Películas en blanco y negro para niños

Películas en blanco y negro para niños

Atreverse con películas en blanco y negro podría parecer una osadía para ver en familia, pero si nos saltamos los prejuicios encontraremos auténticas joyas para pasar una excelente tarde de cine en casa. Gags visuales que se mueven a un ritmo trepidante en un género en el que todos volvemos a ser niños. Películas de Charles Chaplin, los hermanos Marx, Laurel y Hardy, Buster Keaton, Harold Lloyd… Al ser clásicos del cine es fácil encontrar estas películas en DVD. A continuación algunos tráilers y clips míticos de películas que a los peques les encantarán.

[toc]

Películas en blanco y negro para niños:

Tiempos Modernos | Modern Times | 1936

Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a la que conoce en la calle. Aquí la puedes comprar

Películas en blanco y negro para niños | Tiempos Modernos | Modern Times | 1936

Este es el tráiler de la película:

Y la mítica demostración de la máquina de alimentación en la cadena de montaje:

 

La quimera del oro | The Gold Rush | 1925

Obra maestra de Chaplin en la que interpreta a un solitario buscador de oro que llega a Alaska, a principios de siglo, en busca de fortuna. Una fuerte tormenta de nieve le llevará a refugiarse en la cabaña de un bandido. En 1942 fue reestrenada en versión sonora. Aquí la puedes comprar

Películas en blanco y negro para niños | La quimera del oro | The Gold Rush | 1925

Tráiler de la película:

Y uno de los momentos más memorables, la danza de los panecillos:

 

El circo | The Circus | 1928

Último film mudo de Chaplin. El vagabundo Charlot viaja con un circo ambulante y se enamora de una mujer jinete que está enamorada de un musculoso trapecista. Mientras tanto, le suceden mil y una peripecias. Aquí la puedes comprar

Películas en blanco y negro para niños | El circo | The Circus | 1928

Aquí el tráiler:

Y la mítica escena en la que Charlie se queda atrapado en la jaula de un león.

 

Sopa de ganso | Duck Soup | 1933

La República Democrática de Freedonia, un pequeño país centroeuropeo, a cuyo frente se encuentra el muy liberal señor Rufus T. Firefly, se ve amenazada por la dictadura de Sylvania, país de vieja y reconocida solvencia como agresor. Dos espías de prestigio, Chicolini y Pinky, sirven a Sylvania, lo que no impide que acaben siendo ministros del ahora ya excelentísimo Firefly. Aquí la puedes comprar

Películas en blanco y negro para niños | Sopa de ganso | Duck Soup | 1933

Trailer de la película:

Y aquí la antológica escena del espejo:

[toc]

Cotilleos. A nuestro cerebro le encantan

Las revistas del corazón y los programas de televisión dedicados al cotilleo sobre famosos saben muy bien cómo funciona nuestro cerebro.
.
Nos encantan los cotilleos, que nos cuenten los detalles prohibidos de las vidas de los demás y, a partir de pequeños o grandes rumores, fantaseamos completando historias sobre nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo o sobre la última estrella del cine o de la música.

A nuestro cerebro le encantan los cotilleos

No importa que lo que nos cuenten sea verdad o mentira, lo importante es que parezca real. La explicación es que nuestro cerebro odia los datos sueltos, le cuesta mucho trabajo por ejemplo recordar números pero le resulta muy fácil rememorar una historia completa, sobre todo si esta tiene un rico aliño de emociones.

Igual que nuestro organismo disfruta con las grasas saturadas de las pizzas y las hamburguesas, al cerebro le deleitan los relatos que incluyen raciones intensas de amor o desamor, engaños o crímenes.

El genial Bob Pop haciendo su particular análisis de las portadas de las revistas del corazón y  sus cotilleos en ‘Late motiv’, el programa de Andreu Buenafuente

El genial Bob Pop haciendo su particular análisis de las portadas de las revistas del corazón en ‘Late motiv’, el programa de Andreu Buenafuente

El historiador Yuval Noah Harari, en su libro ‘Sapiens’, aventura que sin cotilleos no existiría nuestra especie. Saber quién es de fiar y quién no, quién odia a quién y con quién se acuesta cada cual, le permitió al ser humano crear amigos y enemigos, establecer jerarquías y cooperar en la tribu.

Los grupos más cotillas eran los que más información tenían, y la información se convierte en poder porque sirve para atacar a los enemigos y anticipar sus decisiones. Según la tesis de Harari las tribus más reservadas, las menos cotillas, fueron extinguidas.

Hace unos años la investigadora Lisa Feldman Barrett comprobó, escaneando el cerebro de un grupo de voluntarios, que cuando nos hablan mal de alguien el cerebro cambia en milésimas de segundo las redes con las que codifica a esa persona, y se pone en guardia contra ella. Da igual que  lo que nos cuenten sea verdad o no, el mal está ya hecho.

Este efecto también funciona al contrario. También en pruebas de laboratorio se ha comprobado que cuando nos explican una bonita historia sobre alguien, en la que se prueba su valor y entrega hacia los demás, empezamos a fabricar oxitocina, una hormona que nos predispone al amor, a la compasión y a la fidelidad.

Nuestro cerebro necesita emociones, necesita juzgar a los demás y ponerles etiquetas. Y a los que les cae la desgracia de que hablen mal de ellos están perdidos, porque, aunque se digan mentiras, todo el mundo dudará.

Fuente: «Secretos del cerebro» de Radio 5 (17/05/17)

Qué significan los silencios

Qué significan los silencios

La palabra es nuestra herramienta de comunicación por excelencia, pero entre palabras, antes o después de ellas, hay silencios. Los silencios tienen un significado, en ocasiones son mucho más elocuentes que lo que se dice.

Qué significan los silencios en una conversación o en un discurso:

¿Pueden los silencios tener tanta fuerza como la palabra? La respuesta es sí, el silencio puede tener muchísimo poder. Forma parte de nuestro comportamiento no sólo en las conversaciones o en un discurso, un silencio puede acarrear consecuencias muy importantes en nuestras vidas.

Callarnos cuando somos espectadores de una injusticia tiene un significado y habla de que tipo de persona somos, o callar cuando tenemos una información que puede beneficiar a alguien y no la decimos es también un tipo de silencio y tiene consecuencias, a veces muy positivas y otras veces negativas.

Hay silencios colectivos, silencios individuales, silencios voluntarios y silencios obligados (el poder, a veces, obliga a determinados silencios).

En nuestro día a día, en cualquier conversación, es importante saber gestionar los silencios. Si dos quieren hablar y ninguno de ellos tiene la actitud de silencio no hay escucha, no hay una conversación posible. La gestión de la palabra es tan importante como la gestión de los silencios.

Los silencios en una conversación pueden tener distintos significados:

  • Pueden querer decir: «Quien calla, otorga».
  • Pero también pueden servir para evitar el conflicto: «mejor me callo, no voy a decir nada para no complicar las cosas».
  • O simplemente pueden ser un síntoma de desinterés: «para que voy a decir nada. No me interesa el tema. Ni me interesa la persona con quien estoy hablando».

¿Hay para quien el silencio representa debilidad, sumisión? En ocasiones podría serlo. Hay personas que no hablan porque no se atreven, o porque no se creen en la posición de poder opinar.

El silencio también es una señal de poder. Hay jefes, por ejemplo, que pueden estar mirando a un subordinado en silencio, durante largo rato, y esta es una forma de ejercer autoridad, de ejercer poder. Es algo que hacen también los profesores, el mirar en silencio a alguien. Y le están transmitiendo una información importantísima: «yo tengo poder sobre ti».

La personas que tienen seguridad en sí mismas soportan mejor los silencios. En cambio hay personas que no soportan bien los silencios en situaciones determinadas, cuando están acompañadas necesitan hablar y hablar… de sí mismas, del tiempo… de cualquier cosa con tal de rellenar la ausencia de palabras.

Son personas que hablan mucho, pero hablan por hablar, de temas que no interesan al otro sin tampoco preguntarse qué es lo que puede interesar a su interlocutor. Son personas que acaban siendo aburridas y pesadas, y que muchas veces terminan metiendo la pata explicando cosas suyas, de su familia o de su empresa que son confidenciales.

Qué significan los silencios
Ilustración de Janice Nadeau

¿Y los silencios que se producen en los ascensores? Estos silencios nos crean una situación de cierta incomodidad. Es interesante tener la habilidad para romper esos silencios, aunque sea hablando del tiempo. Son conversaciones intrascendentes que, en esos casos, nos acercan a los demás.

Si empezamos a hablar podemos tener más empatía con las otras personas, porque al hablar sonreímos, nos miramos a los ojos… aunque no sea muy importante lo que estamos tratando el romper ese silencio nos permite acercarnos a los demás.

A la hora de hacer un discurso, las pausas, los silencios, también dan juego. Es una técnica que los grandes profesionales dominan. Los magos, por ejemplo, o los actores que se dedican sobre todo al humor, dan una gran importancia a las pausas. Hacen una broma, una observación, y después se quedan en silencio. Es una manera de indicar al público que lo que han dicho es una broma, para darle tiempo a reaccionar y que los espectadores se puedan reír y puedan aplaudir.

Los silencios son tan importantes como las palabras. Quien prepara un discurso, en general, le da tanta importancia a estas pausas como a las frases que tiene que pronunciar. Hablar en público es algo que se entrena y se ensaya.

Hay políticos que son expertos, Obama por ejemplo es un maestro de los silencios. Hace unas pausas fantásticas, siempre bien colocadas en el discurso y, además, largas. Es capaz de hacer pausas importantes delante de dos personas o de cincuenta mil. Siempre acompañando con el lenguaje corporal: pecho abierto, vista hacia el público, con la cabeza levantada, sin rehuir la mirada. De esa manera da importancia a lo que acaba de decir y, además, prepara a su público para lo que vendrá después.

Un muy buen ejemplo es el mítico discurso de Martin Luther King, donde vemos cómo juega con las pausas:

En primer lugar no hay ningún motivo para ir deprisa cuando estamos en una conversación importante, o cuando estamos dando un discurso. Las pausas marcan un ritmo, están dando importancia a lo que se acaba de decir, y también le indican al público cuándo puede aplaudir.

Fuente: Teresa Baró en el programa «Para todos la 2». Teresa Baró es escritora, formadora, conferenciante internacional y experta en comunicación personal y lenguaje no verbal. / Imagen de portada: Fragmento de la portada de «Dibujos invisibles»  de Gervasio Troche.

La importancia de las preguntas

La importancia de las PREGUNTAS

Cuentan que cuando le preguntaron a Sócrates qué era lo más importante que había hecho, él respondió: “enseño a los hombres a preguntar”. Aprender a formular buenas preguntas ha de ser una referencia clave para quien educa.

La educación de la respuesta correcta no ayuda nada a la curiosidad, imprescindible para el proceso cognitivo. Sólo una educación de la “pregunta” agudiza y refuerza la curiosidad.

Estando una anciana cuidando dos vacas que pastaban plácidamente en un prado, acertó a pasar por allí una desconocida, que se sentó en el pequeño muro que delimitaba el prado. Tras permanecer un momento en silencio, preguntó:
―¿Comen bien las vacas?
―¿Cuál de ellas? ―dijo la primera.
La mujer que estaba de paso, un poco desconcertada por la pregunta, dijo entonces al azar:
―La blanca.
―La blanca sí ―dijo la anciana.
―¿Y la negra?
―La negra también.
Tras ese primer intercambio, las dos mujeres permanecieron durante un buen rato sin hablar, la mirada perdida en el paisaje, las montañas, el pueblo.
Entonces la mujer que estaba de paso preguntó:
―¿Y dan mucha leche?
―¿Cuál de ellas? ―contestó la otra.
―La blanca.
―La blanca sí.
―¿Y la negra?
―La negra también.
A lo que siguió otro silencio, en el transcurso del cual las dos mujeres no se miraron. Solo se oía el apacible sonido de las dos vacas que pastaban. Finalmente, la forastera rompió el silencio y dijo:
―Pero, ¿por qué siempre me pregunta “cuál de ellas”?
―Porque la blanca es mía ―contestó la primera.
―Ah ―dijo la otra.
Reflexiono un poco, y pregunto con cierta aprensión:
―¿Y la negra?
―La negra también. (1)

Esta historia, aparentemente absurda y que a veces se cuenta como chiste, pone el acento en la preguntas que, por lo general, preceden a las respuestas y las condicionan.

Las preguntas centran nuestra atención y nos invitan a mirar en una determinada dirección. Timsit (2) nos previene ante ciertos mecanismos de socialización que evitan que la gente se haga preguntas sobre las cuestiones importantes que afectan a sus vidas o a las de los demás. Se desvía la atención de la gente, manteniéndola lejos de los verdaderos problemas sociales mediante continuas distracciones e informaciones sin importancia real.

La importancia de las PREGUNTAS

Las preguntas relevantes son:

¿A dónde van a parar esos beneficios?
¿Quién controla ese fondo de pensiones?
¿De dónde proceden esos metales, aquellos aceites vegetales?
¿Con qué tipo de energía se genera esa electricidad?
¿Cuántos sindicalistas mueren asesinados ahí?
¿Cuántos trabajadores en accidente laboral?
¿Cuántas mujeres por violencia machista?
¿Qué se hace con aquellos residuos?
¿Quién se beneficia de esa privatización?

En cambio, se organiza todo para que nos preguntemos únicamente:

¿Quién se acuesta con quién?
¿Qué equipo ganó el partido de ayer?
¿Dónde has pasado las vacaciones?

«Lo importante es no dejar nunca de hacer preguntas. No perder jamás la bendita curiosidad.» Albert Einstein

(1)  Jean Claude Carrière sitúa esta historia en el País Vasco, y la recoge en su libro El círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero.
(2)  Sylvain Timsit (2002) Stratégies de manipulation

Fuente: «EL FULGOR DE LA LUCIÉRNAGA. Cuentos para repensar la educación», de Joseba Martínez Huerta /  Imagen de portada: «Vacas» Flickr Susana Fernandez

Aprender a perdonar y pedir perdón

Decía Jorge Luis Borges que con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero que perdonar sólo es cosa de almas grandes. La vida social no sería posible si no tuviésemos cierta capacidad de perdón. Sin embargo necesitaríamos ejercitar nuestros “músculos del perdón” con mayor regularidad. La mejor manera de hacerlo es recordar cuando hemos necesitado que otros nos perdonen en el pasado.

Perdonar, significado según la RAE

Del latín tardío perdonāre, de per-per-‘ y donāredar‘.

  • Verbo transitivo: Dicho de quien ha sido perjudicado por ello: Remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa.
  • Verbo transitivo: Exceptuar a alguien de lo que comúnmente se hace con todos, o eximirlo de la obligación que tiene.
  • Verbo transitivo: Renunciar a algo o privarse de ello. No perdonar ocasión de lucirse. No perdonar un baile.
  • Verbo transitivo: Renunciar a un derecho, goce o disfrute.

Saber perdonar es un acto de fortaleza emocional

Hay quien cree que el perdonar es un acto de debilidad. No es cierto, es todo lo contrario. Perdonar es un acto de fortaleza emocional, porque utilizas muchos valores para conseguirlo: tienes que ser generoso, tienes que olvidar, hacer un sacrificio por la otra persona, es un componente empático y altruista, o sea que no tiene nada que ver con la debilidad.

Perdonar y olvidar. «Perdono pero no olvido. Olvido pero no perdono»

Son frases que a menudo utilizamos, ¿hay alguna diferencia entre ellas? La verdad es que no. Cuando se estudia psicológicamente el perdón, el perdón realmente no requiere de la reconciliación con la persona, ni de que la otra persona te pida el perdón. El perdón es una experiencia interna, y entonces perdonar supone siempre olvidar.

Está claro que, cuando alguien te ha ofendido, no borras de tu memoria lo que ha pasado. En ese sentido no se olvida. Pero sí que cuando perdonamos olvidamos todas aquellas acciones negativas de venganza, de tomarnos la justicia por nuestra mano contra esa persona.

Perdonar y olvidar van de la mano, pero no porque se borre de la memoria sino porque olvidar supone parar. Dejar de pensar en el agravio. Dejar de recrearte en qué harías con esa persona. Dejar de desearle que sufra lo mismo que has sufrido tú. Por eso decimos que perdonar y olvidar son dos aspectos de una misma acción.

Cuáles son los beneficios de perdonar ¿A quién beneficia el perdón, a quien lo recibe o a quien lo da?

El perdón beneficia a ambas partes, principalmente a la persona que lo da. Perdonar es un acto purificativo, en el sentido de que cuando trabajamos el perdonar a quien nos ofendió o las circunstancias que pasaron, realmente tenemos una esperanza mayor y encontramos bienestar y tranquilidad. Se dejan de tener pensamientos negativos hacia esa persona e incluso aumentan los pensamientos positivos hacia lo que pudo pasar. Por supuesto también cuando perdonamos al otro le liberamos de la culpa y de esa responsabilidad.

También tenemos que hablar de que todo en su justa medida, porque hay cosas que son imperdonables. Aquella persona que ha sufrido vejaciones, una violación, malos tratos, es muy difícil que quiera la reconciliación con la otra persona ni que quiera eximirle de la culpa ni de la responsabilidad.

Lo que tenemos que tener claro es que una cosa es la venganza y otra cosa es la justicia, y tiene que haber una justicia para aquellas cosas que son actos delictivos. Pero el perdón en este caso sí beneficia al que lo da, el perdonar lo que pasó hará que esa persona al menos pueda vivir sin sufrimiento.

“Aferrarse a la ira es como aferrarse a una brasa candente con la intención de tirársela a otro; tú eres el que se quema.” —Buda

¿Por qué nos cuesta tanto perdonar? Son varios los motivos

Uno es por el dolor sufrido. Cuando algo te duele, como es algo que está ahí continuamente removiéndose, te está recordando que es lo que ocurrió, y cuesta.

También hay personas que no quieren perdonar por miedo a que se vuelva a repetir: “si yo perdono esto… puede ser que esto me vuelva de nuevo a ocurrir”.

En otras ocasiones es por esta ley divina de “ojo por ojo y diente por diente” que todos tenemos y por la que no queremos perdonar. Queremos que la otra persona sufra lo mismo que uno ha sufrido. Pero realmente esto no nos aporta ninguna solución, porque cuando esto ocurre acabas tú por buscar el perdón porque terminas avergonzándote de actos y de pensamientos que no te gustaría tener.

Y también nos cuesta perdonar por no tener una interpretación benevolente. Muchas veces cuando alguien hace algo decimos “esto lo hace para fastidiarme”, “es que es una mala persona”. Hacemos siempre un juicio de valor negativo que nos impide perdonar.

La venganza va unida a la falta de perdón

Porque es algo que llevamos viendo en las películas, en las series, en la literatura, en el día a día. Es como una necesidad de que el otro sufra, porque parece que si el otro sufre lo mismo que he sufrido yo de alguna forma yo me voy a encontrar mejor.

Es una idea equivocada, porque luego nos damos cuenta de que la persona tampoco se libera del dolor que ha sufrido. Y ahí es donde decimos que hay una diferencia muy grande entre lo que es la venganza y lo que es la justicia.

El hecho de perdonar nos tiene que llevar a no idear una venganza, porque ese recrearnos en “fíjate lo que pasó”, “fíjate lo que me hicieron”, y estar todo el día pensando lo que te gustaría que le pasara a la otra persona: “ojalá llegue su momento”, “porque lo que se siembra se recoge”… Todos esos refranes que nos hacen todavía sufrir más hacen que no estemos en descanso.

La justicia es otra cosa

Es cierto que si alguien ha cometido un acto contra ti que es motivo de justicia hay que reclamarlo. Lo que no podemos dejar es que la gente que se porta mal y cruza los límites pase de forma impune porque tú le perdonas.

Porque hay muchas mujeres que dicen “¿cómo le voy a denunciar si es el padre de mis hijos?”. Pues debes denunciarlo, porque seguramente puede tener una conducta delictiva con tus hijos o con cualquier otra mujer, y porque lo que ha hecho está mal. Y porque la gente tiene que tener una consecuencia cuando se porta de una forma que está mal. No hay que dejar pasar hechos que son injustificables sin que esa persona tenga el castigo o la consecuencia que su comportamiento debe tener.

Cómo pedir perdón a alguien que has lastimado. Modelo de perdón (REACH), de Everett Worthington

Everett Worthington es ingeniero nuclear y psicólogo, e investiga sobre el perdón (y otras virtudes). Ha escrito más de 30 libros sobre temas como el perdón de los demás, el auto-perdón, la fuerza del carácter, la religión y la psicología, y la terapia de parejas, y ha publicado más de 350 artículos y capítulos académicos. Él dice que «Las personas con resentimiento se mueren antes«.

Para ayudar a la gente a tomar la decisión de perdonar y alcanzar el perdón emocional, ha desarrollado un proceso de cinco pasos llamado REACH que ha sido probado con resultados positivos en numerosos estudios científicos:

R (de Recuerda, en inglés sería «remember»)

Recuerda la emoción que sentiste cuando te sentiste amenazado. ¿Por qué? Pues porque hay veces que tratamos de evitar las emociones, y al evitar la emoción no aceptamos el sufrimiento. Queremos resarcirnos pensando que eso se va a recuperar y no es así. Es ideal ponerle un nombre a la emoción: sentí frustración, sentí pena, sentí rabia, y acepto que esto pasara. No lo puedo cambiar.

E (de Empatizar, en inglés sería «empathize»)

Empatiza con tu ofensor y trata de no juzgar. ¿Por qué debemos tener empatía? Porque si hablamos de situaciones más cotidianas ―situaciones como el rencor en la pareja, con los hijos, con un amigo―, por ejemplo una amiga que tenía que llamarte cuando estabas enferma y que se olvidó, y a partir de ahí “no la perdono porque yo no hubiera hecho eso con ella”. No sabes la situación de tu amiga en ese momento, no sabes que problemas tenía, no sabes realmente como hubieras reaccionado tú. El ponerte en su lugar, el permitirle que hable contigo y entender porqué ocurrió, te ayudará a perdonar.

A (de Altruismo, en inglés sería «altruism»)

La conducta altruista nos beneficia a todos. Cada vez que tú te comportas de forma altruista con alguien sientes niveles de bienestar. Y para ser altruista sería bueno recordar todas las veces que te han perdonado a ti, por tener simplemente un modelo.

C (de Compromiso, en inglés sería «commitment»)

Coge un compromiso con el perdón. Significa poner fecha a la llamada de esa persona, o ponerte a ti un momento, un día a la semana en el que digas ahora me voy a sentar y voy a recordar y a limpiar y decidir que este tema se cierra en mi vida. Pongamos un día al igual que lo hacemos para empezar con los nuevos objetivos.

H (en inglés viene de «Hold», en español significaría algo como “una sujeción”)

Muchas de las veces en que nosotros nos vemos relacionados con algo que nos ha ofendido, está claro que cuando alguien te ofende tú no tienes culpa, pero si es cierto que podemos desarrollar una serie de anclajes o una serie de habilidades sociales, o de poner límites a la gente y saber decir que no, para que el próximo día seamos más fuertes ante esa situación y nos podamos defender.

La mayoría de las veces cuando alguien cruza los límites los cruza, seas tú una persona tímida, introvertida o extrovertida, es la persona la que los ha cruzado. Pero si nosotros mirásemos en qué medida podríamos haber hecho más, seguro que hay una serie de habilidades que podemos entrenar.

Y normalmente esas habilidades son las habilidades sociales, la capacidad para poner límites a la gente, el decir que no o el rechazar peticiones. Porque luego hacemos responsables a los demás de según qué emociones y de cosas que nos han ocurrido, pero si nosotros no trabajamos y entrenamos esa capacidad para tener nuestro espacio puede ser que nos siga ocurriendo.

De hecho dicen que de las personas tímidas se aprovecha más la gente, o sea que se supondría que son personas más vulnerables y que tendrían que estar perdonando más veces. Igual la persona tímida tiene que plantearse en qué momento debe dejar esa timidez o incapacidad para eludir los conflictos. Hay personas que, con tal de no tener un conflicto, meten piedras en su mochila, o aceptan cosas que no desean, o no dicen un NO a tiempo. Esas personas luego dicen: “es que la gente se aprovecha de mí, y ahora tengo que perdonar”, pues aparte del perdón tienen que entrenarse para que eso en su vida no ocurra.

¿Todo se puede perdonar?

Depende.

  • Si “todo es perdonable” significa que yo deje pasar cosas que de verdad tienen que tener una consecuencia, NO.
  • Si hablamos del perdón en términos psicológicos, como un acto o esa experiencia individual en la que yo trato de sentirme en paz y equilibrio, para no estar sufriendo por actos del pasado que ya no puedo recuperar ni puedo resarcir de ninguna manera, entonces SÍ.

El rencor. Personas rencorosas y vengativas

Aquella gente que es más rencorosa tiene un nivel de sufrimiento mucho mayor, y a la gente que no es rencorosa lo que le dicen es “tú eres tonto, tu todo lo olvidas”.

Cuando tú te recreas en lo que te han hecho no consigues ninguna solución, y encima estás con un sin vivir de manera continua. Por eso decimos que no ser rencoroso o el perdonar no es un signo de debilidad. Es una forma de tener bienestar en la vida y de poder vivir en paz.

Eso no quita para que tú digas “yo perdono a esta persona pero no la quiero tener en mi vida. No quiero ninguna relación. No la necesito”. Perdonar no lleva a que yo me tenga que llevar bien con esa persona, simplemente es un acto en el que yo decido ser feliz a pesar de la injusticia que uno pueda haber sufrido en la vida.

Sinónimos de perdonar

  • absolver,
  • amnistiar,
  • condonar,
  • descargar,
  • dispensar,
  • exculpar,
  • eximir,
  • indultar,
  • levantar,
  • liberalizar,
  • liberar
  • librar
  • rehabilitar,
  • remitir,
  • suspender.

Fuente: Patricia Ramírez en A punto con la 2 de RTVE (9/05/2016)

Qué es el efecto placebo

Qué es el efecto placebo

Muchos tenemos una experiencia de primera mano de lo que es el efecto placebo. Cuando éramos pequeños nuestra madre, nuestro padre, se nos acercaban; acariciaban la zona dolorida, suavemente, y repetían aquello de «sana, sana, culito de rana, si no te curas hoy, te curarás mañana«. Y, en seguida, parecía que ya estábamos mejor. Eso es el efecto placebo. Sin saberlo, estaban aplicando magia.

Pero el efecto placebo no es MAGIA, tiene un estudio científico detrás muy interesante y muy importante. Habla de la capacidad del cuerpo de recuperarse cuando algo va mal, pero también habla de mantenernos sanos.

¿Qué es el efecto placebo?

Hay que comenzar entendiendo que se trata de un evento bio-psico-social:

  • Significa que en él interviene lo psicológico, todo lo que la persona trae: sus miedos, sus esperanzas, sus experiencias…
  • Pero al mismo tiempo también es un efecto en el cuerpo, por eso es biológico. Y es un efecto muy claro neurofisiológico: va a haber cambios específicos en el cerebro. De tal forma que la mente y el cuerpo van unidos, están integrados. En España seguimos una tradición en la que mente y cuerpo van separados, como si fueran cosas distintas. Y no, ahora lo que estamos viendo es que somos algo unido.
  • Y estos cambios biológicos y psicológicos, se dan siempre en un contexto social, en un entorno con el otro.

¿Cuándo se pone en marcha en las personas esta capacidad de autocuracion?

Fabricio Benedetti, neurocientífico, habla de la importancia del contexto terapéutico. El efecto placebo se pone siempre en marcha en cualquier contexto terapéutico. Esto significa que en él interviene:

  • La persona que va a tratamiento. La persona que va a tratamiento, ya sea este médico o psicológico, acude con esperanza. Pero también como se ha dicho antes con unos miedos y con una historia de aprendizaje previa.
  • Hay un profesional, médico o psicólogo. Que tiene unas expectativas hacia el paciente.
  • Hay un tratamiento. Un tratamiento que, a veces, tiene un gran aparataje. Es algo que también va a influir en el efecto placebo: el que te den una pildorita o el que te metan dentro de una máquina enorme.
  • Y está la interacción de todos estos elementos. Es muy importante recalcar en esta interacción la relación que se establece entre el profesional y la persona que solicita ayuda. Si esa relación es la adecuada se facilita el efecto placebo.

En qué dolencias se ha estudiado el efecto placebo.

El efecto placebo se ha estudiado en muchas dolencias. En la actualidad se valora de forma sistemática siempre que se va a estudiar un tratamiento o un fármaco nuevo.

En casi todas las facultades de psicología hay una asignatura de metodología, de cómo hacer bien un experimento para separar la influencia del efecto placebo de la influencia del efecto específico del fármaco.

Por lo tanto se tiene que hacer un trabajo de investigación en el que a unas personas se les dé el fármaco o la intervención requerida, y a otras en cambio se les dé solo una pastilla que puede ser un caramelo. Ahí se ve qué es efecto fármaco y qué es efecto caramelo. Al mismo tiempo tiene que haber otro grupo de personas a las que no se les haga nada. Para saber cómo evoluciona la enfermedad sin que haya intervención.

Qué es el efecto placebo

Existen muchos trabajos específicos para estudiar el efecto placebo, y son muy, muy interesantes. Sobre todo se ha estudiado en dolor. Se intenta ver que mecanismos se ponen en marcha: si son los mismos mecanismos, si son distintos, si dura lo mismo. Tiene mucha importancia los neurotransmisores que se van a activar.

También se ha estudiado en Parkinson, que es un campo amplísimo. En dolor se ha visto unos neurotransmisores relacionados con la morfina; en cambio en Parkinson se ha visto otro tipo de neurotransmisores, más relacionados con la dopamina.

Esto es importante, dejando de lado tecnicismos, porque significa que el efecto placebo depende de lo que se está trabajando. No es un efecto general, no es pura sugestión del individuo que cree que está mejor, sino que se ponen en marcha cambios específicos en el cerebro.

Cómo se cree que actúa el efecto placebo.

Dentro del campo de la psicología hay dos áreas importantísimas. Una es el campo del aprendizaje, y otra es el campo de las expectativas.

En lo que respecta al aprendizaje se puede partir de los trabajos del famoso ruso Iván Pávlov, que era fisiólogo y fue Premio Nobel. Descubrió un tipo de aprendizaje que se conoce con el nombre de condicionamiento clásico.

Pávlov encontró que si a sus perros les ponía un sonido (el trabajaba en el sistema digestivo) los animales miraban, pero no tenían ninguna respuesta específica, y luego les hacía llegar comida. De tal forma que, al oír de nuevo el sonido los perros reaccionaban.

No es un aprendizaje asociativo. Es un aprendizaje del futuro, de lo que va a venir. Es como una señal «¡eh, que viene esto!». Lo importante es que los animales salivaban, ya está ahí el efecto placebo. Ante algo neutro se empieza a hacer una respuesta en el cuerpo.

Años más tarde otro grupo de psicólogos, Ader y Cohen, hicieron unos trabajos importantísimos con ratones. El estudio consistía en que a los ratones les ponían agua azucarada. Era algo que los animales nunca habían probado, ya que estaban acostumbrados a comer pienso, y esta agua dulce les encantaba. Después, en vez de darles comida, se les daba un tóxico que deprime y reduce el sistema inmunológico. Más adelante, con solo presentar el agua azucarada, se deprimía su sistema inmunológico. Enfermaban directamente.

Los trabajos se repitieron al contrario, haciendo que el sistema inmunológico mejorase.

También se han hecho pruebas con personas . Se trata de estudios en los que se unían estímulos. De manera que ponían el incondicional y el condicional, el fármaco y el placebo, de forma que necesitasen menos tratamiento en algún caso que era necesario.

Es ciencia, pero resulta increíble que podamos aprender a modular nuestro sistema inmunológico. El sistema inmunológico es la base de la salud. Está en todo. Y se puede modular, a través de un aprendizaje tan sencillo, un aprendizaje que compartimos con los animales, en el que lo único que se necesita es dar una señal. Para los psicólogos es un reto muy grande el ser capaces de tener un protocolo, poder enseñar a las  personas a mejorarse. Se ha de trabajar mucho más en el efecto placebo, para que entre en la rutina del cambio hacia mejor

 

Fuente: Blanca Mas, profesora de psicología y directora del Máster en Trastornos Postraumáticos de la UNED, en el programa A punto con La 2 de RTVE (24/06/16) / Imagen de portada: Flickr muufi .com / Imagen interior: Flickr Jose M. Romero

Las mejores gafas de sol para niños

Las mejores gafas de sol para niños y niñas

Cremas solares, parasoles y gorras no faltan en la bolsa a la hora de ir a la playa o de realizar actividades al aire libre en los meses de verano. Somos conscientes de los riesgos que supone no utilizar protección solar; también cada vez más padres se preguntan sobre la conveniencia de usar gafas de sol para niños. El Dr. Prat, Jefe de Oftalmología del Hospital Sant Joan de Déu, explica qué criterios hay que tener en cuenta a la hora de tomar esta decisión.

Cómo proteger los ojos del sol.

[toc]

¿Deben llevar los niños gafas de sol?

Hay  informaciones que dicen que el hecho de que los niños utilicen gafas de sol puede ser positivo para su futuro visual. El caso es que esto es algo que no se ha demostrado, con lo cual no podemos decir que este es un criterio para que los niños lleven gafas de sol.

Hay  algunas enfermedades que producen molestia a la luz, y en estos casos, sí o sí, se deberán utilizar gafas de sol. En ocasiones una gorra con visera será suficiente y más cómoda para el pequeño.

Gorra con visera para niños y niñas.

El criterio por el cual un niño va a llevar unas gafas de sol es exactamente el mismo que para un adulto: si al niño le molesta la luz cuando sale a la calle, puede llevar unas gafas de sol igual que un adulto se las va a poner. Y el único criterio que tiene sentido aquí es que no le pongamos unas gafas de sol de mercadillo. Si vamos a ponerle al niño o la niña gafas de sol el producto tiene que estar acreditado

Cuáles son las mejores gafas de sol para niños.

En el caso que decidamos que el menor lleve gafas de sol estas tienen que ser un producto acreditado, de buena calidad, que filtren el 100% de los rayos UV y que sean de una marca de confianza. Las gafas de sol son seguras siempre y cuando estén homologadas por la Comunidad Europea (CE). Podréis comprobarlo con la pegatina del sello de CE que garantiza que cumplen la normativa europea.

⭐▷Las gafas de sol para niñas más vendidas y con mejores valoraciones en Amazon◁⭐

Las mejores gafas de sol para niños

Las mejores gafas de sol para niños

Las mejores gafas de sol para niños

⭐▷Las gafas de sol para niños más vendidas y con mejores valoraciones en Amazon◁⭐

Las mejores gafas de sol para niños

Las mejores gafas de sol para niños

Las mejores gafas de sol para niños

¿Qué es mejor: montura de plástico, de metal…?

Ya sabes, sobre gustos… colores. Si le damos al niño o la niña la oportunidad de que elija tendremos más posibilidades de que tolere mejor las gafas de sol y las lleve a gusto.

Es mejor montura de plástico, por ser de menor peso y más resistente, y cristales orgánicos o de policarbonato, que son más ligeros y resistentes. La resistencia, hablando de niños, es un “plus”.

Hay monturas especiales para niños. Se recomienda que se adapten bien a la cara y que, para evitar que se caigan, se sujeten con una gomita. Es muy importante que los niños se sientan cómodos con las gafas de sol para que no tengan la tentación de quitárselas.

¿Por qué son tan perjudiciales unas gafas de sol no homologadas?

Porque si las gafas de sol para niños no tienen un buen filtro estamos asumiendo riesgos. Las gafas de sol de mercadillo no llevan ese filtro que es lo importante, que lo que hace es absorber los rayos y neutralizarlos.

Las gafas de sol protegen porque están teñidas (es como si cerrásemos una persiana), pero por otro lado es imprescindible que dispongan de ese filtro que absorbe y neutraliza los rayos nocivos. Lo que hace esa persiana de la que hablamos (el tinte de la lente) es que, como todos sabemos, la pupila se dilata al estar a oscuras y se contrae cuando al ojo le da la luz.

¿Qué ocurre si tenemos unas gafas sin filtro, que simplemente están tintadas? En ese caso nuestra pupila se va a dilatar, se va a abrir. Sin ese filtro protector lo que tenemos es una pupila más dilatada y una autopista para que nos entren directamente los rayos solares hacia la retina.

Es muchísimo peor utilizar gafas no homologadas que no utilizar ninguna. Su uso se puede traducir en lesiones en todas las capas del ojo. En la córnea se puede hacer una queratitis. Es cuando por ejemplo a los esquiadores después de esquiar, si no han utilizado las gafas correctas, les duelen los ojos y tienen esa quemazón que les hace estar varios días con los ojos casi cerrados.

También se puede oscurecer la conjuntiva. Ponerse de color amarillento, de color marrón. Y lo más grave es la degeneración macular de la retina, que es una enfermedad grave y que ocurre en gran medida por la incidencia de los rayos de sol.

Los tipos de filtros que llevan las gafas de sol.

La Norma Europea sobre gafas de sol (UNE) establece 5 categorías:

  • Categoría 0 | Dejan pasar a través de sus cristales al menos un 80% de la luz visible. Se emplean como protección en ambientes con poca luz y también pueden ser utilizados en interiores por personas que padezcan fotofobia. No recomendados en niños.
  • Categoría 1 | Filtros que dejan pasar entre un 43 % y el 80 % de la luz. Estos filtros resultan aconsejables para utilizarlos en ciudad, pero no en niños.
  • Categoría 2 | Filtros con transmisiones entre el 18 % y el 43%. Para la práctica de deportes como: bicicleta, correr… Estas tampoco son las ideales para los niños.
  • Categoría 3 | Filtros con transmisiones de la luz visible entre el 8 % y el 18 %. Aconsejados en verano, playa y la montaña con mucho sol y especialmente indicados para niños.
  • Categoría 4 | Son filtros que poseen una transmisión entre el 3 % y el 8 %. Estas lentes son las adecuadas para zonas de alta montaña, esquí y deportes acuáticos. Debido a la baja transmisión que presentan estas lentes, su uso está desaconsejado en la conducción de automóviles. Este tipo de gafas también podrían llevarlas los niños debido a su alta protección.

En el agua ¿son recomendables las gafas de bucear?

La respuesta es que siempre que se pueda sí, tanto en la playa como en la piscina. Si las gafas de bucear tienen lentes con filtros protectores aún mejor, por varios motivos:

  • Porque la luz solar también atraviesa el agua y daña los ojos cuando los niños están buceando.
  • Porque al usar las gafas de buceo protegemos los ojos frente a cloro, sustancias químicas, sal, restos de cremas, repelentes anti mosquitos y cosméticos que puedan quedar en el agua.
  • Porque el contacto del ojo con el agua, aunque nos resulte extraño, produce un ojo seco con las consecuentes molestias: enrojecimiento, picor y escozor.

¿Qué hacer si a nuestra niña o niño le entra arena o cualquier cosita en el ojo?

  • En primer lugar mantener la calma. Si el pequeño ve que el adulto está tranquilo, él también estará más calmado.
  • Lávate bien las manos con agua y jabón.
  • Sienta al niño y pídele que eche la cabeza hacia atrás. Ábrele el ojo con ambas manos y con cuidado.
  • Pídele que mire hacia arriba, abajo, izquierda y derecha para intentar localizar el cuerpo extraño.
  • Échale bastante agua (limpia) y si puede ser suero fisiológico mejor (puedes usar una jeringuilla sin aguja). Si lo que le ha entrado es arena, directamente le aplicarás el agua generosamente.
  • Nunca frotes el ojo ni permitas que el niño lo haga, se podría erosionar la córnea.
  • Si tras hacer todo esto el ojo está muy rojo, le duele, le lagrimea de forma continuada o tiene sensación de que aún tiene algo en el ojo, contacta con el médico para que lo valore convenientemente.

Las mejores gafas de sol para niños

Fuente: FAROS y La aventura del saber de RTVE (3/05/16) / Imagen de portada: Flickr Susana Fernández.

[toc]

Rechazar una invitación de boda o comunión

Rechazar una invitación de boda o comunión

BBC: Bodas, bautizos y comuniones. Cómo rechazar una invitación y no molestar a nadie

Cuando una pareja se casa o un niño se prepara para la primera comunión, los protagonistas y sus personas más allegadas están exultantes. Pero para otras personas cercanas la invitación a la ceremonia puede resultar inoportuna o molesta. ¿Cómo rechazar una invitación sin ofender? Se trata de un día importante para los protagonistas. Pero, ¿y para los invitados? ¿cómo podemos decir que no nos apetece ir y no quedar mal?

Depende de quién nos invite. A veces tenemos en nuestro círculo amigos íntimos a los que estamos deseando acompañar en un momento tan importante. También es cierto que hay gente a la que no le gusta que la inviten a nada y otra gente a la que le encanta que la inviten a todo.

Y también va a depender del número de eventos sociales que uno puede tener… ya no en un año, sino en un mes. Hay personas a las que le coinciden en los meses de mayo y junio comunión o bautizo por la mañana y boda por la tarde-noche. En este caso es normal rechazar una invitación, que no apetezca asistir por el propio cansancio que producen estos actos.

[toc]

¿Por qué a ciertas personas les incomoda, e incluso les llega a producir estrés, la invitación?

El factor económico.

El mayor factor de estrés relacionado con la BBC es el factor económico. Pensemos en cuánto nos cuesta ir a una boda o a una comunión.

En primer lugar el hecho de que se ha puesto de moda que ya no hay una lista de regalos sino que se da dinero. El pensar ¿cuánto dinero pongo? ya es un factor de estrés. Normalmente se intenta pagar más o menos lo que sería el cubierto, pero siempre queda la incertidumbre, ¿quedaré bien o quedaré mal?

Rechazar una invitación de boda o comunión

Si además resulta que tenemos cuatro o cinco bodas en las que se coincide con la misma gente,  porque pertenecen al mismo grupo de amigos. Supone comprar vestido, comprar zapatos, si vamos a la peluquería, el regalo… es un desembolso considerable.

Y si encima el acontecimiento es fuera de la ciudad en que vivimos… Es algo habitual en este mercado laboral que la gente ya no trabaje en la ciudad en la que estudió, y los amigos están desperdigados por el territorio. Conlleva tener que pagar hotel, coche, e incluso canguro para los niños si no nos los llevamos y no tenemos con quien dejarlos.

Es muy estresante el pensar en el gasto económico que supone no una boda, sino las 4 o 5  que una persona pueda tener al año.

Rechazar una invitación de boda o comunión

Puede ser que simplemente no nos apetezca ir

En ocasiones, dejando a un lado el factor económico, puede ser que simplemente no nos apetezca asistir. Eso también puede ser causa de estrés: «¿Cómo digo que no a un acontecimiento que para esta persona es tan importante?» «¿Cómo la voy a defraudar?» Puede no apetecernos ir porque estos acontecimientos multitudinarios nos obligan a hablar con gente que no conocemos, a sacar temas de conversación con los que no estamos cómodos, a sacrificar el fin de semana (después de una semana de trabajo) para hacer algo que realmente no nos place.

¿Cómo podemos declinar esa invitación que para esa otra persona es tan importante?

Es cierto que para la persona que invita es un acontecimiento importante. Pero en el momento en que nosotros convertimos las prioridades de los demás y las ponemos por encima de las nuestras, y son más importantes para nosotros, no estamos defraudando a la otra persona pero nos estamos defraudando a nosotros mismos. Nos estamos comportando de forma servil: una cosa es ser servicial y ayudar, y otra es estar siempre priorizando las necesidades de los demás en lugar de las nuestras.

Lo primero que tenemos que pensar es que las prioridades de las otras personas no siempre pueden estar por encima de las nuestras. Es cierto que hay acontecimientos de gente importante para nosotros, o que se han portado muy bien en un momento determinado, y tenemos que poner en la balanza si compensa sacrificarnos por el bien que esa persona ha hecho en nuestra vida.

Pero cuando no es así, cuando es simplemente una invitación más, tengamos en cuenta dos aspectos:

Tenemos que pensar que nuestro tiempo libre también es importante. Es el primer punto para poder decir que no.

Tenemos que asumir las emociones que vamos a sentir. Cuando decimos que no a una persona siempre sufrimos algo de ansiedad. Hay que pensar en que lo vamos a pasar mal y aceptarlo, no pasa nada, es una emoción con la que tenemos que convivir. Decimos que no y luego nos vamos a sentir mucho mejor.

Sigue estos cuatro  pasos:

Agradece la invitación sin exagerar

“Te agradezco que pensaras en mí, te agradezco la invitación”
No digamos: “¡Qué bien! ¡Qué maravilla! ¡Cuánto me alegro!”
No engrandezcamos una invitación que luego vamos a declinar.

Dí de forma clara y sincera que no puedes ir

¿Por qué sincera? Porque si argumentas que tienes a los niños, por ejemplo, te pueden responder. “No te preocupes, trae a los niños. Va a haber una mesa con niños”. Te van a buscar solución al problema que plantees. Cuando somos sinceros al final la persona se termina por convencer. Simplemente decimos: “Tenemos otros planes y no podremos ir”. Cuando decimos que tenemos otros planes a veces la persona ni siquiera pregunta cuales son. Y en el caso que lo pregunte pues se dice que son planes que ya están realizados de hace tiempo y que son un compromiso, no hay por qué dar más explicación.

No digas la pena que te da y lo mucho que lo sientes

Primero porque es mentira, no digas: “¡Siento muchísimo no poder acompañaros! ¡Qué pena, de verdad! Es que me coincide…”, porque parece que te estás excusando, y además puede llegar a ser hipócrita. No te da pena, no te apetece ir y le estás diciendo que tienes un compromiso. Si realmente te apeteciese, harías lo que fuese con tal de ir a ese evento.

Acaba la conversación de forma positiva

Deséale de forma sincera que tenga un buen día. Que tenga un matrimonio feliz o que los niños se lo pasen genial en ese día de comunión. Y, si lo deseas, dale otra alternativa: “A la vuelta de vuestro viaje…” o “cuándo tengamos un momento nos sentamos y lo celebramos entre los cuatro”.

Piensa que, en ocasiones, la gente que invita tampoco lo siente de corazón

A veces las personas se anticipan: “Si no invito a fulanito le va a sentar mal”, e invitan por compromiso. En ocasiones cuando declinamos una invitación le estamos haciendo a quien invita un favor. Para el que organiza una boda, económicamente también supone un esfuerzo tremendo. El que la gente le vaya diciendo a veces que no es un favor.

Rechazar una invitación de boda o comunión

Y, si la persona se ofende, nosotros no podemos responsabilizarnos de esas emociones

La persona que invita tiene que intentar tener empatía, ser consciente de que hay gente que no va a poder ir y de que a veces a ella también la han invitado y no le ha apetecido asistir. El que organiza el evento debe pensar que es un día muy importante para él, pero que esa importancia no la tiene para los invitados.

Y si finalmente decidimos ir… ya que estamos vamos a pasarlo bien

Hay situaciones en las que igual no nos apetece, pero esa persona es importante para nosotros o ha hecho algo por nuestra familia en un momento determinado y creemos que merece nuestro sacrificio.

Lo importante es concretar el foco de atención

¿De qué voy a estar pendiente? Si la actitud al llegar a la boda es: “¡Qué rollo estar aquí!”, “¡Cuánta gente!”, “¡Ahora que puedo hacer!”, “¡Y esto a qué hora se va a acabar!”… Si empiezo a verbalizar todo lo que no funciona lo voy a terminar pasando realmente mal.

Para evitar esto vamos a anticiparnos pensando en diferentes temas de conversación que podamos proponer si las conversaciones que hay en la mesa, con gente que igual no es conocida, no nos gustan. Si me gusta el fútbol hablaré de fútbol, si me gusta una noticia nueva que ha salido la puedo comentar.

Hagamos en la boda lo que nos apetece

Si nos gusta bailar, bailamos. Que nos apetece relacionarnos con gente de otra mesa, pues en un momento determinado, cuando acabe la cena, nos levantamos y vamos con gente que conocemos. Se trata de provocar que el momento sea algo agradable, y eso es algo que sí tenemos que elegir nosotros. Y, por supuesto, pongámosle fin al evento cuando lo encontremos oportuno. No tenemos que cerrar la boda ni quedarnos hasta el final.

Consejos que nos ayudan a decir NO y no sentirnos mal

Porque una cosa son los cuatro pasos de cómo comunicar a la persona que nos invita que no vamos a ir, y otra las bases que necesitamos para sentirnos fuertes.

Tener claros nuestros límites y prioridades para poder defenderlos. Hay veces en que una invitación nos pilla a la contra, y como en ese momento nos quedemos dudando… luego, al comunicar que no vamos a asistir, vamos quedar mal. Si de antemano sabemos que no queremos ir a bodas o comuniones si no son de según qué personas… el tener eso claro y saber cómo vamos a responder ya nos permite comportarnos de forma socialmente habilidosa o asertiva.

Tenemos derecho a elegir cómo pasar nuestro tiempo. A una boda al año podemos ir, cuatro o cinco es demasiado. Mi tiempo es importante y mi descanso también.

No somos responsables de las emociones que sientan los demás cuando les comunicamos que no vamos a ir. Si a la persona que invita le genera frustración y se lo toma como algo personal es su problema. Tendrá que hacer un entrenamiento en empatía o en habilidades sociales para poder entender nuestra postura.

No complazcas a los demás por miedo a poner fin a esa relación. No tenemos que comportarnos como creemos que el otro desea. Tenemos que comportarnos como nos apetece a nosotros. Si continuamente vamos pensando en: “¿qué dirán?”, “¿le sentará mal?”, “¿y si deja de hablarme?”… Igual no era una relación lo suficientemente sólida si tienen esa reacción con nosotros.

Acepta las emociones incómodas que surgen al decir NO. Podemos sentir un momento de ansiedad pero, si por evitar esa emoción decimos a todo que sí… también vamos a tener esa emoción durante el evento, el día previo, la semana de antes pensando: “¡que rollo que tengo que ir a este sitio que no me apetece!”.

No te justifiques ni des muchas explicaciones. No hace falta, no te las han pedido. Sólo sé sincero. No una sinceridad que pueda herir si decimos “no me apetece”. Pero sí decir “tengo otros planes, pero otro día lo celebraremos juntos”.

Acepta las consecuencias de decir que no. Si vas rechazando peticiones, cuando invites a los demás probablemente también te respondan así. No te lo tomes como algo personal y ten la misma empatía que tu quieres que tengan contigo cuando rechazas una invitación.

Y todo esto aunque sea nuestra madre quien esté por detrás diciéndonos: “Hijo, ¿cómo no vas a ir a la boda de tu primo?”

Son difíciles esas situaciones familiares. Incluso hay que saber decir que no en esa tesitura. “¡No me puedes hacer eso!”, “¡Qué vamos a quedar fatal!”No dejes que te hagan chantaje emocional.

No se trata de decir a tu madre: “¡No me lo hagas tu a mí!”.  Se trata de responder utilizando la técnica del disco rayado: repetir la misma frase con un tono de voz conversacional, sin gritos y sin exaltarse, para que entienda que es un límite que no vamos a cruzar: “¡Lo siento mamá!” o “¡Lo siento tía!”, “pero es que tengo otro compromiso”.

Te van a responder: “¡Ya, pero cómo me vas a hacer eso! ¡Es tu primo! ¡Vamos a quedar mal!”. Y tú, erre que erre: “Ya, lo siento. No creo que sea así pero es que tengo otro compromiso” Así hasta que se dé cuenta. Y luego sí que tendrás que dar la cara: llama tú a tu primo y díselo.

Rechazar una invitación de boda o comunión

¿Cómo respondemos a la invitación?

Si nos han invitado por escrito podemos contestar por escrito: con una carta escrita a mano o por correo electrónico si así ha sido la invitación. Si se trata de una invitación más directa, en la que nos han llamado, habrá que telefonear a la persona y decirle que no. Hay personas que, con tal de no tener que mantener esa llamada, van a la boda o a la comunión. Hay que ser un poco valientes y dar la cara.

 

Fuente: Patricia Ramírez en Para todos la 2 de RTVE (7/05/15) / Imágenes: Flickr Tom Roeleveld y pixabay

[toc]