Consecuencias de la sobreprotección infantil

La  sobreprotección infantil consiste en eximir de pequeñas responsabilidades en el día a día a los niños y niñas. Hacer nosotros lo que pueden hacer ellos conlleva no entrenarlos en la responsabilidad y en otras habilidades relacionadas.

Y la carencia de habilidades como la autonomía, la fortaleza, la confianza… provoca inseguridad, dependencia y poca tolerancia a la frustración; tiene como resultado el abandono fácil ante una dificultad y un bajo control emocional (rabia o enfado cuando no se consigue lo que se pretende).

© CORBIS. La modelo JANE O’LEARY con su hija de dos años, SHANE, en HAMPSTEAD en 1969

Negarles  las oportunidades diarias que la vida nos brinda para entrenar sus habilidades es una de las principales causas de las carencias emocionales en los jóvenes de hoy en día.

Si quieres que tu hijo tenga la habilidad de la autonomía, aprovecha cada ocasión para que la practique. Llevar la mochila, atarse solo los cordones o abrocharse la chaqueta, prepararse la merienda o hacerse la cama, hacer los deberes o poner la mesa… Son habilidades que algún día nuestros hijos necesitarán tener bien dominadas para caminar por la vida. La autonomía facilita saberse capaz, sentirse válido y por tanto tener confianza.

La sobreprotección infantil incapacita a nuestros hijos. Pero, ¿Cómo podemos empoderar a nuestras hijas e hijos y conseguir que sean autónomos y valientes? ¿Cuáles son los peligros de tener hijos muy dependientes? ¿Qué cosas debemos empezar a dejar que hagan solos, o quizá con ayuda? ¿Cómo podemos gestionar nuestros miedos como madres y padres ante su deseo de ser autónomos? sobreprotección infantil

Cómo evitar la sobreprotección infantil y fomentar la autonomía

¿Qué es la autonomía?

La autonomía es básicamente vivir con el niño como iguales: aunque podemos tener necesidades diferentes, es obvio, respetemos el derecho de cada uno a tomar sus decisiones.

Eso no quiere decir hacer lo que se quiere siempre: no es un descontrol como a veces asusta a la gente, sino que le explicamos los límites, le damos soporte y le orientamos siempre que sea necesario porque pasamos tiempo con él cada día. Dedicamos tiempo a tener esas conversaciones necesarias.

Pero claro, parece una utopía en un mundo en el que para empezar padres y madres no tienen tiempo de calma para dedicar, y que también hacen todo lo posible para asegurar que sus hijos siguen la ruta segura:

  • controlando todo lo que hacen,
  • intentando protegerlos de sentimientos dolorosos
  • y a veces incluso protegiéndolos del fracaso.

Sin darnos cuenta estamos haciendo cosas por nuestros hijos en vez de enseñarles a hacer.

Las consecuencias de esa manera de actuar, de la sobreprotección infantil, son niños inquietos y que presentan muchas carencias, porque equivocarse y fracasar es parte del proceso de aprendizaje. Es a través de esos fracasos como aprendemos a volver a un equilibrio a posteriori. sobreprotección infantil

Sobre la autonomía emocional

Vamos mal si lo primero que hacemos es resolverles a nuestros niños los conflictos. Si cuando tienen un problema en seguida vamos a decirles como lo tienen que resolver, qué se tienen que decir entre ellos, si ya juzgamos quién es el bueno y quién el malo… eso ya es un control, no es un acompañamiento sino un control de la situación.

La autonomía emocional es una competencia compleja, no es fácil. No hemos de confundir la autonomía física con la autonomía emocional, aunque evidentemente están relacionadas.

La autonomía emocional vendría a ser poder estar tú bien aunque aquello que te rodee no lo esté, y es imprescindible para que nuestras hijas e hijos puedan ser libres de presiones externas y que no les afecte el entorno en exceso.

Es esencial que los niños tengan una buena autonomía, confianza… que tengan presente que la motivación personal ha de surgir desde dentro para vivir su propia vida. Deben saber reconocer sus propias emociones, para después tomar las decisiones por ellos mismos.

Eso se consigue dejándolos que experimenten nuevas acciones sin la interacción de los adultos, y después felicitandolos por lo que hacen bien. Y cuando haya algo que no les guste o no les salga redondo explicarles cómo mejorarlo, sin juicios peyorativos ni malas palabras despectivas que les puedan provocar una bajada de la autoestima.

Consecuencias de la sobreprotección infantil

Tenemos que ayudar a nuestros niños a asumir la responsabilidad de sus propios actos, y las consecuencias que se derivan de ellos. Si hacen una actividad y resulta que lo que les vuelve no es agradable, hemos de ver como hacen otra vez esa actividad de otra forma para que no les afecte la respuesta y por tanto ser más fuertes emocionalmente.

Enseñarles que no son los otros quienes deciden de qué humor estaremos, porque así se harán lo suficientemente autónomos emocionalmente y su carácter nacerá desde dentro y no dependiendo de los demás.

A veces, cuando estamos viviendo momentos sociales en los que hay alguna preocupación, eso nos cuesta más. De alguna manera nuestra misión como padres sería preparar a nuestros hijos para que entiendan el mundo, porque algún día les daremos la llave y saldrán de casa; que entonces no se asusten más de la cuenta y no salgan con miedos.

Y, para poder entender el mundo y la vida de fuera, primero hemos de empezar por entender nuestra propia vida: qué pasa con nosotros.

Cuando entendemos cómo somos por dentro: ¿qué pasa?, ¿qué sientes?, ¿para qué sirven las emociones?, ¿por qué las tengo?, ¿por qué las siento?, ¿qué me hacen hacer y qué no?… Entonces es cuando es mucho más fácil entender el mundo de afuera. sobreprotección infantil

¿Cuándo hay que empezar a fomentar la autonomía en los niños?

La autonomía comienza desde que el niño nace. Es en ese momento en el que los dos, el niño y la persona que lo cuida (madre, padre o quien sea), empiezan esta simbiosis de acompañar sin pisar, que es esta sobreprotección. Y esto es a varios niveles:

sA nivel cognitivo: a la hora de tomar decisiones, de analizar situaciones…

tA nivel emocional: que no sea que el niño abre la boca y en seguida alguien lo coge y le responde, sin que ni el mismo niño sepa lo que necesita.

eA nivel social: poder estar con otros y no estar dependiendo exclusivamente de una sola persona.

tA nivel físico: Ser capaz… A veces hay un escalón muy pequeñito y el niño o la niña ya está levantando la mano para que se la cojamos, cuando él puede hacerlo solo (después ves que salta por otro sitio más alto).

Son mensajes que le damos al pequeño: “Tú no puedes. Tú me necesitas”

Se crea una dependencia innecesaria que lo único que hace es que el niño, en vez de tener herramientas y un mapa para ir por la vida…, pues vaya sin rumbo.

Y más adelante, cuando son adolescentes, les decimos: “Ahora ya eres grande. Ya no haces gracia. Espabílate”.

«¿Ahora? ¿Ahora que llevo quince años en los que has estado tomando decisiones por mí? Que antes de que tenga frío me estás diciendo que me ponga la chaqueta…» sobreprotección infantil

Consecuencias de la sobreprotección infantil

¿Cómo los niños se convierten en autónomos?

Cuando nacemos los seres humanos somos totalmente dependientes. Los cuidadores, normalmente el padre y la madre, son imprescindibles para sobrevivir.

Como especie nos convertimos muy poco a poco y con mucha ayuda en individuos capaces de subsistir por nuestra cuenta y ser independientes. Pero, ¿cómo nos convertimos en autónomos?

Durante la primera infancia niños y niñas han de ir adquiriendo, porque lo pueden hacer, todos los hábitos de autonomía que les permiten responsabilizarse y cuidar de su cuerpo y de sus cosas: la alimentación, la higiene, vestirse solos, buscar la ropa… y también pueden empezar a participar en pequeñas tareas domésticas como hacerse la cama o poner la mesa; porque les permite demostrar que son útiles y capaces, aunque se equivoquen, y eso permitirá a la larga afirmar su autonomía y personalidad. sobreprotección infantil

Consecuencias de la sobreprotección infantil

Al principio no se trata de dejarlos completamente solos haciendo las tareas: no tenemos que controlar pero sí acompañar.

En ese momento en que el niño puede empezar a poner la mesa, puede empezar a vestirse solo… no se trata de decirle: “¡Venga, hazlo!”, y desaparecer… Sino que doy el tiempo, el espacio. Estoy acompañando ese momento.

¡Sí, claro!, dirás, ¡pero cuando lo que nos falta es tiempo!… ¿Cómo hacemos a las ocho de la mañana para conseguir que nuestros hijos se vistan solos y poder salir a tiempo hacia el cole?

Puedes hacerlo como un juego: “¡Venga, vamos! ¡A ver quién se pone los zapatos en 10 segundos! ¡Diez, nueve, ocho…!”, eso puede ayudar a que por ejemplo vestirse sea un reto divertido.

En el libro Crecer con valentía, Cristina Gutiérrez dice: “Los niños sobreprotegidos, a los que los padres y madres han hecho cosas que podían haber hecho ellos, cuando llegan a la ESO sufren una baja autoestima, poca seguridad en sí mismos y desconfianza y más miedos.

Son chicos y chicas que no se sienten los suficientemente valientes para ser sus dignos protectores y necesitan a alguien que lo sea por ellos, padres y madres cuando son pequeños y otra persona cuando son mayores”.

Cómo hacer niños autónomos y responsables

Para que los niños comiencen a practicar su autonomía buscad como padres un sitio donde os sintáis a gusto, donde os sintáis cómodos dejando que vuestra hija o hijo pruebe una actividad por su cuenta. Puede ser jugando en un riachuelo en verano, o subiendo y bajando una pequeña montaña… es una muy buena manera para ellos de ver que está bien equivocarse.

Pero sobre todo, padres y madres, la autonomía no es nada si no se combina con pasar tiempo con vuestros hijos a diario: dejar que te imiten, dejar que jueguen como niños, estando presentes… Haciendo cosas con ellos pero no para ellos.

Se empieza poco a poco, desde el trabajo más dirigido y acompañado hasta el trabajo más auto dirigido y autosuficiente.

Cuando le das espacio a los niños para explorar y aprender por su cuenta pasan cosas sorprendentes: encuentran respuestas por su cuenta, aprenden a compartir e inventan nuevas maneras de hacer las cosas entre otras muchas. La autonomía contribuye a un futuro exitoso.

RESPONSABILIDAD es la palabra mágica, porque siempre estamos entrenando a nuestros hijos tanto en la responsabilidad como en la irresponsabilidad:

  • Cuando yo hago o ayudo más de la cuenta a hacer los deberes a mi hijo lo estoy entrenando en la irresponsabilidad: “No respondo yo, responde mi padre o mi madre”.
  • O al revés, cuando le digo: “Mira, a esta hora ya no te ayudo porque llevas toda la tarde jugando a la Play. Mañana, con la profesora, te espabilas tú”, entonces estás entrenando la responsabilidad, que consiste en que él responde. sobreprotección infantil

Consecuencias de la sobreprotección infantil

¿Qué grado de autonomía tienen hoy los niños?

En general los hermanos pequeños o las hermanas pequeñas acostumbran a tener un grado de autonomía más alto que los hermanos mayores o que los hijos únicos.

Hay un abanico muy amplio: desde los niños que piden la mano para bajar un escalón, a niños que se tiran por las escaleras y saben bajar perfectamente. Depende también de los miedos de los padres y las madres, pero lo habitual es que estén más espabilados los hijos pequeños que los hijos únicos o los hijos mayores.

Lo que muchas veces hay detrás de esta dificultad para dejar que nuestros hijos sean más autónomos es el miedo:

  • el miedo a que no pueda,
  • el miedo a que no sea feliz,
  • el miedo a que se haga daño,
  • el miedo a que no le guste la comida,
  • el miedo a que nos encuentre a faltar…

Miedo, miedo, miedo. ¡Incluso el miedo nos da miedo!

Hoy hay muchos padres y madres asustados; y cuando tú estás asustado lo que ocurre es que tienes el miedo enganchado a la piel… Cuando tienes el miedo enganchado en la piel es muy difícil que no sobreprotejas, es muy difícil que no eduques en el miedo… Y un niño con miedo difícilmente podrá ser autónomo.

Los humanos estamos diseñados para ser autónomos prácticamente a partir de los tres o cuatro años.

Muchas veces nuestros hijos nos dicen: “¡Mira mama! ¡Mira papa! ¡Mira que hago!” Cada vez que un niño o niña dice “¡Mira que hago!”, lo que en realidad está diciendo es: “Mira como avanzo con mi autonomía, y quiero que tú me lo reconozcas”…

Si en ese momento le haces callar… y le abrochas la chaqueta o le atas tú los cordones de los zapatos. ¿Qué ocurre? Estás haciendo a tu hijo dependiente. De manera inconsciente, claro. No tenemos esa intención los padres y madres… Pero cada vez que ejercemos la sobreprotección infantil, cada vez que hacemos algo cuando ellos pueden hacerlo, los estamos debilitando. sobreprotección infantil

Consecuencias de la sobreprotección infantil

¿Por qué los hijos pequeños son más autónomos que sus hermanos mayores?

Los hijos pequeños acostumbran a ser más autónomos porque ya han visto lo que pasa con su hermana o hermano mayor. Ya han visto que son capaces de bajar escaleras, que son capaces de ir en bici, que son capaces de vestirse o desvestirse…, y entonces ya no tienen tanto miedo a que aquello les frustre. sobreprotección infantil

¿En qué momento podemos dejar que los niños hagan según qué cosas solos?

Aprender a hacer pequeñas tareas… A los niños les gusta mucho ver que son capaces de hacer cosas ellos solos… pero muchas veces a los adultos nos da miedo. ¿Cómo podemos saber en qué momento pueden y en cuál no, y hacerlo con seguridad y con tranquilidad?

Es algo que se ha de hacer paso a paso. Lo primero que nos hemos de preguntar es: ¿Puede solo?, ¿puede acompañado?

Al  margen del miedo de los padres en ocasiones hay desconocimiento de la etapa, de las competencias, y también en ocasiones creencias erróneas: ser buena madre o buen padre es vestirlo, darle de comer… es algo que tenemos muy interiorizado cuando no es así.

Por otro lado, a veces hay niños que son capaces de hacer algo solos y, de repente, vuelven a querer que se les ayude a lavarse los dientes. ¿Qué mensaje encriptado hay ahí?

Quizá el niño o la niña necesita que le prestemos más atención, quizá estamos muy tensos por las situaciones que vivimos… y nos está reclamando, con cosas sencillas, que estemos por él o ella. Pero no porque no estemos por ellos, sino porque quizá están más angustiados o tienen más miedos. A veces esta demanda de que hagamos las cosas por ellos es un mensaje que va más allá de lo que están pidiendo.

Si por ejemplo el niño pide que le ates los zapatos cuando ya es grande y sabe solo… ahí hay que vigilar el vínculo: lo que tu hijo te está pidiendo es que le hagas un poquito de caso porque hoy no os habéis visto, y eso no tiene nada que ver con que se sepa o no atar los zapatos.

En ese caso es importante que nos lo digan, que nos lo pidan, porque muchas veces en expresar eso hay dificultad, por ejemplo cuando hay celos.

Pregúntale a tu hijo directamente: “¿Necesitas que te ate los zapatos  o necesitas mimos?”. Y si necesita mimos… pues le das mimos y que él se ate los cordones.

Es una manera de que la niña o el niño pueda entender cuando necesita pedir ayuda o pedir un abrazo porque se siente ese día algo más bajo (es algo que también nos ocurre a los adultos).

Para que esto sea algo normal tenemos que ser los adultos los primeros en darles ejemplo: “¡Hoy necesito abrazos, que he tenido un mal día!”, y nuestros hijos aprenderán con nuestro modelo. sobreprotección infantil

Hay niños a los que les cuesta más hacer cosas por sí solos

Cuando un niño es autónomo y se siente autónomo se siente útil para la comunidad, que es para lo que estamos diseñados; se siente digno de sí mismo y eso hace que le aumente la autoestima.

Por eso hay que empujar un poco al que no quiere para que conquiste sus miedos, porque los miedos se han de conquistar, porque todos tenemos la valentía para atrevernos por ejemplo a ir solos a comprar el pan.

“¿Y si le pasa algo de camino de la escuela?”. También los padres y madres hemos de sacar esa valentía para afrontar esos miedos respecto a nuestros hijos. Por supuesto no le dejes ir solo a la escuela si antes el niño no sabe que para cruzar la calle el semáforo tiene que estar en verde.

También podemos pasear con el pequeño antes de que haga el trayecto solo, entrar en algunas tiendas por las que pase en su recorrido y presentarle al comerciante: “Mira, a partir de mañana mi hijo irá solo al colegio”. Decirle a nuestro hijo que si le pasa cualquier cosa entre y pida ayuda.

Por supuesto también depende del lugar en el que vives. Una opción para los padres, para vencer ese miedo, puede ser seguir de lejos al niño o la niña cuando empiece a ir solo al cole, sin que nos vean… Quizá necesitas hacer ese ejercicio para darte cuenta de que puede ir solo perfectamente.

El miedo siempre es falta de información, o porque no la tengo o porque me falta una parte de esa información. Si vemos con nuestros propios ojos que son capaces de hacer el recorrido sin que ocurra nada… nos quedaremos más tranquilos, de esa forma tenemos la información que nos faltaba: vemos que realmente nuestros hijos son capaces de hacerlo y que no harán ninguna tontería.

Cuanto antes empecemos a ofrecerles oportunidades de desarrollarse solos y auto gestionarse, más les estamos ofreciendo la oportunidad de crecer en todos los sentidos. sobreprotección infantil

“El primer paso para devolver la autonomía a los niños es pedir que vayan al colegio y vuelvan a casa sin ser acompañados por las personas adultas”. Francesco Tonucci

¿Se han de felicitar siempre los nuevos logros?

Por supuesto que hay que felicitar. Ahora hay como miedo a decirles a los niños: “¡Muy bien!”… porque entonces el niño va a depender de ti que todo el día le tengas que estar diciendo “¡Muy bien!”.

Cuando un niño hace algo que es una conquista… si no lo celebramos los de alrededor…

Alguien le ha de decir al niño: “¡Qué bien! ¡Ya eres capaz de…!”. Alguien ha de ver al pequeño.

Quizá no hemos de hacer un ritual, pero si decirle: “¡He visto que ya eres capaz de subir esta escalera!”…

No hace falta exagerar y decirle: “¡Bravo, bravo!”, ni celebrarlo con una pancarta, pero sí que hemos de ver cada conquista que hace nuestro hijo y hacerla evidente. sobreprotección infantil

¿Eran los niños de generaciones anteriores más autónomos?

Cristina Gutiérrez habla en su libro, Crecer con valentía, de que nuestros antepasados hacían pequeños rituales para hacer evidente que una criatura ya era autónoma.

Quizá ahora no damos el valor que se le daba en otros momentos al hecho de tener niñas y niños autónomos, y en cambio los sobreprotegemos hasta mucho después.

Si algunas tribus, como los sioux o algunas tribus africanas, levantasen la cabeza… no entenderían por qué estamos creando hijas e hijos dependientes y frágiles, y con muchos miedos, en vez de personas autónomas, valientes y con fuerza. Porque algún día estos jóvenes tendrán que tirar del carro de la tribu que somos todos nosotros.

Estrategias para fomentar la autonomía

Confía en tus hijos

Es importante que los niños empiecen a hacer tareas de casa y que se ocupen de ellos mismos: de la higiene, del orden, de su ropa, de sus cosas… dicho de otro modo: que se espabilen y que los padres les dejemos un poco en paz…

¡Que es que además nos lo dicen ellos!, que los padres somos muy pesados… Tenemos que confiar en nuestros hijos.

Es cierto que no tenemos la seguridad de que igual nos la lían, pero es que la confianza se trata de eso, de tener fe, de creer que sí que pueden. Porque cuando yo creo que tú puedes, lo acabo reflejando en la mirada y él niño puede verlo.

También es importante demostrar la confianza y que crees en él en momentos en los que tu hijo te la ha liado. Porque cuando todo va bien (cuando el niño saca buenas notas y todo es paz y gloria) todo es fácil y todos educamos estupendamente, pero es en ese momento en el que te la ha liado cuando tú tienes dos caminos:

  • O dignificar: “¡Ostras!, eso que has hecho no corresponde a quien eres. Eres mucho más que ese comportamiento que has tenido, y me gustaría que algún día te atrevieras a ser tú mismo».
  • O humillar : “¡Siempre igual! ¡Es que no cambiarás nunca!”.

Consecuencias de la sobreprotección infantil

Cómo les transmites a tus hijos tu aprobación

Es muy diferente que les digamos el “¡Muy bien!” para todo:

  • por un dibujo,
  • por poner la mesa,
  • por colgar el abrigo,
  • por hacer los deberes de manera autónoma…

que el poder concretar cosas.

No es lo mismo decirle al niño, después de que toque o cante una canción: “¡Ah, muy bien!”, e irte a hacer otra cosa, que decirle: “¡Me ha encantado el tono!” o “Esta canción es muy alegre. ¡Ahora ya te la sabes entera!”.

Poder concretar es algo que empodera muchísimo, porque además da pistas de hacia dónde hemos de ir.

Hay familias que empoderan mucho a sus hijos a nivel cognitivo: son capaces de hacer juicios de valor, de argumentar, de discutir… pero después son incapaces de dormir solos, o cualquier pequeño conflicto si ellos no tienen la razón les produce una frustración brutal. Hay que equilibrar también esta parte más emocional que a veces les cuesta más.

Ten las cosas que los niños puedan utilizar a su alcance

Si tienes un armario que está muy alto, ¿cómo pueden los niños coger las cosas? ¿Cómo pueden ayudar a poner la mesa si los platos están allá arriba?

Una de las primeras cosas que podemos hacer en casa es poner las cosas al alcance de los niños. Revisa que es lo que te da miedo:

  • Si te da miedo que coja un vaso de vidrio, quizá puedes comprar otro de metal o de otro material que no te dé tanto miedo que utilice.
  • O si te da miedo el cuchillo, le puedes dejar un cuchillo que casi no corte. El niño, si el cuchillo casi no corta, no podrá hacerlo todo por sí solo, pero puedes decirle: “yo empiezo y tú acabas”, o al revés, “tú empiezas y cuando estés cansado yo sigo”. Pero de esa manera, si desde que tienen dos años utilizan un cuchillo aunque casi no corte, después, con cuatro o cinco años ya podrán utilizar un cuchillo que sí que corte. sobreprotección infantil

Libros para educar con autonomía

Lecturas que pueden ayudarnos en la crianza de nuestros hijos:

¡Atrévete con su infancia! Edúcales de 0 a 6 años | 224 páginas | Este práctico manual, escrito por la pedagoga Maite Vallet, nos ofrece una serie de pautas para ayudarnos con la educación de nuestros hijos para que crezcan felices y seguros.

¿Quieres saber cómo afianzan su autoestima tus hijos? ¿Les quieres ayudar a crecer autónomos y seguros, disfrutando al máximo su infancia? ¿Te gustaría saber cómo aprenden a comer y dormir sin conflictos, a controlar sus esfínteres y todos sus hábitos de higiene, a vestirse y a ser ordenados?

¿Les quieres enseñar a jugar solos y con otros niños, a compartir y a resolver sus primeros conflictos de convivencia? ¿Quisieras saber cómo superan el déficit de atención, la hiperactividad, la adaptación al centro escolar, las rabietas, los celos y otras situaciones propias de la infancia?

Si quieres dar pasos seguros, resolver dudas y disfrutar a tus hijos, siendo una persona no autoritaria ni permisiva, ¡este es el libro que necesitas! ¡Imprescindible para padres y educadores de la etapa infantil!

 Lo puedes encontrar en Amazon por 18,00 euros.

¡Atrévete con su infancia! Edúcales de 0 a 6 años | 224 páginas

100 actividades Montessori | 224 páginas | ¡Actividades para realizar conjuntamente padres e hijos!

La pedagogía Montessori, reconocida internacionalmente, promueve la independencia, la confianza en uno mismo y la concentración del niño. Este libro expone las ideas esenciales de la pedagogía Montessori y propone actividades para:

  • Acompañar y despertar en el niño la comprensión del mundo.
  • Ayudar al niño a cuidar de sí mismo y de su entorno.

 Lo puedes encontrar en Amazon por 12,30 euros.

100 actividades Montessori | 224 páginas

Cómo fomentar la responsabilidad | 91 páginas | Este es un manual dirigido a todos los padres que quieren que sus hijos sean responsables y autónomos en el devenir diario.

Este libro, escrito por el pedagogo Jesús Jarque García y que pertenece a la colección «Escuela de Padres”, nos enseña que es necesario fomentar la responsabilidad en los niños desde pequeños.

Los contenidos incluyen los hábitos de autonomía personal que debe tener el niño en cada edad, cómo se enseñan, así como las responsabilidades que debe ir asumiendo.

Es especialmente interesante la tabla de hábitos de autonomía y responsabilidades que el niño debe ir consiguiendo desde los tres años, y que ayudará a los padres a ir controlando las adquisiciones de su hijo. sobreprotección infantil

 Lo puedes encontrar en Amazon por 14,77 euros.

Cómo fomentar la responsabilidad | 91 páginas

Crecer con valentía. Un libro para que niños y jóvenes conquisten sus miedos y desarrollen su potencial | 256 páginas | «»¡Soy valiente y no lo sabía!», me dijo orgulloso Eloy, de 7 años, cuando descubrió hasta qué punto era capaz de hacer un montón de cosas por sí solo que hasta entonces le habían hecho sus padres. Nunca se había creído capaz de superar un miedo con la única ayuda de su valentía.»

Las emociones pueden ser nuestras mejores aliadas, pero también nuestros peores enemigos. Conquistar el miedo es, probablemente, una de las principales misiones de los padres.

Educar es una responsabilidad social porque, algún día, estos chicos y chicas deberán salir al mundo para convertirlo, si es posible, en un lugar mejor. Pero para ello, nuestros hijos necesitarán valentía, fortaleza, confianza y seguridad.

¿Les estamos educando para que desarrollen estas habilidades? Porque si los sobreprotegemos, logramos todo lo contrario: aumentar sus miedos y su dependencia y alimentar la baja autoestima en la adolescencia.

Este libro ofrece consejos muy concretos para poner en práctica la educación emocional y conseguir que los chicos y las chicas se conviertan en personas fuertes y valientes para que puedan afrontar los retos de la vida con seguridad y autoestima. Solo si saben quiénes son, qué quieren y adónde van podrán BRILLAR en el futuro.

 Lo puedes encontrar en Amazon por 17,00 euros.

Crecer con valentía. Un libro para que niños y jóvenes conquisten sus miedos y desarrollen su potencial | 256 páginas

Descubriendo a Matías. Coaching para padres y niños | 224 páginas | Pasamos un tercio de nuestra vida formándonos para ser unos buenos profesionales pero nadie nos enseña el trabajo más importante de nuestra vida: ser padres.

Para ser padres no hay mejor receta que el conocimiento profundo de uno mismo y de sus hijos, y el coaching es una excelente disciplina para alcanzar este objetivo.

Esta es una guía de entrenamiento para ir generando, poco a poco, nuevos hábitos en la relación con los hijos. Está pensada para niños de todas las edades.

A través de sus numerosos y variados ejercicios, se ponen en práctica las distintas habilidades y herramientas de coaching que se usan para conectar con los niños y descubrir sus capacidades y talentos. Ofrece un mapa con pautas claras para que los padres amplíen la mirada hacia sus hijos y sepan ver todo el potencial que hay en ellos.

 Lo puedes encontrar en Amazon por 18,05 euros.

Descubriendo a Matías. Coaching para padres y niños | 224 páginas

Educar con sentido común. Todo lo que hay que saber para que tus hijos y tú seáis felices | 472 páginas | La llegada de los hijos plantea para los futuros padres miedos e inseguridades.

A los temores propios de los primerizos «¿qué cuidados hay que seguir durante el embarazo?», «¿qué nombre le pondremos?», «¿por qué llora?», se une la eterna cuestión: «¿lo estamos haciendo bien?».

Deja de temer por todo, por la comida, por su rendimiento escolar, porque es muy callado, porque está siempre jugando a la consola, en Internet o con el móvil, porque empieza a salir los fines de semana… Ha llegado el momento de aprender a educar a tus hijos con sentido común.

Javier Urra, psicólogo y pedagogo terapeuta, te da las claves necesarias para formar a tus hijos con inteligencia, equilibrio emocional y valores, y describe de manera sencilla sus necesidades en cada momento: salud, conducta, miedos, juegos, sexualidad; además te ofrece criterios útiles para cada una de las etapas de su desarrollo, con la opinión de profesionales del sistema educativo. sobreprotección infantil

 Lo puedes encontrar en Amazon por 9,45 euros.

Educar con sentido común. Todo lo que hay que saber para que tus hijos y tú seáis felices | 472 páginas

Educar sin gritos | 184 páginas | No es raro que padres y madres se sientan frustrados porque la cama de su hijo sigue sin hacer, la agenda escolar de la niña sólo se rellenó el primer día del curso, pasa uno de los niños por enésima vez delante de un juguete que está tirado en medio del salón y, como mucho, le da una patada con cierto disimulo para abrirse camino, o estallan llenos de ira cada dos por tres sin razón aparente…

Está claro que los ejemplos citados, son situaciones complicadas que con frecuencia agotan y desesperan a los padres. Sin embargo, es importante convertir esa frustración en oportunidad; aprender a ver el conflicto como una ocasión para aprender y superarse.

Este libro viene cargado de muchísimas alternativas mucho más eficaces que el socorrido grito, tan resultón a corto plazo pero del que poco provecho podremos sacar para un futuro.

Ideas que van a permitir a los niños crecer en autonomía, seguridad y libertad. Planes para guiar y acompañar conscientemente a los más pequeños mientras crecen, así como transmitirles y enseñarles valores de forma serena.

 Lo puedes encontrar en Amazon por 18,81 euros.

Educar sin gritos | 184 páginas

Educar sin ira. Un manual de autocontrol emocional para padres e hijos de todas las edades | 248 páginas | A mayor implicación emocional, más dificultades existen para actuar de manera estable.

De ahí que los padres necesiten controlar sus propias emociones en todas las etapas educativas, sobre todo porque los niños irán adquiriendo sus mismas tendencias a hacer las cosas deprisa y muchas veces mal, a ser impacientes e intransigentes y a sentirse frustrados por no saber detenerse a tiempo.

Este manual enseña autocontrol emocional para educar sin ira y a no tirar la toalla cuando surgen los problemas. Su autor ofrece numerosas estrategias y técnicas para saber cómo favorecer la seguridad, la confianza y el optimismo en nuestros hijos. sobreprotección infantil

 Lo puedes encontrar en Amazon por 7,60 euros.

Educar sin ira. Un manual de autocontrol emocional para padres e hijos de todas las edades | 248 páginas

El cerebro afirmativo del niño. Ayuda a tu hijo a ser más resiliente, autónomo y creativo | 256 páginas | ¿Cómo podemos potenciar la resiliencia, la compasión y la creatividad esenciales en nuestros hijos?

Tras vender más de 350.000 ejemplares en Estados Unidos de El cerebro del niño, y permanecer, cinco años después de su primera edición, en un lugar destacado en la lista de parenting de The New York Times, Siegel y Bryson nos brindan en esta ocasión una serie de instrucciones, consejos y actividades para «resetear» el cerebro en desarrollo del niño con el fin de fomentar su curiosidad por el entorno, sus capacidades intelectuales, su equilibrio emocional, su potencial de resiliencia y su empatía; todo ello con una importante consecuencia, que no es otra que la de alcanzar la felicidad personal y familiar. sobreprotección infantil

 Lo puedes encontrar en Amazon por 11,35 euros.

El cerebro afirmativo del niño. Ayuda a tu hijo a ser más resiliente, autónomo y creativo | 256 páginas

Entrénalo para la vida | 165 páginas | Hay padres que preparan el camino para sus hijos y padres que preparan a sus hijos para el camino.

En los últimos treinta años los niños han cambiado tanto como la sociedad, y las herramientas que siempre nos habían servido para educarlos ya no dan el mismo resultado.

Nuestros niños son ahora más inseguros, están sobreprotegidos y tienen muchos más miedos. Pero cuando un niño entiende alguna de las cosas que siente, o lo que le sucede por dentro, percibes cómo le cambia la mirada de golpe, y cómo por fin modifica dócilmente su comportamiento.

Este libro habla de multitud de situaciones reales que la autora ha vivido en un centro de colonias por donde pasan miles de niños y niñas y donde no faltan recursos para transformar sus carencias emocionales.

No es un libro de teoría, sino surgido desde la privilegiada «trinchera» de la autora, y ofrece formas muy concretas de poner en práctica la educación emocional, que muchas veces se queda en la teoría y resulta imprescindible si queremos entrenar a nuestros hijos para que sepan qué hacer con su vida. sobreprotección infantil

 Lo puedes encontrar en Amazon por 15,20 euros.

Entrénalo para la vida | 165 páginas

Una cesta de cerezas. Siete cuentos para crecer | A partir de 3 años | 96 páginas | 7 cuentos cortos para educar en la autonomía y la responsabilidad.

Los mayores hacemos cuanto podemos pero los pequeños, a veces… a veces lo quieren todo, no les apetece esforzarse demasiado, hacen lo que no deberían, pasarían mucho tiempo ante las pantallas, tenemos que repetirles varias veces lo mismo… Son lo mejor que tenemos, pero educarles puede ser un gran reto.

Estos cuentos, que a través de sus historias tratan temas como la autonomía, la autoestima, el esfuerzo, la frustración, el ocio electrónico y otros, nos sirven para hablar con niños y niñas sobre todo ello.

El objetivo: que pequeños y mayores disfrutemos juntos de los cuentos a la vez que educamos en autonomía y la responsabilidad. sobreprotección infantil

 Lo puedes encontrar en Amazon por 14,20 euros.

Una cesta de cerezas. Siete cuentos para crecer | A partir de 3 años | 96 páginas

Fuente: “L’ofici d’educar”, de Catalunya Ràdio (02/08/2020) | Ilustraciones de Amaia Vidart para la guía “Desarrollo de conductas responsables de 3 a 12 años” del Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Navarra sobreprotección infantil

Qué es el apego seguro

Un niño que tiene un apego seguro es porque sus padres y cuidadores principales han respondido de forma empática y con responsabilidad a las expresiones emocionales de su hijo o hija, fuesen estas de tipo positivo o negativas.

Los progenitores han respondido de manera cercana y con empatía, independientemente de que su hijo o hija experimentara emociones agradables o desagradables. Han ayudado al menor a identificar las emociones y a ponerles nombre, de ese modo han hecho que se sienta aceptado de manera incondicional.

Los niños y niñas que desarrollen un apego seguro tendrán mayor probabilidad en un futuro, cuando sean adolescentes y luego adultos, de tolerar el estrés y la frustración, sabrán tomar mejores decisiones en sus estudios y su trabajo, aprenderán a autorregularse emocionalmente y serán adultos mejor adaptados a sus diferentes ámbitos (académico, laboral, social, familiar, emocional, etc.).

Padres y madres que generan un apego seguro

Son madres y padres que se muestran sensibles a las necesidades de sus hijos, sintonizan fácilmente con sus emociones y sensaciones y son responsivos. Muestran preocupación e interés de manera sincera por el cuidado y la expresión de las emociones de sus hijos e hijas.

Son madres y padres cálidos, afectuosos y que se muestran disponibles y receptivos ante las necesidades de sus pequeños. Son empáticos.

Los padres que presentan estas características ofrecen a sus hijos la posibilidad de explorar el ambiente y ser autónomos. Y no sólo es que les permitan ser autónomos sino que les animan a que lo sean, sintiéndose orgullosos con sus pequeños o grandes logros.

Uno de los rasgos que más sobresalen de los padres de niños con apego seguro es la capacidad de reflexión que tienen (su función reflexiva).

La función reflexiva es la capacidad para poder empatizar con sus hijos y verlos como diferentes a ellos, con maneras de pensar y emociones distintas a las suyas. Aunque es algo que puede parecer evidente, no todos los padres ven con buenos ojos que sus hijos piensen de manera diferente o tengan emociones y sentimientos opuestos a ellos.

Qué es el apego seguro

Hijos e hijas con un apego seguro

Es sinónimo de apego seguro y de buena salud mental en los  niños la actitud positiva hacia la exploración y la curiosidad. También las interacciones sanas y recíprocas, protestar de manera adecuada cuando la figura de apego se marcha o no está presente y la capacidad de reflexión.

Los niños que han desarrollado un apego seguro se adaptan mejor  a las situaciones estresantes y desagradables de la vida que los niños con un apego inseguro.

El niño, en los primeros meses y años de vida, establece una base segura con un cuidador comprensivo y protector gracias a su presencia física (generalmente con la madre).

A medida que pasan los años, el niño o el adulto no necesitan esa proximidad física para sentir esa seguridad o saber cómo actuar ante una determinada situación, ya que le es suficiente con la proximidad emocional.

Piensa en alguna persona que fuese significativa para ti pero que, desgraciadamente, ya no esté. No es necesario que tu abuelo o tu madre esté contigo hoy aquí  para saber cómo actuar en determinada situación porque no han dejado de ser figuras de apego seguro.

Cada vez que nos vinculamos emocionalmente con nuestras figuras de apego, a nivel cerebral se liberan opiáceos endógenos que produce nuestro cerebro de forma natural. La liberación cerebral de estos opiáceos provoca en el niño una sensación de relajación, protección y seguridad.

El apego seguro es por tanto un factor de protección para el niño o el adulto que lo tiene. Imagina que caes de una silla. Si en el suelo hay algo que amortigüe el golpe, este será menos doloroso, ¿no crees?

Pues con el apego ocurre tres cuartos de lo mismo. No podemos evitar que la vida tenga situaciones que son estresantes y dolorosas, pero sí podemos conseguir que esos «golpes» o «caídas» sean más leves gracias al poder de amortiguación del apego seguro.

Como observó Mary Ainsworth, cuando desarrolló la situación extraña para poder estudiar el tipo de apego que manifestaban los niños de aproximadamente un año de edad, los niños con apego seguro solían llorar cuando su madre abandonaba la sala de investigación, ya que era su figura de protección ante una situación que era novedosa y desconocida para ellos.

Pasados unos minutos, cuando la madre regresaba a la sala, los niños acudían a recibirla y eran calmados por su madre de una manera efectiva. Enseguida se calmaban, y volvían otra vez a recobrar el equilibrio y a retomar la exploración y el juego.

Para Mary Ainsworth esa era una de las características básicas de las relaciones de apego seguro: la respuesta sensible por parte de la madre hacia su hijo o hija.

Qué es el apego seguro

Qué características tiene la figura de apego seguro

¿Cómo es un padre o una madre que tienen un estilo de apego seguro con sus hijos e hijas? ¿Cómo debe actuar un maestro para establecer un buen clima con sus alumnos en clase?

Para aquellos niños y niñas que no tienen en casa un ambiente óptimo, los profesores son las figuras de apego de segunda oportunidad. Estas serían las características más sobresalientes de una persona que establece relaciones vinculares seguras, sea madre, padre, maestra o maestro:

Qué es el apego seguro

Protección, cuidado y seguridad

Esta es sin duda la principal característica del apego seguro.

Piensa por un momento en cómo vienen los bebés al mundo. Llegan muy desprotegidos, dependientes y con poca o nula capacidad de decisión. Su supervivencia depende de sus cuidadores principales, que en la mayoría de casos son sus padres.

Cuando un bebé o un niño tienen una necesidad (puede ser hambre o que alguien les calme su miedo) es momento de ponerse en marcha. Un bebé no es consciente de las necesidades que tiene (hambre, sed, sueño, frío, calor…) pero las manifiesta a través del llanto o de sus expresiones faciales.

Sin la protección, el resto de las características del apego seguro no tienen ningún sentido. Cuando a un bebé o a un niño se le proporciona protección conseguimos en él que se sienta seguro, cuidado y especial.

Qué es el apego seguro

Autonomía

La autonomía consiste en dejar a la niña o al niño que haga las cosas por sí solo. No solamente consiste en permitírselo, sino en fomentarlo y en confiar en ella o en él. Con ello estaremos estimulando y reforzando la curiosidad de nuestros hijos y alumnos.

La autonomía de los niños la podemos ir favoreciendo desde bien pequeños. Cuando dejas a tu hijo de 9 meses que gatee por el salón de la casa de una amiga le estás permitiendo y motivando a que sea autónomo. Entiendes que es una necesidad cognitiva para él poder recorrer todo el salón observando y manipulando todo lo que encuentra.

Pero fomentar la autonomía en tus hijos no es lo mismo que dejarles hacer todo lo que ellos quieran. Si tu hijo de 9 meses, en la exploración del salón, quiere meter los dedos en el enchufe, evidentemente no se lo vas a permitir, como tampoco le vas a dejar jugar con una figura a la que tu amiga le tenga mucho cariño.

Se trata de fomentar su autonomía pero con sentido común, poniendo límites y alertando de los diferentes peligros potenciales.

De la misma manera los padres demuestran que entienden la autonomía cuando su hija adolescente les dice que le gustaría ir a cursar sus estudios de ESO o Bachillerato a Estados Unidos, y entienden que, al igual que un bebé se siente atraído por conocer las diferentes cosas que tiene un salón novedoso para él, la adolescente tiene deseos de conocer a gente nueva, mejorar su inglés y probarse en un nuevo contexto.

Qué es el apego seguro

Protección y autonomía son las dos caras de una misma moneda, no se entiende la una sin la otra. Ambas se dan en un apego seguro. Cuando alguna de las dos falta, probablemente estemos en presencia de algún tipo de apego inseguro.

¿Cuántas veces les dices a tus hijos o hijas «no hagas esto» a lo largo del día? Es necesario poner límites firmes, pero sin llegar al extremo de no dejarles hacer nada.

Con frases como «no hagas esto» o «cuidado con aquello» sólo consigues limitar su autonomía, su curiosidad y su espíritu investigador.

Decodificación

La decodificación es explicarle a tu hijo o hija, con un lenguaje adecuado a su edad, lo que le pasa o siente, lo que ocurre a su alrededor o lo que ocurre en el mundo.

A todas y cada una de las dudas o confusiones que tienen los niños es imprescindible que les demos respuesta y se las expliquemos.

Los niños están muy atentos a todo lo que ven, oyen y perciben, pero no suelen interpretar nada bien la realidad. Son grandes captadores de información pero muy malos intérpretes. Por eso hay que ayudarles.

A veces nos preguntan el porqué de un suceso, qué ha pasado en algún sitio o cómo ha ocurrido aquello. Preguntas como «¿Por qué la abuela está triste?» o «¿Por qué esos dos chicos se están peleando?» tienen que ser resueltas por las figuras vinculares de manera satisfactoria.

Qué es el apego seguro

Si nuestra respuesta a preguntas comprometidas o que no sabemos es «eso ya lo sabrás cuando seas mayor», «eso son cosas de mayores» o, peor aún, «no, no ha pasado nada», lo que conseguimos es que el niño no confíe en nosotros. Le transmitimos que esos son temas que no debe hablar con sus padres (son un tabú).

La decodificación se puede hacer por hechos referidos al presente, pasado o al futuro. Además, se puede referir tanto al propio niño o niña como a los demás.

Los niños y niñas necesitan respuestas concretas y coherentes para entender el mundo. Los prejuicios y los tabús son del mundo de los adultos, no de nuestros hijos.

Qué es el apego seguro

Ser visto

El hecho de que nuestros hijos e hijas sean vistos implica varias cosas.

Nuestros hijos e hijas son vistos cuando les dedicamos el cien por cien del tiempo a estar con ellos, es una dedicación plena. Necesitan periodos de dedicación exclusiva por nuestra parte, para ello tenemos que dejar de hacer lo que estamos haciendo en ese momento.

Podemos destacar tres aspectos relevantes. Si cumplimos con estas tres características es que nuestros hijos o alumnos están siendo vistos por nosotros:

  • Atención: se trata de dedicarle tiempo de calidad al niño para interesarse por sus juegos, por sus estudios, por quiénes son sus amigos, por las dificultades y problemas que pueda presentar en algunos ámbitos, etc. Y en ese momento nuestro hijo es lo más importante para nosotros y le estamos prestando atención con todos nuestros sentidos. Es tiempo de calidad.

  • Afecto: debemos tratar a nuestros hijos de manera cariñosa, con mucho afecto y tacto. No es sólo lo que les decimos y lo que hacemos sino, sobre todo, cómo lo decimos y cómo lo hacemos. Debemos abrazar a nuestros hijos, tocarlos, ser cariñosos y divertidos con ellos, reírnos juntos, jugar, usar el sentido del humor, etc.

  • Normas y límites claros: a los niños y niñas debemos ofrecerles contextos seguros y positivos, y, en caso de que no sea así, debemos ser claros con nuestras normas. Cada vez que les decimos no a nuestros hijos les estamos diciendo implícitamente: «Te quiero. No vas a ir a este parque porque me parece un lugar peligroso.»

Qué es el apego seguro

Responsividad

Hablamos de ser responsivos (que no es lo mismo que ser responsables).

La responsividad es un elemento muy importante para tener una base segura, y consiste en dar respuesta a cada una de las necesidades de nuestros hijos o alumnos (dar respuesta a las necesidades de los niños no es lo mismo que dar respuesta a sus deseos y caprichos).

Una madre o una maestra responsiva es aquella que da respuestas certeras y coherentes a las necesidades de sus hijos y alumnos.

Por ejemplo, un padre está siendo responsivo cuando su bebé llora porque está incómodo al llevar el pañal llenos de pis y él se lo cambia por uno nuevo.

Cabe recordar que la relación de apego es unidireccional, son los padres o los profesores los que satisfacen las necesidades de sus hijos o alumnos y no al revés.

El hecho de que unos padres decidan tener un hijo para que este les satisfaga sus necesidades es un factor de riesgo. El apego siempre es a favor del dependiente y del necesitado, o sea,  el niño.

No es que los adultos no tengamos necesidades, por supuesto que las tenemos. Somos humanos. Pero no les podemos pedir a nuestros hijos o alumnos que nos las satisfagan porque no depende de ellos y no es su función.

Los adultos tenemos parejas, amigos, actividades, terapeutas, etc., que cumplen esa función de satisfacer las necesidades que tenemos y que no podemos obtener por nosotros mismos. Si nuestros hijos son quienes cubren nuestras necesidades, se están invirtiendo los roles, y aumentan considerablemente las probabilidades de psicopatología tanto en el menor como en el adulto.

Primeros auxilios

Con el fin de mostrar a los ciudadanos cómo realizar primeros auxilios, el SEM (Sistema d’Emergències Mèdiques) puso en marcha una campaña con 15 vídeos didácticos protagonizados por sus profesionales, que intervinieron de manera voluntaria ya sea explicando cómo realizar los primeros auxilios o haciendo de figurantes que sufren las situaciones descritas.

Estos breves vídeos ―tienen una duración aproximada de dos minutos― enseñan las pautas para la realización de una primera intervención en caso de emergencia. Cómo detectar un ictus, o qué hacer ante una convulsión o un atragantamiento, son algunas de las temáticas que se resuelven con los audiovisuales a través de indicaciones sencillas y pautas de actuación básicas.

Asimismo se pretende acabar con falsos mitos, como por ejemplo aplicar aceite en una quemadura o dar leche ante una intoxicación.

Algunos de estos vídeos tratan temáticas estacionales, como qué hacer en caso de sufrir un golpe de calor, una picadura de insecto o de medusa o, incluso, cómo se administra correctamente un broncodilatador.

Qué son primeros auxilios

Los primeros auxilios son la atención más inmediata y provisional que se da a una persona accidentada o enferma antes de ser atendida en un centro sanitario o por profesionales expertos de los equipos de emergencias.

Ante una situación de emergencia de cualquier tipo siempre hay que seguir tres pasos, sin alterar el orden:

  • Protegerse, proteger el entorno y proteger a la víctima en el lugar donde se ha producido el accidente.
  • Alertar a los servicios de emergencias mediante una llamada telefónica.
  • Socorrer a las víctimas accidentadas o enfermas, siempre teniendo en cuenta que ante la duda es mejor no actuar.

¿Qué es la cadena de supervivencia? Es aquella serie de actuaciones que facilitan la activación de los sistemas de emergencias y las urgencias hospitalarias para atender de la mejor manera y en el menor tiempo posible las emergencias.

Esta cadena comienza por la alerta a los sistemas de emergencias mediante llamada telefónica, sigue con la aplicación de las medidas iniciales o los primeros auxilios y termina con el traslado especializado y la atención en los servicios de urgencias.

¿Cuáles son las medidas iniciales que tenemos que realizar? Servirán para valorar rápidamente y sin medios técnicos la gravedad de la persona accidentada o enferma. Se trata de valorar la vía aérea, comprobar la respiración y ver si hay una correcta circulación sanguínea.

Esta sistemática puede aportar una información muy valiosa a los centros coordinadores de las emergencias, de forma que por teléfono pueden hacer una primera valoración de la gravedad de la persona accidentada o enferma y saber cuál es la mejor manera de actuar.

Administración de broncodilatadores

Los broncodilatadores son fármacos que abren los bronquios y permiten respirar mejor a personas que sufren enfermedades respiratorias. Se pueden administrar con inhaladores para adultos o con cámara para niños.

Sujeta el inhalador entre los dedos índice y pulgar y agítalo. Retira la cubierta protectora. Expulsa lentamente el aire de los pulmones. Coloca el inhalador en la boca, presiona una vez e inspira hasta llenar los pulmones. Finalmente retira el inhalador de la boca y aguanta la respiración al menos durante 10 segundos.

En el caso de los niños utilizaremos la cámara para inhalar. Primeramente agita el inhalador y luego quita la tapa protectora. Introduce el inhalador en la parte posterior de la cámara. Aplica la mascarilla de la cámara sobre la boca y nariz del niño. Presiona el inhalador una vez y deja respirar al pequeño 6 ó 7 respiraciones.

Es importante que la persona esté incorporada para facilitar al máximo la expansión torácica. En caso de necesitar otra dosis de la cámara o directamente del inhalador, se ha de esperar al menos 1 minuto.

Cómo actuar ante un golpe de calor

El golpe de calor es la situación en la que el cuerpo ya no puede regular la temperatura: ya sea porque fuera hace mucho calor, porque la persona ha hecho un esfuerzo físico muy importante o porque se tiene fiebre y no se ha bebido el suficiente líquido.

La persona que sufre un golpe de calor puede quejarse de dolor de cabeza, de malestar o mareo. Y característicamente tendrá la piel muy caliente sin estar sudada.

¿Qué puedes hacer ante un golpe de calor? Intenta alejar a la persona de la fuente de calor. Por ejemplo si está al sol colócala en la sombra. Baja la temperatura y, si estás en casa, abre las ventanas o enciende un ventilador. Quítale el exceso de ropa o moja a la persona con agua.

Recuerda que si pierde la consciencia la tendrás que colocar en posición lateral de seguridad. Y si deja de respirar deberás comenzar las maniobras de reanimación cardiopulmonar.

Lo más importante ante el golpe de calor es la prevención. Bebe líquidos a menudo sobre todo si hace calor o si realizas esfuerzos físicos.

Dolor torácico

Cuando se habla de dolor torácico hace referencia a dolor en el pecho. El origen de este dolor puede ser muy variado, pero las causas más importantes son aquellas que se originan en el corazón y los pulmones.

La persona que lo sufre puede notar diferentes tipos de dolor: como un peso, como un pinchazo o ardor, y puede acompañarse de sudor o de dificultad para respirar.

¿Qué has de hacer delante de una situación como esta? Si la persona tiene dolor en el pecho alerta a emergencias médicas. Siéntala en un lugar seguro y evita que se mueva o que haga esfuerzos. Tranquilízala y ayúdala en aquello que pida hasta que llegue la ambulancia.

Maniobras de reanimación cardiopulmonar

La parada cardiorespiratoria es un proceso repentino y brusco potencialmente reversible. Se caracteriza por la ausencia de respiración y de latido cardíaco.

Las maniobras de reanimación cardiopulmonar van dirigidas a mantener una mínima oxigenación de los tejidos mientras llega la ayuda. La colaboración ciudadana, hasta la llegada del equipo profesional, es vital para la supervivencia del paciente.

Si encuentras a una persona en el suelo, o si la ves caer de forma brusca, primero valora si está consciente preguntándole si se encuentra bien y sacudiéndola por los hombros. Si no responde chilla pidiendo ayuda, por si alguien cerca te escucha.

Seguidamente valora si respira con normalidad. Para ello primero abre la vía aérea colocando una mano en la frente y otra en el mentón y acerca tu cabeza a su boca. Escucha su respiración. Siente su aliento en tu mejilla y mira cómo se eleva el pecho durante un máximo de 10 segundos. Si en ese rato no ves, sientes y escuchas la respiración, es que la persona no respira. Inmediatamente ponte en contacto con emergencias médicas, y no cuelgues el teléfono para así mantener abierta la comunicación con un médico o enfermero que te dará soporte.

Inicia las maniobras de respiración cardiopulmonar. Para ello colócate de rodillas al lado de la persona. Coloca el talón de una mano en el centro de su tórax. Pon la otra mano encima y entrecruza los dedos. Mantén tus brazos totalmente rectos y los hombros perpendiculares al tórax de la persona. Haz una compresión ―deja caer tu peso para deprimir el tórax de la persona― e inmediatamente levanta el peso de tu cuerpo. Haz 30 compresiones, a un ritmo de 100 por minuto. Haz compresiones hasta que llegue la ayuda, hasta que la persona comience a respirar o hasta que estés extenuado.

Picaduras de insectos y medusas

Las picaduras son pequeñas heridas punzantes producidas por insectos o animales marinos.

¿Cómo actuar ante la picadura de un insecto? Primero retira el aguijón, procurando no hundirlo más ni extender el veneno. A continuación lava bien la zona afectada con agua y un jabón neutro. Finalmente aplica agua fría.

¿Y en el caso de una picadura de medusa? Primero elimina los restos de tentáculos si son visibles. A continuación lava la herida con agua salada, nunca dulce. Y finalmente aplica agua fría o una bolsa de hielo.

Recuerda que no has de rascar nunca las zonas afectadas por las picaduras. Si las molestias continúan o la persona se marea llama a emergencias médicas.

Posición lateral de seguridad

Cuando nos encontramos delante de una persona inconsciente que respira la colocaremos en posición lateral de seguridad. Esta posición mantiene la vía aérea abierta y evita el ahogamiento en caso de vómito.

Primero colócate de rodillas al lado de la persona. Asegúrate de que respira aunque esté inconsciente. Estírale el brazo que te quede más cerca hacia arriba, y su otro brazo lo llevas de manera que la mano toque la mejilla contraria al brazo. Como la persona está inconsciente esta mano la tendrás que aguantar tú.

Con la mano que te queda libre sujetas a la persona a la altura de la cadera y la haces girar hacia ti. Es un movimiento fácil y que no requiere de una gran fuerza, ya que utilizas tu propio peso para realizarlo.

Coloca la pierna que queda en la parte superior cruzada por delante, de forma que la persona quede bien posicionada y no se mueva.

Recuerda que ante una persona que ha perdido el conocimiento nunca has de intentar darle nada por vía oral, ya sea comida, líquidos o algún tipo de medicación. La posición lateral de seguridad garantiza que la persona respire con normalidad. Una vez la hayas colocado en esta posición, alerta a emergencias médicas e informa que tienes a una persona inconsciente que respira.

Qué hacer ante un atragantamiento

El atragantamiento es la obstrucción parcial o total de la vía aérea, ya sea por un objeto o por comida. En el atragantamiento total el cuerpo extraño obstruye de forma completa la vía aérea. La persona no puede hablar, no puede toser ni puede respirar. Es una situación crítica en la que hemos de actuar con la mayor rapidez posible.

¿Qué has de hacer ante un atragantamiento? Si el atragantamiento es parcial simplemente has de animar a la persona a toser, y vigilarla para que no derive a una obstrucción total de la vía aérea.

Si el atragantamiento es total, y te encuentras a la víctima consciente, rodéala con un brazo colocando la palma de la mano en la parte alta del tórax, inclínala un poco hacia adelante y con el talón de la otra mano dale cinco golpes enérgicos interescapulares (entre los omoplatos).

Si el objeto no ha salido una vez finalizados estos cinco golpes, rodea a la persona con tus brazos y colócale un puño en la boca del estómago. Con la otra mano empuja hacia arriba y hacia adentro de forma enérgica. Esta es la maniobra de Heimlich. Repítela cinco veces si no ha salido el cuerpo extraño.

Alterna estas dos maniobras ―los golpes enérgicos interescapulares y la maniobra de Heimlich― hasta que el cuerpo extraño se movilice y la persona respire con normalidad.

En caso de que la persona quede inconsciente has de iniciar las maniobras de reanimación cardiopulmonar. Recuerda que es importante alertar a emergencias médicas mientras actúas de forma rápida y eficaz.

Qué hacer ante una convulsión

Las convulsiones son contracciones involuntarias y violentas de los músculos del cuerpo. Ante estas reacciones, muy presentes por ejemplo en los epilépticos, es necesario actuar de forma correcta.

¿Qué has de hacer ante una convulsión? Primero alertar telefónicamente a emergencias médicas, es tan importante actuar rápido como alertar a los profesionales.

Luego evita que la persona se haga daño. Retira cualquier objeto con el que se pueda golpear, y coloca un cojín o un elemento blando debajo de la cabeza para evitar los golpes.

Observa los síntomas, y una vez finalizada la convulsión la persona quedará inconsciente. Es el momento de colocarla en posición lateral de seguridad, para mantener la vía aérea abierta y evitar el ahogamiento en caso de vómito.

Recuerda que no le has de abrir la boca ni con los dedos ni con ningún objeto. También es muy importante no intentar sujetar a la persona durante la convulsión.

Qué hacer ante una hemorragia

Cuando nos damos un golpe o nos hacemos una herida podemos lesionar los vasos sanguíneos que hay en la piel.

Si el golpe o la herida no son muy importantes el cuerpo los cura y enseguida dejarán de sangrar. Pero si son más importantes podemos necesitar ayuda externa para controlar la salida de sangre. Estaremos delante de una hemorragia.

Coloca a la persona en una zona segura, sentada o estirada en el suelo. Coge un trapo, una toalla o una camiseta y presiona directamente sobre la herida. En el caso que el trapo se empape no lo retires y coloca otro encima. Si la herida es en un brazo o una pierna eleva la extremidad. Si la persona se marea estírala en el suelo y levántale las piernas.

Si no se controla la hemorragia alerta a emergencias médicas. Es importante que no limpies la herida hasta que ésta haya dejado de sangrar. No retires objetos clavados, porque podrían estar conteniendo la hemorragia.

Qué hacer ante una hipoglucemia

Una hipoglucemia es la bajada del azúcar que hay en la sangre. La persona que la sufre puede notar mareo y sudor, o por el contrario no notar nada. Quizás la notarás más agresiva o enfadada o que dice frases sin sentido.

¿Qué has de hacer ante una hipoglucemia? Si la persona está consciente dale alimentos que contengan azúcar, como zumos de fruta o leche azucarada, y vigila su evolución. Si no mejora o no colabora contacta con emergencias médicas.

Si la persona está inconsciente, es decir que no responde pero sí respira, colócala en posición lateral de seguridad, o de lado colocando cojines en la espalda, y llama a emergencias.

Recuerda que si la persona no colabora no has de forzarla a ingerir nada.

Qué hacer ante una intoxicación

Las intoxicaciones se producen por la ingesta de alimentos en mal estado o sustancias tóxicas.

Intoxicación alimentaria

Las intoxicaciones alimentarias se producen cuando una persona consume un alimento en mal estado, contaminado o tóxico.

Los primeros síntomas son diarrea, vómito, debilidad y fiebre, y pueden aparecer desde los 30 minutos después de la ingestión del alimento contaminado hasta un período comprendido entre las 6, 24 o 48 horas o incluso más, dependiendo también del tipo de microorganismo y de la cantidad ingerida. Las recomendaciones en caso de intoxicación alimentaria son:

  • Evita la deshidratación y comprueba si hay una mejora progresiva. La recuperación de los tipos más comunes de intoxicación alimentaria, con vómitos y mareo, tarda un par de días.
  • Durante esta recuperación, no consumir alimentos sólidos hasta que la diarrea no haya pasado, y evitar los productos lácteos, porque podrían retrasar la recuperación.
  • Bebe líquidos, que no sean leche ni bebidas con cafeína, para reponer el líquido perdido en la diarrea y los vómitos. Son útiles las bebidas isotónicas como las que se toman durante la práctica del deporte.
  • Si no toleras ningún tipo de líquido, conviene que te vea un médico. Si tienes fiebre o si la diarrea presenta sangre también has de acudir al médico.
  • Para calmar el mareo puede ir bien tumbarse.

Intoxicación por ingestión de setas

Síntomas

Los síntomas de intoxicación varían según la especie que la ha producido. Se pueden presentar uno o algunos de estos síntomas: fuertes dolores de estómago, sudor frío, vómitos dolorosos y continuados, diarreas fétidas y abundantes, vértigo, postración total, delirios y periodos alternativos de crisis y de calma.

Los primeros síntomas se pueden presentar al poco rato de haber comido las setas (normalmente entre media hora y tres horas) o aparecer pasadas algunas horas. Las intoxicaciones más graves, en particular la causada por la Amanita phalloides, se manifiestan después de unas 8 o 10 horas, a veces más; por tanto, el hecho de que los síntomas tarden en presentarse es un indicio de que la intoxicación puede ser muy peligrosa.

Diagnóstico

Ante los primeros síntomas de intoxicación, por poco importantes que parezcan, se debe acudir inmediatamente a un centro sanitario para que la persona afectada reciba el tratamiento adecuado. La eficacia del tratamiento depende, en buena medida, de la rapidez con que se actúe.

Conviene llevar los restos que se tengan de las setas, ya sea los trozos que se han eliminado al limpiarlas o las setas cocinadas que hayan sobrado. Esto permitirá a los especialistas identificar la especie que ha provocado la intoxicación y facilitará la aplicación del tratamiento más eficaz. Si no se guardaron restos de las setas se puede guardar una muestra del vómito para que los médicos identifiquen con mayor precisión el tóxico ingerido.

Cuando son varias personas las que han comido las setas, las que no presentan síntomas de intoxicación también deben recibir asistencia médica, ya que es probable que también hayan ingerido setas tóxicas.

Consejos para prevenir intoxicaciones

La mejor medida contra la ingestión de setas tóxicas es la prevención: no cojas ni comas setas no conocidas o de dudosa procedencia. A la hora de recogerlas y consumirlas sigue los siguientes consejos, y no está de más llevar una buena guía en la mochila:

  • Coge sólo las setas de especies comestibles conocidas, que presenten un buen estado de conservación y que sepas identificar a ciencia cierta. Ante cualquier duda no las cojas, y menos aún las comas.
  • Desecha los ejemplares rotos, los que ya se han empezado a descomponer o los que estén en flor, empapados de agua o que se han helado durante la noche.
  • Hay que tener en cuenta que, después de la lluvia, las setas se pueden decolorar o, contrariamente, pueden estar demasiado coloreadas por haber absorbido humedad. También pueden haber perdido parte de la ornamentación y esto puede dar lugar a confusión.
  • Transportarlas en un cesto rígido y aireado, para evitar su fermentación.
  • Conservarlas preferentemente en el frigorífico.
  • Se han de consumir los antes posible, ya que la mayoría se alteran rápidamente, y con moderación, preferentemente como acompañamiento.
  • Mejor consumirlas cocinadas, ya que algunas setas son comestibles cuando se han cocinado y, en cambio, pueden resultar tóxicas si se comen crudas o poco cocidas.

Falsos mitos

  • No existen reglas seguras para distinguir las setas tóxicas de las comestibles. La única manera de asegurarse de que una seta es comestible o no es identificar correctamente la especie, y esto sólo se consigue gracias al conocimiento y la experiencia en el campo micológico.
  • Las pruebas caseras para comprobar la toxicidad de las setas, como el ennegrecimiento del diente de ajo o la patata, o de las cucharillas de plata, son falsas.
  • No es cierto que las setas comidas por caracoles, babosas u otros animales no son tóxicas; las setas, como otros vegetales, pueden resultar tóxicas para las personas y no serlo para los caracoles u otros animales.

 

Intoxicación por medicamentos y otros productos tóxicos

La mejor manera de evitar las intoxicaciones es la prevención. Se han de mantener los productos de limpieza y medicamentos fuera del alcance. Si la intoxicación se ha producido sigue estas indicaciones:

  • En primer lugar, conserva la tranquilidad.
  • Si la ingestión ha sido muy pequeña, llama rápidamente al Servicio de Información Toxicológica (al teléfono 91 562 04 20, que funciona las 24 horas del día) y sigue las instrucciones.
  • Si es un niño que ha ingerido una sustancia altamente tóxica o bien una gran cantidad de medicamento, es importante que acudas directamente al servicio de urgencias del hospital más cercano.
  • Identifica la sustancia, haz una estimación de la cantidad ingerida, guarda el sobre o el recipiente donde estaba almacenada y recuerda la hora aproximada de la ingestión.
  • En caso de que la persona afectada vomite, guarda la sustancia del vómito, ya que podría ayudar a identificar el agente causal.
  • Si el tóxico ha entrado en contacto con la piel o las mucosas, lavar inmediatamente la zona con agua abundante durante unos diez o veinte minutos, para arrastrar el producto.
  • No has de intentar provocar el vómito (sobre todo en casos de cáusticos o corrosivos: lejía, salfumán), ni administrar líquidos, como por ejemplo leche, sin instrucciones del médico.
  • Si el tóxico ha entrado en contacto con los ojos, no coloques colirios o pomadas. Lavar inmediatamente los ojos con agua abundante y con los párpados abiertos para que el agua arrastre el producto, durante unos diez o quince minutos.

Qué hacer ante una quemadura

Una quemadura es una lesión en la piel normalmente producida por fuego directo o por contacto con una fuente de calor.

Para proceder de forma correcta aleja a la persona de la fuente de calor:

  • Retírale todos los objetos que puedan molestar como anillos o relojes.
  • Baja la temperatura de la zona afectada, si puede ser aplicando agua fría directamente.
  • Si no es posible humedece trapos limpios y colócalos sobre la quemadura.
  • Puedes sujetar los trapos con una venda o bien pedirle a la persona que los aguante.

Una vez realizadas estas acciones, es importante que la persona acuda a un centro sanitario para que se pueda valorar la quemadura, sobre todo si aparecen ampollas o heridas. También si la quemadura tiene lugar en zonas sensibles como la cara, las manos o la zona genital. Y con más motivo si se trata de gente mayor o de niños.

Reconocimiento del ictus

El ictus es un taponamiento o rotura de una arteria que impide que llegue sangre al cerebro. Suele aparecer de forma repentina y hay que actuar con rapidez para garantizar una buena recuperación.

¿Cómo puedes reconocer un ictus? Le has de pedir a la persona que realice estas tres acciones:

1. Ríe.
2. Levanta los dos brazos.
3. Habla.

Si la persona tiene problemas para realizar alguna de estas tres acciones, llama inmediatamente a emergencias médicas. Mientras llega la ambulancia no le des nada, ni para comer ni para beber. Y si la persona perdiese el conocimiento ponla en posición lateral de seguridad.

Si ves un accidente

Ante una persona accidentada, hay que aplicar el PAS: Proteger, alertar y socorrer.

Primero PROTEGER. Antes de nada has de velar por tu seguridad protegiéndote, después tu entorno y después la persona accidentada.

Segundo ALERTAR. Alerta a emergencias médicas e informa de la ubicación del suceso y del número de heridos.

Tercero SOCORRER. Haciendo una primera evaluación del estado de la persona. Primero comprueba si está consciente sacudiéndola, y a continuación comprueba si respira.

El PAS permitirá no agravar la situación y que la persona pueda ser atendida en las mejores condiciones posibles por emergencias médicas.

Uso del desfibrilador

Cuando alguien sufre una parada cardiaca, lo más frecuente es que su corazón haya hecho una arritmia denominada fibrilación ventricular.

El desfibrilador, o DEA, es un aparato diseñado para reconocer esta arritmia y administrar al corazón una descarga eléctrica controlada para restaurar su ritmo normal.

Para recuperar a un paciente con parada cardiaca lo importante es iniciar lo antes posible las compresiones torácicas y, en el caso de disponer, utilizar un DEA para comprobar si el paciente se puede beneficiar de la desfibrilación.

Una vez hayas comprobado que el paciente está inconsciente y no respira con normalidad llama a emergencias. Si dispones de un desfibrilador cerca envía a alguien a buscarlo. Inicia las compresiones torácicas mientras mantienes la conversación con el servicio de emergencias con el teléfono en modo “manos libres”. El médico de emergencias te ayudará guiando tus acciones.

Cuando llegue el desfibrilador ponlo en marcha. Coloca los parches sobre el pecho desnudo del paciente, uno bajo la axila izquierda y el otro bajo la clavícula derecha. El DEA te guiará durante todo el proceso con indicaciones lumínicas y de voz. Analizará el ritmo del paciente y te pedirá no tocarlo.

Una vez realizado el análisis dirá si está indicado hacer una descarga. No hemos de demorar la descarga, pero deberemos comprobar que nadie toque a la víctima en el momento de darla. Inmediatamente después de hacer la descarga continúa con las maniobras de reanimación cardiopulmonar.

En el caso que el DEA indique que no es necesario hacer una descarga, continúa inmediatamente con las maniobras.

Cada dos minutos el DEA te pedirá parar para hacer un análisis del ritmo cardiaco y dar otra descarga si es necesario.

Si alguien te puede ayudar alternaos en las compresiones torácicas y continuad hasta la llegada del equipo de emergencias médicas que se hará cargo de la víctima. Recuerda que el uso del DEA en los primeros minutos de la parada es vital para intentar salvar a estos pacientes.

 

La teoría de la mente

La teoría de la mente es una capacidad que permite a las personas deducir o imaginar que otras personas harán cosas o tomarán ciertas iniciativas o creerán ciertas ideas.

Esta capacidad reside en el cerebro y se encuentra, aparte de en los seres humanos, en algunos grandes simios como el chimpancé.

La habilidad de poder leer la mente o el pensamiento de los otros nos permite interpretar de manera correcta las señales no verbales de los demás, como sus expresiones faciales, su lenguaje corporal, la voz, etc.

La teoría de la mente

¿Por qué se llama teoría de la mente? ¡No es una teoría!

La teoría de la mente es una expresión que se usa en filosofía, psicología y ciencia cognitiva para designar la capacidad que tenemos de ponernos en el lugar de los demás para adivinar sus intenciones, creencias y preferencias y así poder predecir su conducta.

El nombre de teoría de la mente es algo confuso, porque no es una teoría en el sentido puro de una hipótesis pues es una habilidad verificable.

Aunque es una teoría porque no es directamente observable. En realidad no podemos ver directamente dentro de la mente de los demás, pero sí formular hipótesis al respecto.

Todos poseemos esta capacidad cognitiva. Mediante esta habilidad somos capaces de entender mucho a partir de muy poca información.

Por ejemplo, si dejas un billete de 50 euros en la calle y te pones a esperar, en cuanto veas a gente acercarse tendrás capacidad de imaginar qué cosas estarán pensando las otras personas o qué cosas pueden hacer.

Pensarás y creerás que la mayoría de la gente querrá quedarse con el billete, y que para ello tendrán quizás que disimular para apropiarse de él sin ser vistos. Esto, que parece una obviedad, es algo que por ejemplo un niño autista no puede hacer.

Otro ejemplo. Las madres saben que los niños pequeños utilizan muy pocas palabras. Si una madre escucha a su hijo de 5 años gritar: «¡Tengo hambre!», sabe que el niño no está solamente informándole de que siente una necesidad de alimentos sino que le está pidiendo comida.

La madre es capaz de leer lo que piensa su hijo porque es capaz de analizar su mundo y ponerse en su lugar. Por eso puede ir más allá de lo que puramente le expresa su hijo y darle la comida, que es lo que en realidad le está solicitando el pequeño.

La teoría de la mente

¿A qué edad adquieren los niños la teoría de la mente?

La teoría de la mente se desarrolla en los primeros años de vida. Los humanos no nacen con ella pero no suelen tardar mucho en poseerla y se alcanza de manera inconsciente sin que haya que estimular especialmente al niño.

Como el resto de habilidades que desarrollamos en la vida no se adquiere de repente sino que se va perfeccionando con el paso de los años y con mucha experiencia.

Los estudios concluyen que comenzamos a desarrollar la capacidad de ponernos en el lugar del otro hacia los 4 años de edad aproximadamente.

Sobre los 5 años de edad la gran mayoría de los niños y niñas tienen adquirida la teoría de la mente, aunque es cierto que hay diferencias individuales.

A los 3 años de edad es imposible que un niño atribuya acciones, motivaciones y opiniones a los demás, ya que a esa edad su cerebro aún no ha consolidado la capacidad de ponerse en el lugar del otro.

Decir también que existen diferencias entre niños y niñas en lo que respecta a esta habilidad: las niñas suelen comprender la mente de los demás antes en comparación con los niños.

Experimento real sobre la teoría de la mente realizado por Pablo Herreros Ubalde (en el programa REDES de TVE):

¿Qué supone para los niños la adquisición de esta habilidad?

La teoría de la mente permite al niño adquirir una amplia gama de acciones que antes no tenía.

Por ejemplo, a partir del momento en el que adquieren esta habilidad, los niños son capaces de mentir y de lastimar con su lenguaje a los demás compañeros. Saben qué es lo que les duele y qué tipo de cosas pueden decirles y hacerles para causarles daño.

También les permite diferenciar lo que les gusta a ellos de lo que le gusta a otro amigo. Por ejemplo,  ante la pregunta: «¿Qué le regalarías a tu amiga para su cumpleaños?», hay una gran diferencia entre lo que responden los niños que tienen la teoría de la mente ya adquirida y los que no.

Los niños y niñas más pequeñitos, que aún no han desarrollado esta habilidad, comprarían el regalo basándose en lo que a ellos les gusta y no en lo que le gusta a su amigo.

Cuando ya se ha adquirido la teoría de la mente, son capaces de pensar en el regalo que le haría ilusión a su amigo y no a ellos mismos. Son capaces de diferenciar los dos puntos de vista y pensar: «quiero regalarle esto a mi amigo porque sé que le va a gustar, aunque a mí este tipo de juegos no me gusten».

La teoría de la mente

El experimento de Sally, Ann y la pelota

Uno de los ejercicios clásicos que se suele utilizar para evaluar si un niño ha adquirido o no  la teoría de la mente es el de Sally, Ann y la pelota. Estos experimentos también son conocidos como experimentos sobre falsa creencia.

Sally y Ann son amigas. Sally tiene una cesta y Ann tiene una caja:

La teoría de la mente | El experimento de Sally, Ann y la pelota

Sally coge la pelota con la que las dos niñas están jugando y la guarda en su cesta:

Sally sale de la habitación:

En ese momento, Ann decide coger la pelota que está en la cesta de Sally y la esconde en su caja.

Sally regresa al cabo de unos minutos:

En este punto se le pregunta al niño:

¿Dónde crees que Sally buscará la pelota?

Los niños de menos de 4 años suelen decir que Sally buscará la pelota en la caja de Ann, ya que no diferencian su punto de vista del punto de vista de los demás. Un niño de 3 años imagina que todo el mundo sabe lo que él sabe. Esto ocurre así porque aún no tiene la teoría de la mente adquirida.

En cambio, los niños de 5 años responden que Sally buscará la pelota en su cesta, dado que ese es el último lugar en donde ella la dejó. Diferencian entre lo que saben ellos y lo que Sally sabe.

Los niños mayores suelen responder a la pregunta de manera correcta y, además, dan una explicación correcta a la situación planteada.

¿En qué se diferencia la teoría de la mente de la empatía?

Una investigación de una universidad alemana midió esta habilidad entre personas que no se miraban a los ojos. El primer objetivo de este estudio sobre la teoría de la mente era saber si la gente con más capacidad era más hábil a la hora de trabajar en grupo. La respuesta fue sí.

Cuanto mejor leen los seres humanos las mentes de los demás mejor trabajan en grupo y mejor desarrollan eso que algunos llaman la inteligencia colectiva.

Quizás hayas percibido que la teoría de la mente puede estar cerca de la inteligencia emocional, eso que otros llaman empatía, porque al fin y al cabo es una capacidad de imaginar qué sentirán los demás. Pero digamos que la teoría de la mente va un paso más allá.

Esas personas que participaban en el estudio de la universidad alemana no se miraban a los ojos, pero puntuaban muy alto en teoría de la mente. Por este motivo esta habilidad se diferencia de la inteligencia emocional o empatía en que esta última depende más de la vista y de percibir rostros alterados por las emociones.

La teoría de la mente

El estudio probó que la gente con alta capacidad de teoría de la mente también podía demostrar esta habilidad cuando trabajaba online y sin estar en la misma habitación.

Es decir, la teoría de la mente es por encima de todo una capacidad cognitiva; o dicho de otro modo la teoría de la mente sería una capacidad para leer entre líneas lo que otros dicen a través de un teclado.

Por cierto, el estudio también sugirió que la teoría de la mente mejora leyendo ficción.

Un ejemplo en la obra ‘El Lazarillo de Tormes’

La novela  ‘La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades‘, publicada en 1554, tiene un pasaje que puede analizarse desde esta capacidad cognitiva.

En el primer tratado se narran las aventuras que el Lazarillo tiene con el ciego al que sirve de guía. En cierta ocasión el ciego comparte un racimo de uvas con el Lazarillo pero le pone ciertas condiciones. El ciego le dice:

«Tú picarás una vez y yo otra; con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva, yo haré lo mismo hasta que lo acabemos, y desta suerte no habrá engaño.»

El narrador, cuya voz coincide con la del Lazarillo cuenta que enseguida el ciego empieza a coger las uvas de dos en dos en lugar de respetar el acuerdo de tomarlas de una en una.

Cuando el Lazarillo ve que el ciego se come las uvas de dos en dos, él decide ser más tramposo que su amo y tomárselas de tres en tres.

Finalmente entre los dos se terminan el racimo y el ciego dice:

«Lázaro, engañado me has: juraré yo a Dios que has tu comido las uvas tres a tres.»

El Lazarillo como parece lógico lo niega y le pregunta a su amo que cómo ha llegado a semejante conclusión.

La respuesta del ciego no podía ser más atinada y astuta:

«¿Sabes en que veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas.»

Este pasaje es toda una demostración de esa capacidad cognitiva llamada teoría de la mente. El ciego es capaz de leer el estado mental del Lazarillo de quien conoce que es igual de poco honrado que lo es él mismo.

O sea, el ciego tiene la habilidad de deducir qué está pensando el Lazarillo y cómo va a actuar, y por eso sabe que si se salta las normas que él mismo ha establecido el Lazarillo no se lo reprochará sino que pondrá en marcha un comportamiento igual o más tramposo que el suyo propio.

La teoría de la mente | Escena de la obra 'El Lazarillo de Tormes'

Qué es el apego inseguro evitativo

El apego inseguro evitativo se da cuando los padres o cuidadores no atienden el mundo emocional del niño. Por diversas causas, los adultos no son capaces de satisfacer las necesidades emocionales que tienen sus hijos e hijas, existiendo una evitación o negación del mundo de los afectos del menor.

Los padres no comprenden, niegan o sienten incomodidad ante las necesidades emocionales de sus hijos. Como consecuencia de este comportamiento, con el tiempo, el niño entiende que la mejor opción es evitar o inhibir sus necesidades de afecto, cariño y proximidad con su figura de apego, porque esta le ha demostrado que es un terreno en donde no hay que entrar.

No es que los niños evitativos no tengan emociones, claro que las tienen, pero aprenden a evitarlas o a ignorarlas.

Qué es el apego inseguro evitativo

Ya vimos en otra entrada los cuatro tipos de apego, y cómo el estilo de apego que tenga un niño/a tendrá gran importancia y repercusión para su futuro como adulto.

Consecuencias del apego inseguro evitativo

El apego inseguro evitativo se da aproximadamente en un 20% de la población, o lo que es lo mismo, en una de cada cinco personas.

En general, los niños con un estilo de apego evitativo acostumbran a ser brillantes académicamente hablando, pero suelen tener dificultades cuando se trata de establecer relaciones íntimas y cercanas, tanto con sus amigos como con los adultos. Se relacionan con muchas personas pero sin ningún tipo de intimidad y cercanía.

Cuando a lo largo de los años un padre o madre tiene una actitud evitativa, lo que está poniendo en riesgo es la intimidad con su hijo/a, es decir, la posibilidad de mantener una conversación íntima cariñosa, afectiva, respetuosa y emocional con él o ella.

Cuando los niños con apego evitativo crecen, en la adolescencia o en la etapa adulta, se encuentran con dificultades para establecer relaciones íntimas y de confianza con sus amigos, parejas, compañeros de trabajo, etc.

Qué es el apego inseguro evitativo

Los niños y adultos que tienen este apego inseguro evitativo no es que no tengan emociones, sino que no las hacen conscientes ya que lo que les han enseñado es a ignorarlas. Necesitan ayuda para poder prestar atención a sus emociones, ya que durante muchos años han vivido con la idea de que eran negativas y perjudiciales, y que por consiguiente lo mejor era no tenerlas en cuenta. Al adulto evitativo también se le conoce con el nombre de desdeñoso.

Para evitar que esto suceda es importante que los padres sean responsivos ante todas las emociones que sus hijos muestran, ya sean estas agradables o desagradables.

Hay veces en que los adultos sólo responden ante las emociones agradables de sus hijos (como la alegría y el orgullo), en cambio, cuando se trata de emociones desagradables (como la rabia o la tristeza) las minimizan o las ignoran.

El apego inseguro evitativo tiene una relación muy estrecha con la autoestima del niño/a, siendo frecuente que los padres evitativos tengan hijos con una baja autoestima. Esto ocurre porque los niños, si cuando les piden a sus padres que atiendan sus necesidades ven que las mismas no son tenidas en cuenta, pueden llegar a la conclusión de que no son dignos de ser cuidados, amados y calmados.

La capacidad que tenemos los adultos de discernir los motivos y causas de determinados hechos no la tienen los niños y niñas, con lo que tienden a atribuirse las causas tanto de lo bueno como de lo malo. Pero sobre todo de lo malo.

En estos casos los niños creen que si no los atienden en el área emocional es por su culpa, porque no son dignos de recibir esa atención o cariño. También el mensaje oculto que reciben es que la intimidad puede causarles daño, por lo que tienden a evitarla.

Decir también que los niños y niñas que, como consecuencia de la relación que han tenido con sus padres, han desarrollado un apego inseguro evitativo, acostumbran a ser más mentirosos y a mostrar menos empatía con sus compañeros con apego seguro. Además, suelen estar más involucrados en casos de bullying, tanto en el papel de acosador como de víctima.

Son niños y niñas que han crecido con unos padres racionalizadores, que todo lo han intelectualizado negando la parte de las emociones. Los padres de los niños con apego inseguro evitativo acostumbran a ser alexitímicos (les cuesta ser conscientes e identificar las emociones que experimentan).

Características de los padres con apego inseguro evitativo

  • Si el niño muestra su necesidad emocional, el padre suele ignorarla o se retira de la situación. Por tanto la manera que tiene de relacionarse con las emociones de su hijo/a es apartándose de ellas (evitándolas).
  • Evitan, niegan o no entienden las necesidades emocionales que tienen sus hijos. Son padres que físicamente suelen estar presentes, pero están lejos de ser figuras emocionales de referencia de sus hijos.

  • Sí satisfacen las necesidades físicas o biológicas de sus hijos (comida, bebida, sueño, etc.), ya que estas no tienen contenido emocional.
  • El contacto físico con el niño es muy escaso, no mostrando cariño ni afecto hacia el menor.
  • Tienen un discurso muy racionalizador. Los temas intelectuales o cotidianos tienen más importancia que los emocionales.
  • Los padres con apego inseguro evitativo no se sienten cómodos con relaciones íntimas. Con sus hijos tienen conversaciones carentes de afecto y emociones.
  • Oscilan siempre entre el miedo a la intimidad y el miedo a estar solos.
  • Son padres que, dado que no hay intimidad, ven con buenos ojos la independencia y autonomía de sus hijos, favoreciendo, a veces en exceso, esa autonomía y la exploración.
  • Cuando ven a sus hijos manifestar cualquier emoción, tienden a no atender dicha emoción o a hacer comentarios despreciando a su hijo y la emoción que manifiesta.
  • Acostumbran a ser padres alexitímicos (ignoran la parte emocional de la vida).
  • Fomentan en sus hijos una baja autoestima, ya que no les atienden emocionalmente como precisan.
  • Las dificultades que los adultos tienen a nivel emocional y social las tienden a somatizar, por ejemplo con herpes o calenturas en la piel, con taquicardias, con problemas estomacales, etcétera.

Qué es el apego inseguro evitativo

Características de los niños con este tipo de apego

  • Lo que el niño hace, si quiere evitar un alto porcentaje de rechazos por parte de sus padres, es no mostrar necesidades emocionales. Con el paso del tiempo aprende a no demandar nada emocional y consigue desconectar de sus sensaciones y emociones. El hecho de que el niño se aleje y no preste atención a sus emociones le lleva al éxito con su figura de apego.
  • Los niños con apego inseguro evitativo rara vez piden ayuda. Se les ha inculcado que deben ser desproporcionadamente autónomos e independientes.

Qué es el apego inseguro evitativo

  • Generalmente son niños que, para evitar ser conscientes de sus emociones, están apuntados a muchas actividades (además de su actividad escolar).
  • Acostumbran a no saber qué responder cuando se les pregunta qué sienten ellos o qué sienten otros niños ante una situación emocional.
  • El niño con apego evitativo tiende a idealizar a sus padres.
  • En el colegio, los hijos de padres evitadores suelen ser alumnos excelentes. Sacan notas brillantes. Se les suele dar muy bien y destacan en todo lo que tiene que ver con el ámbito cognitivo o intelectual. Por otro lado, a nivel social tienen muchos amigos pero pocas relaciones cercanas e íntimas.
  • Se relacionan más y mejor con niños con más edad que ellos, o con adultos, que con niños de su misma edad.

Dejar de quejarse

¿Te has planteado alguna vez dejar de quejarte? ¿Serías capaz de estar 21 días sin hacerlo? ¿Podrías no estar diciendo constantemente lo mal que está todo? ¿Es complicado dejar de quejarse?

¿Qué indica la queja?

Normalmente la queja indica personas con falta de autoestima y muy victimizadas. Por otro lado está el profesional de la queja, un gran manipulador que se queja para intentar que tú hagas por él aquello que él debería hacer por sí mismo. Dejar de quejarse, y dejar de focalizar en aquello que no funciona, supone un montón de beneficios a todos los niveles.

«Quejarse es inútil y una pérdida de tiempo. No lo pienso hacer nuncaStephen Hawking

Queja viene del latín, de quassiare, de quassare, que significa golpear violentamente, quebrantar, y expresa un dolor, una pena, el resentimiento, la desazón… Un amplio espectro de sensaciones que tienen un nexo común: su carácter negativo.

Dejar de quejarse

¿Por qué lo de 21 días sin quejas?

Está estudiado que el cerebro, en lo que se refiere a conductas, produce los primeros cambios más estables, por la dinámica y por la plasticidad cerebral, después de 21 días.

Tras 21 días el cerebro ha cogido ya el nuevo código, el nuevo patrón, y entiende que aquello que se está haciendo no es un acontecimiento o algo que está pasando, sino que empieza a generar las primeras estructuras de cambio a nivel de conductas. Luego, para cambiar un hábito,  posiblemente necesitaremos alrededor de 60 días.

Dejar de quejarse supone un montón de beneficios

El primero es que no nos intoxicamos la mente. Es una manera de empezar a limpiar nuestros armarios interiores dejando de decir la cantidad de cosas a nuestro alrededor que están mal.

La queja nos focaliza completamente en aquello de nuestra vida que no funciona. Y eso equivaldría internamente a tener unos muebles viejos en medio del salón con los cuales nos golpeamos todo el tiempo. Dejar de quejarse es quitar todos esos muebles viejos, quitar toda esa focalización en lo que no funciona, y dejar un poco de aire para que puedan entrar aquellas cosas de nuestra vida que si funcionan, aquellos aspectos más positivos. Empezar a pedir, en lugar de quejarse. Utilizar el lenguaje personal…

“Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas? Si no lo tiene ¿por qué te quejas?» Proverbio oriental

Al dejar de quejarnos nos volvemos más atractivos para los demás

Nos volvemos menos antipáticos. Una persona quejándose más de diez minutos resulta realmente poco entretenida y poco atractiva. Menos quejarse y más ponerse a cambiar las cosas que no nos gustan. Esa ha de ser la actitud si uno quiere actuar.

La queja es la antítesis de la acción. Una persona que se queja mucho, al final es una persona que quiere actuar poco.

Tan simple como complicado: 21 días sin quejarte

El reto de dejar de quejarse durante 21 días lo planteó por primera vez un pastor llamado  Will Bowen. Para lograrlo propone utilizar unas pulseras de color morado que sirven como herramienta de autocontrol. En caso de queja se cambia la pulsera de mano, y el contador se pone a cero. Además estas pulseras, que él mismo comercializa en su web, apoyan la causa e identifican a todos aquellos que tratan de mejorar su vida de esta forma. De momento llevan más de diez millones de pulseras vendidas.

La iniciativa de Bowen tuvo tanto éxito que el libro que le da nombre, Un mundo libre de quejas,  se convirtió en un superventas a nivel mundial. Además la iniciativa es ya un movimiento global  con miles de seguidores que tratan de transformar sus vidas. Empezó animando a sus feligreses a que superaran dicho periodo, y ha acabado montando un emporio en torno a ese concepto. En su web da las claves para llevarlo a cabo con éxito.

¿Hacen falta más razones para huir de las quejas compulsivas?

La ciencia ha demostrado cuánto daño hace estar expuesto a las quejas, incluso si es de manera pasiva. Hasta el punto de que hay estudios que demuestran que nos afecta a nivel cerebral y nos hace menos inteligentes. Más allá de la credibilidad que ofrecen estas investigaciones, lo cierto es que son muchos los psicólogos que explican que quejarnos, o estar expuestos a las quejas de otros, hace que inevitablemente afrontemos el día a día de una forma mucho más pesimista.

«Una vez llegada la desgracia, de nada sirve quejarse.» Esopo (S. VII a. C.-S. VII a. C.) Fabulista griego.

Fuente: Mañana empiezo (Episodio 03). PODIUM Podcast de Cadena Ser (19/09/16) 

Música para mamá

Música para mamá

Pocos vínculos pueden ser tan intensos y complejos a la vez, quizás por eso la relación materno-filial ha inspirado tantísimas canciones.
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Aquí encontrarás una pequeña muestra. Canciones que hijos e hijas han compuesto para sus madres, y otras que madres y padres han compuesto para sus hijos. Música para mamá, para que la disfrutéis en el Día de la madre o en cualquier momento.

Para una mujer ser madre significa cambiar su vida, su tiempo y su forma de pensar por sus hijos; significa dar todo su corazón y sus fuerzas cada día para sacar a sus hijos adelante y enseñarles a vivir; tener una razón de ser para el resto de su vida y sentimientos encontrados al ver cómo los hijos crecen, sintiendo satisfacción y nostalgia al verlos crecer, ¡el tiempo pasa tan deprisa!

Si hay un amor que podamos llamar verdadero es el amor sincero de una madre. Ser madre significa nunca más estar sola en el pensamiento, pues una madre siempre piensa doble: por sus hijos y por ella. A su vez cada hijo lleva consigo a su madre. Es un vínculo eterno del que nunca nos podemos desligar. Música para mamá

‘El vals de Kairo’, de Ara Malikian

Ara Malikian interpreta la pieza que compuso para su primer hijo, la describe como “una paranoia suya”, una preciosidad con un ritmo desconcertante que recuerda a muchas obras de violín, desde Beethoven a las bandas sonoras de Chaplin.

‘Mi pequeño tesoro’, de Presuntos Implicados

Soledad Giménez, ex vocalista de Presuntos Implicados, compuso Mi pequeño tesoro en 1994, cuando nació su primer hijo.

Es una canción llena de ternura, que habla del embarazo y de los primeros momentos del bebé, con amor y mucha ilusión.

‘Te voy a decir una cosa’, de Amaia Montero

Amaia le dedica esta canción a su madre, que le ayudó en su carrera musical. Además le describe y le cuenta todos los momentos que vivieron juntas.

En el videoclip, del año 2009, vemos a Amaia en Rascafría, Madrid, cantando la canción en tres escenas diferentes. Las imágenes de Amaia cantando se alternan con imágenes que representan la evolución de la relación materno-filial.

Al final del vídeo sale la madre de Amaia Montero, Pilar Saldías. Música para mamá

‘Niña de agua’, de Ana Belén

La canción que interpreta Ana Belén está compuesta por su marido, Víctor Manuel, y dedicada a la hija de ambos, Marina.

Es del año 1986 y es una canción encantadora.

‘Alba’, de Antonio Flores

El cantautor dedicó esta canción a su hija Alba. Este tema está incluido en el disco Cosas mías, publicado cuando la pequeña Alba tenía 8 años.

Antonio recuerda en la canción que el nacimiento de su hija le hizo “el hombre más feliz”.

‘Esos locos bajitos’, de Joan Manel Serrat

Un clásico. Joan Manel Serrat compuso esta canción inspirado por el humorista Gila, que llamaba a los niños “locos bajitos”.

Una canción preciosa, llena de mensajes en favor de los niños y en contra de todo lo que suponga cortar su espontaneidad, dirigir sus vidas o proyectarles nuestras frustraciones.

Esos locos bajitos recorre el proceso de un niño desde que nace.

‘Más que a mi vida’, de Bebe

Canción que la artista dedica a su hija Candela, pero también a todos los niños y niñas. Está incluida dentro del álbum Cambio de piel, publicado en 2015.

Dice Bebe que ser madre “cambia las prioridades, no hay tiempo para regodearse mucho en los problemas”. Una canción lindísima, con un ritmo alegre y llenita de amor.

‘Tan poquita cosa’, de Pasión Vega

Pasión Vega habla del enorme amor y la locura que provoca la llegada de un bebé a nuestras vidas.

Decía en una entrevista: “Aunque he tenido un embarazo y un parto muy bueno pasas miedo e inseguridad. Ser madre es precioso pero es difícil, tu vida cambia, ya no eres tú, eres tú y ella. Pero es lo más bonito que me ha podido pasar”.

‘The one thing’, de Shakira

Una canción no demasiado conocida que Shakira dedica a su hijo Milan.

Un tema con una música muy animada en el que subraya cómo nuestros hijos pueden llenar nuestra vida de luz. Música para mamá

‘Little Star’, de Madonna

La reina del pop dedicó a su hija Lourdes María esta canción, en la que canta con mucha ternura invitándola a soñar, a no olvidar quién es y a volar muy alto, y le recuerda la felicidad que le produjo su nacimiento.

Madonna acostumbra a publicar en su Instagram numerosas fotos con su hija, que ahora ya tiene 20 años.

‘Nada mejor’, de Rosario Flores

Rosario canta esta canción con ritmo flamenco que se publicó en 1999, tres años después del nacimiento de su hija Lola.

La pequeña nació un año después de la muerte de su madre, Lola Flores, y de su hermano Antonio.

‘Capricho de mujer’, de Niña Pastori

En 2009 Niña Pastori dedicó todo su álbum Esperando verte, compuesto por ella misma y su marido, Julio Jiménez Borja, a la dulce espera de su hija Pastora.

Con un tono flamenco desenfadado en Capricho de mujer la artista canta a su hija que está por llegar.

Música para mamá

Escucha activa. Comunicación eficaz y efectiva

Puede que cuando nos hablan de escucha activa pensemos que es algo inherente al ser humano, algo fácil de conseguir. Pero en realidad escuchar activamente no es una tarea sencilla.

Este tipo de escucha requiere un esfuerzo por nuestra parte, tanto de nuestras capacidades cognitivas como de las empáticas. Consiste en escuchar o en percibir no sólo lo que la otra persona está expresando directamente sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está intentando expresar. Y para eso hay que tener el oído educado, preparado para escuchar cosas que normalmente no escucharíamos.

La escucha activa es una habilidad que no todo el mundo tiene, probablemente porque nadie les haya enseñado, y es clave para que la comunicación sea completa y eficiente.

La conversación y la comprensión

Ilustración de Janice Nadeau

¿Qué es escuchar? Escucha activa, escucha pasiva y escucha selectiva

La escucha activa es la forma de escuchar más completa que existe, y además es la que nos da mejores resultados. Escuchar activamente quiere decir implicar no sólo la mente ―es decir, entender el mensaje que te están enviando― sino que también físicamente te tienes que implicar ―mostrarlo con lenguaje corporal, con movimientos, con la mirada, con la sonrisa―, hay que demostrar físicamente que estamos escuchando.

Si hablamos de escucha activa tenemos que hablar también de una escucha pasiva. Es el caso de cuando quizás una persona está escuchando pero no lo parece, cuando parece que le entra por una oreja y le sale por la otra.

También existe la escucha selectiva, una forma de escucha que no es recomendable en la que sólo escucho lo que me interesa o lo que me conviene o sólo cuando hablan de mí.

¿Por qué importa aprender a escuchar a los demás para comunicarnos mejor?

Para comunicarnos mejor hay una regla de oro que  mil veces hemos oído: trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti, es así de simple.

Lo hemos oído muchas veces pero es que es la verdad. ¿Qué implica esto? Si hiciéramos una lista de las habilidades necesarias para la comunicación con los demás podría ser la siguiente:

Escucha activa. Comunicación eficaz y efectiva

Sonríe. Es muy importante. Tú ves una cara rancia… Sonríe, pon cara fácil, hay gente que nace con cara fácil y gente que no, habrá que esforzarse. Hay gente que ha nacido con cara mustia, pues hay que hacer un esfuerzo y sonreír. Nos gusta ver a personas agradables, personas que sonrían, nos gusta mucho.
Sé honesto. Porque al final transmites la persona que eres, y en la comunicación con los demás ayuda.
Agradece. Sé una persona agradecida.
Valora a los demás. Sé una persona que valora a las demás.
Sé una persona que no tenga prejuicios.
Sé una persona tolerante con la opinión de los demás. No todos tenemos que estar de acuerdo, hay gente que no es nada tolerante.
Escucha. Sé una persona que escucha. Es quizás el aspecto más importante y el que más nos cuesta. A las personas nos encanta que nos escuchen, pero ¿por qué nos encanta que nos escuchen? Pues porque cuando nos escuchan nos sentimos importantes, sube nuestra autoestima y nos sentimos comprendidos y valorados que es lo que queremos todos. Y la verdad es que nos cuesta mucho escuchar.

En la comunicación con los demás no es lo que yo digo, es mucho más importante que la otra persona se sienta escuchada y comprendida. ¿Cuántas veces te ha pasado que tienes un problemón y vas a ver a un amigo o a una amiga, le sueltas tu problema y te sientes escuchado?, a lo mejor no te ha dicho nada pero le das las gracias por escuchar, porque lo necesitabas.

No nos gusta que nos corten, no nos gusta que nos interrumpan, no nos gusta que nos suelten el rollo… nos gusta que nos escuchen.

¿Tú quieres llevarte bien con alguien? Escucha. Pero es un esfuerzo enorme, porque escuchar implica ser generoso, implica no pensar en mí sino pensar en ti.

Si quieres comunicarte mejor con los demás no se trata de un tema de que vocalices mejor o peor, es un tema de que transmitas honestidad, que transmitas integridad, que seas amable, que seas agradable, que sonrías, que no tengas prejuicios, que seas tolerante y que escuches.

¿Qué beneficios aporta la escucha activa?

Todos deberíamos ser mejores escuchadores. Normalmente hablamos demasiado y escuchamos poco y mal, y la escucha activa realmente no es sólo una cuestión práctica ―no es sólo una forma de enterarnos bien de lo que nos están diciendo― sino que la escucha activa es una forma de seducir, porque con esta escucha atenta estamos diciéndole a la otra persona que nos interesa no sólo el mensaje sino también el cómo es ella y lo que es ella. Nos interesa la persona. Por lo tanto, todos los gestos de impaciencia, de desdén o de desinterés deberíamos eliminarlos de una conversación.

Cuando estamos escuchando estamos dando valor a la persona que tenemos delante. Estamos dando valor a sus palabras, a sus sentimientos y a todo lo que nos cuenta. Cuando nosotros estamos hablando muchas veces es para hablar de nosotros mismos, o para regañar, o para dar consejos a otra persona.

Y es cierto que siempre podemos ayudar a esa persona hablando, pero muchas veces en una conversación lo que estamos haciendo al hablar es centrar todo el interés en nosotros mismos. Esa es la peor forma de llegar a conectar con alguien y es la forma menos exitosa para seducir.

Se seduce mucho más escuchando que hablando. Es una cuestión de práctica, porque la tendencia siempre es a hablar y a ser el centro de atención.

El arte de saber escuchar a los demás para saber conversar

La escucha activa es la regla de oro del buen conversador. En una buena conversación se impone en primer lugar la capacidad de escuchar la pregunta, la intervención del otro, su pensamiento… y por tanto la necesidad de darle tiempo, de ofrecerle tiempo, de regalarle el tiempo para que se pueda expresar. Lo que ocurre muy frecuentemente es que ni siquiera le damos a nuestro interlocutor el tiempo para que pueda expresar su idea, su sentimiento, su problema, su intervención, su curiosidad.

La conversación requiere verdaderamente esta capacidad de donación, de donar al otro tiempo para que se exprese y tratarlo como un interlocutor válido, como alguien del que puedo aprender.

¿Qué es la comunicación? ¿Hablando se entiende la gente? El arte de conversar

Iría bien que partiéramos de una presuposición: hablando la gente no se entiende. El hecho de construir cada uno nuestra propia visión de la realidad ―el hecho de que tengamos mapas propios a través de los que observamos cómo es la vida y cómo son los demás, lo que llamamos nuestras creencias― acaba filtrando nuestra manera de ver el mundo. Y nuestra manera de ver el mundo está vinculada a nuestros recuerdos, a las imágenes que tenemos en nuestra mente sobre las cosas, a lo que hemos asociado… y lo que yo he construido en mi mente y en mi mapa no tiene nada que ver con el tuyo, aunque podamos tener cosas en común.

Soy yo mismo con mi mecanismo. Y ese mecanismo que es la mente lo llenamos continuamente de infinidad de experiencias, de infinidad de creencias que son las que luego compartimos con los demás. Pero, ¿qué ocurre?, que si yo no sé entender que cada uno tiene su propio mapa, y que por tanto será diferente al mío, parto de un hecho que es creer que lo que yo veo es la realidad y que lo que tú ves no es la realidad, que tú estás equivocado porque no estás viendo lo que veo yo. A partir de esa dificultad, que es que hablando no nos entendemos, tenemos que hacer un pequeño esfuerzo para entendernos.

Para podernos entender necesitamos ese espacio para que podamos escuchar como el otro ha construido esa realidad. Que además es una curiosidad y es lo bonito de una conversación. Lo curioso es ver qué me dice el otro, ver qué ha construido y qué cosas dice que yo no he visto.

Porque si yo conversara simplemente con un clon ―alguien que tuviera el mismo mapa, los mismos conceptos, las mismas categorías, las mismas creencias― es que no tendría ni sentido conversar, sería completamente estéril porque ya sabría de antemano lo que piensa.

Sin embargo la riqueza de la conversación es cuando uno se encuentra con la alteridad, otro ser humano con otras creencias y otras opciones, y es capaz de establecer ese vínculo con otro y darle a conocer eso que yo tengo adentro. Es un ejercicio que enriquece a ambos porque yo ensancho mi mente y el otro también, en la medida que es receptor de mis intervenciones, amplia su mundo y se hace más  cosmopolita.

Comunicación no verbal. Los gestos de la escucha activa. Cómo sé si me están escuchando realmente

¿Tienes dudas respecto al grado de atención que te prestan cuando hablas? En la escucha activa tiene una importancia fundamental el lenguaje no verbal. Según algunas teorías en una conversación hasta el 95% de la información que se transmite es a través de la comunicación no verbal, así que lo que decimos con palabras tan solo representa un 5%.

Los gestos y las actitudes dicen mucho de nosotros mismos.  Se dice que si tenemos dos orejas y una boca es para escuchar el doble de lo que hablamos. Si cumpliéramos esta recomendación nuestras conversaciones serían mucho más agradables y aumentaría el nivel de comunicación entre todos nosotros.

En una conversación, para que sea efectiva, hay que escuchar y escuchar bien y además mostrar que estás escuchando. Puede ser que alguien esté de verdad atento pero que no dé señales. Si yo mientras me hablas estoy haciendo con las manos otra cosa a lo mejor me llega la información, pero no estoy dando quizás suficientes muestras de escucha activa. No es sólo importante escuchar sino también mostrarlo, para que la conversación sea fluida y funcione. Y, como cuando escuchamos no estamos hablando, son casi todas señales no verbales.

Es curioso porque así como algunas razas de perro levantan la oreja para escuchar, y entonces se les nota que están escuchando, las personas precisamente es una de las partes del cuerpo que tenemos más rígidas y que no podemos mover. En cambio mostramos la escucha atenta a través del movimiento de otras partes del cuerpo, a través del lenguaje corporal.

El gesto más representativo y más evidente de la escucha activa es la mirada. La prueba está en que cuando alguien está mirando un ordenador, o jugando con su Smartphone, o leyendo el periódico o tiene unas gafas de sol puestas pues parece que no nos escucha. Nos molesta hablar a alguien que está distraído. Por tanto la mirada es la señal más evidente de la escucha activa.

Mantener el contacto visual es fundamental, aunque tampoco se trata de que tengamos que estar mirando permanentemente. También hay algunos movimientos oculares como por ejemplo cuando estamos pensando o reflexionando y bajamos la mirada. No es un contacto visual al cien por cien, pero sí tenemos que ir manteniendo ese contacto. Es una especie de baile de miradas entre la persona que habla y la persona que escucha, y cuando se cambia el turno de palabra seguimos también así. La mirada de hecho regula también las intervenciones.

El parpadeo, si por ejemplo es muy rápido, puede ser una señal de impaciencia y es algo que deberíamos tener en cuenta. Pero si no parpadeo y me quedo mirándote fijamente ―como hipnotizado― entonces es que no te estoy escuchando, porque estoy como embobado. Estar con los ojos abiertos permanentemente no quiere decir escuchar, porque a través de la mirada también estamos indicando que nos interesa el tema. El parpadeo es una especie de clic para retener la información, todo lo que estamos viendo y lo que estamos escuchando. Por lo tanto un parpadeo lento y pausado indica atención.

Otro signo que indica que estamos escuchando es el gesto afirmativo con la cabeza, que no quiere decir necesariamente que estemos de acuerdo sino que puede indicar simplemente que vamos siguiendo la argumentación o que estamos escuchando. También podemos hacer con la cabeza el gesto de decir que no, y tampoco quiere decir que estemos negando sino que quizás por empatía ―porque tú me estás diciendo algo negativo― yo también lo refuerzo, te estoy imitando. O el gesto de ladear la cabeza es también una señal de atención, es un gesto de amabilidad, de cordialidad y de estar dispuesto a escuchar.

En la escucha activa el rostro es también muy importante porque a través del rostro estamos empatizando con los demás, no se trata sólo de entender el mensaje hablado con las palabras sino también de compartir emociones. Si mi vecina me está explicando la grave enfermedad que tiene su marido y realmente está preocupada, yo también con mi rostro expresaré esta preocupación o esta tristeza. Si mi hijo me explica con entusiasmo una excursión que ha hecho en el cole y está muy contento, pues yo abriré mucho los ojos y le acompañaré con la cabeza animándole a seguir explicando, e incluso quizás haré gestos con las manos diciendo “pues muy bien”.

Todo el cuerpo interviene en esta escucha activa, incluso los pies. Los pies pueden indicar atención o ganas de marcharte. Pueden indicar también impaciencia y nerviosismo, que es algo que no favorece la conversación. Unos pies que van bailando o una pierna que está bailando, o la forma de sentarte hacia adelante ―en el extremo de la silla― a punto para salir, no son señales de escucha activa. Puede darse el caso de que te pongas en el borde de la silla para acercarte más a  la otra persona que te está hablando, en este caso sería positivo, sería una actitud corporal de ir hacia la persona que nos está hablando y por lo tanto de interés.

Las manos y los brazos también hablan, pueden indicar cierre hacia la conversación o abertura. Si yo estoy con las manos en los bolsillos, quizás no estoy expresando mucho interés en lo que me estás diciendo. Si estamos sentados hablando por ejemplo en una cafetería, entonces las manos encima de la mesa ―relajadas, abiertas, tranquilas, sin juguetear, sin tocarnos, sin esconderlas― son señal de escucha. Estar con el móvil, con el bolígrafo… es una señal de impaciencia y por lo tanto no es una señal de estar muy atento a lo que te dice la otra persona.

Sobre el tema de cruzar los brazos, si estamos conversando y el turno de palabra es bastante rápido en el cambio es mejor tener los brazos abiertos porque también vamos a gesticular.

Los gestos y señales no los emite sólo el que escucha. También la persona que está hablando tiene que escuchar al otro ―escuchar en el sentido más amplio, porque la persona que tenemos delante está callada pero en cambio está emitiendo también señales no verbales―. El que habla está viendo a la otra persona y está viendo si le escucha o no, si está cansado, si está impaciente, si le gusta o no lo que dice, y por lo tanto tiene que recibir estas señales y podrá adaptarse a la situación o a la respuesta de su interlocutor.

¿Qué es el diálogo? Atrapados en las palabras

Deberíamos hablar desde el adentro para entendernos. A veces, cuando discutimos, cuando dialogamos ―que a veces es más dialéctica que no dialógica―, lo que en realidad estamos haciendo es un ejercicio mental: a ver quién tiene más razón, a ver quién es mejor espadachín en el arte de la retórica. En cambio al hablar desde el adentro ―hablar de lo que me sucede interiormente―, ahí yo necesito mi propia pausa para poderlo contar porque tengo que estar en conexión con eso. Y el que escucha justamente es receptor no sólo de las palabras sino que capta ese adentro, el matiz, el tono, el clima… la emoción que se esconde detrás de esas palabras a través del tono de la voz.

Por eso es necesario dejar espacio, porque yo tengo que poderme permitir no sólo que el otro esté en contacto con su adentro sino yo también recibirlo más allá de las palabras. En cambio, cuando quedamos atrapados justamente en las palabras es cuando menos nos vamos a entender, porque ahí cada uno va a encontrar un matiz diferente a la palabra.

Se trata de comunicar y acompañar, cuando yo estoy comunicando a la vez estoy acompañando en ese adentro del otro. Quizás la otra persona está en un momento de conflicto o de duda, o en un momento en que expresa su ansiedad o temor ante cosas de la vida. En ese momento, ¿yo qué voy a hacer? ¿Decirle “No, no, Lo que tú tienes que hacer es esto y lo otro… Porque tú te complicas la vida… Porque tú tienes que entender…”? Eso no sería lo correcto porque estaríamos queriendo que el otro entienda lo que nosotros entendemos, pero eso no es acompañar.

El placer de conversar. ¿Deberíamos preparar mejor nuestras conversaciones?

Lo que sí tendríamos que tener es una predisposición, porque si uno entra en una conversación con un montón de prejuicios, adiós conversación. “Con esta no voy a hablar porque es mujer”, “con este no voy a hablar porque es negro”, “con este no voy a hablar porque es gitano”… la conversación se trunca.

Es fundamental entrar liberado de prejuicios, y eso supone un ejercicio interior enorme. Significa que tienes que reconocer que prejuicios hay que funcionan como muros o como una especie de paredes y que te enjaulan en tu propio mundo, y que hacen que al final solo puedes conversar con quienes son como tú y por tanto la conversación se empobrece, porque te acabarán diciendo lo que ya esperabas que dijeran. No hay alteridad, no hay apertura al otro.

Por tanto sí que requerimos una especie de preparación para esa conversación, además de tiempo y capacidad de diálogo ―no de dialéctica, porque muchas veces lo que se convierte es en una lucha para ver quién tiene razón, y eso no es el espíritu de la conversación. Eso es el espíritu quizás de ganar un partido o de ganar unos comicios electorales―. La conversación es un placer, y además es un placer gratuito. Un placer que parte de la palabra compartida que fluye de uno a otro, y uno va abriendo y ensanchando su mundo gracias a esa palabra que corre de un interlocutor a otro.

A veces cuando el otro está hablando lo que estamos haciendo es pensar en lo que le vamos a decir a continuación. Ahí está la dialéctica: tu tesis mi antítesis, y tenemos que llegar a una síntesis. Pero eso es lo que no hacemos, nos quedamos sólo en la antítesis. Yo estoy en mi teoría y tú estás en la tuya y no salimos de ahí. O sea que ni tan siquiera somos expertos en dialéctica, porque si lográramos una síntesis de lo que los dos estamos diciendo sería fantástico, pero resulta que no es así.

Cuando tenemos una conversación con el otro nos exige estar presentes, y estar presentes no es estar en la cabeza ni estar en los discursos ―no es estar en qué te voy a contar, qué te voy a responder, qué te voy a decir― porque entonces entramos en la mera dialéctica. Estar presente es ese espacio que yo hago conmigo mismo y estar presente contigo, y esa donación de estar presente desde el corazón es la mejor de todas.

Oír y escuchar. Entender y comprender

La palabra oír no es sinónimo de escuchar, aunque en ocasiones así se considere son palabras que se refieren a cosas diferentes ¿Se puede oír a una persona pero no escucharla? ¿Nunca te pasó que estando en clase oías lo que la profesora hablaba pero no escuchabas nada de lo que decía? La diferencia entre oír y escuchar está en la intención. Escuchar es algo que se hace intencionadamente, mientras que oír es algo que sucede independientemente de nuestra voluntad. Por eso podemos oír sin querer, en cambio es imposible escuchar sin querer porque dentro del concepto de escuchar está la idea de intencionalidad.

También hay diferencia entre entender y comprender. Uno puede entender las palabras del otro ―entiendes inglés, entiendes francés, entiendes lo que te está diciendo―, pero cuando hablamos de comprender hablamos de que tienes la capacidad no sólo de entender la palabra sino por qué tu interlocutor está diciendo eso que dice; qué tipo de experiencia, de sentimiento o de resentimiento hay en el adentro de esa persona que emerge esa palabra o ese insulto o esa crítica o esa ironía o ese sarcasmo. La comprensión es una captación de la persona en su totalidad, y es lo que permite verdaderamente meterse en la piel del otro.

Cuando sube el tono de las conversaciones. ¿Miedo a morir?

Es importante qué se dice y cómo se dice. Uno tiene que darse cuenta de que cuando ya está entrando en una tonalidad elevada y empieza a airarse, significa que está empezando a tener la sensación de que el otro le está ganando la partida.

El escritor alemán Eckhart Tolle hace un comentario muy curioso cuando escribe el famoso tratado “El poder del ahora”: las personas que se aíran tanto y que tienen que mantener la razón y se ponen histéricos, tienen miedo a morir. Y lo cuenta diciendo que tienen miedo a morir porque están agarrados a esa idea que defienden porque no tienen otra, y si les quitan esa idea los dejan vacíos. Y la sensación de que me quitan algo a lo que yo estoy agarrado me deja en pleno vacío, que es como morir. Es esa sensación de decir: “cuando me agarro tanto es que estoy atacado por el ego”. Tendríamos que darnos cuenta todos de la necesidad de desprendernos en algún momento de ese ego o tal vez de reconocerlo: “oye, disculpa que tengo un ataque de ego. He querido mantener mis razones de una manera totalmente idiota”.

Escucha activa. Comunicación eficaz y efectiva. Eckhart Tolle, escritor alemán residente en Canadá reconocido por títulos como "El poder del ahora" y "Una nueva tierra".

Eckhart Tolle, escritor alemán residente en Canadá reconocido por títulos como «El poder del ahora» y «Una nueva tierra».

Además en la conversación lo que se pone de manifiesto es nuestra vulnerabilidad. Uno conversa y se da cuenta de que el otro genera unos argumentos, unas tesis, que plantea unas situaciones que uno no había vislumbrado. Y eso tiene dos opciones, una que es encerrarse en la propia postura e hincharse o por el contrario decir: “pues es verdad, esto que ahora estás planteando yo no lo había visto”.

Por eso una de las características, condiciones o requisitos de una buena conversación es la humildad de ambos interlocutores: la capacidad de reconocer que el otro puede tener razón y yo estar equivocado. Y eso es algo muy extraño en las conversaciones políticas, económicas y sociales que habitualmente observamos, porque se leen más en términos de conflicto y de lucha, ganador y perdedor. Y quien reconoce que el otro tiene razón parece que haya perdido, y sin embargo eso nos ocurre muchas veces: el otro ha mostrado una expresión que yo no había visto.

Cuando estamos sometidos a ese agarre, a nuestros argumentos, es como estar agarrados a nuestra identidad: «porque yo creo eso, porque yo veo eso, porque yo me doy cuenta de eso, porque yo defiendo eso…». No estoy defendiendo unos argumentos sino que me estoy defendiendo a mí y por eso me crezco y se me hinchan las venas, porque en realidad no estoy defendiendo ya un argumento sino que estoy defendiéndome yo. Con lo cual significa ―psicológicamente hablando― que me siento cuestionado, y cuando me siento cuestionado es cuando saltan todas las alarmas.

Qué hacer ante esas personas que suben de tono con facilidad

Ante todo tenemos siempre que reconocer la parte de verdad que hay en el otro. El otro se aíra y se pone nervioso especialmente si hacemos esa enmienda a la totalidad: “es que estás completamente equivocado. No ves nada de luz. Estás en la oscuridad”. Pero si tú reconoces esa parte de verdad que hay en su discurso, que muchas veces la hay, entonces eso le va a apaciguar; otra cosa es reconocer que su mirada sea la mirada que contempla absolutamente la realidad. Reconocer esa parte de verdad ayuda al otro porque le reconoces una capacidad de interlocución válida y de mirada desde un prisma que aporta cierta verdad. El drama es cuando uno cae en la visión maniquea: “yo tengo toda la razón, el otro está completamente equivocado”, eso al otro le desarma y por otro lado le anula y le ningunea.

Temas de conversación. El contexto en la comunicación

Hay temas de conversación que son más problemáticos que otros. Si estamos en una cena familiar celebrando los 25 o 50 años de casados, no vayas a sacar ese tema de la herencia que sabes que es, en medio de la mesa, pura dinamita.

Trata de buscar esos temas interesantes para hablar que unen a los comensales y que permiten una conversación fluida, y deja los temas problemáticos para otra circunstancia. No se trata de posponerlos indefinidamente, pero siempre hay un lugar oportuno y un tiempo oportuno para hablar de ese tema peliagudo. Es algo que nos habla mucho de la importancia que tienen los contextos en la comunicación, las conversaciones  no son simples nubes en las que compartimos… no, las conversaciones se tienen en algún lugar. Y hay lugares que propician justamente la paz y la tranquilidad, y ese espacio de interioridad, y otros espacios que no lo permiten porque hay mucho ruido o porque hay mucha gente por medio. Hay que saber distinguir los contextos.

Qué aprendemos en un taller o curso de comunicación eficaz y efectiva

El objetivo principal de un taller de escucha activa es hacernos conscientes de cómo escuchamos, porque escuchamos todos los días pero a veces lo hacemos sin darnos cuenta. Un taller de escucha activa sirve para reflexionar sobre como percibimos, sobre cómo funciona nuestro oído y cómo funciona el sonido, para pensar sobre los sonidos y sobre si tienen una historia. En un taller de escucha activa se realizan distintos ejercicios dirigidos a los distintos públicos, según la edad.

Un ejercicio interesante consiste en oír con los ojos. Se trata de colocarse delante de una ventana mirando un paisaje y pensar en qué creemos que vamos a escuchar, qué creemos que se escucha ahí fuera.

Surgen un montón de relatos: pájaros, gente hablando, una silla, una lata de refresco, una bolsa de patatas, el zumbido de las abejas… Luego se sale al exterior y se comprueban esas diferencias entre lo que nuestro cerebro cree que va a escuchar y lo que realmente se escucha ahí fuera.

La diferencia es mayor si este ejercicio se hace por ejemplo en una zona en la que hay carreteras cercanas y tráfico. Ese ruido de tráfico que tenemos de fondo en nuestras ciudades, aunque seamos conscientes de que se van a escuchar coches, supone una gran decepción al ver que todas esas cosas que hemos pensado que vamos a poder oír en realidad el tráfico las enmascara.

En la escucha se mezclan factores físicos y biológicos con las estructuras culturales de la percepción. Para ser conscientes de ello uno de los ejemplos que se utilizan en los talleres es poner el tradicional sonido de la flauta del afilador, que los que tenemos una edad guardamos en nuestra memoria. Tenemos ahí un sonido que tiene unas características que los padres de inmediato asocian con el afilador, mientras que los niños que no tienen esa memoria ―porque también escuchamos con la memoria― dicen: “se oye una flauta”. Los niños se fijan en el sonido físico mientras que sus padres se fijan en su memoria y su percepción cultural.

Para entender cómo funciona el sentido del oído se puede realizar otro ejercicio interesante que demuestra cómo el cerebro es capaz de seleccionar los sonidos de acuerdo a sus necesidades, y cómo en determinadas situaciones nuestro cerebro elige unos estímulos frente a otros y cómo eso también es parte de cómo nos relacionamos con otras personas y cómo nos movemos en la sociedad.

Consiste en comprobar la diferencia entre lo que graba una máquina y lo que percibe el cerebro. Una grabadora es menos capaz de diferenciar entre una conversación humana y ese ruido de fondo, por ejemplo de tráfico, que suele tapar todo.

O cuando estamos atendiendo una clase no y nos damos cuenta del molesto ruido del proyector de vídeo o de la aireación, son ruidos que nuestro cerebro tiende a ignorar para poder concentrarnos en lo que nos interesa. Este tipo de ejercicios nos sirven para darnos cuenta de que escuchamos más cosas en realidad de las que creemos.

Esto nos lleva a lo agradable y desagradable, a cómo podemos despreciar un sonido que decidimos a lo mejor como algo insignificante a pesar de que lo estamos escuchando constantemente como por ejemplo puede ser el ventilador de un ordenador. El sonido no sólo afecta a nuestra vida cotidiana sino a cómo nos relacionamos con las personas, a cómo entendemos las ciudades y cómo entendemos a otras culturas.

En nuestras ciudades el ruido de tráfico, pero también el ruido de otras actividades, es un elemento fundamental a la hora de entender cómo vivimos, qué ciudades queremos, qué edificios queremos que se construyan, la relación entre la Naturaleza y las actividades humanas, etc.

La escucha activa de la música

En el terreno musical la escucha activa hace que la experiencia sea más rica, más profunda y por tanto más gratificante. En este sentido la Universidad de Oxford tiene un manual de escucha activa de la música clásica con muchas referencias musicales. La música tiene la capacidad de unir mente y corazón y generalmente asociamos la música con determinados momentos de nuestra vida, momentos por ejemplo con gran carga sentimental. De hecho, el contenido emocional de una pieza musical suele ser a menudo lo primero a lo que reaccionamos.

Como primera parada del manual la Universidad de Oxford nos propone las danzas eslavas de Antonín Dvorak, y en concreto la nº 2 de las ocho danzas que componen el Opus 72. Vemos como una melodía se va repitiendo y de hecho se nos llega a quedar grabada. Es de esas melodías que acabamos tarareando o silbando cuando la hemos escuchado. Después, a esa melodía, le siguen otras durante un par de minutos, y finalmente vuelve a aparecer. Ese contraste de melodías y las repeticiones que hay nos sugieren que es una música que cuenta con una historia.

 

Antonín Dvorak. Retrato de 1882

Antonín Dvorak. Retrato de 1882

Otro ejemplo de este manual es el concierto para clave BWV 1052 de Johann Sebastian Bach. Aquí lo que vamos a escuchar es cómo comienza la orquesta y como a los pocos segundos el clave toma la palabra, y como ese intercambio orquesta-teclado se va a ir dando en varios pasajes del movimiento. Pero también como en varias ocasiones es la propia orquesta la que no dialoga con el piano sino que va a reforzar lo que el piano está interpretando:

Concierto nº 1, BWV 1052

Retrato de Bach por Elias Gottlob Haussmann en 1746, Museo de la Ciudad de Leipzig.

Retrato de Bach por Elias Gottlob Haussmann en 1746, Museo de la Ciudad de Leipzig.

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¿Por qué estamos perdiendo nuestra capacidad de escuchar?, por Julian Treasure

Estamos perdiendo nuestra capacidad para escuchar. En una comunicación pasamos el 60% del tiempo escuchando, pero no somos muy buenos en eso porque en general sólo retenemos el 25% de lo que escuchamos.

Definimos la escucha como el proceso de extraer significado de un sonido, es un proceso mental y es un proceso de extracción para el que se usan técnicas muy interesantes. Una de ellas es el reconocimiento de patrones, por ejemplo si en un sitio con bullicio nos llaman por nuestro nombre nos ponemos en guardia. Reconocemos patrones que nos permiten distinguir el ruido de la señal, y en especial nuestros nombres.

La diferenciación es otra técnica que usamos. Si dejamos un ruido de fondo fluctuante durante más de dos minutos, literalmente lo dejamos de escuchar. Escuchamos las diferencias, ignoramos los sonidos que se mantienen constantes.

Y, luego, tenemos un conjunto de filtros. Estos filtros nos llevan desde todos los sonidos hasta lo que prestamos atención. Muchas personas usan estos filtros de manera inconsciente, pero en cierto modo le dan forma a nuestra realidad porque nos dicen a qué estamos prestando atención en este momento.

El sonido también nos ubica en el espacio y en el tiempo. Si en una sala grande de teatro o de cine cerramos los ojos somos conscientes del tamaño de la sala por la resonancia y los sonidos que se reflejan en la superficie, y somos conscientes de la cantidad de personas que nos rodean por el micro-ruido que recibimos. Y el sonido también nos ubica en el tiempo porque en el sonido siempre hay tiempo. De hecho, la escucha es la principal forma por la que experimentamos el flujo del tiempo desde el pasado hacia el futuro.

Estamos perdiendo nuestra capacidad de escuchar por muchas razones. En primer lugar inventamos formas de grabar… primero la escritura, luego la grabación de audio y ahora la grabación de vídeo. La ventaja de escuchar con atención simplemente ha desaparecido.

Por otro lado el mundo de ahora es tan ruidoso… tenemos esta cacofonía visual y acústica que hace muy difícil el escuchar, escuchar es agotador. Muchas personas se refugian en sus auriculares, y esto crece, y los espacios públicos se tornan paisajes compartidos sonoros, millones de burbujas sonoras personales pequeñas y diminutas. En ese escenario nadie escucha a nadie. Nos volvemos impacientes. Ya no queremos oratoria, queremos fragmentos. Y el arte de la conversación está siendo reemplazado, peligrosamente, por la transmisión personal. Nos estamos volviendo insensibles, los medios nos tienen que gritar con llamativos titulares a fin de captar nuestra atención. Y eso significa que nos es más difícil  prestar atención a lo que no se dice, a lo sutil, a lo que no se destaca.

Es un problema serio que estemos perdiendo nuestra capacidad de escucha, no es una cosa trivial porque al escuchar accedemos al entendimiento. La escucha consciente siempre crea entendimiento, un mundo donde no nos escuchamos unos a otros es un lugar tenebroso.

Cada ser humano necesita escuchar conscientemente para vivir plenamente… conectados en el espacio y en el tiempo del mundo físico que nos rodea para entendernos unos a otros, conectados espiritualmente. Es por eso que es necesario enseñar a escuchar en las escuelas como una habilidad. ¿Por qué no se enseña?

Técnicas de comunicación. 5 ejercicios para mejorar nuestra capacidad de escucha y nuestras habilidades de comunicación

En un mundo con sonidos cada vez más altos, el experto en sonido Julian Treasure dice que «estamos perdiendo nuestra capacidad para escuchar«. En una charla breve y fascinante Treasure nos enseña cómo escuchar mejor a las personas, comparte 5 maneras para volver a sintonizar los oídos y escuchar de forma consciente a los demás y al mundo que nos rodea.

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Silencio. Solo tres minutos de silencio al día es un ejercicio maravilloso para recalibrar los oídos y volver a escuchar la tranquilidad. Si no puedes lograr silencio absoluto busca la tranquilidad, eso está bien.

Mezcla. Aún cuando estés en un ambiente ruidoso ― todos pasamos mucho tiempo en lugares públicos― escucha por ejemplo en una cafetería cuántos canales de sonido puedes escuchar, ¿cuántos canales individuales estás escuchando de esa mezcla? También lo puedes practicar en un lugar agradable como puede ser al lado de un lago, ¿cuántos pájaros estás escuchando? ¿Dónde están? ¿De dónde vienen esos murmullos? Es un gran ejercicio para mejorar la calidad de nuestra escucha.

Saborea. Se trata de disfrutar de los sonidos mundanos. Por ejemplo del sonido de la secadora, es un vals, un-dos-tres, un-dos-tres, un-dos-tres. O del sonido del molinillo de café. Si prestas atención los sonidos tan mundanos pueden ser realmente interesantes, como un coro oculto que está a nuestro alrededor todo el tiempo.

Posiciones de escucha. Si hubiera que elegir un solo ejercicio este sería el más importante de todos. La idea de poder cambiar la posición de escucha hacia donde mejor se escuche. Es jugar con esos filtros mencionados en el punto anterior y comenzar a usarlos como palancas para tomar consciencia de ellos y moverse a diferentes lugares. Estas son solo algunas de las posiciones de escucha, o escalas de posiciones de escucha, que puedes usar: activa-pasiva, expansiva-reductiva, empatía-crítica… hay muchas.

RASA. Un acrónimo que puedes usar para escuchar y para comunicar, si estás en un rol de líder, de maestro, de cónyuge, de padre, de amigo… todos desempeñamos alguno de estos roles. RASA es una palabra sánscrita para jugo o esencia, y RASA quiere decir:

Receive: Recibir, que significa prestar atención a la persona.
Aprecciate: Apreciar, haciendo poco ruido como mmm, oh, de acuerdo.
Summarise: Sintetizar, la palabra es entonces muy importante en la comunicación.
Ask: Preguntar, hacer preguntas al finalizar.

Saber escuchar es una virtud. ¿Saben gobiernos e instituciones escuchar a la gente?

La respuesta es decididamente NO. Porque venimos de una cultura que está instalada precisamente en unas formas institucionales en las que lo que se preserva precisamente es la identidad, y esa identidad tiene que protegerse a costa precisamente incluso de negar la realidad de los demás.

Y además faltan mecanismos de representación donde fluya verdaderamente esa palabra que tiene el pueblo y quien gobierna, que haya pasillos de comunicación en ambas direcciones. Faltan o están muy taponados, y por lo tanto la capacidad de escucha está muy mermada en quienes nos dirigen. Tendrían que tener espacio los que tienen menos espacio precisamente, y que cuando nos hablan no tengamos la sensación de que nos están repitiendo siempre lo mismo.

Lo peor de un Congreso de Diputados, o de un Senado o de cualquier institución es que tengamos la sensación de que allí se está haciendo una gran comedia. La comedia es una representación de algo que todo el mundo ya sabe que está decidido previamente y que ya está pautado, vamos a hacer una gran representación y a decir muchas palabras pero todo está pautado. Entonces, ¿qué sentido tiene para el ciudadano contemplar esa escenificación de la nada? porque todo está previamente decidido. Ahí es donde tenemos la sensación de decir ¿para qué sirve en ese caso dialogar?

Otra cosa a destacar es que cuanta más relación de poder hay entre una persona y otra menos libre es el diálogo y la conversación porque se tiene miedo, miedo a que el otro te despida o a que te genere unas consecuencias. Por tanto, para que haya conversación, tiene que haber libertad de los interlocutores, eso es clave.

Fuente: Victor Küppers, profesor y escritor en Aprendemos juntos de BBVA | Charla TED de Julian Treasure | Longitud de onda de Radio Clásica (13/11/2017) | Para todos la 2 de RTVE (26/01/2015),  (8/04/2013) y (9/10/2013) 

Aprender a hablar en público

Desde los más humildes a los más poderosos, desde una gala hasta una entrevista de trabajo o una presentación. No se trata sólo de saber qué hay que decir sino de cómo lo decimos en público. Hablar en público no siempre es fácil, la vergüenza o el miedo a equivocarse siempre están ahí rondando. Ser un buen orador es clave: una buena respiración, la sonrisa, la autoconfianza, un buen guión, una buena estructura y, sobre todo, las tres claves: práctica, práctica y práctica.

Dicen los expertos que lo óptimo sería que la oratoria se empezara a trabajar en la escuela y siguiera en la empresa. Y es que, según Adecco, empresa de trabajo temporal, a tres de cada cuatro personas les da miedo hablar en público. Aseguran los psicólogos que el miedo es normal pero que hay que afrontarlo y saberlo canalizar, y coinciden en que la experiencia es fundamental; si uno se queda en blanco mira el papel o si se pone nervioso respira, hay que tener herramientas para salir del paso, y, sobre todo, pensar que la perfección absoluta no existe.

¿Qué es hablar? Significado y etimología

El hablar es algo que nos distingue a los humanos, siempre se ha dicho que hablando se entiende la gente.

Hablar procede del latín fabulāri que a su vez deriva de fábula, que es una palabra que por vía culta nos llega y que en latín era un derivado de otro verbo que era fari (que quería decir hablar).

Había otros sinónimos en latín para la noción de hablar como por ejemplo loquor en la primera persona, que no nos ha llegado por vía hereditaria a las lenguas románicas pero sí a través de la mediación de los cultismos. Decimos que alguien es locuaz cuando habla mucho, un locutor tiene por oficio hablar, la elocuencia es el arte del buen hablar…

Hay otras voces derivadas de ese loquor que no ha sobrevivido por vía popular. En cambio sí lo ha hecho fabulāri, que ha llegado al castellano y que es hermano, podríamos decir, de la forma gallega y portuguesa falar, pero que, a diferencia del gallego y el portugués, ha conocido un cambio propio característico del castellano.

A muchos les han enseñado que en castellano lo que antes fue una f inicial se ha convertido en h, es un modo de decirlo. El castellano antiguo escribía todavía fablar o fabla, en lugar de hablar o habla. Y el castellano antiguo escribía todavía fumo, farina, fillo allí donde hoy tiene humo, harina, hijo.

El término hablar caracterizado por esta h inicial tiene un buen número de derivados, algunos de ellos curiosamente han tomado una deriva negativa que se ha orientado a la idea de hablar por hablar o hablar sin ton ni son. Es por ejemplo lo que se atribuye al hablanchín, que es una forma alternativa al parlanchín. Otros derivados de este tipo son por ejemplo la habladuría o el hablantinoso (dicen en algunos lugares de América para aquel que habla demasiado, que habla sin sustancia, que hace hablantinas).

Pero también hablar ha dejado derivados nobles y con un sentido positivo como por ejemplo habla, posiblemente un derivado posverbal de hablar (yo hablo, tú hablas, él o ella habla), a no ser que proceda directamente de fábula.

El habla se dice del acto, del ejercicio concreto de la posibilidad del lenguaje. Se dice de alguien que ha perdido el habla cuando no es capaz de hablar. O el habla de una localidad o una comarca concretas, por ejemplo el habla del Rincón de Ademuz.

De habla, hablante. Hablante en su origen era el participio de presente del verbo hablar, es decir quien habla, y un hablante es quien ejerce la posibilidad de hablar, quien utiliza una lengua. Y da pie a compuestos como castellanohablante, hispanohablante, catalanohablante, gallegohablante o vascohablante.

En cuanto a la palabra fábula es un cultismo, se ve claramente porque prácticamente no ha variado a partir de la fórmula latina. Fábula tiene vida y tiene derivados, y cuando tiene derivados quiere decir que ha ejercido su capacidad vital: fabular, confabular, confabulación, fabuloso.

Abundando un pelín más en lo que serían cultismos hay una subfamilia que se funda en lo que ya fue una familia creada en el latín a partir del verbo fari. Fari está en la base de una palabra latina que era facundus, que hoy reconocemos en facundo, y en latín significaba lo que ahora sigue significando: quien es muy generoso en el hablar, quien ejerce la facundia (que sería el sustantivo correspondiente).

Y otra forma extraordinaria: si hablante era el participio de presente de hablar (quien habla), en latín fans era el participio de presente de quien habla, en cambio infans, su antónimo, era quien todavía no habla, el infante, el niño pequeño. Lo que ocurre es que en la lengua la significación de infans (literalmente quien todavía no habla) ha ido creciendo a otras acepciones. Hablamos de la infanta de la familia real, por algún camino se ha llegado a esa significación. Hablamos también del soldado de a pie que es el infante, que forma parte del cuerpo de la infantería.

Y todavía hay otras variaciones, otras ramificaciones a partir de este fari latino que conservan todavía la significación etimológica. Por ejemplo el adjetivo en latín afabilis, que lo tenemos en el castellano como afable, y que significaba literalmente que se puede hablar con esa persona. Y su antónimo que era ineffabilis, que significaba lo que sigue significando en castellano inefable: que resulta difícil explicar con palabras.

Aprender a hablar en público hoy

¿Por qué es importante aprender a hablar en público?

No importa el campo al que te dediques, las exposiciones respecto de las cosas que se hacen son constantes: ya sea en presentaciones, en reuniones, en negociaciones… Hay una constante necesidad en cualquier ámbito de explicar las cosas, y esa explicación muchas veces es delante de otras personas.

Hablar en público es una necesidad constante, no sólo en el ámbito de los negocios sino que es algo transversal. Además, es algo que dice mucho de nosotros a la hora de relacionarnos con otras personas.

Hablar en público es difícil, sin embargo es algo que está al alcance de cualquiera que pase el proceso que le permita adquirir esa habilidad; como podría adquirir cualquier otra como por ejemplo hacer malabares con naranjas, a base de práctica.

Aprender a hablar en público hoy

Dominar el contenido es esencial

Para lucir con la forma, que en el fondo hablar en público es forma, hay que dominar el contenido. Por tanto es fundamental de entrada saber que queremos transmitir, que idea nuclear queremos pasar.

¿Qué nos puede poner nerviosos? ¿Qué nos condiciona a la hora de hablar en público?

Los miedos que nos bloquean, dependiendo de la persona, funcionan de una manera u otra. Lo que sí está claro es que estamos hablando de inseguridades. A unas personas les bloqueará el quedarse en blanco, a otras el pensar “yo no soy capaz de hacer esto”, a otras la mirada y el cómo nos juzgan los demás, el lugar, la responsabilidad…

Aprender a hablar en público hoy

Cómo perder el miedo a hablar en público. Cómo hablar en público sin nervios

Vencer los miedos no es el objetivo. No hay que esperar que el miedo se nos quite, lo que tenemos que hacer es aceptarlo y aprender a vivir con él. Piensa en el miedo como en una oportunidad que te da la vida para desarrollar una habilidad que lo contrarreste.

Visto desde la distancia incluso agradécele a la vida que te enfrente a tus inseguridades y miedos, es un camino de crecimiento. Aprender a hablar bien en público es un verdadero camino de crecimiento personal. ¿Cuál es tu voz? ¿Cómo le hablas tú al mundo? Es mucho más que una habilidad.

Luego, claro está, tenemos la metodología. Algo que ya dijeron los orientales hace siglos, y que no basta con entender sino que hay que practicar (porque entenderlo nos resultará sencillo, la cuestión es aplicarlo):

▷▷ DESARROLLAR EL PODER DE DIRIGIR NUESTRA OCUPACIÓN A UNA ACCIÓN ◁◁ 

¿Por qué? Pues porque el mecanismo del miedo es siempre: me conecto con la mente ⇨ pérdida inmediata de poder (me pre-ocupo). Y lo que hay que hacer es dirigir nuestra energía a ocuparse.

Nadie es culpable de su primer pensamiento, pero sí somos responsables del segundo. Por ejemplo, un individuo no tiene la culpa de pensar, cuando sube a un avión, “en este me voy a matar”. Siente miedo, es algo que le pasa y es inevitable. Pero si tiene el entrenamiento de distanciarse de sí mismo y decirse: “¿Qué, ya estás otra vez dándole vueltas a la mente y pre-ocupándote? ¡Ocúpate!”. Y a partir de ese pensamiento se dedica a mirar a quien tiene al lado en ese vuelo, a los azafatos o azafatas… Se está ocupando.

Por tanto la recomendación sería buscar esa ocupación que nos saque de esa pre-ocupación. Y en el caso de hablar en público la ocupación sería “tengo claro cómo voy a empezar”, y con voz clara y mirando al público: “Hola, buenos días, me llamo fulanito y vamos a hablar de recursos para hablar en público…”, aunque por dentro estemos como un flan.

Las primeras veces no es tan importante el resultado, sino que demos el paso. Piensa que a bailar se aprende bailando… El problema es que nuestra tendencia es: “Me salió mal una, dos, tres veces… ya me he desanimado”.

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“No puedo. Me tiembla la voz al hablar en público porque me pongo nervioso al hablar”

Todos solemos tener creencias que nos limitan. Vamos mal si somos nosotros mismos los que anteponemos el “Yo no puedo”… Prohibido decir “No puedo”.

Puedes decir “No me sale todavía”. Y, después de un número de fracasos determinados, digamos 8 ó 9 ó 10, ya puedes decir: “No puedo”. Pero nunca hasta que no hayas probado esas 9 ó 10 veces…

¿Qué papel juegan las pausas, los silencios, la respiración al hablar en público?

La respiración es muy importante, de hecho la voz es respiración. En cuanto a las pausas es fundamental dominarlas. Recordemos que, mientras hacemos la pausa, respiramos.

Lo cierto es que todos acostumbramos a tener verdaderos problemas para hacer esas pequeñas pausas. En general sentimos miedo ante un segundo de silencio, se nos hace eterno. Creemos que el público va a pensar que no sabemos qué decir, que no somos listos. Y, contrariamente a lo que creemos, si observamos, veremos que las pausas las hacen los poderosos: esa persona que decide “A ver, ¿qué quiero decir?”, y dice lo que quiere decir.

No podemos decir que hacer eso sea fácil, es algo difícil y que lleva un proceso. Cuesta gestionar esas pausas que los que saben hablar en público dominan tan bien, porque igual nosotros hacemos una pausa y nos delatan los nervios porque estamos temblando.

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¿Cuándo una pausa es buena y cuándo una pausa es mala? Una pausa es mala cuando la persona que está hablando en público se preocupa, porque la gente que está escuchando percibe esa preocupación y nerviosismo. En cambio, cuando el orador no se preocupa, los demás que la están escuchando no se preocupan.

Hemos de ser conscientes de que el proceso para hablar en público es un entrenamiento, y que requiere también de algo de descaro. No pensemos que todas las personas que vemos que hablan bien en público no tienen por dentro algo de nerviosismo en cada nueva ocasión. David Bowie, por ejemplo, reconocía que las entrevistas antes de salir a una actuación le daban pánico, sentía pavor.

¿Cómo es posible que David Bowie con tantos años de carrera siguiera sintiendo ese miedo? Pues es muy positivo y pedagógico que él confesara que le daba miedo hablar en público, porque es importante que todos sepamos que el miedo y la inseguridad son algo normal. No se trata de no tener miedos sino de cómo, a pesar de ellos, somos eficaces.

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Trucos y técnicas para hablar en público sin miedo

¿Qué es mejor, gesticular demasiado o demasiado poco?

No cabe duda de que la gestualidad da una mayor comunicación, pero, dentro de la cultura y personalidad de cada uno, tiene que haber un equilibrio entre los momentos gestuales y los momentos de reposo (que son los que comunican estatus).

Un exceso de gestualidad hace que el discurso pierda credibilidad, porque resta estatus. De ahí que sea importante ese equilibrio entre nuestra gesticulación y esos momentos de reposo en los que transmitimos serenidad.

Un ejemplo lo tenemos en el teatro clásico español, ahí está muy claro: tenemos por un lado a los criados (que siempre se mueven más, de un lado para otro) y por otro a los nobles (más inmóviles, a los que por algo se les llamaba los estirados).

El estatus depende de en qué contexto estás. A veces, por respetar a nuestra audiencia y respetar unos códigos, con determinados clientes por ejemplo, nos ponemos corbatas o trajes muy serios. Pero no es por aparentar sino por respetar el código que hay en ese lugar.

¿Qué hacer con las manos al hablar en público?

Es una de las pesadillas de los ponentes noveles que empiezan a hablar en público. Las manos tienen mucho que decir, mucho que expresar, y son muy necesarias para comunicar con nuestra audiencia. Cuando se habla en público la gestualidad de las manos apoya el discurso.

Aprender a hablar en público hoy

Respecto al uso de las manos al hablar en público la escuela americana, por ejemplo, dice que lo mejor es nunca juntar las manos, porque es una señal que da a entender que nos estamos protegiendo. Lo cierto es que cada persona debe calibrar que le ayuda más:

  • Si opta por no juntar nunca las manos para dar esa señal de fortaleza y de no necesidad de protección, pero así se siente fatal.
  • O si, en un momento determinado, opta por juntar las manos porque así se siente más cómoda y es más eficaz.

Se trata de ver que nos puede ayudar más. En el siguiente video, la experta en comunicación Teresa Baró da interesantes consejos que podemos aplicar en cualquier reunión, en una presentación comercial, en una formación, en clase, incluso a veces en una conversación. Porque en realidad tampoco hay tanta diferencia entre los gestos que hacemos en una conversación y los que hacemos hablando en público, al fin y al cabo hablar en público es una forma de dialogar con ese público.

¿A quien mirar cuando se habla en público?

La fortaleza de tu mirada será igual a la cantidad de información que captes de la audiencia: miras a la gente a los ojos, y captas. Parece sencillo, pero muchas personas se ponen nerviosas y no saben adónde mirar cuando tienen que hablar en público. Entonces miran al suelo, miran sus notas, miran la pantalla, miran al fondo… y buscan todos los recursos para no mirar precisamente a quien tienen que mirar que es a su público.

Una de las formas de ganar tranquilidad en este diálogo que tenemos que establecer con el público es, precisamente, considerar que estas personas que nos están observando necesitan mantener este diálogo.

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¿Verdad que en una conversación a dos no nos ponemos nerviosos?

  • Mentalizarnos de que vamos a conversar con nuestro público y que por lo tanto tenemos que mirarle a los ojos es algo que nos va a dar tranquilidad.
  • En cambio, si pensamos que el público es una masa uniforme de gente y nos da miedo tendemos a la sensación de monólogo y eso nos va alterando cada vez más.

Pero, ¿miro a todos? Si es una audiencia de muchas personas resulta complicado

  • Si se trata de un grupo reducido, hasta 25 ó 30 personas, podemos ir mirando a cada uno de ellos a los ojos, individualmente. Incluso podemos llegar a saber más o menos que están pensando o si van siguiendo nuestro discurso. Es conveniente hacerlo.
  • Cuando hay más gente entonces es difícil llegar a todos. Se puede ir mirando hacia el fondo de la sala. O, si la sala es ancha, ir mirando de izquierda a derecha pasando también por el centro.

¿Nos resultará más fácil si miramos a alguien conocido o a quien nos sonríe?

Mirar a quien nos sonríe es una tentación, porque nos da a pensar que le caemos bien y que está de acuerdo con lo que estamos diciendo. Pero es una trampa que deberíamos evitar, porque entonces lo que estamos haciendo es olvidar a los demás miembros del público y estos se pueden sentir desatendidos, y, en consecuencia, perderán capacidad de atención en lo que estamos diciendo.

Hay que mirar a todo el mundo, incluso a los que ponen mala cara. Más a estos que a los que nos sonríen, porque a estos hay que ganárselos. Tenemos que decirles con la mirada “Te he visto. Sé que estás aquí. Quiero que me escuches. Tengo algo importante que decirte”, y todo se lo decimos mirándoles. Además incluso, en algunos casos, es un aviso para después si tienen que hacer preguntas muy complicadas o van a por nosotros. Nosotros, mirándoles mientras estamos hablando de nuestro tema, les estamos diciendo: “Sé que después me preguntarás”, y esa es una forma de mostrar seguridad.

¿Qué hacemos si vamos acompañados de unas notas?

Las notas sirven para tener un guión, pero no para leer siempre completamente. Porque si miramos mucho las notas lo que estamos haciendo es dejar de mirar a nuestro público, y siempre es mejor dirigir la mirada hacia ellos.

Por lo tanto deberemos hacer un guión con poca letra, lo más esquemático posible, e ir combinando la mirada hacia el público y algún vistazo rápido a lo que llevamos apuntado si nos hemos perdido. Lo importante es ensayar antes para no tener que mirar mucho ese guión.

Y si llevamos el discurso escrito, ¿cómo lo hacemos?

En ese caso la lectura también tiene que ser lo más expresiva posible. Para conseguir esto nos podemos preparar el texto a base de letra muy grande, de espacios amplios, marcando los puntos y aparte y las pausas, usando también distintos colores porque así sabemos en qué palabra tenemos que poner el acento.

Todo eso nos facilitará la lectura y que ésta sea sea expresiva, pero sobre todo nos facilitará también que podamos mirar de vez en cuando a nuestro público. Ensayar el discurso es muy importante, porque después, cuando estemos delante de la audiencia, nos sentiremos más sueltos y cómodos.

Si detrás tenemos apoyo visual, ¿dirigimos la vista hacia esa pantalla?

En ese caso hay que mirar hacia atrás lo mínimo posible. Si tenemos que señalar a la pantalla lo hacemos con la mano o con un puntero pero mirando hacia delante, hacia nuestro público. El mínimo tiempo posible dando la espalda al auditorio.

Por eso, si tenemos un ordenador bien colocado (es algo que la mayoría de las veces podemos hacer) nos iremos guiando por lo que vemos en la pantalla del ordenador y, al mismo tiempo, estaremos mirando hacia nuestro público, de tal forma que no nos tenemos que estar volviendo cada vez.

¿Se puede entrenar el contacto visual con el público?

Pues sí, es posible. Hay un truco muy fácil que podemos hacer en casa: cuando ensayemos nuestro discurso o presentación podemos pegar en la pared unos folios con caras dibujadas, fotos de personajes conocidos o de la familia, incluso muñecos, y vamos ensayando nuestro discurso mirando a los ojos de estas “personas”, buscando captar la atención.

Este aspecto es importante porque normalmente cuando estamos ensayando en casa un discurso nos centramos sobre todo en lo que decimos, en las palabras. Olvidamos que después tendremos personas delante y que tendremos que mirarlas a los ojos, porque esa es la primera forma de persuasión. Por eso, hacer esta sencilla práctica pegando las fotos en la pared resulta muy útil y nos dará después la facilidad de hacerlo cuando tengamos delante al público real. Es un buen calentamiento y estaremos ya acostumbrados a hacer esos movimientos.

Ante un gran auditorio, ¿funciona imaginarlos a todos en ropa interior?

Lo interesante y maravilloso de los seres humanos es que lo que le funciona a uno a otro no. Y este truco de imaginarse a la gente desnuda o en ropa interior hay gente a la que le funciona.

Trabajar con imágenes, que es como esto se llama, es bueno. Hay gente que se imagina que le está hablando a su hermano, a su madre, a su tía, a su novia… Si a ti te funciona estupendo.

La cuestión es que tienes que averiguar qué te ayuda a ti. En ese proceso de entrenamiento parte de lo que hay que descubrir es qué me ayuda a mí a expresarme mejor, a estar más tranquilo, a gestionar mejor mis inseguridades… A ser eficaz a pesar de mis inseguridades.

Cómo dominar el escenario al hablar en público

Aunque hay cosas básicas, que son siempre las mismas, también vemos modas y tendencias en cómo nos dirigimos al público. Hoy día tenemos la posibilidad de dar charlas desde grandes escenarios y de movernos mucho más, en cambio tiempo atrás se trataba de algo mucho más rígido. Antes los conferenciantes estaban por ejemplo detrás de la mesa de una forma muy solemne y formal, o detrás de un atril.

Hay conferenciantes a los que vemos andando por el escenario casi exhibiéndose, es quizás una forma de comunicar más atractiva; parece más natural aunque en realidad está todo ensayado. En esto hay grandes conferenciantes que nos han influido mucho como pueden ser Steve Jobs o Mark Zuckerberg.

Aprender a hablar en público hoy

Todos o muchos de los TEDx, que son estas conferencias que ahora están tan de moda, se graban en general en escenarios grandes. A ello ayuda la tecnología: el disponer de un micro inalámbrico o el tener una pantalla grande, y no una pizarra donde hay que escribir, permiten el movimiento.

Aprender a hablar en público hoy

En general para dirigirnos al público es mucho mejor estar de pie y en movimiento, aunque también hay momentos en los que el protocolo nos dice que tenemos que estar sentados. Pero siempre que podamos vamos a hacerlo de pie, porque esto nos da muchas ventajas. Teresa Baró, experta en comunicación, las explica:

Cómo hablar en público con naturalidad

Es precisamente cuando estamos en público, en esos momentos en que queremos causar una mejor impresión, cuando más tensos nos acostumbramos a poner. Es lógico: hay más compromiso, queremos gustar, queremos transmitir una buena imagen, hay presión, hay tensión… y lo que hacemos precisamente es quedarnos como acorralados. Todas las habilidades que tenemos cuando estamos relajados tomando un café con un amigo… desaparecen. Pero eso es algo que se puede regular y mejorar.

¿Qué inseguridades podemos sentir cuando estamos ante una audiencia?:

  • La inseguridad en uno mismo.
  • La inseguridad en el tema que estamos tratando: si no dominamos bien el tema es algo que nos hace estar más tensos.
  • La inseguridad como comunicador: yo sé que controlo el tema pero en cambio soy consciente de que no tengo muchas habilidades para hablar en público, y eso me hace estar más nervioso o nerviosa.

En general nos ocurre que, a la hora de dar una charla o un discurso, casi siempre nos esforzamos en preparar bien el mensaje, el contenido, las palabras, el discurso o incluso la presentación en PowerPoint. En cambio solemos descuidar el ensayar, el entrenar el cuerpo para que se comunique con naturalidad… Y cuanto más lo preparemos más naturalidad vamos a conseguir.

Cuando tengamos que hablar en público es mejor que no se nos note que estamos presos del pánico, porque además, si nos bloqueamos, no podremos transmitir lo que queremos comunicar. De todas formas tampoco pasa nada si nos mostramos algo nerviosos. Muchas personas no tienen la oportunidad de hablar en público cada día y por tanto es normal que estén un poco tensos cuando se enfrentan a una audiencia importante, es comprensible. No tenemos que estresarnos en exceso por ello. No obstante hay fórmulas para mejorar esto que nos van a ayudar y que nos muestra Teresa Baró en este vídeo.

Cómo transmitir seguridad al hablar

Hablar y expresarse ante una audiencia no es una tarea fácil, para muchos es una prueba de fuego en la que a veces se reflejan todas las inseguridades y los nervios que supone convertirse en el centro de atención. Los gestos nos delatan.

¿Cuáles son los gestos que nos traicionan?

Se trata de gestos que hacemos con todas las partes del cuerpo: con la mirada porque rehuimos el contacto visual, con las manos porque por ejemplo las frotamos demasiado o le damos vueltas al anillo o al reloj, nos ponemos bien los puños de la camisa (sobre todo los hombres que van con americana), cruzamos los pies de una forma que nos da inestabilidad… Hay una serie de movimientos que delatan que estamos nerviosos.

¿Qué trucos podemos poner en práctica para disimular el nerviosismo? ¿Qué hacemos con esos gestos que nos delatan?

Esos gestos que evidencian nuestro nerviosismo no hay que disimularlos sino que hay que eliminarlos. Se trata de entrenar, entrenar y entrenar. Practicar una posición corporal de seguridad y de abertura para así eliminar estos gestos de nuestro repertorio.

¿Cuál sería la actitud corporal adecuada?

Una actitud corporal de firmeza, de estabilidad (con los dos pies bien apoyados) y el cuerpo abierto y con la cabeza alta. Moviendo los brazos y las manos hacia afuera, de una forma abierta y relajada. Nada de cerrar los puños ni entrelazar las manos, porque eso es lo que delata el nerviosismo.

Indispensable la sonrisa

Otro aspecto esencial es la sonrisa. Es importante sobre todo para empezar a conectar con el público desde el primer momento: es la bienvenida. Por tanto es importantísimo sonreír. Pero ojo, porque también hay sonrisas que son de tensión, esa risita que se nos escapa y que no podemos controlar y que es de nervios. O sea que debe ser una sonrisa abierta y sincera (ya sabemos que sonreímos también con los ojos), no puede ser una sonrisa forzada o con los dientes cerrados y apretando las mandíbulas.

Y todo esto necesitamos prepararlo

Tener el mensaje verbal (las palabras) preparado, y entrenar varias veces para que después podamos eliminar todos estos gestos de timidez y de inseguridad.

Cuando llegue el momento tenemos que salir pensando cosas positivas acerca del público: “el público está dispuesto a escucharme”, “el público me va a ayudar”, “el público es mi aliado, no es mi enemigo”. Si salimos con pensamientos positivos, seguro que nuestra gesticulación, nuestros movimientos e incluso nuestra voz van a tener un estilo y un tono positivo.

El tono de voz en la comunicación

Reconocemos a las personas por su voz, es algo que nos identifica. La voz es una característica de cada persona: tú tienes tu voz y yo tengo la mía. El tono de nuestra voz envía sensaciones a nuestro interlocutor y, además, forma parte de nuestra imagen.

En cada momento, según cómo utilizamos la voz, estamos transmitiendo unas actitudes, unas emociones y también un grado de implicación. No sólo es importante saber qué voz tenemos (que es la que nos ha tocado por naturaleza) sino también cómo la utilizamos.

¿Cómo podemos utilizar la voz para comunicarnos mejor?

Lo primero que debemos tener en cuenta es el contexto, cuál es la actividad que estamos desarrollando:

  • No es lo mismo estar en familia, y estar en una situación íntima de proximidad, que estar ante un público.
  • O no es lo mismo ser un profesional de la comunicación que una persona que utiliza la voz para comunicarse en el día a día.

Pero de todas formas, aunque no seamos profesionales de la comunicación, deberíamos tener en cuenta la capacidad que tenemos de influir en los demás a través de la voz:

  • A través del tono.
  • A través de la velocidad con la que hablamos.
  • A través de la claridad en la articulación. Si no se me entiende el mensaje puede no llegar correctamente. Pero no es sólo que el mensaje no acabe llegando sino que además estamos también dando una imagen determinada a través de esa articulación incorrecta. Si no articulamos bien podemos dar la imagen de que tenemos un problema en la boca o de que estamos nerviosos, por ejemplo.

La voz con todos sus matices nos da muchísima información:

  • Cuando una persona habla en público, un maestro por ejemplo, con la energía que tiene su voz está diciendo: “tengo ganas de estar aquí haciendo lo que estoy haciendo” o “no tengo muchas ganas, en realidad estoy aquí porque me obligan”.
  • O puede estar transmitiendo “estoy pasando miedo”, la voz indica también inseguridad, nervios y miedo.
  • La voz incluso puede ser un indicio de mentira, puede ser señal de que alguien está mintiendo cuando se baja el volumen al decir algo. ¿Por qué bajamos el volumen? Porque en realidad  no queremos que nos escuchen, pero lo estamos diciendo porque tenemos que decirlo.

¿Cuáles son las voces más persuasivas?

Es algo que depende también del contexto. En un contexto más privado y de cercanía un tono de voz bajo, pero sobre todo más tranquilo, es más persuasivo. Una persona que habla despacio normalmente transmite más serenidad, y por lo tanto también seguridad en lo que está diciendo y en sí misma.

Hablar despacio, en la mayoría de las ocasiones, resulta más convincente. Pero no siempre, porque a veces la velocidad al hablar, siempre que se entienda el mensaje, nos da una idea de energía, de vivacidad, de entusiasmo, de alegría incluso. O sea que depende.

Lo que no suele ser muy persuasivo es que el tono de voz siempre sea igual, hablamos entonces de monotonía. Y la monotonía tiene un problema: nos aburre. Si la persona que habla nos aburre el mensaje no nos llega, porque llega un momento en que desconectamos.

¿Cuáles son las voces más seductoras?

Voces seductoras las hay masculinas y las hay femeninas. Las voces más seductoras suelen ser las voces que no son estridentes, que hablan de una forma suave, que son dulces, melódicas… Pero habría que ver también las características, el timbre de voz de cada persona en concreto.

Las voces masculinas en general son más graves que las femeninas, y por lo tanto transmiten unos valores que son los propios tradicionalmente del hombre: autoridad, confianza, respeto.

En cambio las voces femeninas, que son más agudas, suelen estar más relacionadas con la vida familiar, con la seducción femenina y muchas veces incluso con connotaciones peyorativas, con la “histeria”. Una mujer que grita, que tiene una voz muy aguda y que está chillando, es una voz irritante, y, además, hay una creencia general de que una mujer que grita es porque está descontrolada.  Aunque sea un adjetivo injusto se nos califica a veces de histéricas. En cambio al hombre no. El hombre que utiliza su voz para la autoridad se considera un valor positivo.

En general las voces agudas son más irritantes que las voces graves, sobre todo si son excesivamente agudas. Pero las voces agudas y más femeninas también tienen una ventaja, y es que normalmente son más claras, se escuchan mejor. Mientras que una voz muy grave a veces conlleva una dificultad en la comprensión, en la audición.

¿Cómo podemos mejorar la articulación de nuestra voz?

Una práctica muy sencilla y que podemos hacer en casa es hacer ejercicios de lectura en voz alta mordiendo un lápiz sin dejarlo caer. Después de unos minutos leyendo así, con el lápiz entre los dientes, cuando lo sueltes verás que es mucho más clara la articulación, e incluso se proyecta mejor la voz.

Y el mismo ejercicio se puede hacer con un tapón de botella de cava y es mejor todavía, porque en este caso lo que se consigue es abrir la mandíbula hacia abajo, que es como realmente sale bien el aire y se proyecta hasta el fondo la voz. En este caso cuesta un poquito más hacerlo que con el lápiz pero es muy efectivo.

Aprender a hablar en público hoy

Cómo enseñar a un niño a hablar en público

Comunicarse con eficacia y hablar en público son hoy habilidades básicas. Los padres podemos, según los expertos, hacer mucho en casa para potenciar la oratoria de nuestros hijos. Estas son según Manuel Antolín, terapeuta del Centro de Psicología Resuelve, algunas de las cosas que podemos hacer para ayudarles a perder el miedo a hablar en público:

  • No hablar por ellos cuando se encuentran con otros niños y mayores con la excusa de que son tímidos. Déjales que contesten por sí solos, a su ritmo. Si no lo hacen, puedes animarles a que hablen, sin responder por ellos. Con paciencia conseguirás que vayan expresándose.
  • Dejar que expresen sus propias ideas aunque no nos gusten. Desarrollar en los hijos una actitud crítica permite que se sientan seguros. En vez de decir: “¡tu cállate que eres un niño!”, es preferible: “¡no pienso lo mismo, pero lo respeto!”.
  • Lee cuentos a tus hijos, con la voz y con el cuerpo. Escenifica lo que estás contando; eso les permitirá aprender a contar historias. “El Storytelling es uno de los grandes recursos usados hoy en día para hablar en público, ya que cuando contamos historias conquistamos el corazón de nuestra audiencia”, explica Antolín. “Si tú lees, tus hijos leen. Arrástralos a leer con tu ejemplo. Eso enriquecerá su vocabulario y les ayuda a estructurar sus ideas”.

Aprender a hablar en público hoy

  • Para hablar bien en público hay que pensar bien en privado. Nos lo dice Gonzalo Álvarez, editor del blog El arte de presentar. Así que procura que tu hijo/a escriba. Escribir en un diario, hacer redacciones y cartas, les ayudará a estructurar sus ideas. Eso se reflejará en su modo de comunicar.
  • Apúntalos a distintas actividades artísticas para que prueben si les gustan. El teatro les permitirá trabajar la expresión corporal, los tonos de voz, interpretar distintos personajes… Perderán el miedo al ridículo. Con la danza trabajarán el control del cuerpo y aprenderán a moverlo. Según Albert Meharabian, profesor emérito de Psicología de UCLA, comunicamos más nuestro mensaje con nuestro cuerpo (55%), que con las palabras (7%) o con nuestra voz (38%). Cantar en un coro les ayudará a conocer su instrumento vocal, aprenderán respiración diafragmática para proyectar la voz de forma correcta.
  • En un cumpleaños o celebración familiar, propón entre los niños un cuentacuentos, en el que cada niño pueda contar el suyo.
  • Juega con ellos a explicar sin palabras un personaje. Expresarán con el cuerpo y se les quitará el miedo escénico al tener que ponerse delante del grupo.
  • En un encuentro familiar por motivos alegres o tristes, pídeles que si les apetece escriban unas palabras dedicadas a la persona homenajeada, y luego que las lean.

Aprender a hablar en público hoy

  • Recitar trabalenguas es una actividad divertida que les permitirá tener una mayor fluidez verbal, aprender a pronunciar mejor. Otro ejercicio divertido es que hablen mordiendo un lápiz  con los dientes.
  • Proponles juegos de comunicación e improvisación. Podemos poner palabras disparatadas en papelitos, meterlos en una bolsa y que cojan uno al azar. Pídeles que con esa palabra improvisen una historia, un cuento o que expliquen al grupo qué significa ese término.
  • Y, sobre todo, aplaude sus intervenciones públicas. Felicítales por sus logros. Cuando hablen delante de la familia o de extraños, hazles sentir que lo hacen bien (muy bien, qué bien habla mi niña, qué bien habla mi niño…), ganarán seguridad; si sólo destacas sus fallos (es que le cuesta, es un poco tímida, es que tartamudea…), esa seguridad se perderá.

Aquí tienes una muestra de lo que son capaces los niños cuando se les dan las oportunidades necesarias:

 

Efecto Pigmalión

El efecto Pigmalión se basa en la propia confianza de cada uno y en la que los demás depositan en nosotros. La confianza en uno mismo es básica para crecer y dar lo mejor de nosotros en cualquier ámbito de nuestra vida, pero la confianza que los demás depositen en nosotros también es importante y puede ayudarnos a alcanzar los objetivos más complicados.

Tanto si crees que puedes, como si no, tienes razón. Henry Ford.

Efecto Pigmalión

Qué es el efecto Pigmalión

Tres palabras lo definen:

  • Expectativas.
  • Confianza.
  • Profecía autocumplida.

Las personas con capacidad para ser un Pigmalión positivo son aquellas que depositan en ti una confianza, que ven más allá de donde está tu talento normal, observable. Son capaces de ver en ti cosas que pueden sacar, y además te tratan como si tú tuvieses ese potencial. Por lo tanto están depositando en ti una confianza, y provocan lo que se llama la profecía autocumplida.

Si yo creo que tú eres capaz de escribir, de redactar, de esforzarte, de cumplir con tu objetivo… y te transmito ese ánimo y ese entusiasmo, al final esa profecía se termina cumpliendo.

El mito de Pigmalión y Galatea

El efecto Pigmalión viene de una historia de Ovidio en el libro 10 de Metamorfosis. El rey de Chipre buscaba una mujer muy bella, una mujer perfecta, y como no la encontraba pidió a un escultor que hiciera una estatua.

El escultorPigmaliónhizo una estatua tallada en marfil Galatea―, su creación era tan bonita que se enamoró de ella. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito continúa cuando la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, al ver el amor que éste sentía por la figura que representaba a la mujer de sus sueños.

Este hecho fue nombrado como efecto Pigmalión ya que superó lo que esperaba de sí mismo y al creer que la estatua estaba viva esta llegó efectivamente a estarlo.

Lo que dice el efecto Pigmalión es que cuando nosotros creemos en alguien, le alentamos, le damos apoyo y cariño y le empujamos a ese objetivo, estamos ayudando a que pueda alcanzarlo.

Por otro lado está el “efecto Galatea”, la fuerza que tienen las convicciones sobre nuestro propio éxito o fracaso. No es una novedad que cuanto más convencidos estemos de ser capaces de hacer algo, mayor es la probabilidad de lograrlo, pero por desgracia es algo que se nos suele olvidar.

Efecto Pigmalión

Pygmalion de Jean-Baptiste Regnault de 1786, Musée National du Château et des Trianons

Si tomamos a los hombres tal y como son, los haremos peores de lo que son. Pero si los tratamos como lo que deberían ser, los llevaremos donde tienen que ser llevados. Johann Wolfgang von Goethe.

Efecto Pigmalión en el aula

Lo cierto es que cuando tratamos a las personas creyendo en su potencial, estamos condicionando el trato hacia esa persona.

Imaginemos a un profesor que entra en un curso académico del que otros compañeros le han hablado horrores, le han advertido de que no espere nada de esos alumnos porque es imposible con ellos. Los prejuicios y las expectativas de ese nuevo profesor que entra ya son negativos. ¿De qué va a estar atento?, pues estará atento de todo lo que falla. En el momento en que alguien se porte mal, que no cumpla con los objetivos, que no traiga hechos los deberes… ese profesor se va a reafirmar en ese concepto que ya tiene.

En el momento en que ese profesor cambia totalmente esos prejuicios, “bueno, me han dicho esto pero yo aquí voy a esperarme lo mejor, seguro que soy capaz de motivarlos, de sacar el talento que tiene cada uno de ellos, de empujar para conseguir que este grupo esté unido y cumpla con los objetivos”, si tiene esas expectativas respecto al grupo, va a tratar a los alumnos y va a condicionar el trato que tiene con ellos para bien. Y con esa actitud va a sacar mucho más que si de entrada espera no encontrar nada.

Lo que está demostrado científicamente es que cuando tú esperas cosas buenas de la gente, te comportas de tal manera que la gente te responde.

Efecto Pigmalión negativo

Un Pigmalión negativo tiene el mismo efecto que un Pigmalión positivo, pero en sentido contrario.

¿Qué ocurre si un profesor no tiene ningún ánimo de motivar al grupo? ¿O si son los padres quienes actúan de esa forma?

Cuantos niños pequeños han dejado de practicar deporte porque han tenido entrenadores autoritarios, que no han tenido cuidado en cómo transmitían las órdenes o en cómo castigaban cada fallo. La gente abandona y se desmotiva. Porque cuando tú transmites a los demás que no sirven, que no están preparados, que a través del esfuerzo no van a conseguir nada… la gente baja su autoestima y su confianza, y pierde completamente la seguridad. Deja de esforzarse en algo porque sabe que no va a tener premio.

Un Pigmalión negativo condiciona incluso nuestro futuro laboral. Muchas veces sin querer, porque la gente no es mala. Hay padres que dicen “¿en esa carrera te vas a meter? Yo lo veo muy difícil”. Y con eso le están diciendo a su hijo “no sé si con el esfuerzo lo conseguirás, yo no te veo preparado”. En lugar de animarle y prepararle para luchar, para invertir ese esfuerzo que él necesita, le preparan para buscar algo más sencillo que le alivie un poco su vida.

Efecto Pigmalión positivo

El beneficio del efecto Pigmalión es que se consigue sacar de la gente ese potencial que a veces uno mismo ni siquiera reconoce. Muchas veces tenemos en la cabeza una versión subjetiva de nosotros mismos ―o porque viene condicionada por nuestra experiencia con la tarea o porque somos muy exigentes― y no nos valoramos de forma positiva y con confianza, no pensamos que estamos preparados.

Pero hay gente que viene y te dice “pero si tú puedes, si yo te he visto en aquella ocasión hacer esto, si resolviste aquel problema de esta manera, si yo he pasado contigo momentos en los que te has superado. ¿Cómo no vas a poder hacerlo?”. Esa otra visión que tienen los demás sobre nuestro potencial, a veces nos empuja a hacer cosas que por nosotros nunca hubiéramos intentado.

¿Cualquiera puede convertirse en Pigmalión?

En Pigmalión puede convertirse todo el mundo que tenga interés en gestionar personas. Hay otras personas que no, que pasan, que saben que la relación con los demás depende del carisma, del liderazgo, de cómo dirigimos y cómo intentamos motivar, pero si no tienen interés no se van a convertir en Pigmalión.

Pero como el ser Pigmalión no es algo que venga genéticamente determinado, sí es cierto que si tú tienes interés en sacar lo mejor de los que te rodean ―tus alumnos, tus deportistas, tus hijos, tus amigos, o incluso tus padres― por supuesto que lo puedes conseguir.

Cualidades que debemos tener para convertirnos en un buen Pigmalión:

Lo primero es quitar cualquier prejuicio. En el momento en que tienes prejuicios negativos sobre una persona ya te está condicionando el trato con ella. A la gente hay que intentar verla con amplitud de miras.

―Luego hay que tener paciencia, porque todo aquello que queremos trabajar no se consigue de un día para otro.

Tenemos que intentar ser benevolentes, para buscar cosas buenas en los demás.

Y tener esas ganas de que el otro crezca. Aquel profesor que simplemente va a dar su materia, puede ser que la dé muy bien. Pero hay otro tipo de profesores que aparte de educar a los niños en su asignatura quieren educar a personas. Que van buscando esa parte que les parece más atractiva, dónde está el talento de cada niño. Porque todos los niños son diferentes no podemos educarlos y formarlos como si fuesen todos iguales. Ese tipo de profesores se preocupa por ver que tiene cada niño de talentoso para potenciarlo por ahí y engancharlo a su clase.

¿Podemos ser nosotros nuestro mejor Pigmalión?

Es ideal tener a alguien que te empuja y te anima. De hecho cuando se les pregunta a las personas si tienen algún Pigmalión en su vida, todo el mundo recuerda a alguien que le apoyó en un momento determinado. Pero sería estupendo si no tuviésemos que depender de esa persona para estar motivados.

Nosotros podemos por dentro escuchar a esa parte más racional y positiva que nos dice: “¡inténtalo, otra vez lo conseguiste!, tú sabes que con el esfuerzo puedes crecer como persona, sabes que si te entrenas y te formas en esto puedes superarte a nivel profesional”, y escuchar solamente esa voz que nos dice que el miedo sólo bloquea, y que cuando somos un poco más atrevidos y nos lanzamos a veces tenemos mucho que ganar.

Si te condicionas para que las cosas salgan mal, lo vas a provocar. Pero si te condicionas para que salgan bien, puede ser que aumentes tu probabilidad de tener éxito.

Efecto Pigmalión

¿Cuáles son los pasos para convertirnos en nuestro propio Pigmalión?:

Cuál es el reto: “Quiero empezar a hacer deporte”, “quiero aprender inglés”… y por dentro te estás diciendo “¿pero cómo voy a aprender inglés? Si el año pasado ya lo intenté y lo dejé a medio camino. Si fue tirar el dinero”. Por supuesto dejas de atender al diablillo que te dice que no estás preparado.

Qué parte de mí tiene capacidad. Qué pruebas tengo: Busco otras experiencias en la vida donde lo he conseguido. “El inglés el año pasado no lo conseguí, pero me metí en aquel curso hace tres años y lo terminé. Me siento de eso muy orgulloso”. Busco situaciones en las que yo me refuerce y diga que realmente soy capaz.

Y por último actúo: para que algo ocurra tú tienes que hacer porque eso pase. Puedes ponerte un reto, puedes pensar que tienes capacidad y que puedes ser perseverante porque otras veces lo has demostrado, tienes una prueba de realidad que te dice que aquella vez que te apuntaste al curso lo terminaste y te sentiste orgulloso. Y a partir de ahí tienes que pasar a la acción. Si no pasas a la acción de nada te sirve empujarte, creer en tu potencial y pensar que tienes capacidad para hacerlo. De nada sirve si te quedas en un propósito a nivel mental.

¿Puede la profecía autocumplida o efecto pigmalión ser perjudicial en algún momento?

Cuando uno mantiene ese diálogo con uno mismo, podría llegar a ser obsesiva esa voluntad de tirar, tirar y tirar para adelante. ¿Puede ser entonces perjudicial este efecto Pigmalión que nos autoejercemos?

Ese automotivarnos sólo puede ser perjudicial cuando intentamos plantearnos un reto que no depende de nosotros. Si vamos a una entrevista de trabajo pensando “esta entrevista la saco porque sí, porque yo soy el mejor”. En este caso no se trata de un reto real, porque al final quien da la calificación o quien elige es el seleccionador, y porque hay otras personas que también se van a entrevistar que pueden estar mejor cualificadas y tener más experiencia que yo.

El reto tiene que estar en lo que depende de nosotros “estoy preparado, tengo experiencia laboral, creo que me puedo mantener tranquilo. Seguramente si me comporto de forma extrovertida, dinámico y optimista, puedo ganar puntos”, pero son objetivos que van a depender de nuestras capacidades.

Si yo intento ser un Pigmalión poniéndome retos y diciéndome que soy capaz de que me contraten para la entrevista, si ese reto no depende de mí va a ser muy frustrante. Y el próximo día puedo decir “¿para qué me voy a animar? ¿Para qué voy a creer en mí si no consigo lo que quiero?”. ¿Por qué ha ocurrido? Porque lo que quería no era algo que estaba solamente bajo mi control, sino que intervenían otro tipo de personas que también tomaban decisiones.

¿Qué hacemos cuando la percepción que tenemos de nosotros entra en vía negativa después de no haber conseguido algo?

Ahí se produce un lenguaje interno tóxico. Lo que hemos de hacer es analizar por qué no lo hemos conseguido. “¿Realmente no he conseguido ese puesto de trabajo porque yo no estaba preparado, o ha sido porque había gente que era mejor que yo?”. Hay que hacer el locus de control interno: en qué medida yo me he equivocado, si me he equivocado. O puede ser que no, puede ser que haya un candidato muchísimo mejor.

Si me he equivocado tengo que corregir; si veo que me falta inglés tengo que aprender inglés; si veo que me falta aprender a manejar un programa informático es que necesito formación. Y si no simplemente me vuelvo a concentrar en mis fortalezas, en todo lo que yo he preparado y en todo lo que he hecho bien, para poder potenciarlo y utilizarlo cuando surja otra vez la oportunidad.

¿Cómo aplicamos el efecto Pigmalión en la educación de los niños?

A la hora de educar a los niños sería ideal que padres, maestros y todos los que tienen niños a su cargo fuesen auténticos pigmaliones, porque se condiciona mucho la personalidad de los niños.

Especialmente que los padres fuesen pigmaliones sería fantástico. ¿Por qué? Porque muchas veces los padres hacemos comentarios, sin intención ninguna, y condicionamos completamente las decisiones, incluso el esfuerzo que un niño puede poner en la tarea.

Imagina que tu hijo ha estado estudiando y se ha presentado a un examen, que vuelve a casa y ese examen le ha ido mal. Si tú le dices “¡Bah, así no llegas ni al bachillerato! Como sigas con esta dinámica ya verás”. Es algo que a veces se dice pensando que puede motivar.

¿Qué es lo que le estás trasladando a tu hijo? Que no crees en él y que no te genera confianza, y que el esfuerzo que ha invertido en ese examen no le ha servido para nada. Eso es lo que le transmites con una sola frase.

Que diferente sería decirle: “Oye, ¿hay algo en lo que yo te pueda apoyar? ¿Sabes en qué te has equivocado? ¿Qué tenemos que corregir?” “¡Si tú estás preparado!, estoy seguro que la próxima vez si sigues insistiendo de esta manera lo vas a conseguir”, “no quiero que te desanimes, quiero que sigas ahí. Estoy orgulloso por el esfuerzo que has puesto, me encantaría que pusieras un poco más”.

Siempre en términos positivos. ¿Para qué? Para que tu hijo sienta que el esfuerzo se valora y lo interiorice como un sistema de trabajo. Así le animas a conseguir nuevos retos, porque en el momento en que le dices que así no llega a ningún lado…

¿Qué es el liderazgo situacional?

Hay que tener mucho cuidado con las reprimendas a los niños para buscar motivación. Los padres y los maestros piensan a veces que educan por igual, y tenemos que aplicar un liderazgo situacional. Esto significa que todos los alumnos son distintos, todos los niños que tienes en tu equipo de fútbol son distintos, y tus hijos también.

A pesar de que educamos o pensamos que educamos igual a los hijos no ocurre nunca así, porque tú también eres una persona que cambias. Tú tienes tu escala de valores y unos objetivos y quieres que eso se cumpla con los hijos, pero la forma en cómo tratas a unos y a otros es diferente. ¿Por qué? Pues porque el segundo hijo te coge con más experiencia, porque igual tienes una situación de más tranquilidad, o quizás ahora has dejado de trabajar y le puedes dedicar más tiempo. Debemos tener mucho cuidado y darle a cada hijo lo que necesita.

Igual que hay niños en el fútbol que se retan, o los retas cuando eres más agresivo o autoritario, hay otros niños que necesitan algo más de atención y cariño. Hay que tener cuidado porque hay palabras que bloquean completamente a la persona. Y ya no sólo es que no seamos un Pigmalión positivo para esa persona, sino que lo que hacemos es bloquearla e impedir que alcance y se esfuerce para conseguir sus objetivos.

¿Hay algún límite, algo que no debamos hacer como Pigmalión?

Si quieres ser un Pigmalión tienes que ser un Pigmalión sincero. Basado en cosas que, a pesar de que tú no creas en ellas, sabes que puedas tener.

Si yo te digo “Mujer, si tú eres la mejor. Lo vas a conseguir. Seguro que consigues esa entrevista porque estás preparadísima”, no es lo mismo que si focalizo en algo concreto que tú sabes que es tuyo y que aumenta mi credibilidad: “con esa capacidad que tienes tú para relacionarte, con ese manejo de vocabulario, con ese saber estar, tienes muchas probabilidades de conseguir el éxito”. Esto último no es lo mismo que decir algo general, que le podría decir a todo el mundo, y que suena más a querer quedar bien que a hacer un esfuerzo por potenciarte.

Un Pigmalión debería centrarse, buscar, ser un observador. ¿Qué tiene esta persona que yo pueda potenciar? ¿Dónde hay algo en lo que yo pueda ayudar? Pero que sea algo realmente sincero, y siempre basado en cosas que dependan de uno. Porque si no estás animando a la persona a que haga algo que no depende de ella.

Efecto Rosenthal. Un experimento de Robert Rosenthal y Lenore Jacobson

En el año 1965 dos psicólogos estadounidenses, Robert Rosenthal y Lenore Jacobson, hicieron un experimento. Dijeron a varios profesores de niños entre 5 y 12 años que les hicieran una prueba de habilidad.

Esa prueba en realidad era un test de inteligencia no verbal ―un test que intenta no medir la fluidez verbal aprendida―. Para los investigadores era fundamental que los profesores no supieran qué era un test de inteligencia. Una vez hecha la prueba, los investigadores dijeron a los profesores cuales eran los alumnos que tenían un mayor potencial. Pero era mentira, los resultados que los investigadores dieron a los profesores no eran ciertos. Aquí radicaba la clave del experimento. Querían saber si el alumno con mejores potenciales tendría mejores resultados si así  lo esperaba el profesor.

A los niños les volvieron a repetir la prueba de inteligencia un año y dos años después. Y pasó parte de lo esperado, los chavales de quienes más se esperaba tenían mejores resultados. Pero también pasó algo curioso, los niños de los que se esperaba menos tenían profesores más hostiles.

Hubo mucho entusiasmo ante el experimento, se creyó que los profesores podrían tener un gran poder a la hora de mejorar los resultados de sus alumnos si ponían mucha fe en sus potenciales. Y al revés también, los profesores causaban desigualdades al prejuzgar y esperar poco de sus alumnos.

Como cualquier experimento hecho sobre seres humanos tenía sus limitaciones. Es sencillo esperar mucho pero no sería ético hacer lo contrario, y esta sería la única manera de asegurar unos datos óptimos. Quizás el problema radicaba, ya que el experimento iba de expectativas, en las propias expectativas del experimento.

El cociente de inteligencia está determinado en su mayor parte por cuestiones genéticas. No es que sea inamovible pero parece que la influencia externa, incluso la de un profesor, es menor de lo esperado. Y toda vez que el cociente de inteligencia tiene relación con el éxito en la vida, son muchos los investigadores que piensan en cómo aumentarlo.

Además, parece que el experimento no se libró de ciertos sesgos ideológicos por la época en que se hizo. Sea como fuere, y sin aguardar milagros, no parece descabellado creer en la influencia beneficiosa de un líder que pueda mejorar el rendimiento de un grupo, que es lo que es al fin y al cabo un aula de alumnos.

Divina Pastora Seguros, un ejemplo en vídeo

Campaña publicitaria de Divina Pastora Seguros (#NoTeDetengas), que explica el efecto Pigmalión o profecía autocumplida. Se observa como las expectativas de las personas tiene una influencia determinante en los resultados:

Fuente: «Para todos la 2» de RTVE (21/01/2013) / «El buscador» de Radio 5 (2/11/2015) / Imagen de portada: Ilustración para el epígrafe 4.2, «Expectativas hacia el alumnado. El Efecto Pigmalión», del Material de Igualdad de Oportunidades «Diferentes, misma capacidad». / Imágenes: ilustraciones de Mark Elliott, Elena Queralt, Alessandra Psacharopulo, Robert Neubecker y Gonçalo Viana. Efecto Pigmalión