás».
El niño con los ojos tapados debe encontrar con el tacto al resto de jugadores.
Este juego se puede practicar en cualquier momento, siempre que un adulto pueda supervisar y estemos en una zona segura. Para los niños más pequeños (de 3 y 4 años) es recomendable que vayan de la mano de un adulto o de un niño más mayor, y no se les debe obligar si no desean taparse los ojos.
Miedo a la oscuridad | Sombras chinas | Lo primero será elegir qué animales u objetos representaremos con las sombras. A continuación dejaremos a oscuras la habitación, con un pequeño foco iluminando la pared (podéis usar una linterna).
Realizaremos de uno en uno sombras en la pared que representen animales u objetos. Se permite usar las manos o cualquier otra cosa que ayude. ¡Aquí entra en juego la imaginación de cada uno!
El resto de personas deben adivinar que es lo que se está representando en la pared.
Al ser un juego que requiere cierta elaboración y tiempo para prepararlo es preferible hacerlo sin prisas, por ejemplo puede ser un buen momento el fin de semana. Por supuesto, cuanta más gente participe será más divertido.
Miedo a los seres imaginarios | El atrapa-monstruos | La imaginación de los niños se vuelve muy viva alrededor de los tres años. Gracias al desarrollo cognitivo que vamos adquiriendo a lo largo de nuestro crecimiento esta capacidad se va haciendo cada vez más potente.
Con esta edad algo tan inofensivo como una sombra o un sonido que antes pasaba desapercibido, puede desembocar en fantasías tenebrosas que a tu hijo le quiten el sueño. Aunque es cierto que no debes asustarte, porque pasar por esta etapa es normal, algunos niños lo pasan realmente mal.
Para realizar esta actividad, «el atrapa-monstruos», vais a necesitar un objeto o muñeco que sea agradable para vuestro hijo. Usad uno que ya tenga o compradle un sencillo peluche con este objetivo. La finalidad de este juego es enseñar al niño a cambiar aquellas imágenes desagradables de fantasmas y monstruos por otras agradables que ayuden a que se relaje, con ayuda de su «atrapa-monstruos».
Explicadle a vuestro hijo que su «atrapa-monstruos» le va a ayudar a tener sueños buenos. Animadle después a elegir una imagen agradable (podéis ayudarle recordando algunas vacaciones agradables, un baile del cole o una escena divertida de su peli favorita).
Luego le dais una sencilla instrucción con el recuerdo o imagen que vuestro hijo haya elegido. Por ejemplo: «cada vez que estés en tu cama y sientas miedo, con ayuda de tu «atrapa-monstruos», imagínate que estamos en la playa jugando a hacer castillos de arena».
Para que le resulte más sencillo, podéis practicar con él esta visualización una o dos veces antes de ir a dormir.
Miedo a los seres imaginarios | Monstruolandia | Se trata de dibujar monstruos, fantasmas, brujas y cualquier cosa que a tu hijo le de miedo. De esta forma, al pasar un rato divertido rodeado de monstruos, conseguirás que vaya asociando emociones placenteras al objeto temido.
Haceos con unos folios y lápices o ceras de colores y poneos manos a la obra. ¡A dibujar! Si tú también te pones a dibujar con tu hijo para él la actividad será más estimulante.
Cuando tengáis hechos varios dibujos de monstruos «terroríficos» escóndelos por la casa. ¡Ahora vuestro hogar se ha convertido en «Monstruolandia». Anima a tu hijo a que los encuentre con ayuda de algún objeto que simule un «caza-monstruos».
Cuando los encuentre los podéis guardar en una carpeta. Podéis practicar este juego siempre que tengáis tiempo suficiente (¡Que no sea antes de ir a dormir!).
Miedo a los seres imaginarios | El monstruo ridículo | Si ridiculizas aquello que el niño teme conseguirás que el miedo vaya dando paso al sentido del humor; tu hijo conectará con otras sensaciones y le estarás dando sensación de control.
Material necesario: cartulinas, lápices de colores, pegatinas varias, una nariz de payaso… y todo el material «antimiedo» que se os ocurra.
Pídele a tu hijo que dibuje lo que le da miedo, tal y como él se lo imagine. Cuando acabe, comenzad a pegar sobre el dibujo elementos ridículos que hayáis preparado. Podéis además dibujarle un sombrero muy feo, una nariz más grande, pelo de punta para que parezca despeinado… Id animando la actividad con comentarios divertidos, para que lo que le daba miedo empiece a provocarle risa.
Miedo a la muerte | Árbol familiar | La finalidad de esta actividad es ofrecer a tu hijo un espacio para que pueda mostrar sus inquietudes respecto a este miedo, al tiempo que conoce más a su familia.
Al propiciar que conozca a sus antepasados contándole algo de sus vidas y alguna anécdota (lo cual puede resultar divertido) vas a facilitar que entienda que, aunque ya no están aquí, aunque ya han muerto, hay muchas cosas que han dejado y que de ellos podemos aprender.
Antes de poneros manos a la obra recopila todas las fotografías que puedas de vuestros antepasados. Coged una cartulina y lápices de colores para dibujar un árbol familiar (es opcional, podéis o no dibujarlo) y al mismo tiempo ves explicando a tu hijo historias de algunos de vuestros familiares.
Con esto estarás favoreciendo un diálogo que tranquiliza al niño, a la vez que le das información y le transmites un mensaje esperanzador sobre la vida y la muerte.
Miedo a los ladrones | El inspector | Aunque la posibilidad de que en nuestro hogar entren ladrones existe, la finalidad de esta actividad es que el niño se encuentre tranquilo en su casa, ayudándole a que jugando descubra las cosas que evidencian que se encuentra en un sitio seguro.
Lo primero será hacernos con un kit de inspector: una lupa, una gabardina, un cuaderno de notas, un lápiz…
Cuando ya tengáis el material, indica a tu hijo que descubra por toda la casa todo aquello que hace que la vivienda sea segura: la altura del piso en el que vivís, la cerradura de la puerta, las rejas de las ventanas, la alarma de la casa (si la tenéis) que suena si alguien entra…
Puede ir anotando todo en su cuaderno para recordarlo cada vez que sienta miedo. Con este juego ayudas a tu hijo a focalizar su atención en los elementos de seguridad y confrontas su miedo con hechos objetivos.
Miedos sociales | La diana de la amistad | A medida que tu hijo va creciendo su grupo de iguales cada vez cobra más importancia para él. Hay niños que son más sociables que otros. Ser tímido o más reservado no tiene por qué ser un problema, no es adecuado forzar al niño a que haga planes que no desea.
Para un crecimiento emocional saludable de tu hijo es necesario que conozcas su personalidad, sus gustos y que potencies lo mejor de él aceptándole de manera incondicional.
Debes estar al tanto de si aparecen preocupaciones en tu hijo, de si sus relaciones con el entorno van bien o si por el contrario está teniendo problemas por algo en particular. Siempre resulta interesante profundizar en las habilidades sociales del niño para que aprenda a defenderse.
En ocasiones quizá tu hijo desea relacionarse más pero el miedo al ridículo o a la crítica negativa de los demás lo hacen complicado, generándole sufrimiento.
La actividad que aquí se propone servirá para que el niño se focalice en las experiencias agradables con sus compañeros. De esa forma conseguirás que salga de esos pensamientos desagradables y que gane confianza para afrontar situaciones sociales.
Necesitaréis una cartulina y lápices de colores. Dile a tu hijo que se dibuje a sí mismo en el centro de la cartulina (que sea un dibujo de tamaño pequeño).
Rodead su dibujo con un círculo, y poned otros dos o tres círculos más grandes alrededor (como formando una diana).
En el círculo más próximo a él que escriba el nombre de sus amigos más cercanos. En los círculos más alejados que anote el nombre de aquellos compañeros con los que se lleve bien pero no tenga tanta confianza. Puedes darle alguna idea para ayudarle, pero lo interesante es que sea él quien ponga los nombres de quienes considere.
Cuando la diana esté confeccionada pídele a tu hijo que te explique algún momento agradable, divertido o compartido con ellos. Pregúntale entonces si piensa que sus amigos también lo pasaron bien. Acabad esta actividad escribiendo en la cartulina frases que los amigos dirían de él: «Pedro es divertido» o «Pedro es dadivoso».
Podéis dejar la diana en un lugar visible de su habitación para que vaya añadiendo el nombre de más amiguitos o momentos divertidos.
Miedo a los exámenes | La pregunta sorpresa | A veces, sin darnos cuenta, ejercemos una elevada presión a nuestros hijos con los resultados de los exámenes. Si un niño tiene ese miedo puede bloquearse dejando el examen en blanco aun habiendo estudiado, y puede terminar viendo el entorno escolar como algo amenazante que le genera mucha ansiedad.
Son conductas tras las que suele haber niños o adolescentes perfeccionistas, exigentes y con miedo a la evaluación negativa.
Lo verdaderamente importante que podemos hacer desde casa es premiar el esfuerzo, ya que el éxito a veces depende también de la suerte y en algunas ocasiones incluso puede llegar a ser una injusticia: «aunque no has obtenido el resultado que querías estoy muy orgulloso por el esfuerzo que has hecho».
Lo que realmente resulta educativo para un niño es que se potencie la tolerancia a la frustración y se le enseñe a levantarse con motivación. Enseña a tu hijo que la frase «todo esfuerzo tiene su recompensa» es cierta, y que esa recompensa puede llegar de muchas maneras y no solamente con un número o una calificación.
La finalidad de esta actividad es exponer a tu hijo poco a poco a la situación que teme: la evaluación, poniéndole al final de la jornada de estudio una pregunta al azar por escrito.
Cuando estéis tranquilos e casa, explícale a tu hijo lo que vais a hacer. Si el formato del examen es escrito, evita preguntarle de forma oral.
Cuando acabe su rato de estudio, apunta en una hoja una pregunta al azar para que la responda. Dale tiempo suficiente.
Sobre todo al principio no es lo importante cómo de bien o mal conteste, sino que vaya practicando en casa para que luego en el cole no se ponga tan nervioso. Refuerza aquello que consiga hacer y reconoce su esfuerzo.
Podéis empezar haciendo esto dos o tres días a la semana. Lo importante es que tu hijo se sienta seguro y tranquilo. Nunca le castigues o le regañes si no se sabe la respuesta, ya que eso no haría más que hacerle sentir mal consigo mismo. El adulto que haga con el niño esta actividad le debe transmitir cariño y confianza.
Mesa-coloquio ‘Educar sin miedos’
El miedo es uno de los peores aliados para educar a un niño, pero educar sin miedo a nuestros pequeños es todo un reto. Cuando nace un hijo nos invaden todos los miedos e inseguridades del mundo mundial. El verdadero problema no es el miedo que sentimos, sino qué hacemos con él, como lo gestionamos.
Un equipo del programa ‘Para Todos La 2’ se desplazó hasta una granja escuela para plantear este tema a padres e hijos. ¿Coinciden los temores entre padres e hijos? ¿Padres y madres conocen realmente los miedos de sus hijos? Las respuestas han sorprendido a más de uno y es que, en el fondo, ¿qué es el miedo?
Dicen los expertos que es más fácil entender una emoción si esta se visibiliza, y en eso trabajan en esta granja escuela cada día. Con la naturaleza y los animales como aliados niños y niñas aprenden lo que es vivir sin miedos.
No hay nada mejor que cultivar la confianza desde las relaciones: en la familia, en la escuela… En la tertulia se habla del miedo que hoy tienen los niños en las aulas a preguntar, a hacer el ridículo delante de los compañeros, a equivocarse… y no hay que olvidar que la equivocación es el primer paso para el aprendizaje. No hay que confundir la equivocación con el fracaso, y eso está pasando.
En la mesa del plató acompañan a Juanjo Pardo: Jorge Barudy, neuropsiquiatra experto en Psiquiatría infantil y de familia; Luis López González, psicólogo, director del programa Treva de relajación y meditación escolar del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona; y Cristina Gutiérrez, codirectora de la Fundación Granja-Escuela de Santa María de Palautordera.