Los datos muestran que estamos a la cola de la Unión Europea en abandono escolar prematuro ―individuos que como máximo han alcanzado la Educación Secundaria Obligatoria (ESO)― y en fracaso escolar ―definido como el porcentaje de individuos que no obtienen el título de graduado en ESO a la edad que les correspondería―.
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Los estudios demuestran que el rendimiento escolar depende en buena medida de la capacidad innata del individuo, de las características socioeconómicas de la familia, de los compañeros del centro educativo en el que se estudia y también del sistema educativo. Esto quiere decir que hay margen para desarrollar políticas educativas que combatan la situación actual.
La educación tiene mucho poder, puede marcar la vida de un alumno
Detrás del fracaso y del abandono escolar hay jóvenes que sufren. Hasta qué punto el fracaso escolar puede llevar o no al fracaso en la vida. Diversos expertos defienden la conveniencia de replantear lo que se enseña, descargar el currículum de contenidos y enfatizar mucho más la formación en competencias, tanto de carácter transversal ―idiomas, comunicación oral y escrita, comprensión lectora, matemáticas, TIC―, como polivalente ―trabajo en equipo, toma de decisiones o resolución de problemas―.
El fracaso en la escuela lo hemos de entender como una confrontación o incompatibilidad entre un alumno y una escuela, que se desarrolla a lo largo del proceso de escolarización ―no cuando el alumno suspende al final― o en algún momento crítico específico de la infancia o de la adolescencia ―por ejemplo en las transiciones―, que tiene costes para la construcción personal, genera malestar y conflictos, o en los procesos de incorporación a la sociedad va dejando excluida a una parte de la población.
Fracaso escolar qué es. Definición
Fracaso escolar quiere decir no alcanzar un título académico mínimo obligatorio. En nuestro sistema educativo se refiere al título de graduado en ESO. No se ha de confundir con abandonar la escuela prematuramente (dropout en inglés), ya que el conseguir un título académico depende de aprobar un conjunto de asignaturas a lo largo de una serie de años.
En ocasiones se utiliza la expresión fracaso escolar ante el hecho de suspender alguna asignatura. Pero no lo hemos de confundir: suspender una asignatura le puede pasar a cualquiera y eso no es fracaso escolar. El problema es que cuando un estudiante presenta una tendencia clara a suspender varias asignaturas en cada evaluación ―un predictor de fracaso escolar en el sentido de que probablemente no alcance el título de la ESO―, es algo que ya supone un estigma social que afecta a la inserción social y profesional, y a menudo se le denomina fracaso escolar.
A todo esto ayuda el sistema educativo, eminentemente cognitivo y miope. Donde el estudiante que aprueba obtiene el título, aunque al cabo de poco tiempo no se acuerde de nada. Pero además, los instrumentos de medida del rendimiento académico en los centros educativos a menudo no tienen una validez y fiabilidad demostrada, y esto es algo que afecta a la vida de muchas personas.
Sabemos que hay estudiantes que fracasan en un centro y pueden superar el curso con éxito en otro centro, e incluso hay personas que han fracasado a nivel académico y en cambio han tenido éxito profesionalmente. La realidad es más compleja de lo que parece, todo junto forma parte de un sistema educativo y social difícil de cambiar, pero hay que intentarlo para ir mejorando progresivamente y prevenir el fracaso escolar.
Los padres tenemos miedo de que nuestros hijos fracasen
En general los padres nos alegramos cuando hay buenas notas y nos entristecemos cuando son malas. Nos preocupamos porque tenemos miedo a que nuestros hijos fracasen en sus estudios. Las familias y todos hemos de trabajar para prevenir, saber antes de que llegue el fracaso que es lo que se debería hacer para mejorar, dándole al niño recursos.
Partiendo de la base de que no todos los alumnos han de tener notas excelentes. Lo importante no es la comparativa y la competencia entre los alumnos sino con uno mismo. Para un alumno puede ser un éxito sacar un bien o un notable, puede ser un gran éxito. Se trata de ver hasta dónde puede llegar ese alumno.
Cuando se habla y se pone énfasis en la enseñanza individualizada o personalizada se debería tener en cuenta que los alumnos avanzan a ritmos diferentes, que aprenden cosas diferentes, que tienen diferentes estrategias, y es algo que se ha de respetar. Para un alumno puede ser un éxito sacar un bien en lengua, y lo que no podemos establecer es comparaciones generales. Es fundamental la relación de la familia ―padres y madres― con los profesores, para así todos tener un buen conocimiento del menor.
Aún hoy, cuando desde la escuela se hace una tutoría personalizada con unos padres, en ocasiones se genera un discurso derrotista sobre en qué punto está el niño: “no va bien”, “no trabaja”, “no será un niño estudioso”… en lugar de hacer preguntas a los padres: “¿qué potencialidades tiene el niño en casa?”, “¿qué le gusta hacer?”, “¿cómo ocupa el tiempo?”, “¿por qué creéis que se comporta de esta forma?”… se trata de transmitir la información de otra manera.
¿Qué se evalúa y cómo se evalúa?
En ocasiones la evaluación consiste en un examen muy memorístico, que es algo que luego se olvida. Otras veces en cambio se hacen evaluaciones más cualitativas, en las que lo importante no es sólo lo que se memoriza sino lo que se entiende, va muy ligado a la comprensión. En ocasiones hay personas que aprueban pero que no entienden una serie de cosas. El aprobar o no aprobar depende mucho del tipo de evaluación.
Es importante hacer una evaluación continua, y entender que la vida no es sólo lo que se enseña o se aprende en la escuela, sino lo que se enseña y se aprende fuera de la escuela ―pero no una vez se está ya fuera de la escuela, sino mientras se está en ella―. Es por ello que se podría decir que no siempre se cumple el derecho a la educación, se cumple el derecho a la escolarización.
El derecho a la educación quiere decir que todos los niños y jóvenes tengan derecho también a disfrutar de esas actividades que se llaman complementarias ―extraescolares― pero que son fundamentales. Cada día la sociedad ofrece más oportunidades educativas pero no todo el mundo tiene acceso, y eso es un factor de desigualdad educativa.
En Estados Unidos hay estudios que dicen que, cuando acaba un curso y comienza otro, aquellos alumnos que han tenido la posibilidad de ir a hacer una estancia para estudiar un idioma, que han viajado con sus padres, que han visitado museos, que han leído, que han escrito un diario, que han estado en contacto con la cultura, son alumnos que cuando empieza el curso tienen un plus añadido. Mientras que otros alumnos que no han tenido esas posibilidades, que se han quedado en casa viendo la televisión, conectados a las redes pero haciendo las cosas más mecánicas, o que han estado en la calle, son alumnos que comienzan el curso atrasados.
¿Qué puede favorecer el éxito educativo?
Un aspecto importante es “caer” en un buen centro educativo, es triste pero es real. El tener la suerte de ir a una buena escuela, donde haya un equipo docente comprometido con el proyecto educativo, hace mucho en el día a día del alumno.
Los alumnos no tienen tiempo de parar, de pensar, de reflexionar, de encontrar vínculos entre lo que hacen dentro y fuera. Las escuelas también tienen carencias en este sentido, carencias de tiempo y de recursos para idear currículums que, a la vez que trabajen contenidos y competencias, estos contenidos y competencias siempre estén ligados a lo que es el entorno, la comunidad, para que ese aprendizaje al final sea significativo y tenga un valor en el tiempo para el alumno.
Es necesario conectar el entorno con lo que ocurre dentro de la escuela. Y conectar el entorno quiere decir conectar al alumno con lo que hace fuera, con las familias, con los recursos de la zona.
Si un alumno tiende a suspender, ¿qué se hace?
Por supuesto se ha de hacer algo antes de que llegue el momento de obtener el título. Se ha de hacer un acompañamiento desde que el alumno llega al centro y buscar cuales son las posibles causas de este fracaso.
Se ha de hacer una investigación sobre su familia, sobre cuál es la situación vital del niño, sobre cuál es su situación social y familiar, sobre cuáles son sus intereses. Averiguar qué ocurre por ejemplo detrás de que no le gusten las matemáticas y que eso le desmotive porque siempre suspende. Quizás le encanta la música, y en el centro en el que está no se hace música, o esta no se potencia.
Llega un punto en que este niño está desmotivado totalmente, y ya no es que no estudie matemáticas que se le dan mal, sino que no estudia nada. Si el mismo niño cae en un centro en el que se potencian sus habilidades y capacidades seguramente se anima y se motiva más, y llega a no tener fracaso.
¿Cómo prevenir el fracaso escolar?
El aprendizaje ha de tener sentido para los alumnos. Tener sentido quiere decir que esté relacionado con la vida, que no esté alejado de ella. Y se ha de conseguir que para el niño el aprendizaje tenga sentido desde un principio, que el menor no tenga la sensación de estar perdiendo el tiempo.
Por ejemplo, si se han de trabajar los textos argumentativos, los textos descriptivos o los textos expositivos, más allá de la teoría de qué estructura siguen o del vocabulario que se ha de utilizar, se puede plantear que al final haya un producto que sea un programa de radio.
Y a medida que se va realizando el programa de radio cada alumno dentro del programa tiene un rol ―el presentador, el guionista, el que se encarga de la música, del aspecto técnico…, cada uno se ocupa de lo que se le da mejor―, y los alumnos lo viven de forma muy animada.
Están aprendiendo y, sin darse cuenta, van incorporando nuevos conocimientos. Ellos no son del todo conscientes de que detrás hay una base sólida, y están contentos de poder expresarse en un lenguaje formal, están contentos de poder ser creativos, están contentos de poder discutir y compartir, de tener flexibilidad de movimiento.
Se sienten libres de escoger, porque no olvidemos que también es importante preguntar al niño y al adolescente qué quiere hacer. Siempre está todo demasiado dirigido.
Cuando se pregunta a niños y jóvenes qué quieren hacer surgen ideas creativas
Los alumnos se hacen creativos si se crean condiciones que lo favorezcan. Se construyen proyectos sobre preguntas que se hacen los alumnos, sobre cosas que a los alumnos les preocupan. Sobre temas de ahora, de antes, del futuro, de ciencia o de humanidades. El proyecto ha de estar definido, para acabar teniendo un producto final como puede ser por ejemplo un termo solar.
En torno al termo solar se trabajan con los alumnos las ciencias naturales, las matemáticas y la tecnología. Se parte de una pregunta: “¿qué forma ha de tener el termo solar?”, “¿cuál es la funcionalidad de un termo solar?”, “¿qué mide un termo solar?”.
Una de las capacidades básicas que da sentido a la enseñanza ―y que da posibilidad a los alumnos de ser analíticos y razonar, de ser críticos e imaginativos― es la experiencia lectora. Leer y escribir.
Hay profesores que lo hacen muy bien, y que consiguen atrapar a sus alumnos y hacerlos leer. Cuando uno lee aprende a entender las cosas, y uno de los problemas de los que hoy se habla poco es el analfabetismo funcional.
¿Qué quiere decir analfabetismo funcional? Quiere decir que mucha gente conoce los códigos de lectura y de escritura, pero no son capaces de entender los mensajes. ¿Qué hay detrás de una noticia? o ¿qué nos dice un prospecto farmacéutico?
Es importante capacitar no sólo a los alumnos sino también a las familias: la familia también se ha de empoderar educativamente. Es importante el acompañamiento no sólo del alumno, sino también cómo se establecen vínculos con la familia, porque la familia tiene un papel de responsabilidad primordial en la educación de sus hijos.
¿Qué habilidades ha de desarrollar el alumno para tener éxito en la vida?
¿Los alumnos que tienen buenos resultados académicos tienen éxito en la vida? Tampoco hay correlación. Es algo que se ve en medicina, donde tienen los alumnos con mejores notas pero por ejemplo la empatía no siempre es la deseada, y en un médico es algo muy importante.
No necesariamente tiene éxito el alumno que ha tenido muy buenas notas. El cómo se trabaja la empatía, cómo se trabaja la creatividad, cómo se trabaja la capacidad de autocrítica… son factores importantísimos para el éxito en la vida, y en cambio son aspectos que en la escuela no tienen nota. Y son habilidades imprescindibles.
La empatía con las personas, saber mantener un diálogo, saber escuchar, la tolerancia a la frustración, el talante de esfuerzo y de autosuperación, el respeto… son valores a inculcar no ya en la escuela, sino en casa desde que los niños nacen.
La sociedad en la que nos movemos necesita flexibilidad de pensamiento, necesita pensamiento alternativo, necesita conocimiento del mundo. Trabajamos en un mundo global y se ha de preparar a los alumnos para esta salida.
Por otro lado hay muchos planes de formación dirigidos a los adolescentes, haciéndoles charlas sobre sexualidad, sobre drogas, sobre alcohol. Y es algo que está muy bien. Pero ha de ir acompañado también de charlas sobre ¿qué les está pasando en este momento de su vida?, ¿por qué tienen estos cambios?, ¿por qué cambian tan a menudo de opinión?, ¿por qué a la persona que antes querían mucho ahora la odian?, ¿por qué no saben qué hacer?, ¿por qué no tienen ganas?… De todo esto no se hacen charlas.
Con buena voluntad los docentes que les acompañan sí que les pueden ir explicando cual es este proceso y cuáles son estos cambios, pero estaría bien que desde las instituciones esto ya viniese marcado y existiesen unos planes de formación que estuviesen dirigidos a este acompañamiento tan importante de los cambios en la vida del adolescente, que les hiciese entender los porqués del adolescente.
El contexto social
La clase social condiciona y es un estigma difícil de superar, aunque es algo que no debería ser determinante para los niños. Pero en el momento en que ese alumno deja de estar protegido por el entorno escolar, si las dinámicas del exterior no varían el estigma continúa.
El contexto social y familiar es básico, tanto desde un punto de vista socioeconómico como cultural. A veces se les ponen deberes a estos alumnos y nadie les puede ayudar, se les dice que lean y en su casa no hay libros. Incluso hay en ciertos niveles alumnos que no tienen nada en la nevera y van a la escuela con hambre.
Dicho esto, ante el fracaso escolar ¿quién fracasa? Fracasa el niño porque hay este condicionante social, pero también fracasa la escuela, fracasa el profesor, fracasa el sistema educativo.
Por otro lado en alumnos con el mismo nivel social ―sea clase alta, mediana o baja― hay centros educativos que consiguen mejores resultados y centros que están por debajo.
¿De qué depende? Depende de que el centro tenga un proyecto educativo, depende de que haya un equipo de profesores que esté coordinado, depende de que todos vayan a una, depende de que tengan el soporte necesario, depende de que tengan los recursos necesarios ―los recortes en educación a quien más han afectado es a los alumnos más vulnerables―, depende del número de alumnos por aula…
Por tanto hay políticas que dependen del centro y políticas que dependen de la administración. También está aparte la cuestión de formación del profesorado.
Las razones del fracaso escolar son un conjunto. Es un puzzle, una serie de piezas que han de ir encajando, y es esto lo que hace posible que se pueda dar respuesta al fracaso escolar.
La implicación de los profesores
El centro educativo es importante, el claustro es importante y el proyecto educativo es importante. Pero detrás de todo esto ha de haber una implicación de los profesionales, un vínculo con los alumnos, una formación para saber qué se ha de hacer.
Los profesores han de saber que no pasa nada porque en ocasiones sea necesario excederse de sus funciones. Hay casos, cuando se habla de familias en situación desfavorecida, en los que se ha de enseñar y guiar también a las familias. Y no pasa nada porque el “cliente” sea el alumno, detrás del alumno hay toda una situación que también se ha de abordar y acompañar.
Motivación, implicación y autonomía de los alumnos han de ser el objetivo
Es necesario hacer bien el cambio de primaria a secundaria, los expertos coinciden en que es algo fundamental para evitar el fracaso escolar. En la escuela privada acostumbra a estar todo muy integrado (se acostumbra a cursar educación infantil, primaria y secundaria en el mismo centro), en cambio en la escuela pública está separado.
Cuando los menores acaban 6º de primaria aún son niños pequeños, que cambian de centro, de lugar, que necesitan que los conozcan, que les transmitan confianza. Una buena forma de atender todo esto es haciendo un buen traspaso de 6º de primaria a 1º de la ESO.
Es también un buen método empezar siempre el aprendizaje planteando una pregunta: “¿qué hubiese puesto Leonardo da Vinci en su Facebook?”, por ejemplo. Una pregunta dirigida a un adolescente para el que Facebook es algo que tiene interés (quizás no le interesa tanto quien era Leonardo da Vinci, pero nuestro objetivo es que lo conozca), y a partir de ahí ya se establece un vínculo interesante, se comienza a trabajar el proyecto.
¿Qué rol tiene el profesor en ese proyecto? El profesor es guía, soporte, motivador y ayuda. Dado que se trabaja en grupos cooperativos, y que son niños, hay momentos en que se generan conflictos y problemas a la hora de entenderse.
Es ahí donde el tutor, el profesor o el equipo docente, quien en ese momento esté en el aula, se encarga de gestionar estos pequeños grupos y acompañarlos en la resolución de las propuestas que hacen, o en conflictos que tengan para entenderse y repartirse las tareas o la manera de resolverlas.
Lo básico es que los niños se hagan preguntas sobre el por qué de las cosas, que aprendan a pensar y a razonar, y que entiendan.
¿Tiene sentido la repetición de curso?
En general no se debería repetir curso, porque una persona que ha de repetir puede acabar estigmatizada y aburrida, es una situación que desmotiva mucho. Pero se ha de valorar cual es el panorama global del alumno, qué maduración tiene, qué vínculo tiene con el grupo al que iría (a veces hay alumnos que son poco maduros y se relacionan más con el grupo que sube).
Si realmente es un alumno al que el hecho de repetir todos los contenidos es algo que le irá bien, se puede plantear.
¿Qué es el éxito? ¿Qué es el fracaso?
La línea que separa éxito y fracaso es tremendamente fina
Las cosas no son tan tajantes ni tan absolutas como parecen. El escritor británico Rudyard Kipling dijo: “El éxito y el fracaso son dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia”.
Joseph Rudyard Kipling (1865 – 1936) fue un escritor y poeta británico. Autor de relatos, cuentos infantiles, novelas y poesía. Se le recuerda por sus relatos y poemas sobre los soldados británicos en la India y la defensa del imperialismo occidental, así como por sus cuentos infantiles.
La línea entre el éxito y el fracaso es muy fina, y muchas veces lo que creemos que es un éxito se convierte en un fracaso y al contrario.
Imaginemos que nos dan un ascenso en nuestra empresa, es un gran éxito. Y resulta que ese éxito conlleva ansiedad, estrés, mucha implicación de tiempo… y al final nuestra pareja nos deja porque no estamos nunca en casa. El gran éxito se ha convertido en un absoluto fracaso.
O nos echan de la empresa y eso es lo que nos permite, al estar en el paro, emprender un nuevo proyecto con el que siempre habíamos soñado pero que nunca nos atrevimos a empezar. Lo que ha comenzado como un fracaso son las semillas del nuestro éxito.
¿El objetivo final de nuestra vida ha de ser el éxito?
Es lo que nos enseñan en nuestra sociedad. Nos enseñan que tenemos que ser los primeros, que nos tenemos que poner por encima de todos los demás, que estamos en una seria competición, desde pequeño has de ser el mejor. Y al final lo que esto conlleva es muchísima frustración, porque si no llegas a ser el número uno ―que casi nadie lo llega a ser porque solo lo puede ser una persona― nos llega la impotencia, la rabia, llega la envidia, gente que luego se dedica a criticar y a juzgar a otros porque han conseguido lo que ellos no han podido.
Es algo que tiene que ver con cual es nuestra definición de éxito, con la escala de valores que tiene cada cual. El éxito no es sólo tener más dinero o más fama o llegar más alto en la escala social, sino que tiene mucho que ver con la paz interior, con el poder ayudar a los demás, con poder estar en el camino que uno ha elegido, con gozar de más libertad. Somos nosotros los que tenemos que darnos cuenta de qué es el éxito para nosotros.
Hemos de tener cuidado con eso de aspirar a lo máximo, porque nos lleva a veces a obsesionarnos. Y el obsesionarnos con la meta hace que no disfrutemos el camino. Durante el proceso de subir a esa cima ―sea lo que sea para nosotros esa cima― podemos estar también en el presente. Lo importante es en qué nos convertimos mientras hacemos ese camino que nos lleva al deseo que queremos cumplir.
Cumplir la meta ―el objetivo que tenemos― es algo muy efímero, dura muy poco tiempo. Muchos medallistas y grandes deportistas dicen que el triunfo y el éxito están sobrevalorados, porque cuando llegas ahí o cuando lo tienes dura muy poco. Y sin embargo el sabor de la amargura del fracaso es mucho más insidioso y dura mucho más tiempo.
Hay que tener talento
Nos han vendido una moto con lo de “querer es poder”, una cosa es la pasión y otra el talento. Podemos tener mucho entusiasmo por hacer algo y querernos dedicar a ello, pero si nos falta el talento… No todo el mundo se puede dedicar como profesión a aquello que es su pasión, es un primer aspecto a tener en cuenta.
Y en segundo lugar ocurre que en ocasiones pasamos por alto que conseguir algo conlleva un compromiso, un grado de involucrarse y de perseverancia tremendos. Los estudios demuestran que para llegar a ser maestro en cualquier área, en cualquier profesión, se necesitan entre 7 y 10 años de práctica y 10.000 horas. ¿Quién está dispuesto a todo esto? No es tan fácil el “querer es poder”.
El budismo nos hace conscientes
Da la sensación de que el budismo es la única línea que nos hace ser conscientes de que todo lo bueno pasa, pero también lo malo. En el budismo hay mucha insistencia en el desapego, y es importante darnos cuenta de que todo es efímero, lo bueno y lo malo, que al final tenemos mucho de yin y yang, que la vida y nosotros mismos no podemos tener el ganar sin el perder, que no podemos subir sin haber bajado antes, no podemos tener las cosas maravillosas de la vida sin haber experimentado también el dolor.
Y esa “manía” que tenemos de querer sólo lo agradable y placentero, y de querer expulsar de nuestro lado y de nosotros mismos aquello que no nos gusta, evitar a toda costa aquello que nos disgusta, es algo que tiene un precio muy alto.
Tiene un precio muy alto por una parte en el inconsciente, porque es algo que reprimimos y de alguna manera nos esclaviza. Y por otro lado no estamos viendo la realidad como es.
La vida es esto, con sus partes positivas y sus partes negativas. Las mieles del éxito tienen antes muchos fracasos, quizás porque si no fuese así no seríamos capaces de saborearlo. Sólo cuando se ha pasado por momentos difíciles se es capaz de disfrutar de los buenos.
El taijitu, la forma más conocida de representar el concepto del yin y el yang
¿Qué significa triunfar en la vida?
Es una elección que tenemos que tomar cada uno de nosotros. Sufrimos demasiado lavado de cerebro materialista: triunfar es tener más dinero, que nos admiren, subir en el estatus social… todas esas cosas que nos han vendido y que nos tenemos que cuestionar.
¿Qué es para nosotros el éxito? ¿Qué es triunfar? Somos nosotros los que tenemos que llegar a esa conclusión, y desapegarnos y tomar distancia de lo que nos han vendido desde pequeños.
El éxito en el deporte está muy vinculado a los resultados
Está claro que en el mundo profesional del deporte el éxito va ligado al resultado, porque de alguna forma tenemos que medir y tiene que haber un premio. Y el premio tiene que estar en función de unos criterios. Son profesionales que viven y cobran por ello.
Lo cierto es que si ese modelo, basado en el resultado, se traslada a lo que es el deporte formativo y a las categorías inferiores podemos tener un problema. Aún así en las categorías inferiores hay que medir de alguna manera los partidos, los puntos o los goles, porque es lo que nos permite ir ascendiendo a otras categorías o quedar primeros de la liga.
Pero a la vez se tiene que coeducar para que el niño no sienta que su valor como jugador, como niño y como deportista depende solamente de unos números. Por eso se dice que cuando se inculcan valores en las canteras como la generosidad, la humildad, la cooperación, la disciplina, el esfuerzo… igual no hay chicos tan talentosos, pero también son chicos exitosos por como contribuyen a la comunidad deportiva.
Hay que medir los resultados, pero siempre y cuando el niño sepa que tiene valor gane o pierda simplemente si se esfuerza y es un buen compañero.
Ese es el éxito que tenemos que inculcar a nuestros niños: en el deporte profesional se relaciona con el resultado, en las categorías y en el deporte base y formativo tiene que estar relacionado con los valores que podemos inculcar para convertir a esos niños en personas de bien.
Una “receta” para conseguir el éxito en la vida
1. Tener un objetivo, una meta, una ilusión. Si decimos que el éxito es algo que se relaciona con la superación personal tiene que haber algo en lo que yo me supere o algo que consiga. “Quiero una vida plena en la que pueda dedicar dos horas a leer al día”, ese es mi objetivo.
2. Trabajo, esfuerzo y perseverancia para luchar por ello. La palabra “éxito” sólo aparece delante de la palabra “trabajo” en el diccionario. El éxito siempre va asociado a unos valores, y no se puede tener éxito con la cultura de la falta del esfuerzo. Es algo que hay que inculcar a los niños y a los jóvenes.
3. La fuerza de voluntad para hacer lo que tienes que hacer. Todos tenemos una voz interior que nos dice: “estás cansado”, “¡déjalo!”, “¡mañana será!”… Tenemos que vencer esa voz cómoda que nos dice que permanezcamos en la zona confortable, porque si realmente el éxito está relacionado con la superación de alguna forma tenemos que involucrarnos, y a veces priorizar cosas que no nos apetecen por encima de lo que puede parecer más cómodo.
4. Si te caes, te levantas. No permitas que nada te deje en el camino. El éxito está relacionado con la tolerancia a la frustración y con la resiliencia. Aquella persona que ante un bache o una dificultad se queda en el camino diciendo “¡esto es muy duro para mí!”, es difícil que vaya a alcanzar el éxito.
5. Flexibilidad y adaptación. Tenemos que aprender, tenemos que cambiar, hay veces en que tenemos que modificar la estrategia y adaptarnos. En el deporte por ejemplo hay que estudiar al rival. No podemos ser inflexibles y decir “¡esto lo consigo así, de esta manera!” porque estamos en continua evolución y tenemos que introducir cambios para llegar donde deseamos.
6. No perder de vista la pasión por lo que haces. Siempre se ha dicho que hay una relación directa entre lo que nos apasiona y el nivel de eficacia y rendimiento que las personas damos.
7. Visión optimista: hay problemas y hay soluciones. Más que buscar problemas, que van a aparecer y muchos durante toda la vida, lo que tenemos que estar continuamente es buscando soluciones. Esa gente que va por la calle viendo a otras personas y diciendo “¡mira que felices son!”. No es verdad, todo el mundo en su casa tiene un problema. Lo que ocurre es que en lugar de ahogarse en el problema, y darle veinte mil vueltas, lo que hacen es buscar una forma operativa de salir de él.
8. No orientarse al resultado, sí a la tarea ¿Qué tengo que hacer? En el deporte de alto rendimiento hay que pensar en los tres puntos, en ganar el partido, por supuesto. Pero siempre con un pensamiento previo que es “¿qué tengo que hacer para conseguir los tres puntos?” “¿en qué medida depende de mí?”. El famoso locus de control interno: “¿Cómo y cuánto soy de responsable en mis éxitos?” “¿Cuánto me tengo que involucrar?”.
9. Humildad. Una derrota viene muy bien a veces, porque te pone otra vez los pies en el suelo y te dice dónde estás, la famosa cura de humildad. La humildad permite escuchar a los demás, aprender de otras personas y saber que por mucho éxito que tengas en la vida no lo vas a tener siempre, y que es algo que depende del punto número 2.
10. Confianza en ti y en los que te rodean. La mayoría de los éxitos que conseguimos en la vida no dependen sólo de nosotros. Hay un grupo que nos apoya, hay gente que de alguna forma es servicial con nosotros. Para que tú tengas éxito profesional hay una señora en tu casa que cuida a tus niños y los educa en valores. Para que tú hagas deporte tienes un entrenador que te va guiando. Siempre hay alguien que de alguna forma va influenciando en nuestra vida y que es parte de aquello que nosotros conseguimos.
Los fracasos traen muy buenas lecciones
Fracaso y frustración no son lo mismo. Es verdad que en general los fracasos dan lugar a emociones muy intensas como pueden ser la rabia, la frustración, la impotencia e incluso la vergüenza, pero también nos traen muchas buenas lecciones.
Una de esas grandes lecciones es la humildad. Si acumulamos demasiados éxitos o triunfos en la vida tendemos a pensar que somos la maravilla del universo. Nos subimos a un pedestal y esa arrogancia, incluso narcisismo, puede con nosotros.
El fracaso está bien para bajarnos un poquito y ser más humildes, y también para juzgar menos a los demás y ser más compasivos con las debilidades y con los errores ajenos, nos enseña a ser más humanos.
En cada fracaso podemos tener un éxito
Si para nosotros el éxito se define en cuanto de perseverantes vamos a ser, cuantas veces lo vamos a intentar, un fracaso no va a ser la pérdida del éxito. Un fracaso va a ser una forma de analizar cómo no hacer las cosas para estudiar la manera de cómo volver a hacerlas de forma diferente.
El fracaso no es más que una parte del éxito. Podemos tener muchos fracasos sin necesidad de tener la sensación de frustración.
Thomas Alva Edison, el gran inventor, decía que él había hecho 1.000 intentos para conseguir la bombilla. Y cuando le preguntaban si no sentía que eso era un fracaso y una frustración él respondía que para nada, que había encontrado 1.000 maneras de no hacerlo. Si aprendemos de los fracasos son realmente los peldaños del éxito.
Thomas Alva Edison (1847-1931) fue un empresario y un prolífico inventor estadounidense que patentó más de mil inventos y contribuyó a proporcionar, tanto a Estados Unidos como a Europa, los perfiles tecnológicos del mundo contemporáneo: las industrias eléctricas, un sistema telefónico viable, el fonógrafo, las películas, etc.
¿Podemos ser competentes sin ser tan competitivos?
Nuestra competición ha de ser con nosotros mismos, debemos intentar ser nuestra mejor versión.
En una empresa, por ejemplo, si hay competencia también habrá una competencia de objetivos. Si hay un objetivo común lo que se busca es que los ejecutivos o los trabajadores sean líderes de sí mismos y den su mejor versión, que sean capaces de sacar todas las capacidades y habilidades que tienen dentro.
Lo que ocurre muchas veces en las empresas es que terminan compitiendo los departamentos y las personas entre sí, y al final no se alcanza el objetivo que se buscaba.
No siempre se consigue lo que se quiere
La vida es compleja. Tendemos a simplificar mucho las cosas pensando que toda causa tiene un efecto. Que si queremos conseguir un efecto que es directo, si ponemos el esfuerzo y determinadas cosas va a surgir como nosotros deseamos. Y no siempre es así, la vida nos adapta a nuestras expectativas, la vida tiene su propio curso y tiene sus sorpresas.
Tenemos que dejar de pensar que podemos tenerlo todo bajo control, y que teniendo todo bajo control llegaremos a conseguir todo lo que queremos, cuando queremos y como queremos. A veces la vida tiene otros planes.
El motor de los seres humanos es el deseo y el intentar conseguir cosas, y es algo fantástico. Pero no van unidas esas ganas y esa obcecación con la meta final con que lo vayamos a conseguir. Tenemos que aprender también a desapegarnos de los resultados: yo pongo todo lo que está en mi mano, y luego será lo que tenga que ser. Mientras tanto hay que abrirse a la vida y disfrutar del camino.
¿El fracaso nos puede hacer perder la confianza?
La confianza se frustra cuando definimos mal el objetivo. Si mi confianza depende de que gane un partido o no, seguramente cuando lo pierdo me siento frustrado. Pero si mi confianza depende de cuánto he invertido yo, de cómo han jugado mis compañeros, de si he animado al equipo, de si ante un error cometido me he vuelto a levantar y he seguido luchando… pues seguramente la confianza no se debilita. Pero si solamente la ponemos en el locus de control externo, que pueden ser los resultados o cosas que no están bajo nuestro control, nos sentiremos frustrados.
Por eso cuando muchos deportistas de alto rendimiento se jubilan pasan a no ser nada, pero según su perspectiva.
Una persona que siempre ha sido valorada por los éxitos que ha conseguido a nivel deportivo, que no se ha preocupado en cultivar otras facetas de su vida, ni en darle valor a la relación con los amigos o con la pareja… De repente, cuando pierde aquello que le identificaba como alguien grandioso deja de serlo, se ve como si no fuese nada.
Hay que decir a las personas que nosotros somos valiosos no sólo por el deporte y los éxitos que conseguimos, sino por muchos otros valores y por muchos otros roles que desempeñamos en la vida.
Se trata de prepararse para tener una vida alternativa una vez que finaliza la vida deportiva. Hay muchos jugadores que, mientras siguen en activo, están haciendo el curso de entrenador nacional o haciendo carreras universitarias, y en esos casos la transición de una a otra vida es mucho más sencilla.
Pero cuando se rompe de forma brusca algo que ha sido tan significativo en tu vida, algo por lo que has tenido tanto reconocimiento, y de repente no tienes nada en el sentido de otra preparación u otra profesión, la gente siente una desolación tremenda, incluso soledad e inseguridad: “¿qué va a ser ahora de mí que no sé hacer nada?”.
¿Cómo enseñar a nuestros hijos a aceptar un fracaso?
Lo primero es ser conscientes de que para tener éxitos en la vida se han de tener fracasos. Que los niños aprendan cuales son las lecciones cuando algo no sale como querían. Siempre preguntarles: “¿Qué has aprendido de esto?” “¿Qué has sacado como lección?”, porque si no nos quedamos sólo con la rabia y la pataleta por no haberlo conseguido ―a veces motivadas por las expectativas que los padres ponemos en ellos―.
Es importante que los niños aprendan que el camino, la ruta que van haciendo, es lo que al final va a quedar. Que esos fracasos se borran si han disfrutado, si se han divertido. Que el proceso es lo que van a recordar, y lo demás se va borrando y diluyendo con el tiempo.
¿Y cómo enseñar a aceptar el éxito?
El éxito se ha de aceptar con deportividad y con humildad. Tenemos grandes ejemplos como es el caso de Rafa Nadal, con esa humildad y con esa distancia que se pone de sí mismo.
Él se da cuenta de que simplemente es una parte de un camino y que esa dulzura que da el triunfo es efímera, que es maravillosa cuando te has esforzado por llegar ahí y para ello has pasado momentos difíciles, pero es un ratito. Y después ya está buscando la siguiente cima a la que subir, siempre habrá un siguiente objetivo que asumir. Con lo cual tomémoslo todo con un poco más de distancia, y todo pasará.
Innovación contra el fracaso escolar
StriveTogether
En Estados Unidos Jeff Edmondson puso en marcha un proyecto muy integrador llamado Strive. Una red nacional sin ánimo de lucro que nació con la idea de que el fracaso escolar es un problema de todos: del profesor, del director de la escuela, del niño, de sus padres, de la administración pública y de todos los que están ligados a esa comunidad. Por lo tanto lo primero que había que hacer para afrontar el problema era unirlos a todos.
En segundo lugar esta iniciativa incide en que existen muchos programas en Estados Unidos contra el fracaso escolar, pero que no se tiene ni idea de cuales funcionan y cuáles no, a veces en una misma comunidad hay cincuenta programas a la vez para resolver el problema.
Jeff Edmondson no propone un programa, propone una metodología para medir cuáles son los programas que funcionan.
La metodología que plantea se llama Strive, y sirve para que todos los agentes en cuestión se sienten juntos en una habitación, decidan cual es el problema a resolver, se establezcan los objetivos y se apliquen los programas que funcionan.
Se trata de un programa profesional y riguroso, una visión basada en la efectividad. Sus parámetros son:
- Número de niños que no abandonan.
- Notas en matemáticas, que siempre es una clave esencial.
- Número de niños que pasan de preescolar a escolar, porque hay niños en Estados Unidos que no llegan ni a entrar a los estudios más básicos.
- Capacidad lectora.
Por tanto el método es: medición, aplicar las medidas que funcionan ―y las otras dejarlas atrás― e implicar a todos en la comunidad.
Spark
Otro ejemplo de solidaridad bien entendida para ayudar a jóvenes con problemas, su creador es Chris Balme. Spark significa esa chispa que te anima.
Se trata de una idea muy interesante contra el fracaso escolar. Muchas veces una escuela se encuentra rodeada de edificios de oficinas. Cada trabajador sentado en una de esas oficinas es un mentor potencial de cada uno de los chicos de esa escuela.
Se hace una relación de mentorización entre cada alumno y cada trabajador o profesional de la zona, para que enseñe al niño en qué consiste un trabajo u otro, que le ayude a entender que significa el mundo profesional y que si desea hacer un trabajo u otro eso es factible.
Lo interesante de esta teoría es que también en las oficinas las cosas cambian. Es magnífico recibir en la oficina a un chaval de 16 años, que va a aprender y a ver como lo hacen, a ver como se programa, como se escribe un documento, como se hace una presentación, que sucede en un laboratorio si hacen análisis…
Es el barrio, la escuela y todo lo que la rodea, y esta relación entre el joven y la clase profesional que ya está formada, una combinación fantástica.
La iniciativa de Adriana Briozzo, en Uruguay
Adriana Briozzo enfoca otro razonamiento muy importante. De una forma casi casual, en una investigación que hizo, se dio cuenta de que una de las causas fundamentales del fracaso escolar en los barrios duros de Montevideo, donde ella trabaja, es que padres y madres no tienen ni el tiempo ni la inclinación ni la convicción de jugar un rol esencial en el hecho de que sus hijos no abandonen la escuela antes de tiempo.
Ella creó una campaña para las madres, con el objetivo de sensibilizarlas y decirles “tú tienes un papel a la hora de hacerle ver a tu hijo que su éxito escolar es una prioridad para ti, y que tiene que estar pendiente de él”.
Enseña a las madres al crear una figura que es el maestro comunitario, cuyo objetivo es ir hablar a las madres para sensibilizarlas sobre la importancia de estar pendientes de los hijos. Por tanto toda la comunidad: la escuela, el maestro comunitario, la madre y el niño, juntos para tener éxito en la escuela.
Cine contra el abandono y fracaso escolar
‘El aula vacía’ (2015)
El cine es un recurso didáctico excelente, y también puede servir para reducir el fracaso escolar. ‘El aula vacía’ es un largometraje que denuncia las dificultades de miles de niños latinoamericanos para acceder a las aulas, y sobre todo para mantenerse en ellas durante más tiempo.
Son 10 historias que relatan diferentes situaciones de niños y adolescentes, sus problemas a la hora de estudiar y las dificultades para finalizar la enseñanza obligatoria. Casi la mitad de los jóvenes en América Latina nunca llega a graduarse en secundaria.
‘El aula vacía’ es la historia de la crisis educativa en la región, contada por cineastas y jóvenes protagonistas latinoamericanos, bajo la dirección creativa de Gael García Bernal. La película se realizó para generar un debate social que situase a la educación en el centro de las prioridades políticas ante una situación no muy esperanzadora. Hay demasiadas barreras físicas, sociales y culturales que lo impiden.
Los cineastas, procedentes de siete países distintos, recorren el continente poniendo su atención en algunos de los obstáculos que dificultan la continuidad de los estudiantes en las aulas.
Todos los temas representados en la película se parecen mucho, están en relación con la pobreza, la falta de recursos, abordan historias nacidas en países donde no hay ley ―o la ley es un grupo militar―. Un corto colombiano describe el reclutamiento armado de menores, se titula ‘Las Buenas Intenciones‘, y nació para denunciar las alarmantes cifras de niños y niñas que son captados por diferentes grupos armados
Los directores de los 10 cortos que componen ‘El aula vacía’ intentan reflejar una realidad, pero también ofrecer soluciones. Detrás de la película está el proyecto financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo, el objetivo es implicar a los ciudadanos y a los políticos con la educación y conseguir aumentar el número de graduados en secundaria, algo que se traduciría en progreso y riqueza para Latinoamérica.
Tráiler de la película documental ‘El aula vacía’, donde galardonados directores relatan el impacto de la deserción escolar en América Latina. Viaja a siete países y explora las razones subyacentes por las que casi uno de cada dos estudiantes nunca se gradúa:
Los cortometrajes que se incluyen en la película son:
‘Las Buenas Intenciones‘
‘Las Buenas Intenciones‘. Director: Carlos Gaviria, Colombia. Gaviria investiga los vínculos entre la deserción escolar en secundaria y la violencia. Su corto cuenta la historia de dos jóvenes que son reclutados por grupos armados. Muestra de manera real y descarnada las graves consecuencias de la violencia para el futuro de los jóvenes.
Entrevista a Carlos Gaviria sobre su participación en este proyecto:
‘Igor‘
‘Igor‘. Director: Eryk Rocha, Brasil. Un corto en el que se profundiza sobre cómo identificar a los jóvenes latinoamericanos en riesgo de deserción. Está basado en la historia de un adolescente con mucho potencial y energía, pero sin motivación para permanecer en la escuela. Este caso real refleja la situación que viven muchos alumnos en riesgo de abandonar la escuela.
‘Matemática‘
‘Matemática‘. Directora: Flavia Castro, Brasil. La directora profundiza sobre el tema de la falta de interés como factor para abandonar la escuela. En la mayoría de los países de América Latina, la decisión de permanecer en la escuela se ha convertido en el mayor reto para la educación de generaciones futuras.
Entrevista a la directora Flavia Castro:
‘Leguas‘
‘Leguas‘. Directora: Lucrecia Martel, Argentina. Se dice que la educación es el igualador social capaz de cerrar brechas y abrir oportunidades para todos. ¿Pero qué sucede cuando las escuelas mismas reflejan divisiones y discriminación dentro de una comunidad? La cineasta argentina explora en su corto el tema de la exclusión escolar en las comunidades indígenas.
‘Hugo‘
‘Hugo‘. Directora: Mariana Chenillo, México. Los jóvenes con discapacidades enfrentan barreras físicas, sociales y culturales para asistir a la escuela. Se estima que solamente entre el 20% y 30% de los niños y jóvenes con discapacidades en América Latina asiste a la escuela. Mariana Chenillo retrata los obstáculos en la educación a los que se enfrentan estos jóvenes. Su protagonista Hugo es como cualquier otro alumno de secundaria; va a las clases todos los días y trata de aprender las materias para poder graduarse. La única diferencia es que él es sordo en un mundo oyente y enfrenta desafíos no muy típicos para terminar la secundaria.
Entrevista a Mariana Chenillo sobre su corto en ‘El aula vacía’:
‘Amortizado‘
‘Amortizado‘. Director: Nicolás Pereda, México. Para los jóvenes latinoamericanos que abandonan la escuela, el futuro puede ser incierto y confuso. Los costos inmediatos y los desafíos del presente pueden impedir ver los beneficios a largo plazo de una educación de calidad. No obstante, si el sistema educativo no te puede abrir caminos, ¿para qué ir a la escuela? Nicolás Pereda se pregunta en su cortometraje si vale la pena.
Entrevista al director Nicolás Pereda sobre su corto:
‘Piñalito‘
‘Piñalito‘. Director: Pablo Fendrik, Argentina. Un cortometraje sobre el trabajo juvenil y la educación, donde se explora la necesidad de trabajar y la dificultad para llegar a la escuela como obstáculos para acceder a la educación en zonas rurales. El protagonista Pedro sueña con escapar del duro trabajo en la granja tabacalera de su familia. A él le gustaría estudiar pero la familia quiere que trabaje. ¿Terminará yendo a la escuela?
Entrevista al director Pablo Fendrik sobre su participación en esta película:
‘Más o menos‘
‘Más o menos‘. Director: Pablo Stoll, Uruguay. En su cortometraje Pablo Stoll plantea la reflexión de qué futuro les espera a los jóvenes que abandonan la secundaria y qué les sucede cuando quieren retomarla. En este corto dos jóvenes están muy motivados para perseguir sus sueños, pero desmotivados para permanecer en la escuela. Pronto descubren que la educación no es un obstáculo en el camino, sino la clave para tener éxito en la vida. Pero, ¿será demasiado tarde para volver?
Entrevista a Pablo Stoll sobre su participación en este proyecto:
‘Ver, Oír y Callar‘
‘Ver, Oír y Callar‘. Directora: Tatiana Huezo, El Salvador. La cineasta mexicana/salvadoreña, investiga, a través de su cortometraje cómo influye la violencia en el abandono escolar. Este corto explora el tema del miedo, el cual hace que muchos jóvenes en zonas de alto riesgo de la ciudad de San Salvador abandonen sus estudios. La educación puede ser una herramienta poderosa para prevenir la violencia. La trágica paradoja es que, en algunos lugares, hasta las propias escuelas son peligrosas.
Entrevista a la directora Tatiana Huezo sobre su corto:
‘Alondra‘
‘Alondra‘. Dirigido por los hermanos Daniel y Diego Vega, quienes enfocan su trabajo en una adolescente limeña quien se encuentra decidiendo la mejor manera de conseguir el título de secundaria. La pregunta que flota en el ambiente es: ¿Está la escuela secundaria preparada para motivar a los adolescentes del siglo XXI?
Entrevista: Daniel y Diego Vega, directores de cine, sobre su participación en este proyecto:
Fuente: L’ofici d’educar de Catalunya Ràdio (25/04/2017) | Para todos la 2 de RTVE (5/05/2015) (21/05/2015) y (20/06/2014) | Por la educación de Radio 5 (27/04/2015) | Imágenes: Flickr Thomas8047, Jessica Lucia, anthony Kelly, Tom Roeleveld, Stephan Hochhaus, makelessnoise, USAG- Humphreys, Bruno Caimi, woodleywonderworks, Brittany Randolph, Philip Dean, amanda tipton y M a n u e l.