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El sobrepeso y la obesidad infantil

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El sobrepeso y la obesidad infantil

¿Qué encontrarás en este artículo?

Alimentación y nutrición sana para niños y adultos.

El sobrepeso y la  obesidad infantil están aumentando a ritmos alarmantes. Las últimas estadísticas oficiales calculan que afecta ya a más de cuarenta millones de niños y niñas menores de cinco años en todo el mundo. Los expertos dicen que eso constituye, aunque no lo parezca, uno de los problemas de salud pública más graves de la actualidad, porque dicen que esos niños con sobrepeso van a ser con toda probabilidad adultos obesos y proclives por tanto a sufrir enfermedades cardiovasculares u otras patologías como la diabetes a edades más tempranas. Incluso hay expertos que sostienen que ese fenómeno tiene mucho que ver con el bombardeo publicitario de productos bajos o pobres en nutrientes y poco saludables. Hablan de helados, galletas, bollería industrial, cereales azucarados… todos ellos patrocinados por la industria alimentaria.

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Influencia de los anuncios publicitarios en el sobrepeso y la obesidad de los niños.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) advierte: el sobrepeso y la obesidad infantil es hoy por hoy uno de los problemas de salud pública más grave del siglo XXI. Más de cuarenta y un millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tienen sobrepeso o son niños obesos. En España uno de cada tres.

José Elías es psicólogo: “Un 45% de niños entre los seis y nueve años tienen sobrepeso y obesidad, y hay que tener en cuenta que no sólo lo motiva la influencia de la publicidad sino también las horas de visión de televisión y, lo que ahora es peor, de Internet, que no se puede controlar tanto porque lo que afecta es a la calidad y al tiempo de sueño. La falta de sueño influye también directamente sobre el sobrepeso y la obesidad”.

Los niños españoles son asediados diariamente con publicidad para niños, dirigida directamente a ellos: publicidad televisiva, publicidad por Internet… Los anuncios se cuelan en televisión, Internet, aplicaciones móviles, redes sociales, espacios públicos… Entre todas las categorías de anuncios sobresale una: la que ofrece productos alimentarios con un alto contenido en azúcar y poco o nada saludables. “Yo creo que la publicidad es muy genérica en cuanto a los niños. Dulces, cereales azucarados, bollería, batidos, helados, cacao… hay una serie de productos que se venden incluso como que tienen nutrientes o un nutriente en concreto (resaltándolo como un nutriente muy especial), y son los menos saludables normalmente. También, en ocasiones,  hablan de contenido en vitaminas y minerales que a veces son innecesarios. O sea que, normalmente, lo que están publicitando son comestibles que son poco recomendables y poco saludables para la alimentación de los niños.”

¿Hasta dónde puede influir en los niños esa publicidad? La verdad es que influye bastante, normalmente los niños acostumbran a preferir los productos que ven anunciados en televisión u otros medios a otros que no han visto publicitados.

Numerosas investigaciones ya plantean la relación entre exceso de publicidad y obesidad o sobrepeso infantil. No hay estudios científicos concluyentes pero sí puede trazarse un nexo. José Ramón Ubieto Pardo, profesor de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya): “La publicidad influye porque la publicidad, cuando además en una sociedad como en la que vivimos en la cual la condición de la satisfacción es el consumo masivo, hace que los niños hoy se expongan a alrededor de 9.000 anuncios al cabo de un año, dirigidos muchos de ellos además a la población infantil y adolescente.”

Consumo y publicidad se convierte en un círculo vicioso: “La publicidad que los niños reciben hoy no es una publicidad que se pase sólo en consumo televisivo sino que, además del consumo televisivo y los medios tradicionales, hay toda una realidad digital nueva en la cual ellos están muy metidos que es Internet: a través de Youtube, de las redes sociales, etc. donde estos anuncios cada vez son más importantes.”

La publicidad en Internet no está regulada, sólo autocontrolada. En España la normativa para publicidad de alimentos y bebidas dirigida a niños se aplica a los menores de doce años en los medios audiovisuales y escritos, y a los menores de quince para Internet. “Hay algún tipo de legislación en lo que es televisión, pero en Internet aún no hay nada. Habría que buscar la fórmula para poder solventar esta situación.”

El sobrepeso y la obesidad infantil

Las causas del sobrepeso y de la obesidad infantil

El sobrepeso en los niños es un problema de salud pública ante el que los padres y educadores muchas veces no saben cómo reaccionar. Las causas que intervienen en el sobrepeso y obesidad en los niños no difieren mucho de las del adulto. Según el doctor Marcos Sopena, experto en endocrinología y nutrición y director de la clínica Sopena, se engloban en varias categorías:

Factores ambientales:

Exceso en el consumo de hidratos de carbono. Si bien gozan de total inmunidad debido al papel de preferencia que desempeñan en la pirámide alimentaria, son capaces de promover una gran respuesta insulínica y esa insulina es la directora de orquesta en el control del peso. Alimentos como cereales azucarados, pastas refinadas, arroz, pan blanco y, por supuesto, la bollería industrial juegan un papel clave en el desarrollo del sobrepeso.
Incremento del consumo de grasas hidrogenadas (las transformadas por la industria alimentaria con dos finalidades: aumentar su duración y, al mismo tiempo, su sabor). La asociación de esas grasas con un exceso de hidratos de carbono es uno de los factores más importantes para explicar el sobrepeso.
Disminución de la cultura actividad física, la cual ha sido suplantada por las distintas posibilidades de ocio, como son las nuevas tecnologías en forma de videoconsolas u ordenadores.
Falta de sueño. A los niños clásicamente que dormían más se les atribuía una mayor tendencia al sobrepeso, hoy en día está comprobado que es justo lo contrario.

Factores psicológicos:

La conducta de la alimentación es, en muchas ocasiones, expresión de la situación emocional del niño. Muchas veces pueden buscar en la comida una recompensa para mitigar sus carencias y frustraciones.

Factores genéticos:

Aquellos niños que tienen un progenitor con obesidad tienen cuatro veces más riesgo de padecerla. Ese riesgo aumenta hasta ocho, en el caso de que los dos progenitores sean portadores de dicho problema.

El sobrepeso y la obesidad infantil

Cómo prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil.

Verduras o pizza, pescado o hamburguesas, fruta o pasteles. Con imaginación y buenos hábitos la batalla por lo sano se puede ganar. Se ha de procurar elaborar las cosas en casa, por ejemplo una pizza es muy fácil de realizar, y una hamburguesa también. Con un poco de imaginación podemos convencer a los niños de que lo que hacemos en casa es mucho más rico y más saludable que lo que se pueden encontrar en la calle.

Cinco comidas al día, hacer más ejercicio y evitar los atracones son algunos de los consejos pero no los únicos. Hay que vigilar la comida de los niños, porque incluso hay un estudio británico que habla de que los padres compran comestibles para los niños por el regalo que llevan. Cuando a un niño le sacas de la Play porque ya lleva tiempo jugando normalmente lo que ocurre, aparte del enfado inicial, es que hay muchas otras cosas que podría hacer en ese momento: como pasear, como ir en bici, como quedar con amigos…

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Cómo educar a los hijos con el ejemplo. La cesta de la compra y nuestros malos hábitos.

Para que los niños se conviertan en adultos responsables, primero debemos serlo nosotros y educarlos con el ejemplo. Dicen los expertos que haríamos bien en reflexionar sobre la forma en que nos estamos alimentando porque nuestra dieta es cada vez menos sana. Y también hay que pensar en cómo estamos llenando la cesta de la compra cuando vamos al supermercado porque debido a las prisas y a una mala planificación acabamos tirando a la basura mucha comida. Todo tiene que ver al final con el ritmo de vida que llevamos.

La cesta de la compra de los españoles ha cambiado en los últimos años. Luis Planas, ministro de agricultura, comenta los descensos más significativos de los alimentos que han sido la base de la dieta de los españoles durante los últimos años: “Hay un descenso de consumo claro en alimentos como aceite, carne, mariscos y moluscos frescos, pescados frescos y alimentos básicos como puedan ser el azúcar o el pan.”

Josep Bernabeu, profesor de nutrición en la Universidad de Alicante, analiza las consecuencias sobre la salud de estos cambios, en cuanto a la carne no cree que sea un problema. “La carne es un alimento que si consumimos menos no pasa absolutamente nada. De hecho estamos haciendo un consumo excesivo de proteínas animales.” No piensa igual del uso que se hace del aceite, y mucho menos del tipo de aceite: “Ha habido un descenso en el consumo del aceite de oliva, y por el contrario ha aumentado el consumo de aceites como el de girasol que es mucho menos saludable.”

Aún así la cesta de la compra se sigue sustentando en las frutas y hortalizas: “En ese sentido yo creo que, el que sigan teniendo una representación importante es un dato positivo.” Y sobre todo en la leche y sus derivados. El profesor Bernabeu ve aquí un problema con el descenso del consumo de la leche natural: “se está sustituyendo por un aumento de batidos y otros derivados lácteos que no tienen la condición de alimento protector que tiene la leche sola. Ahí sí que tendríamos que hacer algún matiz y tendríamos que poner alguna nota de preocupación.”

¿A qué se debe esta variación en el consumo de alimentos? Rubén Sánchez, de FACUA, apunta al criterio económico: “Las familias han tenido que modificar sus hábitos de consumo, sus hábitos de alimentación, precisamente para adaptarse a una situación de desempleo, de trabajos con salarios muy precarios, etc.”

Pero no sólo cambia el consumo de alimentos sino también la forma de cocinarlos, y todo se debe al cambio de estilo de vida tal como apuntan Ruben Sánchez, portavoz de FACUA: “Puede que se esté renunciando a determinados tipos de alimentos por su alto precio, y también puede que se esté renunciando a alimentos que requieren trabajo y esfuerzo en cocina porque no hay disponibilidad de suficiente tiempo en una vivienda donde hay empleos o incluso pluriempleos.”, y el profesor Josep Bernabeu: “Si nos paramos a pensar un poco, tenemos tiempo para todo menos para comer y para preparar nuestra alimentación. Al final buscamos lo rápido y lo que no nos quite tiempo, y eso hace que vayamos a esos productos que nos ofrece la industria alimentaria donde lo más fácil es calentar y servir. Hemos pasado de esos platos de cuchara a platos donde tenemos la carne o el pescado y luego acompañado con algún complemento vegetal que normalmente suele ser uno de los elementos que pasan al desperdicio. Aquí yo creo que hemos dado un paso atrás.”

En España todavía se desperdician más de seiscientas mil toneladas de comida y bebida al año. En 2017 el número de residuos descendió un 10%, pero la cifra absoluta sigue siendo preocupante para el ministro de agricultura: “Hemos tenido una disminución notable, aún así la cifra me parece realmente muy elevada. Nos queda mucho camino sin duda por recorrer.”

Si se atiende a los diferentes sectores poblacionales los hogares compuestos por gente joven y los que tienen algún hijo a cargo son los que más residuos de este tipo generan, frente a los adultos independientes y las parejas sin niños. La causa, según Jordi Pich, profesor de psicología de la Universitat de les Illes Balears (UIB), atiende a varios factores. El primero la falta de planificación por el cambio de ritmo de vida y de hábitos: “Comer significa una previsión de lo que vas a comer hoy y de lo que vas a comer mañana, significa unos ciertos hábitos, unas ciertas rutinas que precisamente durante el periodo de juventud se saltan más alegremente que cuando uno es mayor.”

En segundo lugar no se tiene en cuenta el valor de la comida, que va más allá de su precio: “En la época de nuestros antepasados inmediatos se decía recuerda que hay hambre en el mundo. Hoy todo eso se olvida y la comida acaba estropeada y en la basura.”

Y, por último, la accesibilidad que hay actualmente a casi cualquier alimento por un precio bastante bajo: “Si tú puedes comprar unas pechugas de pollo frescas por cinco o seis euros… realmente es un gran logro de la sociedad de consumo. Pero la gente más consciente sabe que ahí hay un gasto oculto de contaminación, del agua que se consume, etc. que no se paga. Es por esto que se puede mantener el precio.”

Mientras, desde FACUA, Rubén Sánchez apunta también hacia las empresas: “El sector industrial no se esfuerza en modificar tipos de envases, tipos de formas de presentación de los productos que favorezcan que los diferentes tipos de unidades familiares puedan comprar algo justo orientado a lo que realmente pretenden consumir y no por encima de ello.”

¿Hemos elegido esta forma de vivir o nos la han impuesto? Josep Bernabeu reflexiona sobre ello: “Se están produciendo cambios muy rápidos, muy acelerados. El consumidor, el ciudadano, no tiene las herramientas adecuadas para poder hacer frente a todos esos cambios; para poderlo afrontar desde el conocimiento, desde la información, siendo críticos con aquello que se nos ofrece. Y al final, por todas las razones que se han comentado antes, donde parece que nos obligan a tener que consumir algo que sea barato, que sea saludable y que sea rápido… y el resultado muchas veces es catastrófico.”

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Alimentación infantil. Alimentación y nutrición saludable para niños por edades.

Qué es la alimentación y la nutrición. Alimentación equilibrada.

La alimentación es una necesidad básica de nuestro cuerpo. Es un proceso que nos acompaña toda la vida, mediante el cual obtenemos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita en cada etapa para crecer tanto física como mentalmente.

Lo más importante en la alimentación es que sea variada y equilibrada, porque no hay ningún alimento que aporte todos los nutrientes en la proporción adecuada que el cuerpo necesita. Un periodo prolongado de falta de nutrientes puede llevar a alteraciones irreversibles (por ejemplo de desarrollo óseo), agotamiento físico, enfermedad o infección.

La familia es el núcleo donde los hijos, siguiendo nuestro ejemplo, aprenden hábitos y costumbres que condicionarán su comportamiento alimentario en el futuro. Conviene asegurarse de que los niños hagan al menos tres comidas consistentes al día (desayuno, comida y cena) y dos más ligeras (a media mañana y merienda). Es conveniente también que desayunen antes de salir de casa, así afrontarán el día con energía. Está demostrado científicamente que los niños que desayunan bien en casa mejoran su rendimiento académico.

El modelo actual de vida familiar, con horarios de trabajo muy apretados, hace que cada vez haya más niños que se quedan a comer en los centros educativos. Por este motivo, los padres deben conocer muy de cerca las condiciones nutricionales y educativas de estos servicios para poder complementar la alimentación de casa con la de la escuela.

En general, para que los hijos tengan una alimentación sana y equilibrada es conveniente:

  • Que seas su ejemplo, enseñándoles buenos hábitos en la mesa: lavarse las manos antes y después de comer, masticar bien, utilizar los cubiertos, comer toda clase de alimentos, no levantarse de la mesa, etc.
  • Hacer las comidas en familia manteniendo cierta regularidad de horarios, en un ambiente tranquilo y relajado, sin televisión, radio o juguetes. De esta manera haréis de ese momento un espacio educativo y de comunicación familiar.
  • Hacer que participen en la compra y en la preparación de alimentos; de esta manera se familiarizarán con ellos y se favorece que acepten nuevos.
  • Procura que en su desayuno haya fruta, derivados de la harina y lácteos. Hay que evitar los zumos de fruta envasados ​​y los productos de bollería, ricos en azúcares y grasas que pueden contribuir al sobrepeso y a la obesidad infantil.
  • Potenciar la dieta mediterránea; es decir, el consumo de cereales, en especial los ricos en fibra, frutas del tiempo y frutos secos, verduras, legumbres y aceite de oliva.
  • Ofrece alimentos de todo tipo a tus hijos, evitando los que son superfluos, como golosinas, refrescos y precocinados, altos en calorías y bajos en nutrientes que no aportan nada al cuerpo.
  • Evita que tus hijos tomen bebidas energéticas, porque tienen un contenido alto de cafeína y otras sustancias excitantes que pueden provocar problemas graves de salud. Conviene no confundirlas con las bebidas isotónicas, que se toman durante la práctica del deporte para rehidratar el organismo.
  • Procura establecer, junto con ellos, una relación sana con la alimentación, de manera que no sea una obsesión. Es una buena medida preventiva para evitar trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia.
  • Favorece un estilo de vida saludable: alimentación sana, actividad física (caminar, correr, jugar en el parque, hacer deporte, etc.) y un uso medido de pantallas (televisión, ordenador, tablet…) para evitar problemas de sobrepeso y obesidad infantil.

El sobrepeso y la obesidad infantil

0-3 años.

La alimentación infantil en la etapa de 0 a 3 años es especialmente importante. Tus hijos están en un período de crecimiento físico y de desarrollo. La lactancia materna cubre sus necesidades energéticas y nutricionales hasta los seis meses.

A partir de ese momento, hay que incorporar a la alimentación del lactante nuevos alimentos. Si lo haces de manera lenta y progresiva, siguiendo las indicaciones del pediatra, podrás ir detectando posibles problemas de tolerancia o alergias a nuevos alimentos en tus hijos.

El desarrollo del gusto por los nuevos alimentos puede ser un proceso lento que requiere constancia y paciencia por tu parte. Durante los primeros meses de vida, el bebé establece una relación con la comida que puede influir en etapas posteriores. Por ejemplo, la persistencia, sin necesidad, del biberón o la comida triturada puede hacer que aprenda a masticar tarde, y la falta de movimiento de las mandíbulas podría originar dificultades de pronunciación en el habla. La introducción forzada de algún alimento puede producir futuras manías o fobias que lo pueden llevar a rechazarlo.

Es importante que la hora de las comidas tenga lugar en un ambiente tranquilo. Hay que evitar la presencia de televisión, radio o juguetes, para hacer, de ese momento, un espacio de comunicación y afecto.

También es el momento de ayudarles a adquirir hábitos de higiene (lavarse las manos, manipular alimentos), destrezas manuales (beber de un vaso o taza, comer con cuchara, pinchar con el tenedor) y de saber estar en la mesa (comer sentado, no levantarse hasta que haya terminado, comer sin jugar, etc.). Hay que aprovechar todas las ocasiones para desarrollar estos hábitos alimentarios y cívicos.

 

 

 

 

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3-6 años.

En este periodo tus hijos incrementan la actividad física a través del juego y del movimiento. Por este motivo necesitan una alimentación variada y equilibrada que les aporte la energía que necesitan para su desarrollo.

Debes asegurarte de que tus hijos hagan cinco comidas repartidas a lo largo del día. El desayuno es muy importante para empezar la jornada. Debe incluir lácteos, frutas o zumo natural y cereales, que aportarán a su cuerpo los nutrientes y la energía que necesitan. En caso de que al mediodía coman en el comedor escolar, es interesante que planifiques la cena de forma equilibrada con la comida de la escuela.

Es conveniente hacer al menos una comida juntos en familia. Procura que sea un espacio tranquilo de comunicación y afectividad, sin la presencia de la televisión, radio u otros elementos que estorben este ambiente.

También es un buen momento para mantener los hábitos aprendidos en otras etapas e introducir otros nuevos (no hablar con la boca llena, comenzar a utilizar el cuchillo, levantarse de mesa sólo cuando todo el mundo ha terminado de comer, no jugar en la mesa mientras comen, etc.).

Anímales a participar con vosotros en actividades relacionadas con la alimentación como la compra, poner la mesa o colaborar en la preparación de platos sencillos. Esto hará que se familiaricen con diferentes tipos de alimentos a la vez que adquieren responsabilidades.

Hay niños que en estas edades no quieren comer. En su caso, conviene no dramatizar ni forzarlos en exceso, para evitar que vivan la alimentación como un castigo. Del mismo modo, no hay que premiarlos si lo acaban todo porque la comida no es un instrumento de premio o castigo. Hay que hablar con el pediatra y seguir sus orientaciones.

Cada niño tiene su ritmo de comida, por eso es importante respetar el tiempo que necesiten; aún así se recomienda que una comida no se alargue más de 45 minutos.

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6-12 años.

En esta etapa tus hijos realizan un importante desgaste intelectual (más horas de estudio, más concentración, etc.). Por otro lado es un momento de desarrollo físico y de participación en actividades físicas o deportivas. Por este motivo es necesario reforzar su dieta con alimentos ricos en minerales, como el yodo y el magnesio, necesarios para desarrollar el cerebro y los huesos. Estos minerales están presentes en el pescado, los vegetales de hoja verde, la fruta, las legumbres y los cereales integrales, entre otros.

Asegúrate de que tus hijos hagan cinco comidas repartidas a lo largo del día. El desayuno es muy importante para empezar la jornada, porque garantiza un buen rendimiento escolar. Es recomendable que hagan un desayuno completo en casa antes de ir al centro educativo. Conviene que tomen también algo a media mañana. En caso de que al mediodía coman en el comedor escolar, es interesante que planifiques la cena de forma equilibrada con la comida de la escuela.

Es conveniente hacer al menos una comida juntos en familia. Procura que sea un espacio tranquilo de comunicación y afectividad, sin la presencia de la televisión, radio u otros elementos que perturben este ambiente.

También es un buen momento para mantener los hábitos alimenticios aprendidos en otras etapas e introducir otros nuevos (terminarse la comida del plato, esperar que todo el mundo esté servido para empezar a comer, utilizar correctamente los cubiertos, no tener en la mesa ni el móvil ni la tablet, etc.).

Procura realizar actividades relacionadas con la comida conjuntamente con tus hijos como ir de compras, hacer menús, mirar las etiquetas de los productos para conocer sus ingredientes, que colaboren con vosotros a la hora de cocinar, etc. De esta manera se favorecen actitudes que los ayudarán a consolidar unos hábitos alimentarios sanos a la vez que adquieren responsabilidades.

A lo largo de esta etapa hay que explicarles cómo debe ser una dieta equilibrada y los efectos negativos de algunos alimentos y bebidas. Del mismo modo, hay que explicarles la importancia de evitar los malos hábitos en la alimentación, como picar entre horas, saltarse una comida, etc. El fomento de buenos hábitos es importante para prevenir conductas que pueden dar lugar a trastornos de la conducta alimentaria.

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12-18 años.

En esta etapa, tus hijos experimentan grandes cambios físicos y psicológicos que los llevan a cuestionarse incluso la alimentación. El crecimiento físico y el gran desgaste intelectual propio de esta edad hacen que necesiten más aporte de nutrientes para asegurar su crecimiento.

Por este motivo, en su dieta no pueden faltar las proteínas (carne, pescado y huevos) para el desarrollo muscular; las grasas saludables (aceite de oliva y frutos secos) y los hidratos de carbono (cereales, legumbres, patatas y fruta) les aportan energía. Hay que evitar el consumo en exceso de grasas saturadas (bollería y comida rápida), ya que aumentan el nivel de colesterol y el riesgo de sobrepeso y obesidad.

Hay que evitar también que consuman bebidas energéticas con alto contenido en cafeína y otras sustancias excitantes que pueden provocar trastornos como nerviosismo, irritabilidad, insomnio, falta de concentración, etc. Conviene no confundirlas con las bebidas isotónicas que se toman para restaurar los líquidos y las sales minerales durante la práctica deportiva.

Para garantizar la variedad de alimentos y sus necesidades, es aconsejable hacer una planificación semanal con su colaboración. Esta debería incluir todas las comidas y tener en cuenta la actividad física y el tiempo de estudio previsto.

El desayuno es muy importante para empezar la jornada porque garantiza un buen rendimiento escolar. Por este motivo es recomendable que hagan un desayuno completo en casa antes de ir al centro educativo. Conviene que tomen también algo a media mañana.

Aunque en esta etapa es posible que los horarios familiares sean diversos, sigue siendo importante hacer una comida al día en familia. Además de potenciar la comunicación y los vínculos afectivos con los hijos, también te permitirá supervisar sus hábitos alimentarios.

La inseguridad e insatisfacción personal que se dan en estas edades, los llevan a tener, a veces, una idea poco real sobre su peso y figura. En estos casos, pueden aparecer conductas preocupantes con relación a la alimentación. Hay que estar alerta ante la aparición de señales que indiquen un posible trastorno alimentario que podría derivar en anorexia o bulimia. Para prevenirlo, conviene que sigan unos horarios regulares, que no coman entre horas, que eviten eliminar comidas o sustituirlas por comida rápida, que no sigan dietas sin supervisión, etc. Si aparece alguna señal de alarma en su conducta, debes consultar al médico.

En esta etapa, tus hijos son más autónomos en muchos ámbitos de su vida y alcanzan cada vez más responsabilidades. En relación con la alimentación, deben saber qué alimentos forman parte de una dieta equilibrada y cuáles perjudican la salud. En cuanto a los hábitos alimenticios, ya han de ser capaces de prepararse el desayuno, la merienda, alguna comida sencilla, etc.

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Alimentación en tiempo de crisis. 10 consejos para comer sano y elaborar dietas saludables con menos dinero.

Hay muchas maneras de ahorrar dinero en la compra de alimentos. Los tres pasos principales son: planificar antes de comprar, comprar los artículos al mejor precio y preparar las comidas preferentemente en casa.

  • Muy importante: ¡planificar! Antes de ir a la tienda de comestibles, planifica tus menús para la semana. Eso te ayudará a evitar la compra impulsiva de alimentos no necesarios, los “extras”, que habitualmente hacen subir mucho la factura final. Incluye a menudo platos como guisados y estofados a base de legumbres y verduras, son preparaciones muy económicas y nutritivas. Ten en cuenta alimentos que ya tengas en casa (en la despensa, en la nevera y en el congelador) y haz una lista de lo que necesitas comprar.
  • Busca el mejor precio, compara. Revisa la publicidad de las tiendas del barrio, de los mercados y de los supermercados para buscar ofertas y descuentos. Pregunta si tienen tarjetas de fidelización que ofrezcan descuentos adicionales o días que en que haya descuentos especiales. Busca las ofertas del día o de la semana. Pide o mira el “precio por unidad/kg” en el estante, debajo del producto. Es útil para comparar diferentes marcas y diferentes medidas de la misma marca y poder determinar la opción más económica en relación con la calidad.
  • Compra alimentos de temporada. Comprar frutas y verduras de temporada puede reducir mucho el coste y también aumentar el frescor y el sabor de los productos. Si no tienes que utilizar de inmediato todo lo que compras, puedes preparar algunas de les hortalizas y congelarlas o bien cocinar sofritos, escalibadas, pisto, etc., para acompañar los platos del menú de la semana. Si puedes compra los alimentos a granel, suelen ser más baratos.
  • Los alimentos diseñados para ahorrar tiempo en la cocina… pueden ser MÁS caros. Los alimentos denominados “productos de conveniencia” (cuarta gama, procesados, etc.), como la comida congelada, precocinados, verduras troceadas y ensaladas listas para consumir, arroz instantáneo, diseñados para ahorrar tiempo en la cocina, suelen costar más caros que si compras los productos sin manipular.
  • Los alimentos más interesantes… buenos, nutritivos y baratos. Ciertos alimentos son típicamente opciones de bajo coste durante todo el año. Por ejemplo, las legumbres tienen una gran riqueza nutricional a un precio muy bajo. Los huevos son otro ejemplo con una gran proporción de proteínas de origen animal, mas económicos que las carnes y el pescado y son sustitutos excelentes. Las avellanas acostumbran a ser los frutos secos más baratos. Actualmente hay una oferta de pescado de piscifactoría de gran calidad y a muy buen precio. También son baratos y muy nutritivos la caballa, las sardinas y los boquerones. Entre las carnes, hay que destacar el pollo y el conejo. Para las verduras, hay que elegir siempre las más abundantes de temporada. Las congeladas son también una buena opción. Referente a las frutas, recuerda que siempre hay que seleccionar las de temporada: en invierno, naranjas, mandarinas, manzanas y peras; y en verano, sandía, melón, melocotones y albaricoques.
  • ¡Cocina una vez… comida para toda la semana! En algún momento de tu día libre prepara unas cuantas bases de las recetas que harás durante toda la semana. Por ejemplo, puedes cocer legumbres, arroz o pasta, hervir patatas con piel, preparar algunas salsas. Y puedes refrigerarlo y/o congelarlo en recipientes pequeños. Puedes utilizarlo durante toda la semana combinándolo con los alimentos frescos que vayas comprando. Pide a las personas mayores de tu familia, abuelas, amigos o vecinas, que suelen tener mucha experiencia, información sobre recetas, técnicas culinarias y formas de aprovechar la comida.
  • Ajusta les cantidades…y deje que la creatividad fluya. Ajustar la medida de las raciones a las necesidades de los comensales evitará que sobre comida preparada. Reutilizar las sobras de la comida, cambiando las preparaciones, añadiendo ingredientes y condimentado con especias y hierbas aromáticas es una excelente forma de aprovechar y reducir gastos. Por ejemplo, añade un sofrito a unos restos de pollo o añade los restos de pollo a una ensalada. Los restos de una verdura hervida pueden servir para hacer un buen picadillo, etc. ¡Recuerda, tirar la comida es tirar el dinero!
  • Conserva adecuadamente los alimentos. Comprueba la temperatura de la nevera y pon especial atención al orden y la limpieza de la despensa. Un alimento mal conservado se estropea antes y puede ser peligroso para la salud.
  • Si tienes que comer fuera de casa… Comer a menudo fuera de casa puede resultar muy caro. Ahorra dinero aprovechando las ofertas, los descuentos, los platos únicos bien equilibrados, los platos especiales del día, etc. Recuerda que la opción de la fiambrera y la opción del bocadillo y la fruta pueden ser grandes aliados. El agua es la bebida más saludable y más barata.
  • Los “extras” hacen subir la factura. Golosinas, bebidas azucaradas, bollería, precocinados, aperitivos salados, dulces, bebidas alcohólicas, etc. deberían tener poca presencia en la cesta de la compra. No son alimentos básicos, son alimentos no saludables y a menudo pueden desequilibrar la alimentación y también el presupuesto.

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El plato saludable. Cómo confeccionar un menú saludable.

El Plato Saludable, creado por expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard y los editores en Publicaciones de Salud de Harvard, es una guía para crear comidas saludables y equilibradas –ya sean servidas en un plato o en fiambrera para llevar–. Es una buena idea dejar una copia en la puerta del frigorífico, para recordar a diario cómo preparar comidas saludables y equilibradas.

El plato saludable. Cómo confeccionar un menú saludable.

  • En una dieta saludable la mayor parte de la comida deben ser vegetales y frutas (½ plato). Intenta incorporar color y variedad. Y recuerda que las patatas no cuentan como un vegetal en el plato saludable por su efecto negativo en el azúcar en la sangre.
  • Escoge granos integrales (¼ del plato) Trigo integral, cebada, granos de trigo, quínoa, avena, arroz integral y las comidas preparadas con estos ingredientes como la pasta de trigo integral tienen un efecto más moderado en el azúcar en la sangre y la insulina que el pan blanco, el arroz blanco y otros granos refinados.
  • El valor de la proteína (¼ del plato) Pescado, pollo, legumbres y nueces son fuentes de proteínas saludables y versátiles. Pueden ser mezcladas en ensaladas, y combinan bien con vegetales en un plato. Limita las carnes rojas, y evita carnes procesadas y los embutidos.
  • Aceites saludables con moderación. Escoge aceites vegetales saludables, sin duda la mejor opción es el aceite de oliva. Evita los aceites parcialmente hidrogenados, los cuales contienen las grasas trans no saludables. Recuerda que “bajo en grasa” no significa “saludable”.
  • Toma agua, café, o té. Omite las bebidas azucaradas, limita la leche y productos lácteos a una o dos porciones al día, y limita el zumo a un vaso pequeño al día.
  • Mantente activo. Mantenerse activo también es importante en el control de peso, para evitar el sobrepeso y la obesidad.

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Trastornos de la conducta alimentaria.

¿Qué son los trastornos y desórdenes alimenticios?

Los trastornos de la alimentación constituyen un grupo de trastornos mentales que se caracterizan por conductas y pensamientos alterados para con la alimentación, el peso o la figura.

Afectan, mayoritariamente, a niños, niñas, mujeres jóvenes y, cada vez más, a adultos. Se producen por diversos factores considerados de riesgo que pueden estar presentes en personas sanas o en personas que presentan otras enfermedades. Los trastornos nutricionales  tienen graves consecuencias nutricionales, biológicas, psicológicas y sociales.

La anorexia y la bulimia nerviosas y el trastorno por atracón son enfermedades que se caracterizan por la adopción de conductas anómalas ante la alimentación y por la insatisfacción ante la propia imagen corporal. La persona que las padece come muy poco o impulsivamente hasta hartarse, vomita, hace ejercicio de forma exagerada, abusa de los laxantes o toma diuréticos, siempre con el deseo insatisfecho de estar delgada.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) afectan a más del 5% de los adolescentes y jóvenes, pero también se producen en adultos. Están causados por una combinación de factores (biológicos, psicológicos, sociales y culturales) que hacen que la persona llegue a perder el control sobre el cuerpo, la mente y la conducta. Las personas que los padecen tienen el objetivo de adelgazar pero nunca se ven suficientemente delgadas; se aíslan, se convierten en personas inseguras y tienen la autoestima baja, pero no reconocen que algo va mal.

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¿Qué consecuencias tienen y cómo se tratan los trastornos relacionados con la alimentación?

La anorexia nerviosa se caracteriza por hacer una dieta restrictiva con el deseo de llegar a un peso por debajo de lo normal y mantenerlo. Esta pérdida de peso en un inicio es voluntaria, pero luego la persona enferma pierde el control sobre su cuerpo.

La bulimia nerviosa se distingue de la anorexia por la adopción de conductas de purga (vómitos, ejercicio en exceso, utilización de laxantes, etc.) después de los atracones, con el único fin de no aumentar de peso o de disminuirlo.

El trastorno por atracón, en que se ingieren grandes cantidades de comida, tiene como consecuencia inmediata el sobrepeso, la obesidad y todos los riesgos asociados (diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, etc.).

Todos estos TCA producen alteraciones biológicas y psicológicas importantes en las personas enfermas, y también les ocasionan un grave proceso de desadaptación del entorno, que las aísla de los amigos y amigas y altera seriamente las relaciones con la familia.

La familia, que ve modificados sus hábitos y relaciones, sufre intensamente la enfermedad y como consecuencia tiende a la desorganización. En la gran mayoría de casos es necesaria la ayuda terapéutica.

El tratamiento de los TCA lo llevará a cabo un equipo multidisciplinar de profesionales especializados en atender las complicaciones médicas, psicológicas, sociales y familiares que surgen. No hay un tratamiento único estándar de la enfermedad, sino que se ha adaptarse a las características de cada persona.

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Comportamientos y señales que nos pueden alertar de un TCA.

Determinados tipos de comportamientos o signos pueden hacer sospechar de la presencia de un TCA. Hay que estar alerta, ya que si se diagnostica y se trata precozmente la recuperación es más fácil y rápida.

Comportamientos que pueden hacer sospechar de TCA:

  • Preocupación extrema por la figura y el peso.
  • Fijación por la moda y los valores que se asocian.
  • Autoimposición de dietas bajas en calorías sin necesidad y sin control médico.
  • Rechazo a una dieta normal; preferencia por las dietas atípicas, peculiares o extrañas.
  • Rechazo a tener un peso normal.
  • Aumento del ejercicio para perder peso, cuando éste es normal.
  • Comer a escondidas.
  • Atracones.
  • Vómitos y uso de laxantes o diuréticos.

Signos de alarma que pueden indicar que se sufre un TCA:

  • Pérdida de peso o parada del incremento de peso que correspondería por la edad.
  • Ausencia inexplicable de menstruación.
  • Parada del crecimiento.
  • Complicaciones por el ejercicio excesivo.
  • Pertenencia a grupos de riesgo (atletas, bailarines, modelos, etc.).
  • Complicaciones físicas de las conductas de purga (vómitos, laxantes, diuréticos, etc.).
  • Tristeza, aislamiento, perfeccionismo.
  • Descontrol emocional o de conducta.
  • Abandono de tareas y responsabilidades.

El sobrepeso y la obesidad infantil

¿Qué hacer ante la sospecha de enfermedad?

La variedad de síntomas y de conductas relacionadas con la alimentación y la percepción del propio cuerpo, nos ponen en alerta ante la posibilidad de sufrir un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Todos estamos implicados en la posible detección y en la demanda de ayuda especializada.

¿Qué puede hacer la familia?

  • Pensar que es una enfermedad psíquica. Todavía hay mucha gente que tiende a pensar que son manías y que se puede resolver con «mano dura» o dejándolo estar y que el tiempo ayudará.
  • Para conseguir que el adolescente reconozca que puede tener algún problema, es muy importante hacer uso de un buen clima de confianza. Hay que hablar con el afectado con serenidad, pero de manera convincente, que quede claro que sólo se le quiere ayudar.
  • Ponerse en marcha sin dramatizar. El diagnóstico no es difícil pero el tratamiento es complejo y el pronóstico es serio; pero se puede superar con la ayuda profesional adecuada.
  • Contactar con el médico de familia, pediatra o psiquiatra. Este tipo de problemas deben ser atendidos por un especialista. Pero, si no estamos seguros de lo que pasa, o el paciente se niega a ir al especialista, el médico de cabecera nos puede orientar y ayudar.
  • Tener una actitud y conducta lo más normal posible. Tenemos que intentar que el ritmo de vida de la familia se altere lo menos posible. Evidentemente, nunca podrá ser absolutamente normal, pero tenemos que intentar respetar tanto como podamos. De esta manera evitaremos que otros miembros de la familia (hermanos, etc.) puedan tener problemas psicológicos secundarios. También le haremos las cosas más fáciles al paciente.
  • Tener paciencia y constancia. El tratamiento es largo y hay que mantener una serie de pautas bastante tiempo, no se deben gastar todas las energías al principio.

¿Qué pueden hacer los amigos y compañeros?

Es importante hablar directamente con la persona afectada y hacerle ver que han visto conductas extrañas que los hacen pensar que tiene algún tipo de problema. Con suerte, si la persona se encuentra en el límite, puede abrirse un camino para pedir ayuda. Desgraciadamente, la respuesta suele ser una negación y minimización de la situación; por tanto, no se consigue la demanda de ayuda.

Si después de esta primera conversación no se ven cambios en la conducta, es recomendable volver a hablar con la persona para comunicarle la intención de hacer saber a sus familiares que se han detectado esas conductas y poder encontrar una solución. Es posible que no lo entienda, pero a la larga lo agradecerá. Aunque la familia probablemente ya habrá advertido cambios en los hábitos alimenticios de su hijo o hija, es conveniente que reciba esta información de los amigos con los que habitualmente se relaciona para poder buscar ayuda profesional.

¿Qué puede hacer la escuela?

  • Hablar con el adolescente para averiguar si entiende que la situación que está viviendo es un problema. Hay que incidir en la vertiente del sentimiento («¿Lo estás pasando mal?», «¿Qué es esto que parece que te preocupe desde hace unos días?» …) y no tanto en la vertiente racional (así evitamos entrar en juegos manipuladores o engaños). ¿Cómo se puede conseguir? Hay que mostrar interés por todo lo que le pueda estar preocupando y facilitar el diálogo para que, remarcando la garantía de confidencialidad, pueda expresar sus miedos o dificultades.
  • Incidir en la necesidad de pedir ayuda profesional para poder detener la difícil situación que seguramente está viviendo. Hay que resaltar el papel del terapeuta como alguien que le puede ayudar a hacerlo sentir mucho mejor consigo mismo y esto mejorará su relación con los demás.
  • Favorecer que sea el propio alumno quien lo pueda comunicar a sus padres. El papel del educador debe estar más enfocado a que el adolescente tome consciencia del problema y sea capaz de pedir ayuda y no debe tener exclusivamente el papel de mensajero.
  • En caso de que el joven presente signos importantes de la enfermedad y que se niegue a comunicarlo a sus padres, hay que informarle de que en este caso habrá una entrevista con los progenitores. Hay que explicitar que se romperá el pacto de confidencialidad ya que su vida puede correr peligro y que se le está ofreciendo la posibilidad de recibir ayuda profesional para dejar de sufrir.
  • Facilitar a los padres los recursos que tienen a su disposición. Es importante una derivación adecuada.

¿Qué pueden hacer los profesionales?

  • Informar de manera clara a los pacientes y familiares.
  • Comprometer a las familias en la prevención y el tratamiento.
  • Hacer un diagnóstico y una evaluación física precoz.
  • Adoptar la decisión del tratamiento in situ o de la derivación.
  • Instaurar un tratamiento nutricional o farmacológico.
  • Efectuar un control de las complicaciones físicas.
  • Hacer el seguimiento del caso y la prevención de las recaídas.
  • Coordinarse con el resto de recursos médicos, sociales, educativos, etc.

¿Qué pueden hacer las asociaciones?

Las asociaciones de familias y pacientes con trastornos de la conducta alimentaria (TCA) velan por la salud y por los derechos de los enfermos y para dotarlos de herramientas para comprender e implicarse positivamente en el proceso terapéutico. El primer objetivo de las asociaciones es la acogida de la familia y del enfermo, el conocimiento de la estructura y la dinámica familiar, con el fin de orientarlos y acompañarlos; todo esto se hace a través de entrevistas.

Durante el tratamiento se presta atención a:

  • La comprensión de la enfermedad por parte de la familia.
  • El proceso emocional ante las intervenciones terapéuticas.
  • La aceptación de la enfermedad y, si es necesario, de la cronicidad.
  • El cuidado del entorno familiar y de las situaciones de riesgo.
  • Las necesidades de la salud familiar.
  • La ayuda ante las necesidades sociales y comunitarias.

¿Qué puede hacer la justicia?

Las personas afectadas de un trastorno de la conducta alimentaria pueden no tener consciencia de la enfermedad. Esta ausencia es un síntoma de los más graves de la enfermedad: no se dan cuenta de su trastorno y de la gravedad que tiene. Por lo tanto, a menudo, es necesaria la intervención de la justicia para autorizar un ingreso involuntario por el bien del enfermo y de su tratamiento.

Para poder recibir un tratamiento médico es necesario que el paciente dé su consentimiento tras ser informado tal como marca la legislación vigente. El consentimiento debe emitirlo una persona con la capacidad mental conservada y, en caso de no ser así, admite la excepción. Las leyes permiten excepcionalmente la intervención médica sin consentimiento del afectado si el enfermo está en situación de riesgo grave inmediato para su salud física y psíquica.

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El tratamiento de un trastorno de conducta alimentaria.

El papel de la familia.

Entendemos que la superación de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) no se limita a la mejora del estado físico y del peso, ni siquiera de los hábitos alimentarios alterados por la enfermedad. Aunque este objetivo es primordial, y en casos graves prioritario y vital, en la base de todo proceso terapéutico se deben considerar y trabajar en particular los aspectos motivacionales vinculados a la consciencia de enfermedad, así como la actitud del individuo hacia su tratamiento y el cumplimiento que hace.

A lo largo del proceso de tratamiento se han de poder trabajar los factores causales que influyeron en la aparición del trastorno, pero es necesario abordar los factores mantenedores actuales.

La familia adquiere una gran importancia en el momento de iniciar un proceso de tratamiento con pacientes con trastorno de la conducta alimentaria (TCA), sobre todo si se tiene en cuenta, desde un punto de vista más sistémico, que a veces el paciente identificado puede ser la señal de un funcionamiento familiar patológico. El trastorno no sólo lo sufre la persona afectada, sino todo el núcleo familiar. La terapia debe incluir necesariamente familiares cercanos.

Los familiares deben entender el trastorno desde una vertiente de reeducación alimentaria (de la que los familiares deben convertirse en referentes saludables) y desde la vertiente más emocional. Se les debe ayudar a descentralizar el problema de la parte más física y reforzar otros aspectos tales como la comunicación, la capacidad de poner límites y las emociones entre padres e hijos. El exceso de críticas, de hostilidad o la sobreimplicación pueden mantener el problema alimentario, y el paciente difícilmente podrá resolver sin una intervención familiar. Los miembros de la familia tienen que recuperar sus vidas y aprender a potenciar la autonomía de las personas afectadas.

Objetivos del tratamiento.

Físicos:

  • Recuperación y normalización del peso.
  • Recuperación de las complicaciones físicas.

Conductuales:

  • Normalización de la conducta de ingesta.
  • Eliminación del uso de conductas purgativas.
  • Normalización de la práctica de actividad física.
  • Control de las conductas impulsivas.

Cognitivos:

  • Modificación de los pensamientos disfuncionales en relación con el cuerpo y la valoración estética que se hace.
  • Incremento de la autoestima.
  • Mejora de la imagen personal.
  • Corrección de las alteraciones perceptivas.

Emocionales:

  • Control de la ansiedad hacia la comida y la imagen corporal.
  • Identificación y manejo de las emociones.
  • Mejora del estado de ánimo.
  • Control de los otros trastornos psicológicos asociados.

Familiares:

  • Resolución de los conflictos familiares.
  • Consecución de un apoyo familiar adecuado.
  • Aumento de la independencia de la familia.

Sociales:

  • Mejora de las habilidades sociales.
  • Reducción de la ansiedad social.
  • Superación del aislamiento social.
  • Adaptación social: relacional.

Sociolaborales:

  • Mejora de la autonomía personal y económica.
  • Inserción laboral.
  • Orientación formativa, ocupacional y académica.
  • Mejora de la capacidad para la intendencia del propio hogar.
  • Mejora de la calidad del tiempo de ocio.

Tipos de tratamiento.

El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) lo llevará a cabo un equipo multidisciplinar especializado que dé respuesta a todas las necesidades de las personas afectadas (médicas, psicológicas, sociales y familiares), con carácter integral y con una orientación a la prevención de recaídas.

Una detección, un diagnóstico y un tratamiento precoces son factores de buen pronóstico para la recuperación. Las líneas de intervención son:

  • Psicoterapia individual.
  • Psicoterapia de grupo.
  • Intervención psicoeducativa y psicoterapéutica con las familias.
  • Reeducación alimentaria.
  • Control y seguimiento psiquiátrico y farmacológico.
  • Control y seguimiento médico y farmacológico.
  • Programa rehabilitador y de inclusión social.
  • Intervenciones socieducativas.

Hospitalización.

La hospitalización debe ofrecer la atención continuada e intensiva durante las 24 horas en los casos más graves que requieren una contención física y psicológica más importante, para reestructurar las conductas más patológicas en un contexto terapéutico, constructivo y facilitador del cambio.

Los criterios de recomendación de hospitalización son: el bajo peso, la existencia de riesgos de complicaciones físicas graves, las alteraciones de conducta asociadas al trastorno alimentario, la ausencia de motivación para iniciar y seguir de forma continuada las exigencias del tratamiento y la confluencia con otros trastornos psiquiátricos (comorbilidad).

Para la hospitalización completa será necesaria la autorización del paciente y si éste no deseara el ingreso a pesar de la gravedad del trastorno, será necesaria la autorización judicial. En el caso de los menores es aconsejable, pero no imprescindible, la de los padres y sí se requiere la del juez. En caso de urgencia, hay que ir directamente al hospital y este será el que agilice los procedimientos legales.

Hospital de día.

El hospital de día es una hospitalización parcial intensiva que permite que la persona pueda mantener parte de sus rutinas y hábitos de vida normalizados. Implica una estancia de tratamiento con un máximo de entre 8 y 12 horas diarias.

El hospital de día está indicado para aquellos pacientes con más consciencia de enfermedad y más motivación para el tratamiento. Permite trabajar terapéuticamente con la familia y con la misma persona afectada que, a medida que adquiere autonomía, se entrena y puede enfrentarse a las situaciones personales conflictivas que pueden desencadenar una recaída.

Ambulatorio.

El tratamiento ambulatorio está indicado cuando el inicio de la enfermedad es reciente, la persona afectada está motivada y es consciente de que necesita un tratamiento, y la familia puede ofrecer el apoyo y la contención necesarios para el buen desarrollo del proceso. La persona presenta un trastorno leve y es suficiente con un tratamiento ambulatorio aunque se atiendan de manera individual los aspectos psicológicos, psiquiátricos y médicos.

Pisos terapéuticos.

Los pisos terapéuticos son un tratamiento residencial de inclusión social para personas con trastornos alimentarios tuteladas por un equipo multidisciplinar de profesionales del ámbito sanitario y social. Tiene como objetivo consolidar una conducta alimentaria correcta, conseguir la autonomía personal y económica, prevenir las recaídas y mejorar la calidad de vida.

Factores de buen pronóstico.

Hay unas variables sociales, familiares y personales que hacen que el proceso de la enfermedad tenga una evolución favorable.

Factores personales:

  • Ausencia de alteraciones previas en la personalidad.
  • Edad de inicio temprana.
  • Poco tiempo transcurrido entre el inicio del trastorno y el primer diagnóstico.
  • Poco tiempo de evolución.
  • Existencia de un único factor desencadenante claro.
  • Ausencia de otras patologías psiquiátricas asociadas.
  • Menstruación conservada.
  • Consciencia del trastorno.

Factores sociales y familiares:

  • Buenas relaciones familiares, incluida la familia de origen y la pareja.
  • Buen nivel sociocultural.
  • Red social amplia.
  • Autonomía personal conservada: economía, acceso a los servicios, formación, etc.

Variables relativas al tratamiento:

  • Al inicio de uno nuevo, cuantos menos tratamientos previos se hayan llevado a cabo mejor será el pronóstico.
  • Más duración e intensidad del tratamiento.
  • Objetivos de tratamiento que no se limiten al restablecimiento del estado físico y que incluyan la intervención en los aspectos psicológicos y sociales de la persona afectada.
  • Tratamientos llevados a cabo en un entorno clínico especializado.

Prevención de los trastornos de la conducta alimentaria.

En sanidad no hay mejor inversión que la aplicada en la prevención y promoción de la salud mental. En el caso de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), el sufrimiento, la desorganización de la vida personal y familiar y la repercusión de la anorexia y la bulimia nerviosas en el entramado social hacen de la prevención una necesidad difícil, pero ineludible.

La prevención primaria es la política de salud que establece programas para reducir la incidencia o la aparición de casos nuevos de una determinada patología. Se denomina prevención secundaria el conjunto de intervenciones asistenciales que proporcionan un diagnóstico rápido y preciso y un tratamiento eficaz. La prevención terciaria, conceptualmente más inconcreta, no es más que la suma de medidas que mejoran la calidad de vida de las personas enfermas crónicas y que no son de buen pronóstico.

Los TCA, por su incidencia, por la población a la que afectan, por las características y por la alarma social que generan, han creado una gran polémica. Por ello, a pesar de ser trastornos de aparición relativamente reciente, la necesidad de aplicar programas preventivos se planteó desde un principio.

¿Qué puede hacer la familia?

  • Fomentar la comunicación en la familia. Los hijos e hijas tienen que ver que sus ideas y opiniones son escuchadas y tenidas en cuenta, a la vez que aprenden que puede haber diferentes puntos de vista.
  • Promover la tolerancia. Los niños y adolescentes deben aprender a aceptar las diferencias y a respetar la autonomía propia y la de los demás.
  • Potenciar la autoestima positiva de los hijos e hijas. Los padres tienen que elogiarlos cuando alcanzan metas importantes y deben saber darles confianza cuando se encuentran perdidos. Chicos y chicas deben sentirse valorados por lo que son y por sus habilidades, y no sólo por su físico.
  • Dar herramientas para criticar los estereotipos y los ideales que se pueden ver en los medios de comunicación. Para fomentar esto, es positivo ver la televisión, leer revistas o navegar por Internet con los hijos e hijas y luego conversar sobre estos temas.
  • Hacer de la alimentación un acto social y familiar, haciendo al menos una comida al día la familia reunida y hablando de temas de interés e importancia para todos los miembros.
  • Promover hábitos de alimentación saludables.
  • En caso de detectar comportamientos de riesgo potencial, acudir al centro de atención primaria y a las asociaciones de ayuda a las personas afectadas y a las familias con el fin de orientarse hacia un posible diagnóstico y posterior tratamiento.

¿Qué pueden hacer los profesionales de atención primaria?

Las áreas asistenciales de atención primaria son muy adecuadas para instaurar y mantener programas psicoeducativos de prevención para el acceso de los médicos de familia, pediatras y profesionales de la enfermería a los grupos familiares. La detección precoz en el ámbito de la atención primaria también forma parte de una política preventiva eficaz.

Por su naturaleza, cuando los casos de TCA llegan a la consulta de un médico de atención primaria suelen enmascararse con otros tipos de síntomas. Son habituales las consultas por problemas psicológicos, ginecológicos o gastrointestinales que encubren una anorexia o bulimia nerviosas.

La detección de comportamientos de riesgo o de casos de poca evolución es de gran importancia de cara al desarrollo de la enfermedad. El profesional de atención primaria deberá tener las herramientas suficientes para hacerla y saber dar un apoyo específico favoreciendo la no aparición del problema alimentario. También debe ser capaz de derivar al paciente a una unidad especializada en caso de sospechar la presencia de un cuadro completo de un trastorno de la conducta alimentaria.

¿Qué pueden hacer los profesionales de los centros educativos?

El papel activo que deben tener los profesionales de los centros educativos no sólo se centra en mantener una actitud vigilante frente a la aparición de este tipo de conductas. También deben velar por el correcto desarrollo psicoafectivo de los alumnos, previniendo la aparición de estos comportamientos potencialmente peligrosos mediante herramientas que fomenten una buena salud mental y que permitan a los alumnos desarrollar factores protectores, como una autoestima positiva o una actitud crítica frente a los estereotipos de belleza. Para favorecer la creación de estas actitudes protectoras los profesionales deben:

  • Promover una autoestima positiva como factor de protección y mantenimiento de una adecuada salud mental. Los profesionales deben fomentar que los alumnos se sientan valorados por sus méritos, no sólo por su físico; deben reforzar sus capacidades positivas.
  • Fomentar la autonomía dando responsabilidades y permitiendo que se aprenda de los propios errores. Los profesionales velarán por que la clase sea un entorno donde los alumnos se sientan seguros a la hora de expresar sentimientos y emociones, sin miedo a ser juzgados por el profesor o sus compañeros.
  • Facilitar la aparición de las habilidades sociales y la asertividad para el correcto desarrollo de los adolescentes mediante un clima abierto y tolerante en el aula.
  • Permitir las diferencias individuales, dando ejemplo al aceptar a las personas tal como son, con sus defectos y sus cualidades.
  • Fomentar el espíritu crítico de sus alumnos hacia los medios de comunicación y la publicidad para no dejarse influenciar por modas o tendencias contraproducentes, y aprender a discriminar entre sus necesidades reales y las que se intentan imponer a través de la televisión, las revistas o Internet.
  • Recibir información veraz y contrastada científicamente sobre los TCA para favorecer su correcta detección.
  • Si se detecta un posible caso de trastorno de la conducta alimentaria, hablar rápidamente con la familia de la persona afectada, sin generar alarma, para promover su implicación en la búsqueda de un posible diagnóstico y posterior tratamiento.

¿Qué pueden hacer los medios de comunicación y la publicidad?

Los medios de comunicación y la publicidad son un factor sociocultural de riesgo para sufrir trastornos de la conducta alimentaria. La difusión mediática del modelo corporal delgado como sinónimo de belleza y éxito tiene impacto directo sobre la percepción que las personas tienen de su propio cuerpo y genera una gran insatisfacción con la propia imagen. Por otra parte, el lanzamiento de mensajes que inducen el adelgazamiento, como la promoción de productos con resultados milagrosos o bajos en calorías, fomentan conductas poco saludables para controlar el peso sin percibir el riesgo que esto puede tener sobre la salud.

La difusión de determinados contenidos puede ayudar a generar actitudes y conductas saludables de la población. Por el contrario, un tratamiento incorrecto puede coadyuvar al desencadenamiento de estas enfermedades.

Mitos sobre la alimentación y los alimentos.

Los alimentos light e integrales adelgazan.

Muchos de los alimentos light contienen edulcorantes en lugar de azúcar, pero su composición en grasas o harinas no varía, lo que hace que sigan engordando si se consumen en exceso. En cuanto a los alimentos integrales, aportan una mayor cantidad de fibra, que es beneficiosa para el organismo, pero su aporte calórico es similar al de los alimentos no integrales.

Beber agua durante las comidas engorda.

El agua no tiene calorías y, por tanto, no puede engordar, independientemente del momento en que se beba. Al contrario, beber agua durante las comidas aumenta la sensación de saciedad.

Saltarse comidas adelgaza.

Saltarse comidas aumenta la sensación de hambre y la ansiedad hace que se acabe picando entre horas o que se coma en exceso al sentarse a la mesa. Es más adecuado repartir las comidas en varias ingestas a lo largo del día (no menos de cuatro).

El pan, el arroz y la pasta engordan.

Los hidratos de carbono son la principal fuente de energía para el organismo y deben representar el 50% de la alimentación diaria. Eliminarlos de la dieta drásticamente altera el metabolismo y puede causar daños.

Comer fruta después de la comida engorda.

El orden de los alimentos no varía el contenido calórico. La fruta tiene las mismas calorías si se come sola, antes o después de las comidas.

No se deben juntar hidratos de carbono y proteínas en la misma comida.

Además de que no existe una base científica para esta afirmación, resulta casi imposible separarlos completamente, ya que muchos alimentos contienen una mezcla de hidratos, proteínas y grasas.

Los suplementos vitamínicos son necesarios para cubrir las necesidades nutricionales.

Una alimentación variada y equilibrada cubre los requerimientos diarios de vitaminas. Si no hay deficiencias reales, administrar suplementos vitamínicos sin prescripción médica puede tener consecuencias negativas para la salud, como la aparición de nuevas enfermedades.

Los frutos secos engordan.

Los frutos secos no engordan por sí mismos, de hecho, tienen un efecto saciante que puede ayudar a controlar el peso. Pero si se consumen en grandes cantidades y como suplementos de la alimentación sí pueden hacer ganar peso.

Las grasas vegetales son más sanas que las grasas animales.

Las grasas vegetales o aceites sí son más saludables que las grasas animales, excepto los de coco o palma, que son saturados y, por tanto, perjudiciales.

Comer rápido y de manera precipitada engorda.

No, es el consumo de calorías en exceso lo que produce un aumento del peso corporal. Lo que sí es cierto es que las personas que comen rápidamente suelen ingerir más cantidad de comida.

El consumo de sal engorda.

La sal es un mineral y, por tanto, no tiene calorías. Ahora bien, su ingesta puede producir retención de líquidos en personas que padecen trastornos cardiacos, renales o hepáticos, pero retener líquidos no significa engordar.

Los laxantes adelgazan.

El punto de acción de los laxantes es en el intestino grueso, y la absorción de nutrientes se produce en el intestino delgado; por tanto, no contribuyen a perder peso y el hecho de utilizarlos para ello pone en peligro el estado de salud.

Las tostadas o la corteza del pan aportan menos calorías que la miga.

La composición tanto de las tostadas como de la corteza o la miga es la misma. Sólo cambia el contenido de agua, ya que la corteza y las tostadas contienen menos.

Cada uno puede tener el peso que desee.

No es cierto. El peso es una constante biológica, como la presión arterial, la frecuencia cardíaca, el nivel de glucosa o colesterol, etc. Está correlacionado con la estatura y es el resultado de factores biológicos, genéticos y ambientales. Al igual que en el caso de otras constantes, hay tablas que marcan los límites entre normalidad y anormalidad: delgadez o sobrepeso y obesidad.

Otros mitos.

  • Cualquier grasa del cuerpo es mala.
  • La delgadez es saludable.
  • El sobrepeso y la grasa se pueden perder «rápidamente» y sin peligro para la salud.
  • Existe en las mujeres una grasa especial que se llama celulitis.
  • La grasa de la celulitis está producida por toxinas.
  • Se puede reducir el grosor de una parte concreta del cuerpo especialmente caderas y muslos.
  • Ciertos alimentos o su combinación pueden activar el metabolismo y acelerar la pérdida de peso.
  • Las grasas son perjudiciales e innecesarias.
  • Desde la infancia se debe restringir radicalmente el consumo de grasas para prevenir enfermedades cardíacas.
  • Hacer dieta hipocalórica es saludable.

Fuente: Ente paréntesis de Radio 5 (3/09/2018) y (20/07/2018) / Canal Salut de Gencat.cat

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