Daniel Tammet. ‘La conquista del cerebro’

Daniel Tammet es una mente privilegiada. Matemático, escritor y autor del libro  ‘La conquista del cerebro’. Habla de las distintas fases de los recuerdos, de autismo y creatividad, de mente y máquina, de por qué la pobreza engendra pobreza, de la fascinación por el cotilleo y las leyendas urbanas. Algo más de cinco horas nombrando los 22.514 primeros dígitos del número π sin equivocarse le hicieron merecedor del récord europeo de memorización y recitación de ese número. Eso era el 14 de marzo del año 2004. ¿Cómo se entrena uno para conseguir esto?

“Cuando en marzo de 2004 recité de memoria 22.514 decimales de la constante matemática pi, 3,14159265…, a mucha gente le pareció que aquello había sido cosa de magia. Pero este logro, un récord europeo, fue el resultado de semanas de estudio disciplinado ayudado por el modo, poco habitual, en que mi mente percibe los números, como formas complejas, multidimensionales y con color y textura. Recorriendo a estas formas pude visualizar y recordar los dígitos de pi como si fueran un panorama numérico que se iba desplegando en mi mente, cuya belleza me fascinaba y me cautivaba. A partir de esta aleatoria serie de dígitos, compuse algo semejante a una canción visual, que iba discurriendo por todas las curvas de mi mente, gracias a la cual pude oír la música de los números.”

Daniel Tammet. ‘La conquista del cerebro’

¿Quién es Daniel Tammet?

Daniel Tammet nació el 31 de enero de 1979. A él le gusta decir que 31, 19 y 79 son números primos, pero eso es porque considera que los números primos son poéticos. Sabe hablar muchos idiomas (diez, incluyendo el islandés, el esperanto y uno de creación propia) y le encanta la literatura. Especialmente, la poesía. Y, en concreto, La poesía de los números.

Para este matemático prodigioso cada número hasta la cifra de 10.000 tiene su propia forma, color, textura y emoción. Números que brillan. Contar es para él como ver una película o adentrarse en un bosque tropical. Quizás por eso, cuando era un muchacho hostigado por sus compañeros en un barrio al este de Londres, no jugaba al fútbol en el patio del colegio, sino que se ponía delante de un árbol y contaba las hojas de la copa. De hecho, es el mayor de nueve hermanos y todos ellos eran mejores con la pelota que él, aunque le querían igual porque desde pequeño les explicaba historias.

Es posible, también, que gracias a esta capacidad batiera en 2004 un récord europeo al recitar 22.514 decimales del número pi, el más enigmático de todos, en cinco horas.

Daniel Tammet. ‘La conquista del cerebro’

Diagnosticado con el síndrome del savant, Tammet es capaz de llevar a cabo proezas intelectuales extraordinarias, pero no solo eso: también es un hábil divulgador científico experto en el funcionamiento del cerebro.

¿Cómo se entrenó para conseguir ese récord de memorización?

Tardó tres meses. Daniel Tammet explica que tiene sinestesia ―un fenómeno neurológico que hace que en su cabeza los números tengan formas, colores, texturas, emociones. A veces incluso tienen su propia personalidad―. Cuenta que por ejemplo el número 4 es tímido, como él era de pequeño en Londres. El número 89 es como la nieve que cae al suelo. El número 11 es belleza, para Daniel es la mejor manera de describir la belleza.

Aprender el número π consistía en verlo como un poema, no escrito en español ni en inglés o en francés o en cualquier otra lengua, sino escrito con números. El lenguaje de los números es el idioma que Daniel Tammet habla con mayor fluidez.

“Desde que era pequeño el lenguaje de los números, de las formas, los colores, las texturas, lo que significan esas formas, igual que los ideogramas del japonés o el chino, me fascinaban y disparaban mi creatividad. Así que cuando aprendí el número π en esos tres meses, en realidad estaba aprendiendo los colores y las texturas y las imágenes, y creando historias con esas imágenes. Y como para mí era un poema, lo que quería era recitarlo ante el público.

La gente lo escuchó aunque no entendiera el lenguaje de los números, pero les emocionó esa experiencia. Pudieron sentir la emoción, pudieron entender lo importante que era para mí. En español tenéis el verbo contar que significa contar números, pero también contar historias. Y creo que yo en ese momento estaba haciendo ambas cosas. Estaba contando y recontando.»

¿Recuerda esas 5 horas? ¿Nervioso, emocionado, tranquilo?

“Lo disfruté a tope. Cuando yo recitaba los dígitos del número π estaba recitando una historia. Gira en torno a una persona que está subiendo por una colina, contempla un paisaje y un Sol precioso. Después viene la oscuridad, después sale otra vez el Sol y después esa persona continúa el viaje.”

El objetivo de su récord era recaudar fondos

Todo lo recaudado aquel día, en el que consiguió ese récord, lo donó a la investigación de la epilepsia ¿Por qué? Para dar visibilidad a las personas que sufren esta enfermedad.

“Porque cuando tenía 4 años sufrí ataques epilépticos. La epilepsia es uno de los efectos secundarios del autismo, y yo sufro autismo de alto funcionamiento, también conocido como síndrome de asperger

Su padre murió de esa enfermedad, así que cuando él sufrió el primer ataque su madre temió lo peor. Sin embargo, esa crisis desató otro efecto: se le acabaría diagnosticando Asperger, pero solo un 1% de los diagnosticados con este trastorno autista padecen también el síndrome del sabio (o síndrome del savant), caracterizado por una memoria prodigiosa, unas habilidades con las artes innatas, una capacidad de cálculo casi paranormal. Él, además, es sinestésico, así que puede escuchar colores o palpar sabores. La clave, sin embargo, es que además de poseer todas estas habilidades asombrosas, es de los pocos que saben explicarlas. Porque escribe. Y escribe muy bien.

¿Qué es el síndrome del savant o síndrome del sabio?

“El autismo es un trastorno del desarrollo. En cuanto al síndrome del savant, es una forma de autismo muy específica. En este síndrome, la persona cuenta con unas capacidades que en otros serían extraordinarias, sean autistas o no. En mi caso, es la capacidad de aprender idiomas. Adoro los idiomas. Utilizo distintos idiomas a diario. También los números, me encantan los números. Veo los números con colores y texturas y esto me ayuda a recordarlos.”

Daniel Tammet: «A menudo ignoramos hasta dónde somos capaces de llegar, hasta que no lo probamos»:

Tímido, sensible, patoso

“A muchas personas el autismo les impide la interacción social y las emociones. En algunos casos incluso les impide hablar. Pero en mi caso el autismo es leve, lo que me ha permitido con el tiempo aprender cómo hablar, cómo interactuar y cómo tener amigos.

Hoy el autismo ya no es un límite importante en mi vida. Puedo escribir a tiempo completo. Tengo un marido, tengo una carrera, viajo por todo el mundo, doy conferencias. Pero cuando era pequeño era una enfermedad mucho más difícil para mí y para mi familia.

Mi familia era muy pobre, no tenía estudios, no podía entender por qué yo era distinto. No había ni siquiera una palabra para describirme. Decían de mí que era tímido, sensible, patoso. Porque la palabra autista no existía.”

Daniel Tammet. ‘La conquista del cerebro’

Anclado en las rutinas

Ser como es también tiene otras consecuencias. Tammet está anclado en las rutinas: debe tomar el té cada día a una hora exacta, salpicar su cara cinco veces cuando se despierta y, antes de salir de casa, contar los botones de toda la ropa que viste. Explicó todo eso y mucho más en Nacido en un día azul (2006), las memorias sobre el día a día de un sabio con autismo, nombradas mejor libro del año por la American Library Association.

“Sobre todo cuando era pequeño siempre estaba contando la ropa, los botones, todo. Era una manera de calmarme. Porque es como pasa con la música, nos calma porque consiste en contar. Para mí, en mi cabeza, contar es como escuchar música. La música que escucho es la música de los números.”

De hecho, su rasgo más especial no es ser un sabio, sino saber explicar cómo funciona su cerebro. Y el nuestro. El de todos. La conquista del cerebro, su nuevo libro, va entre otras cosas de esto. Fue uno de los grandes best sellers de 2009 en Francia, así que se mudó a París, donde vive como escritor desde entonces. Un matemático que vive de las letras.

A Tammet le costó entender qué sucedía en su cabeza. Por eso era tímido, aunque le gustaba arrasar en los quizs en los que concursaba con sus amigos. Pero en 2005 el Channel Five británico le dedicó el documental «The Boy with the Incredible Brain», y durante la grabación conoció a alguien que le daría la confianza que le faltaba: Kim Peek, la persona en la que se basó el personaje de Dustin Hoffman en Rain Man. Ese que recitaba números, se golpeaba a cabeza y para el que una lavadora de color era tan fascinante como la mejor película jamás filmada.

Su actitud ante el nerviosismo

Aunque se ha convertido en un autor de éxito y en una celebridad de la divulgación científica, Tammet aún se pone nervioso a menudo. Tiene un truco. Lo hace desde que era muy pequeño. Para llevarlo a cabo debe cerrar los ojos. Entonces, multiplica dos por dos, y el resultado por dos más, y esa cifra otra vez por dos… Y a medida que lo hace en su mente aparecen bengalas, chispas, espirales de neón. Hasta que, de repente, puede ver con claridad todo un cielo de fuegos artificiales. Eso lo tranquiliza y le parece bonito. Le gustan la justicia y la precisión, pero siempre dice que en las matemáticas, como en la literatura y en la vida, la belleza es lo más importante.

Cómo y cuándo descubrió Daniel Tammet que tenía sinestesia

“Los científicos pudieron describirme la enfermedad que tenía cuando ya tenía más de 20 años. Antes de eso yo ya tenía una relación intuitiva con los números. Y también con las palabras que para mí también tienen formas, colores y texturas.

Cuando escribo, que es a lo que me dedico plenamente ahora que vivo en París, veo los colores y veo las texturas. Y escribo para intentar trasladar esas sensaciones a los lectores que no sufren sinestesia, aunque pueden sentir también emociones fuertes. Supongo que parte del arte que hay en la tarea del escritor es saber manejar las palabras de forma que transmitan esas emociones al lector.»

¿Qué ocurre a partir del número 10.000?

Para Daniel Tammet los números, hasta 10.000, tienen colores, texturas e incluso transmiten emoción. ¿Qué sucede a partir del número 10.000?

“A partir del 10.000 se me hace muy complicado poner imágenes a los números, otorgarles un lenguaje. De algún modo yo tengo mi propio vocabulario para todos los números hasta el 10.000. Soy capaz de crear ese vocabulario propio mediante la combinación de los significados, de forma que los números pequeños se juntan para tener un significado mayor. Del mismo modo que el latín, el español, el inglés o el francés permiten construir palabras muy complejas a partir de palabras más pequeñas. Las pones juntas y construyes esas ideas más complejas.”

¿Cuál es la relación entre las matemáticas y la poesía en su cabeza?

“Yo no soy matemático. Me enfrento a las matemáticas desde la perspectiva de un aficionado, en el sentido noble de la palabra. Alguien que ama las matemáticas, que ama las ideas de las matemáticas. Las matemáticas son abstractas pero al mismo tiempo nos afectan a todos, están en todos los sitios.

Por ejemplo, la idea de lo infinito es una de las ideas más increíbles creadas por la humanidad. El número π es un número infinito, aunque tuviéramos una hoja de papel del tamaño del universo no tendríamos espacio para escribir todos los números que lo componen. Y la idea de que un número puede ser más grande que el universo, como si fuera el número de teléfono de Dios, es increíble. Es asombroso, y eso para mí es poesía. Ese tipo de idea es como un poema.»

¿Cómo sabe que el número 4 es tímido?

El número 4 es puntiagudo, y Daniel Tammet lo ve azul ¿pero cómo sabe que es tímido?

“Sí, físicamente es puntiagudo y azul. Pero su significado es ese, es tímido, timidez. ¿Por qué? La misma pregunta se puede hacer a cualquier lenguaje. ¿Por qué las palabras en francés que empiezan con las letras “lu” tienen siempre algo que ver con la luz? Lumière significa luz, lunettes son gafas, lune es luna, lucarne es un tragaluz, lucioles son luciérnagas. Cuando se lo digo a los franceses les sorprende, es su primera lengua pero no se han fijado en esa relación entre sonidos y significados.

¿Por qué el número 4 y los números relacionados con el 4 conllevan ese significado de timidez? No lo sé. Es algo que ha creado mi mente de manera intuitiva. Ha creado ese significado como parte de un lenguaje secreto, privado, que sólo yo puedo entender. Pero es bello a su manera, para mí es completamente lógico.»

¿Qué piensa Daniel Tammet sobre el 7, por ejemplo?

“El 7 es grande y azul oscuro, casi morado. Es un número fuerte, el 4 es débil comparado con el 7.»

¿Por qué le fascina tanto el 111?

“El 111 lo obtienes de multiplicar 37 por 3, que son números primos. Y el 37 es un número primo muy bonito. Y cuando lo multiplicas por 3 y te da 111 obtienes un resultado muy bonito.

El 111 por cierto es un número que aparece mucho en los trabajos de Oliver Sacks. Él escribió hace mucho, en los 80, un libro sobre el autismo: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Era un magnífico escritor, pero lamentablemente se equivocó cuando escribió entonces sobre el autismo. Era un tiempo en el que se pensaba que los autistas eran como magos, gente que podía hacer cosas sobrenaturales. Él hablaba de unos gemelos autistas que, cuando alguien tiraba al suelo un montón de cerillas delante de ellos eran capaces de contarlas instantáneamente, y decían: 111. Sobra decir que no hay evidencia científica de que esto sea así. Yo nunca he sido capaz de hacer algo así, y no conozco ninguna otra persona autista que haya podido hacer esto en un entorno de experimentación científica.

En la película Rain Man lo reprodujeron usando palillos en lugar de cerillas. Por eso de algún modo ya forma parte de la cultura popular sobre el autismo, cuando en realidad procede de la maravillosa imaginación que tenía Oliver Sacks.”

Según Daniel Tammet todos nacemos con el mismo instinto numérico

“Creo que todos nacemos con el mismo instinto numérico. Nos encanta contar desde nuestros primeros días. Como bebés contamos de manera instintiva. Pero los talentos de cada persona son diferentes, porque desde pequeños se desarrollan en direcciones distintas.

Una persona no puede aspirar a ser un gran artista o un gran matemático si no se ha cultivado en esos terrenos. Tiene que dedicarse a aquello por lo que siente una atracción. Y si no se sienten atraídos por los números no pasa nada. Yo creo que el problema tiene más que ver con la educación, pone reglas a los niños desde que son muy pequeños. Por eso la idea que la mayoría de la gente tiene sobre las matemáticas es que todo consiste en reglas, como aprender la tabla de multiplicar, y eso es muy aburrido porque se basa en la repetición. No hay creatividad.”

¿Qué vinculo existe entre música y memoria?

La memoria está basada en segmentos, y la música también. En segmentos y en repeticiones. Si escuchas atentamente una música empieza siempre con una serie de notas, que son números. Y la gente disfruta escuchando música porque es como estar contando. La música es una manera de contar. Ese es otro ejemplo de cómo todo el mundo disfruta de los números dependiendo de cómo se presenten.

Si los presentas de manera aburrida no los disfrutas, no sientes ninguna atracción hacia los números. Pero si los presentas de manera divertida, de manera instintivamente interesante para nosotros, entonces creo que incluso la gente que dice que no le gustan los números acabará diciendo que le gustan. Descubrirá algo en ellos.

La música está compuesta por números y por repeticiones, y en nuestra memoria usamos también las repeticiones. Cuando contamos historias que queremos que se recuerden estamos usando repeticiones, contamos que algo pasó y volvemos al tiempo en el que pasó. Y lo contamos de manera sensiblemente distinta. Hablamos de ese hombre con el que nos encontramos y dijo esto o lo otro, y luego este hombre tal o cual, y lo vas cambiando a medida que lo repites.

Es como cuando aprendes un idioma. Aprendes una frase, luego una frase parecida pero algo distinta, y luego te preguntas por qué es distinta. Y aprendes de manera instintiva por qué es distinta. Y luego otra frase diferente, y así lo aprendes. Mezclando la repetición con la diferencia de manera sutil.”

¿Cuántos idiomas habla Daniel Tammet?

“Vivo en París y casi a diario me expreso en tres idiomas. Escribo en inglés, hablo en francés y, dado que tengo muy buenos amigos en Islandia, escribo muchos correos en islandés. Disfruto también de la lectura de libros en español. Leo a Cortázar y a Borges. Aprendí alemán en el colegio, he dado entrevistas en alemán. También escribo en esperanto, nadie habla esperanto pero hay gente que escribe en esa lengua y me comunico con ellos en esperanto. Así que hablo seis idiomas, y luego tres o cuatro más que no hablo del todo pero sí un poco.”

¿Podría hablar cualquier idioma que quisiera en poco tiempo?

¿Aprender un idioma es también una cuestión matemática?

“En realidad es un poco diferente, un poco más complicado. No soy una máquina, así que no puedo pulsar un botón y aprender automáticamente. Empieza con una emoción, eso es algo que no puedo predecir. Si me das un idioma ―y no consiste sólo en qué tipo de idioma es porque para mí todos los idiomas son bellos― lo que me importa es mi relación con ese idioma. Si puedo encontrar la manera de entrar en ese idioma entonces lo puedo aprender, porque existe esa emoción que me permite aprender. Lo hago rápido, depende del material que tenga a mano.

El español fue muy fácil porque hace mucho que lo leo, aunque me es más complicado hablarlo. En francés no tengo casi acento porque estoy rodeado de franceses. Así que depende de cómo lo aprenda, pero si me emociona… Como cuando aprendí islandés. Lo hice para un documental, como si fuera un experimento científico. Me llevaron a Islandia unos días y conocí a una profesora maravillosa, tanto que inmediatamente supe que podría aprender islandés en seguida. De hecho cuando me casé, hace un par de años, esa profesora vino a mi boda y cantó en islandés. Cuando tengo esa relación con alguien, tengo esa relación con su idioma.”

¿Por qué a mucha gente le resulta tan complicado aprender un idioma nuevo?

“Porque cuando nos adentramos en un idioma lo hacemos con ideas preconcebidas, que intentamos imponer sobre ese nuevo idioma. Y cada idioma tiene su forma propia, su propia manera de enfrentarse al mundo. Tenemos que ser muy humildes. Es muy difícil para un adulto.

Hablamos al menos un idioma perfectamente, y como adultos es muy difícil adentrarnos en ese segundo idioma como si volviéramos a ser niños. Para mí no es un problema, porque me siento siempre como un niño, incluso ahora a mis 38 años. Pero para la mayoría de la gente es incómodo.

Pero si pensamos en un idioma como una segunda niñez, o una tercera o una cuarta según cuantos idiomas queramos aprender, se convierte en una experiencia mucho más sencilla.

El consejo que puedo dar es intentar encontrar conexiones intuitivas con las palabras. No intentes aprender reglas porque eso te va a aburrir y vas a olvidar lo que aprendes. Intenta encontrar las reglas de manera intuitiva. Mira frases, ejemplos, y mira por qué cambian en función de quien pronuncia esas frases, de que hablan. Es como una historia de detectives, quieres leer hasta el final porque quieres saber quién es el culpable. Es lo mismo con las frases, ¿quién es el autor?, ¿por qué se dice así y no así?, así lo conviertes en una historia de detectives y es mucho más interesante.”

Daniel Tammet en sus ratos libres ha creado un idioma nuevo

Sí, cuando era pequeño siempre quería crear palabras nuevas. Y cuando aprendía francés o alemán, otros idiomas, me inventaba palabras en esos idiomas. Un día alguien se enfadó conmigo y me dijo que no tenía por qué inventarme palabras, que no era mi idioma. No sabía que la gente ponía tanto de su identidad en el idioma. Así que desde ese momento decidí que iba a inventarme tantas palabras como quisiera, pero en un idioma creado por mí. Así nadie me podría decir si está bien o mal, o que no tengo derecho a hacerlo. Ese idioma que me he inventado se llama Manti.

Interconexión entre la mente y la máquina

Daniel Tammet opina que hay mucho charlatán hablando sobre el tema.

“Si hablamos de inteligencia artificial, me situó probablemente entre los escépticos más que entre quienes promocionan estas ideas. Creo que los ordenadores son maravillosos. Creo que Internet es una invención increíble, que me permite hablar con mis amigos en Islandia con sólo encender mi ordenador. Me puedo comunicar con mis amigos en Quebec y por todo el mundo. Eso es fantástico. Pero cada vez más decimos que el cerebro es como un ordenador, y el mío sería como el de un súper ordenador. Y eso es completamente falso. Los ordenadores no tienen emociones, no tienen intuición, no entienden la poesía, no escriben libros, no escriben novelas.

El mejor ejemplo de los límites de la informática es que juegan al ajedrez, me pueden ganar a mí, a ti o a Gary Kasparov. Pero sólo porque el ajedrez es muy complejo y al mismo tiempo muy limitado. Tiene un número muy simple de reglas. Pero mantener una conversación normal, eso es increíblemente complejo. También hay algunas reglas en la conversación, pero son las reglas que marcan las personas que están conversando. Cada conversación tiene sus propias reglas del juego, y eso es algo tan complejo que ningún ordenador del mundo hasta ahora, y yo creo que nunca, podrá hacer: conversar como un ser humano.”

Daniel Tammet reivindica el chisme y el cotilleo ¿por qué?

“Esa es otra de las cosas que no entendía cuando era pequeño. ¿Por qué la gente cotilleaba? ¿Para qué cotilleaba? Para mí de pequeño lo más importante del lenguaje era el contenido de las palabras, su significado. Pero después descubrí que el lenguaje en realidad cumple dos propósitos. El primero expresar el contenido, pero tiene también un propósito social. Puedes pasarte diez minutos hablando con alguien sin decir realmente nada.

El lenguaje se usa para crear una conexión con esa persona, y eso de algún modo es el propósito del cotilleo: hacer conexiones sociales con la gente. En la medida en que se usa para eso es fantástico. Es muy positivo incluso aunque lo que estés diciendo sea muy negativo. Porque el resultado es que con esa conversación estás creando una complicidad con otra persona, y eso es muy positivo.

De hecho, la mejor manera de proteger tu cerebro no es aprender cosas nuevas o dedicarte a hacer juegos que te hagan pensar o que te hagan memorizar números. Los científicos han estudiado esto durante mucho tiempo, y saben que la mejor manera que tenemos de proteger nuestro cerebro, de frenar el alzhéimer, es no tanto cotillear si pasar tiempo con nuestros amigos y nuestra familia. Esa actividad social ―hablar, hacer bromas, contar historias― protege nuestro cerebro, crea conexiones y las hace más fuertes. Es buenísimo para nuestro cerebro.

Hay gente que cuenta ovejas para dormirse ¿Qué cuenta Daniel Tammet?

“Por suerte duermo muy bien. Casi siempre me quedo dormido rápidamente. Durante el día mi cabeza está trabajando constantemente, así que por la noche me quedo dormido inmediatamente. Pero si tengo que contar cuento con mi lenguaje de números. Veo las formas en mi cabeza, veo las emociones, y siento como si paseara en ese otro mundo. Me calma y me quedo dormido.”

¿Cuál es la finalidad última de ‘La conquista del cerebro’?

“Creo que el cerebro es un fenómeno fascinante en sí mismo. Ya sea el mío o el de cualquier persona. Hay más conexiones en un cerebro, en cualquiera, que átomos en el universo o estrellas en el cielo. Esa complejidad es asombrosa e invita a hacerse muchas preguntas.”

Daniel Tammet es una persona superdotada

Todos podemos conocer gente superdotada a nuestro alrededor, pero Daniel Tammet insiste todo el rato en su libro que todos los cerebros son extraordinarios. ¿Realmente lo son todos?

“Sí, así lo creo. Porque todos los cerebros son increíblemente ricos en conexiones. Creo que una de las cosas que distingue la mente del savant, sea autista o no, de lo que llamaríamos la mente normal, es que muestran un interés por áreas a las que a menudo no se presta atención. Por ejemplo, en el terreno de los números. A la gente suele asustarle los números desde muy pequeños. Me temo que, por desgracia, la escuela ahuyenta a los niños de los números y de las matemáticas.

Aunque yo no soy matemático siempre he apreciado la belleza de los números. Es una de las cosas que me atrae hacia ellos.”

Lo que Daniel Tammet piensa del cerebro de los niños

Explica que cuando los niños tienen dos años su cerebro tiene el doble de sinapsis y además utilizan el doble de energía que el cerebro de un adulto. ¿Quizás por eso es tan importante recordar que la educación de los niños es muy, muy importante, porque esos cerebros son auténticas esponjas?

La educación infantil es muy importante. Creo que desde edad muy temprana hemos de encontrar vías educativas para estimular a los niños a jugar. Con números, con palabras, con ideas. Del mismo modo en que juegan entre sí, sin limitar su imaginación. Pienso que la literatura es una forma maravillosa de estimular la imaginación. En lugar de decirles a los niños, sobre todo de pequeños, el mundo es así, es mejor decirles cómo podría ser y que pasaría si… Y dejar que los niños imaginen ellos solos qué mundo verían si las cosas fueran de esta manera o de esa otra.

En su libro Daniel Tammet insiste en que hay muchas formas de autismo

Daniel Tammet insiste a lo largo de su libro, en varias ocasiones, que hay muchos tipos de autismo, que hay un autismo de alta funcionalidad, un autismo muy talentoso, como es, por ejemplo, su caso. ¿Hasta qué punto películas como Rain Man o algunos pasajes de algunos de los libros de Oliver Sacks han provocado que cierta parte de la gente crea que el autismo es solo de una manera muy concreta y que no hay esa diversidad?

“Sí, es una cuestión muy importante, porque en el pasado se creía que solo había una forma de autismo. Y que a quien se le diagnosticaba autismo le tocaba seguir una línea de desarrollo concreta. La idea, por ejemplo, de que un autista no puede enamorarse o que no puede ser creativo, que no puede tener una carrera ni viajar ni vivir una vida plena.

Hoy sabemos que eso no es cierto. Ni en mi caso ni en el de muchos otros que han nacido en el espectro del autismo. En mi libro, presto una atención especial al ejemplo de Oliver Sacks, porque hace muchos años, cuando el autismo no se comprendía tanto, él escribió sobre unos gemelos autistas a los que les encantaban los números. Eso es muy interesante desde mi punto de vista, porque hay algunas similitudes con mi caso.

Cuando leí lo que había escrito sobre aquellos jóvenes autistas y su amor por los números, comprendí ese amor por los números. Pero me decepcionó mucho la forma por la que optó Oliver Sacks para describir a los gemelos. Utilizó términos muy negativos y la forma en que retrató sus habilidades.”

Sobre la creatividad

¿No le parece paradójico, incluso irónico, que los estudios recientes sobre el carácter innovador de la mente autista estén ayudando a entender mejor los procesos de creatividad, cuando antiguamente se pensaba que no eran nada creativos?

“Desde luego, totalmente. Llevo bastante escribiendo, más de diez años, y he visto la evolución. Hace diez años, cuando salió mi primer libro, la gente se preguntaba si lo había escrito yo, si era posible para un autista escribir su propia autobiografía. Y creo que ahora, diez años después, con mis libros traducidos a muchos idiomas, vendidos en todo el mundo, con premios y alabanzas de grandes escritores de muchos países, estas preguntas son mucho menos frecuentes.”

La era de la información

Es muy interesante en el libro el capítulo donde Daniel Tammet habla de la era de la información, sobre todo de esta era de saturación informativa. Llega a escribir: “Tener demasiada información puede ser tan nocivo como tener demasiado poca”. ¿Es así?

“Sí, porque la información en sí es totalmente neutra. La idea de que cuanta más tengamos mejor, no tiene por qué ser cierta. El funcionamiento de la mente se basa más en historias. Si nos fijamos en las historias, la cantidad de información que contienen suele ser muy poca. Lo que sucede es que tomamos una pequeña cantidad de información y creamos un mundo nuevo y nos adentramos en él. Imaginamos que pasaría si hiciéramos esto o aquello. Esa forma de imaginar es mucho más útil para la mente que la simple recepción de una tonelada de información.”

Los sentimientos y la felicidad

En su libro Daniel Tammet habla del cerebro, de avances en la neurociencia, de enfermedades mentales. Habla de muchas cosas pero también habla de sentimientos, y habla de frustración y habla de sueños y habla de felicidad. Concluye que la felicidad también puede ser una cuestión de práctica. ¿Realmente podemos aprender a ser felices?

“Recelo bastante de la idea, cada vez más extendida hoy en día, de que debemos ser felices. Empieza a ser una obligación social. Pero no definimos qué queremos decir cuando decimos felicidad. La idea de felicidad de una persona puede ser para otra un infierno y viceversa. Creo que más que afirmar que la felicidad es esto o aquello, hay que tener respeto por todo tipo de mentes y de felicidades dentro de los límites que conocemos. Siempre que tu felicidad no invada la de otra persona.”

El futuro de la neurociencia

¿Hacia dónde cree Daniel Tammet que va el futuro de la neurociencia? ¿Cree que los avances van a permitir, por ejemplo, que enfermedades como el alzhéimer se puedan curar?

“Sí, eso espero, porque creo que es casi imposible imaginar el sufrimiento de la gente con esa enfermedad, y, en particular, el de las familias y los seres más cercanos. La memoria es lo que nos define. Sin memoria no somos nada. Y en una enfermedad en la que la memoria desaparece, es como si la persona se desvaneciera ante nosotros. Empezamos a descubrir medicamentos que pueden ralentizar el avance de la enfermedad. En el futuro, no veo motivo para no imaginar que un día contemos con tratamientos capaces de prevenir la enfermedad del todo. Soy optimista.”

¿Ha batido alguien el récord que consiguió en 2004?

“Que yo sepa, sigue siendo el récord en Europa. Pero parece que hay gente en Japón que puede recitar aún más dígitos. ¿Por qué? Uno de los motivos es que han pasado diez años aprendiéndolos. Es casi como una forma de vida para ellos, una religión. Se dedican cada día en cuerpo y alma al número pi, por extraño que nos resulte a nosotros.”

¿Es Daniel Tammet feliz?

“Yo soy yo. En Islandia, tuve la oportunidad de aprender un poco de islandés, hace muchos años para un documental. Y desde entonces tengo allí amigos maravillosos y suelo volver. En Islandia, cuando hace mal tiempo, o preguntas qué tiempo hace, te responden: ‘Qué más da, pregúntame en 15 minutos’. Cambia todo el rato. Lo mismo vale para la felicidad.

Podría decirle que soy feliz ahora, pero debería volver a preguntarme en 15 minutos. Y  a lo mejor le respondo otra cosa. La felicidad humana es como el tiempo, cambia todo el rato. Creo que lo más importante es tener buenos amigos, amar y leer libros, que son un modo maravilloso de comprender el mundo y de comprender nuestras mentes. El asunto de la felicidad, en fin, es como el tiempo, va cambiando.”

Fuente: A vivir de Cadena Ser (4/04/2017) / Página dos de RTVE (16/05/2017)

‘A ver’ o ‘haber’

Los chavales tienen auténticos problemas para escribir correctamente la fórmula ‘a ver’. Esta fórmula proviene de la perífrasis ‘vamos a ver’ y se utiliza muchísimo en español.

Aunque ‘a ver’ y ‘haber’ se pronuncian de la misma forma, en la escritura debe distinguirse adecuadamente cuando debemos optar por una u otra.

Cuándo se usa la fórmula ‘a ver’

A ver‘ es la secuencia constituida por la preposición ‘a‘ y el infinitivo verbal ‘ver‘.

Se utiliza para introducir una intervención de un hablante que quiere decir algo con un tono algo desafiante y molesto. Este ‘a ver’ suele decirse con una entonación descendente. Un ejemplo de este uso podría ser “A ver, espero no tener que volver a repetirlo otra vez” o “A ver qué pasa con mi solicitud, no quiero perder más tiempo reclamando”.

Con un valor similar, ‘a ver’ funciona como una introducción de una información nueva que el interlocutor no conoce. Un ejemplo de esto sería “A ver, las notas están ya puestas en el tablón de anuncios”.

También sirve para mitigar y quitarle fuerza a algo que acabamos de decir y que ha sonado un poco mal. Podríamos decir por ejemplo “A ver, no es que me haya enfadado, pero te dejé a cargo de tu hermano y no has cumplido”.

Igualmente la fórmula ‘a ver’ puede ser usada por alguien para mostrar desaprobación ante una afirmación, por ejemplo “Es que usted siempre está insultando”, y alguien podría contestar “A ver” alargando en la entonación la última vocal.

De una manera similar al valor anterior, se utiliza para expresar una aprobación resignada ante una afirmación. Por ejemplo, “Juan, es que nunca tienes tiempo para tus hijos”, y el interlocutor contestaría: “A ver”.

Igualmente la fórmula ‘a ver’ se usa para pedir atención a una persona o grupo que está despistado. Un ejemplo de esto sería: “A ver, escuchad. Dejad de hablar y hacedme caso”.

En otro orden puede usarse junto a un nombre o a un apelativo como una manera de introducir a otra persona en la conversación y que hasta entonces había estado al margen. Un ejemplo de esto sería: “A ver, Daniel, dinos ahora lo que habías querido decir antes”.

Por último, la fórmula ‘a ver’ se utiliza junto a la conjunción ‘si’ para expresar un deseo que no se ha cumplido pero que quisiéramos que sucediera. Por ejemplo en frases como: “A ver si te pones a estudiar de una vez”,  “A ver si adivinas lo que te he comprado por tu cumpleaños”, “A ver si hay suerte esta vez y consigo una plaza”, “A ver si nos vemos antes del fin de semana” o “A ver si pueden venir todos a la excursión”.

No obstante, también puede servir para avisar de algo malo que no querríamos que pasase. Estas frases están en modo afirmativo pero quieren significar todo lo contrario. Por ejemplo una oración como: “A ver si te caes de tanto hacer el tonto”.

Cuándo se usa la palabra ‘haber’

La palabra ‘haber’ puede ser un verbo o un sustantivo.

Uso del verbo ‘haber’:

  • Como verbo ‘haber’ se usa como auxiliar, seguido de un participio, para formar los infinitivos compuestos de la conjugación: “Haber venido antes”, “Tiene que haber sucedido algo” o “Se lo tendrías que haber contado”.
  • Se emplea también como infinitivo del verbo impersonal que indica la presencia o existencia de lo designado por el sustantivo que lo acompaña: “Parece haber alguien esperando en la puerta” o “Tiene que haber mucha gente en esa fiesta”.

Uso del sustantivo ‘haber’:

‘Haber’ es un sustantivo masculino y significa, en general, ‘conjunto de bienes o caudales de una persona’. Por ejemplo en la frase “Su haber era más bien escaso” o “Desconoce cuánto dinero tiene en su haber”.

Fuente: «El buscador» de Radio 5 (14/06/2018)

Cómo afecta el calor a nuestro cerebro

¿Hasta qué temperatura podemos decir que nuestro cerebro funciona bien? ¿Son más vulnerables las personas que ya tienen un cuadro de ansiedad? ¿Cómo evitar que los niños sufran un golpe de calor? ¿ Cómo afecta el calor a nuestro cerebro?

Nuestro cerebro funciona bien a unas temperaturas adecuadas, a partir de los 40 grados empieza a no funcionar correctamente. Cuando el calor es excesivo las enzimas empiezan a no trabajar como tienen que trabajar, y no solamente eso sino que se enlentecen los impulsos nerviosos. Con lo cual nos empezamos a encontrar aturdidos e incluso a veces medio mareados. Nuestra atención, nuestra memoria y nuestro rendimiento no son los adecuados.

Nuestra temperatura corporal

Nuestra temperatura corporal tiene que mantenerse entre 36 y 37 grados, y nos podemos imaginar el esfuerzo que nuestro organismo y nuestro cerebro tienen que hacer para poder mantener esa temperatura cuando las temperaturas externas están alrededor de los 40 grados o más.

Además, las temperaturas extremas propician conductas extremas. En sintomatologías como la ansiedad, el estrés o la angustia nos encontramos más nerviosos, más irritables, con cambios de humor, con dolores de cabeza. Todo eso puede aumentar las conductas impulsivas.

El cómo nos afecta el calor también es fisiológico. Todos somos vulnerables al enorme estrés que sufre el organismo como consecuencia de las altas temperaturas, pero unos lo somos más que otros. En el cerebro tenemos un núcleo cerebral que está en el hipotálamo, que es termorregulador y equilibra nuestra temperatura, y hay personas a las que, como todas las cosas, les funciona mejor y otras a las que les funciona peor, al igual que alguien puede tener mejor o peor la vista.

¿Cuál es la temperatura óptima para dormir?

La temperatura óptima para dormir es de 21 grados. Por encima de esa temperatura también dormimos bien, pero con 35 o 40 grados por la noche no se duerme bien. Nuestro organismo tiene que hacer un gran esfuerzo para regular nuestra temperatura interior y está hiperexcitado. No sólo nos cuesta quedarnos dormidos, lo cual nos produce insomnio, sino que además se producen muchos despertares a lo largo de la noche y de esa manera no descansamos bien.

No descansamos bien porque el cuerpo trabaja para bajar la temperatura corporal. Lo que el organismo hace es una vasoconstricción interna, central, y una vasodilatación externa (por eso nos ponemos rojos). La sangre se va al exterior (a la piel, a la zona muscular) para refrescarse, y empezamos a sudar. Todo eso hace que no descansemos bien.

Recomendaciones para paliar las altas temperaturas:

Sobre todo en los días en que estemos afectados por una ola de calor hay que evitar salir a horas extremas a pleno sol. Es conveniente llevar ropa ligera, hidratarse, usar el aire acondicionado (o los ventiladores, que bajan un poco los grados y son mejores para la salud que el aire acondicionado).

Cómo evitar que los niños sufran un golpe de calor:

En los días con temperaturas elevadas hay que tener una especial precaución con los menores de cinco años y con la fiebre alta, es la puerta de entrada al golpe de calor.

También hay que estar atento a otros síntomas para confirmarlo: el niño puede estar muy llorón, puede estar vomitando, puede tener calambres y dolores musculares, e incluso puede subirle la frecuencia cardiaca.

Una vez confirmado hay que actuar con rapidez. Lo primero es bajarle la temperatura, poniéndole paños o toallas de agua fresquita por todo el cuerpo, e intentar hidratarle. Si es un lactante muy pequeñito puede tomar el pecho o suero oral. Si el niño está inconsciente debemos llamar al servicio de urgencias.

Lo más importante en días de mucho calor es ser precavidos. Aunque el niño no tenga sed se le ha de mantener hidratado, no tiene que ser sólo con agua, puede ser con gelatinas y comidas ligeras. Es muy importante cuidar la alimentación infantil en verano, en general a los niños les apetece más beber que comer, y sobre todo ingerir alimentos frescos.

También hay que evitar que salgan a la calle entre las 12 y las 4 de la tarde y buscar siempre la sombra. Para salir a la calle mejor hacerlo a primera hora de la mañana o a última hora del día.

Cómo afecta el calor a nuestro cerebro

Fuente: Punto de enlace en Radio 5 (21/06/17)

¿Quiénes son los hibakusha?

La Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés) ha sido galardonada con el premio Nobel de la Paz 2017

La Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés) fue galardonada con el premio Nobel de la Paz en 2017. Se trata de una coalición de 300 organizaciones no gubernamentales que luchan en más de 100 países para que la comunidad internacional, y sobre todo las nueve potencias que cuentan con armas nucleares, se avengan a firmar un tratado para prohibir definitivamente el almacenaje y uso de esas armas. El Comité Noruego del Nobel reconoce de esta forma el trabajo que desde hace años realizan no sólo para lograr un mundo sin armas nucleares, sino también para dar visibilidad a los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, los llamados hibakusha.

"Vivimos en un mundo donde el riesgo de que se utilicen las armas nucleares es más alto de lo que nunca fue", declaró la presidenta del Comité Noruego del Nobel, Berit Reiss-Andersesen. Foto: Facebook ICAN
«Vivimos en un mundo donde el riesgo de que se utilicen las armas nucleares es más alto de lo que nunca fue», declaró la presidenta del Comité Noruego del Nobel, Berit Reiss-Andersesen. Foto: Facebook ICAN

Tres de las ONG que forman parte de la campaña galardonada con el Nobel de la Paz son españolas: la Fundació per la Pau (FundiPau), la Asociación médica española para la prevención de la guerra nuclear y el Centro de Estudios por la Paz J.M. Delàs.

En octubre de 2015 el Centro Delàs para la Paz trajo a España, coincidiendo con el 70 aniversario del lanzamiento de las primeras bombas nucleares, a algunos de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, repudiados en su propio país, en Japón, durante décadas.

Las protestas contra Donald Trump (EE.UU) y Kim Jong-un (Corea del Norte). Foto: Britta Pedersen
Las protestas contra Donald Trump (EE.UU) y Kim Jong-un (Corea del Norte). Foto: Britta Pedersen

Los hibakusha, víctimas nucleares.

Lunes, 6 de agosto de 1945, 8:15h. de la mañana, el coronel Paul Tibbets, a los mandos del Enola Gay, da la orden de lanzar sobre Hiroshima una bomba atómica de uranio.

“Nos giramos para mirar la explosión, lo que vimos era mucho más de lo que esperábamos ―explica uno de los supervivientes que visitaron España en 2015―, vimos esa nube de polvo ardiente y escombros en forma de hongo en su parte superior. Debajo se escondían las ruinas de la ciudad de Hiroshima”. 80.000 personas murieron al instante, la mitad de la población de la ciudad. El 80% de los edificios quedaron destruidos.

El brigadier general Paul Tibbets
El brigadier general Paul Tibbets

Hibakusha, en japonés, de esta manera denominan allí a las personas que lograron sobrevivir a las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Masashi Ieshima es uno de ellos: “apenas tenía tres años cuando explotó la bomba de Hiroshima”, explica. Cuenta que sólo conserva algunos recuerdos vagos de aquel día. En su memoria permanecen indelebles el destello cegador de la deflagración y las ruinas de la vivienda en la que residía. De forma casi milagrosa tanto él como su familia lograron sobrevivir. Su casa se encontraba tan solo a 1.800 metros de la zona 0.

Kuniko Kimura tenía cinco años el día que el Enola Gay lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima. Recuerda que en la mañana del 6 de agosto de 1945 estaba a punto de salir de casa, cuando un haz de luz deslumbrante y una violenta explosión redujeron su vivienda a escombros. Se hallaba a tan solo 1.700 metros de la zona 0. Kimura salió corriendo a la calle y pudo observar con desolación la dimensión de la destrucción ocasionada por la bomba atómica. Edificios destruidos, cadáveres abrasados y personas ―muchas de ellas heridas― corriendo desconcertadas sin saber a dónde dirigirse. Nadie sabía que acababa de ocurrir.

El Enola Gay en 1945.
El Enola Gay en 1945.

Tan solo unas horas después el presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, confirmaba que su país había utilizado por primera vez en la historia una bomba nuclear con fines militares: “Hace unas horas un avión americano ha lanzado una bomba sobre Hiroshima, que ha dejado de ser útil al enemigo. Esa bomba tenía más potencia que 20.000 toneladas de TNT”.

Tres días más tarde, el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos detonaba otra bomba atómica, esta vez en Nagasaki. Murieron más de 60.000 personas. Una semana después al emperador Hirohito no le quedó otro remedio que aceptar la rendición incondicional de Japón, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial. Era la primera vez que los japoneses escuchaban la voz de su emperador.

Pero el término de la Segunda Guerra Mundial no puso fin al drama de los hibakusha. Miles de heridos fallecieron en los meses siguientes como consecuencia de las lesiones sufridas. La radiación a la que se vieron expuestos los supervivientes hizo además que muchos de ellos enfermaran y murieran en las décadas posteriores.

Masashi Ieshima explica que tras la destrucción de Hiroshima se comentaba que allí no volvería a crecer la hierba en al menos 75 años. Su familia se marchó inmediatamente de la ciudad, pero su padre tardó un año en abandonar Hiroshima. Una década después contrajo cáncer de estómago.

Masashi Ieshima, hibakusha
Masashi Ieshima

Kuniko Kimura relata una experiencia similar. Su madre padeció osteoporosis, y su hermano problemas cardíacos y renales. No puede asegurar con certeza que aquellas dolencias fueran consecuencia de la radiación, pero sí cree firmemente que sin las bombas su madre y su hermano habrían tenido una vida mejor y más larga.

Kuniko Kimura, hibakusha
Kuniko Kimura

Los hibakusha siguen viviendo con miedo, sin saber los efectos que 70 años después la radiación puede tener sobre sus organismos. Han tenido que soportar además el estigma social. En los años de la posguerra los problemas derivados de la radiación no eran bien conocidos, y los rumores decían que los hijos de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki podían nacer con malformaciones o contraer cáncer a edad temprana.

Masashi Ieshima y Kuniko Kimura, siete décadas después de los desastres de Hiroshima y Nagasaki, siguen haciendo campaña para lograr la prohibición y la eliminación de las 17.000 armas nucleares que existen a día de hoy en el mundo.

“Las armas nucleares están fuera de control humano ―dice Kuniko Kimura―, no somos todopoderosos, y sigue habiendo riesgo de una detonación intencionada o accidental. Puede haber desastres naturales como el de Fukushima, o puede que armas nucleares caigan bajo control de agentes no estatales u organizaciones terroristas”.

Masashi Ieshima pide a las nueve potencias nucleares que hay en el mundo que abandonen la doctrina de la disuasión nuclear y eliminen sus armas atómicas, cuyo poder destructivo es hoy muy superior al de las bombas de Hiroshima y Nagasaki.

Fuente: Entre paréntesis de Radio 5 (6/10/2017) / Imagen de portada: Foto: Facebook ICAN

Películas en blanco y negro para niños

Películas en blanco y negro para niños

Atreverse con películas en blanco y negro podría parecer una osadía para ver en familia, pero si nos saltamos los prejuicios encontraremos auténticas joyas para pasar una excelente tarde de cine en casa. Gags visuales que se mueven a un ritmo trepidante en un género en el que todos volvemos a ser niños. Películas de Charles Chaplin, los hermanos Marx, Laurel y Hardy, Buster Keaton, Harold Lloyd… Al ser clásicos del cine es fácil encontrar estas películas en DVD. A continuación algunos tráilers y clips míticos de películas que a los peques les encantarán.

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Películas en blanco y negro para niños:

Tiempos Modernos | Modern Times | 1936

Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a la que conoce en la calle. Aquí la puedes comprar

Películas en blanco y negro para niños | Tiempos Modernos | Modern Times | 1936

Este es el tráiler de la película:

Y la mítica demostración de la máquina de alimentación en la cadena de montaje:

 

La quimera del oro | The Gold Rush | 1925

Obra maestra de Chaplin en la que interpreta a un solitario buscador de oro que llega a Alaska, a principios de siglo, en busca de fortuna. Una fuerte tormenta de nieve le llevará a refugiarse en la cabaña de un bandido. En 1942 fue reestrenada en versión sonora. Aquí la puedes comprar

Películas en blanco y negro para niños | La quimera del oro | The Gold Rush | 1925

Tráiler de la película:

Y uno de los momentos más memorables, la danza de los panecillos:

 

El circo | The Circus | 1928

Último film mudo de Chaplin. El vagabundo Charlot viaja con un circo ambulante y se enamora de una mujer jinete que está enamorada de un musculoso trapecista. Mientras tanto, le suceden mil y una peripecias. Aquí la puedes comprar

Películas en blanco y negro para niños | El circo | The Circus | 1928

Aquí el tráiler:

Y la mítica escena en la que Charlie se queda atrapado en la jaula de un león.

 

Sopa de ganso | Duck Soup | 1933

La República Democrática de Freedonia, un pequeño país centroeuropeo, a cuyo frente se encuentra el muy liberal señor Rufus T. Firefly, se ve amenazada por la dictadura de Sylvania, país de vieja y reconocida solvencia como agresor. Dos espías de prestigio, Chicolini y Pinky, sirven a Sylvania, lo que no impide que acaben siendo ministros del ahora ya excelentísimo Firefly. Aquí la puedes comprar

Películas en blanco y negro para niños | Sopa de ganso | Duck Soup | 1933

Trailer de la película:

Y aquí la antológica escena del espejo:

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Cotilleos. A nuestro cerebro le encantan

Las revistas del corazón y los programas de televisión dedicados al cotilleo sobre famosos saben muy bien cómo funciona nuestro cerebro.
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Nos encantan los cotilleos, que nos cuenten los detalles prohibidos de las vidas de los demás y, a partir de pequeños o grandes rumores, fantaseamos completando historias sobre nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo o sobre la última estrella del cine o de la música.

A nuestro cerebro le encantan los cotilleos

No importa que lo que nos cuenten sea verdad o mentira, lo importante es que parezca real. La explicación es que nuestro cerebro odia los datos sueltos, le cuesta mucho trabajo por ejemplo recordar números pero le resulta muy fácil rememorar una historia completa, sobre todo si esta tiene un rico aliño de emociones.

Igual que nuestro organismo disfruta con las grasas saturadas de las pizzas y las hamburguesas, al cerebro le deleitan los relatos que incluyen raciones intensas de amor o desamor, engaños o crímenes.

El genial Bob Pop haciendo su particular análisis de las portadas de las revistas del corazón y  sus cotilleos en ‘Late motiv’, el programa de Andreu Buenafuente

El genial Bob Pop haciendo su particular análisis de las portadas de las revistas del corazón en ‘Late motiv’, el programa de Andreu Buenafuente

El historiador Yuval Noah Harari, en su libro ‘Sapiens’, aventura que sin cotilleos no existiría nuestra especie. Saber quién es de fiar y quién no, quién odia a quién y con quién se acuesta cada cual, le permitió al ser humano crear amigos y enemigos, establecer jerarquías y cooperar en la tribu.

Los grupos más cotillas eran los que más información tenían, y la información se convierte en poder porque sirve para atacar a los enemigos y anticipar sus decisiones. Según la tesis de Harari las tribus más reservadas, las menos cotillas, fueron extinguidas.

Hace unos años la investigadora Lisa Feldman Barrett comprobó, escaneando el cerebro de un grupo de voluntarios, que cuando nos hablan mal de alguien el cerebro cambia en milésimas de segundo las redes con las que codifica a esa persona, y se pone en guardia contra ella. Da igual que  lo que nos cuenten sea verdad o no, el mal está ya hecho.

Este efecto también funciona al contrario. También en pruebas de laboratorio se ha comprobado que cuando nos explican una bonita historia sobre alguien, en la que se prueba su valor y entrega hacia los demás, empezamos a fabricar oxitocina, una hormona que nos predispone al amor, a la compasión y a la fidelidad.

Nuestro cerebro necesita emociones, necesita juzgar a los demás y ponerles etiquetas. Y a los que les cae la desgracia de que hablen mal de ellos están perdidos, porque, aunque se digan mentiras, todo el mundo dudará.

Fuente: «Secretos del cerebro» de Radio 5 (17/05/17)

Qué significan los silencios

Qué significan los silencios

La palabra es nuestra herramienta de comunicación por excelencia, pero entre palabras, antes o después de ellas, hay silencios. Los silencios tienen un significado, en ocasiones son mucho más elocuentes que lo que se dice.

Qué significan los silencios en una conversación o en un discurso:

¿Pueden los silencios tener tanta fuerza como la palabra? La respuesta es sí, el silencio puede tener muchísimo poder. Forma parte de nuestro comportamiento no sólo en las conversaciones o en un discurso, un silencio puede acarrear consecuencias muy importantes en nuestras vidas.

Callarnos cuando somos espectadores de una injusticia tiene un significado y habla de que tipo de persona somos, o callar cuando tenemos una información que puede beneficiar a alguien y no la decimos es también un tipo de silencio y tiene consecuencias, a veces muy positivas y otras veces negativas.

Hay silencios colectivos, silencios individuales, silencios voluntarios y silencios obligados (el poder, a veces, obliga a determinados silencios).

En nuestro día a día, en cualquier conversación, es importante saber gestionar los silencios. Si dos quieren hablar y ninguno de ellos tiene la actitud de silencio no hay escucha, no hay una conversación posible. La gestión de la palabra es tan importante como la gestión de los silencios.

Los silencios en una conversación pueden tener distintos significados:

  • Pueden querer decir: «Quien calla, otorga».
  • Pero también pueden servir para evitar el conflicto: «mejor me callo, no voy a decir nada para no complicar las cosas».
  • O simplemente pueden ser un síntoma de desinterés: «para que voy a decir nada. No me interesa el tema. Ni me interesa la persona con quien estoy hablando».

¿Hay para quien el silencio representa debilidad, sumisión? En ocasiones podría serlo. Hay personas que no hablan porque no se atreven, o porque no se creen en la posición de poder opinar.

El silencio también es una señal de poder. Hay jefes, por ejemplo, que pueden estar mirando a un subordinado en silencio, durante largo rato, y esta es una forma de ejercer autoridad, de ejercer poder. Es algo que hacen también los profesores, el mirar en silencio a alguien. Y le están transmitiendo una información importantísima: «yo tengo poder sobre ti».

La personas que tienen seguridad en sí mismas soportan mejor los silencios. En cambio hay personas que no soportan bien los silencios en situaciones determinadas, cuando están acompañadas necesitan hablar y hablar… de sí mismas, del tiempo… de cualquier cosa con tal de rellenar la ausencia de palabras.

Son personas que hablan mucho, pero hablan por hablar, de temas que no interesan al otro sin tampoco preguntarse qué es lo que puede interesar a su interlocutor. Son personas que acaban siendo aburridas y pesadas, y que muchas veces terminan metiendo la pata explicando cosas suyas, de su familia o de su empresa que son confidenciales.

Qué significan los silencios
Ilustración de Janice Nadeau

¿Y los silencios que se producen en los ascensores? Estos silencios nos crean una situación de cierta incomodidad. Es interesante tener la habilidad para romper esos silencios, aunque sea hablando del tiempo. Son conversaciones intrascendentes que, en esos casos, nos acercan a los demás.

Si empezamos a hablar podemos tener más empatía con las otras personas, porque al hablar sonreímos, nos miramos a los ojos… aunque no sea muy importante lo que estamos tratando el romper ese silencio nos permite acercarnos a los demás.

A la hora de hacer un discurso, las pausas, los silencios, también dan juego. Es una técnica que los grandes profesionales dominan. Los magos, por ejemplo, o los actores que se dedican sobre todo al humor, dan una gran importancia a las pausas. Hacen una broma, una observación, y después se quedan en silencio. Es una manera de indicar al público que lo que han dicho es una broma, para darle tiempo a reaccionar y que los espectadores se puedan reír y puedan aplaudir.

Los silencios son tan importantes como las palabras. Quien prepara un discurso, en general, le da tanta importancia a estas pausas como a las frases que tiene que pronunciar. Hablar en público es algo que se entrena y se ensaya.

Hay políticos que son expertos, Obama por ejemplo es un maestro de los silencios. Hace unas pausas fantásticas, siempre bien colocadas en el discurso y, además, largas. Es capaz de hacer pausas importantes delante de dos personas o de cincuenta mil. Siempre acompañando con el lenguaje corporal: pecho abierto, vista hacia el público, con la cabeza levantada, sin rehuir la mirada. De esa manera da importancia a lo que acaba de decir y, además, prepara a su público para lo que vendrá después.

Un muy buen ejemplo es el mítico discurso de Martin Luther King, donde vemos cómo juega con las pausas:

En primer lugar no hay ningún motivo para ir deprisa cuando estamos en una conversación importante, o cuando estamos dando un discurso. Las pausas marcan un ritmo, están dando importancia a lo que se acaba de decir, y también le indican al público cuándo puede aplaudir.

Fuente: Teresa Baró en el programa «Para todos la 2». Teresa Baró es escritora, formadora, conferenciante internacional y experta en comunicación personal y lenguaje no verbal. / Imagen de portada: Fragmento de la portada de «Dibujos invisibles»  de Gervasio Troche.

La importancia de las preguntas

La importancia de las PREGUNTAS

Cuentan que cuando le preguntaron a Sócrates qué era lo más importante que había hecho, él respondió: “enseño a los hombres a preguntar”. Aprender a formular buenas preguntas ha de ser una referencia clave para quien educa.

La educación de la respuesta correcta no ayuda nada a la curiosidad, imprescindible para el proceso cognitivo. Sólo una educación de la “pregunta” agudiza y refuerza la curiosidad.

Estando una anciana cuidando dos vacas que pastaban plácidamente en un prado, acertó a pasar por allí una desconocida, que se sentó en el pequeño muro que delimitaba el prado. Tras permanecer un momento en silencio, preguntó:
―¿Comen bien las vacas?
―¿Cuál de ellas? ―dijo la primera.
La mujer que estaba de paso, un poco desconcertada por la pregunta, dijo entonces al azar:
―La blanca.
―La blanca sí ―dijo la anciana.
―¿Y la negra?
―La negra también.
Tras ese primer intercambio, las dos mujeres permanecieron durante un buen rato sin hablar, la mirada perdida en el paisaje, las montañas, el pueblo.
Entonces la mujer que estaba de paso preguntó:
―¿Y dan mucha leche?
―¿Cuál de ellas? ―contestó la otra.
―La blanca.
―La blanca sí.
―¿Y la negra?
―La negra también.
A lo que siguió otro silencio, en el transcurso del cual las dos mujeres no se miraron. Solo se oía el apacible sonido de las dos vacas que pastaban. Finalmente, la forastera rompió el silencio y dijo:
―Pero, ¿por qué siempre me pregunta “cuál de ellas”?
―Porque la blanca es mía ―contestó la primera.
―Ah ―dijo la otra.
Reflexiono un poco, y pregunto con cierta aprensión:
―¿Y la negra?
―La negra también. (1)

Esta historia, aparentemente absurda y que a veces se cuenta como chiste, pone el acento en la preguntas que, por lo general, preceden a las respuestas y las condicionan.

Las preguntas centran nuestra atención y nos invitan a mirar en una determinada dirección. Timsit (2) nos previene ante ciertos mecanismos de socialización que evitan que la gente se haga preguntas sobre las cuestiones importantes que afectan a sus vidas o a las de los demás. Se desvía la atención de la gente, manteniéndola lejos de los verdaderos problemas sociales mediante continuas distracciones e informaciones sin importancia real.

La importancia de las PREGUNTAS

Las preguntas relevantes son:

¿A dónde van a parar esos beneficios?
¿Quién controla ese fondo de pensiones?
¿De dónde proceden esos metales, aquellos aceites vegetales?
¿Con qué tipo de energía se genera esa electricidad?
¿Cuántos sindicalistas mueren asesinados ahí?
¿Cuántos trabajadores en accidente laboral?
¿Cuántas mujeres por violencia machista?
¿Qué se hace con aquellos residuos?
¿Quién se beneficia de esa privatización?

En cambio, se organiza todo para que nos preguntemos únicamente:

¿Quién se acuesta con quién?
¿Qué equipo ganó el partido de ayer?
¿Dónde has pasado las vacaciones?

«Lo importante es no dejar nunca de hacer preguntas. No perder jamás la bendita curiosidad.» Albert Einstein

(1)  Jean Claude Carrière sitúa esta historia en el País Vasco, y la recoge en su libro El círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero.
(2)  Sylvain Timsit (2002) Stratégies de manipulation

Fuente: «EL FULGOR DE LA LUCIÉRNAGA. Cuentos para repensar la educación», de Joseba Martínez Huerta /  Imagen de portada: «Vacas» Flickr Susana Fernandez

Aprender a perdonar y pedir perdón

Decía Jorge Luis Borges que con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero que perdonar sólo es cosa de almas grandes. La vida social no sería posible si no tuviésemos cierta capacidad de perdón. Sin embargo necesitaríamos ejercitar nuestros “músculos del perdón” con mayor regularidad. La mejor manera de hacerlo es recordar cuando hemos necesitado que otros nos perdonen en el pasado.

Perdonar, significado según la RAE

Del latín tardío perdonāre, de per-per-‘ y donāredar‘.

  • Verbo transitivo: Dicho de quien ha sido perjudicado por ello: Remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa.
  • Verbo transitivo: Exceptuar a alguien de lo que comúnmente se hace con todos, o eximirlo de la obligación que tiene.
  • Verbo transitivo: Renunciar a algo o privarse de ello. No perdonar ocasión de lucirse. No perdonar un baile.
  • Verbo transitivo: Renunciar a un derecho, goce o disfrute.

Saber perdonar es un acto de fortaleza emocional

Hay quien cree que el perdonar es un acto de debilidad. No es cierto, es todo lo contrario. Perdonar es un acto de fortaleza emocional, porque utilizas muchos valores para conseguirlo: tienes que ser generoso, tienes que olvidar, hacer un sacrificio por la otra persona, es un componente empático y altruista, o sea que no tiene nada que ver con la debilidad.

Perdonar y olvidar. «Perdono pero no olvido. Olvido pero no perdono»

Son frases que a menudo utilizamos, ¿hay alguna diferencia entre ellas? La verdad es que no. Cuando se estudia psicológicamente el perdón, el perdón realmente no requiere de la reconciliación con la persona, ni de que la otra persona te pida el perdón. El perdón es una experiencia interna, y entonces perdonar supone siempre olvidar.

Está claro que, cuando alguien te ha ofendido, no borras de tu memoria lo que ha pasado. En ese sentido no se olvida. Pero sí que cuando perdonamos olvidamos todas aquellas acciones negativas de venganza, de tomarnos la justicia por nuestra mano contra esa persona.

Perdonar y olvidar van de la mano, pero no porque se borre de la memoria sino porque olvidar supone parar. Dejar de pensar en el agravio. Dejar de recrearte en qué harías con esa persona. Dejar de desearle que sufra lo mismo que has sufrido tú. Por eso decimos que perdonar y olvidar son dos aspectos de una misma acción.

Cuáles son los beneficios de perdonar ¿A quién beneficia el perdón, a quien lo recibe o a quien lo da?

El perdón beneficia a ambas partes, principalmente a la persona que lo da. Perdonar es un acto purificativo, en el sentido de que cuando trabajamos el perdonar a quien nos ofendió o las circunstancias que pasaron, realmente tenemos una esperanza mayor y encontramos bienestar y tranquilidad. Se dejan de tener pensamientos negativos hacia esa persona e incluso aumentan los pensamientos positivos hacia lo que pudo pasar. Por supuesto también cuando perdonamos al otro le liberamos de la culpa y de esa responsabilidad.

También tenemos que hablar de que todo en su justa medida, porque hay cosas que son imperdonables. Aquella persona que ha sufrido vejaciones, una violación, malos tratos, es muy difícil que quiera la reconciliación con la otra persona ni que quiera eximirle de la culpa ni de la responsabilidad.

Lo que tenemos que tener claro es que una cosa es la venganza y otra cosa es la justicia, y tiene que haber una justicia para aquellas cosas que son actos delictivos. Pero el perdón en este caso sí beneficia al que lo da, el perdonar lo que pasó hará que esa persona al menos pueda vivir sin sufrimiento.

“Aferrarse a la ira es como aferrarse a una brasa candente con la intención de tirársela a otro; tú eres el que se quema.” —Buda

¿Por qué nos cuesta tanto perdonar? Son varios los motivos

Uno es por el dolor sufrido. Cuando algo te duele, como es algo que está ahí continuamente removiéndose, te está recordando que es lo que ocurrió, y cuesta.

También hay personas que no quieren perdonar por miedo a que se vuelva a repetir: “si yo perdono esto… puede ser que esto me vuelva de nuevo a ocurrir”.

En otras ocasiones es por esta ley divina de “ojo por ojo y diente por diente” que todos tenemos y por la que no queremos perdonar. Queremos que la otra persona sufra lo mismo que uno ha sufrido. Pero realmente esto no nos aporta ninguna solución, porque cuando esto ocurre acabas tú por buscar el perdón porque terminas avergonzándote de actos y de pensamientos que no te gustaría tener.

Y también nos cuesta perdonar por no tener una interpretación benevolente. Muchas veces cuando alguien hace algo decimos “esto lo hace para fastidiarme”, “es que es una mala persona”. Hacemos siempre un juicio de valor negativo que nos impide perdonar.

La venganza va unida a la falta de perdón

Porque es algo que llevamos viendo en las películas, en las series, en la literatura, en el día a día. Es como una necesidad de que el otro sufra, porque parece que si el otro sufre lo mismo que he sufrido yo de alguna forma yo me voy a encontrar mejor.

Es una idea equivocada, porque luego nos damos cuenta de que la persona tampoco se libera del dolor que ha sufrido. Y ahí es donde decimos que hay una diferencia muy grande entre lo que es la venganza y lo que es la justicia.

El hecho de perdonar nos tiene que llevar a no idear una venganza, porque ese recrearnos en “fíjate lo que pasó”, “fíjate lo que me hicieron”, y estar todo el día pensando lo que te gustaría que le pasara a la otra persona: “ojalá llegue su momento”, “porque lo que se siembra se recoge”… Todos esos refranes que nos hacen todavía sufrir más hacen que no estemos en descanso.

La justicia es otra cosa

Es cierto que si alguien ha cometido un acto contra ti que es motivo de justicia hay que reclamarlo. Lo que no podemos dejar es que la gente que se porta mal y cruza los límites pase de forma impune porque tú le perdonas.

Porque hay muchas mujeres que dicen “¿cómo le voy a denunciar si es el padre de mis hijos?”. Pues debes denunciarlo, porque seguramente puede tener una conducta delictiva con tus hijos o con cualquier otra mujer, y porque lo que ha hecho está mal. Y porque la gente tiene que tener una consecuencia cuando se porta de una forma que está mal. No hay que dejar pasar hechos que son injustificables sin que esa persona tenga el castigo o la consecuencia que su comportamiento debe tener.

Cómo pedir perdón a alguien que has lastimado. Modelo de perdón (REACH), de Everett Worthington

Everett Worthington es ingeniero nuclear y psicólogo, e investiga sobre el perdón (y otras virtudes). Ha escrito más de 30 libros sobre temas como el perdón de los demás, el auto-perdón, la fuerza del carácter, la religión y la psicología, y la terapia de parejas, y ha publicado más de 350 artículos y capítulos académicos. Él dice que «Las personas con resentimiento se mueren antes«.

Para ayudar a la gente a tomar la decisión de perdonar y alcanzar el perdón emocional, ha desarrollado un proceso de cinco pasos llamado REACH que ha sido probado con resultados positivos en numerosos estudios científicos:

R (de Recuerda, en inglés sería «remember»)

Recuerda la emoción que sentiste cuando te sentiste amenazado. ¿Por qué? Pues porque hay veces que tratamos de evitar las emociones, y al evitar la emoción no aceptamos el sufrimiento. Queremos resarcirnos pensando que eso se va a recuperar y no es así. Es ideal ponerle un nombre a la emoción: sentí frustración, sentí pena, sentí rabia, y acepto que esto pasara. No lo puedo cambiar.

E (de Empatizar, en inglés sería «empathize»)

Empatiza con tu ofensor y trata de no juzgar. ¿Por qué debemos tener empatía? Porque si hablamos de situaciones más cotidianas ―situaciones como el rencor en la pareja, con los hijos, con un amigo―, por ejemplo una amiga que tenía que llamarte cuando estabas enferma y que se olvidó, y a partir de ahí “no la perdono porque yo no hubiera hecho eso con ella”. No sabes la situación de tu amiga en ese momento, no sabes que problemas tenía, no sabes realmente como hubieras reaccionado tú. El ponerte en su lugar, el permitirle que hable contigo y entender porqué ocurrió, te ayudará a perdonar.

A (de Altruismo, en inglés sería «altruism»)

La conducta altruista nos beneficia a todos. Cada vez que tú te comportas de forma altruista con alguien sientes niveles de bienestar. Y para ser altruista sería bueno recordar todas las veces que te han perdonado a ti, por tener simplemente un modelo.

C (de Compromiso, en inglés sería «commitment»)

Coge un compromiso con el perdón. Significa poner fecha a la llamada de esa persona, o ponerte a ti un momento, un día a la semana en el que digas ahora me voy a sentar y voy a recordar y a limpiar y decidir que este tema se cierra en mi vida. Pongamos un día al igual que lo hacemos para empezar con los nuevos objetivos.

H (en inglés viene de «Hold», en español significaría algo como “una sujeción”)

Muchas de las veces en que nosotros nos vemos relacionados con algo que nos ha ofendido, está claro que cuando alguien te ofende tú no tienes culpa, pero si es cierto que podemos desarrollar una serie de anclajes o una serie de habilidades sociales, o de poner límites a la gente y saber decir que no, para que el próximo día seamos más fuertes ante esa situación y nos podamos defender.

La mayoría de las veces cuando alguien cruza los límites los cruza, seas tú una persona tímida, introvertida o extrovertida, es la persona la que los ha cruzado. Pero si nosotros mirásemos en qué medida podríamos haber hecho más, seguro que hay una serie de habilidades que podemos entrenar.

Y normalmente esas habilidades son las habilidades sociales, la capacidad para poner límites a la gente, el decir que no o el rechazar peticiones. Porque luego hacemos responsables a los demás de según qué emociones y de cosas que nos han ocurrido, pero si nosotros no trabajamos y entrenamos esa capacidad para tener nuestro espacio puede ser que nos siga ocurriendo.

De hecho dicen que de las personas tímidas se aprovecha más la gente, o sea que se supondría que son personas más vulnerables y que tendrían que estar perdonando más veces. Igual la persona tímida tiene que plantearse en qué momento debe dejar esa timidez o incapacidad para eludir los conflictos. Hay personas que, con tal de no tener un conflicto, meten piedras en su mochila, o aceptan cosas que no desean, o no dicen un NO a tiempo. Esas personas luego dicen: “es que la gente se aprovecha de mí, y ahora tengo que perdonar”, pues aparte del perdón tienen que entrenarse para que eso en su vida no ocurra.

¿Todo se puede perdonar?

Depende.

  • Si “todo es perdonable” significa que yo deje pasar cosas que de verdad tienen que tener una consecuencia, NO.
  • Si hablamos del perdón en términos psicológicos, como un acto o esa experiencia individual en la que yo trato de sentirme en paz y equilibrio, para no estar sufriendo por actos del pasado que ya no puedo recuperar ni puedo resarcir de ninguna manera, entonces SÍ.

El rencor. Personas rencorosas y vengativas

Aquella gente que es más rencorosa tiene un nivel de sufrimiento mucho mayor, y a la gente que no es rencorosa lo que le dicen es “tú eres tonto, tu todo lo olvidas”.

Cuando tú te recreas en lo que te han hecho no consigues ninguna solución, y encima estás con un sin vivir de manera continua. Por eso decimos que no ser rencoroso o el perdonar no es un signo de debilidad. Es una forma de tener bienestar en la vida y de poder vivir en paz.

Eso no quita para que tú digas “yo perdono a esta persona pero no la quiero tener en mi vida. No quiero ninguna relación. No la necesito”. Perdonar no lleva a que yo me tenga que llevar bien con esa persona, simplemente es un acto en el que yo decido ser feliz a pesar de la injusticia que uno pueda haber sufrido en la vida.

Sinónimos de perdonar

  • absolver,
  • amnistiar,
  • condonar,
  • descargar,
  • dispensar,
  • exculpar,
  • eximir,
  • indultar,
  • levantar,
  • liberalizar,
  • liberar
  • librar
  • rehabilitar,
  • remitir,
  • suspender.

Fuente: Patricia Ramírez en A punto con la 2 de RTVE (9/05/2016)

Qué es el efecto placebo

Qué es el efecto placebo

Muchos tenemos una experiencia de primera mano de lo que es el efecto placebo. Cuando éramos pequeños nuestra madre, nuestro padre, se nos acercaban; acariciaban la zona dolorida, suavemente, y repetían aquello de «sana, sana, culito de rana, si no te curas hoy, te curarás mañana«. Y, en seguida, parecía que ya estábamos mejor. Eso es el efecto placebo. Sin saberlo, estaban aplicando magia.

Pero el efecto placebo no es MAGIA, tiene un estudio científico detrás muy interesante y muy importante. Habla de la capacidad del cuerpo de recuperarse cuando algo va mal, pero también habla de mantenernos sanos.

¿Qué es el efecto placebo?

Hay que comenzar entendiendo que se trata de un evento bio-psico-social:

  • Significa que en él interviene lo psicológico, todo lo que la persona trae: sus miedos, sus esperanzas, sus experiencias…
  • Pero al mismo tiempo también es un efecto en el cuerpo, por eso es biológico. Y es un efecto muy claro neurofisiológico: va a haber cambios específicos en el cerebro. De tal forma que la mente y el cuerpo van unidos, están integrados. En España seguimos una tradición en la que mente y cuerpo van separados, como si fueran cosas distintas. Y no, ahora lo que estamos viendo es que somos algo unido.
  • Y estos cambios biológicos y psicológicos, se dan siempre en un contexto social, en un entorno con el otro.

¿Cuándo se pone en marcha en las personas esta capacidad de autocuracion?

Fabricio Benedetti, neurocientífico, habla de la importancia del contexto terapéutico. El efecto placebo se pone siempre en marcha en cualquier contexto terapéutico. Esto significa que en él interviene:

  • La persona que va a tratamiento. La persona que va a tratamiento, ya sea este médico o psicológico, acude con esperanza. Pero también como se ha dicho antes con unos miedos y con una historia de aprendizaje previa.
  • Hay un profesional, médico o psicólogo. Que tiene unas expectativas hacia el paciente.
  • Hay un tratamiento. Un tratamiento que, a veces, tiene un gran aparataje. Es algo que también va a influir en el efecto placebo: el que te den una pildorita o el que te metan dentro de una máquina enorme.
  • Y está la interacción de todos estos elementos. Es muy importante recalcar en esta interacción la relación que se establece entre el profesional y la persona que solicita ayuda. Si esa relación es la adecuada se facilita el efecto placebo.

En qué dolencias se ha estudiado el efecto placebo.

El efecto placebo se ha estudiado en muchas dolencias. En la actualidad se valora de forma sistemática siempre que se va a estudiar un tratamiento o un fármaco nuevo.

En casi todas las facultades de psicología hay una asignatura de metodología, de cómo hacer bien un experimento para separar la influencia del efecto placebo de la influencia del efecto específico del fármaco.

Por lo tanto se tiene que hacer un trabajo de investigación en el que a unas personas se les dé el fármaco o la intervención requerida, y a otras en cambio se les dé solo una pastilla que puede ser un caramelo. Ahí se ve qué es efecto fármaco y qué es efecto caramelo. Al mismo tiempo tiene que haber otro grupo de personas a las que no se les haga nada. Para saber cómo evoluciona la enfermedad sin que haya intervención.

Qué es el efecto placebo

Existen muchos trabajos específicos para estudiar el efecto placebo, y son muy, muy interesantes. Sobre todo se ha estudiado en dolor. Se intenta ver que mecanismos se ponen en marcha: si son los mismos mecanismos, si son distintos, si dura lo mismo. Tiene mucha importancia los neurotransmisores que se van a activar.

También se ha estudiado en Parkinson, que es un campo amplísimo. En dolor se ha visto unos neurotransmisores relacionados con la morfina; en cambio en Parkinson se ha visto otro tipo de neurotransmisores, más relacionados con la dopamina.

Esto es importante, dejando de lado tecnicismos, porque significa que el efecto placebo depende de lo que se está trabajando. No es un efecto general, no es pura sugestión del individuo que cree que está mejor, sino que se ponen en marcha cambios específicos en el cerebro.

Cómo se cree que actúa el efecto placebo.

Dentro del campo de la psicología hay dos áreas importantísimas. Una es el campo del aprendizaje, y otra es el campo de las expectativas.

En lo que respecta al aprendizaje se puede partir de los trabajos del famoso ruso Iván Pávlov, que era fisiólogo y fue Premio Nobel. Descubrió un tipo de aprendizaje que se conoce con el nombre de condicionamiento clásico.

Pávlov encontró que si a sus perros les ponía un sonido (el trabajaba en el sistema digestivo) los animales miraban, pero no tenían ninguna respuesta específica, y luego les hacía llegar comida. De tal forma que, al oír de nuevo el sonido los perros reaccionaban.

No es un aprendizaje asociativo. Es un aprendizaje del futuro, de lo que va a venir. Es como una señal «¡eh, que viene esto!». Lo importante es que los animales salivaban, ya está ahí el efecto placebo. Ante algo neutro se empieza a hacer una respuesta en el cuerpo.

Años más tarde otro grupo de psicólogos, Ader y Cohen, hicieron unos trabajos importantísimos con ratones. El estudio consistía en que a los ratones les ponían agua azucarada. Era algo que los animales nunca habían probado, ya que estaban acostumbrados a comer pienso, y esta agua dulce les encantaba. Después, en vez de darles comida, se les daba un tóxico que deprime y reduce el sistema inmunológico. Más adelante, con solo presentar el agua azucarada, se deprimía su sistema inmunológico. Enfermaban directamente.

Los trabajos se repitieron al contrario, haciendo que el sistema inmunológico mejorase.

También se han hecho pruebas con personas . Se trata de estudios en los que se unían estímulos. De manera que ponían el incondicional y el condicional, el fármaco y el placebo, de forma que necesitasen menos tratamiento en algún caso que era necesario.

Es ciencia, pero resulta increíble que podamos aprender a modular nuestro sistema inmunológico. El sistema inmunológico es la base de la salud. Está en todo. Y se puede modular, a través de un aprendizaje tan sencillo, un aprendizaje que compartimos con los animales, en el que lo único que se necesita es dar una señal. Para los psicólogos es un reto muy grande el ser capaces de tener un protocolo, poder enseñar a las  personas a mejorarse. Se ha de trabajar mucho más en el efecto placebo, para que entre en la rutina del cambio hacia mejor

 

Fuente: Blanca Mas, profesora de psicología y directora del Máster en Trastornos Postraumáticos de la UNED, en el programa A punto con La 2 de RTVE (24/06/16) / Imagen de portada: Flickr muufi .com / Imagen interior: Flickr Jose M. Romero