ANGUSTIA, la situación nos sobrepasa

La angustia aparece cuando nos sobrepasa un sufrimiento o una situación que estamos viviendo.

Las personas tenemos una gran suerte, aunque no seamos conscientes: nuestro cuerpo nos dice en todo momento las cosas que nos van bien y las que no. Ocurre a veces que separamos mucho nuestro cuerpo de nuestro pensamiento y de nuestras emociones, y no hacemos caso de esas señales, dejando que la angustia haga acto de presencia.

Cuando entramos en una fase de nerviosismo, en una etapa en la que las cosas no nos salen bien… ya vamos notando síntomas: dejamos de dormir bien por la noche, estamos a la que salta por cualquier cosa…  vamos todo el día  con desazón, sin saber bien por qué.

Es en ese momento cuando deberíamos parar y pensar. “Algo no va bien, algo me está pasando”. Pero no paramos, no hacemos caso a esas señales y seguimos adelante. En un momento determinado surge la última gota que colma el vaso y es ahí cuando aparece la crisis de ansiedad.

Una crisis de ansiedad es una manifestación física terrible. Quien la ha sufrido sabe que tiene una sensación de muerte inminente. Sensación de opresión en el pecho, de ahogo… y cómo no sabe de dónde vienen esas sensaciones es algo que asusta muchísimo. Lo ideal sería no llegar a ese extremo, ser conscientes de lo que se siente en cada momento.

¿Cómo puede ser consciente un niño de que siente angustia? Muchas veces la angustia a los niños les viene por situaciones externas.  La primera angustia que siente el niño es la angustia por separación. La teoría de l’attachment, o crianza con apego, sostiene que el niño no se puede separar de su madre (o de su progenitor) hasta los dos años y medio o tres años, cuando realmente está preparado para afrontar esa separación.

En la actualidad, por circunstancias de la vida, dejamos a nuestros hijos mucho antes en la guardería, con otros cuidadores que no somos los progenitores.

Es esencial que al dejar al niño no lo hagamos con ansiedad (Se dan casos de madres que lloran al comenzar a dejar a su bebé en la guardería). ¿Cómo se puede sentir ese niño si la persona que lo deja muestra esa sensación?: “no debe confiar mucho en con quien me deja”. En estos casos la angustia del niño aumenta muchísimo.

Se le ha de transmitir al pequeño tranquilidad y confianza. La familia ha de saber ir reconduciendo todas esas emociones o síntomas de alarma que los niños nos van mostrando en cada momento: aumentar mucho la escucha y la observación de nuestro hijo.

Cuando llegue el momento de dejar al niño con otros cuidadores hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • Adaptación paulatina para que vaya conociendo el nuevo espacio y siempre con una persona de referencia que le aporte la seguridad que necesita en ese momento.
  • Poco a poco ir retirándose para que sea la profesora la que, de manera progresiva, se convierta en la figura de referencia que le transmitirá la seguridad que necesita para sentirse cómodo y bien.
  • Es positivo despedirse siempre del niño, aunque lo vaya a pasar mal durante un tiempo, es fundamental para que entienda que nos vamos pero luego volveremos a por él, su figura de apego se va y luego regresa. Si desaparecemos sin avisar podemos generarle mucha ansiedad y el niño intentará por todos los medios no separarse de nosotros.

Fuente: L’ofici d’educar de Catalunya Ràdio (27/07/14) | Imagen de portada: Preocupaciones de niño…  Flickr Emilio Orantes

Cuéntamelo todo, ¿qué debe saber un niño?

101 preguntas realizadas por niños y niñas sobre un tema apasionante.
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Cuéntamelo todo es un experimento que realizó la psicóloga sexual Katharina Von Der Garten: dejó una urna para que alumnos de tercero y cuarto de primaria que asistieron a sus charlas sobre el cuerpo, el amor y la sexualidad, fueran depositando, de manera anónima,  las preguntas de aquello que les interesaba sobre sexo. Aquí lo encuentras

Para que los jóvenes actúen de manera responsable con su cuerpo y en temas relacionados con la sexualidad y el amor es importante que dispongan de la información que necesitan ya en edades tempranas. ¿Pero qué es lo que debe saber un niño de primaria?

¡Tanto como ellos mismos quieran!, dicen los expertos. En Cuéntamelo todo se responden algunas de sus inquietudes: ¿una abuela puede tener hijos?, ¿una mujer se queda embarazada cada vez que hace sexo?, ¿hay animales que son gais?, ¿se puede hacer sexo bajo el agua?, ¿qué medida tiene un pene?…

Todo lo que los pequeños han querido preguntar en este libro ella lo responde, a modo de píldoras, bien explicado y bien concreto.

Es un libro para tener en casa, no es necesario que los niños lo lean si no les interesa. Es apto para todas las edades, pero dependerá del interés del niño. Normalmente hacia los 10, 11 o 12 años empiezan a surgir estas dudas.

Un libro para comprar y dejar al alcance de los chavales. Incluso antes de que cumplan los ocho años y, sobre todo, mucho antes de que lleguen a la pubertad. Seguro que también los padres aprenderán más de una cosa.

Las preguntas originales acompañadas de una divertida ilustración son respondidas, en el reverso de cada página, de la manera más clara y precisa posible, considerando el grado de desarrollo y de conocimiento de los niños y niñas a los que se dirige. 

Anke Kuhl  con sus ilustraciones estilo tira cómica, interpreta estas preguntas con mucho humor, inteligencia y sensibilidad.

Cuéntamelo todo, ¿qué debe saber un niño?Cuéntamelo todo, ¿qué debe saber un niño?
Cuéntamelo todo, ¿qué debe saber un niño?Cuéntamelo todo, ¿qué debe saber un niño?Cuéntamelo todo, ¿qué debe saber un niño?Fuente: L’ofici d’educar de Catalunya Ràdio (28/06/16)

¿Cómo explicar lo inexplicable a los niños?

Cuando se produce un conflicto bélico o un atentado grave, con múltiples víctimas mortales, se genera una sobreinformación y un aluvión de imágenes. Algo de lo que difícilmente podemos proteger a nuestros hijos y que, por tanto, debemos gestionar de forma proactiva.

Ingeborg Porcar, directora de la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona (UTCCB) nos detalla cómo debemos abordar todas las inquietudes de los niños al oír noticias o ver imágenes de conflictos bélicos o atentados terroristas.

Cuando se produce un atentado terrorista, tenemos dos cuestiones que preocupan a nuestros hijos:

  • La primera es la sobreexposición a las imágenes de lo que ha ocurrido. Esas informaciones, esas imágenes, a veces ese sonido… visto una y otra vez generan sensación de desprotección, y pueden generar miedo en los niños.
  • Pero además, en el caso de un atentado, se produce otra pregunta que los niños consideran muy importante: “¿Por qué la gente hace eso?”.

Como no podemos, y no debemos, proteger a nuestros hijos de esas imágenes y de estas informaciones, es importante que tengamos herramientas para ayudar a los niños a que entiendan lo que acaba de ocurrir y lo que están viendo.

Debemos intentar que ellos puedan hacernos las preguntas que necesiten hacer. Para eso podemos abordar una conversación normal, empezando por preguntarle al niño si ha visto algo últimamente en la tele o en un periódico que le haya llamado la atención. Probablemente contestará que sí, que ha habido muchos heridos, que ha pasado algo… A partir de ahí daremos pie a que nos pregunten lo que necesiten preguntar.

Y contestaremos de forma sincera sus preguntas. No yendo más allá de lo que quieren saber y tratando de ser muy honestos. Esa pregunta de “¿por qué unas personas matan a otras?”, quizás sólo puede recibir la respuesta de “yo eso no lo sé, porque tampoco lo entiendo”.

En estas situaciones es importante darles a los niños la posibilidad de hablar. Quizás no necesiten respuestas, porque quizás no tengamos respuestas.

Conversación entre un niño parisino atemorizado, su padre y un reportero. Entrevista en el programa francés Le Petit Journal. (debajo está la traducción):

Un periodista le pregunta a un niño si entiende que ha pasado, si comprende por qué esta gente ha hecho esto:

«Sí, porque son muy muy muy malos», responde. «No está bien ser malo. Hay que tener mucho cuidado porque tenemos que cambiar de casa».
Es ahí donde interviene su padre, para tranquilizar al pequeño: «No, no te preocupes. No tenemos que cambiar de casa. Francia es nuestro hogar».
«Pero hay gente mala, papá», replica el niño.
«Sí, pero hay gente mala en todas partes», dice su padre.
«Tienen pistolas y nos pueden disparar porque son muy muy malos, papá», prosigue el chaval.
«Vale, tienen armas, pero nosotros tenemos flores», le contesta su padre.
«Pero las flores no hacen nada…»
«¿Ves todas las flores?», señala el padre. «Son para combatir las pistolas».
«¿Son para protegernos?», pregunta el niño. «¿Y las velas también?».
«Son para no olvidar a las personas que se han ido», responde el padre.
«Ah… Son para protegernos las flores y las velas», concluye el pequeño.
Es entonces cuando el reportero entra en la conversación para preguntar al pequeño si ya se siente mejor.
«Sí», dice. «Estoy mejor».

Qué es la sorpresa

La sorpresa

Es una emoción momentánea. Abres la puerta y:

¡SORPRESA!

Después, detrás de esa puerta, siempre hay otra emoción que la acompaña.
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Quizás ha venido a verte alguien a quien aprecias mucho, y en ese caso la sorpresa irá acompañada de una gran alegría. O puede ser algo que en ese momento nos moleste mucho y entonces irá acompañada de rabia, de tristeza.
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Es muy importante no perder la capacidad de sorprendernos | Si eso ocurre las cosas pierden importancia.

En el momento en que se produce la sorpresa nuestro organismo se prepara para poder generar la otra emoción, porque las emociones tienen una manifestación fisiológica.

Todo está interrelacionado, la Psiconeuroinmunología es la ciencia que estudia cómo, a través de las emociones, nuestro organismo va produciendo las diferentes hormonas que nos permitirán poder tratar las emociones que sentimos en cada momento.

La sorpresa nos genera incertidumbre | Y eso es algo que a los adultos no nos gusta mucho. No nos resulta agradable el no saber qué pasará después de una sorpresa. Pero hemos de saber que es importante que los adultos podamos acompañar a los niños en este proceso de sorprenderse del mundo, porque para ellos es un proceso madurativo.

Para  los niños las sorpresas son muy importantes

Porque el proceso madurativo que viene después de esa emoción momentánea les puede ayudar mucho a evolucionar dentro de todo su mundo. No se las podemos ahorrar, aunque si las podemos regular.

Depende qué sorpresas a los niños no les gustan nada | Por ejemplo el hecho de que venga un payaso disfrazado hay épocas en que a los niños les provoca mucho miedo: por lo que un payaso disfrazado puede ser una sorpresa muy desagradable para una fiesta de cumpleaños de un pequeño.

Los padres tenemos la misión de intentar conocer cuáles son aquellas cosas que a nuestros hijos les gustan: no evitarles SORPRESAS negativas pero si facilitarles mucho las sorpresas que les darán placer en la vida.

 

Fuente: L’ofici d’educar de Catalunya Ràdio (20/07/14) | Imagen de portada: Surprise!  Flickr Tetsumo

Alegría, una emoción contagiosa

Cuando tenemos una situación favorable, algo que nos gusta mucho, cuando hemos obtenido algo que deseábamos… Sentimos alegría. Y esa alegría la transmitimos a nivel corporal: con una sonrisa, con una pose constructiva de vitalidad…

Saber gestionar nuestras emociones es fundamental, porque nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida.

Como adultos es importante que las sepamos gestionar, ya que es lo que transmitiremos a nuestros hijos. Es algo realmente contagioso. Cuando estamos con gente, y en el grupo hay una persona alegre, es algo que da un tono muy agradable a las situaciones. Cuando vemos a una persona alegre solemos decir: “es que es alegre”. Pero también podemos poner nosotros de nuestra parte para sentirnos alegres, y eso es una de las cosas importantes a la hora de transmitir.

Es fácil sentirse alegre cuando nos dan una buena noticia, o cuando conseguimos algo que deseábamos. Pero en una situación quizás no tan favorable, el hecho de poder sentirse alegre es sumamente importante porque nos hace ver la vida con otros ojos y pensar: «a pesar de la situación puedo tener un sentimiento de ALEGRÍA y BIENESTAR, y eso transmitirlo».

El hecho de que nosotros podamos hacer esta transmisión, y convertir en alegría momentos quizás no tan favorables, es un gran aprendizaje que nuestros hijos van a recibir.

En una situación podemos ver a una persona que está renegando y, en idéntica situación, otra persona puede estar mucho mejor, puede estar incluso con una sonrisa, y haciendo que todo sea mucho más ligero para ella y para las personas que le rodean.

Cuando esa actitud positiva la llevamos al nivel de los niños, desde los más pequeños a los mayores: “quizás esto no lo has obtenido, pero hay que ver el aprendizaje que has hecho y que bien te ha ido”, vamos a conseguir, poco a poco, que situaciones no tan favorables se vayan convirtiendo en más favorables: que los pequeños aprendan a mirar la vida con esa ALEGRÍA.

Fuente: L’ofici d’educar de Catalunya Ràdio (19/07/14) | Imagen de portada: Alegría bajo el agua. Flickr Walter Vargas

Alimentación infantil en verano

Durante el verano, el calor, la playa o la piscina y el incremento de actividad física suele provocar ciertos cambios en el apetito de los más pequeños. En general les apetece más beber que comer y, sobre todo, ingerir alimentos frescos. Es muy importante, sin embargo, cuidar la alimentación infantil en verano. En estas fechas precisamente los niños tienen más actividad y están más expuestos a la deshidratación. Una dieta adecuada es clave.

Ana Bergua Vilalta, enfermera y nutricionista, y autora del blog Tu Web de Nutrición, ha recomendado en el programa de radio BeOK que aprovechemos la época estival, y los viajes de verano, para dar a conocer nuevos alimentos, olores y sabores a los más pequeños.

A continuación 13 sugerencias para que la alimentación de los niños en esta época sea sana y equilibrada y reciban todo el aporte calórico y nutritivo que necesitan cuando aprieta el calor y no cesa la actividad.

1. Consumir mucha fruta y verdura de temporada

Partidas en trocitos, mezcladas entre sí junto con yogurt, zumo o leche. Tomar la fruta en forma de batido también es una opción rica y una buena forma de mezclar frutas y lácteos. Purés o cremas templadas mezcladas con quesito para hacerlas más apetecibles sería otra buena opción.

2. Tomar un buen desayuno

Hay que tener en cuenta que es la primera comida del día y es esencial empezar con buena energía. Cereales, zumo, fruta, queso, jamón… Son buenas opciones.

3. Tomar algo a media mañana y a la hora de la merienda

Mantener esta costumbre durante las vacaciones es muy importante porque, como ya hemos adelantado, es una época en la que los niños suelen realizar más actividad física y lo hacen con una mayor exposición al sol. Pueden tomar un bocadillo, un lácteo o una fruta.

4. Evitar los alimentos procesados y fritos

Durante las vacaciones tendemos a hacer comidas rápidas, preparadas y de capricho tipo patatas chips, bolas de queso, cortezas… Levantamos un poco la mano precisamente porque son vacaciones, pero hay que hacerlo con cuidado. Ya lo hemos comentado: en verano salimos más, vamos a terrazas, a la piscina o a la playa, de viaje, y todo ello nos lleva a consumir snacks y tapas que normalmente son ricas en grasas saturadas y grasas trans. Esto no beneficia en nada a los adultos y menos aún a los niños. Algún día pueden tomar algo frito pero no lo convirtamos en un hábito.

5. Intentar no repetir platos en una semana

La variedad en las comidas es una estrategia clave que hace que sea más fácil que los niños coman lo que necesiten.

6. Camuflar alimentos que no gustan

Por ejemplo, si no les gusta la merluza, proponerles calamares, salpicón o sardinas rebozadas que pueden resultar mucho más apetecibles y cuyo aporte nutricional es prácticamente el mismo.

7. Comer al menos 10 frutas y 10 verduras variadas cada semana

Lo ideal es que sean tres piezas de fruta y dos de verdura cada día. El verano es el momento de aumentar el consumo de este tipo de alimentos porque los niños tienen tanta hambre después de las actividades que realizan y de los largos días de playa, que básicamente se comerán lo que les pongas en el plato. ¡Así aprovechamos para que prueben cosas nuevas!

Alimentación infantil en verano

8. Es importante tomar suficiente proteína de alto valor biológico cuando hay tanto desgaste

Pueden hacerlo en forma de pescado y marisco. Y a través de la carne.

9. No olvidar los huevos, pero teniendo cuidado

Siempre bien cocinados durante estos meses de calor y mucho ojo también con las mayonesas en ensaladillas, etc.

10. Preparar comidas algo más ligeras

Así evitamos el riesgo de “corte de digestión”. Otra opción es comer poco y a menudo así les costará menos terminarse la comida y seguir con sus actividades. Ensaladas, cremas, macedonias frescas, ricas, fáciles de preparar y más apetecibles de comer, son alimentos recomendados durante el verano.

11. Evitar las comidas más elaboradas, tipo guisos

Mejor que las tomen el resto del año. En invierno, con el frío, es necesario ingerir más calorías para mantener la temperatura corporal, algo que es innecesario en verano.

12. No hacer cenas copiosas

A pesar de que los niños pasan buena parte del día nadando y corriendo, la cena no debería ser muy abundante. Los platos con alto nivel de calorías mejor en el desayuno.

13. Mantener bien hidratados a los niños, tomando constantemente agua, frutas, zumos, batidos…

Todo el líquido que haga falta para que no se deshidraten como consecuencia del calor y del ejercicio físico.

Fuente: BeOK | Imagen de portada: Rebeca y el mango. Flickr utsuro_bune

La falta de tiempo. La cultura de la rapidez

― ¡Buenos días! ―dijo el principito.
― ¡Buenos días! ―respondió el comerciante.
Se trataba de un comerciante de píldoras muy perfeccionadas, las cuales calmaban la sed. Si se toma una a la semana no se necesita beber ningún líquido durante ese tiempo.
― ¿Por qué vendes eso? ―dijo el principito.
― Es una gran economía de tiempo ―dijo el comerciante―.  Los expertos han hecho cálculos; han comprobado que se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
― ¿Y qué se puede hacer con esos cincuenta y tres minutos?
― Cada uno puede hacer lo que quiera…
― Si yo tuviera cincuenta y tres minutos libres para gastarlos en lo que quisiera, me dirigiría tranquilamente hacia un manantial. (1) La falta de TIEMPO

La ACELERACIÓN y la cultura de la rapidez se han convertido en elementos característicos de esta sociedad, y condicionan nuestra vida, nuestro comportamiento y nuestras relaciones.

Esto hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante. A lo peor, toda esa prisa es una forma de huida, una manera de no enfrentarnos con lo que nos pasa. (2)

La educación, por su propia naturaleza, es una actividad lenta

Porque para transformar el conocimiento en sabiduría, los aprendizajes han de seguir un largo recorrido donde vamos adquiriendo competencias para desarrollarnos como personas y miembros activos de la comunidad.

Reflexionar sobre el tiempo supone cuestionarse algunos de nuestros iconos culturales: el consumo indiscriminado, la vida acelerada, el predominio de la cantidad sobre la calidad, etc. (3)

La falta de tiempo para algo significa que, en ese momento, tenemos otra cosa más importante. La mayoría de las veces, la prisa es consecuencia de nuestra escasa disposición a renunciar a algo, y la vida significa escoger (4). Como nos recuerda Carl Honoré, más, antes y rápido no son sinónimos de mejor.

También en esto podemos aprender de la naturaleza, que funciona en tiempos largos y en ciclos, sin acelerarse. (5)

 

 (1)  Tomado de El principito, Antoine de Saint-Exupéry.
(2)   Honoré (2005): Elogio de la lentitud, Barcelona, RBA.
(3)  Joan Domènech (2011): Elogio de la educación lenta, Barcelona, Graó.
(4)  Stefan Klein (2007): El tiempo: modo de empleo, Barcelona, Urano.
(5)  María Novo (2010): Despacio, despacio. 20 razones para ir más lentos por la vida, Barcelona, Obelisco.La falta de TIEMPO

Fuente: EL FULGOR DE LA LUCIÉRNAGA. Cuentos para repensar la educación, de Joseba Martínez Huerta | Imagen de portada: Ilustración de Lisbeth Zwerger  en el libro Alice in Wonderland

Cuerpo de mujer y mente de niña

Hay niñas que con doce años ya han desarrollado físicamente cuerpo de una joven de más edad. Tienen cuerpo de mujer y mente de niña.

La maduración intelectual no siempre, ni necesariamente, es paralela al crecimiento biológico. Es bastante frecuente que chicas de 12-13 años presenten físicamente el aspecto de una joven de 16-17 y, aunque pretendan imitar la conducta propia de las jóvenes cuya edad aparentan, sin embargo, su percepción, juicio, pensamiento, raciocinio y maduración afectiva corresponden a los de su edad cronológica real. Su comportamiento en general es como el de sus compañeras de la misma edad.

No hay que angustiarse ni vivir como un problema el hecho de que haya dado ese estirón tan repentino en lo físico.

Para que la joven, como persona con su físico de 16 años, sepa esperar a esa niña con un desarrollo mental de doce, sin vivir la situación como un problema, es necesario que sus padres sepan tratarla, comprenderla y ayudarla con arreglo a su edad mental real, sin crearle continuamente estados de ansiedad repitiéndole que «ya es una mujer y se comporta, sin embargo, como una niña», etc. Esto sí que puede llegar a causarle problemas.

Hay que tener en cuenta que los grandes estirones en lo físico generalmente van acompañados de cierta merma en el rendimiento intelectual. El organismo no puede hacer todo al mismo tiempo y se ha visto sorprendido teniendo que satisfacer repentinamente las necesidades de un crecimiento físico muy rápido. La fatiga física y psíquica aumenta considerablemente en un espacio muy corto de tiempo.

Ahora, más que nunca, es necesario que proporcionéis a vuestra hija una alimentación sana, abundante y rica en vitaminas. Dejad que duerma cuanto quiera, aconsejadle que no se exceda ni en el ejercicio físico ni tampoco en el intelectual, etc. La adolescencia es una etapa de muchos cambios.

Es probable que la joven  se dé cuenta de que ahora rinde menos en los estudios. Hay que tranquilizarla explicándole que esta situación es algo pasajero y que pronto se restablecerá de esa ligera descompensación producida por un crecimiento físico tan repentino.

Fuente: Tu hijo: problemas y conflictos de Bernabé Tierno (Ed. Temas de Hoy) | Imagen de portada:  Sweet (Dulce). Flickr Fran Cis

Niños con fortaleza emocional

Niños con fortaleza emocional

Nuestros hijos, para crecer sanos, fuertes y equilibrados emocionalmente necesitan tener fortaleza emocional. Necesitan saber leer la vida. Necesitan saber leer a las personas. ¡Y también necesitan saber leer las emociones!

Hace años uno de los objetivos era enseñar a los niños a leer y a escribir. Era una tarea que no se podía confiar exclusivamente a las familias, porque algunos padres no sabían leer ni escribir; o no disponían de tiempo porque tenían que trabajar. Entonces se crearon las escuelas.

Niños con fortaleza emocional

¿Por qué la educación emocional no se puede relegar solo al ámbito familiar?

Porque hay padres que no saben, o padres que no lo valoran ni lo consideran importante. Es por eso que hace falta la voluntad de incluir sistemáticamente el trabajo de la fortaleza emocional (de las emociones) en el colegio. En algunos centros educativos ya se hace.  ¡Y eso es algo fantástico!

Los padres, desde casa, podemos hacer mucho trabajando algunos aspectos para potenciar estas habilidades en nuestros hijos.

Niños con fortaleza emocional

¿Que aspectos ayudarán a tus hijos a tener fortaleza emocional?

El psicólogo Tomás Navarro nos da pautas muy interesantes:

Enseñarles a LEER LAS EMOCIONES (propias y ajenas)

Nos pone como ejemplo la imagen de una novia en el día de su boda, que está llorando emocionada (de felicidad). Un niño pequeño, que está en esa boda con sus padres, pregunta: “¿Por qué llora la novia?”, y la respuesta que recibe de su padre es: “No le pasa nada”.

¿Qué es lo que ese pequeño acaba de aprender? Pues que por llorar, ¡no pasa nada! El día de mañana alguien puede abusar de un niño: haciéndole bullying, maltratándole, dándole una patada… el niño maltratado llora, ¡y no pasa nada! ¡No ocurre nada por llorar!

Si incorporamos a nuestro día a día el enseñar a nuestros hijos el que puedan leer las emociones reales, serán adultos que podrán expresar sus emociones de manera constructiva. Yo puedo estar enfadado, pero no tengo porque traspasarte a ti mi enfado; puedo darme cuenta de que estoy enfadado, gestionarlo y relacionarnos de una manera más sana. ¡Todo eso se consigue a partir de saber leer las emociones propias y ajenas!

Enseñarles la capacidad para AMAR, AMARSE y SER AMADOS

Enseñarles a que se amen, a que amen y a que se dejen amar. ¡Cuantos problemas se habrían ahorrado si nos hubiesen enseñado que amar (el amor de pareja, el amor romántico) no es lo mismo que depender o que admirar!

Cuántas parejas tienen problemas porque una parte admira a la otra. Llega un momento en que esta magia se rompe. Acaba esta admiración por haber ganado en seguridad, o porque la otra parte se ha caído del pedestal, y en ese momento llega el desastre. La realidad es que esta pareja en ningún momento se ha querido. Uno protegía y el otro admiraba. Esto no es una relación de amor, es una relación de dependencia.

Por otro lado está la autoestima (amarse a uno mismo). Un niño que se ama, que es capaz, que tiene seguridad, que puede afrontar diferentes retos…  ¿Dónde lo aprendemos? ¿Quién nos lo enseña?

Niños con fortaleza emocional

Enseñarles a PERSEVERAR ante la ADVERSIDAD

A los niños no se les puede llevar siempre en una burbuja, no es beneficioso un exceso de sobreprotección. En la vida hay adversidades, vamos a encontrar dificultades y tenemos que poder perseverar en ellas y hacerles frente. Si las entrenamos podremos gestionarlas.

Enseñarles HABILIDADES DE AFRONTAMIENTO

Nos permiten ganar en valor y en seguridad. Nos ayudan a esforzarnos para hacer las cosas mejor. Sin esfuerzo no se consiguen grandes cosas, se consiguen cosas mediocres. Es importante trabajar el esfuerzo y no rendirnos de inmediato ante un reto porque lo encontremos difícil.

Enseñarles la capacidad para AUTOMOTIVARSE

Nuestros hijos no siempre van a encontrar a alguien que les diga: “qué guapo que eres”, “que listo”, “que bien juegas a fútbol”… Han de ser ellos capaces de automotivarse, porque del exterior normalmente viene lo contrario: desmotivación, palos en las ruedas… Si una persona es capaz de automotivarse tendrá mejores logros a lo largo de su vida.

Enseñarles a GESTIONAR CONFLICTOS

Desde pequeños, aunque sea decidir quién juega con la pelota en el parque.

Enseñarles a incluir la CURIOSIDAD en su día a día

Que quieran aprender y crecer, y que sientan que su esfuerzo es valorado por su entorno familiar. Esa validación se convierte en un impulso poderoso que dará como resultado niños que, en un futuro, se sentirán seguros para equivocarse y arriesgarse intelectualmente, sin tener temor a plantearse decisiones sobre su futuro académico.

Enseñarles RESPETO y RESPONSABILIDAD

Una persona responsable y respetuosa es incapaz de hacer bullying a un compañero, es incapaz de hacer daño a una pareja, es incapaz de manipular a alguien para conseguir su beneficio. ¡Es una fortaleza emocional muy importante!

Enseñarles a TOMAR DECISIONES

Hay adultos que se ahorrarían muchos problemas si, siendo niños, les hubiesen enseñado a tomar decisiones.

Enseñarles a gestionar el RIESGO

La vida es riesgo, y hay que gestionarlo. ¡Hay que enseñarles a no tener miedo!

Enseñarles a adoptar una ACTITUD VITAL

Muchas veces se confunde a niños movidos con niños hiperactivos. No son niños hiperactivos, ¡son niños vitales! Son niños con mucha energía. ¡Y eso es algo fantástico!

Son aprendizajes que van a servir para tener futuros adultos SANOS y EQUILIBRADOS. Son aspectos  que nuestros hijos pueden ir aprendiendo en el transcurso de la vida, pero, si lo aprenden de jóvenes, de pequeños, ¡cuántos problemas se van a ahorrar! Van a llegar más frescos a la hora de afrontar las diferentes situaciones que les vayan surgiendo. En definitiva, todas estas FORTALEZAS EMOCIONALES son unidades didácticas que se pueden aprender, en casa y en el colegio.

¡Cualquier situación en nuestra vida cotidiana puede servir para inculcar estos valores a nuestros pequeños!

 

El contacto con la naturaleza

Para los niños, la naturaleza es parque de atracciones, excelente medicina y aula de aprendizaje.
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Un elevado y preocupante porcentaje de niños y niñas están poco o muy poco en contacto con la naturaleza. Nos reímos de la ocurrencia del crío pequeño al que se le pide que dibuje un pollo y esboza un pollo asado. O del que a la pregunta ¿de dónde viene la leche? responde “del supermercado”. Pero más que cómica, esta realidad resulta trágica. Evidencia que hoy muchos niños crecen sin salir de un entorno urbano y su contacto con las plantas, los animales y los parajes naturales llega a través de la escuela, libros o vídeos.

Padres y educadores hemos de ser conscientes de que el contacto con la naturaleza mejora la salud, la capacidad de atención, el desarrollo motor y cognitivo, la autonomía, la seguridad, la adquisición de valores…

La naturaleza aporta salud física y emocional y reequilibra la psique porque es un nutriente vitamínico del equilibrio psicológico. Permite disfrutar sin prisas, aumentar la actitud reflexiva, templa el carácter y nos aleja de la contaminación de las ciudades, permitiendo respirar aire puro. También potencia los sentidos y la observación real de la belleza.

La naturaleza potencia la conciencia emocional (al observar un paisaje por ejemplo) y la emoción estética y, aún más importante, restablece el vínculo necesario (y a menudo sesgado) de la relación del humano (y especialmente del niño) con la naturaleza.

Es imprescindible relacionarnos con el entorno en el que vivimos

No hacerlo conlleva el llamado Trastorno por Déficit de Naturaleza citado por Richard Louv (2005 en el libro “El último niño del bosque”), cuyas consecuencias son obesidad, problemas respiratorios, Trastorno por Déficit de Atención e Hipovitaminosis D, además de otros como síntomas de ansiedad, estrés y falta de concentración.

Para las familias:

Las vacaciones pueden ser un buen momento para que los padres brinden a sus hijos experiencias naturales: excursiones a la playa o al campo, enseñarles a pescar, a observar las aves, las hojas o los insectos, a hacer cabañas… Actividades todas ellas que, además, escapan a los rigores de la crisis.

Es divertido transformar las salidas a la naturaleza en una aventura: Haced un trabajo previo con mapas, brújulas, prismáticos, etc. Buscad una ruta pirata por la playa o una aventura prehistórica en el bosque y disfrutad en familia de la emoción que despertaréis en los hijos/as y que vosotros mismos reviviréis.

Hacedlos partícipes en el momento de escoger a dónde ir. Cada vez podría, por ejemplo, escoger un miembro de la familia el destino, ser el responsable. Entrenaréis a vuestros hijos en la autonomía.

Para escuelas:

Los niños son aprendices activos, investigadores. La naturaleza ofrece una experiencia sensorial completa: se puede tocar, oler, ver, oír, probar… Así que es más fácil aprender allí que atado a un pupitre.

Es imprescindible reconectar a los niños y niñas con la naturaleza y, en especial, con el bosque, como tarea preventiva para su salud y para reequilibrar de manera natural (y gratuita) los nutrientes vitamínicos necesarios para su equilibrio psicológico.

Además, salir de la escuela permite conocer a los alumnos en otra dimensión, y que ellos conozcan a su profesor/a en un ambiente más relajado.

Fuente: artículo de Mayte Rius en La Vanguardia e Informe sobre educación de La Granja Escuela de Santa Maria de Palautordera (febrero 2016).