Desde pequeños aprendemos que llorar es una forma de llamar la atención. También implica sufrimiento, dolor… Llorar no deja de ser una forma de comunicarnos.
¿Por qué lloramos?
¿Cómo podemos controlar esas emociones? ¿Qué debemos hacer cuando los más pequeños se ponen a llorar de forma desconsolada? ¿Y cuando lo hacen los adultos? ¿Por qué hay personas que lloran con mucha facilidad y otras en cambio casi no han llorado en su vida? ¿Cómo se identifica si el llanto es de alegría o de tristeza? ¿Se puede notar esa diferencia si el que llora es un niño?
El hombre de hojalata en EL MAGO DE OZ
.
¿Y qué pasa con las rabietas? ¿A qué edad son algo normal? ¿Qué hacemos si el niño nos monta una escena en medio del centro comercial? ¿Cómo aliviar el estrés que en los padres provocan estas rabietas públicas? ¿Por qué cuando nos hacemos mayores dejamos de llorar? ¿Por qué lloran más las mujeres que los hombres? ¿Y por qué hay gente que se esconde para llorar? ¿Hay alguna otra especie que llore, además del hombre?
Aunque cada vez menos, el llanto se considera un síntoma de debilidad en la sociedad. Es por eso que se reprime con frecuencia. Es una cuestión muy cultural. A los hombres se les ha reprimido llorar porque el hacerlo está asociado con la debilidad e incluso con el desequilibrio emocional.
Siempre se han oído comentarios a los niños y adolescentes: «¡Deja de llorar, que ya eres un hombre!», «¡Pareces un llorica!»… siempre asociándolo a algo negativo.
Eso impide que el hombre pueda relajarse a través del llanto, y tener esa explosión emocional que a veces también necesita.
Denzel Washington en TIEMPOS DE GLORIA
.
Es un craso error: el llanto actúa como un anestésico natural. Al llorar disminuimos el dolor sentido y descargamos emociones negativas como la rabia, la ira o la angustia. Son muchos los momentos de tensión en los que las personas rompen a llorar, a veces sin saber por qué. Y aunque algunos consideran que, según qué lágrimas, no valen la pena, el llanto cumple un objetivo que no se ha de despreciar.
Con el llanto, como con la risa, segregamos hormonas como las endorfinas, que refuerzan el sistema inmunológico de nuestro organismo. También liberamos opiáceos, que consiguen que el dolor no sea tan fuerte.
Además con las lágrimas expulsamos toxinas causadas por la presión emocional. Por eso tras el llanto sentimos desahogo, liberación y bienestar, de manera que a menudo nos quedamos dormidos.
Simba al quedar huérfano en EL REY LEÓN
.
El llanto es una expresión sana y natural de los sentimientos que no hemos de obviar. Nos fortalece y nos devuelve la calma para seguir hacia adelante. Nos ayuda a sosegarnos y a equilibrar nuestra salud emocional. Permite que liberemos angustia y emociones negativas. En definitiva nos ayuda a hacer un reciclaje de emociones, facilitando que reflexionemos y nos recompongamos.
Llorar forma parte de la comunicación no verbal. Es un acto fisiológico y está regulado bajo el control del sistema nervioso parasimpático. Podemos llorar por diferentes motivos: por dolor (que puede ser tanto psicológico como físico), por la pérdida de alguien o porque nos emocionamos con cosas positivas. Incluso se puede llorar en sueños: hay gente que se despierta en medio de una pesadilla y está llorando.
¿Cómo se identifica si el llanto es de alegría o de tristeza?
Es algo que va asociado a la comunicación no verbal. Cuando alguien llora de alegría normalmente la expresión de la boca está hacia arriba. Cuando el llanto es por dolor, los gestos, los brazos, la postura corporal… incluso lo que se verbaliza (“que triste estoy”, “estoy mal”…) acompañan al sentimiento de pena y de tristeza.
Demi Moore en GHOST
.
Cuando el que llora es un niño, ¿se puede notar esa diferencia? Dicen que las madres empiezan a diferenciar el llanto de sus hijos a partir del primer mes de vida.
Los tres primeros meses del bebé hay que atenderlo siempre, porque todavía no ha aprendido a manipular. Hay que atenderle de manera inmediata ya que el llanto puede estar motivado por un cólico, por hambre, por frio…
A partir de los cuatro o cinco meses el niño aprende a asociar que el llorar, que es el estímulo, tiene una respuesta inmediata: te protejo, acudo… A partir de ahí empieza a llamar la atención con el llanto.
¿Por qué hay personas que lloran con mucha facilidad y otras, en cambio, casi no han llorado en su vida? Hay familias en las que el llanto se propicia: “llora tranquila, desahógate, no pasa nada”, es algo que forma parte de la comunicación de manera natural. Por el contrario hay otras personas que no se sienten cómodas llorando, y que son mucho más pudorosas con sus sentimientos.
Normalmente en los adultos la expresión del llanto está relacionada con temas culturales. Con ideas, creencias y escalas de valores que lo impiden o lo favorecen.
Aparte del hombre, ¿hay alguna otra especie que llore? No se sabe porqué, pero no hay animales que lloren. El llorar es algo típicamente humano, y es una conducta que se aprende antes de nacer. Bebés que nacen sordos o ciegos, que nunca han oído o visto llorar, también lloran como una expresión emocional.
Penélope Cruz en VOLVER
.
¿Por qué al hacernos mayores dejamos de llorar?
Incluso en los niños, al llegar a una cierta edad, el llorar se ve como una conducta inmadura. ¿Por qué? Porque llorar es la forma en que los bebés se comunican con sus padres cuando todavía no tienen adquirido el lenguaje.
A medida que el niño empieza a hablar, y comprende el lenguaje, lo que hay que pedirle como padres es que, cualquier petición (dolor, hambre o necesidad que tenga) la haga a través de la comunicación verbal. Porque si no empezamos a no diferenciar lo que es una rabieta o un capricho de cuando el niño llora realmente por dolor o cualquier otro problema.
Dejamos de llorar con el tiempo porque vamos aprendiendo a comunicarnos y a manifestar nuestras necesidades a través de la palabra. Lo cierto es que hay situaciones en la vida en las que uno está realmente triste, estresado, ha perdido un ser querido… en las que el cuerpo tiene biológicamente esa necesidad de llorar, porque es un desahogo y porque además es una llamada de atención: se llora por la descarga pero también por la reacción que los demás tienen con uno. Los demás apoyan, saben que se está pasando mal y brindan su cariño.
Meg Ryan en CUANDO HARRY ENCONTRÓ A SALLY
.
¿Por qué hay gente que se esconde para llorar? Hay personas que son muy pudorosas. Saben que cuando lloran es inevitable que los demás pregunten “¿qué te pasa?”. Si no les apetece hablar del motivo intentarán llorar a solas.
Dependiendo de la necesidad que una persona tenga de atención, de comunicarse, de expresarse, de hablar con alguien sobre lo mal que está… lo hará en público o no.
Hay personas que dicen que cuando duermen mal, o cuando llevan un periodo de mucho estrés, necesitan llorar. Sin necesidad de que nadie les preste ayuda, simplemente necesitan sacar de dentro esa carga emocional.
Luego está la diferencia entre hombres y mujeres. La estadística dice que el hombre llora cuatro veces menos que la mujer, y parece que hay una parte en la que intervienen las hormonas. De alguna forma la testosterona inhibe el lloro, mientras que la prolactina parece que baja el umbral con el que la mujer se permite llorar.
También es cierto que las mujeres escogemos más situaciones sensibleras: el tipo de películas más sentimentales, la literatura, el estar al cuidado de personas mayores, el tener más relación con el bebé… en general nos exponemos a situaciones en las que se favorece el llanto.
Entonces, los hombres que lloran ¿son más sensibles? No está demostrado, pero puede ser que sí. Lo que está claro es que son hombres que tienen menos problema a la hora de mostrar sus emociones.
Vivien Leigh en LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ
.
Si el llanto es la forma de comunicarse que tienen los bebés, ¿hasta qué punto debemos dejarlos o no dejarlos llorar? Cuando a un bebé, a partir de los cinco o seis meses, le hemos cambiado y no está sucio, ha comido, no tiene gases, no tiene una enfermedad, está protegido del frio y del calor… lo dejamos en la cuna o en el cochecito y, nada más dejarlo llora, y al volverlo a coger deja de llorar… ahí ya ha hecho una asociación directa: si lloro me cogen.
El bebé siempre tiene que sentirse protegido, y se siente protegido cuando lo tenemos en brazos, lo tocamos y le damos muestras de afecto. Pero también ha de diferenciar el empezar a tener autonomía, que tiene que dormir solo y que hay cosas que tiene que empezar a hacer solo.
Ahí, aunque nos duela, hay que dejarlo llorar. No podemos dejarlo llorar más de 13-14 minutos. Cada vez que llore durante ese tiempo volvemos a su lado otra vez, le damos protección y nos dirigimos a él con palabras cariñosas, pero se le vuelve a dejar solo. Porque si no el bebé hace una asociación directa lloro-me cogen, y nos convertimos en esclavos.
¿Hay diferencia entre el llanto caprichoso y el de dolor? Sí que la hay, y las madres la suelen conocer. El llanto de dolor y de enfermedad es un llanto que las madres saben diferenciar. Cada uno en sus hijos lo nota a partir del primer mes.
Más adelante llegan las rabietas. A los 3 años, 3 años y medio. El niño quiere conseguir a través del llanto manipular la situación. Ahí hay que tener claro que es preferible que el niño llore porque le pongamos límites a que llore porque nos manipule. Porque rápidamente los niños se pueden convertir en tiranos, en el sentido de que hacen lo que quieren con los padres.
Todos hemos visto alguna escena en los centros comerciales. El típico niño con la rabieta, agarrado a su padre y tirado en el suelo. La cara de los padres de circunstancias, porque todo el que pasa por delante se queda mirando. Incluso a veces miran mal a la madre o al padre: “¡Qué estará haciendo esta mujer!”, “¡Qué estarán haciendo estos padres!”.
¿Qué hacer en ese momento de «¡Tierra, trágame!»? El protocolo es claro. El niño se tira al suelo y llora. Lo primero es decirle: “en este idioma en el que me estás hablando yo no te entiendo. Necesito que me hables como una persona mayor. Cuando dejes de llorar, yo te atenderé”.
El niño chilla tanto, que casi no nos oye… Con tranquilidad se le vuelve a repetir, y si sigue llorando le retiramos cualquier tipo de atención. Ni siquiera mirarlo de esa manera como dándole a entender “estoy pasando una vergüenza que me muero”, ni tampoco apretarle… porque todos esos gestos de la comunicación no verbal el niño los interpreta como “si sigo tensando un poquito más igual consigo lo que quiero”.
Por lo que retiramos completamente la comunicación no verbal: no miramos, no hacemos gestos raros, no le apretamos, no nos impacientamos cruzando los brazos… simplemente ponemos cara de “aquí no pasa nada” y perdemos tiempo.
Hay que perder tiempo. Es mejor perder tiempo en ese momento, y que el niño llore, a que luego tenga 15 años y un comportamiento indomable. Nada de hacer comentarios tipo “¡Me está sacando de quicio!”, “¡No puedo contigo!”, “¡No te puedo sacar a ningún sitio!”, “¡Cuando llegues a casa ya verás!”… porque volvemos a darle fuerza al niño y sabe que está ganando la batalla.
En el momento en que el niño deje de llorar, ¡que llegará!, es cuando le prestamos de nuevo atención. Prestarle atención no significa “cedo ante tus peticiones”, sino que significa “vuelvo a interactuar contigo”. Y si en algún momento el niño se dirige a nosotros con palabras y en un tono conversacional, se lo agradecemos: “¡Muchas gracias, que bien que hayas hablado así! Dime que necesitas y en que te puedo ayudar”. Entonces que recupere otra vez la atención, pero nunca antes con esa conducta con la que trata de manipularnos.
Los niños son pequeños grandes actores. Hacen de todo por llamar la atención. Y en ese momento, nosotros no podemos perder los papeles. Los padres han de saber que todos los niños son iguales, y que todos en algún momento de su vida han hecho eso, así que no hay por qué pasarlo mal. Es algo por lo que todos hemos pasado.
El relajarnos en esa situación nos confiere control, y nos permite pensar con claridad. Además transmitimos al niño que esa no es la vía para conseguir nada.
En el momento en que perdemos los papeles y le transmitimos que nos estamos poniendo nerviosos, le estamos dando al niño todo el control. Sabe que está ganando la batalla. Hay niños que se han metido en la lavadora y cuesta luego sacarlos, meten la cabeza entre barras que luego no hay manera de sacarlos… hacen de todo con rabietas y sin rabietas. Siempre hay que estar muy pendientes siempre de ellos.
¿Hay que regañar? Hay que regañar pero no por la rabieta. Regañar de una forma tranquila cuando la rabieta se ha pasado. Sentarnos con el niño y decirle “si tú me hablas en este término, yo no te voy a hacer caso. Es innegociable”. Ellos tienen que saber cuáles son las reglas. Pero si empezamos a hablarles de las reglas en el momento de la rabieta no nos van a entender.
En el momento de la rabieta lo único que hay que decirle es “cuando tú me hables bien, sin llorar, como una persona mayor, yo te prestaré atención. Mientras me esperaré a que se te pase”. Pero el niño ha de saber a posteriori que ese tipo de cosas no se hacen.
Luego están los abuelos. En casa tenemos unas normas, y cuando el niño se pone a llorar cuando está con los abuelos… Hay abuelos que son muy razonables, pero otros que no tanto.
Los educadores no son los abuelos, son los padres y el colegio. Los abuelos han de permitirse esa pequeña licencia de poder maleducar, porque si no como padres tenemos una batalla con el niño y con el abuelo.
Los niños aprenden a diferenciar muy bien qué pueden hacer en casa y cuáles son las normas, y qué pueden hacer en casa de los abuelos y cuáles son las normas que tienen allí. Tiene que haber alguien que mime de una forma diferente.
A los abuelos hay que darles normas en cosas realmente importantes. Por ejemplo, si se queda el niño a dormir en casa de los abuelos, a qué hora tiene que acostarse, si hay algún tipo de alimento que no puede tomar, la medicación… si el niño se queda a dormir los abuelos ya tienen la carga de cuidar al nieto… si encima vamos a darles unas pautas de educación, que se les van a olvidar, y que luego les va a costar cumplir porque emocionalmente les choca tener que hacerlo…
¿Cómo aliviar el estrés que provocan en los padres estas rabietas? Lo primero que hay que hacer es asumir que es algo que pasa en todas las familias. También hay padres que se estresan más y padres que se estresan menos.
Lo normal es que a esos padres a los que les estresa más la situación tengan más lloros de este tipo, porque están transmitiendo al niño que eso es algo que les importa, que les está afectando, y los niños lo utilizan como una herramienta de manipulación.
Lo primero que han de saber los padres es qué es adecuado a una edad y qué no. Hay padres muy preocupados con conductas que, a una edad determinada, son completamente normales.
A los dos años se llora, porque es una forma de pedir. Poco a poco el niño se irá socializando, se le irá transmitiendo una escala de valores y se le irá diciendo que esto no se hace.
A los padres también se les ha de educar dándoles información. Primero diciéndoles que llorar es normal y que, justo con lo que más podemos potenciar el llanto de los pequeños es si ellos, como adultos, no controlan sus emociones.
Es necesario que los padres se relajen. Incluso interiorizando “esto es una conducta normal”, “si soy paciente y espero un poco sé que le pasará”, “si no cedo sé que conseguiré controlar”, “tengo que invertir tiempo, un poco de esfuerzo y paciencia, para que el niño deje de llorar”… porque si en el momento en el que el niño tiene la rabieta yo me canso, me da vergüenza que la gente me mire, lo agarro del brazo y cedo ante el chantaje… estoy perdido. Mañana el niño me va a hacer lo mismo.
El niño aprende en seguida la asociación entre el estímulo y la respuesta. Si yo respondo al llanto con lo que el niño quiere, lo normal es que el próximo día utilice también ese método para pedir las cosas.
Fuente: Onda Universitas de Radio 5 (16/02/17) y Para todos la 2 de RTVE (3/12/12)